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jueves, 23 de julio de 2020

CENTURIA MALATESTA

El Batallón de la Muerte o Centuria Malatesta fue una de las columnas anarquistas e internacionalistas más espectaculares y conocidas. Formada por italianos exiliados en Francia, causaron gran impresión en su desfile por Barcelona, en marzo de 1937, a causa de sus uniformes negros, cuya apariencia recordaba a los utilizados por los fascistas italianos.

Aquella mañana, exhibieron una de sus banderas, negra con una calavera y huesos cruzados (que recuerda a otra de los rusos anarquistas, décadas antes, de Bandera Negra), lucieron impecables jerseys negros de cuello alto, uniformes verde-oliva con correaje, boina negra e insignia con una calavera y un puñal en el cinturón.

Su origen estaba en un battaglione organizado por el anarquista italiano Nicola Menna, al que se unieron libertarios italianos venidos a Barcelona con motivo de la Olimpiada Popular.

El Batallón de la Muerte fue acuartelado y entrenado en un Castillo de Santa Perpètua cerca de Barcelona que después fue convertido en un Colegio de protección de menores femenino de la Diputación actualmente es propiedad de la Generalitat y lo usan para albergar refugiados.

El Batallón, concebido como una unidad meramente de asalto, debía estar supeditado solamente al Mando Central de las Milicias Antifascistas de Cataluña.

Según el llamado a formación del batallón, sus integrantes deberán demostrar “…actitud para lanzamiento de bombas de mano y usar el puñal” además de vestir “…un traje especial e irán armados de mosquetón, puñal bien afilado y granadas de mano”. Como apoyo a las tropas de asalto del batallón también se organiza una sección de ametralladoras con la misión de “…atacar y ocupar la posición que el Mando considere como difícil, actuando posiblemente de noche y por sorpresa”. Para febrero de 1937 todo el batallón se encontraba recibiendo instrucción militar en el castillo cercano a Barcelona bajo una estricta disciplina que se establecía en su reglamento y con el objetivo de triunfar contra el fascismo: “Todo miliciano -dice el último artículo del Reglamento- que acepte formar parte del Batallón de la Muerte, tendrá que acatar, sin discusión alguna, las órdenes de los directivos del batallón, imponiéndose por sí mismo la disciplina revolucionaria necesaria para el triunfo de la lucha contra el fascismo”. Luego de un mes de entrenamiento, el Batallón de la Muerte prepara un desfile para presentarse ante el pueblo de Barcelona y el 14 de marzo de 1937 formado en la Avenida 14 de abril comienza a marchar con todas sus unidades hasta alcanzar la Plaza de la República donde los esperan Lluís Companys, presidente del gobierno catalán, y sus consejeros Josep Terradellas y Diego Abad de Santillán. Ya en el Palau de la Generalitat, los miembros del batallón prometen ante Lluís Companys y Cándido Testa sacrificar sus vidas hasta aplastar al fascismo.




En aquellos momentos ya se había decretado la formación del Ejército Popular, la Generalitat seguía con la formación de su ejército propio, el Exercit de Catalunya, las milicias Confederales mantenían el frente junto a las Marxistas y Nacionalistas...Se pretendió dar un golpe de efecto con la creación de una unidad autónoma, anarquista y llena de esa acometividad que los estrategas de retaguardia, echaban a faltar a las milicias anarquistas.

A finales de Marzo del 37 hizo su presentación desfilando en el Paseo de Gràcia y la Plaza de Catalunya de Barcelona luciendo sus elegantes uniformes, y enarbolando el lema “sin Dios ni amo”. Vestían jerseys negros de cuello alto, uniformes verde-oliva con correaje, boina negra e insignia con una calavera, y un puñal en el cinturón. 

Para finales de marzo de 1937 el Batallón de la Muerte ya se encontraba en el frente de Aragón para entrar en combate e interviene en las batallas de Almudévar y Montalban donde son derrotados. La única acción bélica de relevancia en la que participaron fue la ofensiva sobre Huesca en Junio del 37 donde realizaron un pésimo papel, encuadrados en la 125 BM de la 28 División , resultando heridos o muertos muchos de ellos.

Nuevamente reagrupados, los miembros del Batallón de la Muerte son enviados a participar del asalto de la ermita de Santa Quiteria, en la zona de Tardienta, donde son duramente repelidos y diezmados. Ante estas derrotas Cándido Testa regresa a Barcelona y el mando del Batallón pasa a manos de Fausto Nitti mientras el anarquista italo-argentino es nombrado jefe del Estado Mayor de la 153° Brigada Mixta, de la cual forma parte el Batallón. Sin embargo, para octubre de 1937 cuando las milicias se integran al Ejército Popular de la República, el Batallón de la Muerte es disuelto y sus miembros se encuadran en la 32 División “Batallón Garibaldi” de la 142° Brigada Mixta.

Manuel Pilares. Centuria Malatesta



Al no saber qué hacer con la Centuria Malatesta, se le junta al batallón vasco evacuado del Frente Norte, a los nacionalistas catalanes de la Columna Pi Suñer, reconvertida en batallón y con las tres unidades se forma la 142 Brigada, la “Vasco Pirenaica”. En esta variopinta unidad, el Batallón de la Muerte, ya privado de toda su idiosincrasia, sigue la contienda brevemente, pues en Octubre se disuelve la 142 y sus componentes se reparten por la 32 División.

En 1937, el Gobierno de la República ordenó destruir todas las instalaciones de Altos Hornos de Vizcaya para evitar que cayeran en manos del ejército de Franco.

