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viernes, 22 de noviembre de 2024

LA HEGEMONÍA HISPANA Y EL ORDEN EUROPEO (1492-1598)

La diversidad de reinos y territorio que los Reyes Católicos lograron reunir bajo sus  personas durante las últimas décadas  del  siglo  XV  y  comienzos  del  siglo  XVI  contrasta  fuertemente  con  la  frágil  estructura  administrativa  e institucional que los articulaba, ya que no existieron instituciones comunes a todos ellos. Ello hace pensar en  la importancia que tuvieron las relaciones personales para mantener unida la Monarquía

Los Reyes Católicos: unión de coronas, reconquista y expansión

España aparece como el mayor poder emergente en la Europa de finales del siglo XV. se habla de los RRCC (Reyes Católicos) como los creadores de la unidad de España, aunque más bien se produce una vinculación territorial variada iniciada en 1469 (Castilla y Aragón, conjunto de reinos y territorios con un rey común). la corona castellana no mantenía, como la aragonesa, leyes, instituciones, monedas u otros elementos privativos, sino que se integraban como un conjunto único. Sólo las provincias vascas tenían leyes propias.

En un largo proceso integrador se suman: Granada (tras la guerra 1482-1492) y Navarra (1512). En la península sólo falta Portugal para integrarse (aunque mantiene lazos familiares con los RRCC). Coronas y reinos no se fundieron, sino que mantuvieron su personalidad, leyes y aduanas (el soberano es el único elemento común). Con los RRCC nace la Monarquía de España, complicándose con Carlos V y convirtiéndose en la monarquía de agregación más compleja de Europa.

En tiempos de los RRCC el proceso expansivo se proyecta fuera de la península. En Europa, el Mediterráneo occidental siguió con la política aragonesa (éstos habían conquistado Sicilia y Cerdeña; y a mediados del siglo XV Alfonso V conquista Nápoles).  La expedición napolitana de Carlos VIII de Francia provoca la reivindicación de Fernando el Católico (tradicional oposición de Aragón a Francia). pero la conquista del rey católico no fue aragonesa sino de la Nueva Monarquía, ya que el ejército vencedor comandado por el andaluz Gonzalo Fernández de Córdoba era esencialmente castellano. Todo el sur de Italia depende en adelante de España, mostrando su predominio político en la isla y en Europa. Tras fracasos como Orán (1507) o islas Gelves (Djerba) en 1510, el control del Mediterráneo occidental se completó en enclaves norteafricanos (tranquilidad frente a turcos y berberiscos): Melilla (1497), Mazalquivir (1505), Orán (1509), Bujia (1510) y Trípoli (1511). Por el Atlántico, se produce la conquista definitiva de Canarias (ocupadas por castellanos desde 1402) y el descubrimiento del Nuevo Mundo en 1492 gracias al apoyo de la reina castellana.

Castilla aparece como centro de gravedad demográfico,económico y político del momento; y con un poder real frente a los nobles, a los que sometieron esencialmente en la Guerra de Sucesión (1476-1479) que fue un primer paso para el control de los mismos. Los RRCC castigaron a quienes les ofrecían resistencia y recompensaron a los leales:

  • Someten a las poderosas órdenes militares de Santiago, Calatrava y Alcántara
  • Cortes de Madrigal de las Altas Torres (1476): reforman las contadurías (administración hacendística), y crean la Santa Hermandad (orden y represión de los delitos rurales)
  • Cortes de Toledo (1480): reforma administrativa de corte moderno (reorganizan el Consejo Real, y éste pasa a tener mayoría de letrados frente a nobleza), y difusión del cargo de corregidor (representante del rey en las ciudades).
  • Se logran concesiones pontificias del derecho de presentación de beneficios eclesiásticos (base del predominio de los monarcas españoles sobre su iglesia).
  • A comienzos de los 80 comenzó a funcionar el Tribunal de la Inquisición (ésta dependía del monarca directamente a diferencia de la anterior), cuyo objetivo fue la persecución de conversos acusados de judaizar.
Fernando heredó de Juan II el reino de Aragón (1479) aunque Castilla (más extensa, rica, poblada y con menores trabas al poder real) llevó el peso de la política. pero se adoptaron elementos de la corona aragonesa, como la orientación exterior (enemistad con Francia) y la figura de virreyes. Fernando dicta la sentencia de Guadalupe 81486), tras la Segunda Guerra dels Remences (Gerona 1483-1485), aboliendo los malos usos. Por su política de unidad religiosa, los RRCC obtienen del papa Alejandro VI el título de católicos. Éste hecho junto con la Reconquista, la creación de la Inquisición, la expulsión de los judíos (1492) y musulmanes (1502) por la sublevación en Granada, se identificó  a la Monarquía con la religión (se hacen responsables ante Dios del mantenimiento de la fe y la defensa de la Iglesia).

La pertenencia a un mismo credo era un factor básico de sociabilidad y uniformidad social ( la propia sociedad rechaza a minorías religiosas). Ningún soberano acepta súbditos de religión distinta (llegando a las plasmación en la Paz de Augsburgo 1555 del cuius regios, eius religio). Los no cristianos carecían de derechos, y si formaban parte de la sociedad era en virtud de un permiso específico de los reyes previo pago de un impuesto.

El periodo de regencia (1504-1516) evidencia el grado de precariedad de la unión castellano-aragonesa (carácter dinástico). Unidad mantenida gracias a la habilidad de Fernando el católico y el cardenal Cisneros y también a hechos fortuitos como la locura de Juana I, muerte de Felipe el Hermoso (1506) y muerte del hijo de Fernando el Católico con Germana de Foix (sobrina de Luis XII de Francia). Esta crisis castellana es la base de descontentos que se manifiestan a principios del reinado de Carlos I (revueltas de las Comunidades).

Reyes Católicos

El Imperio de Carlos V. Dinastía y territorios

Nació en Gante (1500) y fue el emperador que tuvo bajo su mando un mayor número de territorios europeos debido a cuatro líneas dinásticas de sus abuelos (fenómeno único en la Historia). A los 6 años, de Felipe el Hermoso recibe la herencia de su abuela María de borgoña (Conde de Flandes y señor de los Países Bajos). en 1516 muere Fernando el católico y junto a los desequilibrios de Juana I se convierte en heredero de la monarquía de los RRCC. Por primera vez desde los visigodos un único soberano reunía todo el espacio de la vieja Hispania (salvo Portugal),además de importantes dominios al sur de Italia.

Carlos I

En 1519 recibió la cuarta herencia de su abuelo paterno Maximiliano I (dominios de la familia Habsburgo- Austria y conjunto de territorios cercanos). Además fue elegido emperador (derechos sobre territorios semi independientes del Imperio de entonces, y difusa supremacía sobre espacios del norte y centro de Italia). Carlos V protagonizó la fase del periodo en el que Europa impuso y trasplantó su civilización a otros ámbitos del planeta:

  • Se incorporan grandes espacios como los virreinatos de Nueva España y el Perú (la parte más extensa e importante de la América española)
  • Los primeros navegantes a su servicio, dan la vuelta al mundo demostrando la esfericidad de la tierra, superioridad técnica y armamentística. Nunca había existido un imperio tan extenso, hasta que Felipe II o aumentaría incorporando Portugal y sus extensos dominios ultramarinos.
La política de Carlos V (como era común en el Antiguo Régimen) se movía por intereses dinásticos: el monarca representaba a la familia reinante, el cual, recibía derechos inalienables sobre territorios patrimoniales dinásticos, que administraba y defendía y debía transmitir íntegramente al heredero y si podía ser, acrecentarlos. Las herencias determinaban la política del emperador, lo que permitía aspiraciones superiores a las de otros soberanos. En este sentido, la herencia dolorosa de Borgoña (nunca fue de Carlos V, aunque aparecía siempre en sus titulaciones y de sus sucesores), perdida en 1477 al conquistarla Luis XI de Francia. La parte principal de Borgoña eran los Países Bajos (zona más próspera y floreciente de la época). Además del ducado, se pierde en la batalla a Carlos I el temerario bisabuelo de Carlos V.  La hija del fallecido, María y su marido Maximiliano, lograron salvar el resto de la herencia (Franco Condado y Países Bajos) y mitificar las tradiciones caballerescas del ducado perdido, con la orden del Toisón de Oro (creada por Felipe el Bueno en 1429), siendo un ceremonial cortesano que Carlos V implanta en la corte española en 1548, y la cruz de San Andrés, que figurará en adelante en banderas e insignias de los ejércitos convirtiéndose en uno de los símbolos de España.


Carlos es un flamenco educado en la mística de Borgoña. Se educa en la corte de los Países Bajos con su tía Margarita (viuda de don Juan, hijo único de los RRCC). La herencia austriaca (Habsburgo) tiene menos importancia, ya que Maximiliano se centró más en los Países Bajos desde la muerte de su esposa, que en Austria o el Imperio. Carlos V los cede a su hermano Fernando, quien tras la derrota y muerte en Mohács de su cuñado Luis II de Hungría, se convierte en rey de Bohemia y Hungría (1527-rey de romanos). Nacido en 1503 en Alcalá de Henares, y formado por su abuelo en España, es alejado de ésta al poco de la llegada de su hermano y se convertiría en la cabeza de la rama austriaca de la familia.

La Corona de Castilla permitía reinar a mujeres al contrario que la aragonesa, por ello Carlos tendría que esperar al fallecimiento de ésta en 1555 para ser propietario exclusivo de la corona de Castilla (base principal de su poder). por ello pese a las derrotas de 1552 no pudo renunciar a su dominos (como deseaba) hasta entonces. Carlos hereda de Fernando el Católico las ambiciones políticas y la oposición a Francia por la herencia de Borgoña. Tal cantidad de herencias ocasiona revueltas, por lo variado de sus territorios, en los primeros años (comunidades de Castilla 1520-1521), las Germanías o los incidentes de Palermo y otras localidades de Sicilia.

Las Comunidades reflejan el malestar de las ciudades castellanas con voto en Cortes debido a cambios de Carlos contra sus tradiciones y por sus acompañantes flamencos. También influyen las tensiones por el acceso de grupos al poder urbano. Los Comuneros solicitan el reforzamiento del poder de las Cortes. la revuelta se localiza especialmente en el valle del Duero (región más poblada y próspera de la península en el momento y que envía dos procuradores a las cortes por cada ciudad). Los comuneros fueron derrotados, pero a finales de los años 30 del siglo XVI, Carlos otorgó a las Cortes atribuciones en el terreno fiscal superiores a las que tenían y bajo su autoridad estarían las alcablas y tercias. El reinado de Carlos fue un importante paso adelante en la estructuración del gobierno de sus territorios: se creó el consejo de Estado para la gobernación conjunta de todos ellos, y se prosiguió la tarea institucional en la línea de los Reyes Católicos: se avanza en el sistema polisionodial (diferentes consejo que asesoran al rey y que al final toma las decisiones). Los años 20 del siglo XVI son decisivos para ello con la ayuda del canciller piamontés Mercurino de Gattinara.

Revuelta Comuneros

Castilla disponía de riquezas procedentes de Indias, que atarían de crédito europeo. el oro y la plata multiplicaron la liquidez y la capacidad de endeudamiento. Frente a otros territorios en los que el poder real encontraba trabas, en Castilla no tenía obstáculos. Carlos con la misma obligación de defender la fe, como sus abuelos, en la represión del levantismo valenciano y mallorquín de las Germanías (1525), decretó que los musulmanes de Aragón hubieran de convertirse o emigrar. Completó así la eliminación de las minorías religiosas iniciada por los RRCC y surgieron los Moriscos (musulmanes conversos oficialmente católicos).

