viernes, 7 de marzo de 2025

EL SIGLO DE LAS LUCES. LA ILUSTRACIÓN

La Ilustración: concepto y características 

El concepto de Ilustración 

Es el elemento cultural característico del s. XVIII, a la vez un sistema de ideas y valores, un movimiento ideológico￾cultural y una actitud individual, que abarca la totalidad del pensamiento y actitud de quienes participan en ella. 

Supuso el proceso de autonomía por el que la interpretación del mundo y de la vida se separan definitivamente de la teología, la tradición o el principio de autoridad y se guían sólo por la razón, lo que la une a la Revolución científica del s. XVII, de la que supone la culminación, ya que el concepto de razón ilustrado se vincula esencialmente al empirismo de Newton o Locke. La razón es la luz para guiar a la humanidad, opuesta a las tinieblas de la ignorancia. 



De ahí el lema ilustrado, Sapere aude (atrévete a saber), procedente de Horacio, aunque divulgado por Kant.

La ilustración se inicia entre finales del s. XVII y las tres primeras décadas del XVIII. Son pioneros Inglaterra y las Provincias Unidas, los dos países más prósperos, lo que desvela la matriz básicamente burguesa de la Ilustración. 

Pronto arraiga en Francia, donde adquiere características peculiares que la convierten en el prototipo que se difundiría por Europa y la América anglosajona e ibérica, sin alcanzar el desarrollo e importancia que tuvo en Francia. 

El final de la Ilustración tuvo que ver con la política, pues la Revolución Francesa extendió los temores frente a unas ideas que habían influido en ella. En las últimas décadas del siglo, coincidiendo con las dificultades económicas y sus repercusiones sociales, se comienza a percibir el influjo de la filosofía que exaltaba el sentimiento y algunos elementos del prerromanticismo (irracionalismo, sensibilidad…). 
Muchos ilustrados pertenecieron a la burguesía, sobre todo los más vinculados al saber y cultura (letrados, juristas, médicos, universitarios, escritores, periodistas…) pero hubo también nobles, eclesiásticos y algunas (pocas) mujeres de la nobleza o la burguesía. Fue un fenómeno urbano, sobre todo en las principales ciudades (cortes o grandes ciudades portuarias o mercantiles). 

Las características de la Ilustración 

El papel central de la razón lleva a toda una serie de valores con que los ilustrados se consideraban capaces de cambiar la realidad: 
  • La crítica universal y la actitud crítica frente a todo. Las ideas y conocimientos heredados han de pasar por su tamiz para ser admitidos o rechazados. 
  • La secularización de la cultura, emancipada de la obsesión por la salvación. 
  • El interés por el hombre y la naturaleza, con claros antecedentes en el Renacimiento. 
  • El afán por conocer el orden natural para aprovechar sus fuerzas sin alterar sus leyes. 
  • El cosmopolitismo. 
  • El utilitarismo o búsqueda de lo práctico → rechazo de los saberes especulativos como la teología o la metafísica. 
  • La idea de progreso, basada en la confianza en los avances de la ciencia experimental y en las posibilidades de la técnica, para mejorar la vida humana y la sociedad 
  • El optimismo ante las posibilidades que ofrece la nueva actitud vital. 
  • La búsqueda de la felicidad → luchar contra la ignorancia y divulgar los conocimientos útiles. 
  • La valoración de la educación y pedagogía. 
El progreso 

La idea de progreso surge ahora y supone un cambio decisivo, ya que la referencia deja de ser el pasado idealizado y se sitúa en el futuro, un mundo nuevo a alcanzar y por el que luchar. Por ejemplo, si hasta entonces todos los levantamientos políticos o sociales reivindicaban la vuelta a un pasado ideal, ahora se sustituye este por el mañana. 

La divulgación 

El afán por difundir conocimientos explica el cambio del latín por las lenguas nacionales, con el francés, como lengua internacional de los ilustrados. La prensa adquiere gran desarrollo facilitando la difusión de ideas, frenada por el analfabetismo, pese a los esfuerzos por enseñar a leer y extender las luces. Una de las formas de ejercer la crítica es la ironía, llegando al sarcasmo, con maestros como Voltaire. 

Ante la actitud refractaria de las universidades hacia las ideas ilustradas (con excepciones como Göttingen, Leiden, Halle, Viena, Edimburgo o Glasgow), los lugares de expresión de aquellas, además de libros y prensa, fueron las academias científicas, tertulias y salones (con mujeres de la alta nobleza o burguesía como anfitrionas), clubes, agrupaciones privadas, logias masónicas, los cafés o el teatro. 
El personaje clave es el philosophe, entendido como intelectual a quien se concibe como alguien que trata de realizar una tarea útil → la filosofía del s. XVIII suele tener un contenido divulgador de principios y saberes. Los filósofos se reconocen miembros de una comunidad transnacional y cosmopolita. Procuran reunirse y debatir entre ellos, como en Francia los miembros del grupo constituido en torno a la Enciclopedia, le parti philosophique. 


