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miércoles, 11 de noviembre de 2020

JUAN NEGRÍN

Recordamos a Juan Negrín, Presidente del Consejo de Ministros de la República, en el aniversario de su muerte en el exilio en París el 12 de noviembre de 1956.

Juan Negrín fue un científico y político español. Nacido en Las Palmas de Gran Canaria el 3 de febrero de 1892, procedente de una familia de comerciantes canarios acomodados, estudió Medicina en la Universidad de Leipzig (Alemania). Desde 1922 fue catedrático de Fisiología en la Universidad de Madrid. Su procedencia de un ambiente conservador y su gran fortuna personal no impidieron que durante la dictadura de Primo de Rivera (1923-30) ingresara en el Partido Socialista (PSOE), en el que se alineó políticamente con Indalecio Prieto.

Juan Negrín


Tras el advenimiento de la Segunda República (1931) sería elegido diputado de sus tres legislaturas, siempre representando a las islas Canarias. Aunque no tenía mucho peso político en el partido, cuando estalló la Guerra Civil (1936-39) fue nombrado ministro de Hacienda en el gobierno presidido por Largo Caballero. Se ocupó de organizar la economía de guerra del bando republicano y de negociar la prestación de ayuda económica y armamentística por parte de la Unión Soviética (para lo cual hubo de entregar a la URSS las reservas de oro del Banco de España).

Ya entonces destacó por su insistencia en que la República tratara de atraerse el apoyo de las potencias occidentales mostrándose como un régimen liberal-democrático reformista y moderado; para ello se esforzó por poner coto a los asesinatos políticos y a los excesos de la represión en la retaguardia, mostrándose como un escrupuloso defensor del respeto a la legalidad.

En 1937 sustituyó a Largo Caballero como presidente del gobierno, cargo en el que permaneció hasta el fin de la guerra. Empujado por la necesidad de la ayuda soviética, se apoyó en los comunistas del PCE, con los que coincidía en su línea de dar prioridad a la disciplina y la organización para ganar la guerra, postergando las veleidades de revolución social (en contra de las pretensiones de los anarquistas de la CNT y de otros grupos políticos, como el POUM). En 1938, ante el curso desfavorable de la guerra para las armas republicanas, ofreció a los rebeldes entablar una negociación sobre la base de 13 puntos que llevaran a una salida democrática del conflicto; pero la oferta fue rechazada por Franco, que exigió hasta el final una rendición sin condiciones.

Ante tal intransigencia, Negrín ordenó resistir palmo a palmo para prolongar la guerra, con la esperanza de que las tensiones internacionales llevaran al estallido de una guerra general en Europa, en la que la República entrara como aliada de las naciones democráticas contra los regímenes fascistas de Hitler, Mussolini y Franco. Su prioridad como ministro de Hacienda y presidente del consejo de ministros, era financiar y organizar la guerra y posteriormente el exilio.

Pero tales esperanzas de intervención extranjera en defensa de la República se desvanecieron después de la política de apaciguamiento mostrada por Gran Bretaña y Francia frente a Alemania en el Pacto de Múnich (1938).

El 5 de marzo de 1939, el coronel Casado, un eterno insatisfecho que desde mayo de 1938 era comandante del Ejército Republicano del Centro, lanzó un golpe militar contra el Gobierno de Juan Negrín. Irónicamente, así provocó que el final de la Guerra Civil Española fuese casi idéntico al comienzo. Como habían hecho Mola, Franco y los demás conspiradores de 1936, Casado dirigió una parte del ejército republicano en una revuelta contra su Gobierno. Aseguraba, como habían hecho los anteriores, y también sin fundamento alguno, que el Gobierno de Negrín era una marioneta del Partido Comunista y que se avecinaba un golpe de estado inminente para instaurar una dictadura comunista. Esa misma acusación fue vertida por anarquistas como José García Pradas, quien dijo que Negrín estaba encabezando personalmente un golpe comunista. Nada apunta a que fuera así; merece la pena recordar la valoración que hizo de Negrín el gran corresponsal de guerra estadounidense Herbert Matthews, que lo conocía bien:

"Negrín no era comunista ni revolucionario... No creo que Negrín se planteara una revolución social antes de la Guerra Civil... Durante toda su vida, Negrín mostró una cierta indiferencia y ceguera hacia los problemas sociales. Paradójicamente eso lo alineó con los comunistas en la Guerra Civil. Era igual de ciego en un sentido ideológico. Fue un socialista de preguerra solo de nombre. Rusia fue la única nación que ayudó a la España republicana; los comunistas españoles figuran entre los mejores y más disciplinados soldados; la Brigadas Internacionales, con su cúpula comunista, eran inestimables. Por tanto, el presidente Negrín trabajó con los rusos, pero nunca sucumbió a ellos ni aceptó sus órdenes." (El final de la guerra. La última puñalada a la República. De Paul Preston)

