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POEMAS, CUENTOS Y ESCRITOS REVOLUCIONARIOS DE DANIEL FERNÁNDEZ ABELLA is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Unported License. Para utilizar primero y siempre sin ánimo de lucro ha de consultar al autor. Daniel Fernández Abella todos los derechos reservados.

domingo, 26 de enero de 2025

AMEN

Amen sin tilde
sin ataduras
sin complicaciones 
sin filtros

Amen, así, sin acento, sin una tilde,
Con la pureza que el espíritu conlleva, 
sin el protocolo de censurar lo que somos, 
derramándonos sin consumirnos sobre el otro.

amen, sin tilde
sin muros ni fronteras
sin filtros ni titubeos

amen sin contemplaciones
amen sin tilde
simplemente háganlo

domingo, 19 de enero de 2025

LA NÁYADE

El océano es vasto y en gran parte inexplorado, lo que lleva a la gente a pensar en él como un lugar misterioso donde la acción sólo ocurre en la superficie. Sin embargo, la realidad es que hay otra dimensión que es crucial para la flora y la fauna que dan vida al océano: la profundidad. En los oscuros abismos, criaturas misteriosas aguardan en las profundidades esperando a que la oscuridad haga presencia para salir de su letargo.

El brillo del sol hacía su efecto sobre un mar de olas cambiantes, cuyas curvas, misteriosamente impelidas, estaban salpicadas de lo que parecían joyas de fantasía. A lo mejor una acuarela hubiera podido capturar las sólidas masas de luz intolerable que reposaban en la playa, donde el mar se mezclaba con la arena. Aunque el océano tenía su propio matiz, éste quedaba total e increíblemente dominado por el enorme resplandor.

La monotonía de las olas era relajante, y yo no tenía más ocupación que atestiguar la miríada de humores del océano. Hay en las aguas un cambio interminable: colores y tonos se alternan en ellas como las expresiones insustanciales de un rostro familiar, y éstas nos son comunicadas de inmediato por sentidos que sólo reconocemos a medias. Cuando la mar está inquieta, recordando viejas naves que han pasado sobre sus abismos, a nuestros corazones llega en silencio la nostalgia por un horizonte desaparecido. 

Un cambio en el tiempo rompió con el paisaje idílico que contemplaba: las nubes oscurecieron el cielo y negras tormentas hicieron su aparición. El viento persistió durante horas, y torrentes de lluvia golpearon sin cesar las débiles paredes que los separaban de mí. Hubo pausas, durante las cuales escuchaba los balbuceos del mar, y podía imaginar que largas olas sin forma se frotaban unas con otras entre los gemidos del viento, para luego arrojar a la playa un rocío amargo de sal. Pese a ello, en la misma monotonía de los elementos inquietos encontré una nota letárgica, un sonido que me hechizó, tras un tiempo, y me hizo caer en un sueño tan gris y descolorido como la noche. El océano siguió con su monólogo demente, y el viento con su insistencia, pero ambos quedaron fuera de las paredes de la conciencia, y por un tiempo el mar nocturno quedó exiliado de una mente que dormía.

Entonces una misteriosa criatura hizo su parición entre el rugir de las olas y la mar embravecida. Una náyade, una palabra hermosas cuyo significado nunca aprendemos a conocer del todo, que se pegan a la superficie de los sueños como el caramelo derretido a la piel de una manzana colorada. Las náyades llenaban sus ensueños de la infancia, cuando se reconocía entre las ninfas suaves y mágicas como una más. Se veía emerger sin esfuerzo del interior de un lago de aguas plateadas, como uno de esos seres mitológicos que pueblan los cuentos milenarios. Se imaginaba como una náyade de cabellos largos y negros, envuelta en pétalos de nenúfar, siempre ágil y rodeada de alegres truchas viajeras y escurridizas.

La náyade se asemeja a una persona de cintura hacia arriba y tiene el pelo largo y castaño como una mujer, el cual deja flotar a su alrededor cuando está en el mar. Sin embargo, sus brazos son más cortos. De cintura para abajo es como un pez y tiene cola y escamas. Si se gira hacia un barco cuando emerge del mar, entonces habrá mal tiempo y es aconsejable regresar a tierra lo más rápidamente posible y procurar no perecer en el mar. Pero si aparece un sireno junto a ella, entonces hará buen tiempo. La náyade canta de una forma tan bella que los hombres se enloquecen cuando escuchan sus cánticos. por eso tienen que ponerse algodones en los oídos, pues sí no lo hacen se arrojan al mar en pos de ella a causa de su arrebato y su locura.

