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martes, 12 de noviembre de 2024

LOS ORÍGENES DE LA POLÍTICA INTERNACIONAL EN LA EDAD MODERNA: EXPANSIÓN TURCA Y GUERRAS DE ITALIA (1494-1516)

La situación internacional a mediados del siglo XV

Desde mediados del siglo XV el avance otomano había conquistado los Balcanes, Asia Menor y la propia Constantinopla. además su expansión marítima por el Mediterráneo oriental les llevó a chocar con la otra gran potencia del mar: Venecia. la expansión turca continuó por la costa dálmata, e incluso por el sur de Italia (Otranto) provocando la alarma en la Europa cristiana.

A finales del siglo XV las coronas de Castilla y Aragón se habían unido y juntas conquistan el reino nazarí de Granada. Tras esta anexión la nueva monarquía española se dispone a intervenir activamente en Italia. En Francia asciende al trono Carlos VIII de Valois en 1483. Este nuevo soberano quiere protagonizar la expansión francesa hacia Italia, en cuyo empeño va a colisionar con España. en los últimos años del siglo XV y en la primera mitad del siglo XVI las relaciones internacionales en Europa se basan en tres ejes:

  • Antagonismo hispano-francés
  • Defensa de la Europa central frente a la expansión turca en el Danubio y de los aliados norteafricanos de los turcos en el Mediterráneo
  • Pugnas entre católicos y protestantes en Alemania, una vez iniciada la reforma luterana
Hay otros dos factores que ayudan a explicar el desarrollo de los acontecimientos en esta época. Por un lado el uso de nuevas armas, como la artillería,armas de fuego, nuevas fortificaciones, etc. Por otro lado encontramos el despliegue de una nueva diplomacia renacentista, fruto de la cual aparecerán un conjunto de ligas internacionales, que se harán y desharán con cierta facilidad. El denominador común de todo este juego de alianzas internacionales es el hecho de que suelen agrupar a diversas potencias que se agrupan para hacer frente a otra más fuerte y así establecer una especie de frágil equilibrio en una zona determinada, que a finales del siglo XV y principios del siglo XVI va a ser la dividida península italiana.

Italia, fragmentada en una serie de estados independientes, fue el campo de conflicto entre las dos potencias más fuertes de la cristiandad occidental de la época: Francia y España. Hasta 1526 las ligas y alianzas se formaron para frenar a Francia. A partir de esa fecha se aglutinaron en torno a Francia para limitar el poderío de España. Así Francia no tuvo reparos en aliarse con los enemigos d ela casa de Austria, como turcos y protestantes.

El imperio turco. Organización y fases de su expansión

En el siglo XIV un grupo de población turca, conocidos como otomanos u osmanlíes, se desplaza hacia occidente y empieza a amenazar al debilitado imperio bizantino. Así desde Anatolia entran en Europa, extendiéndose por tracia y macedonia. En la Batalla de Kosovo (1389) someten a vasallaje a Serbia y amenazan Constantinopla.

En 1402 los otomanos de Bayaceto I son derrotados de forma aplastante en Ankara por las tropas mongolas de Tamerlán. Se abre una crisis en los otomanos, por lo que su expansión se detiene. En 1453 conquistan Constantinopla, ala que dan el nuevo nombre de Estambul y hacen su capital. Al tiempo continúa la expansión otomana hacia Europa y en 1459 Serbia es prácticamente anexionada, a excepción de la fortaleza de Belgrado.

En los años 1463-64 conquistan Bosnia, cuya aristocracia se convierte mayoritariamente al Islam, y se van apoderando de Grecia. En 1478 conquistan Albania y presionan en el mar Adriático contra los intereses de Venecia. Entre los años 1499 y 1503 arrebatan a este república italiana buena parte de sus dominios en el Adriático y en Morea. Con ello el imperio turco era una potencia de primer orden, cuyo poder se extendía por tres continentes: Europa, Asia y África.

Con Solimán el Magnífico (1520-1566) el imperio otomano alcanza su apogeo. En los inicios de su reinado conquista Belgrado y Rodas. Después vence a los húngaros en Mohacs (1526) y avanza hacia occidente, sitiando Viena en 1529. En 1534 conquista Bagdad y llega hasta el Golfo Pérsico. En el norte de África contó con la colaboración de los piratas berberiscos, vasallos suyos, que operaban desde la base de Argel.

Durante el resto del siglo XVI el imperio turco mantendrá su máxima extensión, pero su expansión se ve paralizada. Por el este los chiítas persas siguen siendo una amenaza, mientras que sus mercados van siendo invadidos por el comercio europeo. Además se va constatando la dependencia técnica de sus ejércitos y armadas con respecto a Occidente.

Solimán el Magnífico

Organización y características del imperio turco

El imperio turco era una entidad multiétnica, ya que además de turcos lo habitaban judíos, cristianos renegados, griegos y otros habitantes de los territorios conquistados. parece que hubo una intensa mezcla racial, que se vio favorecida por la extensión de la esclavitud. Algunos de esos esclavos llegaron a ser altos dignatarios o tropas de élite, como los jenízaros.

La forma de gobierno era la del despotismo oriental, donde confluían en la persona del sultán el máximo poder político y religioso. Reunía todos los poderes, siendo además dueño de la tierra y gozando de disposición sobre las vidas de sus súbditos. El sultanato se transmitía de padres a hijos, pero con la peculiaridad de que el nuevo sultán solía eliminar a todos sus hermanos varones y a los hijos de estos, para evitar tener competidores. así cada sucesión solía dar lugar a cruentas luchas, que podían acabar en guerras civiles.

Por debajo del sultán encontramos la figura del gran visir, una especie de primer ministro. Los miembros de su gobierno formaban parte del Diván, consejo que reunía a los visires principales ya los jefes militares, incluido el almirante de la armada. En tiempos de Solimán se llegó a la máxima centralización. El imperio se dividía en provincias, gobernada cada una por un bey. Las agrupaciones de provincias eran gobernadas por pacas y por encima de ellas había 8 gobiernos, mandados por 8 beylerbeys. Por su parte los ulemas tenían la función de aplicar la ley y estos clérigos constituían un grupo social de enorme importancia en el imperio otomano.

La institución clave para reclutar el personal al servicio del sultán era el devcchirné, que consistía en la obligación de todas las familias cristianas de los Balcanes de entregar un hijo que era enviado a alguna de las principales ciudades y convertirlo al Islam. Así algunos de ellos podían llegar a ser incluso grandes visires, mientras que el resto eran enviados a palacio o formados como jenízaros, tras un duro adiestramiento.

La caballería turca de élite procedía de los timar, tierras que se concedían de modo temporal, a cambio de facilitar un determinado número de hombres a caballo para el ejército otomano. Incluso algunos jenízaros destacados en combate podían ser premiados con un timar. El armamento del ejército otomano era similar al de los ejércitos occidentales, aunque dependían en parte de las producciones europeas, si bien trataron de atraer especialistas europeos, bien por su captura, bien ofreciendo salarios muy elevados.

Pese a que el imperio otomano pareció revestido por una capa de prosperidad, orden, tolerancia e impuestos no muy altos, no podemos olvidar que los turcos tenían una mentalidad ajena a la herencia grecolatina. así los habitantes de los Balcanes sometidos a los turcos podían ser reducidos a la condición de esclavos con cierta facilidad. Además debían entregar a uno de los hijos para al administración o para el ejército.

Las costumbres turcas eran muy diferentes a las de los reinos de Europa occidental, no sólo por cuestiones de religión, y esto afectaba también a la propia concepción del poder. Así había un alto grado de crueldad en la corte, que se traducía en luchas fratricidas en la propia familia del sultán y en la eliminación de muchos de sus miembros. también se solía eliminar a jefes militares o navales que habían sido vencidos,e incluso hubo asesinatos de grandes visires, por motivos variados.

Italia a comienzos de los tiempos modernos

A finales del siglo XV se situaban en Italia algunos de los territorios más ricos de la cristiandad. Esto se debía por un lado al comercio con oriente y por otro a la presencia de los principales banqueros de Europa, ya que Milán, Génova, Florencia y Venecia eran el centro económico mundial. Además de su poder económico, Italia estaba densamente poblada, con un alto grado de urbanización. A ello ayudaba también su gran actividad manufacturera, destacando la producción de paños, sedas,armas, barcos, vidrio, libros, etc.

La Italia del norte es la que mejor responde a las características anteriores, mientras que la Italia del sur es mayoritariamente rural. Además a partir de Roma se extiende hacia el sur un amplio espacio feudal, caracterizado por la potencia de los dominios baronales. Pese a ser una entidad geográfica y a que existía una clara conciencia de italianidad (a lo que ayudaba la historia, la lengua y la cultura), Italia presentaba una clara fragmentación política, que sería un elemento determinante en la intromisión de príncipes extranjeros y, por tanto, en las guerras de Italia.

En la Italia urbana del norte se consolidan ya al final de la Edad Media las señorías personales, que se trasmiten de padres a hijos. En la mayoría de las ciudades-estado un magistrado principal (generalmente un jefe militar) se hace con el poder (de forma vitalicia) y logra transmitirlo a alguno de sus descendientes. Se trata de tiranías, que reposan sobre las armas, el dinero y las alianzas, muy diferentes a las monarquías de otros estados occidentales. aquí el poder está abierto a cualquiera con inteligencia y astucia, tal como describe Maquiavelo en El Príncipe.

Así, en Milán domina los Visconti entre 1227 y 1447. en esta última fecha el poder pasa a los Sforza, por matrimonio con una Visconti. En florencia el poder lo tiene los Medici desde 1434. La existencia de estas señorías personales y la ausencia de un poder superior efectivo contribuyen de modo decisivo la inestabilidad política de Italia, donde las ambiciones expansivas llevan a guerras y conflictos.

