Los británicos que apoyaron a la República lo hicieron en varios frentes: el propagandístico (atacando la inacción de su Gobierno), el económico (recaudando fondos para comprar material y «compensar» a las familias de los soldados), el militar (reclutando hombres) y el humanitario (enviando equipos médicos, donando ropa, comida enlatada y evacuando a cuatro mil niños bilbaínos en mayo de 1937). El Habana, un buque con capacidad para 400 personas partió con más de 4.200 pasajeros entre niños, educadores y otra tripulación. La "expedición a Inglaterra", como se denominó al viaje, había comenzado: los niños evacuados permanecieron en ese campamento varios meses, en algunos casos hasta casi medio año, asistidos por voluntarios y la población local. El plan inicial era que los niños volvieran a casa al cabo de un corto periodo de tiempo, pero el desarrollo de la contienda española modificó esos planes y los pequeños fueron repartidos por colonias por todo el país, también en el área de Eastleigh.
Obreros e intelectuales apoyaron al gobierno republicano: a través de mítines y manifestaciones se recaudó dinero y materiales para la república española, sobre todo víveres y ambulancias. Tras la caída de Barcelona en febrero de 1939, los refugiados españoles constituyeron el Comité Británico de Ayuda a España, que fletó el buque Sinaia con 1200 familias con destino a México.
En Albacete, ciudad donde se iban formando las Brigadas Internacionales de voluntarios que llegaban a España para defender la República contra Franco, para primeros de 1937 se iba ultimando la preparación del batallón británico dentro de la 15 Brigada Mixta del Ejército Popular de la República. El batallón contaba con cerca de 500 efectivos que habían venido reclutándose desde el comienzo de la guerra, y participando, encuadrados en diferentes unidades, en diversas acciones bélicas, incluso la defensa de Madrid.
Aunque con anterioridad a su organización en España en 1937 ya habían llegado algunos voluntarios procedentes del Reino Unido, no es hasta entonces cuando se considera su formación.
Los primeros voluntarios británicos fueron incorporados a los batallones franceses y alemanes. Mientras en territorio inglés, el Partido Comunista fomentó una campaña de reclutamiento de voluntarios que concluyó el 9 de enero de 1937 tras la modificación de una ley de 1870 que prohibía el alistamiento en ejércitos extranjeros y amenazaba a sus infractores con multas y cárcel o ambas cosas. El 20 de febrero el Comité de No Intervención acordó prohibir la salida de voluntarios para España y establecer un sistema de control en la frontera franco-española. Muchos británicos eludieron esa ley haciéndose pasar por turistas.
El mensaje de la «lucha por la libertad de España» caló especialmente entre los sindicatos de la clase obrera, de la que salieron la mayoría de los dos mil quinientos británicos que se unieron a las Brigadas. También entre muchos «intelectuales proletarios» educados o autodidactas, comunistas, laboristas o, en algunos casos, «niños de ciudad». Sus ideas sobre el socialismo y la lucha de clases provenían de sus lecturas y clubes de debate. Tenían pequeñas bibliotecas con clásicos ingleses (Charles Dickens y Jack London), textos políticos (el Manifiesto Comunista y Merrie England), literatura soviética y una novela fetiche sobre los primeros pasos del socialismo en Inglaterra, Los filántropos en harapos (Robert Tressell, 1914).
De los 2000 voluntarios británicos que vinieron, el 80% pertenecía a la clase obrera militante en movimientos comunistas y laboristas. Algunos ya estaban en España en las Olimpiadas Populares de Barcelona, como la pintora Felicia Browne, donde junto a jóvenes obreros formaron la Centuria Tom Mann. luego fueron trasladados a Albacete e incorporados al
Batallón Thalemann. Los primeros voluntarios fueron incorporados también al
Batallón Marsellesa y fueron traslados al Frente Sur.
A finales de enero de 1937 nació el Batallón Británico. en las cuatro compañías y unidades auxiliares del Batallón había 600 hombres. Fueron incorporados a la XV brigada Internacional junto a los batallones Franco-belga, Dimitrov (eslavos) y norteamericano.

Lugares donde combatió el Batallón Británico de las Brigadas Internacionales
Batalla de Lopera
El primer paso se produjo en el mes de diciembre con la creación de una compañía de habla inglesa, como parte de la XIV Brigada Internacional al mando del general Walter. El fuerte contingente británico de 145 hombres fue enviado al frente cordobés en el sur de España en la víspera de Navidad de 1936, donde participaron en el intento de la toma del pueblo de Lopera. Muchos de los reclutas, que no habían manejado un arma antes de su llegada a Lopera, se encontraron con rifles Austrian Steyr fabricados a finales de siglo.
En la jornada del 27 de diciembre de 1936 murió en plena batalla el poeta inglés Ralph Fox cuando intentaba conquistar vía tierra el conocido por los loperanos como Cerro del Calvario. Al día siguiente moriría en similares circunstancias el otro poeta inglés Rupert John Cornford. Sus cuerpos jamás pudieron ser recuperados por razones estrictamente militares y se piensa por tanto que quizás fuesen enterrados en alguna fosa común o por el contrario incinerados.