Cuando el conflicto europeo (la Segunda Guerra Mundial) estalló por fin en 1939, el ejército republicano había sucumbido cinco meses antes. Negrín, opuesto a la rendición incondicional en defensa del principio de legitimidad democrática, fue depuesto poco antes de la definitiva victoria franquista por el golpe de Estado del general Casado (marzo de 1939). Dimitió tras las elecciones en Bellas Artes en México. Representó el gobierno en el exilio desde Londres, exilándose definitivamente en Francia desde 1947

ENNIO MORRICONE

10 de noviembre de 1928. Nace Ennio Morricone, compositor y director de orquesta italiano conocido por haber compuesto la banda sonora de más de 500 películas y series de TV.  Falleció en Roma el 6 de julio de 2020

Hoy tus canciones se han convertido en un réquiem lento
bebiendo de ese espejo inagotable impulsado por las melodías
que nos recuerdan que ya no estás, que te has ido con tus sinfonía
a otro lugar, a otro mundo, y nos dejas bellos momentos

momentos buenos, feos y malos
recordando que la clase obrera va al paraíso
que nuestra misión en el mundo es nuestro legado
porque la vida no es como cinema paradiso

La música tiene un quejido, un eterno lamento
Una orfandad desconocida; un susurro bronco y áspero
Grita un dolor que cruza el mar,
Que nace en la lejanía.

dolor que no desaparece y sigue doliendo
como un eco silencioso, casi mudo y eterno
que retumba en los oídos, que surge al recordar
en las orquestas tu música y tus melodías

música que toma partido y se mancha en cada una de sus notas
con un mensaje que transforma la realidad como el martillo
que golpea y la hoz que labra los campos y la tierra erosiona

mientras elevas a las alturas con tus melodías y estribillos
al obrero y a su clase y los alejas de la realidad que les oprime y les explota
liberándoles con tus melodías de su existencia triste y monótona

Ennio Morricone

miércoles, 4 de noviembre de 2020

LA TRINCHERA INFINITA

Los topos también fueron víctimas del franquismo y pocas veces se les contabiliza. En la película se denuncia el horror que supusieron los cuarenta años de terrorismo de Estado. Fue ese terror el que mantuvo a miles de hombres aprisionados en verdaderos zulos construidos por ellos mismos. Algunos hasta 30 años. Ningún preso estuvo tantos años encerrado y en tan deplorables condiciones. El paso del tiempo se vive a través de las noticias que llegan por la radio: el final de la contienda con el triunfo del golpismo sobre la democracia, la segunda guerra mundial como continuación internacional del conflicto entre el fascismo y las democracias, la esperanza en que victoria de los aliados implicara el fin del fascismo, los pactos entre el fascismo franquista y el capitalismo aliado… Y las sucesivas amnistías del franquismo que en realidad fueron trampas mortales para los defensores de la democracia. En varias ocasiones se anunciaron amnistías para todas las personas que no habían cometido delitos de sangre, y muchos exiliados fueron detenidos en las fronteras, acusados sin pruebas de todo tipo de delitos y encarcelados o asesinados. Mucha gente no salió ni volvió a España hasta cerciorarse que había muerto Franco y se había reinstaurado la democracia.

El exilio interior

Tras la Guerra Civil, fueron muchas las víctimas que se tuvieron que ocultar en agujeros, pasos subterráneos, estrechos pasillos y otros lugares imposibles durante décadas para escapar del destino fatal que les impuso la dictadura.  Vencidos,  quedaron  marcados  por  las terribles experiencias de la Guerra; de quienes no tuvieron que cruzar ninguna  frontera  para  sentirse  extranjeros  dentro  de  su  propio  país,  extraños  de  sí.

La  posguerra  significó  una  prolongación  del  conflicto que  se concretó   en   una dura   represión  cuyo   objetivo   era   la   eliminación   total, “desinfección”,   de   cualquier   elemento   disidente,  una  implacable   inquisición contemporánea que arruinó la existencia de muchos españoles


Hermano mío y camarada,
siempre señalado y perseguido 
siempre  humillado y silenciado 
lo han escrito hasta los muros

no abras la boca, no pronuncies palabra
no digas las verdades de aquellos que han vencido
no cuestiones las mentiras de que aquellos que han ganado
siguen los tiempos oscuros

sigue caminando con la boca cerrada
no intentes hablar, no hagas nada
sigue tu camino en silencio, sin hacer ruido
procura pasar inadvertido

calla, por favor, calla y agacha la mirada
intenta pasar inadvertido, no llames la atención
evita que te señalen los vecinos, por favor
que Damocles no cuelgue sobre ti su espada

porque decir la verdad en estos tiempo se paga con cárcel y torturas
con desapariciones y muertes desmesuradas
no intentes ser el Santo Ateo, por lo que más quieras calla, por favor, calla

sigues atrapado en la infinita trinchera, en una Guerra que todavía perdura
donde ya no hay frente, pero sigue habiendo barricadas
donde por tu supervivencia sigues librando un eterna batalla

domingo, 1 de noviembre de 2020

FRANÇOIS MARIE AROUET VOLTAIRE

Es  posible que este nombre no les diga nada a muchas persona, pero su obra  como escritor, filósofo, hombre civil, racionalista y tolerante, liberal y anticristiano, lo acreditan como figura principal de la Francia del llamado siglo de las luces, y aún hoy sus pensamientos, transcurridos casi dos siglos y cuarto, son válidos y aleccionadores, posiciones que pueden sintetizarse en dos frases suyas: Debemos compadecer a los que necesitan de  la religión para ser buenos” y Todo está perdido si tratamos al pueblo como una manda de toros, tarde o temprano, cornean”. Y lo dijo en una época de fanatismos y crueles supersticiones, cuando todavía, se quemaban brujas. Este hombre se hizo llamar Voltaire.