En los últimos siglos de la Edad Media el mapa político se simplificó, por la expansión de los estados más fuertes, que van sometiendo territorios más débiles. Así a mediados del siglo XV encontramos unos 20 estados, de diferente poder y tamaño. En el sur predominaban los reinos (Nápoles, Sicilia y Cerdeña), además de un reino peculiar, los Estados Pontificios. En el norte predominaban las repúblicas, ducados, condados, marquesados, etc. De todos modos los cinco grandes estados italianos de la época eran la República de Venecia, el ducado de Milán, la República de Florencia, los Estados Pontificios y el reino de Nápoles.


  • República de Venecia
Pese al retroceso que sufría por el avance turco, dominaba importantes territorios y llevaba a cabo una política expansiva en la península italiana. Tenía una política exterior de gran potencia y su gobierno era una mezcla de monarquía y república aristocrática, con un dogo elegido de por vida, cuyo poder estaba limitado por el Gran consejo. En Venecia estaba el principal arsenal del Mediterráneo, donde construía y armaba sus galeras y otras embarcaciones.

  • Ducado de Milán
Contaba con una economía próspera, con un agricultura eficiente (arroz, cereales), industria textil y fábrica de armas. Sus enemigos eran Saboya, Francia, Suiza y Venecia, por lo que los Sforza de Milán solían aliarse con los Médici de Florencia, en una alianza en la que los milaneses ponían los soldados y los florentinos el dinero.

  • República de Florencia
Estaba presente como banquero en todo el occidente europeo, lo mismo que en el imperio otomano. además destaca en el comercio y tiene una importante industria textil de lana y seda. Su gobierno evolucionó también hacia la señoría personal y, hasta la muerte de Lorenzo el Magnífico, disfrutó de una época brillante en el arte y la cultura renacentista.

  • Estados Pontificios
Contaban con una considerable extensión territorial, que permitía una producción considerable de cereales,además de una buena cabaña de ovejas para la actividad textil. El Papa era su soberano, como cualquier soberano de otros estados temporales, pero el peculiar sistema sucesorio propiciaba la pugna entre facciones. Cada nuevo pontífice atare a Roma su propia clientela, que le sirve para gobernar. además, los Papas tratan de expansionar su estado, acabando con algunas de las señorías existentes en Italia central y apoderándose de ciudades como Bolonia, Perugia y Rávena, a comienzos del siglo XVI. Por todo esto los Papas necesitan más dinero y lo van a conseguir vendiendo oficios. Además se dedican al mecenazgo, favoreciendo las artes y convirtiendo a Roma en una de las grandes capitales del renacimiento.

  • Reino de Nápoles
Tras el esplendor del reinado de Roberto d'Anjou, vivió una larga decadencia y Alfonso V de Aragón acabó dominado el reino, que tuvo otra época de esplendor. A su muerte el reino queda en manos de su hijo bastardo, Fernando I, cuyo reinado estuvo marcado por dos grandes revueltas feudales, cuya represión pusoa  muchos nobles a favor de Francia

Además de estos cinco estados poderosos, podemos citar a Génova, que en la segunda mitad del siglo XV vio reducido su poder y territorios por el avance otomano, lo que provocó su decadencia interna. también encontramos pequeñas ciudades-estados en el centro de Italia, como Lucca, Siena; Mantua y Ferrara, más ricas en civilización que en territorio.

Por último encontramos tres territorios marginales. El ducado de Saboya constituye un conglomerado de territorios agregados, por lo que es un espacio mal consolidado, siempre sometido a la influencia francesa. El reino de Sicilia había expulsado a los franceses en beneficio de los aragoneses y producía cereales,seda y caña de azúcar. Por último, el reino de Cerdeña estaba aislado y muy atrasado respecto al resto de Italia, subsistiendo con una economía pastoril y arcaica.

Factores determinantes de las guerras de Italia

La Italia de finales del siglo XV se nos presenta como una de las regiones más ricas y evolucionadas de Europa, con un alto grado de urbanización, especialmente en el norte de la península. El nivel medio de riqueza en Italia supera claramente el nivel de otros países del occidente cristiano. Las ciudades italianas poseen una serie de instituciones que favorecen el bienestar de la población, como las agencias de trigo, que previenen hambrunas, las instituciones de asistencia, o los montes de piedad, que favorecen el crédito popular. Además en Italia encontramos una agricultura avanzada que produce grandes y variados rendimientos y una industria pujante, especialmente textil.

Además, Italia domina las esferas del comercio y las finanzas. Venecia es una gran potencia comercial que controla las rutas entre oriente y occidente. Los banqueros italianos están presentes en toda Europa, como es el caso de la banca Médici de Florencia y los banqueros romanos, que administran las rentas pontificias. La superioridad económica se completa con una superioridad intelectual y artística. La cultura renacentista llevó el prestigio italiano a los más altos niveles. pero esta Italia, rica y prestigiosa, adolece de un fuerte debilidad política, lo que no hace más que estimular la codicia de los estados vecinos, menos ricos pero más fuertes. Los italianos son pocos conscientes de esta debilidad, por lo que para resolver las querellas van a acudir a la ayuda extranjera, lo que acabará causando su perdición. a esta división de Italia hay que añadir el desacuerdo permanente entre el Papa, Milán y Venecia. La costumbre de los patricios urbanos a recurrir a ejércitos de mercenarios para arreglar sus conflictos, unieron a la debilidad política una fuerte debilidad militar. Éste fue seguramente el profundo origen de las guerras de Italia, durante los cuales la península se convirtió en el objetivo de las potencias vecinas.

A modo de resumen, Italia era una zona rica, próspera, culta y de gran prestigio e historia. Esto, unido a su fuerte fragmentación política y su acusada debilidad militar, la convirtió en una presa codiciada para los monarcas más fuertes y ambiciosa de la época: la monarquía francesa y la monarquía española, los cuales, esgrimiendo viejos derechos o acudiendo en ayuda de alguna de las facciones rivales, se disputarán la posesión de territorios que consideran estratégicamente imprescindibles.

Protagonistas y fases de la pugna por Italia

La pugna por Italia fue protagonizada por las dos grandes potencias occidentales de la época: Francia y España. Hubo también otros actores secundarios, tanto italianos como extranjeros. Así los turcos incidieron en algunos momentos de la laucha, lo mismo que los protestantes alemanes, ya en la segunda fase. También intervinieron, de forma más marginal, el emperador Maximiliano por sus conflictos territoriales con Venecia, y los suizos. A partir de 1512 interviene también Enrique VIII de Inglaterra, ya que este país era enemigo tradicional de Francia.

Podemos diferenciar una primera fase de las guerras de Italia, que va desde 1494 hasta 1516, cuando Francisco I de Francia se apodera del Milanesado. la segunda fase va desde esta fecha hasta 1559, con la Paz de Catedau-Cambresis. A lo largo de ambas fases veremos desarrollarse una serie de ligas que se forman y se deshacen con facilidad, pero cuyo objetivo último es contrarrestar la acción del contendiente más fuerte.

Así en la primera fase, el objetivo será frenar a Francia, mientras que en la segunda fase, será Francia la que organice ligas contra el creciente poder de los Habsburgo. El conflicto lo inicia el rey francés Carlos VIII, que buscaba afán de gloria y la reivindicación dinástica sobre el trono de Nápoles. las tensiones existentes en este reino y la inestabilidad política italiana le decidieron a esta empresa, para la que desplegó una intensa preparación diplomática, firmando pactos con Enrique VIII de Inglaterra, con Fernando de Aragón y con el emperador Maximiliano.

En 1494 tras la muerte de Ferrante (Fernando I de Nápoles), un poderoso ejército francés, comandado por su rey, se puso en marcha hacia Italia y, tras intervenir en los asuntos internos de Milán y Florencia, conquistó el reino de Nápoles con pasmosa facilidad. En sólo 7 meses, a finales de febrero de 1495, la expedición francesa había logrado un éxito total. pero los estados italianos se alarmaron ante la facilidad de esta expedición y recurrieron a la diplomacia para contrarrestar a Francia: así en 1495 Venecia organizó una liga de la que formaban parte el Papa, España y el emperador, pese a los tratados que tenían firmados con Francia. El conflicto se internacionalizaba, lo que demuestra la incapacidad de los italianos para defenderse por si mismos.

 Primera Batalla de Seminara (1495)
Al correr el riesgo de verse aislado de sus bases, Carlos VIII vuelve a Francia, dejando en Nápoles una fuerte guarnición, al objeto de buscar refuerzos. En los dos años siguientes, bajo un clima de revuelta antifrancesa por parte de la población napolitana, las tropas españolas al mando de Gonzalo Fernández de Córdoba (el Gran Capitán) fueron conquistando las plazas napolitanas en poder de los franceses y devolvieron el reino a los sucesores de Fernando I.

La muerte de Carlos VIII en 1498 no puso fin a las aspiraciones francesas ya que su sucesor Luis XII mantuvo las pretensiones sobre el reino de Nápoles, aunque sus reivindicaciones se centraron en el ducado de Milán, cuyos derechos reivindicaba por parentesco con el último duque de la familia Visconti.

Con habilidad Luis XII logra romper la coalición antifrancesa, acercándose al papado, atrayendo a Venecia y firmando acuerdos con Inglaterra, con Felipe el Hermoso, soberano de los Países Bajos, y con los cantones suizos. Tras ello, su ejército conquistó Milán (1499) y logró la firma del tratado de Granada con Fernando de Aragón, por el que ambos reinos se repartían Nápoles. Pero en Nápoles la convivencia de franceses y españoles no iba a ser posible y el Gran Capitán, tras la victoria de Cerignola, ocupó la capital del reino en 1503. Derrotado el ejército francés de refuerzo, el Tratado de Lyon de 1504 recoge el abandono de las pretensiones francesas sobre el reino de Nápoles, que ya formará parte de la monarquía española hasta 1707.

