No sé si es por algo que he dicho, algo que en un pasado hice y sufro el cruel castigo por mis pecados. Mas, ¿ qué puedo hacer yo como ser humano, como mortal que soy, como un grano de fina arena en el inmenso desierto del tiempo, donde las negras sombras proyectadas por las alas de los buitres crean una atmósfera de depresión y de temor al mismo tiempo?
Nadie me quiere ni yo quiero a nadie ni creo en dios, ni dios tiene un plan para mí ¿Cuántos litros he de derramar para que sepa el mundo que este no es mi lugar? Trastorno disocial, bipolar, descontrol de los impulsos, ¿Qué más da? Este no es mi sitio esta claro ¿Cuál será mi sitio me pregunto? ¿En la cárcel psiquiátrico o bajo tierra? ¿Dónde perecen los amantes de la muerte de la paz eterna?. No soy capaz de amar, coger cariño a la gente para mí Es como nadar para un colibrí. Mi corazón esta acorazado a un armazón de fuego, hielo, ira, tristeza engendrada pero mi corazón esta lleno de cicatrices tan grandes como las de mis brazos Tan grandes como las de mi pecho, tan grandes como…Es igual, el mundo seguirá igual. ¿Por qué presionar? Este hombre se siente ya un muerto, su alma le pesa y se arrastra por las tinieblas de la ira.
Suplico de rodillas tu perdón. ¿Por qué me lo niegas? Puedo cambiar, soy humano: por eso tengo mis fallos; claro que tú, ser inmortal, blanca paloma del cielo que atraviesas las negras nubes como un cuchillo traspasa la fina tela, no comprendes qué es el dolor, qué es el sufrimiento pues eres inmune a todo, pero te pido compasión.
Pero te niegas. Sigue en tus trece. Eres un ser caprichoso y cruel que juegas con los amores y desamores de los hombres. Sólo somos piezas de tu tablón de ajedrez en esa partida que juegas con el dios del tiempo, donde remplazas aquellas que están más gastadas y las dejas caer en el vacío infinito.
¿Me obligas a seguir tus dictámenes? ¿Crees que soy parte de tu propiedad? No, te equivocas. Noto como las lágrimas desaparecen de mi rostro y una sonrisa cruza mi cara. No soy tu esclavo. Sólo clamo: LIBERTAD.
Suplico de rodillas tu perdón. ¿Por qué me lo niegas? Puedo cambiar, soy humano: por eso tengo mis fallos; claro que tú, ser inmortal, blanca paloma del cielo que atraviesas las negras nubes como un cuchillo traspasa la fina tela, no comprendes qué es el dolor, qué es el sufrimiento pues eres inmune a todo, pero te pido compasión.
Pero te niegas. Sigue en tus trece. Eres un ser caprichoso y cruel que juegas con los amores y desamores de los hombres. Sólo somos piezas de tu tablón de ajedrez en esa partida que juegas con el dios del tiempo, donde remplazas aquellas que están más gastadas y las dejas caer en el vacío infinito.
¿Me obligas a seguir tus dictámenes? ¿Crees que soy parte de tu propiedad? No, te equivocas. Noto como las lágrimas desaparecen de mi rostro y una sonrisa cruza mi cara. No soy tu esclavo. Sólo clamo: LIBERTAD.
No hay comentarios:
Publicar un comentario