El Tercer Período Intermedio empezó con la muerte del último de los ramésidas, Ramsés XI, que temiendo por su seguridad, había huido de Tebas dejando inconclusa la tumba que estaba construyendo en el Valle de los Reyes. La Dinastía XXI dio comienzo en el año 1069 a.C.
Imperio Nuevo (1550-1069 a.C.)
Es el periodo de mayor esplendor de Egipto, que se extiende de la dinastía XVIII a la XX. Tras la expulsión de los hicsos se asienta una monarquía fuerte y centralizada que va a presta mucha más atención que en los periodos anteriores a la política exterior. Así, nos encontramos con Egipto manteniendo una intensa actividad diplomática, cuando no la guerra, con las grandes potencias de Oriente Próximo.
Se produce, además, un importantísimo cambio en la figura del rey, que comienza, en la dinastía XVIII durante el reinado de Amenofis IV, a titularse faraón.
La dinastía XVIII (1550-1350 a.C.)
Los primeros monarcas: de Amosis I a Tutmosis III
Se caracteriza por el nuevo carácter militarista del Estado y por las sublevaciones de los territorios sometidos a la muerte del monarca, que provocaron la repetición de campañas en los mismos lugares con resultado habitual de victoria egipcia.
Se inició con Amosis I, en cuyos primeros años se instauró la regencia de su madre.El rey continuó la ofensiva para expulsar a los hicsos, tomando Avaris, terminando con los focos de resistencia en el delta y persiguiéndolos hasta Palestina en varias ofensivas. Estabilizado el norte, se dirigió al sur para lanzar una serie de campanas contra Kush, estado independiente establecido tras la pérdida del dominio egipcio de los territorios nubios y que mantuvo buenas relaciones con Avaris. Vencido Kush, Amosis I estableció un nuevo príncipe en Kush que se comprometió a pagar tributo.
Amosis I |
Se hizo coronar y asumió varios títulos reales, roda vez que vestía el atuendo masculino y portaba los atributos del monarca. Su reinado no fue excesivamente militarista, más bien se potenciaron las expediciones comerciales como la enviada al País de Punt para obtener productos de la zona.
En política interior llevó a cabo una gran labor constructoras, levantando templos como el de Karnak o su templo funerario en Deir el-Bahari. También creó nuevos tribunales distribuidos por el país.
Hatshepsut |
El ejército fue esencial para ello gracias al aprovechamiento de las novedades introducidas desde los hicsos. La victoria conllevaba la obtención de gran número de prisioneros. El mando supremo del ejército, que se dividió en dos, uno en Tebas y otro en Menfis, estaba en manos del monarca. Los encabezaban dos visires asesorados por un Consejo del Ejército. Junto a ellos, el virrey de Kush controlaba Nubia. La unidad básica era la infantería. La marina podía operar en el Nilo y el Mediterráneo.
Se realizaron campañas de control junto a verdaderas empresas militares, como la que lo enfrentó a Mitanni cuya batalla más importante fue Megiddo. Las consecuencias de esta batalla fue un aumento del prestigio de Egipto y el fin de las revueltas en Canaán y Siria. En siguientes campañas se consolidó el dominio egipcio en Asia y su control sobre Nubia
En política interior se llevaron a cabo grandes obras públicas como las nuevas edificaciones de Karnak. Parte de su gobierno descansó en colaboradores. Sus sucesores llevaron a cabo nuevas campañas tanto en Asia como en Nubia, consiguiendo por ellos el pago de tributos y alcanzar un pacto con Mitanni y con Hatti, fijando las fronteras asiáticas con este último. Hubo otros monarcas que llevaron a cabo una intensa actividad diplomática y constructora, llegando Egipto a vivir un periodo de gran prosperidad económica y cultural.
Tutmosis III |
Amenofis IV: la revolución de Amarna
Con Amenofis IV comienza la decadencia de la dinastía, si bien al principio fue aceptado por las grandes potencias y se mantuvo el prestigio internacional. No sabemos si se dio la corregencia con su padre.
En el plano político no se produjeron grandes cambios. La revolución se dio en el plano religioso, ya que cambió las orientaciones religiosas y construyó una nueva capital. Se destacó su carácter pacifista, si bien esto ahora es puesto en duda.
