Irlanda había sufrido una guerra civil entre 1921 y 1923, provocando la división de la población en dos bandos. La aparición del Partido comunista en 1933 y del movimiento fascista de los Camisas Azules de O'Duffy acentuó más esta división y unos de los escenarios más concretos fue la participación en la guerra española, apoyando respectivamente a los bandos de la contienda.
Pese a sus buenas relaciones con el gobierno republicano español, la postura oficial del gobierno irlandés seguía siendo de no-intervención. En esta tesitura, y tras enterarse de que O´Duffy se hallaba formando una brigada para unirse a las tropas franquistas, Sean Murray, líder del Partido Comunista de Irlanda, pronunció un emotivo discurso en Dublín, animando a los irlandeses a acudir en ayuda de la República, del Frente Popular y, en definitiva, del pueblo obrero español. Rescatamos este pequeño fragmento:
La sección irlandesa salió para el frente el 24 de diciembre de 1936 en Córdoba donde fueron cercados por los fascistas y sufrieron grandes pérdidas. Trasladados después al frente del centro, rechazaron a los fascistas en Majadahonda y en la batalla del Jarama, donde fueron incorporados a la Brigada Lincoln. Allí frenaron la ofensiva nacional sufriendo grandes pérdidas. También participaron en la batalla de Brunete en julio de ese mismo año, y trasladados posteriormente al frente de Aragón. Allí hicieron prisionero a Frank Ryan, quien acabó en la Prisión Central de Burgos tras pasar por San Pedro de Cárdenas. Frank Ryan no fue fusilado gracias a la presión del pueblo irlandés pero conmutaron su pena de muerte por la de treinta años.
En septiembre de 1938, poco después de la batalla de Ebro, la última ofensiva republicana de la guerra en la que los voluntarios irlandeses participaron también, el gobierno de la República española disolvió las Brigadas Internacionales en la esperanza inútil de asegurar la ayuda militar de las otras democracias, los combatientes supervivientes de la Columna Connolly, regresaron a Irlanda.
Quienes regresaron tropezaron con numerosas dificultades originadas por el desempleo. Cuatro de los veteranos combatieron en la segunda guerra mundial: Paddy O'Daire, quien ganó el grado de comandante; Alec Digges; Michael Lehane, muerto en un buque mercante noruego durante un choque con el enemigo y Paddy Roe Mc' Laughlin. Algunos de los voluntarios como Michael O'Riordan, John Power o Paddy Smith acabaron en un campo de concentración irlandés y otros como James O'Regan y Liam O'Hanlon cumplieron condenas de nueve años en cárceles inglesas.
Sin embargo nunca renegaron de España y su causa por la libertad. La geografía y los edificios oficiales de Gran Bretaña e Irlanda están poblados de homenajes a los brigadistas que se desplazaron a España en defensa de la República.
Frank Ryan: una vida revolucionaria
Frank Ryan fue siempre un alma rebelde, un irlandés romántico que jamás antepuso su interés personal a su ideario de libertad. Nacido en la localidad de Epton en 1904, fue un activo luchador por la independencia de Irlanda del todopoderoso Imperio británico. Así, este periodista de profesión (dirigió el periódico La República) pronto se integró en el Ejército Republicano Irlandés (IRA), del que llegó a ser uno de sus principales dirigentes, conociendo la cárcel en varias ocasiones.
En julio de 1936, la Guerra Civil española, un evento que transformaría la vida de Ryan, comenzó cuando el general Franco, respaldado por otros generales del ejército de derecha, terratenientes y la Iglesia católica española, intentó derrocar al gobierno republicano elegido democráticamente. En diciembre, Ryan lideró el primer contingente de una fuerza de más de doscientos irlandeses para luchar en las Brigadas Internacionales. ¿Por qué Ryan se comprometió con España? Puede haber sido influenciado por la falta de un papel político viable en Irlanda. El Congreso republicano se había derrumbado, estaba desempleado y el IRA ya no tenía ningún recurso para él.
Habiendo desempeñado un papel de liderazgo en la organización del apoyo irlandés al gobierno del Frente Popular desde el verano de 1936, puede haberse sentido personalmente obligado a luchar junto a los irlandeses que ya se ofrecían como voluntarios para España. También sintió la necesidad de oponerse al líder fascista irlandés, Eoin O'Duffy, que estaba trayendo una fuerza irlandesa mucho más grande para luchar por Franco. El internacionalismo también jugó un papel: como otros radicales en toda Europa y el resto del mundo, Ryan se sintió atraído por España porque era la primera línea en la lucha contra el fascismo.
