El comando partió desde Castell de Ferro, pequeña localidad costera cercaba a Carchuna, embarcando en una pesquero y una barca que iba a remolque. Desembarcaron según lo previsto y, tras asegurar los accesos al fuerte para evitar que llevaran refuerzos a la guarnición, lo asaltaron sin sufrir bajas propias. Una vez liberados los prisioneros, estos señalaron al oficial al mando de la guarnición y a unos suboficiales como autores de malos tratos y son fusilados sobre el terreno. Tras una pequeña lucha contra las fuerzas franquistas de la zona, los prisioneros y el comando lograron alcanzar las líneas gubernamentales.
Fuerte de Carchuna (Granada) |
La operación Carchuna, por ir primero al final, a lo que comportó, fue una incursión republicana tras las líneas del bando nacional en la costa granadina, a pocos kilómetros de Motril. Allí, de noche y con lanchas, un grupo de soldados de lo que hoy en día se consideraría un comando de operaciones especiales, se infiltraron en el Castillo de Carchuna, reconvertido entonces en prisión, asesinaron a cuatro crueles carceleros ("por justicia poética", parece que dijo uno de los asaltantes) y liberaron a los alrededor de 300 asturianos allí presos, más ocho soldados del bando nacional que aprovecharon la oportunidad para cambiar de ejército. Es esta, con independencia del color político, la más audaz y cinematográfica operación de un ejército español en la retaguardia del enemigo y, sin embargo, es una acción durante casi 70 años silenciada, hasta que un grupo de historiadores con título y otros simplemente aficionados (Jesús Castillo, Txema Prada y Floren Dimas, entre otros) la repescaron hace unos 10 años y consiguieron dar incluso con supervivientes de aquel rescate, como Marcelono Díaz: "Aquello fue una cosa espectacular, una maniobra relámpago con la que lograron sacarnos del presidio. Éramos cientos de personas y salimos de allí con vida... ¡Y que hoy nadie se acuerde de nosotros!".
Para facilitar el paso del grupo de rescate junto a los 308 asturianos liberados por las líneas del frente nacional de la zona, el 220.º Batallón de la 55.ª Brigada, unidad que cubría el frente granadino, lanzó un «ataque de distracción apoyado por algunas baterías de artillería y de mortero». Así, el grupo de rescate y los prisioneros asturianos liberados conseguirían regresar a posiciones republicanas antes de la amanecida del 24 de mayo, convirtiéndose en los protagonistas de una historia que todavía hoy empieza a escribirse.
La represión en Asturias
Tras la conquista de Asturias, la represión de los sublevados fue muy dura. Sólo en Oviedo unos mil prisioneros republicanos fueron fusilados. En otros casos, los presos republicanos fueron enviados a batallones de trabajo, a los Campos de concentración franquistas, o se vieron obligados a unirse al Ejército franquista (alrededor de 100.000). Además, con la conquista de la franja cantábrica el bando sublevado pasó a controlar el 36% de la producción industrial española, el 60% de la producción de carbón y la casi totalidad de la producción de acero. La caída de Asturias también permitió a la Armada franquista poder trasladarse al Mar Mediterráneo para reforzar a las unidades que ya se encontraban allí hostigando a las líneas de suministro de la República. Sin embargo, numerosos soldados republicanos que no habían sido hechos prisioneros o que no se habían rendido, se escondieron en las montañas asturianas y formaron partidas de guerrillas que mantendrán un hostigamiento severo y constante contra las autoridades franquistas, al punto que el orden público en la zona recién ocupada Asturias quedará en manos del ejército franquista por seis meses más. La actividad guerrillera supuso una demora en posibles nuevas ofensivas del Bando sublevado.
El parte oficial del Estado Mayor de Franco cifraba en 6.000 los prisioneros hechos el día 22 de octubre, cifra que ascendía ya a 15.000 al día siguiente y que no paró de aumentar. En todas las poblaciones se improvisaron cárceles. En Sama, el teatro Manuel Llaneza y la Casa del Pueblo de los socialistas; en Oviedo, La Cadellada fue convertida en campo de concentración; en Avilés, hizo las mismas funciones la fábrica de La Vidriera y la Quinta Pedregal; en Gijón, la plaza de toros, El Coto, La Algodonera, el Cerillero...
Desde noviembre de 1936, que se realizó el primer fusilamiento en Oviedo, hasta diciembre de 1950, el total de fusilados en la capital asturiana fue de 1.376. En la cárcel de El Coto de Gijón, desde el 30 de noviembre de 1937 al 19 de diciembre de 1949, el número de fusilados fue de 1.246. Sumados los muertos en Camposancos y otros campos de concentración en Galicia, los fusilados en Luarca y en otras localidades, y los cientos de muertes irregulares, el total no se debió alejar mucho de los 4.500 que ya señaláramos hace años (Javier Rodríguez Muñoz, «La represión franquista: paseos y ejecuciones»), cifra algo más del doble de la consignada por Ramón Salas Larrazábal («Pérdidas de la guerra») para el mismo concepto. Algunos de los trabajos que están realizando al amparo de la llamada Ley de la Memoria Histórica dan unas cifras mucho más elevadas de muertes irregulares.
La mayoría de las fosas de quienes murieron por defender la libertad y la República en Asturias son pequeñas. Las hay individuales y colectivas. De guerra, en las que se enterraban a los combatientes muertos o fusilados tras el combate, y de civiles represaliados al término de la Guerra Civil. El número real de desaparecidos no se conoce todavía, pero sí se sabe que por lo menos fueron 20.000 y que alrededor de 7.000 fueron fusilados tras ser condenados en consejo de guerra.
La diferencia es que, mientras que los muertos del bando de los sublevados obtuvieron reparación económica y social en cuanto concluyó la guerra, con enterramientos católicos, misas, honores, esquelas en la prensa y puestos en la Administración reservados a los hijos de los caídos, los descendientes de los vencidos solo tuvieron derecho al olvido y la vergüenza
El traidor Franco en su odio a lo que representabais os tuvo por primeros,
orgullo proletario, revolucionarios, en sus campos de concentración
Asturianos de braveza, obreros, campesinos, intelectuales y mineros
siempre fieles al pueblo y a la revolución
pueblo leal a la libertad y a su clase, en mi recuerdo siempre prisioneros
siempre perseguidos y humillados
siempre perseguidos y humillados
pero nunca vencidos ni doblegados
orgullo de pueblo, orgullo de clase, orgullo obrero
Millones de puños gritan su cólera por los aires,
millones de corazones golpean contra sus cárceles
Asturias grita Viva la Dinamita, viva la Revolución
recordando lo sufrido y lo que han pasado
leales al pueblo y a la libertad, no pudo doblegarle nadie
por tanta represión causada, por muchos golpes que duelen
asturianos de braveza, de acero, lluvia y carbón
siempre en mi recuerdo prisioneros pero nunca derrotados
Monumento en el Alto de la Tornería |