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| Ralph Fox y Rupert John Cornford |
E1 28 de diciembre, la deficientemente armada y entrenada compañía británica avanzó subiendo la colina hacia el pueblo, hallándolo ferozmente defendido por las fuerzas rebeldes. Enfrentados con una fuerza enemiga superior, los británicos no encontraron otra alternativa que retroceder, proceso durante el cual se produjeron numerosas bajas. Sin la experiencia de su comandante, George Nathan, quien consiguió organizar la retirada bajo el intenso fuego de la artillería rebelde, el número de bajas hubiera sido probablemente muy superior.

La batalla terminó con muchas bajas para ambos bandos. Los brigadistas tuvieron entre 300 y 800 muertos y cerca de 600 heridos, esta disparidad se explica entre otras cosas en muchas ocasiones los cuerpos de los fallecidos no se recuperaron del campo de batalla, o fueron enterrados en tumbas sin identificar, por lo que el número exacto es difícil de saber. Los rebeldes por su parte tuvieron 200 muertos y una cifra similar de heridos. La localidad de Lopera sufrió numerosos daños, edificios como el colegio público Miguel de Cervantes, la iglesia, el castillo o el ayuntamiento fueron muy afectados.
Batalla del Jarama
El primer enfrentamiento digno de mención tuvo lugar durante la Batalla del Jarama en febrero de 1937, en donde cuatrocientos cincuenta de los seiscientos integrantes de la unidad murieron o fueron heridos de gravedad, bajo la dirección del comandante Tom Wintringham. Tomó posiciones en Morata de Tajuña y rechazó los ataques de la Legión Extranjera. Tras el combate, quedaban 225 hombres y perdieron a la Compañía de Ametralladoras. A pesar del avance enemigo y sus tanques, consiguieron rechazar el embiste y el 27 de febrero pasaron a la ofensiva. Perdieron en dos días todos sus jefes y comisarios y fueron sustituidos por soldados rasos, que consiguieron frenar al fascismo dejando su vida en el campo de batalla.
El 9 de febrero de 1937 los quinientos británicos restantes del batallón, bajo el mando del "capitán inglés" Tom Wintringham, fueron trasladados en camionetas a Chinchón, a unas 15 millas de Madrid
y a 10 millas al sureste de una nueva avanzadilla nacionalista, que amenazaba la vital conexión por carretera entre Madrid y Valencia.
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| Memorial del batallón Británico en el Jarama |
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Las fuerzas nacionalistas habían cruzado el río Jarama y la recién formada XV Brigada Internacional, incluyendo el Batallón Británico, se lanzó a defenderla. El batallón avanzó por el valle del Jarama.
Para Albert Charlesworth, un pulidor de metales de Oldham, al principio le parecía un día precioso. Era un sueño del que pronto despertaría muy rudamente: «Creí que se trataba realmente de un día magnífico. Era un bonito día, un día precioso. El sol salió, comenzó a hacer muchísimo calor y me
pareció que los pájaros trinaban de forma muy agradable. No nos estaban disparando, aunque parecía que se estaban pegando tiros -al menos eso fue lo que pensé-o Pero no fue hasta las once de la mañana cuando me di cuenta de que los pájaros que trinaban no eran sino balas que pasaban silbando y que tenía lugar una dura batalla»
Para muchos de los voluntarios británicos ésta fue su primera experiencia en acción y se enfrentaban con el ejército marroquí de Franco, formado por una élite de regulares endurecidos por su experiencia en la batalla, que se encontraban en su elemento al avanzar cruzando el campo abierto del valle del Jarama. Los voluntarios descubrieron rápidamente que el mínimo entrenamiento recibido en Madrigueras no era suficiente preparación para enfrentarse a estos soldados de élite, a pesar de su confianza inicial. Las armas y munición eran extremadamente escasas. Como Eddie Brown, un experto activista antifascista de Escocia, ha señalado, «no podías malgastar la munición. No había munición que malgastar» . La situación se exacerbó porque a las ametralladoras británicas se les había suministrado cintas con la munición equivocada. Además, la camioneta que transportaba la munición correcta había sufrido un accidente. Bajo el feroz ataque de las fuerzas nacionalistas la situación rápidamente se volvió desesperada conforme crecían las bajas de manera alarmante
En la madrugada del día 12 de febrero de 1937, el Batallón Británico de la XV Brigada Internacional, inició el descenso desde la loma hacia la orilla del río Jarama para impedir el paso de las tropas sublevadas a Madrid. Pero, aunque ellos no lo sabían, las tropas ya habían cruzado el río y los soldados ingleses e irlandeses fueron sorprendidos, siendo sometidos a un bombardeo de tres horas de artillería y ametralladora, antes de ser atacados por al menos tres batallones de infantería marroquí de élite. De los 400 hombres que formaban las compañías de infantería, solo quedaron 125. En total, quedó menos de la mitad del batallón.