La memoria ha entregado ya al olvido aquel tiempo pasado en que los acantilados vivía una joven de gran belleza, de cabellos de fuego y ojos azules en los que se agitaban todas las olas del mar. Su madre la mandaba a las tareas del mar y ella buscaba los acantilados oscuros y peligrosos para pescar y mariscar. Trabajaba y sus ojos se escapaban como el silencio hacia el deseo lejano donde el cielo se confunde con el mar, de su voz saltaban canciones que parecían sonar al compás de las olas y se miraba en el espejo de nácar que continuamente llevaba consigo y en el reflejo de sus ojos en el espejo buscaba el mar olvidando su trabajo y sus obligaciones. Su madre la conocía y vivía con la constante preocupación de que regresara a casa cada día, conocía los acantilados y el mar, la fuerza desatada de las olas y el peligro que traían con su rumor.  Por eso siempre la aconsejaba que fuese al marisqueo junto al resto de mariscadores; Pero ella solo escuchaba el canto monótono de las olas rompiendo en las rocas y nada valían consejos que nunca atendía. Temerosa de que el mar se llevase para siempre a su hija, un día se enfadó y el arrebato le hizo implorar un falso deseo del que se arrepentiría para siempre: “Así permitan los dioses que te vuelvas pez”

Al día siguiente la joven regresó como siempre a su trabajo en los acantilados peligrosos, solitarios, lejos de los otros pescadores y mientras marisqueaba se le cayó el espejo de nácar, una vez y otra vez intentó recuperarlo y agachándose tanto acabó por perder el equilibrio y acabó en el agua. El mar estaba enfurecido y golpeaba con fuerza sobre las rocas pero la joven consiguió acercarse y agarrarse a ellas. Pero pese a sus esfuerzos no lograba salir del agua ya que sus piernas no respondían, habían desaparecido y se habían convertido en una gran cola de pez. De esta forma, y como castigo divino por haber desoído los consejos de su madre y olvidado las obligaciones de su trabajo, la muchacha de cabellos de fuego se convirtió en náyade. La náyade pasaba los días cantando entre las olas y dando la alarma a los marineros cuando corrían peligro por la presencia de grandes rocas, evitaba que los barcos y traineras naufragaran en los días de niebla y tormentas y así se fue ganando el cariño de los hombres de la mar. Pasaron los días y sumaron meses y años hasta que un día un pescador atrapó a la sirenuca en su red y la subió a su barca, luego la llevó a tierra. La belleza de la joven hipnotizó al pescador y en su enamoramiento este la besó en los labios y así acabó el castigo de la joven por desobedecer a su madre. Se rompió el encantamiento y la náyade recuperó las piernas humanas y ya en tierra se casó con el joven pescador. Pasaba el tiempo y la joven cada vez echaba más de menos el mar y la vida entre las olas, era desdichada. Así que comenzó a volver a los acantilados y a cantar como era su costumbre. Un día divisó de nuevo el antiguo espejo de nácar que había perdido en un tiempo ya lejano y para recuperarlo se tiró de nuevo al mar y en ese momento volvió a perder las piernas y a tener una gran cola de pez, volvió a ser la náyade . Ya nunca nadie supo nada más de ella. Abrumado por la pena y la pesadumbre de la ausencia de su esposa, el joven pescador se arrojó desde uno de los acantilados.

Y desde el horizonte, envuelta entre las olas y la espuma, la náyade observa mientras una triste melodía brota de su garganta. Utilizando palabras seductoras, inteligentes y tramposas persuade a los marineros que pasaban por allí para que se acerquen a ella, para hacerle compañía y romper la maldición de su soledad. el mar muchas veces nos hipnotiza con su vastedad y el sonido de las olas y nos anima a explorar su inmensidad y sus secretos más profundos, pero sin una buena guía podemos ahogarnos en sus aguas mientras oímos las cantos de náyades que nos transportan a las profundidades, aletargando nuestro dolor mientras nos precipitamos hacia el abismo oscuro e inexplorado del mar.

sábado, 18 de enero de 2025

LA BAILARINA

Noche a noche, a la misma hora, como un ritual, la bella y dulce bailarina danzaba al compás de una suite de Tchaikowsky. Siempre a la misma hora, la misma música, los mismos pasos. Era tal la gracia de su danza que cautivaba a ese selecto grupo que noche a noche tenían el privilegio de verla bailar.

El arte necesita de la técnica que hace posible que brazos, piernas, cada músculo del cuerpo responda y ocupe el lugar correcto dentro del engranaje que hace funcionar la máquina, porque el cuerpo humano es la más perfecta máquina en este mundo nuestro, y también necesita del corazón, de los sentimientos profundos que afloran y que son, al final de todo, lo que atrapa al espectador, a los que Menelao deseaba complacer para cerrar un trato.