Los opositores 

En su lucha por cambiar las cosas se enfrentaban tanto a la realidad como a los antiilustrados, defensores del viejo orden: nobles, eclesiásticos y partidarios del estatus quo en general. En muchos casos se apoyan en las universidades, reductos de la vieja escolástica controladas por las órdenes religiosas, y cuentan con las mismas vías de difusión de sus ideas que los ilustrados. El cruce de críticas entre ambos dio lugar a polémicas, muchas veces a través de panfletos, en las que la ironía y la sátira están siempre presentes. 

Las Iglesias se opusieron a las ideas ilustradas en base a la defensa del sentimiento o con argumentos racionales o históricos, con frecuentes errores y exageraciones. Varios autores reaccionaron frente al espíritu crítico y trataron de refutar las ideas de los filósofos. La mayoría carecían de habilidad dialéctica, pero podían influir, a través del clero, en los sectores sociales con menor formación. Los más radicales presentaban a la Ilustración como un monstruo vinculado a la herejía, el ateísmo o el judaísmo, a los que asocian también la ciencia moderna del s. XVII. 

En el mundo protestante también hubo reacciones en contra. En Gran Bretaña hubo críticos del deísmo (como Samuel Clarke o Joseph Butler) y del sensismo. En Alemania, más que crítica intelectual hubo reacciones, como la de la exégesis bíblica protestante o las de ciertos pietistas. De hecho, las reformas religiosas protestantes postulaban un cristianismo en la línea del pietismo, que tenía mucho de respuesta contra la Ilustración. 

La mayoría de los ilustrados conocidos, sobre todo en Francia, fueron deístas o ateos, pero también hay una Ilustración cristiana, no exclusivamente católica, que entiende que los valores de la Ilustración (razón, dominio de la naturaleza, felicidad terrena…) y los avances científicos pueden convivir con la fe y práctica religiosa. La Ilustración cristiana afectó a numerosos personajes participantes de la Ilustración. En el mundo católico dicha actitud tiene precedentes en figuras humanistas como Erasmo, Luis Vives o Tomás Moro, y se plasmó con frecuencia en la búsqueda de una religión más auténtica, en la que los laicos tuvieran un papel mayor. 

El papel de la mujer 

Uno de los principales límites de la Ilustración es la consideración de la mujer, que apenas varió. Filósofos como Montesquieu, Diderot, Helvétius o Voltaire apoyaban el divorcio, pero no una condición social igualitaria para las mujeres, que solo defenderá Condorcet a principios de la Revolución. Para la mayoría, como D´Holbach o Diderot, las mujeres son incapaces de concebir pensamientos profundos y complejos. La Enciclopedia afirmaba que el destino de la mujer era “tener hijos y alimentarlos”, y Rousseau le asignaba un papel doméstico, vinculado a la maternidad y dependiente del hombre. 
Una excepción fue Theodor Gottlieb von Hippel (1741-96), amigo de Kant, quien publicó en 1792 un estudio en el que abogaba por la igualdad de la mujer y una educación igualitaria. La escritora inglesa Mary Wollstonecraft (1759-97) fue defensora de los derechos de la mujer y precursora del feminismo.

Gran Bretaña 

El contexto de libertades políticas y de opinión pública en Gran Bretaña, que contaba con prensa (primer diario se funda en 1702), clubes, cafés, gabinetes de lectura y otros lugares de encuentro y debate, favoreció la difusión del pensamiento ilustrado. No tuvo por tanto carácter subversivo, sino moderado y esencialmente filosófico, centrado en el estudio de los problemas del conocimiento y en la religión. 
  • La teoría del conocimiento 
La epistemología profundizó en la senda del empirismo de Locke. El obispo anglicano irlandés Georges Berkeley (1685-1753), cuyo pensamiento es conocido como inmaterialismo o idealismo subjetivo (que influirá en Kant), afirmó que no puede demostrarse la realidad de las sustancias corpóreas que sustentan las cualidades que aprecian los sentidos, es decir, la materia. 

El escocés David Hume (1711-76) fue más allá al negar la posibilidad de demostrar la existencia de cualquier sustancia, material o espiritual. Diferencia entre impresiones (lo único cierto, procedente de los sentidos o experiencias), e ideas (que desarrollan las impresiones). El conocimiento se obtiene a través de los sentidos, pero la mente no obtiene más que una representación de la naturaleza que no prueba la existencia del mundo exterior, el cual es solo probable. Niega la relación causa-efecto, que considera indemostrable. 

