Juan Negrín fue un científico y político español. Nacido en Las Palmas de Gran Canaria el 3 de febrero de 1892, procedente de una familia de comerciantes canarios acomodados, estudió Medicina en la Universidad de Leipzig (Alemania). Desde 1922 fue catedrático de Fisiología en la Universidad de Madrid. Su procedencia de un ambiente conservador y su gran fortuna personal no impidieron que durante la dictadura de Primo de Rivera (1923-30) ingresara en el Partido Socialista (PSOE), en el que se alineó políticamente con Indalecio Prieto.
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| Juan Negrín |
Tras el advenimiento de la Segunda República (1931) sería elegido diputado de sus tres legislaturas, siempre representando a las islas Canarias. Aunque no tenía mucho peso político en el partido, cuando estalló la Guerra Civil (1936-39) fue nombrado ministro de Hacienda en el gobierno presidido por Largo Caballero. Se ocupó de organizar la economía de guerra del bando republicano y de negociar la prestación de ayuda económica y armamentística por parte de la Unión Soviética (para lo cual hubo de entregar a la URSS las reservas de oro del Banco de España).
Ya entonces destacó por su insistencia en que la República tratara de atraerse el apoyo de las potencias occidentales mostrándose como un régimen liberal-democrático reformista y moderado; para ello se esforzó por poner coto a los asesinatos políticos y a los excesos de la represión en la retaguardia, mostrándose como un escrupuloso defensor del respeto a la legalidad.
En 1937 sustituyó a Largo Caballero como presidente del gobierno, cargo en el que permaneció hasta el fin de la guerra. Empujado por la necesidad de la ayuda soviética, se apoyó en los comunistas del PCE, con los que coincidía en su línea de dar prioridad a la disciplina y la organización para ganar la guerra, postergando las veleidades de revolución social (en contra de las pretensiones de los anarquistas de la CNT y de otros grupos políticos, como el POUM). En 1938, ante el curso desfavorable de la guerra para las armas republicanas, ofreció a los rebeldes entablar una negociación sobre la base de 13 puntos que llevaran a una salida democrática del conflicto; pero la oferta fue rechazada por Franco, que exigió hasta el final una rendición sin condiciones.
"Su algún apóstol de la paz llamara a nuestras puertas con proposiciones de paz o mediación, nuestra respuesta sería un gesto cortés, pero seco y firme, de despedida." (Juan Negrín).
Como estaba anunciado, en la noche del 14 de octubre de 1938, JUAN NEGRÍN, presidente del Consejo de Ministros de la República Española, pronunciaría por la radio un discurso claro, firme y brillante dirigido a los españoles y al mundo entero; y con el que pretendía interpretar tanto el pensamiento como la determinación de todos los españoles. Un discurso que en lo esencial defendería la posición de la República de no admitir ni mediaciones ni componendas ni divisiones de España; reclamando que antes de la partición de España el exterminio. En una advertencia a quienes desde fuera de España maniobraba para forzar la capitulación, una idea borrada del diccionario republicano; aseverando que cualquier español que avalase y propagara semejante proyecto estaba cometiendo el delito de alta traición y se despojaría a sí mismo de su condición de español.
Juan Negrín defendería que la República y su Gobierno habían hecho tanto lo posible como lo imposible para evitar que nuestra lucha transcendiera al exterior, creando un configuración general. Así, en los momentos de mayor peligro para Europa, la República había anunciado la retirada espontánea de los verdaderos voluntarios, y a pesar de las farsas que parecían iniciarse con meras retiradas "simbólicas" y "substanciales" de muy pequeña parte de los efectivos de las fuerzas invasoras, saldrían del territorio español los heroicos amigos que generosamente habían venido a ayudar al pueblo español. El gran servicio prestado a la paz había sido y era también defensa de la democracia; con nuestra sangre y con nuestros muertos hemos impedido que Francia tuviera a sus espaldas un ejército de dos millones de hombres dirigidos por Hitler y Mussolini.