Esa mañana del 12 de febrero, seis batallones de la XI y XV Brigada Internacional, recién llegadas a la zona, se despliegan desde primera hora de la mañana, partiendo de la línea de la carretera de Vaciamadrid a Colmenar, entre El Alto del Moro y el Barranco de la Fuente del Piojo en dirección contraria, en busca del enemigo.
El orden de batalla de los batallones de voluntarios internacionales es el siguiente:
- Thaelmann, Edgar y Commune de París, de la XI BI se despliegan desde el Alto del Moro-Casa de la Radio hacia Monte de Pajares, Venta del Resolí, Barranco y Alto de Majadahonda, al encuentro de las fuerzas de Barrón.
- Dimitrov, Six Frevier y British, de la XV BI, avanzan al encuentro de las fuerzas de Sáenz de Buruaga, más al sur. Los dos primeros entre Los Pilones y El Megial, atravesando los olivares, y el British cruzando La Jara Alta hasta topar con la Senda Galiana.
Allí se produce inesperadamente el combate de encuentro entre fuerzas de Regulares y voluntarios internacionales ingleses e irlandeses. En un entorno accidentado, bajando el barranco que discurre junto a la loma que pasará a la Historia como Suicide Hill, las cuatro compañías toman posiciones a la carrera, soportando el fuego enemigo de las tropas indígenas que asciende por el camino del barranco, prolongación del Camino de San Martín.
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La Colina del Suicidio (Suicide Hill)
El 12 de febrero de 1937 la brigada de Buruaga termina de cruzar completamente el Pindoque y se coloca a la derecha de Barrón, avanzando hacia la posición conocida como “Casa Blanca”, una pequeña construcción agrícola sobre unos cerros que dominan el valle del Jarama y que formaban una extraordinaria plataforma para el asalto final a la localidad de Morata de Tajuña.
Asensio acababa de pasar el puente de San Martín de la Vega, por lo que la Batalla del Jarama se balancea por momentos hacia el Sur. La resistencia encontrada en el sector de Arganda por las fuerzas del Garibaldi (XII BI) y del Dombrowsky (XI BI) hacen pensar al mando rebelde en pasar a la ofensiva por Morata de Tajuña, esquivando así el frente principal y rodearlo hasta Arganda, pasando por una zona donde las defensas republicanas fueran menos densas.
Esa mañana del 12 de febrero, batallones de la XI y XV Brigada Internacional –esta última acababa de llegar de refuerzo a la zona- avanzaban en dirección contraria. La XV estaba formada por el batallón británico Saklatvala y el francobelga Seis de Febrero, mientras que el norteamericano Abraham Lincoln se les unirá más tarde. Al amanecer de ese 12 de febrero, 400 hombres del batallón británico ocupan la Casa Blanca y lo que ellos mismos llamaron “Suicide Hill” o “Colina del Suicidio”. Allí entran en contacto con las tropas de Buruaga, entablándose un sangriento combate en el que nadie saldría bien parado.
Los británicos aguantaron su posición durante 7 horas, bajo fuego directo de la artillería y ametralladoras nacionalistas, que se encontraban en las colinas frente a ellos. El retraso en el avance de las columnas de Buruaga, permitió organizar de nuevo el dispositivo de defensa, escondiendo a los atacantes el enorme hueco en las unidades republicanas que se abría hacia el Sur de la XV Brigada. Además, los constantes ataques y defensas enconadas de las brigadas XI y XV impiden al enemigo establecer contacto entre sus propias brigadas. Las columnas de Asensio y Buruaga deberán hacer sus progresiones de manera independiente, lo que frena fuertemente un avance que debería haber sido muy rápido.
La intensidad del fuego fue tal que los fusiles de los británicos quemaban en las manos y las viejas ametralladoras Colt comenzaron a encasquillarse, por lo que los franceses del batallón Seis de Febrero se ven obligados a replegarse, dejando el flanco derecho de los británicos que ocupaban la Colina del Suicidio al descubierto de las ametralladoras de los marroquíes. La resistencia es atroz.
Finalmente, aunque la XI Brigada Internacional intentó asaltar la recién tomada Casa Blanca con gran número de bajas, la XV debe replegarse hasta una colina cercana que domina la carretera de Colmenar y la cañada Galiana. Es la “Cota 700”. Del batallón británico hay 125 supervivientes de los 400 que inicialmente estaban destinados en la Colina del Suicidio.
Aunque la dura resistencia británica y de las brigadas XI y XV fue decisiva para que no alcanzaran su objetivo de tomar Morata, el número de bajas por ambos bandos en ese día 12 de febrero fue enorme. La XV brigada fue duramente castigada y el batallón británico prácticamente fue destruido.