Aunque nunca ocupó un puesto de comando de campo, Ryan jugó un papel importante dentro de las Brigadas Internacionales. Promovido a mayor, fue el oficial irlandés de mayor rango en las Brigadas Internacionales y actuó como líder de facto de los irlandeses en España (aliviando las tensiones entre los voluntarios irlandeses y sus camaradas ingleses dentro del batallón británico, y sirviendo de enlace entre los irlandeses y los irlandeses a veces rebeldes) el liderazgo de la Brigada Internacional liderada por los comunistas). Aunque participó principalmente en el trabajo político (escribió y transmitió propaganda desde Madrid), resultó herido en la batalla de Jarama en febrero de 1937. Fue en Jarama (a pesar de todo su militarismo, una de las pocas ocasiones en que Ryan fue probado en la batalla). demostró coraje real, desempeñando un papel fundamental en apuntalar la moral del colapso del batallón británico que había sido diezmado por el ataque de las fuerzas militares superiores.
Como ayudante del general republicano José Miaja, tomó parte en acciones de propaganda y fue el encargado de escribir el Libro de la XV Brigada, editado por el Comisariado General de las Brigadas Internacionales y publicado a comienzos de 1938. Sin embargo, en marzo de ese mismo año fue capturado por los italianos en una emboscada. Bob Doyle, uno de sus compañeros y el más longevo de los voluntarios gaélicos recogió en su libro de memorias (Memorias de un rebelde sin pausa) este infortunado episodio con permanentes alusiones a Ryan, al que define de esta manera: «Frank no llevaba ni rifle ni pistola. Era capitán y llevaba polainas de oficial».
Según narra Doyle, el 30 de marzo se hallaban los irlandeses en Teruel cuando sucedió lo que sigue:
«De repente, por ambos lados de la carretera aparecieron soldados que se abalanzaron sobre nosotros y nos apuntaron con sus fusiles gritando ¡Manos arriba! Carretera arriba apareció un tanque seguido de motocicletas con metralletas montadas sobre sus manillares que se metieron entre nuestras dos filas. Dejé mi ametralladora junto a Frank y corrí hacia el tanque para echar un vistazo. Al acercarme pude ver bien al oficial que ocupaba la torreta del tanque; estaba cubierto de polvo, pero se le podían ver la insignias con los colores italianos. (...) Me volví corriendo hacia donde había dejado la ametralladora y, al llegar, vi que Frank y el resto del grupo ya tenían las manos arriba. Yo hice lo mismo».
Prisioneros de los italianos, todos creyeron que serían inmediatamente fusilados. Más aún cuando Ryan, identificado como el capitán de la columna, fue requerido para que diera toda la información (posición, número de armas y de hombres) de su batallón, negándose en rotundo. Así lo cuenta Doyle: «
Frank les dijo que bajo ningún concepto iba a dar otra información que sus datos personales (...) Ryan se negó a responder, por lo que el oficial italiano, desde su metro sesenta de altura, le asestó un fuerte puñetazo en la mandíbula». Los prisioneros fueron trasladados primero a Zaragoza y días después a Burgos. «Desde allí hicimos andando los diez kilómetros que hay hasta San Pedro de Cardeña; cuando llegamos ya era de noche. El sitio era una fortaleza inhóspita y siniestra; allí comenzó nuestra obsesión por saber si algún día saldríamos vivos de allí o qué podía suceder si estallaba la segunda guerra mundial», cuenta Doyle en sus memorias.
Palizas, hacinamiento, humillaciones... Lo que Ryan, Doyle y los suyos recibieron fue la antesala del infierno. O el infierno mismo. El 12 de junio de ese año se llevaron a Ryan del campo de concentración de San Pedro de Cardeña rumbo al penal de Burgos. Todos temieron que fuera fusilado, pues había sido condenado a muerte aunque finalmente se le conmutó la pena por la de cadena perpetua. La situación era terrible, pero todos vivieron con esperanza la noticia de que los italianos estaban negociando un canje de prisioneros. Y así fue como Bob Doyle y los suyos pudieron salir del infierno casi un año después de su llegada a Burgos.
Para mantener la moral, organizó y dirigir a los demás presos. La intervención del gobierno irlandés aseguró que no fue ejecutado. Permaneció en prisión hasta 1940, cuando fue conducido a la frontera francesa y puesto bajo custodia alemana. Durante la Segunda Guerra Mundial fue detenido por la Gestapo. Junto con el jefe del IRA Sean Russell, Ryan estaba en un submarino alemán en ruta a Irlanda. Sin embargo, Russell murió de apendicitis durante el viaje y la misión fue abortada. Murió en Dresde de la pleuresía y neumonía en el 10 de junio de 1944. En 1963, su tumba fue encuentra en Dresde. Sus restos fueron llevados de vuelta a Irlanda por los irlandeses que le había seguido a España. Fue enterrado en el cementerio de Glasnevin por sus antiguos camaradas.