Lo que nosotros queremos y por lo que optamos, según las palabras de Juan Negrín, era que las cuestiones de España fueran resueltas por los españoles; además de incidir que la paz no surgiría más que obligando a los extranjeros a que no mezclara en el pleito español. Pues lo que estaba en juego para los países agresores de España no era una lucha entre ideologías enfrentadas, sino una lucha para conseguir el predominio en el mundo.
Ni mediaciones imposibles entre los invasores y nosotros si no es para retirarlos totalmente y devolvernos nuestros derechos, ni mediaciones entre los facciosos y la República fomentados y organizados desde afuera, "PORQUE ESPAÑA NO ES UN PAÍS DE CAPITULACIOENS", pues precisamente porque los españoles nos negamos a sacrificar nuestro país seguiremos luchando; advirtiendo, también, que no se llegaría tampoco a la paz pretendiendo estabilizar los frentes y conformar unas fronteras artificiales entre la zona leal y la rebelde.
Reafirmando, Juan Negrín, que la política de la República estaba basada en el deseo de una amplia colaboración nacional futura y en el contenido del programa de "LOS TRECE PUNTOS".
Un programa conocido como los "Trece puntos del Gobierno de Juan Negrín -publicado el 30 de abril de 1938-, y que era mucho más moderado que el programa del Frente Popular:
- La independencia de España.
- Liberarla de militares extranjeros invasores.
- República democrática con un gobierno de plena autoridad.
- Plebiscito para determinar la estructuración jurídica y social de la República española.
- Libertades regionales sin menoscabo de la unidad española.
- Conciencia ciudadana garantizada por el Estado.
- Garantía de la propiedad legítima y protección al elemento productor.
- Democracia campesina y liquidación de la propiedad semifeudal.
- Legislación social que garantice los derechos del trabajador.
- Mejoramiento cultural, físico y moral de la raza.
- Ejército al servicio de la Nación, estando libre de tendencias y partidos.
- Renuncia a la guerra como instrumento de política nacional.
- Amplia amnistía para los españoles que quieran reconstruir y engrandecer España.
Afirmando Juan Negrín que entre los españoles se puede liquidar la guerra y se liquidará, siendo para ello como condición necesaria combatir a los invasores extranjeros; poniendo como ejemplo el Ejército del Ebro daba la razón a quienes habían pensado en los lamentos póstumos que habrían de dedicarnos después de su actuación bélica por nuestra muerte y nuestra desaparición.
Unas enérgicas palabras de Juan Negrín, jefe del Gobierno de Unión Nacional, que venían a significar que era toda la nación española quien la suscribía desde la primera palabras hasta la última. Aludiendo, también, que en el territorio invadido solo los deliberadamente agentes extranjeros o los que aún no comprendan cuál era la verdad dejarán de adherirse a las solemnes palabras y de su Jefe de Gobierno. Mientras en el territorio republicano, únicamente los traidores, los servidores de la invasión, la odiosa minoría de espías y capituladores, podía negar en estos momentos su más decidida y leal concurso al Gobierno que hace frente a los indignos manejos y ratifica su condición de autoridad suprema en la lucha por la soberanía y la independencia de España. Pues al gobernante que capitulara, el pueblo le arrastraría y la posteridad le cubriría de oprobio
Ante tal intransigencia, Negrín ordenó resistir palmo a palmo para prolongar la guerra, con la esperanza de que las tensiones internacionales llevaran al estallido de una guerra general en Europa, en la que la República entrara como aliada de las naciones democráticas contra los regímenes fascistas de Hitler, Mussolini y Franco. Su prioridad como ministro de Hacienda y presidente del consejo de ministros, era financiar y organizar la guerra y posteriormente el exilio.
Pero tales esperanzas de intervención extranjera en defensa de la República se desvanecieron después de la política de apaciguamiento mostrada por Gran Bretaña y Francia frente a Alemania en el Pacto de Múnich (1938).
