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jueves, 9 de marzo de 2017

ALEXANDRA KOLLONTAI

Alexandra Kollontai fue una de las figuras más destacadas del movimiento obrero internacional, en el que intervino activamente como revolucionaria profesional, íntegramente dedicada a las tareas del Partido. Sus aportaciones teóricas, especialmente en lo relativo al papel de la mujer proletaria, son muy notables sobre todo si tenemos en cuenta que en aquella época existían notables reticencias, máxime en todo lo relativo a la sexualidad. Ella se adelantó a su época y, una vez más, demostró que los comunistas siempre estamos a la vanguardia.

BIOGRAFÍA
Alexandra Kollontai

Alexandra Kollontai, bautizada con el nombre de Alexandra Domontovic,  nació en San Petersburgo en el año 1872 y fue una figura clave en la Revolución Soviética y en la emancipación de la mujer. 

Hija de un general ayudante del Zar, al terminar sus estudios en Suiza se adhirió al movimiento socialista e ingresó en el Partido Obrero Socialdemócrata Ruso, dentro del cual militó, en primer lugar, en la corriente bolchevique, para pasar en seguida a la tendencia menchevique. 

Al estallar la Primera Guerra Mundial se hizo colaboradora de la revista de Trotski, Nase Slovo: fueron los años de la teorización sobre una alianza con los bolcheviques. En 1915 abrazó de nuevo la ideología de estos últimos y, dos años más tarde, después de la revolución de febrero, expresó su coincidencia con las "tesis de abril" de Lenin, y formó parte del grupo de dirigentes de la insurrección armada. 

Alexandra Kollontai fue una revolucionaria de primer orden. Fue la primera mujer que participó en un gobierno y la primera en ejercer la función de representante de su país en el extranjero.

Tras el VIII Congreso del Partido, se alineó con la izquierda de Bujarin, que se negaba a aceptar las condiciones de paz impuestas por Alemania. A partir de los años veinte, se convirtió en uno de los representantes más convencidos de la llamada "oposición obrera", una corriente muy destacada de la izquierda obrerista, que expresaba claras discrepancias ante la dirección del Partido, al que acusaba de excesivo centralismo y de limitar la libertad de discusión. En el programa y en la línea que inspiraba la tendencia obrerista se encontraba el nuevo papel que iba a asumir el sindicato: el control y la gestión de la industria.

En 1921, las diferentes tendencias que caracterizaban el debate interno del Partido fueron disueltas. Kollontai se adhirió a la "Declaración del 22", que retomaba algunas ideas de la "oposición obrera". Fue acusada de sectarismo y amenazada con la expulsión del partido. Kollontai, que criticaba explícitamente la línea política de Stalin, fue alejada del país y enviada en misión diplomática a Noruega, México y Suecia. Fue la primera mujer que ocupó el cargo de embajadora.

La contribución teórica más original de Kollontai, y que iba a suscitar un amplio debate en la historia de la emancipación femenina, incluso fuera de Europa, tiene que ver con la idea de la libertad sexual. En la línea tradicional de Marx y Engels, la de Orígenes de la familia, Kollontai afirmaba que en la sociedad comunista, la igualdad, el reconocimiento recíproco de los derechos y la comprensión fraternal debían constituirse en principios rectores de las relaciones entre hombres y mujeres. Sostuvo, pues, el derecho de la mujer a una total paridad con el hombre en la vida social, familiar y sexual.
Alexandra Kollontai

Kollontai dedicó muchos esfuerzos a la lucha por la liberación de las mujeres trabajadoras rusas: Creía que la nueva sociedad y la igualdad entre los sexos se conseguiría no sólo con la transformación de las bases económicas que producen las desigualdades, sino también con un cambio en las relaciones sexuales entre las personas. Alejándose políticamente de sus compañeros de partido, llamó a una revolución cultural que transformase las relaciones interpersonales.

Con el fin de acabar con los males de la antigua sociedad (soledad, incomunicación, desigualdad, instinto de propiedad y doble moralidad sexual) Kollontai propuso una nueva forma de vida basada en el amor y el compañerismo. En ese sentido formuló la teoría llamada del ‘vaso de agua’, invitando a las mujeres a consumir la sexualidad como un vaso de agua, rompiendo así con las viejas relaciones sexuales que perpetuaban la opresión de la mujer. Admitió todo tipo de unión por amor, a excepción de existir peligro para la salud y a excepción de la prostitución en todas sus variantes.

El conjunto de su obra, sus numerosos artículos y discursos, con su lucidez y coherencia, representa aún hoy en día un manifiesto original para una historia de la liberación femenina. Entre sus trabajos destacan:  
  • La mujer ante el desarrollo social (1909)
  • Sociedad y maternidad  (1916)
  • La nueva moral y la clase obrera (1918)   
  • Autobiografía de una comunista sexualmente emancipada (1926)
El 9 de marzo de 1952 fallece Alexadra Kollontai. Alexandra Kollontai fue una de las figuras más destacadas del movimiento obrero internacional, en el que intervino activamente como revolucionaria profesional, íntegramente dedicada a las tareas del Partido Comunista. Sus aportaciones teóricas, especialmente en lo relativo al papel de la mujer proletaria, son muy notables sobre todo si tenemos en cuenta que en aquella época existían notables reticencias, máxime en todo lo relativo a la sexualidad. Ella se adelantó a su época y, una vez más, demostró que los comunistas siempre estamos a la vanguardia.

