La actuación de diversos príncipes europeos en la segunda mitad del siglo XVIII se inscribe dentro de la corriente del “absolutismo ilustrado”, resumido en el impulso de reformas que pretendían al mismo tiempo la mejora económica y social de sus territorios y el reforzamiento de su poder. Este deseo de modernizar rápidamente el territorio supuso que los países más avanzados (Gran Bretaña, Francia y las Provincias Unidas), quedaran al margen, al haber aplicado dichas reformas ya con anterioridad. Muchos ilustrados consideraban que la única forma de realizar reformas profundas era por medio del poder real, que debía ser reforzado en el sentido absolutista. Y a su vez, los monarcas del absolutismo ilustrado se rodearon de destacados representantes de la Ilustración para impulsar dichas reformas. Una relación de conveniencia entre teóricos contrarios.
- Incremento y centralización del poder real, con una mayor burocracia, que amplía su eficacia en todo el reino.
- Aumento del prestigio internacional de la dinastía.
- Incremento de los ingresos de la Hacienda real, reorganizando la fiscalidad y haciéndola más eficaz.
- Reordenación y clarificación de la justicia, incluyendo la recopilación y modificación de códigos para hacer la justicia más dependiente del soberano y mejorar su aplicación a los súbditos.
- Estímulo de la actividad económica, removiendo obstáculos que impidan el crecimiento (restricciones a la circulación, propiedad en manos muertas, etc.).
- Promoción de la educación, la ciencia y la cultura.
- Secularización de la sociedad y la enseñanza, para superar viejas intolerancias religiosas.
También los privilegios de la nobleza eran un límite al poder de los monarcas y un obstáculo para las reformas de la propiedad de la tierra que proyectaban los ilustrados. Pero aquí las resistencias fueron mayores que en el caso de la Iglesia, por lo que muchas de estas reformas no pudieron ponerse en práctica, lo que es un síntoma de los límites del absolutismo ilustrado, que en realidad nunca pretendió cambiar en profundidad las estructuras del Antiguo Régimen. Tradicionalmente se ha señalado que el absolutismo ilustrado coincide con la fase de madurez de la ilustración. Su inicio se situaría en 1740, fecha en que accedieron al trono dos de sus principales representantes:
- Federico II de Prusia y María Teresa de Austria, y su final en 1790, año de la muerte del hijo de ésta, José II, cuando se inició la Revolución Francesa que alertaría a los gobernantes europeos sobre el peligro de las ideas ilustradas, interrumpiendo bruscamente el tiempo de las reformas.
- Aparte de Federico II y María Teresa de Austria, otros destacados representantes del absolutismo ilustrado fueron Catalina II de Rusia, el rey de España Carlos III o el gran duque de Toscana Pedro Leopoldo, a los que podríamos unir una amplia serie de soberanos y gobernantes que ponen en práctica medidas reformistas basadas en la ilustración.
A la muerte de Guillermo III de Orange en 1702, se inició un enfrentamiento entre los partidarios del régimen republicano y los defensores de la dinastía Orange. El republicanismo se impuso durante 45 años, pero siempre con la presión orangista presente. Solo Frisia le reconoció como estatúder, por lo que se impuso el republicanismo, con el poder en manos de una oligarquía burguesa encabezada por el gran pensionario Antonio Heinsius.
Dicha presión hizo que cuando durante la Guerra de los Sucesión de Austria las Provincias Unidas fueran invadidas por el ejército francés (1747), se produjera una reacción nacional, apoyada por Gran Bretaña, que aupó a Guillermo IV (1747-51) al poder como estatúder. A su muerte, su hijo, Guillermo V (1751-95), era menor de edad → regencia, primero de su madre Ana de Hannover y después de su preceptor Ernesto de Brunswick, hasta su mayoría de edad en 1766.
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Guillermo IV (1747-51) |
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Guillermo V |
Por último, en las Provincias Unidas existía una mayor libertad política que en otros países europeos, con una prensa abundante y una actitud bastante más permisiva hacia el debate político e ideológico.