Germanías

Conflictos políticos y confesionales: Francia, turcos y protestantes

Por influencia del canciller Chièvres se produce un acercamiento a Francia con el Tratado de Noyon (1516). Pero se buscaba el aislamiento de Francia debido al objetivo hegemónico de la política de Carlos V. Su prioridad seguiría siendo Italia, donde existían reivindicaciones francesas. España recupera Milán (1515) y en el Mediterráneo consolida su poder. Pero la amenaza de los infieles aumentó mucho en los primeros tiempos del reinado de Carlos (periodo de expansión turca en Egipto, Siria, Belgrado e Islas Rodas). La tercera amenaza fue la predicación de Lutero, que provoca la reforma religiosa en Alemania. esos tres enemigos hallaron en la unión su fuerza mayor. Cuando el emperador conseguía neutralizar alguno de ellos, podía centrarse en otros.

La elección imperial de 1519 (obtenida gracias a un préstamo de casi 2 toneladas de oro fino) abría una nueva etapa, justo el mismo año de la expedición de Hernán Cortés a México (transferencia de la conquista de las Antillas al continente). Uno de los efectos de la elección fue el acercamiento a Francisco I, quien reaccionó al crecimiento de poder. En la Corte se imponen consejeros antifranceses como el jurista piamontés mercurino de Gattinara. la Guerra franco-española en 1521 (frente pirenaico y norte de Italia), y el triunfo del emperador en Bicocca (1522) sobre Francia y Suiza, pone en entredicho la infantería suiza. Pero el ejército imperial fracasa en la toma de Provenza y Marsella (1524) y Francisco I toma la iniciativa por Lombardía. Pero la derrota que sufrió en Pavia (1525) sancionó la conquista de Milán por Carlos V. El rey de Francia prisionero firma el tratado de Madrid (1526) por lo que se comprometía a devolver Borgoña (no cumple). Una vez liberado firma con el Papa Clemente VII (familia Medici), la Liga Santa de Cognac. El pontífice mantenía diferencias con Carlos en cómo llevar el problema de Lutero y por el poder alcanzado por el emperador en Italia.

En 1526 los turcos se apoderan de buen aparte del reino de Hungría, tras la derrota y muerte de Luis II en Mohács, acercándose a Viena. el 6 de mayo de 1527, las tropas del emperador por falta de pagas, entran en Roma y la saquean durante semanas (la ocupación española se mantendría 8 meses). En 1528, la pugna en el mar se inclinó a favor de Carlos ya que pasa a sus filas el almirante genovés Andrea Doria. La paz de las Damas (1529) confirmó el tratado de Madrid, y el mantenimiento del Milanesado (cedido a Francesco II Sforza hasta su muerte en 1535) afianza la supremacía de Carlos en Italia. En 1530 acabaron con la República de Florencia y restablecieron a los Medici (como Fernando el católico 18 años antes). Clemente VII oficializó en la catedral de bolonia la solemne coronación imperial de Carlos en 1530.

En 1529, la interdependencia entre los frentes italiano y balcánico, revelaba la sintonía entre  Francisco I y los otomanos, que se en el primer ataque turco a Viena (nuevamente hubo de ser defendida tres años más tarde). En el mediterráneo occidental la principal amenaza iban ser los berberiscos, pero fue de gran ayuda las galeras genovesas. En 1535 se conquista Túnez, cuyo éxito se aprovechó para una campaña de prestigio, pero pronto cambiarían las tornas. El ataque francés a Piamonte (1536) inició una guerra, en la que Francia expulsó a Carlos III de Saboya (aliado del emperador) de su estados, viéndose obligado el emperador a firmar la tregua de Niza (1538) para enfrentarse a los turcos. En 1538 fracasó ante "La Préveza" la santa Liga (Carlos V, el Papa y Venecia) contra los turcos (comandados por Jereddin Barbarroja) y en 1541 lo hizo también la expedición naval contra Argel (centro principal del corso berberisco en manos de Barbarroja). desde aquellos años la política se orienta hacia la defensa, creando en España e Italia fortificaciones y defensa y primándolas sobre galeras. La emergencia de otros problemas impide dar una solución y sin llegar a acuerdos con Solimán el resultado es la pérdida de Tripoli (1551) con un retroceso Mediterráneo.

Lucha contra los turcos de Solimán el magnífico

Con los protestantes el enfrentamiento fue tardío. Antes trataron de resolverse los problemas en reuniones de la Dieta (coincidentes casi siempre con los momentos de distensión en los otros frentes). La primera Dieta fue la de Worms (1522) a la que Lutero acudió con salvaguardia imperial y que acabó sin acuerdo y con la prescripción de luero de su doctrina. La ausencia del emperador y la emergencia de otros frentes ayudó a la expansión del protestantismo. La victoria sobre Francisco I hizo pensar en una solución, pero la dieta de Spira (1526), mostró la dificultad de resolver las divergencias. Cuestiones prácticas, como las desamortizaciones ya realizadas, añadían dificultad a los desacuerdos doctrinales.

En otro momento de paz con Francia (1529) se celebra la segunda dieta de Spira, en la que 5 príncipes y 14 ciudades reformista presentaron un manifiesto  de cuya expresión "Protestemos ante Dios..." procede su nombre. La Dieta de Ausburgo (1530) fue la que más cerca estuvo de conseguir acuerdo: por miedo de los reformadores ante divergencias internas; presencia del recién coronado emperador; peligro turco en la frontera austriaca y actitud conciliadora del portavoz protestante Philipp Melanchton o el eramista Juan de Valdés (vinculado al emperador). A pesar de la falta de acuerdos (oposición de teólogos anti luteranos alemanes como Johann Maier von Ëck, Cocleo) tuvo una consecuencia importante: la Confesión Augustana elaborada por Melanchton (uno de los textos básicos del luteranismo). Fracasado el entendimiento y sin que el papa se decidiera a convocar un concilio (temeroso de los resultados) ambos sectores reafirmaron sus posturas. La situación se va deslizando hacia las armas pese a intentos conciliadores en 1540-41 (Hagenau, Worms, Regenburg), que fracasaron por cuestiones de jerarquías eclesiásticas o la autoridad del papa (no doctrinales).

Carlos V y Martín Lutero

Príncipes y ciudades reformados constituyen una alianza militar defensiva (la Liga Smalkalda, 1531) promovida por Felipe de Hesse y el duque elector de Sajonia. Francisco I desempeñaría un papel decisivo en la consolidación del protestantismo en Alemania. En 1534 con la ayuda francesa reconquistan el ducado de Württenberg; luego la invasión de brunswick o la toma de Westfalia. El protestantismo se extendía por medios militares o pacíficos. En 1543 se produce la conversión del obispo-elector de Colonia y 3 años más tarde, el elector de Palatinado. Se produce así una situación grave, ya que 4  de los 7 votos electorales para elegir emperador (Sajonia, Branderburgo, Colonia Y Palatinado) eran reformistas.

En la nueva guerra hispano-francesa en 1542, el emperador cuenta con Enrique VIII. En 1544 los ingleses se apoderan de Boulogne y los españoles tras recuperar Luxemburgo, avanzaron hasta Château-Thierry, cerca de París. El Tratado de Crépy (1544) era una tregua por agotamiento entre Carlos y Francisco. Al año siguiente, en el que el papa Paulo III anuncia el inicio del Concilio de Trento, el emperador acordó una tregua con Solimán el Magnífico. Era el momento de ocuparse de la Guerra de Smalkalda (1545-1547), favorable al ejército de Carlos V. La batalla decisiva fue Mülhberg (24/04/1547) en la que las tropas al mando del duque de Alba y con presencia del emperador infligieron una severa derrota a los enemigos, pero sin cambios sustanciales. El papa interrumpió el concilio en 1548 y el emperador adoptó dicho año el llamado Interim de Ausburgo (solución provisional a falta de decretos conciliares) que contó con teólogos protestantes (Johann Agricola). Se acordó una reforma disciplinar del clero y evitar alterar la situación creada por las desamortizaciones, pero no consiguió la aceptación de la mayoría de protestantes (en muchos lugares se aplica por la fuerza).

Carlos V en la batalla de Mühlberg pintado por Tiziano

Tras el triunfo militar del emperador, algunos teólogos protestantes asistieron a la segunda sesión del Concilio (1551-52, sin embargo, el éxito de Carlos hizo reaccionar a sus enemigos. En 1551 Solimán volvió a atacar Hungría y Transilvania, y Francia reabrió la guerra en italia. En Alemania, Mauricio (duque de Sajonia no electoral) cambió de bando durante el sitio de Magdeburgo (contra el emperador). con la colaboración de Enrique II (nuevo rey de Francia), las tropas protestantes avanzaron y entregan a su aliados franceses por el Tratado de Chambord. Meltz, Toul y Verdun. El emperador huye de Innsbruck y se refugia en Austria en 1552 y tras un último intento de recuperar Metz, fracasa y le lleva a la decisión de abdicar. En crisis el final de su reinado, delega en su hermano Fernando la negociación con los protestantes. La paz de Ausburgo (1555) reconoce la incapacidad de los bandos para imponerse,estableciendo como solución la oficialización del luteranismo y se institucionaliza la intolerancia religiosa. Los habitantes de los estados territoriales (ducados, condados, marquesados) estaban obligados a compartir la fe de su señor (principio cuius reguio cius religio), o en caso contrario debían emigrar.

paz de Ausburgo (1555)

La paz creaba problemas migratorios y se olvidaba de confesiones protestantes distintas al luteranismo. Desde mediados del siglo XVI en Alemania se dibujaba un norte protestante y un sur católico. No desaparecieron las tensiones que acabarían provocando la Guerra de los Treinta Años. la conversión del obispo elector de Colonia en 1583 dio lugar a una guerra de cinco años con intervención a favor de las Provincias Unidas y el Palatinado y en contra, españa y Baviera (asentado finalmente en el obispado al hermano del duque bávaro). Carlos V no llegó a conocer la paz con Francia, y en 1553, los franceses ocupaban Córcega con la ayuda de los berberiscos. Los españoles y el duque de Florencia sitian Siena, capital de la pequeña república de Florencia (el año anterior, apoyada por Francia expulsa una guarnición imperial), conquistada en 1555. La tregua de Vaucelles (1556) supuso una interrupción temporal. Cansado y frustrado en varios proyectos, el emperador se retira al monasterio de Yuste y abdica. En las abdicaciones de Bruselas (1555-56) separó en dos su herencia. Habsburgo y el Imperio para su hermano Fernando; y por otro lado la herencia española, italiana y flamenco.borgoñona. Para reforzar a su hijo en el norte de Europa, en 1554 impulsa el matrimonio del futuro Felipe II con la reina de Inglaterra, María Tudor (muerta 1558).

La monarquía de España bajo Felipe II. Identidad y proyección católica

La Contrarreforma favoreció la identificación de la Monarquía con la defensa del catolicismo. Felipe II podía erigirse como el soberano católico por excelencia. Se consideraba ungido por Dios para la defensa del catolicismo. El catolicismo como ideología básica de la Monarquía tiene un valor de cohesión ( el rey y el catolicismo son grandes elementos de unión compartido por todos los territorios). Fue una vida difícil para las minorías religiosas, ya que para la represión de herejes existía la Inquisición. Caso especial eran los moriscos que al estar en comunidades aisladas y cohesionadas, facilitaba su control. En Valencia eran campesinos en su mayoría, y fuera de ella, su principal reducto era Granada. Los moriscos se resistieron a la conversión pese a las campañas (casi siempre fallidas). Entre 1568-71, los granadinos protagonizaron una sublevación en las Alpujarras, tras cuyo aplastamiento Felipe II decidió repartirlos por toda Castilla y repoblar con cristianos viejos. En 1580 Sevilla se subleva y corren voces de que colaboran con los enemigos de la otra orilla del Mediterráneo.

