LOS BESOS

No hay necesidad de decir algo. No hay palabras. La primera conexión. Una mirada fugaz que invita al otro a acercarse, mientras los labios se separan y buscan a su igual, invitación clara e inequívoca. Para los enamorados de siempre, los incansables buscadores de tesoros, los intrépidos del ridículo. Para los enredados, los que tienen siempre una razón, los que lloran por el desamor. Para los que cantan, los que bailan frente al espejo, los que se peinan para quedarse en casa. Para los clásicos, los que intentan otra manera de ver las cosas, los que respetan la opinión de los demás.

Calles llenas de gente, calles que añoran los pasos que se dejaron de dar, los pasos perdidos, los juegos de los niños, las palabras de los enamorados, los besos apasionados, las manos por debajo de la ropa, las risas melladas, el abuelo sentado en el banco, el nieto jugando a la pelota, calles, calles. Miles de personas que pasan fugazmente mientras el tiempo se detiene y solo importa este momento donde nuestros labios se juntan y nuestras almas se fusionan en un solo ser.

El tiempo y el espacio parecen detenerse mientras sincronizamos los latidos con la boca, el olor penetra por las aletas de la nariz, aroma embriagador que anima a seguir adelante mientras la lengua busca su camino. Esquinas reservadas a tal propósito, lugares mágicos bajo la luz de las farolas, rincones ocultos o a vista de todos, lugares mágicos que recuerdan buenos momentos, pasados dolorosos y hermosos que hacen afloran la nostalgia, le pena y el amor a partes iguales.

Una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja. Miradas ciclópeas mientras nuestras bocas se encuentran y luchan brevemente envueltas por el olor de perfume, acariciando la profundidad de tu cabello mientras me pierdo en una vorágine de sueños, esperanzas y dolor dulce, saboreando la fruta prohibida que me transporta al paraíso. 

Podríamos contar nuestra vida en besos. Lo primero que recibimos en la vida es un beso. Nos reciben con besos y nos despedimos con besos. Besos fraternales, besos de amor, maternales, besos de bienvenida, besos de despedida cubiertos de lágrimas, besos de amor, besos de tristeza, dulces besos de amistad, torpes besos juveniles, apasionados o locos besos robados, besos mágicos que perduran para siempre. Contamos la vida en besos, en la frente que consuelan, besos de despedida en las mejillas, o los que nunca acaban....los besos interminables de la abuela. Besos de dolor y rabia, los que sueñas y no llegan, o los que nunca quieres que acaben Besos de solidaridad, besos furtivos, besos de amantes, de emoción y escalofríos los que recorren  el cuerpo sin prisa, despacito, o los que se esfuman con el aire, besos que puedes contar, y el último beso que no contarás a nadie.