Me siento como un pájaro, soy aire, sólo aire. Mi caída en el suelo es perfecta, y allí, ovillada, me protejo con mis brazos, intentando dar a entender que me estoy ocultando del terrible enemigo que avanza hacia mí, pero tengo que sobreponerme, abandonar mi escondite, porque soy Teseo. Mis brazos dejan de ocultarme, me convierto en una serpiente, y para ello mi cuerpo realiza unos movimientos sinuosos y zigzagueantes mientras repta por el suelo. 

La perfección no se trata sólo de control. También se trata de dejarse llevar. Sorpréndete para que puedas sorprender al público. ¡Trascendencia! Muy pocos lo tienen dentro.siente como fluye por tu interior y brota mientras la música suena y se apodera de tu cuerpo. ¡Tu baile final! Has probado tu sueño. ¡Lo toqué! Sólo para que lo aplasten. Tu corazón está roto. ¡Herido! Tu fuerza vital se desvanece. La sangre gotea. ¡El cisne negro te robó el amor! Sólo hay una manera de acabar con el dolor. ¡No tienes miedo, sino que estás lleno de aceptación! Y lo miras y sientes cómo la música se apodera de tu cuerpo. Y luego sí, ¡y el público! ¡Y luego saltas! Y la escena sigue y la escena continúa mientras estás poseída por la danza y la melodía que maneja tu cuerpo. Y no existe el dolor mientras suene la música, mientras el aire parece vaciarse de tus pulmones, continuas rítmicamente bailando hasta que por fin termina la música. Y ela ire vuelve a tus pulmones mientras la adrenalina desaparece y te ahogas en un mar de aplausos y vítores de un público aletargado que despierta de su propio sueño.

Funciones arriba. funciones abajo, nuevos escenarios, nuevo público, nuevas críticas, nuevos vítores y nuevas lágrimas hasta que una noche la música cesó de pronto. La frágil figura quedó inmóvil, con una pierna extendida, iniciando un paso que no terminó. Sus admiradores la olvidaron.

Ahora, la bailarina espera —arrumbada en una empolvada vitrina de bazar— que alguien se acuerde de ella, repare el complicado mecanismo de la cajita musical… volviendo así a sonar las notas de Tchaikoswky, y ella reanude su grácil danza.

domingo, 12 de enero de 2025

LA ESCULTURA

En un mundo dominado por la tecnología y la rapidez, a menudo olvidamos el poder que nace de nuestro propio ser. El nacimiento de una idea prende en nuestro interior y nuestra imaginación comienza a esbozar una imagen nítida que surge de la laguna del pensamiento abstracto. Poco a poco va tomando forma, lentamente, sin prisa pero sin pausa, germina en una mente fértil de ideas y de imaginación.

Pequeñas y filiformes, arcillosas o enyesadas, naciendo de alambres o de botellas pacientemente envueltas por el trabajo de los dedos y la espátula, creciendo desde latas vacías y objetos... Con esas vicisitudes un escultor decide trabajar la piedra, no de manera vulgar, sino con un profundo ideal, por ello piensa, delibera e imagina… realiza bocetos, dibujos y modelos a pequeña escala de cera o terracota que le proporcionen una visión preliminar de aquello que sabe, existe previamente en el mármol y que puede y debe ser mostrado a la luz; así dentro de su trabajo preliminar, considera las fracturas, las fallas, la historia y los vicios de la roca como una guía, pero no como un impedimento para continuar con su trabajo, pues es conocedor de que enfrente de sí, hay una obra con un gran potencial que requiere de sus actos y compromiso.

El mármol, como la enseñanza, esconde caminos y trazos infinitos en su interior. Es cuestión de hacer la primera grieta en la piedra y abrirse a un mundo nuevo de experiencias. Probablemente la primera obra sea desproporcionada, desprolija o asimétrica, pero será el obrar y la práctica constante lo que permitirá a cada artista seguir creciendo y aprendiendo que el arte de enseñar se va construyendo día a día. Con el tiempo y la práctica cada artista será capaz de dotar a la piedra de distintas notas, armonías y formas muy particulares.