En 1505 Fernando de Aragón, enfrentado con su yerno Felipe el Hermoso y con parte de la nobleza castellana, debe de ausentarse de Castilla y firma una alianza con francia, que no se verá alterada con la muerte de Felipe el Hermoso (1506). Las tensione en Italia renacen cuando el papa Julio II, deseos de reconstruir los Estados Pontificios frente al expansionismo veneciano, proyecta una alianza con el emperador Maximiliano, a la que se suman Luis XII y Fernando el Católico, dirigida contra Venecia (1508). Los venecianos son derrotados en 1509 por las tropas francesas y pierden gran parte de sus posesiones, viendo invadido su territorio. Gracias a su habilidad diplomática y a la resistencia popular, venecia logra dividir a los coaligados y sólo pierde sus conquistas más recientes.

El Papa Julio II dirige ahora su acción contra Francia, tratando de sublevar Génova. Luis XII contrataca convocando un concilio en Pisa, al objeto de reformar la iglesia, pero obtuvo pocos resultados (1511-1512). El Papa, por su parte, convocó el Concilio de Letrán (1512-1517) y organizó contra Francia una Santa Liga en la que se integraron los cantones suizos, Venecia, Fernando el católico, el emperador Maximiliano y Enrique VIII.

En 1512 los franceses derrotan a las tropas pontificias y españolas en Rávena, pero su comandante, Gastón de Foix, muere en la persecución, lo que hace cambiar el signo de la contienda. Así los franceses son expulsados del Milanesado y Génova vuelve a sublevarse contra Francia. por su parte los españoles derrotan a Florencia, reinstaurando en el poder a los Médices, al tiempo que conquistan el reino de Navarra y lo incorporan a la monarquía (1512).

Tras la muerte del Papa Julio II en 1513, Luis XII logró separar de la coalición antifrancesa a Venecia y a España, pero fue derrotado por los suizos y vio su territorio invadido por estos y por los ingleses. el sucesor de Luis XII, Francisco I (1515-1547) renovó los intereses franceses sobre el Milanesado. Su victoria en Marignano (1515) le permitió reconquistar el ducado y logró que el papa León X se aviniera a firmar el concordato de Bolonia, que regulará las relaciones de Francia con Roma.

La muerte de Fernando el católico en 1516 hace que acceda al trono de España Carlos I, con 16 años. se firma así el tratado de Noyon con Francia, al que se suma el emperador Maximiliano, el cual adopta una tregua con venecia. En virtud de una paz perpetua (1516) los suizos renuncian a sus aspiraciones políticas y se convierten en auxiliares del ejército francés, al que aportan abundantes mercenarios. Al acabar esta fase la pugna entre España y Francia se resolvía con la adquisición de Nápoles para los españolas y Milán para los franceses. Parecía logrado el equilibrio entre las dos potencias con el tratado de Noyon, pero la paz iba a ser de corta duración, ya que la elección imperial de 1519 iba a revolucionar de nuevo todo el panorama en Italia.

El Gran Capitán

Las transformaciones militares en los comienzos de la modernidad

Quizá se exagerado hablar de una "revolución" militar, pero lo cierto es que la forma de hacer la guerra experimentó profundas transformaciones en el tránsito de la Edad Media a la Edad Moderna. la principal novedad fue la generalización del uso de armas de fuego. Por un lado se incrementa el número y la potencia de los cañones y por otro lado se produce la aparición y difusión de armas de fuego individuales (arcabuces y pistolas). Esta generalización del uso de armas de fuego va a cambiar para siempre la naturaleza de los combates.

Además, en un plano más defensivo, hay que destacar el uso de la pica formada por un asta de madera de considerable longitud, acabada en punta, que se demostró muy eficaz en el combate contra la caballería pesada. Así se vió cuando los suizos las usaron y derrotaron a Carlos el temerario en los años 1476-77. La efectividad demostrada por los piqueros suizos hizo que la pica se difundiese entre los ejércitos más avanzados.

También experimenta un fuerte desarrollo la poliorcética. Así las fortificaciones bajan a la altura de su muros y adoptan formas cada vez más estrelladas, al objeto de protegerse de la artillería enemiga y de aumentar el frente cubierto por los defensores.

En el este de Europa los turcos demostraron en la batalla de Mohacs (1526) la superioridad de la infantería y de las armas de fuego sobre la anticuada caballería pesada. A raíz de esta derrota los cristianos procurarán evitar batallas campales contra los turcos y basarán su defensa en fortalezas amuralladas situadas en lugares estratégicos.

Estos cambios en la composición de los ejércitos va a provocar la plebeyización de la actividad militar, ya que los nobles pierden protagonismo en los ejércitos, a favor de la plebe, ya sean mercenarios o reclutados por otros sistemas. Así se logra un incremento importante de los efectivos de los ejércitos, que irá en aumento a lo largo de la Edad Moderna

Además, la guerra defensiva empieza a predominar sobre la ofensiva. Las zonas en conflicto se llenando de  fortalezas bien amuralladas, dotadas de importantes guarniciones, en tanto que las batallas en campo abierto cada vez van siendo más escasas. La unidad de combate más destacada de la época es el tercio de infantería desarrollado por los españoles, que combinaba picas y arcabuces, que mantendrá su supremacía hasta mediados del siglo XVII.

Calcular el número de efectivos de estos ejércitos es una tarea complicada, ya que es probable que ni generales ni los gobiernos supieran con exactitud con cuántos soldados contaban. Partiendo de la premisa de David Maffi, la logística de la época no permitiría disponer en campaña de ejércitos superiores a 30.000 hombres.

Así Felipe II pudo contar con 80.000 soldados, que se elevarían a cien mil o ciento veinte mil en los momentos de más actividad bélica, de los que unos 40.000 constituiría el ejército de Flandes, la mayor concentración militar da época. los franceses utilizarían en las guerras de Italia ejércitos de entre 25.000 y 32.000 hombres.

La mayor potencia de estos ejércitos responde al monopolio de la guerra que adquieren los monarcas renacentistas y a su capacidad creciente para financiarlo. Así se irán consolidando numerosas unidades permanentes, que no se disolverán la final de cada campaña.

Fechas de interés

  • 1453:Constantinopla cae en poder de los otomanos y la convierten en su capital con el nuevo nombre de Estambul
  • 1463-64: Los otomanos conquistan Bosnia
  • 1478: Los otomanos conquistan Albania y presionan en el Mar Adriático amenazando los intereses de Venecia
  • 1494: Carlos VIII, rey de Francia, invade Italia. Coalición antifrancesa. Los Médicis expulsados de Florencia
  • 1495. Batalla de Fornovo. Carlos VIII ocupa el milanesado. Batalla de Seminara:los franceses derrotan a los españoles
  • 1498: Muerte de Carlos VIII. Le sucede Luis XII
  • 1499: Pacto de Lucerna entre Luis XII y los venecianos
  • 1500. Batalla de Novara. Luis XII desaloja de Milán a Ludovico Sforza. Pacto de Granada entre Luis XII y Fernando el Católico.
  • 1501: Francia y España conquistan Nápoles
  • 1504: Tratado de Lyon. Fin de la segunda guerra de Nápoles. Luis XII reconoce a Fernando de Aragón como rey de Nápoles
  • 1511: Liga Santa (España, Venecia, Suiza, los Estados Pontificios y los Sforza) contra Francia
  • 1512: batalla de Rávena. Victoria francesa sobre las tropas pontificias y españolas
  • 1515:muere Luis XII y le sucede en el trono Francisco I. Batalla de Marignano y recuperación francesa de Milán
  • 1561: muere Fernando el Católico, y le sucede en el trono su nieto, Carlos I con 16 años de edad.
  • 1516-17: El imperio otomano conquista Siria y Egipto, tras derrotar a los persas en 1514.


lunes, 11 de noviembre de 2024

LEONARD COHEN

Querido Leonard

Debes ir de un lugar a otro
recuperando los poemas que te han escrito
y en los que puedes estampar tu firma, 

Recupera tus versos y canciones
y estámpalos en el papel
y difúndelos al viento
y susúrralos al oído 

las campanas siguen tañendo tristes
porque el silencio no está más cerca de la paz
recordando la melodía de tus manos
dando vida a Lorca, Chopin y al partisano

y entre tus versos y canciones te elevas inmortal
abandonando tu prisión de carne, siendo libre
en las palabras y melodías que llenan el corazón
y las almas del mundo 

entre los miles de poetas que quieren ser conocidos
tú no fuiste uno de los impostores
No hace falta estar en el cielo
Para sentirnos uno con los nuestros,

Ellos, memoria,
Nosotros, una ilusión
Y tú, más que suficiente
simplemente Leonard

viernes, 8 de noviembre de 2024

LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL

Hasta mediados del siglo XVIII, la economía del mundo occidental estaba basada de forma casi exclusiva en la agricultura y el autoconsumo, no existía una organización industrial tal como hoy la conocemos y los productos comercializables se fabricaban en talleres artesanales de mayor o menor tamaño. La transformación, iniciada en Gran Bretaña, se basó en una serie de innovaciones tecnológicas que, junto a la utilización de nuevas fuentes de energía, sustituyeron a la mano de obra por las máquinas y dieron paso a nuevos métodos de organización fabril de producción en masa, a un aumento sin precedentes del consumo, del comercio y del bienestar de la sociedad. 

Una característica distintiva de esta revolución fue la aplicación sistemática de los nuevos conocimientos a la producción, de forma que la ciencia precedió a la práctica y los inventores transformaron los conocimientos teóricos en procedimientos útiles. A todo este proceso de desarrollo se le ha denominado Revolución Industrial. 

La industrialización no se extendió simultáneamente ni de forma homogénea por todo el mundo occidental. 