El auge de Prusia
La monarquía prusiana comienza en 1701, cuando el margrave elector de Brandeburgo y duque de Prusia, Federico I (1688-1713), se convierte por concesión imperial en Rey de Prusia. Se trataba de una monarquía de agregación, fruto de la incorporación de territorios de forma sucesiva y que irán incrementándose hasta que en el s. XIX Prusia logrará la unificación de Alemania. Las señas de identidad del reino de Prusia (centralización del poder y la administración y fuerza militar) se ponen de manifiesto con el sucesor de Federico I, Federico Guillermo I (1713-40). La propia estructura social se fue adaptando progresivamente al modelo de monarquía militar, donde el ejército era el elemento fundamental para la integración de los diversos territorios de la monarquía. Reformó el ejército (con oficiales procedentes de la nobleza), la Hacienda (duplicando los ingresos de la corona) y la
administración, para reforzar el poder central. Se creó un amplio cuerpo burocrático, bien formado y dependiente directamente del poder real. Dos instituciones se encargaban del Gobierno, la Comisaría General De Guerra, creada en 1674, y el Directorio General De Finanzas, instituido en 1713
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Federico Guillermo I (1713-40) |
En materia económica aplicó doctrinas mercantilistas, a la vez que favoreció la agricultura mediante nuevas roturaciones y la migración a Prusia oriental de más de 20.000 protestantes expulsados por el obispo de Salzburgo.
La economía experimentó un fuerte crecimiento durante su reinado.
- El apogeo de Prusia con Federico II (1740-86)
de 1794. Aplicó el principio de libertad religiosa, lo que permitió la presencia de gente de distintas confesiones en sus reinos. Además, trató de reducir las discriminaciones hacia los judíos. Aunque impulsó la extensión de la enseñanza, teóricamente obligatoria hasta los 13 años en 1763, faltaron los maestros necesarios para ponerla en práctica.
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Federico II (1740-86) |
Durante su reinado se vivió un fuerte crecimiento económico, favorecido por su protección de la agricultura y su política mercantilista. Favoreció las manufacturas de lujo (porcelana, seda, terciopelo), las minas de carbón y de hierro y la metalurgia. Mejoró las infraestructuras (canales) y redujo al mínimo las barreras internas para favorecer el comercio interior. En 1765 creó un banco nacional, con el Banco de Inglaterra como modelo. También intensificó la colonización interior de sus territorios (incrementados con la conquista de Silesia, 1740), especialmente en el este.
A su muerte le sucedió su sobrino Federico Guillermo II (1786-97). Continuó la política expansiva de sus antecesores gracias a los repartos de Polonia, pero no mantuvo el absolutismo ilustrado de sus predecesores, sino una política de ortodoxia cristiana, contraria a la Ilustración.
Austria y la Monarquía de los Habsburgo
La monarquía austriaca del s. XVIII es la más compleja de todas las monarquías de agregación europeas. Los estados patrimoniales de los Habsburgo, más Bohemia y Hungría y los territorios en Italia y Países Bajos, obtenidos tras la paz de Utrecht, conformaban un imperio extenso, variado y disperso, donde no era fácil construir estructuras de gobierno eficaces. Especialmente en Hungría, cuyos derechos y libertades debió respetar el emperador.
- Carlos VI (1711-1740)
Carlos VI mantuvo las instituciones centrales heredadas, pero se apoyó sobre todo en una Conferencia Privada, más restringida que el Consejo Privado. Creó además consejos y secretarías para los territorios que llegó a controlar en España, Italia y Países Bajos. En sus años finales hubo de hacer frente de nuevo a otra revuelta de la inestable Hungría (1737-1739), dirigida hasta su muerte en 1738 por José Rákóczi, hijo de Ferenc, líder de la guerra de independencia húngara de 1703-1711. El resultado final, con la Paz de Belgrado, supuso para el emperador un retroceso en los Balcanes.
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Carlos VI (1711-1740) |
- María Teresa I (1740-1765)
Creó un cuerpo burocrático dependiente de la corona, que reemplazó a los estamentos en tareas tan importantes como la recaudación de impuestos o el reclutamiento, haciendo cada vez más efectiva la presencia del poder real.