El 5 de marzo de 1939, el coronel Casado, un eterno insatisfecho que desde mayo de 1938 era comandante del Ejército Republicano del Centro, lanzó un golpe militar contra el Gobierno de Juan Negrín. Irónicamente, así provocó que el final de la Guerra Civil Española fuese casi idéntico al comienzo. Como habían hecho Mola, Franco y los demás conspiradores de 1936, Casado dirigió una parte del ejército republicano en una revuelta contra su Gobierno. Aseguraba, como habían hecho los anteriores, y también sin fundamento alguno, que el Gobierno de Negrín era una marioneta del Partido Comunista y que se avecinaba un golpe de estado inminente para instaurar una dictadura comunista. Esa misma acusación fue vertida por anarquistas como José García Pradas, quien dijo que Negrín estaba encabezando personalmente un golpe comunista. Nada apunta a que fuera así; merece la pena recordar la valoración que hizo de Negrín el gran corresponsal de guerra estadounidense Herbert Matthews, que lo conocía bien:
"Negrín no era comunista ni revolucionario... No creo que Negrín se planteara una revolución social antes de la Guerra Civil... Durante toda su vida, Negrín mostró una cierta indiferencia y ceguera hacia los problemas sociales. Paradójicamente eso lo alineó con los comunistas en la Guerra Civil. Era igual de ciego en un sentido ideológico. Fue un socialista de preguerra solo de nombre. Rusia fue la única nación que ayudó a la España republicana; los comunistas españoles figuran entre los mejores y más disciplinados soldados; la Brigadas Internacionales, con su cúpula comunista, eran inestimables. Por tanto, el presidente Negrín trabajó con los rusos, pero nunca sucumbió a ellos ni aceptó sus órdenes." (El final de la guerra. La última puñalada a la República. De Paul Preston)
El 5 de marzo de 1939, el coronel Casado, un eterno insatisfecho que desde mayo de 1938 era comandante del Ejército Republicano del Centro, lanzó un golpe militar contra el Gobierno de Juan Negrín. Irónicamente, así provocó que el final de la Guerra Civil Española fuese casi idéntico al comienzo. Como habían hecho Mola, Franco y los demás conspiradores de 1936, Casado dirigió una parte del ejército republicano en una revuelta contra su Gobierno. Aseguraba, como habían hecho los anteriores, y también sin fundamento alguno, que el Gobierno de Negrín era una marioneta del Partido Comunista y que se avecinaba un golpe de estado inminente para instaurar una dictadura comunista. Esa misma acusación fue vertida por anarquistas como José García Pradas, quien dijo que Negrín estaba encabezando personalmente un golpe comunista. Nada apunta a que fuera así; merece la pena recordar la valoración que hizo de Negrín el gran corresponsal de guerra estadounidense Herbert Matthews, que lo conocía bien:
"Negrín no era comunista ni revolucionario... No creo que Negrín se planteara una revolución social antes de la Guerra Civil... Durante toda su vida, Negrín mostró una cierta indiferencia y ceguera hacia los problemas sociales. Paradójicamente eso lo alineó con los comunistas en la Guerra Civil. Era igual de ciego en un sentido ideológico. Fue un socialista de preguerra solo de nombre. Rusia fue la única nación que ayudó a la España republicana; los comunistas españoles figuran entre los mejores y más disciplinados soldados; la Brigadas Internacionales, con su cúpula comunista, eran inestimables. Por tanto, el presidente Negrín trabajó con los rusos, pero nunca sucumbió a ellos ni aceptó sus órdenes." (El final de la guerra. La última puñalada a la República. De Paul Preston)
Cuando el conflicto europeo (la Segunda Guerra Mundial) estalló por fin en 1939, el ejército republicano había sucumbido cinco meses antes. Negrín, opuesto a la rendición incondicional en defensa del principio de legitimidad democrática, fue depuesto poco antes de la definitiva victoria franquista por el golpe de Estado del general Casado (marzo de 1939). Dimitió tras las elecciones en Bellas Artes en México. Representó el gobierno en el exilio desde Londres, exilándose definitivamente en Francia desde 1947



