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domingo, 28 de mayo de 2017

LA COMUNA DE PARÍS DE 1871

La Comuna de París fue un gran movimiento revolucionario en que los trabajadores de París lucharon, en una situación difícil y ardua, por romper la explotación y la opresión que sufrían, y reemplazaron al Estado capitalista por sus propios órganos, para reorganizar la sociedad con bases completamente nuevas, manteniéndose en el poder durante más de dos meses antes de ser derrotados.

Por aquellos años más de 200.000 parisinos formaban la Guardia Nacional, milicia de ciudadanos dedicada a mantener el orden público, pero desde setiembre de 1870 se rearmó, pasando de tener 60 batallones a 254 y además a poseer cañones y ametralladoras fabricados en París y abonados por suscripción pública.

Ante la cercanía del Ejército prusiano. El 28 de febrero de 1871 el comité de la Guardia Nacional ordenó pegar por todas las calles parisinas el "Cartel Negro", en señal de luto, recomendando a los ciudadanos que no saliesen de sus hogares y evitasen todo altercado y manifestación. La misma Guardia Nacional, ayudada por civiles, puso a salvo su armamento, ocultándolo. Al día siguiente el ejército prusiano desfiló por una ciudad desierta, abandonándola al día siguiente y sin incidente alguno.

Las inquietudes de la población se confirmaron cuando la nueva Asamblea aprobó las medidas aprobadas por Thiers: el 10 de marzo se suprime la moratoria de letras, alquileres y deudas que deben ser abonadas inmediatamente, lo que causa la quiebra de 300.000 obreros, pequeños talleres y tiendas; y suprime el salario de las guardias nacionales, dejando sin recursos a miles de familias. El recién nombrado jefe de Ejército en París, prohíbe la salida de seis periódicos republicanos y ordena condenar a muerte a G. Flourens y A. Blanqui por sus participación en la revuelta de octubre de 1870.

Cuando París estaba dormida, en la madrugada de 18 de marzo de 1871, Thiers ordenó a sus tropas ocupar los puntos estratégicos, recuperar el armamento de la Guardia Nacional y arrestar a los revolucionarios más conocidos. Enseguida las mujeres se despertaron, dieron la voz de alarma y se enfrentaron a los soldados, que pronto se vieron superados en número. Los enfrentamientos sangrientos dieron un giro radical cuando el general Lecomte ordenó disparar a las masas desarmadas y sus soldados le desobedecen y le arrestan. A la tarde Thiers ordena abandonar la capital a sus tropas, su policía y sus funcionarios; en una retirada caótica y apresurada dejando olvidados varios regimientos (unos 20.000 soldados), los oficiales fueron apresados, mientras uno 1.500 hombres sin orden alguna se sentaron a esperar el periodo de la Comuna.



El Gobierno había abandonado la ciudad. En un movimiento que al principio fue heterogéneo y un tanto confuso, el poder pasó a manos del pueblo, a manos del proletariado.

La Comuna adoptó algunas medidas que caracterizaron su sentido revolucionario y sus objetivos verdaderos:

  • Sustituyó el ejército regular, instrumento ciego en manos de las clases dominantes, y armó a todo el pueblo.
  • Proclamó la separación de la Iglesia del Estado.
  • Suprimió la subvención del culto, dejando de pagar al clero por parte del Estado.
  • Dio un carácter estrictamente laico a la instrucción pública, asestando un duro golpe a los gendarmes de la sotana; además de ser la educación gratuita y obligatoria.
  • Se creó una Formación Profesional en donde los obreros daban gratis la prácticas a los alumnos.
  • Se crearon guarderías para cuidar a los hijos de los trabajadores.
  • Se controló por parte de la municipalidad los alquileres, fijándose un tope máximo de precio.
  • Se prohibió el trabajo nocturno en las panaderías
  • Se abolió el sistema de multas.
  • Se promulgó un decreto por el que las fábricas y todos los talleres abandonados o paralizados por sus dueños serian entregados a las cooperativas obreras, con el fin de reanudar la producción.
  • Se dispuso que la remuneración de todos los funcionarios no fuera superior al salario normal de un obrero.
Una de las principales características de la Comuna fue la LIBERTAD, de la que se podían beneficiar todos, incluso los partidarios del gobierno de Versalles, proclamándose la libertad de prensa, de reunión y asociación.

Todas las medidas tomadas por la Comuna suponía una amenaza para el viejo mundo, basado en la opresión y la explotación. Por primera vez el proletariado derrocaba al poder establecido y establecía sus propios órganos de gobierno y reemplazaba al estado monárquico- burgués capitalista, que veía como la Comuna les hacia perder todos sus privilegios económicos y sociales. Lo que explica también la fuerte represión que se ejercería sobre los "communards" y que gran parte del mundo viera a la Comuna como una revuelta de "vagos" proletarios.

Ante el temor de Bismark a que el fenómeno de la Comuna se contagiara al resto de Europa, devolvió a Thiers todas las tropas que mantenían aún retenidas, para que pudiera eliminar a los comuneros. Así cuando el gobierno de Thiers reorganizó sus fuerzas y pudo dominar a la mal organizada revolución, los generales bonapartistas se dispusieron a realizar una verdadera matanza en París jamás vista antes.
Así el 21 de mayo de 1871, el ejército del gobierno de Versalles se lanzó a la conquista, calle por calle, de París. La lucha fue desigual ante el poderío militar del ejército regular. Durando la sangrienta batalla una semana, hasta el 28 de mayo, cuando cae la última barricada. Como era de esperar la represión ulterior fue brutal.

Cerca de 30.000 parisienses fueron asesinados por una soldadesca llena de odio, unos 45.000 fueron detenidos y posteriormente muchos de ellos fusilados, miles y miles fueron desterrados o enviados a las colonias a trabajos forzados, en donde muchos de ellos murieron por enfermedades. Esta represión consiguió eliminar el movimiento obrero francés, llegando Thiers a proclamar, disfrutando de su victoria, que: "El socialismo ha sido eliminado por un largo tiempo".

Una represión tan grande que hizo que este acontecimiento tan importante de la Historia fuera olvidado intencionadamente, pasando a ser como una anécdota de la Guerra Franco-Prusiana que derrocó a Luis Napoleón III, que trajo la III República a Francia y la unión de Alemania.

El tiempo de cerezas

Le temps des cerises es una antigua canción de amor que se convirtió en un himno de la Comuna de París (1871). El tiempo de las cerezas en una buena alegoría del eterno renacer de la vida y, por ende, de las ideas, de la esperanza. Los tiempos revolucionarios podrán ser intensos y breves, y aunque aparentemente sean vencidos, siempre volverá a darse otra nueva oportunidad.

Es una canción romántica sobre el triste recuerdo de un amor perdido: la primavera, los pajaritos, las cerezas y las locuras amorosas. Llevaba un par de años sonando cuando la cruel venganza gubernamental y los fusilamientos en masa convirtieron el rojo de las cerezas en las gotas de sangre de los comuneros.

Las cerezas evocan cosas diferentes: recuerdan, por su color, la sangre y la bandera roja, ligadas a la Comuna, lo que hace que la canción permanezca asociada a la idea de libertad, solidaridad y resistencia a la opresión. Y por otra parte, las cerezas evocan la dulzura y el verano, en un medio festivo.

La canción, amada por el pueblo francés, dice que la época de las cerezas dura muy poco, pero que siempre habrá un tiempo de cerezas, ese tiempo fugaz que todos añoramos vivir algún día.

Las revoluciones pueden ser traicionadas, aplastadas, pero siempre habrá quien luche por la libertad, por el bienestar de los demás, por la alegría de todos.

La Internacional

En 1871, un obrero francés que participó en la Revolución de 1848 y fue miembro del consejo de uno de los municipios y las barricadas de la Comuna de París, Eugène Pottier, escribió la letra de la que sería "La Internacional", el himno de los trabajadores de todo el mundo. Pottier había organizado a los diseñadores de telas (éste era su oficio, además de escritor) incorporando su gremio a la AIT (Primera Internacional) desde 1864. Luego de la derrota de la Comuna se exilió en Inglaterra y EEUU, pero volvió a Francia en 1880. En 1886 compuso una canción en honor a la Comuna.

Las estrofas de aquel poema se convirtieron en la letra de "La Internacional", la cual fue usada como el himno de la Primera Internacional en sus últimos años de actividad (1871-1876) y fue luego adoptada por las Internacionales que le siguieron y por el movimiento socialista en general.

Murió en 1887, sin escuchar cantar "La Internacional". A su entierro acudió una manifestación obrera encabezada por la bandera roja. En 1908 se le levantó un monumento en el cementerio Père-Lachaise de París, donde fueron fusilados muchos comuneros.