Así fue creando poco a poco una administración civil, separada de la judicial. La justicia se fue unificando y centralizando, con ayuda de un nuevo Código Penal (1768), que ponía fin a los procesos de brujería, aunque mantenía la tortura.
En el plano de la Hacienda se reorganizó la recaudación y se crearon nuevos impuestos, como la contribución sobre la tierra. También introdujo reformas en la educación, como la secularización de la Universidad de Viena y la creación de academias militares y diplomáticas. Su aversión a los judíos le llevó a expulsarlos de Bohemia en 1744, aunque la presión internacional le hizo anular dicha medida en 1748.
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María Teresa I (1740-1765) |
- Regencia de María Teresa I y José II (1765-1780)
Para vencer el principal obstáculo a la reforma, la resistencia de la Iglesia, se iniciaron en estos años las medidas regalistas, donde se ve la influencia de José II. En 1768 se impuso una contribución al clero y más adelante fueron desamortizados algunos bienes de monasterios y conventos. La supresión de la Compañía de Jesús en 1773, aparte de ser un símbolo de la subordinación de la Iglesia al Estado, formaba parte del programa de reforma de la educación: la Corona se hizo cargo de los niveles básicos de la enseñanza y potenció la enseñanza universitaria, que estaba en manos de los jesuitas.
- José II (1780-90)
Decretó la libertad de culto, eliminó las órdenes contemplativas, redujo el clero regular, etc. En el campo del ceremonial y la religiosidad popular también introdujo novedades, como la supresión
de las procesiones, las cofradías religiosas y las peregrinaciones. Permitió que el matrimonio fuera validado por autoridades civiles y permitió el divorcio. Abolió la Inquisición y la censura eclesiástica sobre la prensa y la imprenta, además de dictar una ley de tolerancia religiosa, que beneficiaba a luteranos y judíos. Se asumió la enseñanza a cargo de la Corona en 1783, lo que fue otro golpe al dominio de la Iglesia en este campo → Alejamiento de la Iglesia.
Fusionó organismos, a fin de lograr una mayor centralización y reducir gastos. Impuso progresivamente el uso del alemán. Dividió el territorio en distritos bajo el mando de gobernadores nombrados por él mismo. Fue revolucionario en el campo del derecho penal: nuevo Código Penal de 1787, que limitaba la pena de muerte y abolía la tortura.
Intentó repartir la fiscalidad de forma más equilibrada, para lo que realizó un censo y un catastro; acabó con exenciones de la nobleza y los diezmos y abolió la servidumbre en Hungría (1785).
Pese a tal cantidad de reformas, al final de su reinado se estaban produciendo revueltas en diversos territorios de su reino, además de un intento de reparto de Austria entre Prusia, Turquía y Polonia, que fue abortado por la intervención de Gran Bretaña.
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José II (1780-90) |
- Leopoldo II (1790-92) y Francisco II (1792-1806)
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Leopoldo II (1790-92) y Francisco II (1792-1806) |
La Italia del s. XVIII fue, especialmente en la 1ª mitad de siglo, el reflejo de los intereses y acuerdos de las grandes potencias europeas, definiendo los tratados entre ellas el mapa italiano:
- Guerra de Sucesión de España (Tratado de Rastadt, 1714): Italia bajo influencia austriaca.
- Guerra de Sucesión de Polonia (Tratado de Viena, 1738): se ratificó la presencia de Carlos de Borbón (futuro Carlos III) en Nápoles y Sicilia.
- Las Dos Sicilias y el reformismo borbónico
Tras la Guerra de Sucesión de Polonia renació el reino de las Dos Sicilias, gobernado por Carlos de Borbón (1734- 82), hijo de Felipe V y futuro Carlos III de España. Este monarca ilustrado llevó a cabo una amplia política reformista.