En la primera mitad del siglo XIX alcanzó a Estados Unidos y gran parte de la Europa occidental, llegando después de 1871 a Alemania. A partir de mediados del siglo XIX, se inició una nueva fase denominada Segunda Revolución Industrial, con la utilización de nuevas formas de energía como la electricidad y el petróleo. 

La Revolución Industrial impulsó la revolución política que terminó con el absolutismo monárquico y dio paso al liberalismo, basado en el respeto de la iniciativa individual, la existencia de una Constitución donde se contemplan los derechos de los ciudadanos, el derecho al voto y la separación de poderes. El liberalismo reguló el nuevo sistema económico, el capitalismo, para responder a las necesidades planteadas en esos momentos. No parece casual que la Revolución Industrial tuviera su origen en la Gran Bretaña liberal, y se extendiera pronto a Estados Unidos, regido por una Constitución liberal. Sin duda las ideas políticas plasmadas de forma práctica en sus respectivas Constituciones, proporcionaron un sustento legal para adoptar un conjunto de innovaciones que cambiaron definitivamente la vida de los hombres. 

Ligadas directamente con la Revolución Industrial y con la revolución política, se pusieron en práctica un conjunto de medidas denominadas liberalismo económico, enunciadas por el economista Adam Smith en su obra La riqueza de las naciones (1776). En la práctica el liberalismo económico se basaba en la no intervención del Estado en cuestiones financieras, empresariales o sociales y favorecía los intereses de la burguesía, que hasta entonces se había visto coartada por el Antiguo Régimen. 

Durante el siglo XIX algunos autores franceses empezaron a denominar Revolución Industrial al proceso de cambio iniciado en Gran Bretaña a mediados del siglo anterior, tal vez como semejanza en el terreno económico a lo que en el aspecto político había significado en Francia la revolución de 1789. 

Para muchos historiadores, la Edad Contemporánea se inició a finales del siglo XVIII con las “tres revoluciones”, la Independencia Americana, la revolución francesa y la Revolución Industrial, como si la revolución política y el cambio producido por la adopción de distintos métodos de producción y sus consecuencias no fueran más que distintos aspectos de un mismo proceso. 

La primera Revolución Industrial fue un proceso lento, en Gran Bretaña tardaría más de un siglo en completarse, no llegaría a algunos países europeos hasta finales del siglo XIX y sus consecuencias provocaron un cambio profundo en la economía, la política y la sociedad. 

A partir del siglo XVIII la población europea empezó a crecer a un ritmo muy rápido. La presión demográfica dio lugar a la demanda de multitud de productos, impulsando la Revolución Industrial y un conjunto de avances en la agricultura para poder generar la cantidad y calidad de los alimentos necesarios para la sociedad. La creación de fábricas, con necesidad de personal, fue cubierta, en parte, por los obreros del campo que emigraron a las ciudades en busca de empleo. Todo parece in indicar que hubo una interacción entre estos tres procesos, aumento demográfico, Revolución Industrial y avances en agricultura. 

Las tesis clásicas señalaban como base del despegue industrial la revolución de la tecnología, pero otras interpretaciones más novedosas han insistido en señalar otros factores tales como la acumulación de capitales para las inversiones en la industrial textil, el desarrollo de las manufacturas o una revolución agrícola previa a la Revolución Industrial. 

El papel de Gran Bretaña en la revolución industrial 

Gran Bretaña contaba en el siglo XVIII con las condiciones necesarias para iniciar la industrialización. Poseía un riquísimo imperio colonial; la población de las islas y la de las colonias estaba en expansión,tenía un alto nivel de vida y demandaba una gran cantidad de artículos; su situación oceánica le facilitaba el acceso a mercados ultramarinos y permitía el transporte de mercancías por barco; poseía una gran cantidad de materias primas adecuadas para utilizarlas en industria como carbón, hierro y agua y la carencia de madera propició la pronta utilización de combustibles fósiles. También contaba con facilidades para el transporte fluvial. Gracias al comercio, había una gran acumulación de capitales dispuestos a ser utilizados en nuevas inversiones. Además, las medidas librecambistas adoptadas favorecían las transacciones comerciales competitivas sin fronteras económicas interiores. 

El aumento de población europea a quien iba destinada la mayor parte de las manufacturas supuso un estímulo para la fabricación de mercancías de uso común. Los avances tecnológicos, que no habían dejado de producirse desde la Edad Media, sufrieron una aceleración en aquellos sectores que tenían que responder a la demanda. El sector productivo en el que la adopción de los nuevos avances tecnológicos tuvo un mayor impacto fue el textil. 

Los británicos crearon una serie de máquinas mecánicas para mejorar la elaboración de textiles. En 1733, John Kay inventó la lanzadera volante, logrando reducir notablemente el tiempo para fabricar una pieza de tela. La mayor velocidad de producción de tejido disparó la demanda de hilo. La industria de hilaturas experimentó un notable avance en 1763, cuando James Hargreaves construyó la spinning-jenny, un instrumento mecánico capaz de reproducir el trabajo de un hilador con la rueca y mover varios husos a la vez, abaratando el proceso. 

La primera máquina movida con la energía hidráulica aplicada a la industria textil fue la water frame, inventada por Robert Arkwright, que aumentó la producción de hilo utilizando algodón. En 1779, Samuel Crompton perfeccionó esta técnica construyendo otra máquina con la que se podía conseguir hilo más fino y resistente. 

A partir de estos momentos, todas las fases de la producción de tejidos se mecanizaron y perfeccionaron; se inventaron máquinas para el tratamiento de la materia prima. También se inventó una forma de estampar por medio de un rodillo que sustituyó a la aplicada manualmente con tacos de madera; a finales del siglo XVIII se descubrió un método químico para blanquear las telas rápidamente y los telares mecánicos sustituyeron a los manuales produciendo con más calidad y con mayor rapidez. 

Como el algodón era importado de la India, América y Egipto, las industrias textiles se concentraron en Lancashire y la Baja Escocia para abaratar el transporte, convirtiéndose Manchester en la capital de esta industria. 

En 1705 Thomas Newcomen patentó un modelo de máquina de vapor para bombear el agua de las minas; Watt perfeccionó este descubrimiento inventando un método para independizar la vaporización y la condensación de los cilindros del condensador con el fin de consu consumir menos energía, y la fue perfeccionando a lo largo de los años. En 1766 consiguió su propósito y este acontecimiento cambió radicalmente la producción. Las máquinas movidas por vapor se aplicaron para la fabricación de algodón a partir de 1780. La máquina de vapor supuso el mayor avance tecnológico del siglo XVIII. 

En cuanto al hierro, la mayor dificultad era la transformación del mineral, proceso de combustión muy lento en altos hornos para eliminar el oxígeno. La sustitución del carbón por el coque para separar el sulfuro y el alquitrán en la fundición del hierro a altas temperaturas, permitió la producción masiva de acero. 

La industria textil y la siderúrgica fueron los sectores productivos más importantes en la industrialización de Gran Bretaña. 

Gran Bretaña contaba en 1850 con la red más densa de ferrocarriles, las técnicas más avanzadas en todos los sectores y la marina más importante del mundo. La renta per cápita creció, la población se duplicó y la participación de los sectores de fabricación, minería y construcción pasó de ser una cuarta a una tercera parte en el PIB. 

La revolución industrial en los distintos países 

Prácticamente hasta el primer tercio del siglo XIX, la Revolución Industrial no se extendió fuera de Gran Bretaña. Los británicos intentaron conservar el monopolio de sus inventos y comercializaron solamente su producción en el extranjero. Los fabricantes continentales, en principio, imitaron la maquinaria inglesa y trataron de importar trabajadores especializados. Bélgica, que contaba con materias primas como hierro y carbón, fue uno de los primeros países del continente que se industrializó. 

La revolución francesa y sus consecuencias desanimaron a los inversores y retrasaron la industrialización en Francia, donde además existían otros motivos para su retraso. La propiedad de grandes latifundios en manos de nobles, poco partidarios de la inversión en reformas tecnológicas; la debilidad demográfica, con una tasa de natalidad en descenso y un crecimiento muy pequeño frente al resto de los países europeos y la escasez de recursos naturales han sido señalados como inconvenientes para una industrialización temprana. Durante el Segundo Imperio, Napoleón III apoyó el librecambismo y desarrolló una nueva política económica, creando numerosas líneas de ferrocarril, canales fluviales, grandes compañías de navegación y fastuosas obras públicas; la industria, el comercio y la agricultura prosperaron de forma significativa. 

Desde mediados del siglo XIX, Francia fue una importante potencia industrial que en parte debió su despegue al sector siderúrgico, desarrollado gracias a la expansión del ferrocarril. Alemania contaba a principios del siglo XIX con grandes recursos naturales, una población en ascenso y unos recursos agrícolas muy importantes. La unión aduanera, el Zollverein, creada en 1834, a la que se fueron uniendo la mayor parte de los Estados, facilitó la formación de un amplio mercado común. La gran extensión de líneas férreas construidas a mediados del XIX contribuyó a la expansión del sector del hierro, el acero y el carbón. Sin embargo, su fragmentación política impedía que se emprendieran proyectos unitarios y hasta después de la unificación en 1870 no se inició el desarrollo industrial que a partir de esos momentos fue muy rápido, sobrepasando a finales del siglo XIX a Gran Bretaña en la producción de acero; Alemania se convirtió en líder mundial en industria química. 

