Larra representa el «romanticismo democrático en acción»: Periodista, crítico satírico y literario, y escritor costumbrista, publicó en prensa más de doscientos artículos a lo largo de tan sólo ocho años, impulsando el desarrollo del género ensayístico, disfranzándose bajo los seudónimos Fígaro, Duende, Bachiller y El Pobrecito Hablador.
LA VIDA DE LARRA
Mariano José de Larra nació en Madrid en 1809, pero se trasladó a Francia en 1813. Su familia se exilió allí con motivo del trabajo del padre como médico en el ejército francés de José Bonaparte. En 1818 Larra volvió con sus padres a España; estudió Derecho en Valladolid y Medicina en Valencia. A los 19 años abandonó los estudios para dedicarse al periodismo.
Larra se casó con Josefina Wetoret en 1829. Este matrimonio duró poco y terminó en separación en 1834. Larra mantuvo unas relaciones amorosas con Dolores Armijo que duraron hasta el final de su vida. En 1836 fue elegido diputado por Avila, aunque las elecciones se anularon en toda España tras el motín de los Sargentos de la Granja ocurrido en ese mismo año. Larra se suicidó de un pistoletazo en febrero de 1837, muy poco después de escribir su famoso artículo "La Nochebuena de 1836" y tras el desengaño producido por la ruptura con Dolores. Otro posible motivo del suicidio fue el desespero que sentía Larra frente al fracaso de las ideas liberales en el ámbito político de la época.
Larra compuso poemas poco importantes, algunas obras dramáticas y una novela histórica, El doncel de don Enrique el Doliente (1834).
Pero la importancia de Larra en la literatura española radica en los artículos periodísticos. De él se ha dicho que es el mejor periodista español de su tiempo y el creador del periodismo moderno. Desde muy joven fundó diversas publicaciones satíricas y colaboró en importantes revistas y periódicos de su época. Empleó diversos seudónimos para firmar sus colaboraciones, hasta adoptar definitivamente el de "Fígaro"
UN ANTES Y UN DESPUÉS EN LA LITERATURA Y EN EL PERIODISMO
Como muchos autores románticos, Larra combinó sus actividades periodísticas y literarias con su interés en la política. Fue un escritor comprometido en el sentido más moderno del término. La literatura para Larra era un instrumento del progreso humano. Junto con Goya, Larra representa el paso del neoclasicismo al romanticismo, y pueden considerarse como iniciadores del arte moderno en España.
Larra cultivaba diferentes géneros literarios, pero es más conocido por sus artículos periodísticos publicados bajo el seudónimo de Fígaro o el de El pobrecito hablador. Su actividad periodística puede clasificarse en artículos de costumbres, artículos literarios y artículos políticos.
En sus artículos de costumbres, Larra adopta las formas costumbristas, dotándoles de una nueva perspectiva moral y reformadora. El propósito de Larra en estos artículos es proponer el cambio social e individual. Utilizaba la sátira para retratar los diferentes defectos que observaba, pero siempre con un afán didáctico y reformador. Sus ideas liberales se observan en los artículos de asunto político en los que defiende el progreso y la tolerancia, y critica el conservadurismo y el absolutismo. Era un defensor incansable de la libertad. Su crítica más violenta iba dirigida contra el absolutismo del gobierno de Fernando VII y los carlistas, que representaba los males que amenazaban a la patria: el fanatismo, la ignorancia y el inmobilismo. Debido a su acérrimo espíritu independiente Larra también criticaba otros aspectos de los gobiernos liberales.
En los artículos literarios, Larra se centraba en la crítica teatral. Autor de un drama romático original, Macías, y de varias adaptaciones de dramas franceses, Larra era también crítico teatral en la prensa.
Los artículos más conocidos de Larra son "Vuelva Ud. mañana," "El casarse pronto y mal," "La Nochebuena de 1836," "El castellano viejo," "Yo quiero ser cómico," "Modos de vivir que no dan de vivir," "El café," "Literatura," "Lo que no se puede decir, no se debe decir."
Además de su prolija producción periodística, Larra era autor de poemas, dramas y novelas. Por lo general sus versos son de estilo neoclásico y representan los ideales de la Ilustración. Larra dejó unos poemas amorosos dedicados a Dolores Armijo. Su novela histórica, El doncel de don Enrique el Doliente,es un modelo de este género. El protagonista de la novela aparece también en el drama Macías, y representa la figura de un trovador medieval, ejemplo y modelo de enamorados.
Otros autores contemporáneos a Larra y con quienes comparte el arte costumbrista, aunque con diferencias notables de estilo, son Ramón de Mesonero Romanos (Escenas matritenses, 1832-42) y Serafín Estébanez Calderón (Escenas andaluzas,1847).