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Frank Ryan |
La figura de Charlie Donelly
Charlie Donelly nació en 1914 en los valles de Dungannon, Irlanda, y murió con 23 años en la batalla del Jarama. Recibió un tiro en el brazo, otro en el costado y un tercero, en la cabeza. Donnelly no era un militar. Sobrevivió poco más de un mes a la guerra en España. Era un joven poeta que escribió un puñado de versos en la universidad, pero cuya consagración literaria llegó con la muerte.
Al estallar la Guerra Civil, sintió la “llamada española” y trató de impulsar la marcha de voluntarios irlandeses dispuestos a defender la República española amenazada. Más de 300 se integraron en distintas unidades de las Brigadas Internacionales de los cuales cerca de 80 reposan en tierra española. En el Jarama murieron 19 irlandeses de distintas ideologías y creencias, pero todos ellos unidos en el compromiso de defender la democracia amenazada en España y en el mundo.
El último día de la batalla del Jarama defendía la
Colina del Suicidio. Rodeado de soldados del bando nacional, parapetado tras un olivo, un camarada canadiense le escuchó murmurar bajo el ruido de la metralleta que esquilmaba a su compañía:
"Hasta las aceitunas están sangrando". Así se lo repitió el testigo al escritor irlandés Joseph O'Connor -hermano de la cantante Sinéad O'Connor-, que tituló con la cita una biografía del poeta. Minutos después de la frase, Donnelly fue abatido. Era el 27 de febrero de 1937. Sus compañeros no pudieron recuperar el cuerpo hasta el 10 de marzo para enterrarlo junto al Jarama.
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Charlie Donelly |
Bob Doyle
Bob, sindicalista, militante comunista y escritor, fue el último superviviente de la Columna Connolly, la unidad irlandesa integrada en el Batallón Lincoln de las Brigadas Internacionales.
Bob, que había crecido en Dublín, se incorporó al Partido Comunista de Irlanda y al IRA y participó en las peleas callejeras de los años 30, en las cuales se le ocasionó un daño permanente en su ojo izquierdo. Vino a España en 1937 y se incorporó a la famosa XV Brigada Internacional. Su intención era luchar contra el fascismo, en esos momentos en auge en toda Europa. Fueron los fascistas de Mussolini, las tropas italianas que combatían junto a Franco, quienes le hicieron prisionero en Calaceite (Teruel). Estuvo casi un año prisionero en el campo de concentración de San Pedro de Cárdena. Tras su liberación se instaló en Londres y se casó con una española exiliada en esa ciudad.
Bob Doyle falleció en Londres el 22 de enero de 2009 a la edad de 92 años.
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Bob Doyle |
Tommy Wood
"Tommy Woods age seventeen died in Cordoba
With Na Fianna he learned to hold his gun
From Dublin to the Villa del Rio
Where he fought and died beneath the blazing sun".
Tommy Wood fue el voluntario irlandés más joven de las Brigadas Internacionales en morir. Había salido de Dublín el 11 de diciembre de 1936 con el primer grupo de voluntarios y murió en uno de sus primeros enfrentamientos el 29 de diciembre. Trágicamente para su familia, la confirmación de su muerte no les llegó durante muchos meses.
Tommy Wood, recordado aquí en la letra de la conocida canción de Christy Moore "Viva la Quinta Brigada", fue el irlandés más joven en morir durante la Guerra Civil Española, siendo herido en acción en esta fecha, el 29 de diciembre de 1936. Fue voluntario en las Brigadas Internacionales que vinieron de todo el mundo para defender a la República Española de las fuerzas del fascismo europeo y del golpe de Estado del general Franco.
'Fue herido en el Frente Córdoba el 29 de diciembre pasado. Estaba hablando con dos compañeros que lo llevaron al vestuario. Lo golpearon arriba de la rodilla izquierda y luego, mientras lo llevaban adentro, él y uno de sus compañeros fueron golpeados nuevamente. Esta vez, la bala alcanzó a Tommy en la cabeza, pero los dos muchachos que lo acompañaban pensaron que era solo un rasguño, ya que estaba consciente todo el tiempo. Lo llevaron al Hospital de Andujar y el primer informe de allí fue muy favorable, luego no pudimos tener más noticias de él. Es solo ahora que hemos descubierto por qué ''. Frank continúa diciendo que el nombre de Wood se confundió con el de Wools, un camarada holandés que estaba allí. Ahora resulta que Tommy Wood murió en este hospital.
