El corazón desbocado golpe mi pecho intentando escapar de su prisión de huesos y carne mientras aumenta el ritmo cardiaco. La piel se eriza tensa, atenta a cualquier cambio en el ambiente, cualquier modificación que demuestra que algo pasa. Gotas de sudor frío recorren mi piel mientras la adrenalina desarrolla nuestra vigilancia, nos hace estar atentos a cualquier cambio y el cortisol ayuda a los músculos a liberar más azúcar. Ambos alertan para escapar, esconderse o enfrentar el peligro.
Tengo miedo. Sí. Lo que oyes. A estas alturas, con todo lo que llevo recorrido, tengo miedo.Estoy a la deriva, quiero buscar a ayudar, quiero que alguien me rescate, quiero que alguien me dé fuerza porque ya no puedo. Tengo miedo de seguir respirando y caminando porque cada minuto me estoy muriendo en vida. Me odio por no querer cambiar, buscar a alguien mas, que me evite ver a mi misma, pero a la vez, sé que sería un error, porque necesito repararme. Miedo al fracaso, la humillación, al rechazo, a sentirme solo...
Miles de ideas vienen a mi mente y se agolpan intentando dominar mis pensamientos. El inconsciente intenta ganar la partida al pensamiento racional. La energía usada en el pensamiento parece tener un origen químico. Un hombre inteligente, si sufre una deficiencia de yodo, se convierte en un idiota. No podemos suponer que el pensamiento del individuo sobreviva a su muerte corporal, ya que ésta destruye la organización del cerebro y disipa la energía que utilizaban los conductos cerebrales. Las ideas se agolpan y se entremezclan entre si, sin saber discernir lo racional de lo absurdo, la realidad de la imaginación.
Los miedos, los sueños, los anhelos, los sentimientos, Dios y la inmortalidad, los dogmas centrales de la religión cristiana no encuentran apoyo en la ciencia, es algo animal, instintivo que guía nuestra supervivencia. Todo conduce a demostrar que lo que consideramos como vida mental está unida a la estructura cerebral y a la energía corporal organizada. Pero, sin duda, la gente de Occidente continuará teniendo como verdadera esta creencia en la inmortalidad, porque es muy agradable, como también lo es el que nos consideremos virtuosos y, desde luego, consideremos malvados a nuestros enemigos.
El miedo es la base del dogma religioso, como de tantas cosas en la vida humana. Russell sostiene que todo miedo es malo y dice que para él la vida buena está inspirada por el amor y guiada por el conocimiento, agregando que el conocimiento sin amor o el amor sin conocimiento, no pueden ayudar a construir una vida mejor. Animales racionales que nos guiamos por los instintos más básicos dejando que dominen nuestra mente, confundiendo y deformando la realidad, mostrando nuestro temores, despertando nuestros instintos más primitivos que yacen escondidos en lo más profundo de nuestro ser.
En la Edad Media, si había peste en algún país, el pueblo se congregaba en las iglesias a suplicar a Dios que los librase de la peste, pero, pese a los ruegos, la peste se extendía rápidamente por la población. Este es un ejemplo de amor sin conocimientos. Pensamientos oscuros se agolpan en mi mente: la adrenalina está disparada. Estoy alerta, atento a cada rincón y cada oscuridad, viendo si algo está agazapado dispuesto a atacarme: el subconsciente juega con mi razón y la domina. El miedo despierta lo peor de nosotros, el miedo genera odio, odio que genera sufrimiento, ideas que nublan nuestro buen juicio y que acaban en conflictos. El miedo mata la mente. El miedo es el pequeño mal que conduce a la destrucción total. Miedo al cambio, miedo al diferente, miedo a lo desconocido... La última guerra nos dio un ejemplo de conocimiento sin amor. En cada caso, el resultado fue la muerte en gran escala. Afrontaré mi miedo. Permitiré que pase sobre mi y a través de mi. Allí por donde mi miedo haya pasado ya no quedará nada, sólo estaré yo.
En la Edad Media, si había peste en algún país, el pueblo se congregaba en las iglesias a suplicar a Dios que los librase de la peste, pero, pese a los ruegos, la peste se extendía rápidamente por la población. Este es un ejemplo de amor sin conocimientos. Pensamientos oscuros se agolpan en mi mente: la adrenalina está disparada. Estoy alerta, atento a cada rincón y cada oscuridad, viendo si algo está agazapado dispuesto a atacarme: el subconsciente juega con mi razón y la domina. El miedo despierta lo peor de nosotros, el miedo genera odio, odio que genera sufrimiento, ideas que nublan nuestro buen juicio y que acaban en conflictos. El miedo mata la mente. El miedo es el pequeño mal que conduce a la destrucción total. Miedo al cambio, miedo al diferente, miedo a lo desconocido... La última guerra nos dio un ejemplo de conocimiento sin amor. En cada caso, el resultado fue la muerte en gran escala. Afrontaré mi miedo. Permitiré que pase sobre mi y a través de mi. Allí por donde mi miedo haya pasado ya no quedará nada, sólo estaré yo.