Pese a que fue brillante alumno de una escuela regida por jesuitas, su padrino, lo hizo miembro de la sociedad libertina del Temple. Por entonces, escribió unos irrespetuosos versos  contra el Regente, lo que le valió su reclusión en La Bastilla. Allí empezó a escribir la tragedia Edipo, que tuvo cuarenta y cinco representaciones, algo inusual en esos años y que lo encumbró en la escena clásica francesa. Recobrada su libertad, por un altercado con el caballero de Rohan, fue apaleado por los lacayos de éste y encerrado, otra vez, en La Bastilla durante cinco meses; recuperada su libertad, viajó a Gran Bretaña, en 1726 .  La Corte de Londres y los medios literarios lo acogieron calurosamente; en sus dos años de destierro inglés conoció un mundo que le permitía reflexionar, aprender, sintetizar y organizar sus sentimientos; por eso escribió: La razón aquí es libre y no sufre ninguna violencia. Además, conoció tres elementos que lo influyeron durante toda su vida: las libertades políticas, Newton y Shakespeare. En Gran Bretaña tuvo un gran éxito con su obra teatral Bruto, que es una exaltación de la libertad; también escribió Historia de Carlos XII y Henriade, aunque sus Cartas filosóficas sobre Inglaterra,  publicadas en 1734, como Cartas inglesas, que eran una acerba crítica al gobierno francés, fue quemado públicamente “como un libro escandaloso, contrario a la religión, a la moral y al respeto debido a las autoridades". Tan grande fue el escándalo, que Voltaire debió escapar a Lorena, donde permaneció cinco años en casa de su amante Mme. de Chatelet, haciendo  una vida acorde con sus gustos de trabajo y trato social. Escribió dos importantes obras históricas El Siglo de Luis XIV y Ensayo sobre las costumbres. Por ese tiempo, Voltaire, trabó conocimiento con Federico de Prusia, amistad que duró media vida del francés, por lo que viajó varias veces a Berlín, donde tuvo un gran éxito social y se ofrecieron en su honor conciertos, bailes, óperas y la representación de sus obras teatrales. En Francia, tras el brillante éxito de su tragedia Mahomed, fue admitido en la Academia Francesa, en 1746, pero la sociedad conservadora y piadosa lo cubrió de panfletos y libelos sobre el nuevo académico. Se refugió en el castillo de la duquesa de Maine, Sceaux; allí estuvo oculto un par de meses, encerrado en una habitación y con la sola luz de unas velas,  escribió Zadig o el destino, considerado su mejor cuento en prosa, pero su obra más conocida es Cándido o el optimismo.

La decisión de Voltaire de radicarse en Prusia, en Postdam, significó la ruptura con la sociedad francesa y el rey le reveló de su puesto como historiador, pese a que ya tenía a punto sus Anales del Imperio, obra que imprimió años después en Colmar, tras su vagabundaje por ciudades europeas, a los sesenta y un años, establecido  en Ferney sobre cuatro feudos contiguos comprados por él que se extendían sobre dos reinos y dos repúblicas - territorios de Francia, de  Ginebra, de Saboya y de Suiza,  compró una villa a la que llamó Les Délices. Por fin tenía un hogar y una tierra, la mayor aproximación a la paz que su espíritu susceptible podía disfrutar. Voltaire, por su acción e influencia era un verdadero centro intelectual europeo; desde allí sostenía correspondencia con monarcas europeos y lo visitaban los personajes más famosos, discutiendo con D´Alambert y Diderot sobre la Enciclopedia.

La Iglesia a la que Voltaire combatió hasta su muerte, le negó sepultura en los cementerios y sus restos fueron sepultados en la abadía de Scelliéres, de la que su sobrino era abad. Pero, los acontecimientos de 1791 reclamaron los restos del hombre ilustre que tanto había contribuido a la revolución político-social, y fueron trasladados con toda solemnidad al Panteón en que Francia guarda las cenizas de sus grandes hombres; pero al ser derrotado Napoleón en Waterloo, en tiempos de la Restauración, manos piadosas en connivencia con el clero, robaron su cuerpo y lo arrojaron a un fosa. Era el triunfo de la religión sobre el amor. Sin embargo, Condorcet, enjuició a Voltaire de este modo: “Si la virtud consiste en hacer el bien y amar con pasión al género humano, ¿Qué hombre fue más virtuoso?”



Voltaire