España tardó más que los países de su entorno en incorporarse a la Primera Revolución Industrial por una serie de problemas: la Guerra de la Independencia a comienzos del siglo XIX, la pérdida de los colonias americanas, la vuelta al absolutismo durante el reinado de Fernando VII y las Guerras Carlistas crearon un clima de inestabilidad política nada favorable para el desarrollo de una industria nacional. Al final del reinado de Fernando VII se iniciaron los primeros intentos de industrialización con la creación de una factoría textil levantada por Narciso Bonaplata cerca de Barcelona y de los altos hornos en Marbella fundados por Manuel Agustín de Heredia en 1832; años más tarde se crearon otro es Sevilla y Huelva que fracasaron por la falta de combustibles en lugares cercanos. La industria textil empezó a utilizar la máquina de vapor en 1844, ya durante el reinado de Isabel II, gracias al régimen político liberal constitucional. En 1848 se inauguró la primera línea de ferrocarril entre Barcelona y Mataró, seguida en 1855 de la de Madrid a Aranjuez, pero la expansión de este medio de transporte de mercancías y personas no llegaría hasta años más tarde. A partir de 1854, con los progresistas en el poder, se llevó a cabo una política de liberalismo económico que favoreció la entrada de capitales extranjeros. Las circunstancias políticas en España, con la revolución de 1868 y la posterior instauración de la Primera República, no permitieron al país llegar a ser una potencia industrializada hasta el siglo XX. Por diversas circunstancias, sucedió lo mismo en otros países como Rusia, Italia, Dinamarca y los situados en el este de Europa. 

Estados Unidos contaba ya a principios del siglo XIX con unos recursos naturales extraordinarios y una mano de obra especializada que le permitieron una rápida industrialización. A pesar de la distancia con Gran Bretaña, sus relaciones comerciales continuaban siendo fluidas, había un intenso tráfico marítimo y una inmigración incesante que favorecía la difusión de las nuevas técnicas. La guerra con Inglaterra entre 1812 y 1815 impidió el abastecimiento de productos manufacturados propiciando la creación de gran cantidad de industrias locales; además, el Estado promocionó la invención y la adaptación de maquinaria para ahorrar trabajo. Los principales sectores económicos se establecieron en tres regiones: el oeste se especializó en producción agrícola y ganadera; el este en industria y el sur en el cultivo del algodón. La red fluvial favoreció el intercambio de productos incluso antes de que se desarrollaran las vías férreas. 

La mejora de las comunicaciones permitió que el país avanzara de forma más rápida y la instalación de fábricas en puntos alejados de los lugares de producción de la materia prima. La creación de líneas de ferrocarril fue fundamental para la colonización del Oeste, que lo convirtieron en la región ganadera y agrícola por excelencia así como en mercado para los productos industriales fabricados en el Este. La construcción de las líneas del ferrocarril estuvo a cargo de empresas privadas a las que el Estado hacía concesiones y proporcionaba terrenos para la construcción; el ferrocarril empleó a muchísimos inmigrantes, sobre todo chinos y filipinos; se extendió rápidamente por todo el país a pesar de las dificultades. En 1869 se estableció ya la comunicación de la costa Atlántica a la del Pacifico por las compañías privadas Central Pacific y Union Pacific. 

La densidad de población en Estados Unidos a principios del siglo XIX provocaba una gran escasez de mano de obra a pesar de la inmigración; para trabajar las fincas algodoneras del sur se importó gran número de esclavos africanos. A finales del siglo XIX, Estados Unidos era ya la mayor potencia industrial del mundo. 

La competencia por parte de los distintos países en cuanto a sus adelantos industriales y el afán por darlos a conocer dio lugar a la celebración de Exposiciones Internacionales. 

La agricultura 

La agricultura tuvo un papel fundamental en la Revolución Industrial. Para algunos autores la revolución agrícola fue un paso previo, sin el cual no se habría podido conseguir la revolución industrial; es cierto que países como Rusia, Italia o España, en los que las estructuras agrícolas aún no habían evolucionado en el siglo XIX, tardaron más tiempo en llegar a la industrialización. 

En Gran Bretaña o los Países Bajos ante la demanda de alimentos por la presión demográfica que tuvo lugar en el siglo XVIII se introdujeron nuevas técnicas agrícolas, otros cultivos y más tarde el empleo de máquinas para mejorar el rendimiento del campo; al mismo tiempo, aumentó el número de campos cerrados y disminuyeron los bienes comunales. 

En muchos países se crearon las primeras escuelas de agricultura, sociedades de agricultores, se difundieron las nuevas técnicas y los gobiernos apoyaron las ideas fisiocráticas que consideraban el campo como única fuente de riqueza. El cambio de mentalidad dio lugar a considerar el campo como una buena inversión y se emplearan capitales en modernizar la agricultura. Las innovaciones y la inversión de capitales en maquinaria agrícola trajeron consigo un incremento muy importante en la productividad y una gran mejora en los cultivos y en la calidad de los alimentos. 

La Revolución Industrial aportó nuevos útiles, maquinaria y hábitos que cambiarían los sistemas de producción de las tradicionales labores del campo. Los trabajos agrícolas se facilitaron con la invención de un nuevo utillaje y la utilización de máquinas. Se introdujeron cultivos como el trébol, las plantas forrajeras, el maíz y sobre todo la patata, que proporcionó un alimento básico para las dietas más humildes y un mayor rendimiento a la tierra. La sustitución del barbecho por sistemas de rotación permitió el aumento de las cosechas y el cultivo de los forrajes permitieron el fomento y la cría selectiva de ganado y la producción masiva de carne, lana y piel. 

La publicación y difusión de la obra La química orgánica y sus aplicaciones al desarrollo de la agricultura y la fisiología (1840), escrita por el alemán Justus von Lieig, fue de gran importancia para el conocimiento de la química del suelo. 

La población del campo disminuyó a causa de la mecanización; ya no eran necesarios tantos agricultores e incluso con menos trabajadores aumentaba el volumen de producción. Muchas de estas personas se instalaron en las ciudades para trabajar en las fábricas o emigraron a otros países donde existían posibilidades de prosperar. 

El papel de los cercamientos en la revolución agrícola 

En Gran Bretaña, como en el resto de los países occidentales, existían extensiones muy grandes de tierras comunales sin explotar. A principios del siglo XVIII, algunos terratenientes decidieron obtener el máximo rendimiento de sus tierras y aprovecharon para cercar sus propiedades, incluyendo las tierras comunales. 

Lo que en principio parecía un abuso se convirtió en un procedimiento legal cuando los terratenientes presentaron demandas por esas tierras al Parlamento y se les con cedió la propiedad si eran apoyados por las tres cuartas partes de los otros propietarios de una parroquia. 

En esta batalla perdieron su acceso a los terrenos las gentes sin recursos que aprovechaban los comunales para utilizar la madera, criar algún animal o plantar un pequeño huerto; también fueron perjudicados los agricultores con pequeñas propiedades. A estos últimos, la competencia de los grandes propietarios les hizo vender y abandonar sus pequeños campos, que pasaron a incrementar las grandes extensiones agrícolas; a partir de estas reformas Gran Bretaña se convirtió en uno de los mayores productores agrícolas de Europa. 

España, a la llegada del liberalismo, tenía enormes extensiones de tierras de labor en manos de la Iglesia o vinculadas a mayorazgos, que no podían ser vendidas ni enajenadas y de las que no se obtenía el rendimiento adecuado. En 1836 se desamortizaron estas tierras, en su mayor parte fueron vendidas en pública subasta y adquiridas por capitalistas que no invirtieron para mejorar los cultivos, y estos terrenos quedaron en una situación aún peor que cuando estaban vinculados. 

En Italia había grandes territorios agrícolas propiedad de la aristocracia urbana que apenas servían para alimentar al ganado. Sus dueños no se preocuparon de introducir reformas durante mucho tiempo y para su explotación cedían las fincas a campesinos que sacaban de ellas escaso rendimientos. 

En Rusia las técnicas agrícolas siguieron siendo similares a las empleadas en la Edad Media y la servidumbre continuó vigente. Los siervos que trabajaban la tierra se levantaron en muchas ocasiones, llegando a situaciones extremas. 

En Francia, al contrario de lo que sucedió en Inglaterra, la mayor parte de los pequeños o medianos agricultores vieron acrecentadas sus propiedades después de la revolución francesa por la abolición de derechos feudales, el reparto de fincas de los emigrados y de la Iglesia y el cambio del régimen jurídico de los campesinos. Pese a no existir grandes capitales invertidos, poco a poco las nuevas técnicas agrícolas se pusieron en práctica permitiendo el abastecimiento del mercado interior no pudiéndose afirmar que la agricultura contribuyera al despegue industrial. 

 La revolución demográfica 

Después de miles de años de un crecimiento muy lento, sometido a retrocesos por las catástrofes naturales, guerras, epidemias o crisis de subsistencias, a partir del siglo XVIII la población europea empezó a crecer de forma sostenida y a un ritmo muy rápido. El número de habitantes pasó de los 110 millones en 1700 a 187 millones hacia 1800 y a más de 400 millones a comienzos del siglo XX, todo ello a pesar del fuerte flujo migratorio hacia ultramar. 

Las causas del desarrollo parecen ser varias. Se dio un descenso importante de la mortalidad, especialmente de la mortalidad infantil, atribuido por muchos autores a las mejoras en la alimentación gracias a los avances de la agricultura, a la construcción de redes de alcantarillado y la limpieza de las calles, al abastecimiento de agua potable en las ciudades y a la generalización de la higiene personal. 

Sin duda tuvieron una gran importancia los progresos de la medicina y de la cirugía. El uso de antisépticos en cirugía y la generalización de las medidas higiénicas evitaron muertes y contagios innecesarios, pasando los hospitales de ser lugares donde los enfermos iban a morir a centros de curación. 

El crecimiento de las ciudades desde principios del siglo XVIII a mediados del siglo XIX fue otro fenómeno ligado al aumento de población. La explicación a este crecimiento urbano se encuentra en la emigración de los obreros agrícolas y la oferta de trabajo en las fábricas. 

