El día avanzaba rápido. Miles de pensamientos corrían por mi mente: vivimos miles de contrastes en principio opuestos pero que se complementan y crean un todo mayor: El estío y el invierno. La noche y el día. La lluvia y el sol. La juventud y la vejez. La risa de alguien y su ira. El negro y el blanco. El amor y el odio. La plantita de índigo y el gran filodrendo. La lluvia y la neblina. Cuando uno deja de querer a alguien, uno siente que es otro, aunque sigue siendo el mismo pero no estamos completos.
Paseando por las calles miles de recuerdos vienen a mi mente. Somos capaces de conformarnos con cualquier cosa, con cualquier arreglo, incluso con el más vil y cobarde; mira a tu alrededor, y encontrarás las mismas soluciones a medias entre los seres humanos: uno se marcha, se aleja de la persona o de las personas que ama, atemorizado por un secreto, y otro se queda, calla y espera una respuesta durante una eternidad...Eso lo he visto y lo he vivido yo. No es cobardía, no...Es una defensa, la última defensa del instinto humano por sobrevivir. Sin embargo, no es la solución. Nos sentimos incompletos y vacíos. Necesitamos complementarnos con alguien.
Necesitamos disfrutar juntos de las pequeñas cosas: observar a los gorriones que alimentan a sus crías. Pasar por un lugar donde jueguen niños. Dormir en una habitación donde se ha quemado incienso. Advertir que un elegante espejo chino está un poco empañado. Ver a una pareja pasear a su perro por el parque mientras disfrutan de un paseo tranquilo juntos de la mano. Lavarse el pelo, acicalarse y ponerse ropas perfumadas. Aunque nadie lo vea sentimos un placer íntimo, pequeños momentos eternos e imborrables.
El día desaparece. El tiempo parece no transcurrir a pesar de que el sol se esconde en el horizonte. Es de noche y uno espera descansar. De pronto nos sorprende el sonido de las gotas de lluvia que el viento arroja a las aceras y edificios. Mientras corremos buscamos refugio resguardados con el abrigo como paraguas juntos de la mano, aprovechamos el momento para juntar nuestros labios y disfrutar de este mágico momento mientras nuestras dudas y miedos se diluyen con la lluvia. Blanco y negro. Yin y yang. Dos opuestos que se complementan creando uno solo ser perfecto .
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