SU LEGADO FEMINISTA 

Kollontai dedicó muchos esfuerzos a la lucha por la liberación de las mujeres trabajadoras rusas. Ella creía que la nueva sociedad y la igualdad entre los sexos se conseguiría no sólo con la transformación de las bases económicas que producen las desigualdades, sino también con un cambio en las relaciones sexuales entre las personas. Alejándose políticamente de sus compañeros de partido, llamó a una revolución cultural que transformase las relaciones interpersonales.

Kollontai resumía de la siguiente manera sus postulados teóricos generales (tomados de los marxistas alemanes): “Los partidarios del materialismo histórico reconocen plenamente las diferencias naturales existentes entre los sexos y exigen sólo una cosa: que, a cada individuo, hombre o mujer, se le dé la posibilidad real de lograr la autodeterminación más libre y plena, que tenga las mayores oportunidades posibles para el desarrollo y la aplicación de todos sus talentos naturales. Al mismo tiempo, los partidarios del materialismo histórico niegan la existencia de cuestiones específicamente femeninas aparte del problema social general de nuestros días. Ciertos factores económicos llevaron a la posición subordinada de la mujer, y sus características naturales jugaron un papel puramente secundario. Sólo la desaparición total de esos factores económicos, sólo la evolución de aquellas formas económicas que en el pasado causaron la esclavización de las mujeres, puede producir un cambio radical en su posición social. En otras palabras, las mujeres sólo pueden llegar a ser verdaderamente libres e iguales en un mundo transformado que se base en nuevos principios sociales y económicos.

"¿Cuál es el objetivo de las feministas burguesas? Conseguir las mismas ventajas, el mismo poder, los mismos derechos en la sociedad capitalista que poseen ahora sus maridos, padres y hermanos. 
¿Cuál es el objetivo de las obreras socialistas? Abolir todo tipo de privilegios que deriven del nacimiento o de la riqueza. A la mujer obrera le es indiferente si su patrón es hombre o mujer." Alejandra Kollontai. El Día de la Mujer. 1913.

Con el fin de acabar con los males de la antigua sociedad (soledad, incomunicación, desigualdad, instinto de propiedad y doble moralidad sexual) Kollontai propuso una nueva forma de vida basada en el amor y el compañerismo. En ese sentido formuló la teoría llamada del ‘vaso de agua’, invitando a las mujeres a consumir la sexualidad como un vaso de agua, rompiendo así con las viejas relaciones sexuales que perpetuaban la opresión de la mujer. Admitió todo tipo de unión por amor, a excepción de existir peligro para la salud y a excepción de la prostitución en todas sus variantes.

Kollontai y la prostitución

En primer lugar, es relevante destacar que Alexandra Kollontai no contempla en una república de trabajadores la prostitución, ya que amenaza las bases de la sociedad comunista. La prostitución, según la autora soviética, desafía dos sentimientos fundamentales: la solidaridad y la camaradería. Ambos sentimientos son esenciales para el establecimiento de la dictadura del proletariado, y posteriormente llegar al comunismo.

En épocas de crisis el número de prostitutas aumenta llamativamente. Es importante que tengamos en cuenta que la mayor parte de las mujeres que ejercen vienen de los sectores más desposeídos y necesitados, mientras que las mujeres ricas raras veces caen en ella.

Al transformar las relaciones de producción también se transforman las relaciones entre hombres y mujeres: las mujeres toman un rol activo en la producción y se liberan de la dependencia respecto a sus maridos, pero no quita que el pueblo siga arrastrando viejas ideas sobre lo moral. Kollontai explica que a pesar de haber llegado al socialismo todavía falta para el comunismo, por lo que la prostitución sigue existiendo aunque la familia tradicional y la propiedad privada hayan sido eliminadas, y esto se debe a que todavía hay malas condiciones de vida que las arrastran a esa práctica para poder sobrevivir.

El amor camaradería

Bajo su forma actual, el amor es un estado psicológico extremadamente complejo que desde hace mucho tiempo se desprendió de su fuente originaria —el instinto de reproducción—, e incluso a menudo se halla en clara contradicción con ella. El amor es un conglomerado complejo de pasión, amistad, ternura maternal, inclinación amorosa, comunidad de espíritus, piedad, admiración, costumbre, y otros muy numerosos matices de sentimientos y emociones. Ante tal complejidad de matices y del amor mismo, cada vez es más difícil establecer un vínculo directo entre la voz de la naturaleza, “Eros sin alas” (atracción física de los sexos), y “Eros de alas desplegadas (atracción carnal mezclada con emociones espirituales y morales).

