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jueves, 2 de febrero de 2012

LAS TERMAS ROMANAS

Hay un viejo proverbio italiano que, para definir a un ignorante, dice: No sabe leer ni nadar. También Séneca, en una de sus cartas, hace referencia al gusto que por el agua tenían los romanos: "Se lavaban todos los días la cara, los brazos y las piernas y cada nueve días tomaban un baño completo."

En la Roma clásica había en casi todas las casas un baño (balneum), y el que no lo tenía podía acudir a los baños públicos, que abundaban en todas las ciudades importantes: unos, construidos por particulares, para explotarlos como negocios; otros, de mayor tamaño y lujo, construidos por el Estado: las termas.

Las termas eran propiedad del Estado, pero éste solía arrendarlas a particulares por una determinada cantidad. El arrendador ( conductor) cobraba una pequeña cantidad, pero en algunas ocasiones un magistrado o algún político deseoso de ganarse el favor del pueblo abonaba al arrendador el dinero de la contrata y obsequiaba al pueblo con entrada libre durante todo el año.

La vida en Roma era mucho menos agitada de lo que suele ser hoy una ciudad moderna. La gente se levantaba temprano y pasaba la mañana ocupada en sus distintos quehaceres hasta el mediodía, en que comenzaba su tiempo de ocio.

Una de las distracciones favoritas era ir a las termas. Allí podían encontrar toda clase de entretenimientos, pues, aparte de las salas dedicadas al baño, había bibliotecas donde poder leer, salas donde poder reunirse en animada conversación, jardines donde pasear y palestras donde poder realizar todo tipo de actividades deportivas.

El uso de las termas se generalizó en el mundo romano a partir del siglo I a.C., cuando se descubrió un sistema que permitía calentar y distribuir el aire caliente. Fue un comerciante llamado Sergio Orata el que ideó un sistema que se aplicó primero a las termas y después a casas particulares. Un horno (hypocaustum), construido bajo una cámara especial y calentado con carbón, irradiaba aire caliente que era conducido por un tubo (vaporium) a través de cavidades del suelo y de ladrillos huecos de las paredes.

Principales termas


El nombre de “ termas” se aplica por primera vez a unos baños construidos por Agripa en el ano 25. Nerón construyó unas termas en el campo de Marte, hoy desaparecidas.

Las primeras termas de carácter monumental son las que inició Domiciano e inauguró Trajano a principios del siglo II.

Pero esas termas fueron ampliamente superadas por las de Caracalla, cuya inauguración tuvo lugar en el año 216. En ellas podían bañarse 3000 personas a la vez. El caldarium tenía 1600 asientos para tomar el baño sentado. Los suelos estaban cubiertos de ricos mosaicos, y multitud de estatuas y pinturas decoraban las paredes.

¿Cómo eran por dentro?

Las termas constaban de las siguientes dependencias:
  • Frigidarium: Sala destinada a los baños de agua fría. En las grandes termas estaba descubierto e incluía una gran piscina para practicar la natación.
  • Apodyterium: Habitación próxima al pórtico de la entrada donde dejaban los bañistas sus ropas. Había un banco corrido y en la pared unas hornacinas sin puertas, donde se depositaban la ropa y objetos personales, que quedaban vigilados por un esclavo.
  • Caldarium: Baño de agua caliente. Era la habitación más luminosa y adornada. En las grandes termas había incluso piscinas donde poder nadar. En las más pequeñas el baño se tomaba en bañera o depósitos de agua caliente llamado labra. A veces, se le añadía el laconium, una habitación más pequeña fuertemente calentada, con un techo semiesférico que podía abrirse o cerrarse a voluntad, regulando la temperatura de la sala.
  • Sudatio:  funcionaba como una sauna con aire caliente en paredes y suelo
  • Tepidarium: Habitación de temperatura tibia que preparaba al bañista para la de agua caliente
  • Laetrinae: las letrinas
  • Palestra: ejercicio físico
  • Heliocmaina: baños de sol
  • Unctorium: sala de masajes
Sistemas de calefacción

Los primeros baños parecen haber carecido de un alto grado de planificación y a menudo eran conjuntos antiestéticos de diversas estructuras. Sin embargo, en el siglo I d.C. los baños se convirtieron en estructuras bellamente simétricas y armoniosas, a menudo situadas en jardines y parques. Los primeros baños se calentaban mediante fuentes naturales de agua caliente o braseros, pero a partir del siglo I a.C. se utilizaron sistemas de calefacción más sofisticados, como la calefacción por suelo radiante (hipocausto) alimentada por hornos de leña (prafurniae). Esta idea no era nueva, ya que los baños griegos también empleaban este sistema, pero, como era típico de los romanos, tomaron una idea y la mejoraron para conseguir la máxima eficiencia. Los enormes fuegos de los hornos enviaban aire caliente bajo el suelo elevado (suspensurae) que se apoyaba en estrechos pilares (pilae) de piedra maciza, cilindros huecos o ladrillos poligonales o circulares. Los suelos se pavimentaban con baldosas cuadradas de 60 cm (bipedales) que luego se cubrían con mosaicos decorativos.

Organización de los baños

Los baños se abrían al mediodía y se cerraban al ponerse el sol. Los romanos modernizaron estos gimnasios griegos y añadieron más salas a las termas, convirtiéndolos así en auténticos lugares de ocio. En las termas romanas más importantes del Imperio Romano, había salas de agua caliente, de agua fría, de agua tibia, salas para masajes, etc. Estos recorridos, que recuerdan a los que en la actualidad se ofrecen en los balnearios, culminaban en el caldarium (piscina de agua caliente) o en natatio (piscina al aire libre).

Tal era la acogida que tuvieron en la época las termas romanas, que muchos emperadores las construían para ganarse el favor del público. Algunas de las termas más importantes de la época, como las termas de Caracalla, albergaron hasta 15 hectáreas y estaban decoradas con mármol y auténticas obras de arte, incluyendo algunas de las esculturas más famosas de la historia. 

Los baños romanos abrían al mediodía y cerraban al ponerse al sol. Aunque en un comienzo, hombres y mujeres podían disfrutar de un baño en las mismas estancias y en los mismos horarios, se comenzó a separar habitáculos por sexo o establecer unas determinadas horas de acceso para unos y otros. Estos baños romanos solo abrían una vez a la semana para el disfrute del pueblo. Así, se diferenciaban las clases: los perfumados pertenecían a las clases altas y los hediondos, los obreros y esclavos.
En los lugares destinados al baño había departamentos separados de mujeres y hombres.

Para el baño se utilizaban aceites, pomadas, toallas para secarse y estrigios, raspadores curvos con los que los bañistas se quitaban los ungüentos que el masajista les daba tras los ejercicios físicos.

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