En los primeros años de su reinado cambió la religión estatal, sustituyendo el culto a Amón por el de Atón, el disco solar, cambiando su nombre a Akhenatón. Se tendió a abandonar al resto de dioses convirtiendo a Atón en el único dios. Las causas de esto son desconocidas, no obstante, es posible que fuera provocado por el auge de las concepciones religiosas de Heliópolis, cuya principal divinidad era el sol bajo la forma de Amón-Ra. Las consecuencias fueron económicas (no hacían falta estatuas del dios y los templos eran al aire libre) y el gran sacerdote de Amón fue sustituido por el de Atón, con la pérdida de influencia y riqueza del clero del primero y de las oligarquías asociadas a estos. También aumentó la centralización estatal, el clero se alejó del monarca y los campesinos continuaron las prácticas politeístas.
Se produjeron cambios en las concepciones funerarias, ya que ahora era la lealtad a Akhenatón la que garantizaba el acceso a la otra vida y se pensaba que le difunto dormía durante la noche y resucitaba cada mañana.
Akhenatón |
Se creó una nueva capital, Akhenatón, y se produjo un cambio hacia el naturalismo de las concepciones artísticas. Parece probado que la administración siguió controlándose desde Menfis y que se esta se descuidó, produciéndose numerosos desórdenes.
El final de la dinastía de Neferneferuatón a Horemheb
A la muerte de Akhenatón le sucedió una mujer, que trasladó de nuevo la capital a Tebas. A esta le sucedió Tutankhamón, que promulgó en Menfis el Decreto de Restauración, con el que acaba con la persecución a los seguidores de Amón y devolvía a los sacerdotes sus cargos. El clero de Amón se encargó de borrar las huellas de Akhenatón.
Su reinado estuvo controlado por Horemheb y por Ay, que lo sucederían en el trono tras su repentina muerte. La rivalidad entre estos dos personajes, general de los ejércitos el primero y visir el segundo, provocó una intensa lucha interna. La viuda de Tutankhamón solicitó al rey hitita casarse con un hijo suyo para estabilizar el reino, a lo que este accedió tras mucho pensárselo. En su viaje a Egipto murió, lo que desencadenó desencuentros entre las dos potencias y un ataque a los territorios egipcios en Siria. Finalmente, la viuda de casó con Ay, cuyo gobierno fue corto y dominado por la anarquía y la corrupción. A su muerte le sucedió Horemheb. Este se empeñó en borrar todo rastro de los faraones anteriores desde Akhenatón, recibiendo el decidido apoyo del clero de Amón. En política interior intentó poner límite a los abusos de funcionarios y magistrados, reintrodujo las autoridades locales y el poder dividido entre el Alto y el Bajo Egipto, a la vez que reformó el ejército, consiguiendo con ello una recuperación parcial para Egipto.
Tutankhamón |
Dinastía XIX
Junto a la dinastía XX conforman le periodo conocido como los ramésidas, con los que Egipto alcanzó su cénit e inició su definido declive. Originarios del delta del Nilo, cercanos a Avaris, eran devotos de Seth y muy cercanos políticamente a Horemheb. Basaron su poder en el ejército y potenciaron el culto a Ra, Osiris y Horus, dios protector del ejército y la guerra, para contrarrestar al clero de Amón.
La capitalidad continuó en Tebas, pero se fundó una nueva ciudad, Pi-Ramsés, cerca de Avaris, que fue sede dinástica y residencia real.
En Asia Menor, los hititas fueron su principal enemigo.
Inicio de la dinastía: Ramsés I y Sethi I
A Horemheb lo sucedió su visir, Ramsés I, de avanzada edad que solo gobernó dos años y asoció el trono a su hijo, Sethi I, con el que Egipto comenzó a recobrar la presencia internacional perdida a base de campañas lanzadas por el soberano.