Contó a su favor con una coyuntura económica favorable y una buena acogida de sus súbditos, descontentos con las imposiciones fiscales de los austriacos. Sus reformas buscaban imponer la superioridad política e institucional del monarca, recortando para ello poderes de los barones, la nobleza togada y la Iglesia. Para ello suprimió el poderoso Consejo Colateral y lo sustituyó por una Junta de Gabinete y varias secretarías, siguiendo el modelo de su padre Felipe V en España. De acuerdo con las doctrinas mercantiles creó una Junta de Comercio en 1735 y en 1739 instituyó el Magistrado de Comercio, tribunal con amplias competencias en materias económicas (no sólo mercantiles). También reformó la jurisdicción feudal y reorganizó la hacienda. Impulsó la actividad manufacturera, como las fábricas de seda, porcelana, cristales y espejos, arcabuces, etc. En 1737 inició un catastro general.
Con su acceso al trono de España como Carlos III en 1759 se inició el larguísimo reinado de su hijo Fernando IV (1759-1825), claramente continuista hasta 1776 con las reformas administrativas y legislativas, al tiempo que luchaba contra los privilegios feudales y eclesiásticos, aunque con resultados poco satisfactorios.
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Carlos III |
El regalismo napolitano era conocido como “jurisdiccionalismo” y destacó por su gran fuerza, ya que arranca desde finales del s. XVII, y por tanto ya presente en época austriaca, hasta desarrollarse completamente en la época de la plena Ilustración. Este jurisdiccionalismo se plasma sobre todo en conflictos y tensiones con Roma. En 1741 Carlos de Borbón y el Papa Benedicto XIV firmaron un concordato, que confería al rey de Nápoles derechos fiscales y jurisdiccionales sobre la Iglesia y que era preludio de la supresión de la Inquisición romana en este reino en 1746.
Fernando IV también tuvo tensiones con la Iglesia, como la expulsión de los jesuitas y la expropiación de muchos de sus bienes en 1767. También intentó reformar la enseñanza mediante la creación de escuelas públicas. Quizá el punto culminante de la política regalista se dio en 1789, cuando se suprimió la chinea, la ofrenda simbólica que reconocía la dependencia feudal de Nápoles respecto a Roma.
Pese a todo lo anterior el balance de las reformas fue escaso y ambos reinos permanecieron en su retraso casi feudal, debido a la resistencia de los grupos poderosos: Iglesia, nobleza, señores feudales. Los avances se debieron más a las nuevas fuerzas sociales (burguesía, letrados, intelectuales) que a la propia dinastía borbónica. Al estallar la Revolución Francesa, los Borbones napolitanos también abandonaron la política reformadora.
El reformismo en Milán y Toscana
Durante los reinados de María Teresa y José II tanto la Lombardía austríaca como la Toscana sufrirán un intensísimo proceso de reforma, gracias a la existencia de ciertos grupos sociales abiertos al cambio a partir del ideal ilustrado,convirtiéndose en la zona más dinámica y desarrollada de la península.
- El ducado de Milán
A la muerte de José II, al igual que pasó en otros territorios, la mayoría de estas reformas fueron anuladas.
- El ducado de Toscana
de poderes se quedó en un simple proyecto. Ya en 1790, cuando Leopoldo partía hacia Viena, se manifestaba un fuerte descontento popular hacia muchas de sus medidas.
Los ducados de Parma, Piacenza y Guastalla
Atribuidos a Felipe de Borbón (1748-65), destacó en ellos el regalismo impulsado por el francés Dutillot (1756-71), uno de los más marcados de Europa en la década de 1760. En 1765 se tasaron muchas de las propiedades eclesiásticas → recorte en la inmunidad fiscal del clero. En 1768 se prohibió la apelación a tribunales extranjeros (es decir, a Roma) y se expulsó a los jesuitas → reforma educativa → Roma anuló los edictos en materia eclesiástica, reafirmó el origen pontificio del ducado y amenazó con excomuniones. Dutillot respondió confiscando bienes de congregaciones religiosas y suprimiendo la Inquisición (1769). El nuevo duque, Fernando I (1765-1802), destituyó a Dutillot y se reconcilió con Roma (1771), al tiempo que retrocedió en muchas de las medidas regalistas de los años anteriores.
El reino de Piamonte
Construido a raíz del tratado de Utrecht como una fórmula de estado-barrera entre austríacos y borbones. Su base era el reino de Saboya, más Monferrato, Cerdeña (tras ser permutada en 1718 por Sicilia), parte de Lombardía y Niza → gran heterogeneidad, con nobleza y clero poderosos.