“La Lira de los Trabajadores” le encargó la musicalización de la poesía de Pottier a P. Degeyter en 1888. Durante algunos años sólo fue conocida por los obreros franceses. En 1892 fue aprobada por la II Internacional como el himno oficial de los trabajadores. Luego la letra fue modificada según el país y la corriente política que la cantara (anarquistas, socialistas, comunistas).

Eugène Pottier


Gustave Coubert

Gustave Coubert fue un pintor revolucionario, activo participante de La Comuna de París, en la que fue designado "ministro" de cultura. Luchó en las barricadas para instaurar una sociedad fraternal y un gobierno obrero. Fue condenado a prisión por los reaccionarios tras la derrota de la Comuna como principal responsable de la decisión del derribo de la columna Vendome, símbolo de la tiranía y del imperialismo napoleónico.

Desde su nacimiento en 1819, en el seno de una familia de propietarios rurales en el antiguo Franco Condado y la incidencia que en su formación como persona y artista, tuvieron las revoluciones de 1830 y 1848. Experiencias intensas que flanquearon la trayectoria que en el arte le llevó a liderar el movimiento realista y en política, a desempeñar una actividad comprometida y relevante en 1871 durante la insurrección revolucionaria de la Comuna.

Tras la caída del Segundo Imperio, Courbet es elegido Presidente de la Federación de artistas. Mientras que París sufre el sitio de los ejércitos prusianos y que muchos huyen de la capital, Courbet permanece en la ciudad. Él, que ya había seguido con interés los acontecimientos de 1848, guarda sin duda en la mente el recuerdo de su abuelo, revolucionario "sans-culotte" en 1789.

En febrero de 1871, su compromiso se confirma: se presenta a las elecciones legislativas, sin éxito. En abril de 1871, la comisión ejecutiva de la Comuna de París le encarga reabrir los museos parisinos y organizar el Salón.

Electo del Consejo de la Comuna, Gustave Courbet, sin embargo, no es guardia nacional y no participa pues en los combates. Detenido por los versalleses el 7 de junio, en septiembre el pintor fue condenado a seis meses de cárcel y a una multa de 500 francos, a los que se añadieron 6 850 francos de gastos procesales. La sentencia es más bien clemente, comparada con las penas de muerte y de deportación que afectan a otros partidarios de la Comuna... pero tan solo es el comienzo de sus problemas judiciales.

Gustave Courbet


Jules Vallès

Jules Vallès nace en Le Puy-en-Velay (Alto Loira), el 5 de junio de 1832, en Francia reina Luis Felipe. En 1840 marcha a vivir a Saint Etienne; su padre que es maestro ha sido trasladado al Colegio Real de esta ciudad, aquel mismo año en París Thiers forma gobierno. En 1848 se instala en París para estudiar y es testigo de la revolución de mayo y de la proclamación de la República. Luis Napoleón es elegido presidente por sufragio universal. Carlos Marx y Federico Engels redactan en Londres el Manifiesto Comunista.

Su primer libro, El dinero, publicado anónimamente en 1857, es un virulento ataque contra el financiero Jules Mirès. Sus artículos, publicados con el seudónimo de Max en Le Figaro y otros periódicos, le proporcionaron notoriedad.

En 1869 se presentará a las elecciones legislativas como socialista revolucionario, pero no será elegido. En el año siguiente toma parte en los disturbios políticos y revolucionarios de la Comuna, con 30 insurrectos ocupa durante unas horas la alcaldía de la Villette y forma parte del comité revolucionario de los 20 “arrondissements· de París.

Encarcelado nuevamente en 1870, fundó el periódico Le Cri du Peuple, desde el que apoyó activamente la Comuna, de cuyo Comité Central era miembro. Tras la semana sangrienta huyó a Gran Bretaña, fue condenado a muerte en rebeldía y no volvió a su país hasta 1883.

En 1885 se agrava su diabetes. Redacta su testamento y se lo entrega a su fiel amigo Héctor Mâllot. El 25 de enero, a la temprana edad de 52 años, muere en París. Su entierro provoca una verdadera manifestación popular. Un año antes de su muerte en su periódico Le Cri du Peuple, escribe un trabajo que alcanzará gran resonancia: L’Aficche rouge (El cartel rojo), en este texto nostálgico, Vallès nos recordará un cartel que en forma de proclama fue pegado en los muros de París, el 6 de enero de 1871, y que pasó a la historia con este nombre. El manifiesto fue redactado por cuatro militantes representantes de diversas tendencias agrupadas en la coordinadora de los veinte distritos de París, entre los cuales se encontraba Jules Vallès.

Además de sus artículos, reunidos en Los refractarios (1866) y La calle (1867), lo más importante de su obra es el ciclo inconcluso de novelas autobiográficas (Jacques Vingtras, 1879; El niño, 1881; El bachiller, 1881 y El insurrecto, 1886), así como las obras póstumas: Recuerdos de un estudiante pobre (1930), El cuadro de París (1932) y Un hidalgo (1932).
Jules Vallès 

Louise Michel

De ideas anticlericales, anarquistas, republicanas e internacionalistas, la poeta y escritora Louise Michel estuvo siempre comprometida con la reivindicación de los derechos de las mujeres y con la revolución social. 

Fue una pedagoga innovadora, practicaba una enseñanza basada en los ideales republicanos y ese estilo libre no siempre gustó a las familias: impartía clases fuera de las aulas, prohibía los castigos físicos, escribía pequeñas obras teatrales para que los alumnos las interpretaran, daba clases de ciencias naturales.

Fue en París donde empezó a asistir a reuniones republicanas y a debates sociales y políticos, donde se relacionó con revolucionarios, aunque ella no se sentía vinculada a  un color político determinado.

Su nombre está vinculado a la Comuna de París de 1871, en la que mantuvo un papel destacado: conduce ambulancias, impulsa la creación de comedores infantiles, organiza guarderías y recluta mujeres para formar un batallón femenino. formó parte del Comité de Mujeres y participó cuando las mujeres impidieron que los soldados de Versalles bse llevaran los cañones de la Guardia Nacional, que habían sido pagados por el pueblo para defender París de la invasión prusiana, un episodio que acabó con el amotinamiento de los soldados contra sus oficiales. Louise Michel presidió el Comité de Vigilancia femenino y participó en el de hombres, ambos destinados a proporcionar techo y comida a los necesitados.

Su madre es secuestrada y Louise Michel se entrega para lograr su liberación. En consejo de guerra la condenan al destierro en Nueva Caledonia, un archipiélago de Oceanía bajo dominación francesa.

En julio de 1880 fue amnistiada junto con otros revolucionarios; regresó a Francia con la idea inicial de volver a crear una escuela para los canacos. El 9 de noviembre entró en París después de casi diez años de ausencia. Se dedicó entonces a pronunciar conferencias en clubes revolucionarios por todo el país, en aliento del espíritu de la Comuna, con importante asistencia de público, y estudió las teorías económicas anarquistas de Piotr Kropotkin.

Su legado social es incuestionable. En sus últimos años vivió entre Londres y París, impartió conferencias y continúo publicando: poemas, artículos, obras de teatro, memorias… Como curiosidad, en la Guerra Civil Española, dos batallones de brigadistas  llevaban su nombre, en reconocimiento a su lucha y a toda una vida dedicada a la justicia social. Una feminista que luchó por la igualdad de género, social y política. 
Louis Michel


MARX Y LA COMUNA DE PARÍS

Cuando estalla la contienda, Marx redacta el primer llamamiento de la Internacional a los obreros de ambos países. Caracterizando el conflicto como dinástico, es decir, la guerra sólo beneficia a los intereses egoístas de las clases dominantes de Francia y Alemania, predijo la caída de Bonaparte y saludó la actitud internacionalista demostrada por los trabajadores de los dos bandos. En un segundo manifiesto después de la rendición del ejército francés en Sedan y de la restauración de la república en Francia, señaló que los alemanes habían convertido la rapiña en su objetivo, y a la vez advirtió a los obreros franceses que no se sublevaran sin haberse preparado. Pero al recibir la noticia del estallido de la revolución obrera del 18 de marzo de 1871 en París, exhortó a la Internacional para que todos los trabajadores la apoyaran. Saludó emocionado a la gesta del "asalto al cielo", como llamó a la Comuna de París.

Para Marx y Engels, que siempre admiraron la valentía de los comuneros, no se habían dado todavía las condiciones históricas y económicas para desarrollar la revolución socialista. Y también criticaron la debilidad organizativa, por causa de la diversidad ideológica existente en la Comuna, lo que hizo que en los momentos decisivos no se tomaran las decisiones más rápida y correctamente.

En otoño de 1870, Marx ya había prevenido a los obreros de París, de que la tentativa de derribar al gobierno sería un disparate dictado por la desesperación; pero cuando el 18 de marzo de 1871 se impuso a los obreros el combate decisivo y aceptaron, y la insurrección fue un hecho, Marx saludó la revolución proletaria con grandísimo entusiasmo, a pesar de sus malos augurios.