Felipe II

Felipe II creó la burocratización del oficio real. Fue un monarca sedentario que completó la organización institucional aprovechando la estructura legada. Lor órganos de gobierno se establecen en dos niveles: la Corte Central y las Cortes de los Virreyes o gobernadores. En la Corte Central creó los últimos consejos que completarían su sistema polisinodial. Había tres tipos de consejos: Estado (con atribuciones sobre toda la corona), Territoriales (gobierno de un territorios área) y los Consejos por Materias (especificidad de las cuestiones pero no extendía su jurisdicción a toda la Monarquía). se establecieron Consejos territoriales en Castilla, Aragón (1494), Indias (1524), Italia (1559), Portugal (1528) y Flandes (1558). Sus componentes eran letrados en la cúspide de la administración, que dirigían el gobierno y administración

Los consejos por materias se dividían con una jurisdicción en varios reinos y los que únicamente afectaban a Castilla. Del primero: la Inquisición (1483-88), Cruzada (1509) y Guerra, y los específicos de Castilla: Órdenes (1495), Cámara de Castilla (1518-23) y el de Hacienda (1523). en las cortes periféricas, Felipe II desarrolló la figura de representante personal del rey (virreyes y gobernadores). El sistema polisinodial tenía defectos como, la falta de coordinación, lentitud, y competencias, que se tratan de resolver creando juntas (se ocupaban de una manera específica). La mayoría son efímeras salvo la Junta de Obras y Bosques (1545), aunque eran inferiores a los consejos, y en 1586 se crea la Junta de Noche cuya misión era ayudar al rey en tareas de gobierno.

Felipe II reanudó el pacto tácito con las cortes (firmado por su padre) en 1577, con el nuevo encabezamiento general de alcabalas. Al final de su reinado, hubo un nuevo acuerdo por el que se crea un cuantioso servicio (llamado de millones) que sería la base de la fiscalidad castellana durante el siglo XVII. Esto dio lugar a la aparición de una hacienda paralela a la del rey (beneficios para las oligarquías urbanas). una de las peculiaridades de Castilla fue que el poder de negociación con la Corona nunca pasó a las Cortes, permaneciendo en las ciudades con derechoa enviar procuradores. Ello impediría la evolución institucional de ésta, convirtiendo a Castilla en un agregado de ciudades. La castellanización de la Monarquía fue en detrimento de la integración de las élites políticas del resto,agravando la tensión centro-periferia. En los Países Bajos se chocó con privilegios y leyes autónomas al igual que en Aragón (1591), y esto se intensificaría en el siglo siguiente.

La rebelión de los Países Bajos

Francia había conseguido la alianza del papa Paulo IV, y el duque de Ferrara para invadir Nápoles, frenado por el ataque del duque de Alba a los territorios pontificios (septiembre de 1556). En el 1557 Alba aniquiló al ejército francés del duque de Guisa y obligó  al Papa a la Paz (Como en 1554, una expedición desde los Países Bajos hacia París decidió la guerra). El 8 de agosto de 1557, día de San Lorenzo, el ejército hispano dirigido por Manuel Filiberto de Saboya derrotó al francés en la Batalla de San Quintín ( en conmemoración se construye el Escorial). El año siguiente la guerra languidece con la toma de Calais por Francia y la derrota de Enrique II en Gravelinas: en 1559 se produce la Paz de Cateau-Cambrésis por agotamiento de contendientes (tratado de paz más importante de siglo XVI). la muerte accidental de Enrique II y el inicio de las Guerras de Religión dejarían a Francia el resto del siglo alejada. Se consagra el fin de las guerras de Italia y la hegemonía española en Europa. Los territorios conquistados por Francia pasaban a  su antiguos dueños: Saboya y Piamonte (duque Manuel Filiberto, aliado de Felipe II). Otros aliados españoles también fueron recompensados como Octavio Farnese (ducado de Parma y Piacenza), el duque de Mantua (marquesado de Monferrato), o Cosme I de Médici (Siena), y aunque Italia seguía amenazada por turcos y berberiscos, entraba en una fase de tranquilidad.

En 1559 al dominio de Italia y la neutralización de Francia se añadía el fin de las luchas protestantes (que habían desgastado a su padre), y al heredar el título imperial, Alemania le afectaba indirectamente. Ahora los únicos enemigos eran los turcos y berberiscos, que habían vivido tranquilos desde la expedición de Carlos a Argel (1541) y que impuso a partir de ahí una política defensiva. A partir de 1559 se reactivó el frente mediterráneo, y después de fracaso como Tremecén (1558) o Djerba (1560), las cosas cambiaron, con las defensas de Orán y Mazalquivir, atacadas por el almirante otomano Dragut (1563), la recuperación del peñón de Vélez de la Gomera (1564) y sobre todo, la defensa de Malta frente a los turcos (1565). Como en los años 30,se organizó una liga contra los otomanos en el que destacó el papa Pío V (España, Venecia y Génova) que lucharía contra los infieles en la Batalla de Lepanto (1571). El vencedor de la batalla (don Juan de Austria) recuperó Túnez (1573). Pese a Lepanto, los turcos mantienen el control del Mediterráneo oriental, aunque España había reforzado su presencia en la parte occidental. Pero las necesidades de Felipe (por los Países Bajos) y de Selim II (por ataques persas) hacen firmar una tregua (1577). Esta tregua suponía la superación de los tres frente de tiempos de Carlos, y dando inicio en Italia a la Pax Hispánica (hasta entrado el siglo XVII).

Batalla de Lepanto (1571)

El Concilio de Trento finaliza en 1563 y la consolidación e ideologización de posturas llevan Felipe a convertirse en campeón del catolicismo. La religión fue una de las causas principales de nuevos conflictos que marcarían su reinado con enfrentamientos con súbditos protestante en los Países Bajos, con Inglaterra por competencia con Indias. Flandes fue un cáncer que agotó las fuerzas de España, con 17 provincias porco unificadas (Flandes era una provincia). Desde Carlos V planteaban problemas para establecer organismo de gobierno sobre el conjunto (y se agravarían al volver Felipe a España en 1559).

Se generaron muchos descontentos con nobleza marginada del gobierno,economía debilitada por el último periodo de guerra con Francia, y poseedores del rentem (título de deuda) afectados por la reducción de intereses (bancarrota a finales de 1550). En 1559 la reorganización eclesiástica del papa (afectaba a su derechos de representación) y acrecentó el malestar. En 1566 se produjo una revuelta y la represión provocó consolidar el nacionalismo y adscripción religiosa (aunque consiguieron reducir la zona rebelde al norte). En 1567 el duque de Alba logra importantes victorias frente a los rebeldes encabezados por Guillermo de Orange. La acción militar es acompañada de represión con la creación del Tribunal de los Tumultos (dicta condenas a los condes Egmont y Horn, decapitados en la plaza mayor de Bruselas en 1568). La falta de dinero, el frente mediterráneo o la revuelta de los moriscos granadinos (1568-1571) frenaron la posibilidad de acabar con la rebelión. En 1572 una nueva revuelta apoyada por quex (marinos), hacen que el 1 de abril se apoderasen del puerto de Brielle y la insurrección se extendió desde la ciudad de Flesinga a las provincias del Norte (suprimiendo el culto católico).

El fracaso de la política militar dura llevó a la destitución de Alba (por Don Luis de Requesens 1573-76). Las dificultades del territorio y la existencia de fortificaciones modernas facilitan la táctica defensiva, con lo que los rebeldes no se enfrentan en campo abierto al enemigo (desgaste y largos sitios). La falta de dinero para pagar tropas y la bancarrota de 1575 (2º del reinado) explica los motines de 1576 y el duro saqueo de Maberes en noviembre de 1576. Días después llegan a un acuerdo (pacificación de Gante) que pedía la marcha de tropas y encomendaba a los Estados Generales la solución de los problemas religiosos.

Juan de Austria (sucesor de Reqesens) acepta condiciones y ordena la salida de tercios con el edicto Perpetuo en febrero de 1577. El poder se debilitó y Juan abandonó bruselas en manos de los Orange, y los Estados Generales ofrecen el cargo de gobernador general al archiduque Matías. Se decide, por orden de Felipe II, el regreso de las tropas que permite a Don Juan retomar la iniciativa con la victoria de Gembloux (1578) frente a los Estados Generales (lo que supuso la obediencia de buena parte de los territorios del sur). La falta de dinero, y apoyos de exteriores de los rebeldes impiden su mayor avance, muriendo en noviembre de 1578 en el sitio de Namur. en enero de 1579 las provincias católicas del sur formaban la Unión de Arras y los calvinistas la Unión de Utrecht (primer paso hacia la divisón de los Países Bajos- acto de abjuración 1581- en el que las provincias calvinistas rompen con Felipe II).

Antes de esto un problema deja en segundo plano a Flandes: la muerte en la batalla de Mazalquivir (1578) del rey de Portugal, don Sebastián. hereda su tío el anciano cardenal don Enrique y al morir en en 1580, Felipe II vinculado a la familia Avis conquistó Portugal frente a la débil oposición del prior de Crato. Las Cortes De Tomar (1581) fijan la integración de Portugal a España, y dos años después el marqués de Santa Cruz conquista las Azores (último reducto de los partidarios del prior, apoyados por Francia). La incorporación de Portugal (imperio en América, África y asia) convierte a Felipe en primer soberano del mundo ("en sus dominios no se ponía el sol"), y se acuña una medalla con la inscripción. non suffict orbis.


Los años 80 del siglo XVI se iniciaban muy favorables a Felipe, obteniendo importantes triunfos en los Países Bajos con el nuevo Capitán General, Alejandro Farnesio (que sustituye a Don Juan). Se le atribuye la reconquista de Brujas, Gante, Bruselas y Amberes (1585) juntos con el avance en el norte en Eindhoven, Breda, Oudenarde, Steenwijk, Zupthen o Nimega. Esto provocó que Isabel I de Inglaterra entrara abiertamente en el conflicto (antes apoyaba a los rebeldes). sin embargo, nada cambió, y las tropas españolas siguieran avanzando hacia Venio, Grave, Deveneter y Güeldres. El daño mayor vino de la decisión de Felipe de organizar una enorme armada para desembarcar en Inglaterra tropas de Flandes que frenó la acción reconquistadora de Alejandro Farnesio.

Durante más de 3 décadas, Felipe mantiene buena relación con Inglaterra con una alianza antifrancesa, años como rey de Inglaterra, garantizando comunicaciones con los Países Bajos o con vinculación económica angloflamenca. Pero el apoyo de Isabel a los protestantes, junto a los ataques ingleses contra el monopolio mercantil en las Indias llevaron al enfrentamiento abierto partir de 1585. Por el tratado de Nonsuch Isabel envía tropas a los Países Bajos y en respuesta al embargo de España sobre barcos ingleses, Francis Drake atacó Vigo y, en américa, santo Domingo y Cartagena. La ejecución de María Estuardo precipitó el ataque, pero la Gran Armada (1588), con 130 barcos no consiguió su objetivo. Aunque las pérdidas navales no tuvieron repercusión naval para España, los ingleses la utilizaron como propaganda y la denominaron sarcásticamente "Invencible". La guerra marítima hispano-inglesa continuó hasta la desaparición de Felipe e Isabel con el saqueo de Cádiz (1596), y nuevos intentos de invadir Inglaterra  (el último en 1597 mandada por Martín de Padilla). Desde 1589 la guerra de Flandes se ve influida por la intervención de Felipe en la última de las guerras de religión en Francia (los rebeldes recuperan posiciones en 1591), pero la muerte en 1592 de Alejandro Farnesio puso fin a las posibilidades de acabar con la rebelión.

Grabado de Isabel I nombrando corsario a Francis Drake.

