En 1870 fundó el Comité para la Salvación de Francia, asociación que dirigió la insurrección de la Comuna de Lyon. Durante la I Internacional, las diferencias entre sus ideas y el autoritarismo de Marx llevaron a la expulsión de los anarquistas del seno de la organización durante el congreso de La Haya, celebrado en 1872.
Durante sus trabajos en la Internacional trabaja para establecer secciones de la misma en Italia y España; además de ser un soporte de la Comuna de París de 1871, que fue brutalmente suprimida por el gobierno francés. Los desacuerdos de Bakunin con Marx, y que llevaron a la expulsión de la Internacional en 1872 ilustraron las divergencias entre los "anti-autoritarios" que pretendían la acción directa revolucionaria y la organización de los trabajadores para abolir el estado y el capitalismo; y los socialistas democráticos aliados de Marx, que buscaban la conquista del poder político por parte de la clase trabajadora. Los anti-autoritarios crearon su propia Internacional en St. Imier y adoptaron un programa anarquista y revolucionario.
Bakunin siempre aceptó los análisis de Marx sobre economía y clases sociales, admiró públicamente su genio, pero siempre criticó su vertiente autoritaria y el concepto de dictadura del proletariado aun cuando, según Marx, solo era un medio y no un fin. Bakunin se retira de la vida política activa en 1873 a Lugano, y muere en Berna tres años después.
Bakunin defendía la libertad del individuo, pero concebida socialmente. El hombre no podría ser verdaderamente libre sino lo era el resto de seres humanos. Otra de las ideas fundamentales de Bakunin era su rechazo total a la Iglesia como institución, aunque admitía la pluralidad de cultos, ya que la religión era una cuestión del ámbito de las conciencias individuales. La educación era contemplada como un instrumento de cambio social. Esta idea caló en el anarquismo. Entre los anarquistas siempre hubo destacados pedagogos, que defendieron un nuevo modelo de educación basado en las ideas libertarias, abriendo escuelas, editando libros y revistas pedagógicas. En relación con esto estaría, también, la preocupación que los activistas anarquistas dieron al desarrollo de la propaganda oral hacia los obreros, muchos de ellos analfabetos.
Bakunin perseguía la eliminación del Estado por considerarlo un instrumento represivo, la desaparición del ejército, innecesario una vez que ya no había Estado; y la creencia en la revolución campesina, hecha desde abajo, por las masas, de forma espontánea, sin participación de partidos políticos de ningún tipo. Estos postulados se basaban en el rechazo radical de Bakunin y del anarquismo, en general, hacia la política y cualquier tipo de autoridad. El anarquismo no consideraba a los obreros industriales como protagonistas exclusivos de la revolución. Bakunin apostaba por los campesinos, mientras que otros anarquistas valoraron también la importancia de otros sectores oprimidos, como los estudiantes y los jóvenes.
Una vez que triunfase la revolución, surgiría una sociedad sin Estado, sin poderes institucionales, que se articularía en torno a comunas autónomas, especie de pequeñas células organizadas en régimen de autogestión. Mediante el sufragio universal masculino y femenino se elegirían a quienes dirigirían las comunas. Éstas podrían federarse o separarse libremente de otras comunas, hasta constituir regiones o naciones, pero manteniendo siempre la capacidad de abandonar la federación en la que se habrían integrado. En las comunas la propiedad sería colectiva.
Bakunin defendía la libertad del individuo, pero concebida socialmente. El hombre no podría ser verdaderamente libre sino lo era el resto de seres humanos. Otra de las ideas fundamentales de Bakunin era su rechazo total a la Iglesia como institución, aunque admitía la pluralidad de cultos, ya que la religión era una cuestión del ámbito de las conciencias individuales. La educación era contemplada como un instrumento de cambio social. Esta idea caló en el anarquismo. Entre los anarquistas siempre hubo destacados pedagogos, que defendieron un nuevo modelo de educación basado en las ideas libertarias, abriendo escuelas, editando libros y revistas pedagógicas. En relación con esto estaría, también, la preocupación que los activistas anarquistas dieron al desarrollo de la propaganda oral hacia los obreros, muchos de ellos analfabetos.
Bakunin perseguía la eliminación del Estado por considerarlo un instrumento represivo, la desaparición del ejército, innecesario una vez que ya no había Estado; y la creencia en la revolución campesina, hecha desde abajo, por las masas, de forma espontánea, sin participación de partidos políticos de ningún tipo. Estos postulados se basaban en el rechazo radical de Bakunin y del anarquismo, en general, hacia la política y cualquier tipo de autoridad. El anarquismo no consideraba a los obreros industriales como protagonistas exclusivos de la revolución. Bakunin apostaba por los campesinos, mientras que otros anarquistas valoraron también la importancia de otros sectores oprimidos, como los estudiantes y los jóvenes.
Una vez que triunfase la revolución, surgiría una sociedad sin Estado, sin poderes institucionales, que se articularía en torno a comunas autónomas, especie de pequeñas células organizadas en régimen de autogestión. Mediante el sufragio universal masculino y femenino se elegirían a quienes dirigirían las comunas. Éstas podrían federarse o separarse libremente de otras comunas, hasta constituir regiones o naciones, pero manteniendo siempre la capacidad de abandonar la federación en la que se habrían integrado. En las comunas la propiedad sería colectiva.
El 1 de julio de 1876 fallecía en Berna. Se definió como partidario convencido de la igualdad económica y social, amante fanático de la libertad y buscador apasionado de la verdad.
No soy verdaderamente libre más que cuando todos los seres humanos que me rodean, hombres y mujeres, son igualmente libres. La libertad de otro, lejos de ser un límite o la negación de mi libertad, es al contrario su condición necesaria y su confirmación. No me hago libre verdaderamente más que por la libertad de los otros, de suerte que cuanto más numerosos son los hombres libres que me rodean y más vasta es su libertad, más extensa, más profunda y más amplia se vuelve mi libertad. Es, al contrario, la esclavitud de los hombres la que pone una barrera a mi libertad, o lo que es lo mismo, su animalidad es una negación de mi humanidad, porque - una vez más - no puedo decirme verdaderamente libre más que cuando mi libertad, o, lo que quiere decir lo mismo, cuando mi dignidad de hombre, mi derecho humano, que consisten en no obedecer a ningún otro hombre y en no determinar mis actos más que conforme a mis convicciones propias, reflejados por la conciencia igualmente libre de todos, vuelven a mí confirmados por el asentimiento de todo el mundo.