Y no se contentó con entusiasmarse con el heroísmo de los comuneros, que, que según sus palabras, "tomaban el cielo por asalto". Marx veía en aquel movimiento revolucionario de mases una experiencia histórica grandiosa, un cierto paso adelante de la revolución proletaria mundial y un paso práctico más importante que cientos de programas y raciocinios. Analizar esta experiencia, sacar de ella las enseñanzas tácticas, revisar a la luz de ella su teoría: he aquí como concebía su misión Marx.

Francia, cuna de revoluciones
de ciudades que luchan contra reyes y tiranos
de gorros frigios y escarapelas tricolores
de batallones marchando al son de la marsellesa

Vuelven a surgir las barricadas y ciudadanos forman batallones 
en ciudades y pueblos ¡A las armas, ciudadanos!
Marchad con la esperanza por bandera frente al dolor y los horrores
de aquellos que os oprimen, hijos de la revolución francesa

Parisinos, herederos de Robespierre y los sans-cullottes jacobinos
de la Asamblea Nacional, de la Marianne y su llama de revolución 
que nos guía hacía un futuro mejor y marca nuestro camino,
camino glorioso para nuestra clase: su emancipación

París en pie, Paris, ciudad que vale más de mil misas, París levantada
París que resiste al ejército opresor, París que alza la roja bandera de la revolución
tomando el cielo por asalto, dejando una estela brillante en la noche estrellada
mientras florecen los cerezos, recuerdos guardados en el corazón
 
¡Ciudadanos! ¡Era el sombrío pasado que se hundía, que rugía cuando la torre tomamos!
Nos sentimos ebrios de terribles esperanzas... ahogadas en plomo, barro y sangre
ahora ya olvidadas, ahora ya sepultadas, ahora tan distantes
tiempos pasados ya olvidados, de esperanza sepultada, de ciudadanos, camaradas y hermanos



lunes, 22 de mayo de 2017

LA FUGA DE SAN CRISTÓBAL

El 22 de mayo de 1938 es el aniversario de la fuga del Fuerte de San Cristóbal. En la historia mundial de las evasiones es una de las más destacadas, tanto por el número de fugados como por sus consecuencias.

En 1938 había 2487 personas detenidas, en su mayoría dirigentes políticos y sindicales y militantes revolucionarios y republicanos. Estos sufrían de maltratos y vejaciones como palizas, hambre extrema y piojos, habiendo constancia de la muerte por esas condiciones de 305 presos, contabilizadas del 1 de enero de 1937 al 6 de julio de 1945, fecha del cierre como penal, como se ha relatado con anterioridad.

Fuerte de San Cristóbal

La fuga fue preparada por unos treinta presos que utilizaron la lengua esperanto para poder comunicarse sin ser entendidos por los demás. La operación se inició a la hora de la cena, momento en que había más dispersión de los guardianes. En distintos grupos fueron desarmando a varios de ellos y tras coger su armamento, se dirigieron a donde estaba cenando la compañía de soldados de guardia. Un soldado que opuso resistencia y murió como consecuencia de un golpe con una barra. Posteriormente se rindieron los soldados de las garitas. En una media hora el fuerte fue tomado por los reclusos, que luego salieron de las instalaciones de la prisión.

De los 795 fugados, fueron detenidos 585, pasando sólo tres de ellos la frontera francesa. Se identificaron 187 cadáveres, a los que hay que añadir 20 muertos más sin identificar. Esto da, según la contabilidad del fuerte, cuatro más, que pudieran ser huidos de la represión en la retaguardia encontrados tras las pesquisas desarrolladas para capturar a los fugados del fuerte. Aunque la mayor parte pereció en Ezcabarte, que es la cara norte del monte, en Oláibar y en Baztán, la mayoría está registrada en Ansoáin en la falda sur del monte. De los capturados, 17 fueron sometidos a juicio acusados de ser cabecillas, uno fue internado en el manicomio de Pamplona y 14 de ellos fueron condenados a muerte. Estos fueron fusilados en la Vuelta del Castillo, detrás de la ciudadela el 8 de septiembre de ese mismo año: Gerardo Aguado Gómez, Teodoro Aguado Gómez, Bautista Álvarez Blanco, Calixto Carbonero Nieto, Antonio Casas Mateo, Daniel Elorza Ormaetxea, Antonio Escudero Alconero, Ricardo Fernández Cabal, Francisco Herrero Casado, Francisco Hervas Salome, Primitivo Miguel Frechilla, Miguel Nieto Gallego, Rafael Pérez García y Baltasar Rabanillo Rodríguez.
Fuerte de San Cristóbal

El cementerio de las botellas

En la ladera del monte Ezkaba (Navarra), a la sombra del penal franquista de San Cristóbal, los presos asesinados o que morían por enfermedades derivadas de su cautiverio eran enterrados con una botella entre las piernas. Dentro, un simple papel recogía su nombre y las causas de su condena y muerte. A ese pedazo de tierra se le conoce como "El cementerio de las botellas".

El capellán de la prisión de San Cristóbal en Pamplona, José María Pascual, enterró a cada uno de los 131 presos republicanos junto con sus datos personales encerrados en una botella.

Las botellas de Ceregumil o Digestonico protegen el mensaje con lo necesario para identificar al muerto. Nombre, profesión, fecha y causa de muerte y origen. A diferencia de otros represaliados, estos presos fueron enterrados en un féretro de pino, boca arriba e incluso se les añadió una medalla de la Virgen de las Angustias.


cementerio de las botellas en Navarra

La represión en Navarra

La Guerra no habría tenido lugar si la Iglesia se hubiese plantado desde el primer momento. Lo tenía que haber hecho el Cardenal Gomá desde un principio y luego sus subalternos, pero se pusieron de lado de los golpistas contra un gobierno democrático.

Los dirigentes carlistas y falangistas, junto con el poder eclesiástico, crearon el clima social necesario gracias a un discurso permanente que hablaba de muertos por la patria, los nuestros; de funerales colectivos en cuanto había un muerto por el Movimiento Glorioso Nacional; de entrega de medallas a los mutilados que regresaban del frente y elevados a la categoría de héroes; de erección de monolitos, de monumentos, de cruces, de cambio de nombres de calles, de manifestaciones continuas por los motivos más nimios, de actos religiosos, misas y rosarios, de desagravios, de entronizaciones, de procesiones, de colectas y de recolección de cualquier cosa, de adhesiones a los líderes…

No hubo día en que no se celebrara una efeméride religiosa donde no apareciera este discurso, en el que los propios republicanos eran considerados rebeldes al Movimiento Glorioso por no adherirse a su causa y por tanto dignos de ser fusilados.

La única ocupación de los golpistas fue asesinar a quienes ya tenían previamente in mente. No hubo ninguna improvisación. Ya se sabía de antemano a quiénes se iba a asesinar. Tenían, además, todo el tiempo del mundo, pues no había frente de guerra. Se lo tomaron con calma y alevosía

Más que una guerra tradicional, hubo una guerra de exterminio, que, para colmo, se aprovechó de que no hubiese frente. Por eso, más que presentar estas circunstancias bélicas como atenuante de los crímenes perpetrados, habría que tenerlas como circunstancias agravantes. Porque se exterminó al otro en una situación desigual. No se asesinó en defensa propia como sucede en una guerra con dos frentes, sino que se mató por la espalda y a traición, con premeditación, nocturnidad y alevosía. Algo que suelen hacer los criminales y los asesinos. Así asesinaron a 3500 navarros.

Hoy se sabe que se saldó con más de 3.000 muertos. Al término de la guerra, el régimen franquista impuso el silencio sobre estos hechos que adquirieron en la opinión pública la consideración de tabú, mientras los escasos estudios realizados tendieron a minimizar su dimensión. Tras la instauración de la democracia, diversas investigaciones han conseguido reconstruir con detalle el fenómeno represivo gracias al impulso de las asociaciones de familiares de las víctimas. Este proceso culminó con la publicación de la extensa obra Navarra 1936. De la Esperanza al Terror que se fue ampliando a lo largo de los años hasta llegar a su última edición en 2008. Fruto del conocimiento de estos estudios se realizaron diversos homenajes, cuya manifestación más importante tuvo lugar en 2003 con una Declaración oficial del Parlamento de Navarra en favor del reconocimiento y reparación moral de todos los navarros fusilados.

Más de 3.400 víctimas mortales, de las cuales más de 3.000 fueron fusiladas o hechas desaparecer. Nosotros también contabilizamos otro tipo de muertes, aunque no sean por fusilamiento. Hubo prisión para los que sobrevivieron, campos de concentración, batallones disciplinarios, exilio, expulsiones de familias y, sobre todo, hambruna. Tanto en las cárceles de Tudela, Pamplona, Fuerte de san Cristóbal estuvieron presos una centena de socialistas, y en las Comendadoras en Madrid, Nicolás Jiménez, maestro, que en 1939 era Director General de Educación de Madrid, con el gobierno de Azaña.