- Víctor Amadeo II (1675-1730)
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Víctor Amadeo II (1675-1730) |
- Carlos Manuel III (1730-73)
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Carlos Manuel III (1730-73) |
- Víctor Amadeo III (1773-96)
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Víctor Amadeo III (1773-96) |
Apenas puede hablarse de reformismo ilustrado en las repúblicas oligárquicas de Venecia y Génova (petrificación política y estancamiento económico), ni en los Estados Pontificios
- Venecia
En referencia con lo ilustrado, lo más destacado es el regalismo, que contaba con importantes precedentes. Se logró reducir las competencias de la Inquisición romana o suprimir algunos conventos. En el terreno económico se liberalizó la exportación de cereales en 1754 o el desarrollo de la marina mercante en los años ochenta, que no frenó su decadencia en el comercio internacional a la que se unía el malestar de sectores burgueses excluidos del poder político.
- Génova
Sin embargo, pudo mantener cierto vigor comercial y financiero → ascenso de grupos burgueses y la nobleza media, partidarios de reformas de tipo ilustrado en la vida institucional.
- Los Estados Pontificios
Durante los pontificados de Clemente XII (1730-40), Benedicto XIV (1740-58) y Pío VI (1775-79) se llevó a cabo una política de reformismo político y económico, se mejoraron las comunicaciones y el comercio, se intentó establecer cauces de entendimiento con soberanos católicos, por medio de concordatos, y se inició la elaboración de un catastro de propiedades.
La España de los Borbones
- Felipe V (1700-46)
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Felipe V |
Felipe V debía enfrentar la costumbre de los reinos y territorios de la monarquía de agregación de mantener sus instituciones, leyes y personalidad constitucional, pero la sublevación de parte de los territorios de la corona de Aragón le dio una oportunidad perfecta para la centralización → Promulgación de decretos de Nueva Planta entre 1707 y 1716, que abolían las constituciones y privilegios de los territorios de Aragón, culpables de delito de lesa majestad, a medida que se iban reconquistando. Se fueron creando nuevos organismos de gobierno, dependientes del poder real, a la vez que se abolían los ordenamientos jurídicos particulares, a excepción del derecho civil catalán,
imponiéndose las leyes de Castilla. Se creó un nuevo impuesto a imagen de las rentas provinciales de Castilla, se suprimieron las aduanas entre Castilla y Aragón → incremento de las exportaciones catalanas y valencianas a Castilla. La presencia de los comerciantes catalanes fue tal que en 1783 lograrían quebrar el monopolio madrileño de los 5 gremios mayores. Asimismo, la Nueva Planta facilitó a los súbditos de la corona de Aragón el acceso al comercio con América, que alcanzó en el siglo XVIII su fase de mayor rentabilidad. Sólo Navarra y las provincias vascas, leales, mantendrán sus privilegios y particularidades.
- Fernando VI (1746-59)
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Fernando VI (1746-59) |
- Carlos III (1759-88)
llamadas sociedades económicas de amigos del país.
En economía se realizó una política mercantilista, con proyectos de reforma agraria, repoblaciones, el ataque a los privilegios de la Mesta, la libertad de comercio interior de granos, construcción de canales y caminos, el establecimiento de manufacturas reales, la protección de los artesanos o la erosión del sistema gremial. Se creó el Banco de San Carlos, primer banco nacional (1782).
En lo social se tendió a limitar el poder de los estamentos privilegiados, favoreciendo un cambio en los valores sociales. En este sentido merece la pena referirse a la tímida política de incorporación de señoríos a la corona o a la más decidida encaminada a disminuir las atribuciones jurisdiccionales de los señores y evitar abusos.
En lo que a la Iglesia se refiere, siguió la política regalista. Se expulsó a los jesuitas y se trató de controlar la Inquisición, mermando progresivamente sus atribuciones. La expulsión de los jesuitas, que dominaban la enseñanza en los colegios mayores, hizo posible la apropiación de sus bienes por la corona. En la senda regalista de sus antecesores, Carlos III confirmó unilateralmente el exequator o pase regio en 1768, imprescindible para la ejecución de las disposiciones pontificias.