Brunete
En marzo de 1937 pasaron a la guerra de posiciones hasta el 17 de junio, donde tomaron parte en la ofensiva de Brunete.
En julio del mismo año, Vicente Rojo, general republicano, ordenó el desplazamiento de unidades, entre ellas la Brigada Británica, hacía Brunete para, actuando en esa zona, aliviar el peso sobre la capital de España donde se libraba una batalla desigual. El comandante George Nathan fue jefe de operaciones del estado mayor. Jack Cunningham mandó tres de los seis batallones de la brigada. El 6 de julio, bajo el mando de Fred Copeman, salieron a a los accesos meridionales de Villanueva de la Cañada para cortar la carretera de Brunete. Al amanecer del 6 de julio el Batallón Británico comenzó su avance sobre el pueblo de Villanueva de la Cañada, a unas pocas millas de Brunete. Mientras que el Batallón americano Washington avanzaba por el norte del pueblo, los Batallones Británico y Dimitrov lanzaron un ataque al sur en un intento de aniquilar la fuerza defensiva rebelde. Sin embargo, las ametralladoras y francotiradores situados estratégicamente en la torre de la iglesia obligaron a los atacantes a cubrirse en cualquier lugar disponible y a esperar a temperaturas de pleno verano de más de 40 grados, muertos de sed, hasta el anochecer. Al llegar la noche, varios de los rebeldes acorralados, intentando escapar mediante el subterfugio de parapetarse tras unos civiles, abrieron fuego mientras se acercaban a las fuerzas rebeldes.

A los miembros del batallón no les quedó otra opción más que responder al fuego, causando un número de bajas civiles
El batallón participó en la batalla ocho días consecutivos y sufrió grandes pérdidas, incluida la del escocés Alex McDade, quien compuso la canción más célebre de la XV Brigada. En los años siguientes surgieron distintas versiones en los batallones británico y americano, pero siempre sobre la melodía de «Red River Valley».
There’s a valley in Spain called Jarama,
That’s a place that we all know so well,
for ‘tis there that we wasted our manhood,
and most of our old age as well.
Al día siguiente el batallón avanzó sobre la sierra Mosquito, cuyas cumbres daban al río Guadarrama, que había constituido su primer objetivo. Desafortunadamente, sin embargo, la brigada, debilitada por la fatiga, sed y constante bombardeo aéreo, no pudo avanzar lo suficientemente rápido para llegar a ocupar la cima y las fuerzas rebeldes aprovecharon rápidamente la oportunidad para tomar esa posición. La artillería nacionalista descargó una cortina de fuego durante dos horas sobre los republicanos que avanzaban, permitiendo que se incorporaran a la acción incluso más refuerzos rebeldes. Dichas fuerzas consiguieron inmovilizar al Batallón Británico mediante una artillería y cañoneo bien dirigido combinado con una total superioridad aérea
El 22 de julio recibieron la orden de mantener una posición clave en el sur de Villafranca donde sufrió varias pérdidas antes de replegarse.
Frente de Aragón: Quinto, Belchite y Teruel
El batallón mandado por Paddy O'Daire y Arthur Ollerenshaw participó en el Frente de Aragón. El Batallón Británico, integrado en la XV Brigada Internacional, combatió en la Batalla de Quinto (24-26 de agosto de 1937) durante la Guerra Civil Española, atacando posiciones nacionalistas republicanas en el cerro de Purburel junto a otras unidades como el Batallón Lincoln.
La Batalla de Quinto vino emmarcada dentro de lo que se conoce como la ofensiva de Zaragoza que realizaron los republicanos en verano de 1937. Ésta se planeó como una operación de gran envergadura con el objetivo de rodear y capturar Zaragoza, al mismo tiempo que se efectuaban otras operaciones secundarias en todo el Frente de Aragón. El puesto de mando de la operación se estableció en Bujaraloz y dividió sus fuerzas en cuatro agrupaciones, un total de aproximadamente 100.000 hombres, respaldados por unos 100 aviones y unos 200 carros de combate. En cuanto a las fuerzas nacionales y por tanto defensoras del terreno, se encontraban las fuerzas del general Urrutia en el Frente de Huesca, las del general Muñoz Castellanos en la zona de Teruel y sobretodo las del general Ponte en el sector de Zaragoza. Ésta última estaba formada especialmente por el Vº Cuerpo de Ejército, compuesto por las divisiones 50ª, 51ª y 52ª, además de contar con tres brigadas móviles y una quincena de aviones, haciendo un total de poco más de 40.000 hombres, donde se incluían los defensores de Quinto.
