Existen
varias formas de dominación. Una de ellas es por la vía militar: los
poderosos utilizan el ejército o las fuerzas del orden (policía, grupos
paramilitares, milicias) para reprimir a la población cuando esta se manifiesta
o se muestra disconforme con las medidas adoptadas por sus gobernantes. Un
claro ejemplo son las dictaduras. Otra vía es la vía económica: se crea una
oligarquía donde quien controla el mundo son aquellos que controlan los
recursos naturales, las manufacturas y su comercio. Un claro ejemplo es el
sistema capitalista.
Pero existe otro tipo de
dominación más certera, más directa y más eficaz. La dominación
cultural: quienes manejan la cultura ordenan qué pensar, cómo actuar
y qué es lo correcto. Esto es la hegemonía. En 1946, Orwell escribió sobre “Política
y el idioma inglés”: “En nuestra época, el lenguaje y los escritos
políticos son ante todo una defensa de lo indefendible” para ocultar lo que se
propone su utilizador. Así “Se bombardean poblados indefensos desde el aire,
(y) eso lo llaman “pacificación’. La utilización del lenguaje en
política siempre tiene una carga semántica y una connotación final: ninguna
palabra es utilizada al azar. Todo lenguaje político tiene un fin: persuadir y
convencer a través de la retórica.
Antonio Gramsci,
escribe esto, en sus" Cuadernos desde la cárcel ": "La supremacía de un grupo
social se manifiesta de dos maneras, como " dominación" y como"
dirección intelectual y moral ".Un grupo social ejerce su dominio sobre
grupos adversos a los que tiende a liquidar o a someter, incluso por la fuerza
de las armas, y dirige a los grupos que le son próximos o aliados. Un grupo
social puede, e incluso debe, ser dirigente, antes de conquistar el poder
gubernamental y esta es una de las primeras condiciones para la conquista del
poder misma. Después, cuando ejerce el poder incluso si lo detenta con firmeza,
se convierte en el grupo dominante, pero debe de seguir siendo el grupo
dirigente". A.Gramsci Cuadernos desde la cárcel
Estos intelectuales orgánicos expresan, mediante
el lenguaje de la cultura, la ideología dominante, el conjunto de ideas que
tratan de influir directamente en la sociedad. El intelectual orgánico, según
Gramsci, tiende a buscar la relación entre la organización y las
masas como una relación entre educadores y educados, que se invierte
dinámicamente al papel de los intelectuales -en el seno del intelectual
orgánico, la conquista y transformación de los aparatos del Estado- para crear
las condiciones de esa nueva hegemonía y la transformación de la sociedad civil.
Los intelectuales modernos no son simplemente escritores, sino directores y
organizadores involucrados en la tarea práctica de construir la sociedad."
Existen una serie de personas que, por
afinidad al sistema vigente, se encargan de perpetuarlo en el tiempo a través de
valores culturales: los líderes de opinión, los escritores, los directores de
periódicos, los artistas, los profesores y otros creadores perpetúan la
ideología dominante a través de la cultura en el sentido amplio del término.
Los seres humanos somos seres sociales e
incompletos: necesitamos vivir en comunidad.
Aquí se ve claramente la teoría de la espiral del silencio de
Noelle-Neumann, donde la opinión pública es un elemento coercitivo que
identifica aquellos valores que son correctos y a los que debe amoldarse el
individuo para evitar su aislamiento y marginación.
El control cultural es previo al control político, ya que si
persuades a la población de que tus ideas son las correctas, la gente se
adherirá a ella sin cuestionárselas. Esa es la clave del éxito en política:
convencer de que sólo existe esa alternativa. Por eso existe una gran interés
por parte de los gobiernos, democráticos o dictatoriales, en defender una serie
de valores desde el poder que llega a la población de forma vertical, anulando
toda disidencia y pensamiento crítico. Como dijo Edward Bernays, “Somos
gobernados, nuestras mentes moldeadas, nuestros gustos formados, nuestras ideas
sugeridas en su mayor parte por personas de los que nunca hemos oído hablar”.
La reescritura del pasado que realiza Winston es una labor
fundamental para la justificación de los intereses de los grupos políticos: el
ejemplo más claro son los nacionalismos y las dictaduras. Es una de las
definiciones de propaganda: el esfuerzo
activo y organizado de cambiar la manera de pensar de la gente para conseguir
unos objetivos. La creación de un relato o leyenda que justifica la ideología
dominante a través de la cultura y la historia resulta determinante para
entender las diversas acciones de los estados y sus grupos políticos.
Otro método es el uso
de tópicos y estereotipos para clasificar a la población, señalando a los
enemigos y los disidentes: a través de afirmaciones vacías de contenido y la
creación de una imagen ficticia, perpetúan una serie de valores que ocultan la
realidad e identifican a esa población como su enemigo. Un claro ejemplo son
los diversos nacionalismos.
El lema del Gran Hermano de Orwell sobre el control del
pasado para explicar el presente y garantizar el futuro existe en todos los
sistemas políticos (incluidos los democráticos). Precisamente por eso, los
grupos de poder muestran especial interés en dominar y controlar la educación,
y por tanto, la historia y la cultura: para defender la ideología dominante que
tiende a perpetuarse en el tiempo, garantizando así la continuidad del régimen.
El relato de la Transición española, las películas bélicas de Hollywood o el
nacionalismo iberoamericano son claros ejemplos.
Todo sistema político defiende una serie de valores que
trata de prolongar indefinidamente en el tiempo y en la sociedad: esa es la
clave del éxito de la hegemonía, el mantenimiento y continuidad del poder
cultural, económico y político. Los Estados necesitan conseguir la adhesión y
el apoyo de la población a sus políticas: A través de la prensa y los Medios de
Comunicación consiguen manipular a la opinión pública, que participa en el
gobierno mediante el sufragio universal, para conseguir sus objetivos.