John dos Passos: su vida
Al terminar la guerra, su país le dio permiso para quedarse en París con el fin de cursar estudios de antropología en la Sorbona.
John dos Passos |
Escritor estadounidense representativo de la "generación perdida", cuyas novelas, amargas y profundamente impresionistas, atacan la hipocresía y el materialismo de los Estados Unidos entre las dos guerras mundiales y tuvieron una honda influencia en varias generaciones de novelistas europeos y estadounidenses, Dos Passos nació el 14 de enero de 1896 en Chicago. Nieto de un zapatero portugués e hijo ilegítimo de un abogado, fue educado en el hogar materno. En 1917 se graduó en la Universidad de Harvard, donde conoció a intelectuales vinculados al grupo "estetas de Harvard". Durante la Primera Guerra Mundial fue conductor de ambulancias en el frente francés, experiencia que le proporcionó material para su novela Iniciación de un hombre: 1917 (1920). El reconocimiento de la crítica y del público le llegó con su siguiente novela, amarga y antibelicista, Tres soldados (1921), con la cual alcanzó el reconocimiento de la crítica por su amargo antibelicismo.
Inspirada en su propia experiencia, La Iniciación de un hombre: 1917 recoge el recorrido del narrador, chófer de ambulancias, por diferentes lugares para ofrecer un panorama visual y sonoro de la guerra que mezcla breves descripciones, en las que Dos Passos da libre curso a una estética sensual, con diálogos en los que todo tipo de personajes, soldados, oficiales, médicos, pero también ancianos o tenderos que viven en zonas de combates, expresan sus opiniones sobre la guerra… Tres soldados es la segunda novela del escritor estadounidense. En ella, va más allá en su denuncia de la guerra, poniendo en escena a varios soldados procedentes de distintas clases sociales durante las largas esperas en las trincheras puntuadas de tiroteos de gases…
Ambas obras se inscriben en la temática característica de la Generación perdida: aunque se defiende al individuo en rebelión, se acaba condenándolo al fracaso. Pero en 1925 publicó su monumental Manhattan Transfer, que por su peculiar estructura abrió una nueva manera de escribir y de entender la ciudad: como un organismo poderoso y en cierto sentido autónomo de los seres que la habitan.
A finales de los años sesenta, ya firmemente comprometido con la defensa de los valores ultraderechistas, John Dos Passos se alejó de forma radical de esa realidad americana que le había desilusionado para volver los ojos hacia el pasado y narrar la historia de tres siglos del país de sus antepasados. Fruto de este absorto aislamiento -no ajeno a la propia meditación interior- fue la obra titulada The Portugal Story (La historia de Portugal, 1969), un libro que, publicado un año antes de la desaparición del autor, mostraba la asombrosa evolución ideológica que había experimentado John Dos Passos
Manhattan Transfer (1925), una visión panorámica de la vida neoyorquina entre 1890 y 1925, tuvo un éxito inmenso. Esta poderosa novela, construida con fragmentos de canciones populares, titulares de prensa, pasajes de monólogo interior y fragmentos naturalistas de las vidas de una multitud de personajes sin relación entre sí, determinó el estilo de las mejores de sus últimas novelas. Manhattan Transfer enmarca una visión del Nueva York de principios del siglo XX abandonando el tradicional análisis caracteriológico o psicológico de los personajes por una indagación más sociológica y colectiva.
Su trilogía USA (reunida en 1938), en el mismo estilo, amplió su panorama para abarcar todo el país. Comprende las novelas El paralelo 42 (1930), 1919 (1932) y El gran dinero (1936), y describe el crecimiento del materialismo estadounidense desde la última década del siglo pasado a la Gran Depresión. En este ambicioso proyecto, Dos Passos expresó buena parte de la filosofía de la historia que habían compartido los intelectuales de su país durante el período de 1920 a 1940. Ya en 1926 había publicado artículos políticos con una visión más bien de izquierda; sin embargo, a partir de 1930 se fue decepcionando hasta devenir un conservador nacionalista, nostálgico de una especie de pasado mítico de Estados Unidos, que intentó recuperar en sus novelas y ensayos posteriores. Pero tales obras no alcanzaron (con excepción de sus memorias, Años inolvidables) la calidad e importancia de sus ciclos urbanos.
Dadas sus dotes observadoras, viajó por Europa, Oriente Próximo y Marruecos como periodista y el resultado fue una gran desilusión política que plasmó en otra trilogía, Distrito Columbia, compuesta por Hombre joven a la aventura (1939), El número uno (1943) y El gran proyecto (1949). Continuó escribiendo mucho: varias novelas, libros de observaciones personales, de historia, biografía y viajes. El mejor recibido fue Mediados de siglo (1961), una novela que retomaba la técnica caleidoscópica de sus primeros éxitos para narrar otra visión panorámica de la posguerra en Estados Unidos.
En el momento de su muerte, el 28 de septiembre de 1970, en Baltimore (Maryland), Dos Passos había terminado la mayor parte de una novela, La crónica decimotercera. Póstumamente se publicó Isla de Pascua (1971), un libro de viajes, y La crónica decimocuarta (1973), sus diarios y correspondencia. El relato de Dos Passos sencillo y directo con un fondo crítico y social, que busca además una totalidad cultural, influyó mucho en escritores europeos y americanos como en el peruano Ciro Alegría, o en los españoles Camilo José Cela y Juan Benet.
"¿De qué sirve que terminen las guerras si los Ejércitos continúan en pie?" Tres soldados
La primera gran conflagración mundial inauguró también la “era de las matanzas”, como dejó escrito el gran historiador Eric Hobsbawm, es decir, una nueva época en la que los niveles de horror y destrucción alcanzados no tuvieron parangón con nada de lo conocido con anterioridad. La carrera de armamentos entre EE.UU y la URSS desarrollada en la segunda mitad del siglo XX, potencialmente capaz de desembocar en un conflicto bélico que hubiera podido provocar la extinción de la humanidad, fue su culminación lógica.
Todo estos hechos contribuyeron de forma decisiva que el movimiento obrero de inspiración consecuentemente socialista o anarquista se opusiera a la Gran Guerra (aunque no pudiera impedir su estallido) y que ésta, a pesar de comenzar con un gran apoyo de masas, se acabara transformando en una inmensa catástrofe humana que indujo a las poblaciones, empezando por la rusa, a rebelarse contra sus respectivos estados para exigir su fin inmediato.