Las primeras se dirigieron hacia Palestina, recorriendo las fortificaciones egipcias de la zona mientras atacaba varias ciudades y sometía a Líbano imponiendo el pago de tributo en madera. De la segunda solo se sabe que atacó Qadesh. Le continuó una contra los libios con victoria egipcia y en la cuarta, contra los hititas, tuvo lugar una batalla al norte de Qadesh, parece que, con resultado favorable a Egipto, que capturó numerosos prisioneros y ciudades que permitieron el control de Siria, aunque fue solo temporal. Tras esta batalla se firmó un tratado con el rey hitita por el que se reestablecía la influencia de Egipto en Palestina.
EN Nubia, Sethi I lanzó una campaña para reafirmar su dominio. En política interior continuó la obra de Horemheb para reparación de los daños causados durante la revolución de Amarna y mantuvo el culto y los privilegios de Amón. Fue enterrado en el Valle de los Reyes y sucedido por Ramsés II.
Ramsés II
Es considerado uno de los faraones más importantes y de más largo reinado. Es muy probable que existiera una triple capitalidad: Menfis mantuvo la capitalidad administrativa, Tebas la política y religiosa y Pi-Ramsés contenía la residencia real.
Tuvo que hacer frente a sus deberes militares como las incursiones piratas en el delta del Nilo. El conflicto más destacado fue con Hatti, desencadenado por el intento de control de la zona central de Siria, muy rica en recursos naturales y situada en una posición que permitía el control del comercio internacional de la región.
La zona se encontraba bajo control hitita al inicio de su reinado, pero la deserción de Ammarru, que era vasallo hitita, en favor de los egipcios, provocó el desencadenamiento del conflicto. Los egipcios avanzaron hacia el norte casi sin resistencia hasta llegar a Qadesh, principal fortaleza hitita, donde chocaron los dos ejércitos. La batalla (1286) no tuvo un claro vencedor y ambos bandos se atribuyeron la victoria. Egipto no consiguió su objetivo de controlar la región hasta muchos años después.
Con el retroceso del poder hitita Ramsés II fue conquistando territorios de la zona hasta la firma del Tratado de Qadesh, sellado con una alianza matrimonial.
Otras acciones militares se dirigieron hacia Libia para frenar a las tribus que pretendían asentarse en el delta.
En política interior, Ramsés II mantuvo el equilibrio con el clero de Amón y desplegó una amplia labor constructiva. En el gobierno no existieron grandes cambios, manteniéndose la figura del visir y el aumento de poder e influencia de los grandes sacerdotes de Amón hasta transformar el cargo en hereditario. Hombres y mujeres tuvieron acceso casi igualitario a la posesión de la tierra y se produjo un descuido paulatino de las fronteras.
Ramses II |
El final de la dinastía XIX
Ramsés II fue el último faraón que consiguió expansiones territoriales. Sus sucesores se dedicaron a defender lo heredado, no siempre con éxito. La situación se hizo extremadamente difícil en las fronteras, teniendo que hacerse frente a los libios y, por primera vez, a los Pueblos del Mar, aliados de estos.
El reinado de los últimos faraones de esta dinastía se hizo ver como un periodo de anarquía y desgobierno al que pusieron fin los reyes de la dinastía XX
La dinastía XX
No está claro cómo se produjo el cambio de dinastía, si bien es seguro que la dinastía XIX acabó con dos reinados muy débiles. Parece que un grupo de hombres se decidió entonces por recuperar el esplendor de la monarquía, lo que solo se consiguió en parte en el reinado de Ramsés III.
Sethnakht y Ramsés III
Sethnakht, que tuvo un reinado muy corto, consiguió poner orden con la ayuda o aprobación del ejército. Le sucedió Ramsés III, que intentó emular a Ramsés II en todos los ámbitos, algo que no consiguió.
A su llegada al trono se produjeron revueltas e intentos de invasión a los que hizo frente. El peligro más importante fueron los "Pueblos del Mar" cuyo origen se discute y que llegaron al noroeste junto a sus familias con intención de asentarse en la zona. Parece que hubo dos grupos diferenciados, uno de salteadores y bandidos y otro de gentes pacíficas que buscaban nuevas tierras.