El escepticismo de Hume o el inmaterialismo de Berkeley les sitúa en una vía escasamente ilustrada en relación con el conocimiento. Más típicamente ilustrado es el escocés Thomas Reid (1710-96), que en sus Investigaciones sobre la mente humana defendió el papel de la razón y la capacidad de conocer la realidad, y afirmó que el sentido común indica la existencia del mundo exterior. 
  • Las cuestiones religiosas y morales 
Ya a finales del s. XVII algunos de los principales teóricos del deísmo, actitud religiosa de muchos ilustrados, son británicos. También se desarrollaron tempranamente posturas partidarias de una moral natural al margen de la religión, basadas en la idea iusnaturalista de la existencia de un sentido moral innato del ser humano. El tercer conde de Shaftesbury, Anthony Ashley Cooper (1671-1713), defiende como norma de moralidad la utilidad y búsqueda de la máxima felicidad, frente a los que llama extremismos religiosos, manteniendo una postura optimista. 

Hubo también exaltaciones del sentimiento, antes que lo hiciera Rousseau, como las novelas de Samuel Richardson o la poesía prerromántica de Thomas Gray o Edward Young y los llamados graveyard poets (poetas de cementerio). 

Francia 

Francia fue el epicentro de la Ilustración. Sus pensadores ejercieron de forma más amplia la capacidad crítica basada en la razón, radicalizándose muchos de ellos progresivamente. Sus precursores fueron Bayle y Fontenelle, los pensadores y científicos del s. XVII (a los que divulgaron), y la admiración por la política y sociedad inglesa. 
  • Montesquieu (1689-1755) 
Charles-Louis de Secondat, barón de Montesquieu, se sitúa en una fase inicial de la Ilustración. Humanista, magistrado y miembro de la noblesse de robe. En las Cartas Persas (1721) critica satíricamente el despotismo, los dogmas absurdos, el papa o el clero, desde el punto de vista de dos viajeros persas. El espíritu de las leyes (1748), influenciado por su conocimiento de la política británica, es uno de los libros básicos de los regímenes democráticos. 

Se propuso descubrir los medios de restaurar las antiguas libertades de los franceses, basándose en unos métodos similares a los que habían comenzado a desarrollar con éxito las ciencias de la naturaleza. 
Su objetivo era elaborar una teoría sociológica del gobierno y del Derecho, mostrando que la estructura y el funcionamiento de ambos dependen de las circunstancias en que vive un pueblo: clima, estado de las artes, comercio, la forma de las constituciones políticas, costumbres, temperamentos… Pese a tal relativismo, creía que la naturaleza aporta un canon de justicia absoluta anterior al Derecho positivo y consideraba que la sociedad se rige por una ley natural fundamental, que identifica con la razón, la cual, al operar en distintos medios y lugares, produce diferentes instituciones. Las formas de gobierno son república, monarquía y despotismo, basadas en virtud, honor y temor. Atribuye la libertad que tiene Inglaterra a la separación de poderes y a los frenos y contrapesos entre ellos. 

La idea de la separación de poderes, de la forma mixta de gobierno, ya había sido planteada con anterioridad, pero sin un significado muy definido. La aportación de Montesquieu consistió en modificar la antigua doctrina y convertir la separación de poderes en un sistema de equilibrios y contrapesos jurídicos. El espíritu de las leyes tuvo un gran éxito, pero las críticas hacia muchas de las realidades y prácticas políticas (venalidad, desigualdades fiscales, intolerancia, esclavitud, tortura, etc.) suscitaron la oposición de importantes sectores, y en 1751 fue incluida en el índice de libros prohibidos de la Iglesia. 

Montesquieu

François Marie Arouet, conocido como Voltaire, personifica la Ilustración hasta el punto de que el adjetivo volteriano fue usado en plan denigratorio por reaccionaros e integristas para descalificar como librepensadores, ateos, o enemigos de la Iglesia a los que no compartían sus ideas. Su experiencia en Inglaterra le llevó a admirar su sistema político y su avanzada sociedad. Vivió en Prusia, llamado por Federico II, antes de recluirse en Ferney, cerca de la frontera francesa con Suiza. Su carácter vehemente, irónico, agresivo, se combina con su inteligencia, capacidad de trabajo, independencia de criterio y amplitud de intereses. Todo ello le llevó a protagonizar numerosas polémicas, en las que sacaba a relucir su ironía, sátira y sarcasmo. Escéptico y deísta, criticó las religiones reveladas y su intolerancia, llegando incluso a Jesucristo. 