En enero de 1595, el nuevo rey francés, Enrique IV, declaró la guerra a Felipe II, librada íntegramente en Francia. Felipe en su reinado final se enfrenta simultáneamente a rebeldes en los Países Bajos, Inglaterra y Francia (los dos primeros por la religión y el tercero porque comienza a recuperar su posición internacional).

En 1596 los tres firman una alianza contra España, y de todos los frentes abiertos solo se consiguió cerrar el francés (paz de Vevins 1598) por agotamiento de ambos reinos y la bancarrota de 1596. En los Países Bajos creó una soberanía específica en manos de su hija Isabel Clara Eugenia y su esposo, el archiduque Alberto (con cierta dependencia de España y la condición de que volvería a la soberanía española si no tenían hijos). En conjunto la situación final del reinado era peor que la Paz de Cateau-Cambrésis. No retrocedía posiciones pero la hegemonía española se veía ahora más comprometida.

El agotamiento de Castilla

Castilla soportaba un peso excesivo en el sostenimiento de la política de la Monarquía. El aumento de ejército e impuestos para financiar empresas exteriores (aunque tendría como resultado la ocupación castellana de altos cargos políticos), contribuyó al agotamiento de energías humanas y materiales. La gente que pagaba los impuestos (pecheros), sufrieron una fuerte presión fiscal. Para financiar su política, Felipe II vendió tierras baldías, pueblos, jurisdicciones, títulos, oficios, incautaciones de remesas de Indias, pero ni ellos ni la cantidad de recursos llegados de América fueron suficientes. La solución fue el recurso al crédito. Al abdicar Carlos V había una situación de déficit crónico o deuda a corto plazo que obligó a la bancarrota en 1557, 1575 y 1596. Los ingresos hacendísticos de Castilla crecieron a lo largo del siglo más deprisa que en otros países, y dicho incremento facilitó la capacidad de endeudamiento, gracias a los metales del exterior.

Los tesoros de las Indias aumentaron en tiempos de Felipe II, llegando a suponer a finales del siglo más del 20% de los ingresos de la corona. Pero la mayor parte de estos eran impuestos que también se incrementaron de forma considerable. Mientras los ingresos crecieron un 340% (1559-98), la deuda consolidada aumentó en un 600% (gran crisis financiera): al final de siglo, con una Hacienda que ingresaba al año 10-12 millones de ducados, la deuda superaba los 100. Se entiende el descontento y las críticas, y las Cortes (1592-1598) plantearon cambiar la situación. Las malas cosechas y la gran epidemia de peste finisecular agudizó las críticas a esta especie de guerra contra todos.

Fechas de Interés

  • 1500: batalla de Novara. luis XII desaloja de milán a Ludovico Sforza. Pacto de Granada entre Luis XII y Fernando el católico.
  • 1501: Francia y España conquistan Nápoles
  • 1503: batalla de Seminara, Ceriñola y Garigliano con victorias españolas a cargo de Gonzalo Fernández de Córdoba
  • 1504: muere Isabel la Católica
  • 1504: tratado de Lyon. Fin de la segunda guerra de Nápoles. Luis XII reconoce a Fernando de Aragón como rey de Nápoles
  • 1505: tratado de Blios entre Fernando el Católico y Francia: cese de hostilidades y matrimonio de Fernando con Germana de Foix.
  • 1511: Liga Santa (España, Venecia, Suiza, los Estados pontificios y los Sforza) contra Francia
  • 1516: Tratado De Noyon entre Francisco I y Carlos I. Paz Perpetua,acuerdo entre los cantones suizos y Francia
  • 1517: Tratado de Cambrai, Reparto de Italia entre Francisco I, Carlos de España y Maximiliano.
  • 1520:Comunidades de Castilla
  • 1525: batalla de Pavia. Derrota de los franceses por Carlos V
  • 1527: Saqueo de Roma por las tropas de Carlos V
  • 1529: Paz de Cambrai o Paz de La Damas entre Francisco I y Carlos V.
  • 1535: conquista de Túnez por Carlos V
  • 1547: derrota de la Liga de Smalkalda por Carlos V en la Batalla de Mühlberg
  • 1556. abdicación de Carlos V
  • 1557. batalla de San Quintín
  • 1571: Batalla de Lepanto
  • 1581: Felipe II rey de Portugal. Declaración de independencia de las Provincias Unidas
  • 1598: paz de Vervins (entre Felipe II y Enrique Iv de Francia)

SINFONÍA DE UN DÍA CUALQUIERA

El vino la había conducido a ese recuerdo. Marian estaba realmente amargada aquella noche. Procuraba pensar en algunos de los momentos felices de su vida, y lo cierto es que a lo largo de sus veintidós años había vivido situaciones muy intensas, tanto buenas como malas.

Pero lo ocurrido aquella noche de invierno la había marcado fuertemente.

Había esperado durante horas y nadie había aparecido tras la puerta. Desesperada, había cogido dos botellas de vino de reserva y, tumbada en el sillón, pegaba largos tragos, haciendo intentos por obtener un estado de plena ebriedad, o lo que es lo mismo, haciendo esfuerzos por evadirse de las dolorosas circunstancias. No quería pensar en él bajo ningún concepto, lo intentaba de continuo, pero en todos sus recuerdos- en los buenos sobre todo- abundaba su presencia.

No lograba comprenderlo: le había dicho que la quería, lo había demostrado con hechos. Pero no ese día. Habían estado siempre juntos, desde que Marian tenía quince años. Después, sus vidas habían tomado caminos distintos, y solo se veían ocasionalmente. Aunque ella nunca había dejado de quererle: era lo que más amaba en el mundo, desde que lo conocía, y estaba segura de que sus sentimientos eran recíprocos. Seguramente le perdonaría ese desentendimiento por su parte, pero tiempo después. Tenía que hablar con él de algo muy importante, pero la falta de asistencia a la cita sin previo aviso le mostraba a la par un interés insuficiente. Marian presentía que no se trataba de desinterés, pero no sabía que creer.

Pensando y dándole vueltas no lograba encontrar un recuerdo positivo en el que él apareciera. Mientras indagaba en su recuerdo para hallarlo, llamaron al timbre de su apartamento. Marian se sintió ridículamente esperanzada en ese momento. Abrió entonces la puerta y vio tras ella a su amigo Jorge. Su piel y ojos oscuros hacían pensar a todo el mundo su antepasado indígena, y, efectivamente, sus padres eran mejicanos, aunque habían emigrado a estados Unidos antes de su nacimiento. Conservaba un leve acento y el nombre de su padre como marca de su país, y también los rasgos físicos. Aunque su forma de vestir y de pensar en muchos aspectos tenían carácter americano.

-ah, eres tú- saludó Marian con decepción y tono de enfado, entonación con la que hablaba casi siempre.

- si, ¿Qué tal andas?- preguntó Jorge animado, como solía estar normalmente.

- no sé si te habrás dado cuenta, pero estás en la puerta de mi casa y son las tres de la madrugada- el sarcasmo era otra de sus formas de expresión favoritas.

- te estaba llamando pero como no contestaba nadie he decidido venir a hacerte una visita.

-si no tienes nada importante que decirme, ya te puedes ir largando por donde has venido.

- ¡he venido desde mi casa a verte porque estaba preocupado por ti! ¡Pensé que te había pasado algo…
Jorge notó en Marian nerviosismo, algo inusual en ella. Después se dio cuenta de que le estaba taponando la entrada de su casa con su presencia; estaba allí parada, y no sólo le impedía el paso, también le dificultaba una simple ojeada a su apartamento.

Alzó la vista para ver qué ocurría allí dentro que él no era apto de presenciar.

Finalmente dijo.

-Marian, ¿Qué intentas ocultarme?

-¡nada!

-Pues déjame ver quién hay en tu casa.

- La pregunta no es quién, sino qué- contestó con cinismo, otra de sus principales características. Siempre decía la verdad, siempre acompañada de un descaro increíble.

- está bien, ¿Qué es lo que hay en tu apartamento?- preguntó Jorge, ya algo confuso.

- te estoy echando de mi casa, ¿entiendes eso o es que tu materia gris decrece a medida que cumples años?

Antes de que Marian diera un portazo, Jorge consiguió atrancar la puerta con el pie, y la empujó, consiguiendo así entrar en su casa y ver por fin lo que estaba sucediendo allí dentro.

-¡no entres!- le advirtió Marian, aunque ya era demasiado tarde.

Jorge ya había entrado en la casa de su amiga. Se asombró al comprobar su estado: muebles rotos hechos trizas, libros, fotografías y discos esparcidos por el suelo, bebidas alcohólicas desparramadas a lo largo de la tarima flotante… Todo aquello eran señales reconocibles y casi inequívocas de un ataque de histeria.

- ¿Qué te ha pasado, Marian? ¿todo esto lo has hecho tú solita?

- Efectivamente

- No creía que el alcohol diera tantas energías. ¡Tienes la mismísima fuerza de Sansón!- exageró Jorge.

- ¿estás satisfecho por haberlo visto? Si es así, ya puedes irte. Necesito estar sola.

- No quiero dejarte aquí junto a todos estos escombros-observó todo su alrededor- ¿Qué pretendías, redecorar tu casa?

- No estoy de humor. Sólo te permito que te quedes conmigo si me ayudas a limpiar este estropicio- agregó Marian cansada de escuchar a Jorge, cuyas bromas no le producían risa en aquel instante.

- ¡Pero si tienes una señora de la limpieza!

- Quizás sonría si te veo a ti desempeñar su insignificante trabajo.

Jorge decidió irse de la casa de su amiga; si la antipatía de Marian era abundante cada día desde que la conocía, supo que precisamente esa noche había incrementado notablemente debido a algún hecho desconocido para él. Se fue de allí sin decir adiós, tan preocupado como enfadado.

Marian se quedó de nuevo en su casa, tan abochornada como antes, e incluso más. Casi le daba lo mismo que Jorge se hubiese molestado en desplazarse desde tan lejos para preguntarle en persona lo que la pasaba, porque no solía agradecer a nadie lo que hacían por ella, ni tampoco “sentirse mal” por “hacer sentir mal”. La culpabilidad en estos casos se veía remplazad por más rabia.

La rabia recién intensificada, le hizo tomar más vino, lo que le llevó a golpear los muebles que aun quedaban en pie con una silla en mal estado, consiguiendo tan solo arañarlos. Decidió coger una guitarra y romperla junto a los pesados muebles que atizaba con ira y fuerza. Sin embargo, podía asegurar que nadie más que Jorge se había percatado del escándalo.

El piso de Marian estaba insonorizado, fuera del alcance de todo ruido externo. La mayoría de sus vecinos no se encontraban casi nunca en sus casas, solo las utilizaban como viviendas vacacionales. Pero aun así, había insonorizado el piso por precaución. Lo que pretendía ella con esa instalación era evitar interrupciones cuando trabajaba. Le gustaba sentirse completamente aislada de todo lo que la rodeaba, y no admitía interrupciones de ningún tipo. No quería tampoco que nadie escuchara su música antes de publicarla, e inventaba todo tipo de artimañas con la finalidad de que nadie escuchara ni una sola nota antes de terminar cualquiera de sus obras, hasta las que ella misma consideraba “menos buenas” y nunca salían a la luz. Por eso, por sus ocasionales ataques de histeria y por las discusiones casi habituales que se producían en su apartamento lo había insonorizado.

Estaba segura de que a pesar de haber destruido su hogar, nadie se había percatado de ello quitando a Jorge. No había nadie en el edificio, y Jorge no llamaría a la policía aunque estuviese enfadado con ella, así que ahora se encontraba fuera de peligro y con un montón de basura acorralándola. Era consciente de que salir a tomar el aire, ir a dar un paseo o hacer ejercicio en momentos de irritación o estrés era menos nocivo que destruir su casa y tener que pagar después todos los daños causados por sí misma, pero no podía evitar sentirse mal y hacer esa locura.