El enfrentamiento se produjo en la tierra, por la costa levantina, y en los canales del delta, donde los egipcios no podían usar sus principales armas. Aunque en primer momento se rechazó a los invasores, a largo plazo acabarían provocando la pérdida de control egipcio en la zona, toda vez que se creó un ambiente de inseguridad. Los libios fueron inicialmente expulsados del delta, pero en ataques posteriores consiguieron asentarse. A pesar de todo ello, Ramsés III consiguió mantener cierta presencia internacional en Oriente Próximo.
El faraón tuvo que afrontar más problemas, sobre todo políticos y económicos. Se ocupó personalmente de las relaciones con el clero de Amón, y tuvo que enfrentar una revuelta de trabajadores provocada por la falta d pago por su trabajo. Todo ello produjo el debilitamiento del estado agravado por problemas dinásticos que conllevaron su asesinato.
Ramses III |
Los problemas hereditarios se sucedieron tras la muerte de Ramsés III. Aunque su sucesor castigó a sus asesinos, el poder de los nomarcas siguió debilitándose, llegando al punto de ser incapaces de proteger las necrópolis reales. Las luchas entre altos funcionarios y el clero de Amón por el poder llevó a vivir una auténtica guerra civil, consiguiendo este último, en algunos periodos, ser quienes realmente gobernaron el Alto Egipto. A estos factores se unieron otros como las hambrunas que llevaron al declive total del poder central, que nunca se recuperaría. Tras el Tercer Periodo Intermedio lo que llegaron fueron invasiones extranjeras
La organización del Estado durante el Imperio Nuevo
Hubo cambios sustanciales con la desaparición de algunos cargos de épocas anteriores y la pérdida de funciones de otros.
El rey pasó a usar el título de faraón a partir de Amenofis IV, interviniendo cada vez más en asuntos administrativos y militares, a pesar de lo cual siguió perdiendo poder. La corte la administraba un canciller y la administración estaba encabezada por el Gran Intendente.
Un buen número de cargos públicos comenzaron a ser hereditarios. La figura del visir continuó con sus funciones y se creó el cargo de virrey de Nubia. El tesoro continuó recaudando impuestos y la unidad administrativa básica fue la ciudad, gobernada por un consejo que podía ser de tres tipos en función de la importancia de la ciudad: Kembet con funciones judiciales para las grandes y presidida por el visir en Menfis y Tebas; Consejos Provinciales formados por personas de clase alta y Consejos menores en pequeñas ciudades encargados de resolver crímenes y disputas de propiedad.
Los gobernadores se encargaron de administrar los territorios conquistados y aparecen los esclavos.
La economía en Egipto
La agricultura
Fue la base de la economía. Dependía totalmente del Nilo que fertilizaba la tierra y permitían que fuesen cultivables. Por ello, siempre se buscó anticiparse a sus crecidas, ya que tanto si eran escasas como excesivas provocaban hambrunas. Para su control se construyeron canales, acequias y estanques que garantizasen el regadío. Estos eran mantenidos por el poder central, lo que supuso un problema en los periodos de descentralización.
Los trabajos agrícolas comenzaban con el rio aún crecido. Se utilizaban herramientas muy rudimentarias y era habitual el ayudarse de animales.
Ente los cultivos destacó el del trigo y la cebada, dedicada desde antiguo a la fabricación de cerveza. Además de productos alimenticios se cultivaron plantas de uso práctico como el papiro y el lino y plantas decorativas que también tenían usos medicinales.
La ganadería
A pesar de su importancia no tenemos demasiada información. Los principales propietarios eran templos y la monarquía, que requirieron de la colaboración de agricultores y poseedores de tierras que se hacían cargo del cuidado y explotación del ganado cambio de un pago anual al estado. Aparte de estos, los campesinos también podían poseer pequeños rebaños.
El ganado se destinaba principalmente a alimentación y la ayuda en actividades agrícolas. También era importante el ganado destinado a los ritos religiosos, a cargo de los templos con personal para su cuidado muy especializado.
Durante el Imperio Nuevo se intensificó la ganadería de caballos para uso militar
La pesca
Fue considerada por los egipcios una actividad económica complementaria. Existía cierta reticencia a pescar y consumir pescado por motivos religiosos. Se practicó, sobre todo, en el delta del Nilo.