La Centuria Malatesta, después de volar los depósitos de armas de la margen derecha y todos los puentes sobre la ría, se dirigió con explosivos a la empresa para cumplir la orden.

El PNV se adelantó y mandó al batallón Gordexola a defender a tiros los Altos Hornos, con el argumento de que cumplir la orden de la República perjudicaría la recuperación de la economía vasca.

La Centuria Malatesta fue rechazada por los gudaris del PNV.

Poco después de caer Bilbao y sus alrededores en manos de los sublevados, Altos Hornos de Vizcaya comenzó a fabricar de manera masiva material de guerra para el ejército de Franco.

Los gudaris del PNV se retiraron a Santoña para entregarse a los fascistas italianos, mientras los milicianos de las demás organizaciones siguieron combatiendo allá donde pudieron.

La olimpiada popular

La Olimpiada Popular fue una propuesta del gobierno republicano del Frente Popular para boicotear los juegos de Berlín, a los cuales España no envió delegación. Del 19 al 26 de julio iba a tener lugar en Barcelona un evento deportivo masivo con 6000 deportistas procedentes de 23 países tan solo unas semanas antes de los Juegos de Berlín en los que participaron 4.066 deportistas de 49 países.

El Sportintern o la Internacional Deportiva Roja junto al Comitè català pro esport popular organizaron en Barcelona unas contraolimpiadas con la intención de juntar a deportistas antifascistas de todos los países del mundo. La estructura de la Olimpiada Popular era diferente a la de los Juegos Olímpicos, ya que en lo que respecta a la adscripción territorial los participantes se dividían en tres categorías: nacional, regional y local. Esto permitió que el Marruecos francés, Alsacia, el País Vasco o Cataluña pudieran participar en dichas olimpiadas. 

Del manifiesto de la Olimpiada Popular podemos leer lo siguiente: “La Olimpiada instaurada hace miles de años y renacida en nuestra época, que siempre había mantenido su carácter de Símbolo de la Fraternidad de los pueblos y de las razas, ahora pierde por siempre jamás este carácter. Los Juegos Olímpicos que se preparan en Berlín, son indiscutiblemente una falsificación vergonzosa, una burla del pensamiento Olímpico. En un país donde millones de deportistas están privados de continuar su actividad social, donde miles de los mejores deportistas son encarcelados, donde la mayoría del pueblo trabajador está bajo la amenaza de la persecución por sus convicciones o por su religión, donde se declara fuera de la ley a toda una raza, ¡este país no es el lugar para acoger los verdaderos Juegos Olímpicos!”.

La Olimpiada Popular debió inaugurarse el 19 de julio de 1936, pero España se despertó con un intento de golpe de estado fascista. La Olimpiada Popular fue organizada como protesta a los Juegos Olímpicos de Berlín (Hitler se encontraba en el poder) del mismo año. Fue iniciada por la Internacional deportiva roja (Sportintern) y organizada por el Comitè català pro esport popular, en que dominaba la influencia de la Esquerra Republicana de Catalunya (ERC). El recientemente electo gobierno de la II República, del Frente Popular, decidió boicotear los juegos de Berlín al no enviar los representantes de España y prefirió apoyar a un evento deportivo alternativo pero en distinta fecha. La Olimpiada Popular desborda todas las previsiones y la organización inscribe a alrededor de seis mil participantes de más de veinte países distintos. Muchos de ellos pasarían a formar parte de las Brigadas Internacionales.

Estos eventos, organizados por los trabajadores, tenían como intención promover el deporte y la amistad, y su espíritu se resume en estos cinco puntos:
  1.  No se buscaba la competición en forma extrema, sino el espíritu de superación.
  2. El culto a los/as deportistas per se era perjudicial y se evitaba.
  3. Fuerte rechazo de la comercialización del deporte y promoción del amateurismo de los/as deportistas.
  4. El deporte debe servir a la masa, lo que significa que todas las personas deben tener la posibilidad de hacer deporte.
  5. Por medio del deporte y de los consiguientes contactos internacionales alcanzar la paz mundial.
La Olimpiada Popular admitía como participantes a las naciones sin Estado. Estuvieron allí, entre otros, Palestina, una delegación de judíos emigrados, de la Alsacia y la Lorena, pero también de Marruecos, entonces dividido entre el protectorado francés y el español, o Argelia, provincia francesa. Asimismo, había delegaciones regionales del Rosellón, Mallorca, Valencia, Andalucía, Navarra y Aragón o de ciudades como Burdeos, Praga, Toulouse, Argel, Orán, Basilea, Grenoble, Sevilla, Huelva, Melilla, Jerez de la Frontera, Badajoz, Tenerife o Cádiz, entre otras.

Dieciséis disciplinas deportivas estarían representadas. Además de las más conocidas (atletismo, fútbol o boxeo), habría enfrentamientos deportivos en ajedrez, ping-pong y pelota vasca.

Junto a las competiciones también estaban previstas manifestaciones folclóricas en la marco de la Semana Popular de Deportes y Folklore, para subrayar la dimensión cultural del encuentro entre distintos pueblos. Se previeron, entre otras, actuaciones de baile escocés, teatro popular suizo, un grupo folclórico de Marruecos y vibrantes exhibiciones tirolesas llegadas desde Austria.

El día del estallido de la guerra había en Barcelona 20.000 personas llegadas para la ocasión y preparadas para la inauguración. Los tiros y las barricadas alteraron una ciudad en la que ya se contagiaba el espíritu festivo y deportivo con desfiles de las delegaciones. Ahí estaban más de 5.000 atletas que competían en un total de 18 modalidades deportivas.

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