Su obra fue enorme, abarcando diversos géneros, la historia, la filosofía y el ensayo. Como historiador destacan El siglo de Luis XIV o el Ensayo sobre las costumbres y el espíritu de las naciones. En sus Cartas filosóficas o Cartas inglesas (1734) critica la sociedad francesa en contraposición a la inglesa. Otras obras importantes son Tratado sobre la tolerancia (1763) en que manifiesta su deísmo y anticlericalismo, y el Diccionario filosófico (1764), que muestra su mentalidad cercana a la burguesía y la opción por la reforma en línea del absolutismo ilustrado, contraria a extremismos políticos. En una de sus novelas, Cándido o el optimismo, criticó el optimismo ilustrado ante la realidad del mal. 

Voltaire

  • Rousseau (1712-78)
El tercero de los grandes ilustrados franceses es Jean-Jacques Rousseau, quien no obstante fue precursor del romanticismo por su exaltación del sentimiento en sus novelas La nueva Eloísa (1760) o Las confesiones (1778). 

Vivió en Francia, Suiza e Inglaterra. De carácter difícil, se enfrentó con los enciclopedistas en 1756, con quienes rompió a finales de los 50. Su crítica social o su defensa de la igualdad y la soberanía popular ejerció gran influencia en la Revolución Francesa. 

En su Discurso sobre el origen y fundamentos de la desigualdad entre los hombres (1755) denuncia los males que se derivan del paso del estado de naturaleza, abstracción conceptual en que los hombres son libres e iguales, a la sociedad civil, que les corrompe con la propiedad privada, el afán de riqueza, la injusticia o el despotismo. 

En el Contrato Social (1762) desarrolla estas teorías y sus propuestas políticas. El hombre, bueno por naturaleza, pierde su libertad natural, su soberanía, al pasar al estado de sociedad, a cambio de una más segura libertad civil, en la que la comunidad, el pueblo, cuerpo moral o colectivo que se establece en el contrato, pasa a ser depositario de la soberanía. Dicha cesión se realiza a cambio de ventajas como el imperio de la razón, el Derecho, la propiedad o la igualdad, y puede dar lugar a tres fórmulas, definidas por la relación entre la soberanía, el pueblo y los gobernantes: democracia, aristocracia y monarquía. 
En Émile ou de l´Éducation (1762), propugna una educación basada en tendencias naturales frente a la influencia negativa de la sociedad y en la que, además de la razón, se insiste en la importancia de los sentidos. Pese a ser deísta concibe una religiosidad interior en relación con el autor de la naturaleza. 
La enorme influencia de Rousseau se advierte en liberales, socialistas, revolucionarios, comunistas, etc.

Rosseau

La Enciclopedia 

A mediados del s. XVIII el movimiento ilustrado francés había llegado ya a su plenitud. Se inicia entonces la Enciclopedia o Diccionario razonado de las ciencias, artes y oficios, ambicioso proyecto que, bajo la dirección de Denis Diderot (1713-84) y el físico y matemático Jean Le Rond d´Alembert (1717-83), y con la idea inicial de traducir del inglés la Cyclopaedia de Chambers (1728), acabó implicando a más de 150 colaboradores. Con la intención de dar cuenta de los “esfuerzos del género humano en todos los géneros y siglos”, la obra exaltaba la razón y criticaba la tradición y la religión. Inició su publicación en 1751, provocando la polémica entre partidarios y detractores (especialmente la Iglesia), pese a lo que la edición continuó gracias a sus protectores en la corte, especialmente la poderosa madame Pompadour. 

La oposición aumentaba a medida que aparecían volúmenes. Para las autoridades religiosas, jesuitas o el delfín Luis Fernando de Borbón (1729-65), hijo de Luis XIV, era la “Biblia de Satán” o la “Torre de Babel”, mientras que para los partidarios era el fruto de una “santa confederación contra el fanatismo y tiranía”. Tras pronunciarse en contra el Parlamento de París y la condena de Clemente XIII, la publicación se suspendió en 1759, aunque se siguió imprimiendo de forma clandestina. Tras la Guerra de los Siete Años, el gobierno permitió la venta de los volúmenes ya preparados. En 1765 contaba con 17 volúmenes, a los que se añadieron otros 11, hasta completar los 28 en 1772, y 35 en 1780. Pronto traducida, reeditada e imitada en Francia, Inglaterra o Alemania, supuso una formidable puesta al día de todos los conocimientos de la época, con las diferentes visiones de sus autores, pero siempre con los dos elementos básicos en común: el uso de la razón y el espíritu crítico. 