En una carta a su madre, al salir para España, Tommy Wood decía: 'Me voy a España a pelear con la Columna Internacional. Dejé un mensaje para que se los entregara el domingo. Vamos a luchar por la clase trabajadora. No es una guerra religiosa, es todo propaganda. Salud.'
Robert Hilliard formó parte del primer equipo irlandés enviado a los Juegos Olímpicos, boxeando en la división de peso gallo en París en 1924.
Fue campeón irlandés de peso gallo en 1923 y 1924. La victoria de 1923 le aseguró un boleto para los Juegos Olímpicos de París. En 1924, Robert todavía tenía solo veinte años, pero había pasado de la escuela secundaria al boxeador olímpico a través de la guerra de independencia irlandesa y la posterior guerra civil en solo tres cortos años.
Hillard fue ordenado sacerdote en 1932, sus ideas socialistas hicieron que más tarde abandonara la fe y se uniera al Partido Comunista de Irlanda.
El 11 de febrero de 1937 , las fuerzas franquistas cruzaron el río Jarama para tomar la carretera. En la batalla del Jarama que siguió, las fuerzas republicanas sufrieron grandes pérdidas y finalmente tuvieron que retirarse.
Hilliard fue uno de los encargados de cubrir la retirada cuando las fuerzas fascistas que avanzaban le dispararon y posteriormente murió a causa de sus heridas.
Hannah Ormsby
Hannah (Ruth) Ormsby fue la única mujer voluntaria irlandesa que murió en la lucha contra el fascismo y en apoyo a la República española. Ella era una enfermera cualificada que respondió al llamamiento para viajar a España en abril de 1937 para atender a los republicanos españoles heridos y a los miembros de las Brigadas Internacionales. Ruth trabajaba habitualmente en quirófanos improvisados durante todo el día en el calor sofocante y el polvo de un verano español y principios de otoño mientras los bombarderos nazis intentaban destruir las chozas de madera que habían convertido en hospitales rudimentarios.
Después de sobrevivir a la intensa lucha, murió trágicamente en Barcelona en mayo de 1938: Ella había sobrevivido a condiciones inimaginables, pero ella y un colega se vieron envueltos en un infierno furioso en un bloque de departamentos médicos en el séptimo piso en el centro de la ciudad. Ambas enfermeras saltaron en un intento por escapar: su amiga sobrevivió, pero ella no.
Mary Elmes
Mary nació en Cork, Irlanda, en 1909. Fue una estudiante brillante y logró notables logros académicos en el Trinity College de Dublín y la London School of Economics. Tenía un talento especial para los idiomas, dominando el francés y el español.
Cuando estalló la Guerra Civil española, abandonó sus actividades académicas y se mudó a España, donde se involucró en una red de ayuda humanitaria cuáquera.
En 1939, junto con otros refugiados republicanos, huyó a Francia y se instaló en Perpiñán, donde continuó con sus actividades humanitarias, esta vez centradas en la difícil situación de los refugiados judíos, muchos de los cuales estaban detenidos en el Campamento de Riversalt en los Pirineos.
La caída de Francia en 1940 significó un gran desafío para su red ya que muchos de los voluntarios eran británicos y tuvieron que huir del país para evitar ser arrestados por las autoridades.
Tras este duro golpe para su equipo, Mary estableció una estrecha cooperación con las organizaciones judías locales, intensificando las actividades de rescate y socorro. Arriesgando sus propias vidas, la valiente irlandesa y un grupo de voluntarios judíos comenzaron a organizar la fuga de niños judios del campo de Riversaltes, conduciéndolos a lugares seguros.
En febrero de 1943, Mary Elmes fue arrestada por su actividad anti-alemana y anti-Vichy. Fue liberada unos seis meses después.
Tras su liberación, prosiguió su labor humanitaria hasta el fin de la guerra y continuó viviendo en Francia hasta su muerte en 2002, a la edad de 93 años.
La periodista irlandesa Clodagh Finn le dedicó un libro titulado “A time to risk all” (“Un tiempo para arriesgarlo todo”) y según revela la obra, Elmes habría salvado las vidas de centenares de niños.