Otra consecuencia del crecimiento demográfico fue la emigración de aquellos que buscaban oportunidades en otros países. En poco más de un siglo, de 1800 a 1930, abandonaron el viejo continente unos 40 millones de europeos. El aumento de la población y la sustitución de la mano de obra explican la búsqueda de tierras en otros continentes. Además, la revolución de los transportes facilitó los viajes tanto por tierra como por mar. Los principales países receptores de emigrantes fueron Estados Unidos y Canadá en América del Norte y Argentina y Brasil en América del Sur. 

 El trabajo en las fábricas 

Antes de la Revolución Industrial, las energías aplicadas al trabajo habían sido la humana y la animal, pero con la utilización de la energía liberada por la combustión de carbón se inició un nuevo sistema de producción, en el que la fábrica sustituía a los antiguos talleres artesanales. 

Richard Arkwright, inventor de la water frame, fundó en 1771 la primera fábrica en Inglaterra, la Cromford Mill, y la situó a orillas del río Denvert para utilizar la energía hidráulica. Esta primera industria reunía los trabajadores, la fuente de energía y las máquinas en un solo lugar. Arkwright redactó el primer código de comportamiento en las fábricas, para imbuir disciplina a los obreros y conseguir así una mayor productividad para obtener beneficios. Fue un primer intento para racionalizar una nueva forma de trabajo. Se originaron nuevas teorías sobre las técnicas de organización del trabajo, como la enunciada por Baddage, que no consideraba la máquina aislada sino la fábrica en su conjunto y pensaba que la retribución del trabajo debía de estar en función de lo producido por el obrero. 

Durante muchos años paralelamente a la instalación de las fábricas subsistieron los talleres familiares donde se trabajaba a tiempo parcial, con mano de obra barata para completar la producción de las grandes industrias. Estos talleres se mantuvieron en Inglaterra hasta mediados del siglo XIX. 

Los grandes talleres artesanales con obreros especializados también continuaron trabajando hasta la plena mecanización de las fábricas a mediados del siglo XIX; algunos de sus obreros, los que no se adaptaban a las nuevas condiciones fabriles, fueron los que más se enfrentaron, con levantamientos organizados, a esta mecanización que les arrebataba su trabajo. 

Las transformaciones tecnológicas y la organización del trabajo iniciada en el siglo XVIII no produjeron sus frutos en la economía global hasta la segunda década del siglo XIX. 

 La revolución de los transportes 

Hasta el siglo XIX no llegarían a aplicarse las nuevas tecnologías a los transportes y también fue en Gran Bretaña donde se iniciaron las innovaciones en este sector. Durante el siglo XVIII se perfeccionaron los transportes por barco con la invención de nuevos instrumentos de navegación, como el cronómetro, y la mejora de los canales. 

Gran Bretaña contaba con un importante sistema fluvial con caudalosos ríos navegables, especialmente útil para el traslado de carbón y otros materiales pesados. Las grandes obras para mejorar el sistema fluvial inglés se iniciaron en 1761. También se mejoró la red de ríos navegables. Por tierra se renovaron los caminos y se utilizó también el tren, inicialmente arrastrado por tracción animal. 

La revolución en los transportes se produce con la aplicación de la máquina de vapor al ferrocarril y a los barcos. Se inició en 1825 cuando Stephenson construyó una locomotora impulsada por vapor, logró que se moviera sobre raíles y utilizó la primera línea de ferrocarril para llevar carbón entre Stokton y Darlington, después de muchos años de intentos que no habían dado resultados. En 1856, ya en la II Revolución Industrial el convertidor de Bessemer para la producción de acero fue fundamental en este proceso; a partir de entonces el acero se utilizó para la elaboración de locomotoras, raíles, cascos de barcos y toda clase de máquinas, impulsando definitivamente la industria metalúrgica. La construcción del ferrocarril constituyó el invento más importante de su época y supuso un gran estímulo para todas las actividades económicas. 

Supuso un avance fundamental para el desarrollo de nuevas técnicas financieras y normativas legales capaces de asegurar la movilización de capitales, y para las construcciones de obras públicas como viaductos, puentes, etc. 

Las consecuencias de la utilización del ferrocarril fueron de gran importancia al abaratar el traslado de mercancías, productos agrarios y ganado, facilitando la especialización de cultivos para la exportación y dando salida a los excedentes. Dio lugar a la articulación de mercados nacionales e internacionales, la apertura del comercio y la posibilidad de multiplicar los intercambios. En el terreno militar facilitó el transporte rápido de tropas y pertrechos y desde el punto de vista social promovió la movilidad de las personas. 

En el transporte marítimo y fluvial, los nuevos barcos tuvieron una mayor facilidad para adaptar las máquinas de vapor que los ferrocarriles. Los primeros vapores se utilizaron para el transporte interior por canales y ríos, luego por las líneas costeras y transoceánicas. Después, la utilización de máquinas de vapor en los barcos se impuso de forma definitiva hacia 1880; los nuevos barcos compitieron aún mucho tiempo con los clippers, barcos de vela que alcanzaban elevadas velocidades en navegación de altura que sobrevivieron hasta las primeras décadas del siglo XX. 

La revolución en los transportes y en las comunicaciones multiplicó los intercambios e hizo posible la unificación del mundo. 

La nueva cultura política 

La Revolución Industrial produjo en el mundo occidental, en un período de tiempo relativamente corto, un cambio en las condiciones materiales de vida de todas las personas como no se había experimentado nunca anteriormente. En momentos anteriores ya habían ocurrido cambios muy importantes tanto filosóficos (racionalismos), como científicos (leyes de la dinámica celeste), pero su efecto social era muy limitado, habían influido en un número muy reducido de personas. 

Igualmente, fue la fábrica la que dio lugar a la aparición del “conflicto de clases” con dos protagonistas destacados, por una parte la enriquecida burguesía y por otra el proletariado, producto de la masiva migración del campo a las ciudades y de la división del trabajo. 

La magnitud de los efectos sobre la sociedad de su tiempo dio lugar a una profunda reflexión intelectual, que podemos encuadrar en dos vertientes. De una parte aparece la cuestión social y el conflicto de clases.

La Revolución Industrial acarreó un incremento de la producción que, superando al crecimiento demográfico, permitió un importante crecimiento de la renta per cápita y también una mayor distribución de la riqueza, la burguesía frente a los terratenientes. Junto a ello, las masivas migraciones produjeron una concentración obrera alrededor del lugar de trabajo, el hacinamiento de viviendas en los barrios obreros en torno a las fábricas y duras condiciones del trabajo. Todo ello magnificó la percepción de las desigualdades y desembocó en el conflicto social de las dos clases emergentes, burguesía y proletariado. 

De otra parte el éxito material alcanzado se atribuyó al progreso científico y más concretamente al empirismo del “método científico” basado en la observación de los hechos. Se pensaba que la aplicación del empirismo a las relaciones humanas, podía dar lugar al descubrimiento de las leyes que rigen el comportamiento social de las personas, y al desarrollo de las técnicas para modificar este comportamiento en beneficio de los individuos. Sería posible reordenar científicamente la sociedad, convulsionada por las revoluciones políticas y económicas precedentes, y remediar los males que le aquejaban. 

  • Nacimiento de la idea social 

La Revolución Industrial dio lugar a una sociedad más ágil, permeable y compleja. El cambio esencial que se produjo fue la sustitución de la estructura estamental del Antiguo Régimen por la clasista. Las clases privilegiadas en el Antiguo Régimen disfrutaban de exenciones fiscales y estaban liberados de otras servidumbres, mientras que los pertenecientes al tercer estado o pueblo llano debían pagar impuestos para sustentar a los otros estamentos. En la nueva sociedad, de acuerdo con los principios del liberalismo, la ley debía ser igual para todos y ningún puesto o función debía ser monopolio de un grupo social; también se contemplaba la libertad económica, con la desaparición de las normas que limitaban la posibilidad de producir bienes y comerciar con ellos. 

Como es lógico las diferencias económicas subsistieron, mientras que la riqueza y las posibilidades de hacer buenas inversiones y negocios continuaban estando en un número reducido de personas. Pero estas diferencias permitían el progreso sin las cortapisas existente en la sociedad estamental. Aunque los nobles continuaron a la cabeza de esa nueva sociedad de clases, la burguesía desempeñó importantes cargos políticos, se enriqueció gracias a los negocios y pudo incluso obtener títulos nobiliarios. 

El capitalismo, que se basaba en la propiedad privada de los medios de producción, fue el sistema económico del liberalismo, fundamentado en unos principios doctrinales propios que servían para dar respuesta a las necesidades planteadas en esos momentos. Tuvo como consecuencia la aparición del proletariado y el aumento de poder de la burguesía. Para la construcción de fábricas y adquisición de maquinaria los empresarios necesitaban acumular capitales y para conquistar mercado era preciso abaratarla producción en una etapa de gran competitividad. Las empresas encontraban con facilidad abundancia de obreros a los que podían variar las condiciones según las necesidades del que contrataba. 

Las mujeres y los niños debían trabajar también, pese a las malas condiciones laborales, para completar las necesidades de la familia. Los trabajadores más desarraigados eran los que venían del medio rural y se encontraban en un ambiente desconocido sin posibilidades de encontrar ayuda. Pero las ciudades industriales no eran peores que las míseras aldeas, ni las condiciones del obrero industrial se diferenciaban mucho, en lo que a calidad de vida se refiere, de las del campesino pobre. 