La minería
Las minas siempre fueron controladas por el Estado. Las principales estuvieron en el Sinaí y en Nubia. Al encontrarse fuera d las fronteras naturales de Egipto requirieron de una logística especial, siendo le trabajo realizado en ellas considerado de los más duros y realizados por esclavos habitualmente. Los metales más importantes fueron el oro y el cobre.
Otro producto muy apreciado y escaso en Egipto fue la piedra para las construcciones. Debido a lo alejado de las canteras su traslado se hizo, principalmente, por el Nilo.
El artesanado
Es muy importante la ciudad de Deir el Medina, que fue un centro de artesanado donde convivían distintos artesanos.
Los escultores se dedicaron, sobre todo, a tumbas y templos, donde esculpían textos jeroglíficos en paredes y realizaban estatuas, principalmente. También destacaron los trabajadores del metal, que recibían la materia prima en forma de metal en sus talleres; los orfebres; los carpinteros; los ceramistas o los carroceros, expertos en hacer carro de combates durante el Imperio Nuevo.
La religión
Dioses y creencias
La religión y el poder político, a pesar de estar ligados rivalizan por el poder, llegando los sumos sacerdotes de Amón, en algunos momentos, a estar por encima del faraón. La invasión de los hicsos afectó a la religión. Como fue Tebas la que los expulsó, su dios, Amón, cobró gran importancia, hasta el punto de convertirse en dios nacional, cuya intervención fue necesaria para la expulsión de los hicsos.
La revolución amarniense trastocó también la religión, que tras ella volvió a los cultos tradicionales. En el Bajo Egipto floreció el culto a Seth.
Con la caída del Imperio Nuevo decayó el culto a Amón en favor de divinidades locales.
El sacerdocio y los templos
La relación de los egipcios con sus dioses fue muy fuerte, ya que estos se encargaban de ordenar el cosmos y para relacionarse con los humanos necesitaban templos y sacerdotes. Eran incapaces de concebir separados el poder y la religión.
El faraón era el máximo responsable de la religión, pero debía delegar sus poderes religioso en los sacerdotes, de forma que cada divinidad tenía su propio clero. Estos sacerdotes debían asegurar la presencia del dios en la tierra.
El templo egipcio era sede de la divinidad y un lugar al que el pueblo no podía entrar, solo el faraón y los sacerdotes. A medida que se avanzaba aumentaba la oscuridad, hasta llegar a la capilla donde estaba la divinidad. Como el culto no era público los sacerdotes crecieron en influencia. El visir llegó a considerarse jefe de los sacerdotes.
Se desconoce el proceso para acceder al sacerdocio, si bien parece que se requería saber leer y que una vez dentro se recibía formación teológica. Los sacerdotes debían llevar a cabo una serie de observancias como realizar abluciones o depilar el cuerpo. La alimentación era escasa.
El ejercicio del sacerdocio fue una buena fuente de ingresos, llegando a convertirse el cargo en hereditario. Se produjo entre estos una especialización en distintas tareas, y parece que en algunos periodos hubo sacerdotisas.
Los templos estuvieron ligados a la actividad económica poseyendo trabajadores propios. Se dedicaron a las construcciones religiosas y funerarias buena parte de los recursos económicos del país.
El clero más importante, el de Amón, llegó a disputarle el poder al monarca. El final del Imperio Nuevo supuso la decadencia del culto egipcio.
El mundo funerario
Los egipcios se resignaban a la muerte. Creían que tras ella se verían sometidos se presentarían ante el juez supremo que solo permitiría llegar a la vida eterna a los justos. Buscaban para ello el perdón de los dioses de sus malas acciones y quedar así purificados. Era también fundamental la purificación de sus tumbas, encontrándose grandes diferencias entre las de los nomarcas del Imperio Antiguo y el Nuevo. Si en el primero se hacían pirámides visibles en el segundo se construían hipogeos en el Valle de los Reyes ricamente decorados y ocultos de los hombres.
Las tumbas de las clases altas eran distintas. Lo más importante era el sarcófago que se depositaba en un pozo que era sellado. Con el tiempo, los descendientes construían edificios sobre estos con estelas de alabanza al difunto.
