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jueves, 30 de agosto de 2012

HISTORIA INTELECTUAL EUROPEA

Dice Stromberg , en su obra que, en los años 80 del siglo XVIII, por lo menos, se produjeron tres revoluciones - la francesa, la romántica y la kantiana, que dejaron huella en todo el mundo moderno, además de la revolución industrial, acontecimientos que se influyeron y hasta se fundieron entre sí .
Así, por ejemplo, no se duda que Rosseau - representante del romanticismo -influyó tanto en Kant como en la Revolución Francesa, aunque ésta nada le deba, directamente, al filósofo alemán. En esta misma década, los norteamericanos guerreaban por su Independencia, acontecimiento muy importante para Europa, para Gran Bretaña y, especialmente, para Francia, cuya monarquía con graves problemas se precipitaba a la bancarrota, aunque, Gran Bretaña empezaba una era de un aumento económico sostenido, puerta abierta al industrialismo moderno.

También es el decenio en que Schiller publica su "Sturm und Drang (Tempestad y Pasión) fuerte reacción al clasicismo ilustrado y no son solo los años de Kant, sino que los de Mozart y de la Constitución de Estados Unidos, mientras desaparecían los mentores de la época filosófica: en 1776 muere Hume; Voltaire y Rosseau en 1778; Condillac, en 1780; D'Alambert en 1783; Diderot en 1784; Federico, el Grande en 1786. Mientras que Buffon y Franklin eran ya octogenarios.

Cambió toda la concepción de la sociedad política.

El monarca ya no era Rey de Francia, debía ser el rey de todos los franceses, ya que debía su poder al pueblo; se acababan los privilegios de la nobleza y puede decirse que la mística de la Revolución quedó comprendida en la palabra citoyen y de acuerdo con la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano - el gran manifiesto de la Revolución - los hombres nacen y permanecen libres y en igualdad de derechos. Además, el Estado debía garantizar al ciudadano el goce pleno de sus derechos y el pueblo tenía el derecho a expresarse libremente.

La política de la Ilustración era difusa y utópica; no era monolítica.

Montesquíeu disentía de Voltaire, éste de Rosseau y Rosseau sino de sí mismo, al menos de algunos de sus seguidores. El primer período fue dominado por los moderados, que no deseaban cambios drásticos; el ídolo era Montesquieu; éste quería una monarquía constitucional y limitada, basada en el modelo inglés. Pero, también aparecieron los girondinos, los jacobinos, los sans-culotte y las fuerzas de Babeuf,
Jeremy Betham, criticó la escuela de los derechos naturales del hombre y sostenía que, los derechos de la Revolución, eran ambigüedades o tautologías, carentes de significado, salvo su valor emocional.

Pero, en ésa época, sus referentes eran muy reales. En su juventud, Robespierre atacó la ley que imponía la infamia a toda la familia del condenado y a la que negaba todos los derechos civiles a sus hijos. La Revolución misma hizo desaparecer el viejo orden, constituido por el sistema con vestigios del sistema señorial en los campos, los impuestos desiguales y también apuntó contra las leyes injustas y arbitrarias.

Gran Bretaña contempló horrorizada la sangrienta y turbulenta escena francesa y se vio inmersa en la guerra con el imperialismo revolucionario. En Inglaterra aparecieron las principales obras contrarrevolucionarias, como el texto de Edmund Burke Reflexiones sobre la Revolución en Francia -1790 -, que dio lugar a acaloradas controversias. Tal vez, la idea crítica central de Burke sostiene que la sociedad es un producto histórico enorme y complejo que no puede cambiarse a voluntad como una máquina. La sociedad defendida por Burke - una especie de versión idealizada y conceptualizada del orden tradicional de la sociedad - fue atacada por Bernard Shaw al escribir "De la calle de la aldea a la estación de trenes hay un salto de cinco siglos, que va desde la apatía embrutecedora de la tiranía de la naturaleza sobre el hombre, hasta el orden y actividad del dominio organizado del hombre sobre la naturaleza" y el ataque de Russell "que ese orden haya desaparecido del mundo civilizado", refiriéndose a las ideas de jerarquía y autoridad, intolerancia y subordinación, dogma religioso y coerción social" . Pero, aún, en los siglos XIX y XX, la nostalgia del campo ha estado acompañada por el horror a la ciudad, la industria, la tecnología y la disolución de los lazos humanos, por lo que Burke, el gran portavoz contrarrevolucionario, a su manera, puede ser considerado que también era un revolucionario.