Hasta que se inició la industrialización la mayor parte de la población trabajaba en la agricultura y vivía en comunidades rurales de reducido tamaño. Las ciudades eran centros administrativos y comerciales relativamente pequeños. La creación de industrias en las ciudades y la emigración dio lugar a un mayor poblamiento de los núcleos urbanos, con barrios cercanos a los centros industriales, en los que se levantaron edificios sin ningún tipo de planificación en lugares contaminados por el humo de las fábricas,carentes de alcantarillado y agua corriente. En estas precarias casuchas era habitual que toda una familia viviera hacinada en una sola habitación. El trabajo en las fábricas era monótono, con jornadas interminables que llegaban hasta las 14 horas, en algunos trabajos se manipulaban sustancias peligrosas para la salud, como el fósforo, que producía malformaciones óseas y en la minería eran corrientes los accidentes mortales. 

Estas situaciones precarias fueron analizadas por los socialistas “utópicos”, o primeros teóricos del socialismo, críticos con el sistema capitalista, que ponían de manifiesto las grandes desigualdades sociales y ofrecían alternativas o proyectos tomando como base las ideas ilustradas; estaban en contra del liberalismo económico, del capitalismo y defendían un mundo más justo y solidario. Los representantes más destacados de este movimiento fueron: 

  • Robert Owen (1771-1858), nacido en Newton (Inglaterra). En 1801 se hizo cargo de un negocio de sus suegros que administró con eficacia consiguiendo una discreta fortuna. Fundó una escuela animándose a idear un sistema de educación para renovar la sociedad. En 1812 publicó su obra titulada New View of Human Society en la que proclamaba la igualdad absoluta de derechos y la abolición de toda superioridad, mostrando su preocupación por la vida de los obreros. En su fábrica de tejidos de Escocia, fundó una colonia de propiedad colectiva con viviendas para obreros y escuelas para sus hijos, pero este ensayó no triunfó. Siguió promocionando el socialismo y ensayó nuevas experiencias comunitarias sin éxito. Murió en 1858 en Newton, su ciudad natal. 
  • Claude Henri de Rouvry, duque de Saint-Simon (1760-1825), escritor, político, teórico del socialismo y positivista, nació en París. Se preocupó durante toda su vida por denunciar en sus escritos las injusticias sociales que veía a su alrededor. Renunció a su título y se hizo republicano. Fundó varios periódicos y murió en 1825 en la mayor de las miserias. 
  • Pierre Leroux (1797-1871) fue seguidor de las ideas de Saint-Simon. Inició su actividad como escritor publicando artículos filosóficos. Liberal y antimonárquico, entró en la Masonería y en la sociedad de los Carbonarios. Creador del término socialismo, lucho por los derechos de los trabajadores. 
  • Charles Fourier (1772-1837), nacido en Besançon (Francia), fue inventor de un sistema con el que pretendía encauzar las pasiones humanas hacia un fin útil para la comunidad. Proyectó una sociedad ideal llamada Falansterio que sus discípulos pusieron varias veces en práctica fracasando siempre. 
  • Jean Joseph Louis Blanc (1811-1882), nació en Madrid en plena Guerra de la Independencia. Desde muy joven publicó artículos sobre política, poesía y se interesó por la historia. Expuso ideas sobre la organización del trabajo, achacando la miseria social al individualismo y pidiendo solidaridad. En 1848 fue miembro del gobierno provisional revolucionario. Pidió la supresión de la pena de muerte y fundó “talleres sociales” mantenidos por el Estado para emplear a los parados. 
  • Louis Auguste Blanqui (1805-1881) nació en Puget-Teniers (Francia). Estudió derecho y medicina en París y tuvo que ganarse la vida como preceptor hasta que se sintió atraído por la política. Fue un destacado teórico del socialismo utópico. Sus obras ejercieron una gran influencia durante el siglo XIX. Sus continuas actividades revolucionarias y su activo liderazgo fueron la base de la corriente revolucionaria denominada Blanquismo. Pasó muchas etapas de su vida en la cárcel por revolucionario y murió desterrado. 
  • Etienne Cabet (1788-1856). Nació en Dijon, estudio la carrera de abogado, que ejerció unos años sin gran brillantez. Participó en la revolución de 1830. Fue miembro de la sociedad secreta de los Carbonarios, socialista utópico y en su novela Viaje a Icaria, publicada en 1842, trató de demostrar la superioridad del socialismo sobre el capitalismo. En 1848, después de la revolución en la que no participó, se instaló con un grupo de discípulos que cedieron sus bienes a favor de la comunidad en Texas. En su colonia ideal no había más que peleas y discordia y se trasladó a Illinois con unos pocos discípulos, de donde fue expulsado por los mormones. En 1854, después de pasar algún tiempo en Francia, volvió a Illinois para disolver su sociedad, y allí falleció. 

 El positivismo 

En su sentido más amplio se entiende por positivismo toda corriente filosófica que proclama que sólo el conocimiento basado en la observación y evaluación de los datos empíricos es sólido y fiable. Se contrapone al idealismo y excluye como fuente de conocimiento las especulaciones metafísicas y las ideas apriorísticas. 

En un sentido más restringido, se aplica a la filosofía derivada del pensamiento de Augusto Comte (1798-1857), que dio origen y nombre a la ciencia de la sociología. Comte, hijo de un funcionario del fisco, nació en Montpellier, Francia, en el seno de una familia profundamente católica y lealmente monárquica, pero los aires republicanos y el escepticismo que dominaban la vida francesa hicieron que desde muy temprano, a la edad de 14 años, abandonara deliberadamente estos orígenes ideológicos. Por su carácter indisciplinado fue expulsado de la École Polytechnique, donde se impartía una sólida formación en matemáticas, ciencia e ingeniería; pero ya por entonces los conocimientos adquiridos le han dado el impulso para concebir la necesidad y creer en la posibilidad de extender los métodos científicos de la física al estudio y mejora delas relaciones sociales. La creación de una nueva ciencia a la que dio inicialmente el nombre de “física social” y luego el de sociología pasó a ser la misión de su vida. Su carácter dogmático le llevó a concebir el positivismo como una religión oficiada por los científicos y de la que él mismo seria el sumo sacerdote. 

En 1817 entró a colaborar como secretario con Saint-Simon durante 7 años. Tras romper con él, por pensar que se había apropiado de sus ideas comienza su andadura en solitario. Murió en París a los 59 años. 

En su libro Curso de Filosofía Positiva estableció las bases de su doctrina con su aserto de que tanto la humanidad en su conjunto como el individuo en su desarrollo personal pasaban por tres etapas o estadios de desarrollo y conocimiento. En el primero, estadio teológico o mágico, el hombre busca la explicación delos fenómenos de la naturaleza en poderes sobrenaturales o divinos. El segundo estadio es el metafísico; lo teológico sobrenatural es despersonalizado y reemplazado por cualidades abstractas radicadas en las cosas mismas. Solamente la tercera etapa, la científica o positiva, permite al hombre “observar-preveractuar”. No importa saber lo que las cosas son sino cómo ocurren. La tarea de las ciencias es la de observar las regularidades de los fenómenos naturales y de ellas derivar las leyes generales que los rigen. De estaforma se podrá controlar la naturaleza e incluso la sociedad, asegurando el orden social. Junto a la “ley de los tres estadios”, Comte presentó la idea de que las ciencias están ordenadas jerárquicamente formando una pirámide de seis niveles. El nivel inferior lo constituyen las matemáticas, ciencia que tratando los aspectos más abstractos del conocimiento no necesita para su desarrollo de ninguna otra. En los niveles sucesivos nos vamos encontrando a la astronomía, física, química y biología. El vértice de la pirámide está constituido por la sociología, la última y la más grande de todas las ciencias a las cuales integra y sintetiza en un todo cohesionado. 

Dentro del positivismo del siglo XIX podemos citar junto a Comte, al filósofo, político y economista británico John Stuart Mill (1806-1873) y a Herbert Spencer (1820-1906), que gozó de una enorme popularidad en Gran Bretaña y en Estados Unidos hasta el punto de que su obra más famosa, Estudio de Sociología, llegó a publicarse por entregas. Frente al intervencionismo social propugnado por Comte, derivado de su concepción religiosa de la nueva ciencia, los representantes británicos, grandes admiradores de Adam Smith, defendían que el progreso se alimentaba del esfuerzo individual y propugnaban las ideas económicas del liberalismo.

martes, 5 de noviembre de 2024

INDUSTRIA LÍTICA PREHISTÓRICA

Como es de esperarse, las necesidades y recursos disponibles se modificaron constantemente entre el Paleolítico y el Neolítico. Así pues, existieron distintos tipos de industria lítica.

Si algo caracterizó a los primeros hombres y los diferenció de otros homínidos fue, sobre todo, su capacidad para fabricar útiles. No solo utilizar objetos como instrumentos, sino especialmente darles una forma para que resultaran más eficaces, forma no accidental sino buscada conscientemente de acuerdo con modelos uniformes.


  • Olduvayense

La industria de tipo olduvayense, también conocida como industria de modo 1, apareció hace aproximadamente 2,5 millones de años, probablemente con el surgimiento de los primeros representantes del género humano, los Homo. Se localizan en Etiopía.

La producción de herramientas ocurrió en primer lugar a base en rocas talladas, cuya forma podía ser de distintas maneras y se conseguía a base de golpes en una o en las dos caras de la roca. Por otro lado, estas herramientas tenían un grado de elaboración muy bajo, puesto que solo se pretendía afilar piedras por uno de sus extremos, sin poner mucho cuidado en la forma resultante. Al hacer marcas irregulares creadas de manera rudimentaria, no se tenía mucho control sobre la forma obtenida. Por esto se reconoce como la industria de tallado de piedra más antigua.

La producción lítica olduvayense se basaba en aprovechar la materia prima más cercana, sin tener que planear mucho acerca de dónde conseguirla y cómo manipularla. El principal objetivo era obtener filos cortantes y piezas pequeñas. Este tipo de tecnología fue utilizada principalmente por el Homo habilis.