Aunque lo cierto es que podía permitírselo.

Marian nunca había llegado a ser una música de mucho prestigio, pero ella era consciente de que en su interior había una rareza semejante a un don, habitaba un genio, una bestia en potencia que aun pocas bésese había exteriorizado.

El dinero que había conseguido gracias a su carrera musical no era una suma pequeña, pero no había logrado atesorar millones a través de su pasión. Su éxito fue demasiado pasajero, le sirvió para embolsarse quizás algo más de un millón de dólares, que es una buena cifra para el poco tiempo que trabajó en cámaras y teatros.

En su momento fue contratada para participar en conciertos importantes, e incluso en una ocasión la dejaron destacarse con un increíble solo de violín delante de cientos de personas.

Pero el problema no era ese.

No muchos profesionales habían admitido su vena artística, no muchos habían considerado que saber tocar un instrumento a la perfección en apenas una semana de práctica era un don, sin más objeciones. Y esa falta de reconocimiento solía ocurrir por el escepticismo que mostraba gran número de profesionales frente a la verdad de unos hechos difíciles de creer.

Marian pensaba en todo esto en ese instante, después de haber conseguido llegar costosamente a su habitación. Consiguió recrear en su cabeza otro buen momento de su vida, quizá uno de los más gratificantes de cuantos podía recordar. Trataba de guardarlo en su memoria con la máxima frescura, para conservarlo sin deterioros durante el mayor tiempo posible. También ubicaba este recuerdo a sus quince años.

Estaba en el conservatorio. Ya había tomado dos clases de piano los días previos a ese. Aun así, el profesor que la enseñaba, rígido, estirado y severo, un tal Brian Huston, mostraba perplejidad ante los avances de su nueva alumna. No había visto nunca nada tan asombrosos. ¿Cómo podía esa joven que según ella era la tercera clase de piano que tomaba en la vida, tocar como un pianista con todos los estudios terminados?

Evidentemente, Brian no creía que esa chica hubiera comenzado a tocar hacía tan solo dos días, eso era imposible y no tenía ningún sentido, lo tenía muy claro. Era de sentido común, y especialmente a él le resultaba irrestiblemente cierto.

Es que incluso aunque hubiese comenzado a tocar desde una edad temprana, desde la niñez, como la mayoría de las personas que se dedicaban al piano, no podría tocarlo tan bien. Tantos años en la profesión le impedían opinar otra cosa.

Lo que tocaba Marian era música francamente profunda, combinaba grandes dosis de sentimiento y personalidad. Por supuesto lo que le enseñaba él le venía pequeño, le resultaba innecesario, puesto que al parecer ya lo sabía todo. Aunque lo que sí que trataba de explicarle el profesor más a fondo (y en ello se emplearían más a fondo los días posteriores) era la escritura de la música. La muchacha escuchaba una melodía y la imitaba a la perfección, pero sin embargo una partitura le resultaba ininteligible. Esto extrañó mucho al profesor, que no podía comprender cómo Marian, habiendo cursado previamente clases de piano avanzadas, según sus suposiciones, no sabía leer las notas, de hecho, no conocía las nociones básicas de solfeo.

Las incoherencias que se planteaba Brain rondaban por su cerebro de tal forma que acabó sintiéndose rabioso y confuso. Decidió comentarlas con su eficiente alumna.

-Hagamos un descanso, señorita Turner.

Marian obedeció de inmediato. Por aquél entonces, sentía un enorme respeto por sus mayores, especialmente hacia sus profesores. Esta cualidad de su personalidad se había visto modificada a lo largo de los años de forma drástica, Marian hablaba faltando al respeto a casi todo el mundo.

-Bien, quería comentarle, o mejor dicho, que me comentase usted, algunas de las conductas contradictorias que he estado observando en su aprendizaje- dijo el profesor, con pretenciosa educación.

-Pregunte, por favor

-No es posible que usted haya recibido clases a lo largo de varios años, y que sin embargo no sepa leer ni una sola nota de mis partituras, que creo que están claramente escritas, ausentes de error.

-Profesor, cada vez que hace alusión a los estudios que no tengo, y que usted da por hecho que si tengo, no me queda otro remedio que renegarlo y decirle que yo nunca antes en mi vida he tomado clases. Esa es la verdad, no le miento.

-Señorita Turner, no puedo creerla. Puede que no haya ido a ninguna escuela, pero no me niegue que algún familiar suyo con estudios musicales no le ha impartido clases de piano- argumentó el profesor, un tanto enojado.

-No señor, le repito que no. Tiene la prueba en que soy huérfana de padre y madre desde hace seis años. Nunca me enseñaron a tocar, tenían trabajos muy humildes. Mi padre adoptivo no tiene ningún estudio musical, por lo tanto tampoco me ha podido enseñar nada. Lo que ocurre es que tengo un oído desarrollado para el arte de la música, creo que todos mis sentidos llegan al éxtasis cuando toco el piano y…

-¡Basta!-saltó el profesor, cansado de sus extrañas explicaciones- si usted lo que tiene es un don, ¡demuéstrelo! Mire, el piano es uno de los instrumentos más complicados de tocar. Pruebe con el violín, que tampoco se queda atrás- señaló un violín situado en el centro del aula-, ¡y de paso coja los instrumentos de la sala y tóquelos también! ¿O es que ese don genuino sólo funciona con el piano?

Marian tomó ese reto con gusto. Brain Huston se estaba mofando de sus capacidades, y ella lo sabía. Pero si conseguía demostrar la certeza de que con sus escasas nociones de música sabía crear composiciones hermosas a la par de complejas, y que además hasta el momento toda su música había sido improvisada, conseguiría una valoración magnífica, y la cara estupefacta del profesor.

En lo que no se había equivocado el profesor era en la manera de demostrar su don, pero la seguridad en sí misma de Marian la había evitado dudar sobre si era capaz de realizar semejante hazaña.

Por ello, cogió una guitarra y comenzó a afinarla con torpeza. Brian soltó una risotada, pero ella parecía no haberle oído, y era cierto que no le oía. Ya había entrado en su ensimismamiento.

La risa se vio frenada cuando Marian comenzó a tocar la guitarra: sabía todos los acordes, sabía combinarlos y acompasarlos, sabía tocar solos de guitarra asombrosamente hábiles y rápidos.

Aún en ese extraño estado de abstracción, fue hacia su derecha y cogió una flauta travesera que se encontraba desenfundada, e intentó tocarla como una flauta dulce, hacia el frente. Luego se dio cuenta de que debía acomodársela hacia el lado izquierdo, y enseguida supo cuáles eran los agujeros que debía taponar y cuáles de ellos dejar libres; muy pronto tocó sin desafinar ni una sola vez, también sabía acordes, hasta que después de algo más de un minuto sabía manejarse tan bien con ese instrumento precios y brillante que consiguió realizar maravillas sonoras.

Pero lo que más fascinación causó al profesor de su estupenda exhibición fue su forma de tocar el violín. Con ese instrumento desafinó con creces en un principio, pero más tarde fue superando sus incorrecciones, poco a poco, hasta que las cuerdas parecieron pronunciar la llegada del cielo y el violín parte de ella misma. Es música cada vez llegaba más lejos, se infiltraba en el alma no solo de Marian, sino también en la de Brian, consiguiendo estremecerle hasta el llanto.

Marian dejó de tocar, y como recién salida de un profundo sueño, observó que el profesor, sentado en una silla acolchada, lloraba con terrible pena, lo mismo que por la muerte de un ser querido. Él no parecía haberse alejado del estremecimiento que le inspiraba su fogosa melodía. Marian no sabía si acercarse a él y preguntarle lo que le ocurría, aunque su vacilación se vio resuelta con fugacidad.

-Turner, tú…eres, eres increíble. Desde luego no sé si mentirás o hablarás con franqueza, ¡pero es innegable que tienes un don!

Marian se separó de este recuerdo al mismo tiempo que tuvo una idea, una idea que más bien fue un acto inconsciente; se dirigió hacia el piano de su habitación, situado al lado de una ventana que transmitía unas preciosas vistas al mar fundido en la noche, y se dispuso a tocar con timidez una tecla de azar. Después, una tecla tras otra.

Acto seguido, se sentó en su taburete de madera y comenzó una canción ligera, suave, sin cambios de tono, sosegada, limpia, y como todas sus melodías, sin error alguno. Aunque tal vez fueron dos elementos los más llamativos.

El primero, nunca había compuesto algo tan sublime, jamás, esa melodía podía compararse con las creadas por los grandes genios de la música de toda la historia.

El segundo, estaba tocándola mientras dormía.

lunes, 18 de noviembre de 2024

ESTABILIZACIÓN Y DESARROLLO DE LOS GRANDES ESTADOS NACIONALES DURANTE EL SIGLO XIX

A mediados de siglo se inició en un buen número de países un proceso de reformas que transformarían los sistemas de gobierno. Las instituciones representativas se convertirían en norma y no en la excepción.

El liberalismo triunfaría en los principales estados europeos, al optar las autoridades por dirigir y controlar unos cambios, que se veían inevitables, para así alejar amenazas revolucionarias. La crisis económica de finales de la década de 1840 fue seguida por unas décadas de expansión que trajeron prosperidad y progreso a un número creciente de ciudadanos. Los cambios fueron especialmente visibles en Inglaterra, mientras el continente continuó siendo mayoritariamente agrario. 

Las décadas centrales del siglo vieron el triunfo del nacionalismo. Si en la centuria anterior la identidad local o regional tenía más fuerza que la idea de pertenecer a una “nación”, en este período el nacionalismo se convirtió en un elemento fundamental del escenario político europeo. 

Una paz relativa, con ausencia de guerras generalizadas permitió a los grandes Estados emprender reformas políticas, económicas, sociales, culturales, sin tener que exigir en exceso a sus ciudadanos, alejando así el fantasma de la revolución y el caos social.


La Inglaterra victoriana 

Los inicios de la época victoriana 

En 1837, la joven Victoria subió al trono, con solo 18 años, tras la muerte de su tío Guillermo IV. Se iniciaba un larguísimo reinado que confirmó y consolidó el papel protagonista de Gran Bretaña no sólo en el marco europeo. 

Reina Victoria

Las reformas electorales

Los whigs, que gozaban de una amplia mayoría desde la aplicación de la Ley de Reforma de 1832, fueron los grandes protagonistas de las primeras décadas del período victoriano. Tras unos inicios en los que acometieron importantes reformas, las divisiones en el seno del grupo entre los ricos aristócratas reacios a nuevos cambios (lord Melbourne) y los más progresistas (lord Brougham y lord Durham) frenaron su marcha, haciendo que su programa perdiera atractivo. Los whigs parecían incapaces de animar el comercio, solucionar el creciente desempleo o aliviar la situación de las clases populares. La hostilidad contra el gobierno creció cuando en 1839 fue rechazada la primera petición de los cartistas.

Políticos radicales, artesanos, obreros y clases medias, respaldaban la Carta del Pueblo que contenía seis reclamaciones fundamentales: sufragio universal masculino para mayores de 21 años, voto secreto, distritos electorales similares, eliminación de requisitos para ser parlamentario, un sueldo por representar el puesto y elecciones todos los años. El fracaso del movimiento cartista se debió a que reunía en su seno a grupos con objetivos demasiado variados: políticos, económicos y sociales. La vía violenta elegida por algunos de los cartistas dividió y debilitó al grupo. Sin embargo, con el paso del tiempo sus reivindicaciones, excepto las elecciones anuales, serían finalmente adoptas. 