Los combates en Quinto se iniciaron rápidamente cuando la 102ª Brigada y tres batallones de la 120ª además de una compañía de Ingenieros cruzaron el Ebro a las 04:00 horas y comenzaron sus ataques a la estación de ferrocarril de Pina de Ebro y a la Ermita de Bonastre, pero sin llegar a conquistarlas en todo el día, aunque sus compañías más avanzadas se acercaron al norte de la huerta de Quinto donde tuvieron algunos combates. Por su parte, la Agrupación D inició también sus ataques siendo detenida en la línia Mediana, Rodén y Fuentes, situándose la 35 División Internacional al mando del general Walter en el extremo este del despliegue. Ésta División estaba formada por la 15ª Brigada Internacional, la 11ª Brigada Internacional y la 32ª Brigada Mixta, actuando las dos primeras en Quinto. De hecho, la 15ª Brigada atacó Quinto a las 06:00 horas, más concretamente el Batallón Dimitrov contra la posición de Purburel, aunque el fuego intenso que realizaron los defensores nacionales hizo que el batallón llegase al norte del pueblo dando un gran rodeo, evitando también las posiciones fortificadas de Las Eras y el Cementerio. Estas dos últimas posiciones fueron atacadas a partir de las 09:00 horas por el Batallón Lincoln estadounidense y el Batallón Mackenzie‐Papineau canadiense. El combate siguió y a las 13:00 horas aviones republicanos bombardearon Quinto mientras que a las 15:00 horas y con la presencia de ocho tanques, apoyo artillero y el envolvimiento del pueblo por parte del batallón British, la Lincoln se lanzó al ataque logrando dos horas después que buena parte de la posición de Las Eras y el Cementerio estuvieran ya en poder de la 15ª Brigada. A las 18:00 horas, las compañías 1ª, 2ª y 3ª del batallón Lincoln tomaron posiciones frente al cementerio y la iglesia, librándose los primeros combates en el casco urbano; mientras que los pocos defensores supervivientes de Las Eras, evacuaron su posición y se sumaron a la defensa del casco urbano.
Otras posiciones que también cayeron en poder republicano fueron las posiciones de La Tosqueta y Las Parideras tras el ataque de la 11ª Brigada Internacional, enlazando así de esta manera con las fuerzas de la Agrupación C. Por lo tanto, al finalizar el día 24 de agosto, siguieron en poder de las tropas nacionales Bonastre, la estación de ferrocarril de Pina, el casco urbano y el Purburel, concentrándose el mayor número de defensores en éstas dos últimas y no contando con ningún tipo de refuerzo ya que Quinto, al igual que otras poblaciones como Fuentes de Ebro, Belchite o Codo, se encontraban prácticamente aislados. La poca ayuda con la que pudieron contar los defensores nacionales fue con el bombardeo que realizó aviones de la Legión Cóndor sobre posiciones republicanos aunque sin mucho éxito a las 07:45 horas del día siguiente. Durante ese mismo día, el jefe de la guarnición de Quinto ordenó que las tropas se concentrasen en la Iglesia y en algunas casas de la plaza, a la misma vez que se emplazaron dos piezas de artillería en las bocacalles con el objetivo de hacerse fuertes en esos lugares y potenciar así la defensa, a pesar que tan solo disponían de 30 disparos. De hecho, la petición de refuerzos por los defensores de Quinto fue una constante durante toda la noche del 24 al 25 e incluso hasta la madrugada del día siguiente.
Por su parte la respuesta republicana vino dada rápidamente ya que a las 08:00 horas el batallón Dimitrov atacó la estación de ferrocarril de Quinto donde en sus proximidades se encontraba una posición fortificada y con la ayuda de la 3ª compañía de la Lincoln ocupó la fábrica de cemento. Sobre las 16:00 horas los republicanos conquistaron la posición de Bonastre mientras que poco antes habían hecho lo mismo con la estación de ferrocarril de Pina de Ebro. Tanto fuerzas del Batallón Dimitrov como del Batallón Británico lucharon en el mismo casco urbano, incluso combates casa por casa, quedando al anochecer solamente por ocupar algunas casas de la plaza.
Al finalizar al día, los nacionales solamente resistirían en la zona fortificada del Purburel, a pesar de que habían rechazado un serio ataque del Batallón Británico durante el día donde había muerto su jefe y que se les había cortado el suministro de agua procedente des del pueblo ya que la iglesia también seria conquistada por los republicanos tras duros combates.
El día 26 fue el definitivo para el desenlace de la batalla de Quinto ya que los defensores solamente resistían en el cerro de Purburel, que se encontraba rodeado de fuerzas republicanas una vez que habían sido tomadas todas las casas de la localidad. Por si fuera poco, los defensores nacionales aun tuvieron que sufrir un bombardeo aéreo de su propia aviación que los atacó por error creyendo que estas posiciones ya estaban conquistadas por los republicanos. Poco más tarde, a las 10:00 horas, se inició un ataque generalizado para rendir a los últimos defensores de Quinto por parte de la 3.ª Compañía del Batallón Lincoln, el Batallón Británico, dos compañías del 24º Batallón y abundante apoyo artillero y aéreo. Los defensores intentaron resistir a expensas de la difícil situación, no rindiéndose los primeros defensores hasta las 16:30 horas, mientras que finalmente, hacia las 18:30 horas los republicanos conquistarían el cabezo de la Nariz y por tanto dieron por tomada toda la posición y finalizando así la Batalla de Quinto.