Agrupación de autores ilustrados
  • Participantes en la Enciclopedia 
DIDEROT: gran animador de la Enciclopedia, filósofo, autor teatral, novelista, ensayista y personaje polifacético y contradictorio. Pasó de una confianza inicial en la razón al escepticismo y el materialismo, y del deísmo a la indiferencia ante la religión. En lo moral, acepta una norma basada en el altruismo y sacrificio propio. Evolucionó desde el apoyo al absolutismo ilustrado a la crítica de la sociedad y a posturas favorables a la rebelión social. 

Diderot


EL ABATE CONDILLAC (1715-80): perteneciente a la noblesse de robe, se ocupó de los problemas del conocimiento, que consideraba fruto de las sensaciones, en la línea del empirismo lockiano. 


HELVÉTIUS (1715-71): era fermier général de impuestos → Rico. Relativamente materialista: consideraba la creencia en Dios y el alma como resultado de la incapacidad para comprender la naturaleza → las religiones son un despotismo destinado a mantener la ignorancia para explotar mejor a los hombres; pero por otro lado se refiere con frecuencia a un Dios al estilo de los deístas. La base de la moral es el interés egoísta, definido como el impulso hacia la búsqueda del placer y la eliminación del dolor. Las leyes habían de procurar equilibrar los intereses personales con el general, tratando de lograr el bien del mayor número de personas. Concede una enorme importancia a la educación, que consideraba el instrumento esencial para la reforma de la sociedad, convencido de que todos los hombres tienen la misma capacidad para el conocimiento. 

Helvetius

Los defensores del materialismo 

LA METTRIE (1709-51): médico, ateo y hedonista, defendía la inexistencia del alma. 

LA METTRIE

D’HOLBACH (1723-89): afirma que solo existe la materia, eterna y dotada de movimiento. Ateo declarado y contrario a todas religiones, que considera obstáculo para el avance moral de la humanidad, admite como único criterio moral el egoísmo, que identifica el bien con lo útil y el mal con lo inútil. Considera que, como ser social, el hombre busca el propio interés, teniendo en cuenta el de los demás, lo que redunda en su beneficio. 

D’HOLBACH 

Los filósofos del progreso 

Destacan el fisiócrata Turgot, el conde de Bolney y el marqués de Condorcet. Para este último, futuro girondino, el progreso del espíritu humano haría desaparecer la desigualdad política y social. Defendía el derecho de ciudadanía de las mujeres y el voto femenino. Más adelante, Benjamín Constant, quien confiaba en que el progreso llevara a un Estado y una religión perfectos. 

 Los utópicos socializantes 

Destacan Morelly, que postulaba la abolición de la propiedad privada, el abate Bonnot de Mably, quien también mantenía tesis igualitarias, o el benedictino Dom Deschamps, que defendía la comunidad de bienes y el amor libre, y cuyo extremismo provocó la desconfianza de Rousseau o Helvétius. 

La Ilustración en otros países 

La Ilustración alemana 

Más profunda, menos orientada a la divulgación y más moderada que la francesa. Fue básicamente un movimiento filosófico, vinculado con el desarrollo en las universidades alemanas del cameralismo o ciencias camerales, cuyo objetivo era la enseñanza de los principios económico-administrativos y políticos como base teórica de la intervención de los gobiernos en campos muy diversos, desde los tradicionales a otros como sanidad, educación o asistencia social, con la finalidad de conseguir el bienestar público. 
  • Christian Thomasius (1665-1728)
Profesor universitario, abandonó sus orígenes pietistas para exaltar la razón, capaz por ella sola de conocer el Derecho natural. Abogó por reformas ilustradas como la lucha contra la tortura o los procesos de brujería. 
Christian Thomasius

  • Christian Wolf (1679-1754) 
También profesor universitario, fue sobre todo un divulgador metódico del pensamiento racionalista de su maestro Leibniz, con una obra amplia pero no demasiado profunda. Convencido del carácter práctico de la filosofía, incluida la metafísica. Con gran prestigio en Alemania y Europa central, antes de que la influencia de la filosofía inglesa y la evolución del pensamiento kantiano determinaran su decadencia.

Christian Wolf

  • Gothold Ephraim Lessing (1729-81) 
Enlaza Ilustración y prerromanticismo alemán. Destaca su obra literaria (poesía, prosa y teatro, a cuya renovación contribuyó). En La educación del género humano (1780) consideró que la aportación fundamental de las religiones positivas era la contribución al proceso de una moral más elevada, la cual esperaba que fuera el fruto de la ética racional. Al final de su vida el texto utópico Ernst y Falk. Diálogos para masones anuncia un futuro sin prejuicios religiosos, en que triunfen fraternidad, justicia e igualdad. Destacó su oposición al absolutismo de Federico II. 