En el campo de concentración de Mauthasen estuvo preso el maestro Carlos Alonso y en GURS Luis Martínez Joaquit (CNT); Cristóbal Adrián Murugarren (UGT); Casimiro Pérez Nanclares (Izquierda Republicana) y Santiago Velasco Marcilla (UGT).

Hubo multas, requisas, confiscaciones de bienes, casas, comercios, tiendas, estancos, bares, ganado, cosechas, joyas, enseres domésticos, haciéndolos pasar después como donativos voluntarios para la Cruzada. No sorprenderá, por tanto, ver en esas listas como voluntarios donantes a familias de republicanos asesinados. Pretendían librarse de una muerte o prisión segura.

Hubo cortes de pelo a mujeres, haciéndolas desfilar públicamente entre insultos, obligándoles ir a misa con la calva descubierta. Hubo bautizos de niños no bautizados durante la República, casados obligados a contraer matrimonio canónico, obligación de ir a misa y comulgar. Huérfanos hundidos en la miseria y obligados a rezar y cantar el Cara al Sol como condición para recibir el rancho en Auxilio Social. En cuanto, al cuadro representado por viudas y ancianos fue atroz.

Pasa el tiempo y el fuerte sigue ahí resistiendo los golpes y embistes
mientras los viandantes desconocen lo que sucedió e ignoran
la triste historia que guarda la fortaleza que mira al horizonte
ignorada por viajeros y paisanos, historias pasadas nunca olvidadas

Historias sangrientas con un final triste 
donde ya no hay lamentos y lágrimas que lloran
a aquellos que huyendo de su suerte escaparon hacia el monte
buscando la libertad y la dignidad que les fueron arrebatadas

Historias escondidas en el fondo de una botella
que cuentan lo que allí pasó, evitando que caigan en el olvido
historias pasadas, historias violentas que dejan su huella
en la memoria de aquellos que perdieron, del bando vencido

Historias bañadas en sangre que da nueva vida a la tierra
que los acoge recordándonos lo que pasó en la guerra 
semillas que florecen cada 22 de mayo con nuestros recuerdos y nuestra memoria
recordando lo allí acontecido, evitando que se olvide su historia





lunes, 8 de mayo de 2017

SANTIAGO CASARES QUIROGA

Nacido en 1884, desde muy joven se inclinará por el ideal republicano, teniendo en cuenta que su padre, Santiago Casares Paz, militaba en las filas del Partido Republicano Federal, vinculado al Casino Republicano de La Coruña desde su fundación en 1886, y alcalde republicano de esta ciudad el año 1917, dada la mayoría de concejales republicanos. Ciudad, por otro lado, donde el republicanismo tiene una fuerte presencia desde mediados del s. XIX.

De su padre hereda también su inclinación masónica, iniciándose como aprendiz masón en Madrid el año 1917, en la Logia Hipano-Americana número 379 del Gran Oriente Español, llegando a ocupar más tarde el puesto de Venerable en la Logia Galleacia número 408 de La Coruña, en cuya creación tiene una participación decisiva. Posteriormente decaerá este inicial interés, que sólo recuperará en los años republicanos cuando se intenta utilizar la Masonería, como arma contra el fortalecimiento político de Lerroux. Si bien su participación en la Masonería fue confusa y giró siempre alrededor de la negligencia.
 

 
Casares hubo de acostumbrarse desde muy joven a vivir con la enfermedad, pues ya desde los cinco años se encontraba tuberculoso, ello va a influir en su personalidad de un modo decisivo. De ahí el desdén hacia la muerte que mostró muchas veces a lo largo de su trayectoria humana y política. De ahí también esa fina ironía con que todo lo revestía, y que ha sido criticada por tantos colaboradores y adversarios políticos al calificarlo de persona frívola y un tanto desdeñosa.

"Casaritos", como se le llega a conocer popularmente en La Coruña, había comenzado su formación en esta ciudad, cursando sus estudios universitarios en Madrid, doctorándose en Derecho con una tesis dedicada a la figura del humanista gallego Ramón de la Sagra. De aquellos años en la capital, regresa con una hija que será entregada a la custodia de su padre. También será por aquellos años cuando comience a moverse en los ambientes republicanos de su ciudad natal.

En torno al año 1907, se convierte en uno de los personajes más destacados de la "Solidaridad Gallega", asociación creada para la defensa y modernización del agro gallego, a imitación de la creada en Cataluña por los solidarios catalanes; lo que le llevará políticamente a una ruptura con su padre, viejo republicano federal que no entiende estas alianzas. Pues en "Solidaridad Gallega" convergen una serie de grupos ideológicamente alejados, como republicanos, tradicionalistas, galeguistas, que pronto comienzan a mostrar sus diferencias. Los solidarios gallegos, con el beneplácito del propio Salmerón, recorren Galicia luchando para conquistar el campo gallego, organizando mítines y asambleas agrarias de tanta importancia como la de Monforte de Lemos (Lugo) de 1909.

El prestigio de Casares, logrado en los años que duró la experiencia solidaria, contribuye a su afianzamiento en el seno del republicanismo coruñés. Ligado al Partido Republicano Autónomo de La Coruña, grupo que llega a liderar con 24 años y que habían fundado Martínez Fontenla y el médico Rodríguez, teniendo a Gerardo Abad Conde como Secretario de su Junta Directiva, quien se convertirá en el futuro líder del Partido de Lerroux en la ciudad Herculina, y que el tiempo irá convirtiendo en su rival político.

En 1914, Casares asume la dirección del periódico Tierra Gallega, diario republicano fundado en 1903 que defiende el autonomismo gallego, renegando del viejo federalismo por creerlo caduco. Manteniendo también una línea neutral ante el conflicto de la I Guerra Mundial; lo que va a generar un enfrentamiento con los que están a favor de que el periódico esté con los aliados. No obstante, esta actitud le proporciona ventajas. Un año después participa en la creación de la prestigiosa revista España.
 
A consecuencia de su implicación en una campaña anticlerical en 1917 en la que resulta agredido, Casares será destituido como concejal del Ayuntamiento de La Coruña, cargo que desempeñaba desde 1907. Y en 1919 figura como candidato a Diputado a Cortes por La Coruña en una coalición republicano-socialista, siendo derrotado, lo que le llevará a orientar el republicanismo coruñés a una posición independiente de las directrices centrales que predominaban. A partir de entonces se convierte en la principal figura antimonárquica de su ciudad.

Por aquellos años mantiene un largo noviazgo con Gloria Pérez Corrales, hija de una cigarrera coruñesa, por lo que será muy criticado en algunos círculos sociales, casándose en 1920, con la que llegará a tener una hija, la futura actriz María Casares. Sirva como anécdota que en el año 1918 ya conoce a Manuel Azaña, quien en 1924 llegará a editar en la ciudad herculina, su manifiesto contra la Monarquía. Por aquellos años también defiende como abogado a gentes humildes y a numerosos militantes anarquistas.

La toma del poder por el general Primo de Rivera hace que su actividad política decaiga, y luego de permanecer un corto periodo de tiempo en la cárcel, pasa a dedicarse al mundo de los negocios y a administrar su considerable fortuna. La Dictadura será el detonante que facilitará la convergencia de todas las fuerzas políticas opuestas al nuevo régimen, olvidando las diferencias anteriores. Así, cuando el 11 de febrero de 1926 se crea por parte de un grupo de intelectuales de izquierda la llamada Alianza Republicana, en ella se van a integrar los representantes del Casino Republicano Coruñés, entre ellos Gerardo Abad Conde y Santiago Casares Quiroga.

El fracaso del pronunciamiento llevado a cabo por Sánchez Guerra, a principios de 1929, será el causante de una desintegración progresiva de la Alianza, consumada el 14 de julio de 1929, fruto de la cual nace el Partido Republicano Radical Socialista. En ese momento Casares abandona dicha alianza por considerar perdida toda posibilidad de éxito, principalmente tras la salida de los radical socialistas.

El 5 de septiembre de 1929 Casares se reúne en el Casino de Santiago de Compostela con Emilio González López, Antón Villar Ponte y otros intelectuales gallegos al objeto de crear un nuevo partido político republicano de carácter autonomista, que llevará por nombre ORGA (Organización Republicana Gallega Autónoma), confluyendo en él los republicanos de Casares y las Irmandades da Fala de Antón Villar Ponte, ésta poco predominante. Partido que se implicará junto a otras fuerzas republicanas como el Partido Radical, los federales, los radical-socialistas, etc., el día 26 de marzo de 1930 en la localidad coruñesa de Lestrove (Pacto de Lestrove) en la creación de una Federación Republicana Gallega, conformando así una amplia plataforma de cara a una eventual consulta electoral. En este Pacto se acuerda también la designación de Gerardo Abad Conde, dadas sus cualidades oratorias, para asistir al Mitin de afirmación republicana a celebrar en Madrid en septiembre de ese año, y a Santiago Casares como representante de dicha Federación, para asistir a una próxima reunión republicana a celebrar el 17 de agosto en San Sebastián, con el objetivo de reivindicar un Estatuto de Autonomía para Galicia. Entre otros acuerdos también se le ofrece el liderazgo de esta recién constituida Federación republicana al político liberal Manuel Portela Valladares, quien no lo acepta, aun cuando pone a disposición de ésta el influyente periódico de su propiedad El Pueblo Gallego.