El 27 de agosto, un número menguante de miembros de la XV Brigada Internacional se trasladó al cercano pueblo de Belchite. El Batallón Británico había quedado reducido a poco más de un centenar de hombres y, tras los enormes esfuerzos realizados para tomar Quinto y la colina Purburrel, tenía la moral todavía más baja. Cuando se le ordenó al batallón que se trasladara a Mediana, a seis millas al norte de Belchite, algunos miembros del batallón se negaron en principio a cumplir la orden. Sin embargo, tras una reunión de miembros del destacamento, el batallón, vacilante, marchó sobre Mediana y atacó a las tropas rebeldes, forzándolas a retroceder al pueblo
Los británicos lucharon en Belchite (agosto) y Teruel (diciembre), pero la República no logró su objetivo, recuperar Zaragoza. En octubre de 1937, el batallón visitó Madrid para reorganizarse, recibiendo una bandera ricamente bordada y las visitas de Artur Horner, secretario del Sindicatos de Mineros de Gales y Harry Pollit, secretario del Partido Comunista.
El 22 de diciembre tomaron Teruel y lo defendieron de la ofensiva franquista de enero de 1938. El Batallón Británico resistió tenazmente, luchando en condiciones de frío extremo, pero las tres compañías de infantería acabaron diezmadas y murieron 21 británicos. En total el batallón perdió una tercera parte de sus miembros en Teruel. La fuerza británica se retiró, aunque su período de descanso y recuperación duraría poco, al ganar ímpetu la contraofensiva nacionalista. En febrero atacaron Segura de Baños, donde hicieron prisionera a una compañía y se apoderaron de sus armas y no sufrieron tantas pérdidas, gracias a la madurez del mando y la mejor preparación de su combatientes.
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Soldados del Batallón Británico de la Brigada internacional XV en la población turolense de Fuentes Calientes. Los brigadistas internacionales que llegaron a la “cálida España” no imaginaron un invierno tan crudo como el que se vivió entre diciembre de 1937 y febrero de 1938. Fotografía de Harry Randall, Archivo de la Brigada Lincoln (ALBA).
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Entre marzo y abril de 1938, la guerra se inclinó definitivamente hacia los nacionales. Franco lanzó una ofensiva para aislar Cataluña y dividir el territorio republicano en dos, lo que provocó una crisis en el Gobierno de Negrín y el fin de Indalecio Prieto como ministro de Defensa. Se le ordenó a la XV Brigada Internacional que defendiera Belchite, pero como los rebeldes avanzaban en elevado número, con la ayuda de pesadas ametralladoras, artillería y una barrera aérea, el batallón se vio forzado a retirarse de Belchite para evitar quedar cercado. El ayudante del batallón español, José Calatayud Mayguez, comandante de la compañía, y otros 30 hombres cayeron muertos o heridos al intentar escapar desesperadamente. Casi una semana de frenética retirada siguió, durante la cual el batallón luchó para no quedarse cercado por el rápido avance de la enorme fuerza nacionalista. El batallón retrocedió pasado Híjar y Alcañiz, que cayeron también ante el aparentemente imparable empuje rebelde.
El 10 de marzo entraron en el pueblo de Calaceite fue un lugar miserable para el batallón británico: de los seiscientos cincuenta hombres que lo componían, ciento cincuenta murieron o resultaron heridos y otros tantos fueron capturados. El 11 de marzo fueron cercados y solo consiguieron huir por la noche. El día 15 llegaron a Caspe pero el jefe de batallón, Sam Wild y tres voluntarios más fueron hechos prisioneros. Sin embargo, lograron escapar y ocuparon una posición frenando a los fascistas, hasta que tuvieron que retirarse. pesar de una heroica resistencia, al final del 15 de marzo tuvieron que abandonar Caspe también. Sólo dos días más tarde, cuando los agotados voluntarios alcanzaron Batea, llegarían los refuerzos republicanos, y el avance nacionalista se detendría, aunque temporalmente.

El 31 de marzo sufrieron una emboscada cerca de Calaceite. Forzados a retirarse desde Belchite hacia Calaceite, los británicos se encontraron con un grupo de tanques italianos, que al principio fueron confundidos con tanques republicanos. Un elevado número de hombres de la Compañía Majar Attlee se vieron obligados a rendirse, además de los al menos otros 50 heridos por el tiroteo italiano, incluyendo varios superiores del batallón. Con los mandos del batallón capturados o muertos, los voluntarios se dividieron en pequeños grupos y, viendo que Calaceite estaba ya en manos rebeldes, intentaron alcanzar el frente pasando las fuerzas rebeldes, que conforme pasaban las horas se alejaba cada vez más. A pesar de que consiguieron averiar varios tanques enemigos, cayeron prisioneros 140 hombres y el comisario del batallón, Walter Tapsell, fue fusilado.