Gran figura del pensamiento alemán, superando la Ilustración, una de las grandes cumbres del pensamiento universal. Precursor del idealismo, en la teoría del conocimiento afirmó que la mente humana es capaz de alcanzar la verdad en las ciencias, defendiendo así la objetividad de los principios de estas. 

Su Crítica de la razón pura (1781) es un ataque a la metafísica, ya que considera que no conocemos las cosas como son, si no como se presentan ante nuestra facultad de conocer. Superando la dicotomía racionalistas￾empiristas, considera que el conocimiento se basa en los conocimientos a priori de nuestro entendimiento (anteriores a la experiencia), y en las formas a priori de nuestra percepción: el espacio y tiempo, que no son propiedades reales de las cosas → Pone límites a la razón, reduciendo su capacidad objetiva al mundo sensible y a la ciencia experimental. Fuera de ellos la inexistencia de pruebas obliga a suspender su uso. 

En su Crítica de la razón práctica (1778), estudia los fundamentos de la moral y el problema de la libertad humana.

Afirma que existe una razón de orden práctico que se funda en el hecho absoluto de la ley moral, en una experiencia que está en la base de nuestro ser, el imperativo categórico. La ley moral como fundamento de nuestras acciones crea en los seres humanos la conciencia del deber, el concepto básico de su ética (rigorismo kantiano). Lo no sometido a las condiciones del mundo sensible tiene sus raíces en un mundo no sensible, inteligible, imposible de demostrar teóricamente. No obstante, los postulados de la razón práctica (Dios, la inmortalidad del alma, la libertad, etc.) son creencias razonables que es necesario suponer para que la acción moral sea posible. 

Kant



El Sturm und Drang 

En la segunda mitad de siglo se desarrolló el movimiento cultural “Tempestad e ímpetu”, exaltador de lo germánico y precursor del Romanticismo. 
  • HERDER (1744-1803): historiador y filósofo de la historia, defendió la pluralidad de culturas, arraigadas en los diferentes espíritus de cada pueblo, lo que abrirá la valoración de las características nacionales del Romanticismo. 
  • GOETHE (1749-1832): su obra se inscribe más propiamente en el periodo posterior de la Revolución Francesa y el mundo napoleónico, aunque ya en 1774 inicia la ética romántica con Las desventuras del joven Werther. 


La Ilustración en España 

Tardía y con alcance menor, centrada en el intento de depurar la religión y en las reformas que buscaban modernizar el país. La figura principal de la primera mitad del s. XVIII fue el benedictino fray Benito Jerónimo Feijoo (1676-1764), cuya obra El Teatro Crítico Universal constituye una aportación fundamental en su empeño por criticar supersticiones, errores y costumbres irracionales. Desde mediados de siglo, con Fernando VI y Carlos III, muchos principales ilustrados serán políticos comprometidos con el reformismo, como el marqués de la Ensenada o José de Carvajal, y más adelante los condes de Campomanes, de Aranda, de Floridablanca, o Gaspar Melchor de Jovellanos. 

Jovellanos

La Ilustración en Italia 

En la primera mitad de siglo, destacan Ludovico Antonio Muratori, el jurista e historiador Pietro Giannone o el filósofo de la historia Giovanni Battista Vico. Y ya en plena Ilustración, el jurista Cesare Beccaria, humanizador del Derecho penal con su obra De los delitos y las penas, o el filósofo y economista Antonio Genovesi, quien ocupó en la Universidad de Nápoles la primera cátedra de economía política de Europa. 
Antonio Genovesi

Ciencia y cultura en el s. XVIII 

La ciencia y la cultura progresaron a partir de la Revolución científica del s. XVII y la propia Ilustración. Las ciencias físico-matemáticas avanzaron con la seguridad del nuevo método científico. 

Matemáticas 

Destacaron, entre otros, el desarrollo del cálculo infinitesimal o la aparición de la geometría descriptiva. El principal matemático fue el suizo Leonhard Euler. 

 Física 
  • ELECTRICIDAD: el inglés Stephen Gray descubrió que la conductividad dependía de los materiales, que clasificó en buenos y malos conductores (1729), y puso las bases para el estudio de la corriente eléctrica, que se iniciaría a finales de siglo. El francés Charles François Du Fray, tras comprobar la posibilidad de electrizar cualquier cuerpo, puso de moda los experimentos con electricidad, que continuó el holandés Pieter van Musschembroek, quien descubrió en 1745 la “botella de Leiden”, primer condensador eléctrico. Luigi Galvani descifró la naturaleza eléctrica del impulso nervioso y Alessandro Volta inventó la pila eléctrica (1800). Benjamín inventó el pararrayos (1752), que demostraba que el rayo era un fenómeno físico y no manifestación de la cólera divina, contribuyendo a desterrar el miedo que provocaba. 
  • CALOR: se avanzó en su medición → varias escalas, destacando las del polaco Daniel Farenheit (1714), el francés Ferchault de Réaumur (1713) y el sueco Anders Celsius (1742). Los importantes avances en el conocimiento del calor específico y la construcción del calorímetro por Laplace y Lavoisier (1783) servirían a Watt para perfeccionar la máquina de vapor.

