El 12 de febrero de 1937 la brigada de Buruaga termina de cruzar completamente el Pindoque y se coloca a la derecha de Barrón, avanzando hacia la posición conocida como “Casa Blanca”, una pequeña construcción agrícola sobre unos cerros que dominan el valle del Jarama y que formaban una extraordinaria plataforma para el asalto final a la localidad de Morata de Tajuña.
Asensio acababa de pasar el puente de San Martín de la Vega, por lo que la Batalla del Jarama se balancea por momentos hacia el Sur. La resistencia encontrada en el sector de Arganda por las fuerzas del Garibaldi (XII BI) y del Dombrowsky (XI BI) hacen pensar al mando rebelde en pasar a la ofensiva por Morata de Tajuña, esquivando así el frente principal y rodearlo hasta Arganda, pasando por una zona donde las defensas republicanas fueran menos densas.
Esa mañana del 12 de febrero, batallones de la XI y XV Brigada Internacional –esta última acababa de llegar de refuerzo a la zona- avanzaban en dirección contraria. La XV estaba formada por el batallón británico Saklatvala y el francobelga Seis de Febrero, mientras que el norteamericano Abraham Lincoln se les unirá más tarde. Al amanecer de ese 12 de febrero, 400 hombres del batallón británico ocupan la Casa Blanca y lo que ellos mismos llamaron “Suicide Hill” o “Colina del Suicidio”. Allí entran en contacto con las tropas de Buruaga, entablándose un sangriento combate en el que nadie saldría bien parado.
Los británicos aguantaron su posición durante 7 horas, bajo fuego directo de la artillería y ametralladoras nacionalistas, que se encontraban en las colinas frente a ellos. El retraso en el avance de las columnas de Buruaga, permitió organizar de nuevo el dispositivo de defensa, escondiendo a los atacantes el enorme hueco en las unidades republicanas que se abría hacia el Sur de la XV Brigada. Además, los constantes ataques y defensas enconadas de las brigadas XI y XV impiden al enemigo establecer contacto entre sus propias brigadas. Las columnas de Asensio y Buruaga deberán hacer sus progresiones de manera independiente, lo que frena fuertemente un avance que debería haber sido muy rápido.
La intensidad del fuego fue tal que los fusiles de los británicos quemaban en las manos y las viejas ametralladoras Colt comenzaron a encasquillarse, por lo que los franceses del batallón Seis de Febrero se ven obligados a replegarse, dejando el flanco derecho de los británicos que ocupaban la Colina del Suicidio al descubierto de las ametralladoras de los marroquíes. La resistencia es atroz.
Finalmente, aunque la XI Brigada Internacional intentó asaltar la recién tomada Casa Blanca con gran número de bajas, la XV debe replegarse hasta una colina cercana que domina la carretera de Colmenar y la cañada Galiana. Es la “Cota 700”. Del batallón británico hay 125 supervivientes de los 400 que inicialmente estaban destinados en la Colina del Suicidio.
Aunque la dura resistencia británica y de las brigadas XI y XV fue decisiva para que no alcanzaran su objetivo de tomar Morata, el número de bajas por ambos bandos en ese día 12 de febrero fue enorme. La XV brigada fue duramente castigada y el batallón británico prácticamente fue destruido.
En la actualidad existen dos monumentos a las Brigadas Internacionales en las proximidades de la Colina del Suicidio. Uno en la propia colina, realizado popularmente por simpatizantes de los extranjeros que murieron allí en defensa de la República española, y otro levantado por el Ayuntamiento de Morata muy cerca de la cota 700.
Antes de estos, otro, levantado por los propios soldados en la misma zona y del que quedan restos de su posterior destrucción por las tropas de Franco, fue el particular agradecimiento que los españoles republicanos brindaban a sus camaradas extranjeros. Ese monumento, levantado en el mismo lugar que un cementerio para los internacionales, rezaba:
La 18 Brigada, a los héroes y a los camaradas internacionales caídos en defensa de la República.
Hoy, todos ellos, nos recuerdan la enorme generosidad de unas gentes, extranjeros de sí mismos, que vinieron a luchar por la libertad, dejando su vida en tierra extraña.
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