EL ARTÍCULO DE COSTUMBRES
Larra ha dejado una huella imborrable en la literatura y en el periodismo español. Creó un nuevo estilo periodístico: el cuadro de costumbres, un artículo basado por su brevedad, caracterizado por una intención moral, donde el periodista es el protagonista del artículo y donde interactúa con otros personajes que representan estereotipos o ideas contrarias al protagonistas.
El artículo es una descripción de la sociedad contemporánea, basándose en lo pintoresco y en la profundidad. Dicho artículo testimonia los cambios en la sociedad a través del costumbrismo, un estilo literario y periodístico que observa la realidad con una lupa crítica cotidiana, y que se cristaliza a través de las columnas personales que combinan la descripción, la narración, el diálogo y la moralidad, escritas en forma de carta usando la primera y tercera persona del singular.
Los artículos de costumbres son más interesantes y, en su mayor parte, plenamente actuales y los mejores desde el punto de vista literario. Larra no se queda en la pura descripción pintoresca; lo que persigue es la crítica de lo que observa y, además, se proyecta personalmente, aportando su dolorida experiencia a lo que escribe. La crítica de Fígaro, mordaz, pesimista y satírica, se dirige a lo que él llamó el : el atraso, la pereza y holgazanería, la falta de educación, la hipocresía, la vanidad y la ignorancia.
Para ellos, el escritor utiliza varios recursos literarios variados como la apelación, el talante moral del columnista, transmitiendo los valores y las virtudes del emisor aumentando así la credibilidad del columnista creando una actitud propia.
Larra sobre los escritos satíricos
La sátira es es un género de la literatura que tiene la finalidad de ridiculizar a una persona o que busca burlarse de determinadas situaciones. Con antecedentes en la poesía yámbica, la sátira nació en la poesía y en la prosa hasta alcanzar otros soportes de expresión, como el dibujo, el teatro y el cine.
Sin embargo, para Larra la sátira tiene otra función: debe tener una responsabilidad social y los escritores satíricos de quienes destaca su mordacidad y su acrimonia, deben ser garantes de dicha responsabilidad desmontando el mito popular de que solo son escritores que se dedican a criticar los defectos de las personas.
Larra afirma que para ser satírico se necesita perspicacia y penetración: el escritor satírico debe desentrañar la verdadera naturaleza del ser humano para realizar una buena sátira, debe descubrir el carácter de dicha persona y no realizar una mera critica y burla de los defectos físicos de la persona: es decir, debe realizar una introspección psicológica de las personas: criticar sus acciones y sus actos.
Por tanto, la sátira tiene una función social: Intentar mejorar la sociedad en la que habita el escritor.
Por supuesto, las sátiras de Larra o Marcial, por ejemplo, no son iguales sino que tiene rasgos distintivos puesto que las etapas de la historia del hombre no son iguales. Valores como la sociedad, las leyes, los gobiernos, la propia cultura, los propios valores éticos… varían y los escritores de una época determinada no enfocan de la misma manera la crítica, puesto que está supeditada a los valores de dicha época; aunque la esencia de la sátira permanece: los autores critican rasgos de la sociedad en la que habitan.
Larra realiza una defensa de los escritores satíricos (y, por ende, de sí mismo), Destacando dos aspectos fundamentales de los escritores satíricos:
- En primer lugar intenta establecer mediante ejemplos de la literatura (Aristófanes, Juvenal), que los escritores son buenos ciudadanos e iguales al resto de los hombres sin ningún tipo de defecto psicológico.
- En segundo lugar justifica que las sátiras no son sino un mecanismo de los propios escritores para denunciar la sociedad donde viven, criticando sus costumbres, el propio sistema político vigente y, además, a la propia sociedad de la época
Los satíricos que define Larra en su artículo son personas que se crean enemistades con el resto de la sociedad, por lo que la sátira se convierte en un arma contra la sociedad, contra las costumbres y contra el propio régimen político. Al utilizar la sátira, el autor se queda solo contra el mundo, uno de los principales rasgos de la literatura del Romanticismo, época a la que Larra pertenecía; puesto que, al realizar las sátiras, se gana nuevos enemigos a los que debe hacer frente él solo.
Pero los satíricos son necesarios porque realizan una crítica a la sociedad, señalando sus carencias y sus defectos. La sátira se convierte en un elemento de responsabilidad social porque pretender enseñar deleitando, mostrar dichos defectos con el fin de arreglarlos y construir una sociedad mejor.
Los artículos costumbristas son un claro ejemplo de literatura construidos para el periódico y desde el periódico, con una perspectiva en la que el autor se dirige a unos lectores con el propósito de mantener con ellos una relación directa a través de una realidad común y cotidiana., creando una confidencialidad con sus lectores.