 
Astronomía 

Se mejoró el conocimiento de la trayectoria de los cuerpos celestes, así como la exploración del cielo gracias a los avances en telescopios. El alemán Herschel descubrió Urano (1781) y estudió el anillo de Saturno y varias nebulosas de la Vía Láctea. El abate Louis de Lacaille descubrió y puso nombre a numerosas estrellas y constelaciones. A finales de siglo, Laplace explicó el universo de forma ordenada, indicando su origen a partir de una nebulosa o remolino de polvo y gas, lo que constituye la base de las teorías actuales sobre la formación estelar. 




Medicina 

Se describieron mejor algunas enfermedades conocidas, se localizaron otras como la diabetes, las fiebres tifoideas, la varicela o la tuberculosis ósea. Temperatura y pulsaciones sirvieron para detectar la enfermedad y se empleó la electricidad contra la parálisis, la gota o el reumatismo. En farmacopea se utilizó la quinina contra la fiebre y la malaria, la ipecacuana contra la disentería o el digital para fortalecer el corazón. Avances en obstetricia y cirugía y progresos en higiene y medicina preventiva, con inoculación y vacuna contra la viruela. 



Química 

Una gran novedad fue la vinculación de la química a la nueva ciencia. El francés Lavoisier (1743-94) abrió una nueva época al convertirla en una ciencia que opera con magnitudes, igual que la física, dotándola además de un lenguaje y un método. Entre otras aportaciones estableció el concepto de elemento (sustancia simple que no se puede dividir) contribuyó a elaborar la ley de conservación de la materia e investigó la composición del agua y la combustión, rechazando la teoría del flogisto. 

Lavoisier 

Ciencias de la naturaleza 

Permitirán un mejor conocimiento de la Tierra, los materiales que la componen y los seres vivos. 
  • LOUIS LECLERC: escribió con ayuda de colaboradores un compendio de conocimientos de 44 volúmenes basado en la observación y experimentación, Histoire naturelle, générale et particulière. En Les époques de la Nature (1778), condenada por la Iglesia, señaló unos periodos de evolución de la Tierra, abriendo un abanico de posibilidades de estudio que se desarrollarán más adelante. 

  • KARL LINNEO: se dedicó al mundo vegetal y animal, especialmente las plantas. Se le considera padre de la moderna taxonomía por su esfuerzo de clasificación, con la nomenclatura binominal. No obstante, participaba de una idea creacionista de la naturaleza, contrastada por el botánico Jean Marchant o por Moreau de Maupertius, quienes consideraban que las especies actuales son el resultado de cambios lentos y evoluciones, intuyendo la selección natural y posterior evolucionismo. 
Avances técnicos 

Permitió inventos fundamentales como los ya vistos en industria textil o energía. Mezcla de ciencia y técnica fueron los inicios de la aeronáutica, con los primeros globos aerostáticos y los hermanos Montgolfier como pioneros (1783). 

Se desarrolló el telégrafo óptico de señales y a finales de siglo los primeros experimentos con telégrafo eléctrico. 



El arte en la Ilustración 

Predominó la prosa, manifestada en novela, ensayo, correspondencia y memorias. El teatro, secularizado, se centró en la comedia de costumbres. En las artes continuó inicialmente el Barroco, produciendo la tendencia al Rococó, sin grandes pretensiones intelectuales y manifestado en las artes menores, interiores y decoración. En la segunda mitad de siglo se impuso el Neoclasicismo: modelos clásicos, equilibrio y simplicidad de líneas, principalmente en arquitectura civil (palacios). En pintura comenzó a predominar el retrato, signo de una época que reivindica el ser humano, vinculado en la pintura inglesa a la belleza del paisaje. 

Especial importancia tuvo la música, barroca en su comienzo, con figuras como los alemanes Bach o Händel y que evolucionaría más adelante con figuras como Haydn o Mozart, principal representante del estilo clásico. 


El catolicismo y las otras confesiones cristianas 

En el XVIII avanzaron la tolerancia y la indiferencia religiosa y descendió el interés por la Iglesia, que careció de grandes ideas y figuras, y la religión en general. Se dio una especie de atonía tras la Reforma y la Contrarreforma. 