En octubre de 1929 la prensa regional publica el Manifiesto programático de la ORGA, que después de proclamar su liberalismo, fija sus objetivos de transformar Galicia en un emporio de riqueza y de cultura, y finalizaba diciendo su razón de republicanos federales, y de no separar lo unido sino el de estrechar vínculos fraternos con otras nacionalidades, colaborando con todos los correligionarios de España para conseguir una Iberia dentro de los futuros Estados Unidos de Europa.

Líder y fundador de la Organización Republicana Gallega Autónoma (ORGA), participó en el Pacto de San Sebastián (1930), una plataforma integrada por los principales partidos de la oposición a la dictadura de Primo de Rivera para propiciar la caída de la monarquía de Alfonso XIII mediante un movimiento insurreccional que proclamaría la República, en representación de la Federación Republicana Gallega. Esta era una plataforma republicana formada por la ORGA junto con otras fuerzas republicanas gallegas como el Partido Radical, los federales, los radical-socialistas. En diciembre de ese año, fue enviado a Jaca como delegado del Comité Revolucionario Nacional (CRN) en la clandestinidad para evitar que el capitán Fermín Galán Rodríguez -encargado de sublevar la guarnición de la localidad pirenaica dentro del plan general- se anticipase a la fecha acordada por el CRN dando con ello al traste con el plan del Comité. Casares Quiroga llegó de madrugada a Jaca, pero adujo estar cansado para no informar a Galán hasta el día siguiente, con lo que la sublevación tuvo lugar en Jaca al alba, con éxito efímero. A consecuencia de ello, Casares Quiroga fue encarcelado.

Con la proclamación de la República fue nombrado Ministro de Marina en el gobierno provisional y más tarde de Gobernación. Elegido diputado en las Cortes Constituyentes por la ORGA, siguió siendo Ministro de Gobernación durante el bienio socialista-republicano (1931-1933) presidido por Manuel Azaña, del que Casares era amigo personal.

Elegido diputado de nuevo en 1933, en 1934 une su partido (renombrado Partido Republicano Gallego en 1932) con el de Azaña y otras fuerzas para crear Izquierda Republicana, partido que se integraría en el Frente Popular. Casares Quiroga renovó su acta de diputado en las elecciones de febrero de 1936 y fue nombrado Ministro de Obras Públicas. Tras el acceso de Azaña a la presidencia de la República, Casares Quiroga fue nombrado Presidente del Consejo de Ministros y Ministro de la Guerra (mayo de 1936). Como presidente, organizó el referéndum sobre el Estatuto de Autonomía de Galicia (el tercero propuesto durante la República tras los de Cataluña y el País Vasco), el cual fue aprobado el 28 de junio de 1936.

Tras el triunfo del Frente Popular en las elecciones de 1936 fue nombrado ministro de Obras Públicas y, después, jefe de Gobierno y ministro de la Guerra, durante la presidencia de Manuel Azaña. En junio de 1936 protagonizó un crudo debate parlamentario con el monárquico José Calvo Sotelo en el que se declaró "beligerante contra el fascismo" y responsabilizó a Calvo Sotelo "de cualquier cosa que pudiera suceder". Seguía siendo Presidente del Consejo de Ministros al producirse el alzamiento en julio de 1936 se opuso a la distribución de armas al pueblo, y al día siguiente dimitió para dar paso al "ministerio relámpago" de intención conciliatoria formado por Martínez Barrio. Durante la contienda no ocupó ningún cargo político. Al finalizar la guerra se exilió a Francia, donde permaneció el resto de su vida. Murió en el exilio en 1950.

No ocupó ningún cargo público durante la guerra civil, quedando en un segundo plano. Muy desacreditado ante los republicanos, en la zona sublevada la situación no fue mejor. El gobernador civil de La Coruña, el navarro José María Arellano, llegó al extremo de ordenar que se retirara su «odiado nombre» de todos los documentos públicos. Tras la caída de Cataluña marchó a Francia junto con Azaña y Martínez Barrio. En la capital gala sufrió un incidente en el despacho de este último; al presentarse ante el secretario particular de Martínez Barrio, el profesor Juan Rueda Ortiz (hijo del anarquista Juan Rueda Jaime) le replicó: "Pues tome usted en nombre de los republicanos españoles", lanzando un puñetazo acto seguido a la cara de Casares, el cual cayó de inmediato al suelo.

En la primavera de 1940, ante la invasión de Francia por parte de los nazis, huye a Inglaterra ayudado por el doctor Juan Negrín, quien lo encuentra vagando en los muelles de Burdeos y espontáneamente lo invita a ir en un barco preparado por él; incluso lo alojó en su casa en Londres. Esto da una idea de la generosidad del entonces presidente del Gobierno de la República en el exilio, máxime cuando, según el historiador Juan Marichal, Casares era el político más opuesto, si cabe decirlo así de Negrín.

Murió exiliado en París, en febrero de 1950.

Santiago Casares Quiroga

viernes, 5 de mayo de 2017

5 de mayo de 1945 Liberación del Campo de exterminio nazi de Mauthausen

El cinco de mayo se cumple el aniversario de la liberación del antiguo campo de concentración nazi de Mauthausen ubicado en la Alta Austria. Fue en 1945, cuando los soldados americanos llegaron al campo y una imagen apocalíptica se presentó ante sus ojos. Alrededor de esta fecha, tiene lugar anualmente una ceremonia oficial que reúne representantes de la política y lo que es más importante, sobrevivientes del campo y sus familiares y amigos. También visitantes que quieren unirse al recuerdo de lo allí sucedido, se congregan esta en esta fecha en Mauthausen. Es imperante mantener viva la memoria de lo sucedido en el holocausto.

Cuando el Ejército norteamericano entró en Mauthausen, el 5 de mayo de 1945, banderas republicanas habían sustituido a las banderas nazis y la puerta del campo estaba cubierta por una gran pancarta en la que se podía leer: «Los españoles antifascistas saludan a las fuerzas libertadoras
"Los españoles antifascistas saludan a las fuerzas libertadoras"

El estallido de la Segunda Guerra Mundial cambió el curso de los exiliados españoles refugiados en Francia. Muchos fallecieron de desnutrición y enfermedades. Presionados por las autoridades francesas, un contingente numeroso regresó a España, mientras que otros consiguieron emigrar a otros países o encontrar un trabajo. El resto optó por alistarse en la Legión Extranjera francesa, las Compañías de Trabajadores o los Regimientos de Marcha de Voluntarios Extranjeros. Allí fueron unas 60000 personas.

La invasión de Francia provocó que las compañías de trabajadores quedaran  atrapadas en el frente y la mayoría de sus integrantes murieron en los combates o fueron detenidos. Unos 12000 republicanos fueron traslados a los frontstalags, campos de tránsito para prisioneros situados en Francia o los stalags, campos de prisioneros situados en el Tercer Reich. 

Un poco de historia

El 5 de mayo de 1945 el 41º Escuadrón de Reconocimiento de la 11ª División Acorzada de los Estados Unidos, encuadrada en el 3er Ejército Americano, llegaba a las puertas del campo de concentración de Mauthausen. Al día siguiente se hacía la famosa fotografía de la entrada del campo, con la pancarta en la que podía leer: «Los españoles antifascistas saludas a las fuerzas libertadoras».

"Dos tanques americanos, procedentes de la 11ª División Acorazada, entraron majestuosos por el gran arco que presidía Mauthausen. Aunque venían de liberar otros campos de concentración, el pavor que expresaban sus caras, en las que vimos reflejado, como en un espejo, el horror que habíamos vivido, mostraba que jamás habían sido testigos de algo ni remotamente similar. Antes sus ojos desfilaban una sórdida procesión de hombres diezmados por años de sufrimientos que se agolpaban ante ellos, chillando unos, sollozando sin consuelo otros. Algunos paralizados por la emoción del momento, otros abrazados, nadie indiferente" (Alfonso Maeso).

A pesar de que en Mauthausen se ha conservado mucho, en términos comparativos, de las construcciones originales del campo de concentración, el aspecto del Memorial hoy se diferencia en aspectos fundamentales del campo tal y como fue liberado el 5 de mayo de 1945. Tras permanecer bajo administración americana, el campo fue utilizado durante varios meses, a partir del verano de 1945, como alojamiento de soldados por parte del ejército soviético. El 20 de junio de 1947, la autoridad de ocupación soviética entregó el antiguo campo de concentración de Mauthausen a la República de Austria con la condición de erigir un Memorial. Con motivo de las modificaciones con vistas al Memorial fueron desmontadas la mayor parte de las barracas de los presos, las barracas de los SS que todavía permanecían y las instalaciones técnicas para la explotación de la cantera. En la primavera de 1949 tuvo lugar la inauguración del Memorial con el nombre de “Monumento Público de Mauthausen”.