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| Walter Tapsell |
El batallón resurgió una última vez en julio de 1938, a tiempo para la batalla del Ebro (aunque tras la derrota en el frente de Aragón muchos españoles cubrieron los huecos que quedaban en las brigadas). Consiguieron neutralizar los focos de resistencia y las posiciones de los moros y se ganaron el título de "batallón de Choque" atacando una cota que protegía Gandesa.
El comienzo del verano de 1938 fue otro período de reorganización y recuperación de la moral para la XV Brigada Internacional, durante el cual se produjo la sustitución de su comandante, Copic, por un español, el mayor Valledar, un veterano de la revuelta de Asturias. El proceso de recuperación fue facilitado considerablemente, por una parte, por la apertura temporal de la frontera española con Francia desde marzo a mayo de 1938, que permitió que el ejército republicano consiguiera nuevas armas, y, por otra, por los nuevos reclutas que hicieron que el batallón recuperara su fuerza con unos 650 hombres, de los que aproximadamente un tercio eran británicos.
El batallón se mantuvo activo entrenándose en diferentes procedimientos para cruzar ríos, preparándose para una espectacular ofensiva en Aragón a través del río Ebro. Durante las noches del 23 Y 24 de julio las fuerzas republicanas comenzaron la travesía del río en 16 puntos distintos a lo largo de un frente de 50 millas.
Batalla del Ebro
En la tarde del 25 de julio, a pesar de los continuos ataques de la aviación rebelde, el Batallón Británico se encontraba a una milla de Corbera, un pequeño pueblo en la carretera de Gandesa. Con el apoyo del Batallón Británico, la XIII Brigada Española consiguió tomar Corbera, mientras las fuerzas rebeldes retrocedían para defender Gandesa. Al día siguiente, el Batallón Británico avanzó hacia Gandesa, un
elemento clave para la ofensiva del Ebro. Sin embargo, la escasez de equipos motorizados y sin el elemento sorpresa de su parte, se encontraron con la cada vez más feroz resistencia de las fuerzas nacionalistas. Se pidió al batallón que atacara la cota 481, que daba a Gandesa, y que había que tomar para que el ataque al pueblo tuviera alguna posibilidad de éxito. Los británicos pronto descubrirían que la colina había sido expertamente fortificada y era defendida con la máxima energía, y a pesar de diversos costosos intentos durante varios días, no pudieron tomarla. El 3 de agosto se produjo el último desesperado, y finalmente fracasado, intento de tomar la colina 481, antes de que las fuerzas republicanas desistieran de tomar Gandesa y ocuparan posiciones defensivas. Como Matthew Hughes y Enriqueta Garrido señalaron: «El valor del ejército del Ebro, luchando con un calor de verano sofocante, no pudo con una oposición atrincherada, con los apoyos adecuados e igualmente determinada a resistir»
En realidad, su participación fue muy limitada: aquel verano, Negrín aceptó retirar a los combatientes extranjeros con la ingenua esperanza de que Franco hiciera lo mismo. «El Gobierno español, en su deseo de contribuir con actos al apaciguamiento que todos deseamos, y resuelto a hacer desaparecer todo pretexto para que se pueda continuar dudando del carácter netamente nacional de la causa por la que se baten los Ejércitos de la República, acaba de decidir la retirada inmediata y completa de todos los combatientes no españoles que luchan en las filas gubernamentales», anunció en septiembre ante el Comité de No Intervención de la Sociedad de Naciones (Ginebra). Los últimos brigadistas abandonaron el frente unos días más tarde. El 5 de agosto el batallón fue retirado a la reserva y el 23 de septiembre cruzaron el Ebro para volver a Inglaterra. El 23 de septiembre el Batallón Británico, con sólo 337 hombres, subió al frente para su última acción en tierra española. Tras soportar una intensísima descarga de artillería nacionalista durante cinco horas, fue, según palabras de Peter Kerrigan, «sometido a un intenso fuego cruzado». La 1. a Compañía, en particular, sufrió lo peor del ataque, pero permaneció en sus posiciones hasta que sus trincheras fueron invadidas.
El batallón se retiró al atardecer. Doscientos hombres habían resultado muertos, heridos o llevaban tres días desaparecidos. Para algunos fue un trágico y desgarrador final de su papel en España.
El número de muertos de la unidad durante su estancia en España fue de aproximadamente cuatrocientos noventa, y mil doscientos heridos graves sobre un total de dos mil voluntarios.
Llegó a España el 19/10/1936. Después de ir a España sirvió en varias unidades: la Comuna de París y la Compañía N ° 1 del Batallón Británico . Se incorporó al Batallón de la Compañía de Ametralladoras de la Comuna de París, XI Brigada Internacional en noviembre de 1936. Miembro de la Brigada Internacional N ° 1 de la Compañía XIV en Lopera .