Todos los detalles están modelados con la autoridad de una idea clara: ninguno se había hecho como una mera copia de la naturaleza. Todo es una interpretación, un estilo. Las manos manejan el cincel y el martillo con maestría: cada artista se pone con su bloque de piedra que descansaba sobre dunas de polvo y cascotes de piedra. Una melodía de golpes nace a la vez que la piedra se transforma lentamente y toma la forma deseada. El artista dirige, martillo en mano, esta orquesta dejando brotar sus sueños y canciones, dando martillazos a su piedra o “afeitándola” con el martillo neumático. Comienzan a volar las esquirlas y soplaban nubecillas de polvo blanco por el patio. El mármol, un material que en el pasado no infundía ningún respeto: los antiguos lo buscaban por su dureza y su facilidad para encontrarlo, sin embargo, este mineral impone por su masa, su peso, su origen. Es una escultura de la misma naturaleza, una extraña creación de millones de años y de fuerzas invisibles e inimaginables. Es como una montaña en miniatura, con todas sus prominencias y depresiones; y, como aquélla, tiene un carácter.

En las escuelas de arte había profesores que impartían los principios generales de la escultura como los que podrían leerse en un libro. Pero pocos habían tallado más que unas sencillas figuras de prueba para “coger la idea”. La talla de piedra, como cualquier otro oficio, requiere cientos de horas de ejercicio, que se traducen en años de duro trabajo con el martillo. El frío de los largos meses de invierno y el sofocante calor de verano azotan al cuerpo como si tratara de una penitencia. Los dedos se deformarán para acomodarse al cincel y las manos se llenarán con las durezas propias de los pies. Una vez que los has conocido durante meses o años, has saltado por encima innumerables veces y soñado con los ojos fijos en ellos, es doblemente difícil empezar a trabajarlos y con un golpe del martillo cambiar por completo y para siempre lo que ha estado confortablemente fijo en tu vida diaria.

La talla de piedra guarda pocos misterios, o ninguno hasta el Renacimiento. Sabemos cómo esculpían los egipcios, ya que hay obras suyas tanto terminadas como sin terminar, y tenemos sus instrumentos. Son los mismos que los nuestros, aunque forjados en bronce, que nos parecen incomprensibles. Incluso la punta de un cincel de hierro templado se estropea después de unos minutos de trabajo sobre un mármol duro. Y los egipcios a menudo esculpían basalto, granito y diorita, las piedras más duras que existen. Los griegos ya utilizaban herramientas de hierro pero eran las mismas.

Y lentamente, la piedra va tomando su forma, la idea cristaliza y aparece ante los ojos del artista, abandonando los recovecos de su mente, yendo a hacía la luz como un ser que surge del abismo: la oscuridad y las tinieblas desparecen mientras el cincel marca las formas y los rasgos cristalizando el pensamiento abstracto, mostrándolo al mundo mientras la idea abre los ojos observando al infinito, inmóvil, ajena a su creación y las pasiones que emana entre observadores, visitantes y curiosos, inmóvil y silenciosa ante el paso de espectadores fugaces. El tiempo pasará y y ella se convertirá en una testigo mudo e inmóvil mientras todo a su alrededor cambia y toma su lugar en las páginas de la historia, una breve anotación en el universo, un testigo de una época pasada que será olvidada y se sumergirá en la vorágine del tiempo.

sábado, 4 de enero de 2025

TU MANO

Dame otra vez tu mano, aunque abrazarla sea solo un pretexto
Para sentir esa confianza total tuya que nunca nadie me dio ni pidió
Vuela, vuela, donde yo quisiera volar a un mundo donde aún quede todo por hacer
Y donde esté todo, o casi todo
Vuela, vuela, donde yo quisiera volar a un mundo donde aún quede todo por hacer
Y donde esté todo, o casi todo, por salir mal... -.



jueves, 2 de enero de 2025

T.S. ELIOT

T.S. Eliot (1888+1965) poeta americano-inglés, dramaturgo y crítico literario, líder del movimiento modernista en poesía con obras como La Tierra Desechada (1922) y dramas poéticos como Asesinato en la Catedral (1935), y La Fiesta del Combinado (1950), un éxito musical, Gatos, basado en su Libro de la fuerza práctica de los Gatos (1939), estrenado en Londres en 1981 y en Nueva York en 1982.
Como poeta, dramaturgo, crítico literario, y editor, T.S. Eliot ejerció una fuerte influencia en la cultura del siglo XX, entre las dos guerras mundiales; sus experimentos en dicción, estilo y versificación revitalizaron la poesía inglesa, y en una serie de ensayos críticos rompió las viejas ortodoxias para erigir una nueva. Eliot, se pronunció en problemas sociales y culturales, y como director de la editora Faber & Faber S.A., fue muy generoso, porque distinguió a los poetas jóvenes. La publicación de Cuatro Cuartetos, durante el Segunda Gran Guerra, le ganó el reconocimiento y la calificación de ser el más gran poeta de inglés y hombre de letras tan sobresaliente, que se le otorgó el premio de la Orden de Mérito y, además, en 1948, el Premio Nobel de Literatura.