Vasos Canopos |
La momificación, ritual funerario y cortejo fúnebre
Era necesario conservar el cuerpo, ya que al morir se separaba la parte inmaterial del ser en el Ba, el alma, y el Ka, la energía vital, y estas solo podían unirse de nuevo en el cuerpo. Para ello se desarrolló la momificación, un largo proceso en el que se extraían las vísceras, con la excepción del corazón, y se rellenaba el cuerpo con especias aromáticas y hierbas, tras lo que se desecaba y envolvía con vendas de lino, tras o que se depositaba en el ataúd. No todos podían permitirse todo el proceso.
Una vez embalsamado comenzaban los rituales, el primero el de reanimación simbólica del difunto, que se iniciaba con la apertura de la boca. Acabados esto, en el caso de los faraones eran llevados al templo funerario y, tras otros rituales, a la tumba con todo su ajuar. Las clases más desfavorecidas se enterraban en el desierto siguiendo siempre los rituales.
El cortejo funerario de los faraones y las clases altas era acompañado por un cortejo. Este llegaba al Nilo, que cruzaba en una barca ricamente decorada, y de allí legaban a las tumbas, selladas una vez que se depositaba al difunto.
La relación entre vivos y muertos fue complicada, toda vez que los segundos podían tener sentimientos y no era raro que intentasen vengarse de los vivos por diferentes motivos. Ello motivó que se tuviese un especial esmero en el cuidado de sus tumbas.
El Derecho en Egipto
Egipto no ha legado ningún código de leyes hasta época ptolemaica. Lo que tenemos son decretos reales, que proporcionan información sobre casos particulares. La legislación es extremadamente antigua y en continua evolución, preocupándose especialmente por los individuos, sin distinción de sexo.
El juramente tenía un papel primordial en la resolución de conflictos *+Los documentos que nos han llegado con asuntos legales pueden dividirse en tres tipos: resoluciones de peritos particulares, principalmente disputas familiares o comerciales; asuntos criminales, especialmente actos contra la seguridad del Estado o robos; y los que resuelven pleitos con el templo o el Estado.
Desde antiguo existieron los llamados Grande Tribunales presididos por un funcionario de los que no sabemos cuál fue su lugar ni si fueron los únicos encargados de administrar justicia en los nomos.
Los templos tuvieron su propia administración de justicia, siendo los sacerdotes quienes componían la corte de magistrados y en cuyos juicios intervenían especialmente las prácticas adivinatorias.
La justicia estaba bajo la protección de la diosa Maat, si bien el resto de divinidades también intervenían.
Entre las penas, cabe destacar la confiscación de bienes o los castigos corporales.
La ciencia en Egipto
Ya a mediados del tercer milenio se empezaron a desarrollar la medicina, las matemáticas y la astronomía.
De la medicina conocemos la utilización de plantas medicinales y la realización de intervenciones quirúrgicas. Los egipcios concebían la enfermedad como consecuencia de malas prácticas alimentarias en las que se incluía la intervención divina. En un principio, magia ay religión fueron parte de las actividades médicas, que era practicadas por sacerdotes, médicos y magos, si bien fueron imponiéndose los médicos. Algunos templos contaron con sanatorios.
Los egipcios sabían que existía un sistema circulatorio y eran capaces de detectar enfermedades potencialmente peligrosas. En cirugía lograron grandes avances como saturaciones y -trepanaciones craneales.
En matemáticas emplearon el sistema decimal y eran capaces de calcular algunos volúmenes. Donde sí avanzaron fue en las matemáticas que les permitan remarcar los límites de las parcelas tras las crecidas del Nilo.
En cuanto a pesos y medidas, establecieron un sistema que podía variar algo en función de la época.
En astronomía también se realizaron avances, que se constatan en la orientación de algunos templos y pirámides o en el calendario que elaboraron de 365 días para cuya elaboración fue necesario la observación de los astros. Este calendario, creado a partir de la necesidad de predecir las crecidas del Nilo, constaba de doce meses y se dividía en tres estaciones. A su vez, el día se dividía en veinticuatro periodos de desigual duración, doce para el día y doce para la noche.