Pese a todo lo anterior, y a la mejora económica apoyada en la coyuntura positiva, muchas de las iniciativas reformistas no fueron eficaces o simplemente no pasaron de ser proyectos. Al morir Carlos III seguían vigentes todas las instituciones que habían denunciado los ilustrados (Mesta, Inquisición, señoríos, mayorazgos, privilegios estamentales, etc.). El ataque a los estamentos privilegiados, por tímido que fuera, acabó generando reacciones que provocaron el fracaso de las iniciativas reformistas, como el famoso motín de Esquilache (1766), promovido por aristócratas descontentos. Se inició una división política en dos: partidarios y enemigos de las reformas ilustradas.
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Carlos III (1759-88) |
- Carlos IV (1788-1808)
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Carlos IV (1788-1808) |
Portugal
- Pedro II (1683-1706) y Juan V (1706-1750)
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Pedro II (1683-1706) |
Juan V se vio favorecido por el oro brasileño, que permitió al monarca avanzar en el absolutismo (sin Cortes entre 1698 y 1820), pero que no se empleó en la modernización de la economía del país. Fue sustituyendo los consejos de gobierno por secretarías de estado, al estilo francés o español, destacando las de Asuntos Del Reino, de Territorios de Ultramar y la de Diplomacia y Guerra. Sus relaciones con Roma fueron tensas, incluyendo una ruptura entre 1728 y 1732.
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Juan V (1706-1750) |
- José I (1750-1777)
Estricto y duro, trató de impulsar el crecimiento económico en Portugal y en Brasil, para lo que necesitaba reducir el dominio que Gran Bretaña ejercía sobre la economía lusa → reducción del contrabando británico y protección de los intereses de la nobleza terrateniente frente al dominio británico del mercado de vino. Pero acabó perjudicando a muchos pequeños productores y el malestar desembocó en el motín de Oporto (1757), sofocado de modo sangriento por Pombal.
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José I (1750-1777) |
Enemigo de los jesuitas, con cuyas misiones acabó tras la rebelión guaraní contra el gobierno portugués. En 1758 se produjo un intento de asesinato contra José I, hecho que Pombal aprovechó para ajustar cuentas a sus enemigos → el duque de Aveiro y varios miembros de la familia Távora fueron ajusticiados. Además, inculpó a varios jesuitas y aprovechó para declarar su expulsión en 1759, confiscando todos sus bienes y facilitando la reforma educativa, con reorganización de los planes de estudios y subordinación de la enseñanza al poder civil. Estas agresiones contra la nobleza y contra los jesuitas muestran el régimen de terror que Pombal impuso en Portugal.
En los siguientes años se incrementaron las reformas. En 1761 se creó el Erario Regio para centralizar la gestión de la hacienda portuguesa. Se rompen las relaciones con Roma entre los años 1760-69. Se establece la superioridad de los tribunales portugueses sobre los jueces eclesiásticos, a la vez que se reducen las competencias de la Inquisición. Las reformas fueron frenadas por hechos como la Guerra de los Siete Años, las presiones británicas contra los monopolios portugueses o la crisis económica de la década de 1770, provocada por la reducción de la llegada de oro brasileño. Los enemigos de Pombal aprovecharon para acercarse a la heredera del trono y así, a la muerte del rey en 1777, Pombal fue cesado y sometido a un proceso por corrupción y abuso de autoridad, que no llegó a concluir. Con él cayeron muchos de sus colaboradores, se liberó a muchos encarcelados y pudieron regresar al país los exiliados.
Con María I (1777-1816) prosiguieron las reformas, si bien a ritmo más pausado. Parte de la obra de Pombal fue desmontada al suprimirse las compañías privilegiadas, pero otras disposiciones siguieron vigentes.
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María I (1777-1816) |
En los años noventa el futuro Juan VI asumió la regencia por enfermedad mental de la reina y con él volvieron a puestos destacados antiguos colaboradores de Pombal, que rescataron reformas anteriores, como la supresión de bienes en manos muertas y la reforma del sistema penitenciario.