En 1841, Gran Bretaña se enfrentaba a una difícil situación económica y cuando se celebraron elecciones el proyecto conservador, encabezado por Robert Peel, parecía más fiable a la hora de animar el comercio y la industria, y en consecuencia paliar el desempleo. Los votantes concedieron la mayoría a los tories, que empezaban a ser conocidos como Conservadores. Durante los cinco años en que estuvo al frente del gobierno, Peel promovió importantes reformas económicas y sociales, pero no pudo superar el problema en torno a las Corn Laws, que se venía arrastrando desde 1815 y que enfrentaba a proteccionistas y librecambistas. Estas leyes que mantenían alto el precio del pan perjudicaban a las clases populares cuando se producían malas cosechas, pero el movimiento Anti-Corn Laws iba más allá. Los temas que discutía incluían la libertad de comercio, la capacidad de competir de la agricultura británica, las consecuencias para trabajadores agrícolas e industriales… Tras reducir ligeramente los impuesto sobre el grano, Peel aprovechó la crisis de la patata en Irlanda (1845) para plantear la supresión de las Corn Laws.

Hambruna de Irlanda (1845)

Aunque finalmente consiguió sacar adelante el proyecto (1846), el coste político fue muy elevado. El partido conservador, debilitado por su profunda división interna en este tema, no volvió al poder hasta 1866. Al contrario, los cartistas de la Liga Anti-Corn Laws, con objetivos claros y precisos, defendidos por líderes de gran talla, pudieron hacer valer sus propuestas, lo que supuso un gran avance en la implantación del librecambismo. 

El problema irlandés

Durante el gobierno de Peel, el tema de Irlanda volvió a primer plano. Intentando repetir la represión que había culminado con la promulgación de la Ley de Emancipación de los Católicos a fines de los años veinte,O’Connell anunció en Tara el inminente final de la Ley de Unión de 1800 y la implantación de un Parlamento propio. Sin embargo, el gobierno de Peel anunció que la Unión nunca sería revocada y se enviaron tropas para sofocar cualquier rebelión. Fracasada su estrategia, O’Connell perdió protagonismo al frente del movimiento, siendo sustituido por políticos más jóvenes y violentos. Para calmar los ánimos, Peel hizo algunas concesiones a los católicos irlandeses lo que supuso la oposición de sectores protestantes de su partido. Sin embargo, el estallido de la crisis de la patata (1845) con su secuela de muertos y de emigrantes, alimentaria el odio irlandés hacia unos británicos incapaces de solucionar los problemas económicos y sociales de Irlanda.

Monumento a la Gran hambruna de Irlanda (Dublín)

Las primeras décadas del período victoriano fueron años de desarrollo económico, pero de inestabilidad política, debido a las divisiones que se produjeron en los partidos sobre los grandes temas antes citados. En el sector del partido conservador que votó con Peel la abolición de las Corn Laws, los conocidos peelitas, destacaba W.E. Gladstone, quien llegaría a convertirse en el líder de los Liberales, como empezaron a ser llamados los whigs, en cuyas filas terminaron la mayoría de los peelitas. Entre los tories proteccionistas, liderados nominalmente por lord Derby, la figura con más futuro era el joven Benjamin Disraeli. Se iniciaban unos años confusos, de predominio liberal, en los que la vitalidad del sistema contribuyó a la consolidación de las instituciones y afianzó un régimen liberal capaz de evolucionar a través de la reforma.
Unión Jack

Hacia la segunda Ley de Reforma, 1852-1867 

Muchos parlamentarios pensaron que la aprobación de la Ley de Reforma de 1832 había puesto punto y final a los avances democratizadores. Sin embargo, una combinación de circunstancias internas y externas crearon el caldo de cultivo favorable a la apertura de un debate sobre la conveniencia de nuevos cambios. 

La población masculina adulta en Inglaterra y Gales superaba los cinco millones, pero solo un millón tenían derecho a voto, y las nuevas áreas industriales atraían a muchos habitantes. Ambas circunstancias hacían necesaria una nueva extensión del derecho al voto y una nueva redistribución de los escaños. Los radicales presionaban por un sistema más democrático y se le sumaron las nuevas organizaciones de trabajadores como las New Model Unions, que lograron el reconocimiento de la prensa y de políticos de diverso signo. 

Tras un proyecto fallido, presentado por Russell y Gladstone en marzo de 1866, que aumentaba el número de votantes pero no la redistribución de escaños, la posibilidad de reforma quedo en manos del nuevo gobierno conservador. Derby y Disraeli no quisieron dejar pasar la oportunidad de consolidar el gobierno tory sacando adelante la esperada ley. Tras un complicado trámite parlamentario que obligó a los conservadores a introducir enmiendas más avanzadas de lo que hubieran deseado, en 1867 quedó aprobada la Segunda Ley de Reforma. El número de electores prácticamente se dobló, lo que hizo más difícil el control de los votos, y los políticos tuvieron que esforzarse para convencer a los votantes. Las campañas dirigidas por los partidos para llevar su programa a los electores cobraron gran importancia. La lucha electoral había cobrado un nuevo significado.

Parlamento británico

La reforma triunfaba en una Gran Bretaña que, salvo el conflicto irlandés, pasaba por un período de calma en asuntos internos. La prosperidad económica fue acompañada de una mejora en las condiciones de vida de grupos crecientes de la población, lo que también contribuyó a alejar el fantasma de la revolución. En el exterior, los sucesivos gobiernos lucharon por consolidar un Imperio librecambista, defendiendo el liberalismo, pero sin olvidar nunca la protección, por encima de todo, de los intereses británicos. En este marco general de confianza ciega en la superioridad británica, acontecimientos como el Motín de la India en 1857 sembraron las primeras dudas sobre la viabilidad del poder global de Gran Bretaña. La “joya de la Corona” del Imperio era la India. Desde la ley de 1784 el gobierno nombraba un Gobernador General que desde Calcuta adoptaba las decisiones políticas y cuyo poder aumentó sin cesar en detrimento de la Compañía de las Indias Orientales. A mediados del siglo XIX la mayor parte de la India estaba bajo control directo del gobierno británico. La anexión de Oudh (1856), lugar de procedencia de muchos cipayos, y el conflicto religioso originado por los cartuchos supuestamente contaminados con grasa de vaca y de cerdo, provocó el levantamiento de los cipayos de Meerut el 10 de mayo de 1857. El motín que se extendió por Bengala, Oudh y otras provincias con inusitada violencia y fue reprimido con igual contundencia. Como consecuencia de este choque con la realidad, los británicos se vieron obligados a frenar su política expansiva en la zona y a introducir cambios en su manera de gobernar la India, respetando la religión y las costumbres.

Benjamin Disraelí ofrece la corona de la India a la reina Victoria.
Caricatura de John Tenniel, Londres, 15 abril 1876

Las últimas décadas de la época victoriana, 1868-1901

El triunfo de los liberales en 1868 convirtió a Gladstone en primer ministro, iniciándose un período en el que los dos grandes partidos, liberal y conservador, con sus líderes Gladstone y Disraeli, se alternaron en el poder. 

Muchas de las medidas de Gladstone quisieron promover la igualdad entre los ciudadanos. Se dictaron leyes que abolieron privilegios existentes en las universidades, el ejército o la administración y se extendió la enseñanza elemental. Muchas de las reformas chocaron con los intereses de grupos influyentes que se fueron alejando de los liberales. Además, la limitada eficacia de sus iniciativas en materia social y de salud pública decepcionó a amplios sectores. Sin embargo la principal preocupación y ocupación de Gladstone fue el problema irlandés. A mediados de siglo, la situación no había mejorado y eran frecuentes las revueltas en el campo. Sin embargo, la única respuesta dada por los gobiernos británicos había sido el envío de tropas. La aparición en escena en 1867 del grupo conocido como los fenianos, protagonizando acciones violentas en suelo inglés, convenció a Gladstone de la necesidad de buscar nuevas opciones para el tema irlandés. El problema era complejo. Por una parte, las demandas irlandesas se iban radicalizando y, por otra parte, en el Parlamento británico los grupos que representaban los intereses de la Iglesia anglicana y de los terratenientes anglo-irlandeses se resistían a la aplicación de cualquier medida que debilitara suposición. El proyecto para que el anglicanismo dejase de ser la religión oficial de Irlanda encontró una gran oposición en la Cámara de los Lores y tuvo que intervenir la reina para conseguir su aprobación (1869). La primera Ley de la tierra de Irlanda, aprobada en 1870, fue una mera enumeración de principios que no resolvió el problema y, por el contrario, generó aún más malestar extendiéndose los actos de violencia, lo que llevo de nuevo al gobierno a utilizar métodos represivos. En los años siguientes la situación se deterioró con la crisis agrícola y los grupos implicados se radicalizaron. La Liga de la Tierra de Irlanda, que demandaba rentas justas, arrendamientos estables y venta libre, empezó a colaborar con el más radical movimiento político a favor de la Home Rule de Parnell. Cuando en 1881 Gladstone consiguió aprobar la Segunda Ley de la Tierra, en la que se otorgaba las demandas de la Liga de la Tierra, la reforma llegó tarde. Las presiones continuaron para lograr también la autonomía política. Obsesionado por alcanzar la paz en Irlanda, Gladstone llevó al Parlamento en dos ocasiones la autonomía. Aunque los problemas económicos y sociales se fueron solucionando, las reivindicaciones políticas irlandesas pasaron intactas al siguiente siglo. 

Disraeli había ocupado el puesto de Primer Ministro durante unos meses en 1868, pero fue en su segundo mandato, a partir de 1874, cuando puso en marcha el programa político para el partido conservador que algunos denominaron Democracia Tory o Nuevo conservadurismo. Firme defensor de las instituciones tradicionales, estaba convencido de que era necesaria una reforma social que garantizase una alianza entre las clases privilegiadas y el resto de la población. Nunca se planteó cambiar la estructura de clases, aunque sí propuso medidas para mejorar las condiciones de vida de los más desfavorecidos. Leyes sobre vivienda, salud pública, relaciones laborales y educación ocuparon los primeros años de su gobierno. La política exterior centraría la atención en los últimos años, no en vano otro de los pilares del nuevo conservadurismo era el Imperio, entendido no sólo como la defensa de unos territorios, sino también como el fortalecimiento de las relaciones con las colonias, llevando los beneficios de la “civilización británica” a otros pueblos. Los éxitos de su política dieron un nuevo brillo al imperialismo a los ojos de la población. Sin embargo, los problemas económicos y la escasa respuesta del gobierno, así como reveses en Sudáfrica y Afganistán pasaron factura a los conservadores que dejaron paso de nuevo a los liberales en 1880. Poco después moría Disraeli dejando un partido conservador unido, nacional y ligado a la Corona y al Imperio, aunque bajo su sucesor lord Salisbury abandonaría la política de reforma social. 

Imperio británico

Dejando a un lado el problema irlandés, el principal logro de los liberales en su nuevo paso por el gobierno fue la Tercera Ley de Reforma. La Ley de Prevención de Prácticas Ilegales de 1883 completó la aprobación del voto secreto de 1872, que había buscado con relativo éxito la corrupción y el soborno. La nueva ley limitó la cantidad de dinero que un partido podía gastar en cada distrito en una campaña, en función del número de votantes, y estableció normas para controlar las variadas formas que se empleaban para transportar a los votantes a los colegios electorales. Sin embargo, los mayores logros fueron la Ley de Reforma Parlamentaria de 1884 y la Redistribución de Escaños de 1885. Por la primera se extendieron los derechos electorales que ya se disfrutaban en los distritos urbanos a los distritos rurales. La segunda cambió el mapa electoral, recuperando 142 escaños de zonas poco pobladas y redistribuyéndolos en áreas de mayor densidad de población. Conservadores y liberales pactaron esta reforma, que supuso un nuevo paso adelante en el camino que llevaría de una política de minorías a la democracia de las masas. Sin embargo, aún quedaban cosas por hacer, como implantar el voto femenino o acabar con el voto plural. 