 El amor es un sentimiento que une a los individuos; podemos incluso decir que es un sentimiento de orden orgánico. La burguesía ha comprendido también toda la fuerza de unión entre los hombres que puede tener el amor, y, por lo tanto, procuraba sujetarlo bien a sus intereses. Por eso la ideología burguesa, al intentar consolidar la familia, recurre a la virtud moral del “amor entre esposos”; ser “un padre de familia” era a los ojos de la burguesía una de las más grandes y preciadas cualidades del hombre.

Por su parte, el proletariado debe considerar el papel social y psicológico del sentimiento de amor, tanto en el amplio sentido de la palabra como en lo referente a las relaciones entre los sexos, que puede y debe jugar para reforzar los lazos, no en el dominio de las relaciones matrimoniales y de la familia, sino los que contribuyen al desenvolvimiento de la solidaridad colectiva.
¿Cuál, pues, será el ideal de amor de la clase obrera? ¿En qué sentimientos tienen que basarse las relaciones sexuales en la ideología proletaria? 

Hemos visto ya, mi joven camarada, cómo cada época de la historia posee su ideal de amor peculiar; hemos analizado cómo cada clase, en su propio interés, da a la noción moral del amor un determinado contenido. Cada grado de civilización trae a la Humanidad sensaciones intelectuales y morales más ricas en matices, que recubren de un color determinado las delicadas alas de Eros.
La evolución en el desenvolvimiento de la economía y las costumbres sociales ha ido acompañada de modificaciones nuevas en el concepto del amor. Algunos matices de este sentimiento se reforzaban mientras otros disminuían o desaparecían totalmente.

El amor, en el transcurso de los siglos de existencia de la sociedad humana, evolucionaba desde ser un simple instinto biológico (el instinto de reproducción, común a todos los seres vivientes superiores o inferiores, divididos en dos sexos) y se enriquecía sin cesar con nuevas sensaciones psíquicas hasta convertirse en un sentimiento muy complicado. 

De ser un fenómeno biológico pasó el amor a convertirse en un factor social y psicológico. […]
La atracción física entre los sexos se complica, por otro lado, en el transcurso de los siglos de vida social de la Humanidad y de las diversas civilizaciones, y adquiere toda una gama de diversos matices y sentimientos. El amor es un estado psicológico muy complejo, en su forma actual, que desde hace mucho tiempo se desprendió por completo de su fuente originaria, el instinto biológico de reproducción, y que en muchos casos llega a contradecirse con él. Es el amor un conglomerado de sentimientos diversos: ternura espiritual, pasión, inclinación, lástima, costumbres, etc. Es difícil, pues, ante tan gran complejidad, establecer un lazo de unión directo entre el «Eros sin alas» (atracción física entre los sexos) y el «Eros de alas desplegadas» (atracción psíquica).

El amor-amistad, en el que no es posible encontrar ni un átomo de atracción física; el amor espiritual, sentido por la causa, por la idea; el impersonal hacia una colectividad, son sentimientos que demuestran claramente hasta qué punto se ha idealizado y se ha alejado de su base biológica el sentido de amor. Pero aún el problema se complica mucho más. Surge con gran frecuencia una flagrante contradicción entre las diversas manifestaciones del amor, y comienza la lucha. El amor sentido por la «causa amada» (no el amor sentido simplemente por la causa, sino por la causa amada) no concuerda con el amor sentido por el elegido o elegida del corazón, amor por la mujer, el marido o los hijos. El amor-amistad se encuentra en contradicción con el amor-pasión. En un caso el amor está dominado por la armonía psíquica; en el otro, tiene por base “la armonía del cuerpo”.
El amor se ha revestido de múltiples aspectos.” 

(A. Kollontai, ¡Abran paso al Eros alado!)

Bajo la dominación de la ideología burguesa y del modo e vida capitalista-burgués, el carácter multiforme del amor engendra una serie de dramas psicológicos dolorosos e insolubles. La moralidad burguesa, con su familia individualista encerrada en sí misma basada completamente en la propiedad privada, ha cultivado con esmero la idea de que un compañero debería “poseer” completamente al otro. La ideología burguesa ha grabado en la cabeza de la gente la idea de que el amor, incluido el amor recíproco, daba el derecho de poseer completa y exclusivamente el corazón del ser amado.

2 comentarios:

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  2. Mujeres entre siglos. Alimento vital de ideas que fueron revolucionarias y q siguen siendo necesarias pensarlas y repensarlas, incorporarlas en el tejido de este siglo feminista. Pero el fascismo de hoy no da la cara como en sus comienzos. Es sutil, silencioso, contaminante de conciencias...agresivo en robar y apoderarse de lo que con tanto esfuerzo se ha conseguido. Roban hijos, costumbres, dinero y tantas cosas. Andan mezclados intentando coger esa idea nacida del esfuerzo para lanzarla a su mundo capitalista . Es una lucha incansable para sobrevivir, elaborando casi diariamente estrategias para no caer y con orgullo airear la dignidad del oprimido. En este caso de la oprimida. Encarnación Garrido Montero.14 de abril 2019.

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