Su primer antepasado norteamericano, por parte paterna, Andrew Eliot, en el año 1670 llegó a Boston, como zapatero. El abuelo del poeta, el Rev. William Greenleaf Eliot, viajó a Saint Louis, después de graduarse en Harvard, en 1834. Unionista ferviente y antiesclavista militante, en un estado de esclavos, fue fundador de la Universidad de Washington, y podría haber sido nombrado Rector, pero solo aceptó el nombramiento de canciller en 1872. El padre del poeta, Henry Ware Eliot, rompió con la tradición familiar y entró al mundo de los negocios; pero, su madre, Charlotte Champe Stearns, era una poetisa con cierta reputación y prolífica; escribió una biografía de su suegro y, en 1926, un drama poético basado en el martirio de Savonarola, reformador religioso italiano del siglo XV, con una introducción escrita por su hijo.

Thomas nació cuando los Eliots ya habían vivido 54 años en Missouri. Es importante conocer detalles de su entorno familiar para comprender mejor la carrera del joven Eliot, que recibió la educación más amplia posible de esos años y creció ajeno a la influencia de su padre, quien deseaba un joven práctico, que se dedicara a los negocios. T.S. Eliot estudió en la Academia Smith, en St. Louis, luego fue a Milton, en Massachusetts, de ahí se matriculó en Harvard, donde se graduó B.A en 1909, título que logró en tres años, en lugar de los cuatro habituales. Las personalidades de Harvard que tuvieron influencia en él, fueron: el filósofo y poeta, George Santana y el crítico Irving Babbitt. De éste último heredó su posición antirromántica, que se amplió y fortificó luego leer y estudiar los filósofos británicos F.H. Bradley y T.E. Hulme. En 1909 y 1910, Eliot se desempeñó en Harvard, como académico ayudante de filosofía.

En 1911, viajó a Francia. En la Sorbona asistió a las conferencias del filósofo Henry Bergson y estudió poesía con Alain-Foumiel, cuyas lecciones, no sólo le dieron un dominio del idioma francés sino que lo conectó con la poesía del simbolismo de Charles Baudelaire, a través de Jule Laforgue y Stéphane Mallarmé.

En 1914 conoció a Ezra Pound. Eliot y Pound utilizaron el lenguaje de los poetas de los comienzos del Renacimiento italiano; Eliot a Laforgue y Dante, sin duda, sus mejores apoyos para encontrar su estilo personal. En 1946 publicó un defensa de Ezra, en la "Revista de Verso", ignorando la posición política de Pound, para describir el ácido ambiente que rodeaba a los jóvenes poetas americanos. A su regresó a Harvard, en 1911, contactó con la filosofía india y estudió sánscrito para entenderla mejor. Leyó la obra de Bradley Apariencia y Realidad, y sobre ella escribió una disertación titulada Conocimiento y Experimento en la Filosofía de F.H. Bradley, que no se publicó hasta 1964.

Para completar este panorama de los trajines de T. S. Eliot, agreguemos que por causa de la Guerra Mundial, nunca volvió a Harvard para rendir el examen oral final para el grado de Ph.D.
Eliot destacó en cuatro carreras: editor, dramaturgo, crítico literario, y el poeta filosófico; probablemente, en idioma inglés, era el poeta más erudito de su tiempo. Su primera publicación importante, y la primera obra maestra del modernismo en inglés, fue La Canción de Amor de J. Alfred Prufrock.

Este fue el primer poema de cualquiera de estos revolucionarios literarios en ir más allá del experimento para lograr perfección. Representó un descanso con el pasado inmediato tan radical como eso de Samuel Taylor Coleridge y William Wordsworth, en Baladas Líricas (1798). La importancia de la revolución todavía se disputa, pero la similitud llamativa a la revolución Romántica de Coleridge y Wordsworth es obvia: Eliot, como sus colegas del siglo XVIII, golpea para reformar la dicción poética. Considerando que Wordsworth pensó que él estaba regresando al "el idioma real de hombres," Eliot buscó una dicción que podría ser hablada por una persona educada y que no podría ser ni pedante ni vulgar.

Todavía, T.S. Eliot, nos guarda sorpresas: Durante un año enseñó francés y latín en la Escuela de Highgate y, en 1917, fue empleado del Lloyds Bank S.A, aunque, eso sí, por poco tiempo. A la vez, era crítico prolífico y ensayista en crítica literaria.

En 1919, T.S. publicó Poemas, obra que contenía Gerontion, un monólogo interior meditativo en verso pálido: nada como este poema había aparecido en inglés.

TS Eliot