El período victoriano supuso la transformación y a la vez la estabilidad del sistema político británico. La Cámara de los Comunes fortaleció su papel central en la vida política, en detrimento de la Corona y los Lores. El laborismo, un nuevo grupo político, que en el siglo siguiente acabaría sustituyendo al partido liberal como uno de los dos grandes partidos, inició su actividad en los últimos años del reinado de Victoria, partiendo de diversas organizaciones socialistas y sindicales.

Sociedad victoriana

La Francia del II Imperio

Las tensiones que acompañaron la corta vida de la II República tuvieron como consecuencia que para muchos ciudadanos el régimen se convirtió en sinónimo de inestabilidad, oportunidad que supo aprovechar el Príncipe-Presidente, Luis Napoleón Bonaparte, para difundir el mensaje de que sólo concentrando el poder en su mano y restaurando el Imperio podría Francia volver a mirar con esperanza hacia el futuro. 

Segundo Imperio Francés

Las fricciones entre el Ejecutivo y el Legislativo en 1851, las elecciones previstas para el año siguiente y el temor del posible resurgir del republicanismo de los “rojos” o “democsocs” (demócratas-socialistas), hicieron actuar a Luis Napoleón. La noche del 1 al 2 de diciembre de 1851 los líderes de los partidos fueron arrestados y la Cámara fue ocupada por las tropas. El Presidente anunció la disolución de la Asamblea Nacional y del Consejo de Estado, y su voluntad de mantener la República. Restauró el sufragio universal y anunció una nueva Constitución republicana que sometería a plebiscito. El golpe de Estado, que pretendía defender ideales democráticos republicanos, fue interpretado por casi todos como un paso sin retorno hacia la restauración del Imperio, siendo avalado en el plebiscito por una aplastante mayoría. Los intentos de resistencia fueron duramente controlados, produciéndose numerosos arrestos y deportaciones. La II República sólo sobrevivió un año. El 2 de diciembre de 1852, Luis Napoleón asumió el título imperial con el nombre de Napoleón III.

Sin embargo, gran parte de las instituciones del nuevo Imperio se habían puesto en marcha antes. La Constitución de enero de 1852 puso los cimientos del nuevo régimen, limitando el poder Legislativo y convirtiendo a Luis Napoleón, expresamente citado, en una figura muy parecida a la de un antiguo monarca. 

Exceptuando el respeto al principio de sufragio universal, los restantes elementos del sistema político supusieron una vuelta a la situación anterior a 1848. Lo más llamativo del nuevo sistema es el establecimiento de un Presidente de la República, en el que se concentran todos los poderes, y que es “responsable ante el pueblo francés, a quien tiene siempre el derecho de apelar”. Sin embargo, el emperador no volvería a recurrir a los plebiscitos hasta 1870, reservándolo así para momentos claves, en que quería vincular con las masas su régimen personal. Esta fórmula política, que quería conciliar los logros de 1789 y el orden social, uniendo a todos los franceses en torno a un Estado fuerte que asegurase el desarrollo económico y la grandeza de Francia, ha sido calificada de “cesarismo democrático”. 

El nuevo régimen se sustentaba en una administración centralizada, compuesta por funcionarios leales al Emperador. Los prefectos de los departamentos vieron ampliados sus poderes. Controlaban la prensa y ningún periódico podía publicarse sin la autorización del gobierno. El ejército se vio favorecido con aumentos de sueldo y compartió la gloria del Imperio, lo que reforzó su simpatía por el nuevo régimen. 

Napoleón III contribuyó a aumentar la riqueza y la influencia de la iglesia en el terreno educativo. Durante la década de 1850 el Imperio gozó de aceptación popular. Fueron años de estabilidad económica que aseguraron la paz social y el apoyo de los grupos burgueses. Financieros y banqueros colaboraron en las grandes obras del barón Haussmann para transformar el centro de París en el escaparate del Imperio y sus créditos permitieron disparar la construcción de ferrocarriles, que contribuyeron a la consolidación de un mercado más amplio para los productores franceses. La resurrección del espíritu imperial y la bonanza económica tenían inevitablemente que llevar a Francia a reivindicar una posición acorde en la escena europea, aspiración que pareció cumplir el Congreso de París de 1856 que puso fin a la guerra de Crimea. 

Sin embargo, pronto se pondría de manifiesto lo infundado de estas pretensiones y, a la larga, sería precisamente la política exterior la que acabaría con el Imperio. 

Con el final de la década de 1850 empezaron a manifestarse los primeros signos de la debilidad del régimen. No era fácil gobernar conciliando los intereses de los diferentes grupos. La posición antiaustriaca y el apoyo al nacionalismo italiano le granjearon la enemista de los católicos. La firma de un tratado de libre comercio con Gran Bretaña provocó el descontento de los medios de negocios proteccionistas, a pesar de que la libre competencia demostró ser un revulsivo para Francia. Necesitado de respaldo, en 1859 decretó una amnistía para los proscritos del 51 y adoptó una postura de mayor tolerancia hacia la prensa. En 1860 el legislativo recibió el derecho a responder al discurso de la Corona, pronunciado una vez al año por el Emperador, se autorizó la publicación de los informes completos de los debates y, un año después la Cámara y el Senado obtuvieron un mayor control sobre los presupuestos. Estas medidas indignaron a los bonapartistas más reaccionarios sin llegar a reconciliarle con la mayoría de los republicanos. En las elecciones de 1863, los candidatos no oficiales, muy divididos, sumaron dos millones de votos. Los candidatos republicanos triunfaron en París, Lyón, Marsella y el resto de las grandes ciudades seguían si apoyar al Imperio. A sus grupos más desfavorecidos fueron dirigidas algunas de las nuevas medidas del régimen de esta tímida apertura. A partir de 1864, las huelgas serían toleradas y se permitieron ciertas formas de organización sindical. Tras las elecciones fue cobrando fuerza en la oposición moderada un grupo que presionaba desde la Asamblea, reclamando la restauración de las libertades individuales y parlamentarias. La respuesta imperial fue una serie de leyes aprobadas entre 1867 y 1869 por las que se concedieron el derecho de interpelación y se restableció casi totalmente la libertad de reunión y la de prensa. Las nuevas elecciones se celebraron con una prensa, que vio su papel político reforzado, y un Legislativo que empezó a dar muestras de independencia.

La política exterior dio pocas alegrías al Emperador en esta segunda parte de su reinado. Es cierto que había conseguido extender la influencia francesa en ultramar (Argelia, Senegal, Camboya) y que aún disfrutó de momentos brillantes, como la inauguración del canal de Suez. Sin embargo, el desastre de la aventura mexicana mostró las limitaciones de su ambiciosa política. El fusilamiento en 1867 del archiduque Maximiliano, abandonado por aquellos que le habían embarcado en la aventura y le habían instalado en la ciudad de México como Emperador tres años antes, fue un duro golpe para el prestigio de Napoleón III.  Las elecciones de 1869 mostraron que, aunque la mayoría seguía apoyando al Emperador, había un grupo cada vez más numerosos de ciudadanos favorable a las reformas liberalizadoras. Su debilidad empujó al Emperador a continuar por la senda reformista. El cuerpo legislativo recibió el derecho de iniciativa y poco después, un republicano moderado, Emile Ollivier, era encargado de formar un gobierno que sería responsable ante el Legislativo. Era la culminación de una serie de reformas que modificaban la Constitución de 1852. El plebiscito convocado en 1870 para ratificar las reformas fue un nuevo triunfo del emperador, a pesar de la oposición republicana

Sin embargo, apenas cinco meses después del triunfo en el plebiscito, el régimen cayó como consecuencia de la derrota militar en la guerra franco-prusiana. Tras la debacle de Sedán, el 2 de septiembre de 1870, nada obstaculizaba el avance de las tropas alemanas hacia París. El gobierno convocó al cuerpo legislativo, cuyas deliberaciones fueron interrumpidas por grupos de obreros que reclamaban la destitución del Emperador. Encabezados por diputados republicanos, entre los que destacaban Léon Gambetta y Jules Favre, la multitud se dirigió al Ayuntamiento, donde se proclamó la República. Para continuar la guerra se constituyó un Gobierno de Defensa Nacional, presidido por el general Trochu, pero controlado por Gambetta. El 19 de septiembre de 1870 la capital quedó aislada. Este primer sitio de París provocó la hambruna entre la población, cada vez más exaltada y proclive a organizar una comuna, es decir una municipalidad democrática. Fracasados los intentos de Thiers de conseguir ayuda en el extranjero y derrotado el ejército del Loira de Gambetta, el gobierno provisional francés firmó un armisticio en enero de 1871, en el que se acordó la celebración de elecciones para que la Asamblea resultante ratificase el tratado de paz. Triunfaron los realistas partidarios de una paz rápida. Adolphe Thiers fue nombrado jefe del ejecutivo de la República y firmó el tratado de Fráncfort que ponía fin a la guerra. Las duras condiciones de paz (Francia cedía Alsacia y parte de Lorena) irritaron a la izquierda republicana.

Batalla de Sedán 1870

La decisión de instalar la Asamblea en Versalles y de enviar al ejército a un París, claramente republicano, provocó una insurrección popular. Los parisinos eligieron un consejo que proclamó la Comuna de París. Esta asamblea decretó la separación Iglesia-Estado, intentó organizar una enseñanza laica y tomo medidas para mejorar la vida de los trabajadores. Desde el principio se manifestaron divisiones entre los communards, siendo los más extremistas los que se hicieron con la situación en medio de grandes tensiones. El segundo sitio de París radicalizó más a la comuna y estalló la guerra civil. En la conocida como la semana sangrienta, del 21 al 28 de mayo de 1871, el ejército reconquistó la capital. La firmeza de Thiers en la represión a la comuna convenció de que una república controlada por él mismo podía ser sinónimo de orden y sustituir al Imperio derrotado

Comuna de París

Los Estados Unidos de América hasta el final de la guerra civil 

Los Estados Unidos estaban cambiando con gran rapidez, en 1820 eran ya 22 estados. Las elecciones de 1828 supusieron un importante cambio en el sistema. Hasta ese momento, aunque las leyes permitían una amplia participación, el interés popular por la política había sido limitado. Andrew Jackson aprovechó el malestar ocasionado por las anteriores elecciones para movilizar en torno suyo a una gran coalición de agraviados. En 1828 fue la primera gran batalla electoral moderna de la historia americana. La decisión estaba en manos de los hombres blancos mayores de edad y se usaron todos los medios para mover a las masas, desarrollando una organización que se convertiría en el esqueleto del Partido Demócrata. La elección de Jackson se presentó como el triunfo del pueblo soberano. En las décadas de 1820 y 1830 se consolidó el Partido Demócrata y la organización de un partido de oposición llamado Whig. Los demócratas se presentaban como defensores de estados fuertes y un gobierno federal débil, contrarios a la existencia del Banco Nacional, se presentaban como los defensores del “common man”. Los Whigs recogían a partidarios del Banco, grupos de industriales y manufactureros proteccionistas, sureños desencantados, defensores del Congreso frente al poder del Presidente querían eliminar el veto presidencial y limitar el ejercicio de la presidencia a un solo mandato. Eran etiquetados como aristocracia o representantes de los ricos y triunfaron en las elecciones de 1840, que supusieron la culminación del proceso que había llevado al país a convencerse que era posible hacer una revolución dentro de la legalidad cada cuatro años.