La cultura del Imperio Nuevo
Destacó sobre todo la literatura, dividida en dos corrientes:
- Literatura religiosa, donde destacó el Libro de los muertos, una recopilación de fórmulas rituales para asegurarse el paso a la otra vida que fue recogida en papiro, paredes de tumbas u objetos.
- En la literatura profana hubo dos épocas, la previa a la revolución amarniense, imbuida todavía en la época clásica y en la que destacan obras biográficas y los Anales reales de época de Tutmosis III, y una segunda tras este periodo con una literatura más rica e imaginativa, donde se difunden ampliamente los cuentos y la literatura escolar
Tercer Periodo Intermedio (1069-656 a.C.)
Contempla las dinastías XXI a XXV. Las dinastías de origen extranjero van a dominar el periodo, que puede dividirse en tres etapas: Etapa Tanita, dinastía egipcia con capital en Tanis, de nueva creación. Segunda etapa, con faraones libios de origen, pero con familias asimiladas a los egipcios. Tercera etapa, con faraones de origen nubio.
Faraones tanitas
La dinastía XXI intentó proclamarse heredera de la XX. El primer monarca de esta dinastía fue reconocido en Tebas y trasladó la capital de Pi-Ramsés a Tanis como sede dinástica. El ejército respondía al sumo sacerdote de Amón, que usurparon parte de las prerrogativas reales, de forma que el gobierno quedó dividido, con una capital en Tanis en el Bajo Egipto y Tebas en el Alto Egipto. No obstante, los sacerdotes seguían reconociendo la autoridad del faraón.
Se trasladaron momentos de Pi-Ramsés a Tanis. Egipto perdió los territorios conquistados en épocas anteriores, incluida Nubia.
La inseguridad hizo que aumentara el número de mercenarios en el ejército, sobre todo libios que, junto a su familia, se asentaron en Egipto y se asimilaron a la población local
Faraones libios
La influencia de las familias nubias llevó al poder a la dinastía XXII, que mantuvo en términos similares las relaciones con el clero de Amón, delegando el faraón parte de sus poderes en el sumo sacerdote de Amón. La capital se trasladó a Bubastis, si bien la administración permaneció en Menfis. En este momento se fragmentó más el norte de Egipto, feudalizándose y dando lugar al nacimiento de una dinastía paralela, la XXIII, a la vez que en la parte oriental el delta nació otra más, la XXIV.
La dinastía XXIII tuvo varias ciudades que pueden considerarse su capital. Se produjeron varias luchas por la sucesión, algunas prácticamente guerras civiles. Por su parte, la dinastía XXIV fue muy corta, solo dos faraones que lograron imponerse en el delta hasta la invasión de los faraones nubios.
Faraones nubios
La relación entre Nubia y Egipto fue muy intensa siempre y no llegó a romperse nunca. Al final del Tercer Periodo Intermedio, un grupo de gobernantes nubios creó la dinastía XXV, que puso fin a los desórdenes y reunificó el Alto y el Bajo Egipto. EL origen de esta dinastía estuvo en el reino de Kush, con capital en Napata que acabarían trasladando a Menfis.
Estos faraones intentaron recuperar el control de Próximo Oriente, si bien los intentos fueron infructuosos. Se llevaron a cabo reconstrucciones de edificios y se recuperó el componente divino de la monarquía. Finalmente, los asirios lanzaron expediciones contra el delta del Nilo que acabaron con la huida de la dinastía a Nubia y el control asirio de Egipto.
Época Saita (664-525 a.C.)
Fue la última dinastía de nativos egipcios. Llegaron al poder gracias al apoyo de los asirios, consiguiendo dominar el Bajo Egipto y, desde allí, avanzar hacia el sur y expulsar a los faraones nubios. Sais fue la capital dinástica.
Consiguieron un resurgimiento de Egipto en el plano internacional, se reforzaron las fronteras y se intentó afianzar la presencia egipcia en Siria y Palestina, si bien tras los primeros monarcas la decadencia fue inevitable. Con un ejército muy débil, la flota salvó a Egipto de una invasión asiática en un primer momento, siendo la diplomacia la que mantuvo la independencia del Estado después. Finalmente, los persas avanzaron sobre Egipto, capturando y asesinando al último monarca de la dinastía.
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