Inaugurado el 8 de agosto de 1938, pocos meses después de la anexión de Austria al Tercer Reich el 12 de marzo del mismo año, a Mauthausen llegaron en los siete años que estuvo abierto unos 200.000 deportados de más de 40 países, entre ellos más de 7.500 españoles.  Mauthausen era un campo reservado a los prisioneros "culpables de acusaciones realmente graves, incorregibles, asociales y convictos por causas criminales, es decir, gente en custodia preventiva, con pocas probabilidades de poder ser reeducada”, según la Enciclopedia del Holocausto.  En él fueron asesinadas más de cien mil personas. Según Martin Gilbert, autor de “holocaust”, había 8.000 republicanos españoles en el campo principal de Mauthausen y sólo 817 de ellos sobrevivieron. La voluntad programada del nazismo de reprimir enemigos comportó la creación de un vasto universo de campos concentracionarios cuyo objetivo era la explotación de prisioneros como mano de obra y el exterminio de los más indeseables.

Situado cerca de la ciudad austriaca de Linz, en una colina sobre el Danubio, el campo de concentración de Mauthausen  fue clasificado por las autoridades alemanas como un campo de tercera categoría, la más dura, destinado a las personas que se consideraba irrecuperables. Los primeros prisioneros del nazismo llegaron allí en el verano de 1938 y el primer convoy de republicanos lo hizo en agosto de 1940. Los traslados se realizaban en tren hacinando a los prisioneros en vagones de ganado. Mauthausen fue un campo de trabajo, pero disponía de cámaras de gas, sala de ejecuciones y hornos crematorios.

En otoño de 1949, Francia levantó en el emplazamiento de las antiguas barracas administrativas de la SS el primer monumento nacional. Posteriormente, numerosas naciones y grupos de víctimas llevaron a cabo más monumentos.

A principios de los años 60 se ubicó en el interior del Memorial de Mauthausen un cementerio al cual se trasladaron posteriormente los restos mortales de las víctimas del campo de concentración que se encontraban en los “cementerios americanos” en Mauthausen y Gusen así como aquellos que yacían en las fosas comunes que habían utilizado los SS. En el llamado campo II y en el recinto de las barracas de los presos 16 a 19 yacen más de 14.000 víctimas.

El antiguo edificio de la enfermería cumple la función de museo desde 1970, para lo cual fue adaptado. Desde mayo de 2013 alberga las dos exposiciones permanentes “El campo de concentración de Mauthausen 1938-1945” y “Mauthausen, lugar del crimen – Una búsqueda de huellas”. En el nuevo “Espacio de los Nombres” están inscritos los 81.000 muertos del campo de concentración de Mauthausen y los respectivos subcampos cuyo nombre se conoce.

Mapa del campo de Mauthausen

Los republicanos españoles, apátridas para los nazis

Los españoles fueron los primeros en entrar en Mauthausen y los últimos en salir. Ningún gobierno se preocupó de si estaban vivos o muertos y tuvieron que lucir el distintivo azul, el de apátrida, porque el gobierno de Franco así lo decidió. Gracias a los muchachos españoles se pudieron sacar del campo las fotos que sirvieron como pruebas en los juicios posteriores...

Siete mil españoles pasaron por Mauthausen. Los que sobrevivieron no llegaron a dos mil...
La lógica haría pensar que los españoles recibirían el triángulo rojo de prisioneros políticos, como de hecho ocurrió, años más tarde, en el resto de los campos. Sin embargo, en Mauthausen, los republicanos españoles recibieron el triángulo azul que les distinguía como apátridas. Un triángulo azul sobre el que aparecía escrita una «S» que les definía como spanier, es decir, como apátridas españoles.

Toda una contradicción solo explicable por el deseo del régimen franquista de ni siquiera reconocerles como compatriotas. En los libros de registro del campo y en la mente de los SS, esa definición era un poco más amplia: todos los recién llegados eran registrados como « rotspanier». La explicación de por qué aquellos hombres nacidos en una nación amiga del Reich, como era España, merecían estar en ese lugar obedecía a una sencilla razón: se trataba de «rojos españoles».

Eran los “Rotspanier” (Rojos españoles), los “triángulos azules”, y para diferenciarlos del resto les colocaron este símbolo con una “S” sobre su harapienta ropa. Eran civiles, refugiados en estado puro. Eran los apátridas, aquellos a los que el régimen del pequeño dictador abandonó a su suerte. Nunca les reconoció como españoles ni aceptó su repatriación. Los documentos encontrados prueban que las autoridades nazis preguntaron a sus homólogos españoles qué debían de hacer con los "dos mil rojos españoles de Angulema". El Gobierno de Franco nunca se molestó en ocuparse de este asunto y ni siquiera contestó, dejándoles expuestos a la maquinaria de exterminio nazi. Entre ellos, muchos menores de edad.

Algunos españoles lograron introducirse en la compleja estructura organizativa de Mauthausen: oficina de administración, intérpretes, fotógrafos... A nivel político se constituyeron organizaciones de resistencias entre las que sobresalían por su solidez la comunista y la anarquista. En 1944 se organizó el llamado Comité Internacional con la activa participación de los republicanos españoles. también se constituyó, por incitativa de los prisioneros españoles, El aparato Militar Internacional (AMI), se crearon grupos de autodefensa y se preparo un plan para ocupar el campo: la desorganización en los días previos a la liberación permitió el robo de armas y que el AMI y el Comité Internacional tomaran el control del campo.
Triángulo azul (que representaba a los apátridas) con la S de Republikanische Spanier (republicano español)


El exterminio mediante el trabajo

Las condiciones de vida en Mauthausen eran extremas con falta de atención médica, desnutrición, escasez de ropa de abrigo y un régimen disciplinario feroz bajo la esclavitud laboral. Los prisioneros trabajan una media de doce horas en la cantera de granito Wiener Graben. miles de deportados fallecieron por accidentes o debido a la violencia de las SS. otros deportados fueron ocupados en las obras efectuadas en el recinto: la construcción de garajes, las viviendas de las SS, la cárcel, la cámara de gas o las cocinas.

Los comandos del trabajo

Mientras la guerra avanzaba otros comandos se instalaron en industrias que fabricaban materiales para el ejército alemán, entre ellas la Steyr_daimler_puch y la Messerchmitt. En Ebensse los prisioneros construyeron túneles para proteger de los bombarderos aliados la fabricación de los cohetes V2 utilizados por la aviación alemana. Por otra parte, en el castillos de Hartheim se realizaron experimentos médicos y se habilitaron cámaras de gas, hornos crematorios para gasear a miles de prisioneros entre ellos medio millar de españoles.

Los experimentos médicos

Además de realizar trabajos forzados, los prisioneros estaban expuestos a experimentos médicos cuyos resultados se destinaban a organismos del ejército y a laboratorios privados. En Mauthausen fueron habituales las inyecciones en zona cardiaca que provocaban dolores y parálisis. también s e experimento sobre una dieta basada en papillas para evitar el consumo de proteínas: el castillo de Hartehim fue usado por las SS para su programa de eutanasia y posteriormente para gasear a los presos más débiles del campo de Mauthausen

La figura de Francesc Boix

Nace en el barrio barcelonés del Poble Sec. Hijo de Bartolomé, barcelonés, y de Ana, natural de Fraga (Huesca). Crece con sus dos hermanas en el mismo barrio, en la sastrería "Boix", que regentaba su padre y en contacto con círculos libertarios. Es con su padre, fotógrafo aficionado, que aprende la técnica fotográfica, y en 1934 entra a trabajar de aprendiz en la casa de fotografía Romagosa.

Cuando comienza la Guerra Civil española, se afilia a las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU), organización del PSUC, compartiendo experiencias con Teresa Pàmies y Gregorio López Raimundo. Trabaja en la revista Julio como reportero, hasta que se alista en la 30ª División, como voluntario, fotografiando durante esta época el frente de Aragón desde el Segre.
Empezó en la fotografía gracias a su padre, un sastre de Poble Sec aficionado a la fotografía. Con 17 años fue como voluntario al frente para luchar contra los golpistas. Como colaboraba con el periódico 'Juliol', más que empuñar las armas disparaba con su cámara. Al terminar la guerra civil española se vio obligado a exiliarse y cruzar la frontera francesa, donde lejos de encontrar la paz muchos españoles encontraron la muerte.
Pasa por los campos de refugiados de Vernet y Septfonds, siendo posteriormente capturado por los alemanes, en el norte de Francia y deportado al campo de concentración de Mauthausen, donde llega el 27 de enero de 1941.

