Nacida en Málaga el 6 de Marzo de 1889 en una familia de clase media e ideología liberal. Este ambiente le permitirá, en contra de lo habitual en la época, estudiar magisterio en Málaga y posteriormente trasladarse a Madrid donde estudiará derecho en la Universidad Central, terminando la carrera en 1924, siendo la primera mujer en España que ejercerá la abogacía ejerciendo sobre todo en el ámbito laboral.
En 1929 se integrará en el recién creado Partido Radical Socialista, ejerciendo posteriormente de defensora de Álvaro de Albornoz como miembro del Comité Revolucionario Republicano, siendo la primera mujer en el mundo en participar en un consejo de guerra.
Con la llegada de la República fue elegida en 1931 diputada en las Cortes Constituyentes, siendo, durante el gobierno de Azaña, nombrada directora de prisiones cargo en cual intentará, y conseguirá en parte, una amplia labor reformista mejorando las condiciones de vida de los presos y preocupándose especialmente por las mujeres, y entre ellas por las que eran madres, creando la cárcel de mujeres de las Ventas. Permanecerá en dicho cargo hasta 1934.
Pero sin duda, el hecho que marcó su trayectoria política fue la discusión sobre el sufragio femenino. Enfrentada a Clara Campoamor, Victoria Kent, al igual que otros republicanos, no era contraria al voto femenino, pero creía que aquel no era el momento de aprobar el sufragio debido a la falta de preparación de las mujeres de la época y a la influencia que en ellas tenía la Iglesia.
Abandonó junto con el sector progresista el Partido Radical Socialista para crear el Partido Radical Socialista Independiente y posteriormente en la integración de este en Izquierda Republicana, y si bien no consiguió acta de diputado en 1933, en 1936 se presentaría junto con su partido en el Frente Popular, consiguiendo en esta ocasión un escaño.
Durante la Guerra Civil se encargó de la acogida de los niños refugiados y de la creación de guarderías infantiles. Más tarde, sería enviada a la embajada española en París, encargándose igualmente de las evacuaciones de niños y una vez terminada la guerra de la emigración de los republicanos hacia América.
Durante la II Guerra Mundial tuvo que refugiarse en la embajada mexicana al ser París ocupado por las tropas alemanas, permaneciendo en la ciudad con identidad falsa hasta el fin de la guerra gracias a la Cruz Roja. Esta experiencia la reflejará en su libro “Cuatro años en Paris”.
Después de la guerra se marchará a México, donde dará clases de Derecho Penal en la universidad y creará una escuela para personal de prisiones. A la vez se encargará de ayudar a los refugiados españoles. Allí dirigió la Escuela de Capacitación para Empleados de Prisiones y Establecimientos Penitenciarios que se creó, adscrita a la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM, en 1949, siguiendo su propuesta.
Ella fue quien creó el plan de estudios de la escuela y también fue su profesora más prestigiosa. Además, enseñó en la UNAM un curso sobre el estudio del medio penitenciario, y más tarde impartió docencia vinculada a la Cátedra de Sistemas e Instituciones Penitenciarias (Gutiérrez Vega, 2001: 152-153). Al principio, en México, tenía estatus de residente, manteniendo su certificado de nacionalidad española expedido por el consulado general de España en México, que dependía del Gobierno de la República en el exilio. El 4 de mayo de 1950 obtuvo «sin renuncia de la nacionalidad española», como otros muchos refugiados republicanos, la nacionalidad mexicana, lo que le facilitó mucho la movilidad. «El titular es mexicano por naturalización según carta 335 otorgada el cuatro de mayo de 1950», rezaba el pasaporte mexicano de Victoria Kent.
Ella fue quien creó el plan de estudios de la escuela y también fue su profesora más prestigiosa. Además, enseñó en la UNAM un curso sobre el estudio del medio penitenciario, y más tarde impartió docencia vinculada a la Cátedra de Sistemas e Instituciones Penitenciarias (Gutiérrez Vega, 2001: 152-153). Al principio, en México, tenía estatus de residente, manteniendo su certificado de nacionalidad española expedido por el consulado general de España en México, que dependía del Gobierno de la República en el exilio. El 4 de mayo de 1950 obtuvo «sin renuncia de la nacionalidad española», como otros muchos refugiados republicanos, la nacionalidad mexicana, lo que le facilitó mucho la movilidad. «El titular es mexicano por naturalización según carta 335 otorgada el cuatro de mayo de 1950», rezaba el pasaporte mexicano de Victoria Kent.
El encargo de las Naciones Unidas para estudiar el estado de las prisiones en Iberoamérica la llevará a Nueva York, donde se instalará, aunque el la excesiva burocracia del trabajo hará que lo abandone pronto, dedicando sus esfuerzos a la publicación de la “Revista Ibérica”, la cual mantendrá hasta 1974.
Victoria Kent no quiso regresar a España hasta que no legalizaran a todos los partidos políticos, cosa que no ocurrió hasta después de las elecciones del 15 de junio de 1977. Si bien se habían legalizado casi todos los partidos políticos, incluso el Partido Comunista de España, no ocurrió lo mismo con los partidos republicanos, que, como era lógico, mantenían la defensa de una forma de gobierno republicana para España. Fue el 2 de agosto de 1977 cuando se legalizaron ARDE y las otras dos formaciones republicanas que habían sobrevivido en el exilio: Acción Republicana y Esquerra Republicana. En ese momento Victoria Kent sí solicitó en el consulado de España en Nueva York su flamante pasaporte español –recordemos que nunca había renunciado a la nacionalidad española– y organizó su viaje a España. Volverá , si bien, y aún terminada la dictadura de Franco, mantendrá su residencia en Nueva York, donde morirá el 26 de Septiembre de 1987.