Aunque los americanos eran cada vez más conscientes de pertenecer a una entidad que iba más allá del estado individual, la población aún se identificaba con las tres grandes áreas que componían el país: norte,sur y los territorios del oeste. Diferencias geográficas y económicas se polarizaban en torno a un tema fundamental: la esclavitud. Los dos partidos sabían que era un asunto que había que abordar con carácter de urgencia, pero que inevitablemente les ocasionaría grabes problemas internos vinculados a las diferencias regionales y procuraron evitarlo hasta que fue demasiado tarde, cuando este problema podía llegar a poner en peligro la Unión. La línea Mason-Dixon de la época colonial representaba una frontera cultural entre estados del norte y del sur, ambos en proceso de expansión hacia el oeste. La mayoría de la población estaba formada por agricultores, pero el clima de los estados del sur, el enorme auge del algodón y la mano de obra esclava había determinado el éxito de la plantación al sur de la línea. En la época colonial la esclavitud había sido aceptada como una necesidad económica, pero con la Revolución y el triunfo de las ideas de libertad comenzó a manifestarse la discrepancia entre teoría y práctica. Los estados del norte no tuvieron problemas para abolir la institución, pero no ocurrió lo mismo en el sur. El problema para estos estados era la repercusión que tendría en la mano de obra, el porcentaje que en su zona representaba la población esclava y las dificultades que ocasionaría su asimilación. Acciones como la creación en 1822 dela república independiente de Liberia en África occidental, cuya capital fue llamada Monrovia en homenaje al presidente Monroe, responden a este estado de opinión generalizada entre los blancos americanos, incluso entre algunos propietarios de plantaciones. Las dificultades para convencer a los descendientes de esclavos hicieron fracasar este proyecto. Los movimientos abolicionistas se fueron generalizando y contribuyeron a movilizar y agrupar fuerzas que se oponían a una posible expansión del modelo sureño en los territorios del oeste que pudiese afectar al equilibrio de la Unión.

El “destino manifiesto” que justificaba la expansión de los Estados Unidos, había llevado las fronteras hasta el Pacífico. El modo de afrontar los nuevos estados el tema de la esclavitud coloco en primer término del debate político el conflictivo asunto que los partidos intentaban evitar. Los aspectos morales eran menos importantes que sus implicaciones políticas. El norte, gracias a las oleadas migratorias procedentes de Europa superaba al sur en población, lo que le permitía dominar la cámara baja. Sin embargo, la representación por estados mantenía el equilibrio en el Senado. El compromiso de Misuri (1820) o el Compromiso de 1850 consiguieron salvar la situación en diferentes momentos, pero solo aplazaron el problema de la existencia de dos modelos irreconciliables en una misma Unión.

La Unión contra la Confederación


Las tensiones regionales y la exigencia de una postura clara en el tema de la esclavitud dificultaba la existencia de los partidos nacionales que veían surgir facciones irreconciliables en su seno. En el 1854,una coalición de whigs, demócratas disidentes y seguidores de diversos grupos migratorios fundaron el Partido Republicano. Era un partido no nacional, cuya fuerza radicaba en los estados del norte, defensor de tarifas aduaneras, reparto de tierras entre los colonos del oeste y se oponía a la extensión a aquellos territorios de la esclavitud. La victoria, en 1860 del candidato republicano Abraham Lincoln, supuso un duro golpe para el sur. Algunos de los candidatos sudistas ya habían anunciado durante la campaña su decisión de no permanecer en la Unión si triunfaba un Presidente sólo respaldado por el norte. El primer estado en llevar adelante esta amenaza fue Carolina del Sur, seguida poco después por otros seis estados algodoneros (Misisipi, Florida, Alabama, Georgia, Luisiana y Texas), con el argumento de que la única forma de proteger los derechos del Sur era la secesión. La victoria republicana de 1860 supuso un giro radical en el poder político. El rápido crecimiento demográfico y económico del norte imposibilitaba el equilibrio en el gobierno federal. Lincoln había asegurado que no pensaba interferir en la organización del sur, era evidente que a la larga el freno a la expansión del modelo esclavista llevaría a su abolición. Los Secesionistas respaldaban su decisión en la historia de la propia Unión, formada por estados que se habían asociado voluntariamente y que conservaban el derecho a recuperar su independencia cuando lo creyeran oportuno. Estos estados sureños se unieron en una Confederación (febrero de 1861), eligiendo como presidente a Jefferson Davis. 

Cuando el 4 de marzo de 1861, Lincoln ocupó el cargo intentó buscar una solución de compromiso para mantener la Unión pero el incidente en el Fort Sumter (Charleston, Carolina del Sur.) precipitó los acontecimientos. La guerra civil americana es considerada por muchos como la primera guerra moderna. 

Abraham Lincoln

No tanto por su duración (cuatro años) o por su dureza, sino por ser en gran medida una guerra ideológica. 

Sin duda había también implicaciones económicas, pero estas no eran insalvables. Mucho más complicado era llegar a un compromiso en el campo de las ideas. El Sur luchaba por mantener su forma tradicional de vida, amparándose en viejos principios; el Norte, por defender los ideales que desde Andrew Jackson y sus sucesores simbolizaba la Unión “la libertad y la democracia”, creencia claramente recogida en el discurso de Lincoln en Gettysburg (1863). 

Aunque el Norte contaba con una aplastante superioridad numérica y económica, los estados del Sur supieron sacar partido al hecho de combatir en su territorio y a la defensiva. Finalmente, las difíciles relaciones entre el gobierno confederado y unos estados celosos de sus derechos, los enfrentamientos entre el presidente Davis y otros miembros de su gobierno, los graves problemas derivados de la financiación de la guerra y el fracaso a la hora de forzar una intervención europea a su favor, pasaron factura a los confederados. La victoria sólo podía decantarse del lado de la Unión y el 9 de abril de 1865, en Appomattox, el general Lee se rindió ante el general Grant. Lincoln moría pocos días después en Washington, asesinado por un fanático confederado, John Wilkes Booth. La Unión se había salvado y la esclavitud había sido abolida, pero aún quedaba una larga tarea de reconstrucción en el sur, así como dos grandes temas por resolver: los términos de la reincorporación de los estados del sur y cuál sería la posición en la sociedad de los antiguos esclavos. Un nuevo período no exento de dificultades se abría para el joven país.

La Europa postrevolucionaria en sus relaciones internacionales: la guerra de Crimea y su significado 

Tras el estallido del 48, el movimiento de las nacionalidades, que había agitado a Europa pasó por un período de tregua. La atención de las grandes potencias se vio atraída por “la cuestión de Oriente”. A mediados de siglo el derrumbe del Imperio otomano estaba cada vez más cerca, lo que inevitablemente afectaba a los intereses de las potencias. Los deseos rusos de mantener una especie de protectorado sobre un Imperio otomano débil, que asegurase una salida marítima vital para su ejército y su comercio, habían fracasado con la firma de la Convención de los Estrechos (1841), en la que Gran Bretaña, Austria, Prusia, Rusia y Francia acordaron el “cierre” de los Dardanelos y el Bósforo a buques de guerra en tiempo de paz. 

La gran beneficiada fue Gran Bretaña que seguía manteniendo su hegemonía en el Mediterráneo. A partir de este momento, Rusia sabía que tenía que contar con Londres en cualquier proyecto pacífico que implicase un reparto del Imperio otomano y es en este contexto en el que se explican las conversaciones que sobre el tema mantuvo el zar Nicolás I durante su visita a Londres en 1844. Los británicos desconfiaban de las intenciones rusas, pues Moscú se estaba convirtiendo en un peligroso rival para los intereses británicos. Para frenar a los rusos, el gobierno de Londres estaba dispuesto a consolidar el Imperio otomano. A mediados de siglo tuvo lugar un acontecimiento que juagaría un importante papel en la crisis que conduciría a la guerra, en Francia una revolución había llevado a una República que un Bonaparte encaminaba hacia un segundo Imperio, ante el temor de la Rusia zarista que veía peligrar los acuerdos de 1815. Sus miedos se verían confirmados por la actitud de Napoleón III, deseoso de cimentar su posición en una política exterior de prestigio.

Guerra de Crimea

La chispa que hizo saltar el polvorín turco fue la situación y los derechos de los monjes católicos y ortodoxos en los Santos Lugares. Napoleón III intentó reforzar la posición de Francia apoyando a los monjes católicos y el sultán cedió a sus presiones y concedió ciertos privilegios a los católicos. Nicolás I, protector de los ortodoxos, lo vio como un intento de suplantar la influencia rusa en la zona y preparo un contragolpe. El zar envió un nuevo embajador a Constantinopla para presionar al sultán, quien restauró los privilegios de los ortodoxos, pero se negó a conceder a Nicolás I el estatuto de protector de todos los cristianos del Imperio, lo que hubiera otorgado al zar una magnífica excusa para intervenir en los asuntos internos de la Sublime Puerta. Con los rusos amenazando con intervenir en los principados turcos de Moldavia y Valaquia, Constantinopla se convirtió en el centro de una intensa actividad diplomática, que no tardó en ser apoyada por las flotas de Francia y Gran Bretaña que se movieron hasta la entrada de los estrechos. El Imperio Habsburgo, cuyas fronteras se verían directamente amenazadas con el estallido de una guerra ruso-turca, inició una actividad mediadora para evitarla. Pero el zar, que no acababa de creer las amenazas franco-británicas y que confiaba en la neutralidad de Austria y Prusia, en julio de 1853 ocupó los principados turcos. 

Poco después, Turquía declaró la guerra a Rusia y sus tropas cruzaron el Danubio para entrar en los principados controlados por los rusos. Prusia se desmarcó del problema y los austriacos intentaron seguir negociando pero británicos y franceses ordenaron a sus barcos dirigirse a Constantinopla. Era el fin del acuerdo de los Estrechos y la ruptura del equilibrio en la zona. La batalla de Sinope en aguas del mar Negro (noviembre de 1853), donde la flota turca fue derrotada por la rusa, fue vista como un reto a la presencia de barcos franceses y británicos en la zona. En marzo de 1854, tras la firma de una alianza con Turquía, Londres y París declararon la guerra a Rusia.

La guerra podía haber terminado casi sin haber empezado, pues poco después del desembarco franco-británico en Gallipoli y Scutari, los rusos, presionados por los turcos y temiendo que Austria también entrara en la guerra, se retiraron de los principados, que fueron ocupados por los austriacos. Ni Londres ni París querían abandonar la zona sin una victoria que reforzase su posición en las negociones de paz. Ésta fue la razón de la expedición a Crimea, donde turcos, franceses y británicos intentarían apoderarse de la base naval rusa de Sebastopol. Su caída supondría un duro golpe para el predominio ruso en el mar Negro y fortalecería la posición de los otomanos. La guerra fue larga y difícil, con episodios que se han convertido en leyenda como la carga de la brigada ligera en Balaclava. El sitio de Sebastopol se convirtió en una operación de desgaste y, finalmente en septiembre de 1855, pocos meses después de que Alejandro II sucediera a Nicolás I, las tropas rusas abandonaban la base tras hundir sus barcos y volar sus polvorines. 

Guerra de Crimea

En febrero de 1856 se reunió el Congreso de París, que colmó las ansias de protagonismo de Napoleón III. 

La Paz de París supuso un balón de oxígeno para el Imperio otomano. Rusia dio la espalda a Europa y se concentró en su expansión hacia Asia. Gran Bretaña y Francia aseguraron su posición en el mar Negro. 

Austria consiguió un Danubio libre de la influencia rusa, pero su debilidad se había puesto de manifiesto y pronto tendría que hacer frente a nuevos movimientos nacionalistas. Prusia se había mantenido al margen, pero paradójicamente en los años venideros sería la potencia más beneficiada por la solución que las potencias habían dado a la crisis.

Guerra de Crimea