En Mauthausen se une al trabajo de Antonio García Alonso, destinado en el Servicio de Identificación del Campo, debido a su oficio de fotógrafo. Y va asumiendo responsabilidades en la tarea de documentación gráfica junto con José Cereceda, a finales de 1943. A partir de 1944, participa en el robo de negativos, desde los círculos de resistencia de los republicanos de Mauthausen, siendo recogidos y custodiados por la austríaca Anna Pointner en su casa particular.

Una vez liberado el campo, el PCE encarga a Boix, la tarea de reagrupar toda la documentación sobre el campo y sus ilustraciones fueron publicadas en varios libros.

Cuando se constituye el Tribunal Internacional de Nuremberg, Boix aporta evidencias con sus fotografías y meses después presenta su documentación gráfica en el Tribunal americano de Dachau. Las fotografías que lograron salvar Boix y sus compañeros fueron determinantes para condenar a altos cargos nazis en los juicios de Nuremberg en 1946. Boix fue el único español que asistió como testigo.

El Partido Comunista le sigue manteniendo en activo, documentando actos políticos hasta su muerte en 1951, causada por las secuelas del internamiento, en el hospital parisino de Rothschild.

Francesc Boix en el campo de Mauthausen


Llegó al campo de concentración de Mauthausen en diciembre de 1941 tras pasar por campos de concentración franceses tras ser capturado por los alemanes en una compañía de trabajadores. Ingresó en el campo el 13 de diciembre de 1940 (mate. 4811) y tuvo unas impresiones muy pesimistas respecto a su futuro más inmediato. Unas semanas más tarde, fue destinado al kommando Steyr y las perspectivas de encontrar una situación más aceptable se desvanecieron al comprobar el trato a que eran sometidos y las condiciones en que debían trabajar para construir las instalaciones en medio de un lodazal en pleno invierno y, posteriormente, a las empresas de material de guerra donde fueron destinados los trasladados del campo central. Eliseu permaneció en Styer, sufriendo aquella extrema experiencia, hasta finales de 1944 en que fue trasladado al campo de Gusen.
En 1948 regresó a España. Participó en 1962 en la fundación de la Amical de Mauthausen formando parte del primer "comité provisional".


Juan Romero, el último superviviente español de los campos de concentración nazis
"La biografía de Juan Romero Romero no es excepcional ni diferente a las de los miles de españoles que sufrieron el infierno nazi. Sin embargo, sí permite conocer, a través de ella, el horror que vivieron los deportados y deportadas en los campos de exterminio. Romero, como tantos otros, batalló en la Guerra de España a favor de la II República y en contra del fascismo. En su caso particular, luchó en la sierra de Guadarrama, en Brunete, en Guadalajara y en Teruel, en la conocida como la batalla de El Ebro. Tras la caída de Catalunya, en febrero de 1939, pasó la frontera francesa por Puigcerdà y vivió su primer exilio", escribe el periodista de Público, Alejandro Torrús, sobre su presencia en la Guerra Civil.
El primer trabajo esclavo que le asignaron los SS fue en la temible cantera de granito donde los españoles pasaban cerca de doce horas picando y trasladando piedras. Le trasladaron a un grupo que trabajaba en el exterior del campo y que estaba dirigido por el kapo español César Orquín. Mejor tratado y con algo más de comida, Juan recuperó fuerzas hasta que, un día, resultó seriamente herido tras sufrir un accidente en el trabajo.  Su siguiente y último destino en Mauthausen fue en el llamado “comando de la desinfección”. Su misión consistía en recoger las ropas de las expediciones de prisioneros que llegaban al campo y, en unas grandes parihuelas, llevarlas al edificio donde las lavaban y desinfectaban.
Juan Romero falleció el 3 de octubre de 2020 siendo el último republicano español superviviente de los campos de concentración nazis.
Juan Romero


Joan de Diego, el secretario de Mauthausen 

Cuando las tropas norteamericanas liberaron el campo, el 5 de mayo de 1945, Juan de Diego era el deportado que portaba el número de prisionero más antiguo. En ese momento su trabajo de secretario dio un giro determinante. Con otros supervivientes españoles se dedicó, en base al material que había sustraído durante años, a elaborar listados con los españoles que habían perecido en el campo de concentración y en el cercano Castillo de Hartheim. Juan trabajó, codo con codo, con las tropas estadounidenses hasta que el 2 de junio fue repatriado a París. su testimonio fue crucial en los juicios contras los jefes nazis, entre ellos el que enjuició al médico responsable de la práctica de la eutanasia en el castillo de Hartheim.
Joan de Diego

José Carlos Grey-Molay
José Carlos Grey Molay, también conocido como Carlos Greykey, nació en Barcelona en 1913. Sus padres eran originarios de Guinea Ecuatorial. A pesar de sus orígenes humildes logró iniciar la carrera de Medicina.

La Guerra Civil impidió que pudiese finalizar sus estudios.
Se unió al bando republicano en la lucha contra el fascismo y tras la victoria de los sublevados se vio obligado a huir a Francia. Allí fue recluido en un "campo de refugiados" y tras ello se alistó como extranjero en el ejército francés para luchar nuevamente contra el fascismo. Sin embargo para su desgracia, fue capturado por los nazis junto a otros tantos españoles que corrieron su mismo destino.

El régimen franquista se había desentendido de ellos y los nazis comenzaron a deportar a todos los "rojos españoles" a los campos de concentración.

Carlos llegó a Mauthausen en junio de 1941 y fue catalogado como "apátrida". Su color de piel llamó la atención de los nazis, pero el hecho de dominar múltiples idiomas (español, catalán y alemán, inglés y francés) y contestar en alemán a un oficial le salvó la vida.

A los nazis les hizo gracia tener a un negro de sirviente y camarero, así que asignaron a Carlos una posición de cierto privilegio. Llegó a servir como camarero al propio Himmler y el propio Ziereis (comandante de Mauthausen) comentó sobre él "que su padre era caníbal". Poco antes de la guerra le relevaron de su puesto, el motivo varía según las fuentes: Pudo ser por una mala contestación o por simplemente hartarse de él.

Gracias a la solidaridad de sus compañeros logró llegar con vida al día de la liberación, el 5 de mayo
Tras la liberación regresó a Francia y obtuvo dicha nacionalidad. Se casó, tuvo dos hijos y vivió una vida tranquila hasta su muerte en 1982.

José Carlos Grey Molay

Anna Pointner
Anna Pointner, una austríaca antifascista que escondió en su casa de Mauthausen las fotografías del horror del campo sacadas por los presos españoles.

Recordemos que una prueba fundamental en los juicios de Nuremberg fueron las espeluznantes fotos (algunas hechas por suboficiales nazis y otras por presos como Francesc Boix y Antonio García) que los españoles encargados de revelarlas lograron sacar a escondidas del campo. En la segunda foto, Francesc Boix testificando en Nuremberg.

Los presos hacían llegar las fotografías a Anna arrojándolas a su paso por su jardín, en su desplazamiento diario hacia su lugar de trabajo forzoso para la empresa Poschacher, que se había quedado sin operarios al estar todos los jóvenes austríacos en el frente.
 
Anna, de sentimiento socialista, estableció cierta simpatía con unos prisioneros españoles del campo de Mauthausen que cada día pasaban por delante de su casa para ir al trabajo en la cantera Poschacher. Esa simpatía llevó a la confianza de hacerle llegar los negativos para guardarlos fuera del campo. Pese al evidente peligro que esto conllevaba para ella y su familia, no dudó en ayudarles. Se arriesgó y primero escondió los negativos en el sótano de casa y después en un muro de la parte trasera de la casa. Este pasado mes de mayo se inauguró un monumento junto a su casa para homenajearla y recordarla. En una placa metálica en la que hay grabadas palabras en alemán y castellano, hay una ventana a través de la cual se ve el muro donde Anna Pointner escondió los negativos.

Anna Pointner, esta brava mujer antifascista, se jugó la vida al esconder durante varios años estas fotografías en un muro de su casa. 

Anna Pointner
La escalera de la muerte
Mauthausen se encuentra en el borde de una cantera de granito en la que fueron enviados prisioneros de los campos a trabajar.  El sitio para el campamento fue elegido debido a la proximidad de la cantera a Linz. Los nazis despertaban a los reclusos de madrugada y, en fila, les obligaban a subir las escaleras de la cantera cargando piedras de granito de hasta 50K. Cargados, los reclusos debían subir los 186 escalones que componían estas escaleras de la muerte. Muchos colapsaban y caían con sus cargas, llevándose a otros reclusos por delante. Los que no morían y quedaban heridos eran rematados por miembros de la SS.
Los que sobrevivían a la prueba, más tarde se colocaría alineadamente en el borde de un acantilado que las SS llamó «The Parachutists Wall» (Muro de paracaidistas). Una vez colocados, los nazis ofrecían 2 opciones: o bien empujaban a los reclusos por el precipicio, o te metían una bala en la cabeza. El proceso se repetía hasta que todos habían muerto o los oficiales de la SS se cansaban o aburrían. Algunos presos, incapaces de soportar las torturas del campo, saltaban voluntariamente y se suicidaban.
Esta práctica se alternaba con otras formas de exterminio, como duchar a los presos con agua helada y dejarlos desnudos a la intemperie a temperaturas de -30°C, ahogarlos en depósitos de agua o lanzarlos a vallas electrificadas.
Hoy en día, la escalera de la muerte forma parte de las visitas guiadas al Memorial de Mauthausen.