Olduvayense


  • Achelense

El modo Achelense, o modo 2, se refiere a la elaboración y uso de fragmentos planos y delgados de piedra (lo que se conoce como “lasca”), que se tallaron por las dos caras, obteniendo hachas bifaces. Estas lascas son más estandarizadas que en el periodo anterior, siguen un orden concreto de de golpes y giros en la manipulación del material con el que se trabaja.

La industria lítica de tipo achelense corresponde al Paleolítico Inferior, hace aproximadamente 1,6 millones de años (Asociado al Homo Ergaster), y las técnicas de manipulación de la roca le daban forma de pequeñas hachas. Por otro lado, estos instrumentos no estaban especializados en tareas concretas, y servían al propósito general de cortar materiales blandos y raspar pieles, al precio de no obtener ni resultados óptimos ni una productividad muy alta en comparación al o que se podría conseguir con otros tipos de industria lítica que estaban por llegar.

El Achelense se ha dividido tradicionalmente en tres fases: Antiguo, Medio y Superior, atendiendo básicamente a la morfología de los bifaces. 

  • En el Inferior serán cercanos a los abevillenses, con bordes sinuosos y base reservada, en él también aparece la técnica Levallois; el yacimiento clave es Saint-Acheul, que dio nombre al Achelense. 
  • Más claro resulta el Achelense Medio, que ocupa cronológicamente el complejo Mindeliense, entre el 700.000 y el 500.000. Ya presenta bifaces de formas estereotipadas, así como un aumento de los tipos sobre lasca. Entre los yacimientos importantes destaca la base de la Cueva de l'Arago en el Rosellón y el de Terra Amata en Niza. En este último, H. de Lumley descubrió una compleja serie de niveles situados en una playa fósil. En ellos identificó los restos de una cabaña ovalada con restos de hogares y entre cuyos materiales se pudieron recoger las lascas y reconstruir los procesos técnicos de talla.
  • El Achelense Superior presenta bifaces muy elaborados, a veces con formas apuntadas. En él la técnica Levallois es la más utilizada para la fabricación de lascas; éstas se retocan dando formas muy semejantes a las del Paleolítico Medio contemporáneo. A este momento se atribuye el yacimiento de la Cueva de Lazaret, donde H. de Lumley identificó los restos de una cabaña en la que se encontraron varios hogares, así como un complejo sistema de organización del espacio. Como evolución final del Achelense se cita al Micoquiense, que podría ser el origen del Musteriense de Tradición Achelense en Francia. Éste aparece en Alemania con formas parecidas, donde podría dar origen a facies con piezas bifaciales del tipo de Ehringsdorf, que llegarían a un Paleolítico Medio con puntas bifaciales

El método levallois consiste en la obtención de una lasca o lascas, láminas y puntas levallois, a partir de la configuración predeterminada de la morfología de un núcleo.  Esta configuración está elaborada a partir de la relación volumétrica entre dos superficies; una de ellas, es la cara superior, que posee una convexidad longitudinal con una curvatura que se acentúa en la extremidad distal y una convexidad transversal más marcada. La otra, en la superficie opuesta, está destinada a la preparación de los planos de percusión.

  • Macroútiles
  • Continuan chooping y chooping tolols. Aparición talla levalois
  • Tallado bifacial en rocas duras con un uso muy diverso.Reducción de las dimensiones del tamaño de los bifaces
  • Lascas sin retoque
  • Selección de materias primas
  • Aumento del soporte sobre lasca
  • Aumento de retocados sobre lasca: raederas, perforadores y cuchillos
  • Introducción de percutor blando/semiduro

 Achelense


  • Musteriense

La industria lítica de modo 3, o musteriense, apareció en los inicios del Pleistoceno superior, hace unos 125.000 años y desapareció hace unos 30.000 años. Está asociada a los neandertales, que partiendo de la industria achelense originada en África, la perfeccionaron en las regiones de Eurasia en las que aparecieron como especie diferenciada y con una capacidad craneal mayor a la de sus ancestros. Por otro lado, los primeros representantes de los sapiens también partieron de ella al asentarse en Eurasia.

En esta etapa se utilizó principalmente el sílex o pedernal, piedra dura hecha a base de sílice que puede crear bordes filosos al romperse. Así mismo, durante este periodo que corresponde al Paleolítico Medio, las piedras fueron utilizadas especialmente para la caza, pero ya empezaron a crearse herramientas especializadas, planeando en su elaboración una finalidad particular. En concreto, se han conservado una sesentena de herramientas especializadas, como punzones, hachas, cuchillos, etc.

Musteriense

  • Auriñaciense

Este periodo, junto con los tres que siguen, suelen agruparse dentro de la misma época: el Paleolítico Superior (la etapa que va desde hace 40.000 años hasta hace 12.000 años), y se asocian a un modo de producción común caracterizado por el uso de hueso, el asta o el marfil para fabricar puntas largas y muy afiladas (imposibles de fabricar a partir de materiales tan quebradizos como las piedras), y también por realizar las primeras representaciones artísticas con los mismos materiales. Gracias a la posibilidad de crear agujas, es posible fabricar ropajes sofisticados con los que desplazarse por ecosistemas totalmente glaciares, algo que otros representantes del género Homo no podían hacer durante mucho tiempo.

Por otro lado, en este tipo de industria lítica se generaliza el uso del buril, que es un instrumento desarrollado por el Homo sapiens y es considerada la primera herramienta máquina: un objeto creado para fabricar otros instrumentos de trabajo.

Específicamente el Auriñaciense se caracteriza por grandes láminas, a modo de grandes lascas talladas. Otros materiales utilizados fueron el sílex, el cuarzo y la cuarcita.

Auriñaciense

  • Gravetiense

Junto con el periodo anterior, el Gravetiense se asocia con el Homo sapiens. De igual manera era predominante uso de hueso y marfil para la fabricación de puntas largas. Se caracteriza por la presencia de los primeros huesos decorados y también por el desarrollo de métodos de cocción de arcilla.

Gravetiense

  • Solutrense

En continuación con la anterior, esta etapa se caracteriza por el desarrollo de métodos de calentamiento de roca. Por estos mismos métodos, el tallado y la forma de la herramienta se modifica. Tienen toques más estéticos, similares a una flecha. Se utilizan también sílex, cuarzos y distintos cristales, como la obsidiana.

Técnicas de talla lítica avanzadas. Esta cultura es conocida por sus avanzadas técnicas de talla lítica, especialmente la producción de hojas de piedra finamente trabajadas. Estas hojas, a menudo delgadas y alargadas, eran elaboradas mediante una técnica de presión que permitía un control preciso sobre la forma y el filo de la herramienta. La presión aplicada permitía la creación de bordes extremadamente afilados y simétricos, lo que indicaba un alto grado de habilidad y conocimiento en la manipulación de la piedra.

Puntas de proyectil bifaciales. Otra característica distintiva es la producción de puntas de proyectil bifaciales. Estas puntas, trabajadas por ambas caras, mostraban una simetría y un acabado finamente retocado que las hacían altamente eficientes para la caza. La bifacialidad permitía un filo más duradero y efectivo, adecuado para penetrar la piel y los órganos de los grandes mamíferos cazados por los solutrenses.

Variedad de herramientas. Además de las hojas y las puntas de proyectil, incluía una variedad de otras herramientas, como buriles, raspadores y perforadores. Estas herramientas eran utilizadas para diversas tareas, desde la preparación de alimentos hasta la confección de ropa y la construcción de refugios. La diversidad de herramientas indica una sociedad bien adaptada a su entorno y capaz de realizar una amplia gama de actividades cotidianas.

 Solutrense


  • Magdaleniense

El Magdaleniense es una industria lítica del Paleolítico Superior, aproximadamente entre 17,000 y 12,000 años atrás, conocida por su avanzada tecnología lítica y ósea, así como por su arte rupestre detallado y la producción de herramientas complejas. Esta cultura se desarrolló principalmente en Europa Occidental, destacándose por sus innovaciones y su rica expresión artística.

En este último periodo, las herramientas son aún más finas pero también más grandes, con forma de punta de azagaya (lanza arrojadiza pequeña), aunque también tienen formas triangulares. Sus productos elaborados se utilizaron no solo para la caza, sino como armas de combate y también como adornos. Se han encontrado muchos restos bien conservados en el sudoeste de la Europa Occidental.

  • Tecnología lítica avanzada. Los magdalenienses emplearon técnicas sofisticadas de talla lítica para producir herramientas especializadas. Destacan las puntas de proyectil finamente retocadas y las hojas de piedra microlítica, utilizadas para la caza y otras actividades.
  • Industria ósea y de marfil. Se desarrolló una tecnología avanzada en la fabricación de herramientas y objetos decorativos utilizando huesos y marfil. Esto incluye arpones, agujas con ojo, propulsores de lanzas y otros utensilios que evidencian una diversificación en el uso de materiales naturales.
  • Arte y expresión cultural. Esta cultura es conocida por su rica expresión artística, tanto en arte mobiliar como en arte rupestre. Las cuevas y abrigos rocosos muestran pinturas y grabados que representan escenas de caza, animales y figuras humanas, destacándose por su detalle y realismo.
  • Prácticas funerarias. Aunque menos comúnmente registradas que en otros periodos, se han encontrado evidencias de prácticas funerarias en algunos sitios magdalenienses. Estos incluyen entierros acompañados de ajuares funerarios, lo que sugiere creencias en la vida después de la muerte y un respeto por los difuntos.
  • Adaptación al entorno. Los magdalenienses demostraron una capacidad notable para adaptarse a diversos entornos, desde regiones montañosas hasta costas y llanuras. Esta adaptabilidad se refleja en la amplia distribución geográfica de los sitios magdalenienses en Europa Occidental.
  • Innovación tecnológica y social. El desarrollo de herramientas especializadas y la expresión artística indican una sociedad compleja y bien organizada, capaz de innovar y adaptarse a condiciones ambientales cambiantes durante el fin de la última glaciación.