La solidaridad por bandera
El 10 de diciembre de 1938, un pequeño grupo de voluntarios que regresaban desembarcó en Dun Laoghaire y abordaron el tren hacia la estación Westland Row de Dublín. Allí fueron recibidos por amigos y simpatizantes de los miembros de los 'Amigos Irlandeses de la República Española' que luchó tan bien en el 'frente interno', y por los compañeros que habían regresado previamente de España debido a las heridas. Una multitud curiosa de espectadores en la estación observó cómo los voluntarios que regresaban y el grupo de bienvenida formaban en orden de marcha, encabezados por un flautista, partió hacia la esquina de Abbey Street, donde en un camión en medio de una lluvia torrencial estaba el padre Michael O'Flanagan. Frente a la pequeña audiencia pronunció las palabras de bienvenida a aquellos que regresaban de España. Los participantes se trasladaban al Bar Oval para beber, relajarse e intercambiar todas las noticias que se habían acumulado tanto en España como en Irlanda. Unas semanas después, cuando Franco había desatado su última gran ofensiva contra Cataluña, el padre O'Flanagan realizó una visita solidaria a Barcelona.
El internacionalismo proletario tiene dos elementos importantes: la solidaridad con los procesos revolucionarios de todos los pueblos del mundo, que se expresa a través de la prestación de ayuda a éstos para que alcancen éxito; y el aprendizaje de lo que ellos tengan de positivo para alcanzar los comunes objetivos de la causa revolucionaria de los trabajadores.
En este marco, la tesis que está detrás del internacionalismo proletario es que la “solidaridad de clase” rebasa los linderos estatales y que los miembros de una clase social —burguesía, capas medias, proletariado—, a pesar de habitar territorios diferentes y hablar lenguas distintas, tienden a aproximarse entre sí en función de los intereses económicos y sociales que representan y a promover conjuntamente su defensa.
La lucha contra el fascismo en España terminó con una derrota temporal, pero abrió el camino a la victoria en 1945. Las palabras de la Pasionaria en 1938,
"¡Volved!, cuando el olivo de la paz florezca...", resonaron en los oídos de estos voluntarios cuando en noviembre de 1996 volvieron a España a recibir el encendido y merecido homenaje del pueblo español. Habían transcurrido 60 años, pero su gesta quedó finalmente reconocida.
Irlanda, isla esmeralda, marcada por la guerra y la sangre derramada
donde volvió a alzarse la bandera roja de la solidaridad
para frenar a la bestia que se alzaba en España,
pueblos separados por mares y océanos, unidos en la lucha y la resistencia contra un enemigo extranjero
cargando los fusiles a nuestras espaldas, combatimos por la libertad en tierras lejanas
recordando el dolor y sufrimiento que padecimos en nuestros campos y ciudades ¡Recordad!
O'Duffy paseaba impunemente por las calles pero sus palabras ya no nos engañan
Iremos a combatir por la libertad del pueblo español y la nuestra. ¡Noble hazaña! ¡Siempre los primeros!
Con nuestra sangre derramada en Jarama, Madrid, Majadahonda y Brunete regamos sus tierras
y nuestros cuerpos abonaron los campos y veredas de las tierras de España
para que cada primavera a orillas del río germinaran semillas de solidaridad
del que brotaría un campo rojo recordando a aquellos que cayeron luchando por la libertad
para que todos los viandantes sepan que en España hubo una guerra
donde nos recuerdan y tienen guardado un lugar especial en el corazón por tan noble hazaña:
la lucha por la democracia, por el pueblo español, contra el fascismo y la libertad
donde silenciaron los cantos de revoluciones, murió la esperanza y triunfó la maldad
La muerte llega abundante desde problemas resueltos sobre el mapa,
desde sabias disposiciones, desde ángulos de elevación y de tiro; accidental
acecha en cada esquina y rincón, aparece de imprevisto y siega la vida
mientras perfora la carne, brota la sangre y su caballo negro galopa
Yacéis, hijos de Connolly, camaradas irlandeses, sin sepultura en tierras lejanas
camaradería de héroes de la decimoquinta brigada internacional
“No pasarán” el compromiso que os hizo luchar por la esperanza no perdida
los olivos siguen sangrando recordando vuestro ejemplo a pesar de la derrota
Camaradas irlandeses que no cayeron en la propaganda del púlpito que ayudó a O’Duffy y su tropa
que negaron la llamada de Franco, junto a Hitler y Mussolini, mentirosos y traidores
que no quisieron la bendición de los obispos en Dun Laoghaire a los ‘camisas azules’, bestias fascistas
mientras navegaban bajo la esvástica hacia España.
Camaradas unidos por la libertad, la democracia, el socialismo y el antifascismo, caballos que galopan
por las tierras de España combatiendo al enemigo que siembra muerte y horrores
dejando la tierra muerta y seca, donde yacen sin sepultura militantes y activistas
de la libertad caídos por ella, enarbolando su estandarte en la contienda, defendiendo esa noble hazaña