Escalera de la muerte de Mauthausen

Historia de una bandera. El KLM (Komando de Liberación de Mauthausen)

Campo de Mauthausen,
tus muros bañados de sangre,
unos matados a palos,
otros murieron de hambre.
Esa es la sangre española
derramada en el combate.



Francisco Ortiz, superviviente de Mauthausen


Al avistar el primer tanque aliado cerca de las puertas del campo el 5 de mayo de 1945 pese a la debilidad, un grupo de españoles republicanos confeccionó ua bandera republicana con la que saludaron a los aliados. Pusieron en letras grandes "República Española", el nombre con el que se conocía a la resistencia seguido de algunos nombres de españoles acompañados del número de identificación en el campo.

La bandera republicana que recibió a los aliados tiene un simbolismo histórico de especial significado, pues se trata de la bandera tejida por los españoles del campo, que formaban el KLM (Komando de Liberación de Mauthausen) clandestino y de carácter internacional, que actuó en el campo desde 1943. En la bandera hay varias inscripciones, que han sido desdibujadas por el tiempo y el dolor de quienes la defendieron, aunque ella misma sigue siendo el mayor signo de viva memoria histórica.

En letras grandes, "República Española", debajo (dos veces) KLM, y en letras más pequeñas, los nombres de los españoles pertenecientes al comando y el número que les habían asignado en el campo:
  • F. Ortiz (4245),
  • F. García (3544),
  • F. Herrero (3301),
  • I. Bonilla (3852),
  • Ramón Bargueño (3183),
  • F. Biarnés (3208) y
  • Francisco Playa (5145).
Los dos sastres encargados de tejerla fueron Falo y Bonaque.

Francisco Ortiz fue testigo de la muerte del principal jefe del campo de Mauthausen, Franz Zireis, tras la liberación por el Ejército norteamericano. Fue él quien abrió las puertas del campo para que salieran los deportados, que posteriormente rompió la puerta de la armería para distribuir armas y ajustar cuentas con los guardianes y que vio cómo el temido Zireis -un despiadado nazi que adiestraba a sus hijos en el uso de las armas disparando sobre los deportados- murió a manos de dos jóvenes cordobeses.

http://www.derechos.org/nizkor/espana/doc/klm51.html


Gusen: El campo de la muerte
A cuatro kilómetros de Mauthausen se habilitó el campo de Gusen. el régimen disciplinario era menos duro pero las condiciones de vida era mucho peores que las sufridas en Mauthausen: allí se explotaba otra cantera y para la mayoría de los deportados el traslado a Gusen representó sus sentencia definitiva de muerte. llegaron extremadamente débiles y las condiciones de traba.jo provocaron su fallecimiento  a lass pocas semanas
Entrada al Campo de Gusen


El proyecto Stolpersteine

El proyecto STOLPERSTEINE es obra del artista alemán Gunter Demnig. Lo inició en Colonia cuando en la ciudad se negó la deportación de gitanos a campos nazis. Posteriormente lo dedicó a todas las víctimas del nacionalsocialismo (judíos, homosexuales, presos político, miembros de las Brigadas Internacionales….) comprendidas entre los años 1933 y 1945. Entre estas víctimas se incluye el colectivo de deportados españoles.

En la actualidad hay más de 75.000 stolpersteine colocadas en más de 20 países.
Las stolpersteine son unos pequeños bloques de cemento de forma cúbica (10 x 10 x 10 cm) en los que una de sus caras está cubierta por una fina lámina de latón donde se han grabado a mano los datos de la víctima (nombre, fecha de nacimiento, datos de la deportación y fecha de fallecimiento o liberación).
En homenaje para cualquier víctima (mortal o no) del nazismo entre 1933 y 1945, incluidos los deportados españoles



Las entidades de la memoria. El papel de la amical de Mauthausen

Meses después de la liberación, supervivientes franceses fundaron la amical de Mauthausen a la que se unieron deportados españoles: ese mismo año se creó en París la Federación Española de Deportados e Internado Políticos (FEDIP) con la finalidad de ayudar a los supervivientes de la deportación. el 6 de mayo de 1962, durante  la ceremonia del 17 aniversario de la liberación del campo, se inauguró un monumento a los republicanos en Mauthausen. ese mismo años se constituyó en Barcelona la Amical de Mauthausen y otros campos cuya andadura inicial fue clandestina pues no se legalizó hasta 1977. la actividad de la asociación persigue difundir la memoria de la deportación republicana, reivindicando los derechos morales y materiales y los valores políticos de las víctimas del nazismo y sus familiares.
Tras la liberación del campo, mientras los supervivientes eran repatriados a sus países de origen, nadie se ocupaba de los 25000 republicanos cuya situación personal había sido la de exiliados en Francia tras huir de la España franquista. Finalmente fueron repatriados a Francia y la mayoría rehízo su vida allí. una pequeña parte decidió regresar a España a pesar de que su porvenir no era fácil por las represalias a las que podían enfrentarse. todos, independientemente el lugar donde se establecieron, tuvieron que rehacer sus vidas y afrontar las secuelas físicas y psíquicas derivadas de la deportación: desde entonces, para la mayoría, el deber de recordar estuvo muy presente en sus vidas y en las de sus familiares.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, algunos de los responsables de los crímenes cometidos por el Tercer Reich fueron juzgados en diferentes procesos. En los Juicios de Nuremberg, celebrados entre 1945 y 1946, se incriminó a 22 acusados, la mayoría de los cuales esgrimieron que cumplían órdenes de superiores. Francesc Boix testificó en estos juicios mientras Casimir Climent lo hizo en el proceso de de Clonia donde se enjuició a los responsables de la muerte de mujeres y niños gitanos en el campo de Mauthausen: en el proceso de Dachau se juzgó a los soldados de las SS del campo de Mathausen. Algunos de los que tuvieron un papel fundamental en los campos de concentración recibieron condenas cortas y otros muchos lograron huir de Alemania.
 
Seguimos exigiendo Verdad, Justicia y Reparación

La posguerra fue mucho peor que la guerra para una parte muy importante de españoles, unos tuvieron tiempo de salir hacía otros países, muchos de ellos terminaron en campo de exterminio nazis, ante el abandono por parte de la dictadura franquista, que al ser consultada, por los nazis, sobre que hacían con los españoles residentes en España, el Gobierno del “padrino” de su católica majestad, replicó que no existían españoles allende las fronteras. Otros lograron enrolarse en la resistencia francesa, otros marcharon a México, Argentina, Venezuela, o la Unión Soviética, con distintas suerte según los casos y países. Para ninguno terminó la guerra.

En pleno 2017, tras 40 años de democracia, el estado español continúa incumpliendo los tratados internacionales en materia de derechos humanos que ha firmado y desoyendo las recomendaciones de los organismos internacionales, particularmente de las Naciones Unidas. Para acabar con la impunidad únicamente hay una vía: una ley emanada del Parlamento español, que condene jurídicamente ilegales el régimen franquista, sus leyes represivas y sus tribunales, y que declare nulas de pleno derecho sus sentencias.

Campo de Mauthausen, ciudad de gran familiaridad
ciudad siempre recordada, siempre en la memoria
ciudad donde tengo más muertos que vivos, ¡Recordad!
ciudad donde nunca olvidamos su historia

Cuántos años hemos pasado con el uniforme rayado
el triángulo en el pecho y el número al mismo lado
esperando que nuestro inevitable final ahogará nuestros lamentos
final que para algunos llegaba y acababa con su sufrimiento

doblemente perdedores, doblemente sufridores
de aquellos que vencieron y con la fuerza lo demostraron
a los vencidos, apátridas, al bando de los perdedores
para algunos la guerra y el sufrimiento nunca terminaron

pero el cinco de mayo trajo el final de esta pesadilla vivida
y los muros se doblegaron y salimos corriendo hacía la luz
de la libertad, quitándonos tan pesada cruz
dándonos esperanza, devolviéndonos la vida

pensando que todo había acabado, que la esperanza seguía latente
pero el tiempo pasaba y caíamos en el olvido 
mientras nuestra guerra era algo pasado, no importante en el presente
y nadie se acordaba del bando perdedor, del bando vencido

Placa a los republicanos españoles deportados