Charles William R. Hutchinson nació en Witney, Oxfordshire, el 10 de mayo de 1918. Su madre, cuyo apellido de soltera era Harper, presumiblemente no estaba en condiciones de criarlo, ya que Hutchison cuenta que creció en el National Children's Hogar y orfanato en Londres. En la primavera de 1936, Hutchinson, que acababa de cumplir 18 años, vivía en Fulham y trabajaba como camionero. También fue presidente de la rama de la Liga de Jóvenes Comunistas local y parece claro, por los comentarios que hizo más tarde, que se había involucrado personalmente en la batalla contra los camisas negras de Mosley. A fines del verano de 1936, esto lo llevó, como casi 2500 de Gran Bretaña e Irlanda, a ofrecerse como voluntario para ir a España y llevar personalmente la lucha a Franco, Hitler y Mussolini. Como explicó: “Soy medio negro. Crecí en el Orfanato y Hogar Nacional de Niños. El fascismo significaba hambre y guerra ». Charles Hutchison citado en MJ Hynes, 'The British Battalion of the XVth International Brigade', disertación de licenciatura inédita, Universidad de Manchester, 1985, p. 40. Luchó en la Batalla de Lopera poco después de su llegada y resultó herido durante los combates donde el gran comunista y poeta británico John Cornford perdió la vida. Después de recuperarse de sus heridas, se negó a ser repatriado y debido a su juventud, fue reasignado como conductor de ambulancia en el Ejército Republicano. Sus oficiales superiores lo describieron como "un trabajador duro y capaz" y dijeron que sus opiniones políticas eran "buenas para su edad, bastante desarrolladas".
Tras el golpe de estado fascista de abril de 1936, en España, y el estallido de la Guerra Civil, el funcionario aficionado a la lectura David Marshall falsificó la firma de su padre para obtener el pasaporte que le permitiera ir a luchar por la defensa de la libertad sosteniendo a la República Española. Integrado en las Brigadas Internacionales, se encuadró en la Centuria Inglesa Antifascista de Tom Mann, que ostentaba en su enseña la frase "la disciplina proletaria vencerá al fascismo", en el marco de la XII Brigada Internacional.
A partir de entonces, Marshall, afiliado al Partido Comunista, cultivó a la par su compromiso político y su vocación literaria. Sin dejar nunca de escribir, David Marshall fue de nuevo voluntario, pese a un inicial rechazo por su pasado de Brigadista, en la II Guerra Mundial, participando en el desembarco de Normandía y en la liberación del campo de exterminio de Belsen.
Al regresar, ya desmovilizado, a Inglaterra, recupera su trabajo de funcionario, escribe, y, con más de 50 años, cambia de oficio y emprende una nueva labor de tramoyista y constructor de escenarios en el legendario grupo teatral de agitación Theatre Workshop, que dirigía Joan Littlewood.
Sin embargo, "pese a su temperamento jaranero, nunca se desradicalizó", ha escrito el historiador Paul Preston con motivo de la muerte de Marshall, hablando también de su poesía comprometida escrita en los tiempos de Margaret Thatcher.
Sus poemas fueron incluidos en la antología Poems for Spain, que Stephen Spender y John Lehman editaron en 1939. Su última publicación fue, en 2005, año en que falleció: el libro The tilting planet (El planeta inclinado), donde, bajo el sello coeditorial de la británica Asociación en Memoria de las Brigadas Internacionales, Marshall incluye nuevos poemas de ámbito español y otros de diversa temática.
Su compromiso antifascista fue continuo, y también su frustración con unas así llamadas "democracias" que traicionaron una y otra vez al pueblo y que, dejaron de lado a los trabajadores poniéndose de lado de sus enemigos: el capital y su rostro mas sincero, el fascismo.
En el poema He vivido una época de héroes, Marshall deja constancia de su compromiso eterno con los combatientes por la libertad, con la clase obrera y los antifascistas, "sus camaradas y compañeros", "objetores al sometimiento y la persecución", y de su rabia contra el los que no han hecho más que traicionarles.
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| David Marshall |
HE VIVIDO UNA ÉPOCA DE HÉROES
He vivido una época de héroes
y heroínas; de grandes objetores
al sometimiento y la persecución.
Me he jugado el tipo con innumerables
soldados desconocidos
muertos por decenas de miles.
Los trabajadores que salvaron Madrid,
aquellos muchachos que cayeron en El Alamein
en Arnherm o en Stalingrado.
Esos fueron mis camaradas, mis compañeros,
civiles, reclutas, partisanos,
quienes con fabulosas hazañas lograron
una victoria extraordinaria.
En sepultura sin memoria yacen,
sin ningún boato, sus canciones en el olvido,
a nuestros hijos no se les enseña su historia.
Pero es tú responsabilidad haberlos olvidados,
porque aunque seas capaz de luchar como ellos
serás traicionado como lo fuimos nosotros.
David Marshall