Los pensadores a partir de la Revolución Francesa

La Revolución Francesa anunció la época histórica específicamente moderna.

Este movimiento que se inspiró en las concepciones de los filósofos del siglo XVIII - Rosseau, Voltaire, Montesquieu y Diderot-, rebalsó estas ideas, desatando la exploración de ideas políticas hasta entonces desconocidas. Las luchas titánicas de los 25 años posteriores a 1789, modificaron para siempre toda la civilización, social, política e intelectual. El análisis del papel de las ideas de Rosseau y Voltaire en la Revolución atestigua, fehacientemente, tanto la naturaleza amplia como su ritmo cambiante, en las citas de los gigantes de la Ilustración.

Los héroes del pensamiento son Kant, Lichte y Hegel, Burke, Chateaubriand, Sain-Simon y Fourier, los poetas románticos, los renovadores de la filosofía política y los creadores de nuevas doctrinas sociales. Aunque persisten dudas y tensiones, el periodo victoriano, se caracteriza por una estabilidad relativa y por el inicio de grandes esfuerzos de síntesis - Marx, Darwin y Mill. El realismo abate al romanticismo en la literatura y las artes, y la ciencia -esencia del realismo -, pasa a ser el dios moderno. También hay que recordar que la sociedad sufre el fracaso revolucionario del 1848 hasta llegar al colapso de 1914 y aunque un estilo sombrío transita por Europa postdarwiniana y postmarxista, se produce un caudal de pensadores sorprendentemente penetrantes que exploraron esferas hasta entonces desconocidas, zonas de gran asimetría.
 
El irracional inconsciente o el prerracional interesaron a los que dominan en aquella época Nietzsche, Freud, Bergson, Sorel o Max Weber. Y al mismo tiempo que se producen ingentes movimientos de poblaciones del campo a la ciudad, aparecen los grandes adelantos tecnológicos, casi aterradores. Por ese entonces se produce el hecho de que los intelectuales y los artistas, van quedando cada vez más distantes o apartados de la sociedad, sin embargo, fueron más creativos que nunca, dando nacimiento al modernismo, movimiento que se caracteriza por la ruptura de las esferas públicas y privadas.

De los períodos decisivos del mundo moderno, solo 1914 puede rivalizar con 1789; nada fue igual después de la I Guerra Mundial, a cuyo estallido contribuyeron firmemente los intelectuales, y la decadencia provocada - con la aparición de Mussolini, Hitler y Stalin -; pero, también con las de Toynbee y Sartre o las de Le Corbusier y Picasso, de Lawrence y Joyce.

Por entonces, se producen los procesos de crecimiento demográfico, de urbanización y de una estratificación social. Según lo afirmado por el A.F. Weber, hacia finales del siglo XIX, la concentración de la población en las ciudades ha sido el fenómeno más notable del siglo. Las grandes masas urbanas habían sido desarraigadas de sus culturas populares tradicionales para convertirse en consumidoras de ideas y valores proporcionado por intelectuales urbanos. La ciudad era un lugar de estímulos y era el lugar en que se expandió como nunca una clase nueva: los intelectuales. Eran hombres especialistas en ideas, vendedores de mercancías ideológicas. Como apunte aparte, desde 1898, se popularizó en Francia el vocablo intellectuel. Eran los tiempos de Dreyfus, pero Heyck afirma que la idea de vida intelectual surgió en Inglaterra en los años setenta del XIX y que el sustantivo intelectual, ya está en la edición de 1888 del Diccionario de Oxford.


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