Las órdenes religiosas que se crean en el s. XVIII son de poca relevancia y escasa trayectoria. La más importante fue la de los redentoristas fundada en 1732 por el noble napolitano Alfonso María de Ligorio. Los ilustrados fueron muy críticos con el clero y los religiosos católicos: número excesivo, escasa formación, ignorancia, fanatismo, inutilidad… Tales críticas, no siempre justas, influyeron en varios gobernantes ilustrados, que adoptaron medidas para reducir el número de eclesiásticos. En cualquier caso, en la segunda mitad del siglo el clero se redujo mucho, especialmente los regulares. 
Se agudizó la pérdida de poder del papa, iniciada con la Paz de Westfalia, perjudicado por el desplazamiento hacia el norte del centro de gravedad de la política europea, y por la condición de no católicas de la nueva potencia dominante, Gran Bretaña, y las emergentes, Rusia y Prusia.
  • El regalismo 
En la Europa obediente a Roma se intensificaron las luchas regalistas (destacando el galicanismo francés), reforzadas por la existencia de una corriente episcopalista y conciliarista. Los monarcas católicos iban más allá y trataban de intervenir en la cúspide del poder pontificio, como se manifestó en los cónclaves, o en la supresión de la Compañía de Jesús (1773), consecuencia de la presión de las coronas. Muchas de las concesiones regalistas se plasmaron en concordatos, entre los que destacan los de Benedicto XIV (1740-1758) con Cerdeña Piamonte (1741), Nápoles-Sicilia (1741), España (1753) o Austria (1757). 

El principal conflicto regalista del siglo, que influyó en la supresión de jesuitas, se produjo cuando el Monitorio de Parma (1768), documento pontificio que condenaba la política regalista del ducado, provocando la protesta de otros príncipes borbones → publicación en España del Juicio imparcial sobre el Monitorio de Parma del conde Campomanes, y restablecimiento del exequátur o pase regio, autorización real para documentos pontificios, ya en desuso. 

Las tensiones regalistas se acentuaron con el sínodo diocesano de Pistoia (1786), que aspiraba a reformar la Iglesia en la línea de las doctrinas episcopalistas, siendo condenado por Pío VI. En 1790 se aprobó la Constitución Civil del Clero, que supuso el triunfo de las tesis galicanas y jansenistas, antes de que Napoleón atacara directamente el poder de los papas. 


  • La supresión de la Compañía de Jesús 
Una de las principales repercusiones del regalismo fueron las expulsiones y la supresión de la Compañía de Jesús (no restablecida hasta 1814). Su poder e influencia y su apoyo al absolutismo le granjearon la enemistad de sectores diversos: ilustrados, jansenistas y las otras órdenes (que les disputaban aspectos como el influjo social o dominio de cátedras universitarias y les envidiaban su papel de confesores reales, su labor educativa con élites sociales y su destacado papel intelectual). 

La clave de dichas enemistades fue su oposición al regalismo y su sumisión al papado, (sus miembros destacados hacían voto de obediencia al papa), aunque no les faltaron otros problemas, como el enfrentamiento con la casa de Borbón, los conflictos de las reducciones del Paraguay o la quiebra de las empresas comerciales en la Martinica del padre Lavalte, que llevaría a su expulsión de Francia. 
Primero fueron expulsados de Portugal (1759), después de los estados de los Borbones (Francia 1764, Parma 1768). La expulsión en España se apoyó en la acusación de participar en los motines de 1766 → investigación secreta que recopiló material en su contra, con la que el conde de Campomanes, fiscal del Consejo de Castilla, escribió el Dictamen final, resumen de los argumentos en que se basaría la expulsión. 

El odio llevó a las cortes borbónicas a conseguir en el conclave de 1769 la elección del franciscano Antonio Ganganelli como Clemente XIV, quien, presionado, firmó el Dominus ac Redemptor (1773), que decretaba la suspensión de la compañía. En compensación, Francia y Nápoles devolvieron los territorios ocupados al papa como reacción al Monitorio de Parma: Aviñón, Venaissin, Benenvento y Pontecorvo. 

Los bienes de la orden fueron desamortizados y sirvieron de base para parroquias, seminarios e instituciones educativas. La Compañía de Jesús no sería restablecida hasta 1814. 

Compañía de Jesús

El mundo protestante 

La decadencia religiosa 

Las Iglesias más rígidamente organizadas fueron las más afectadas, no así el luteranismo: 
  • CALVINISMO NEERLANDÉS: afectado ya desde finales del siglo anterior por la tolerancia y la descristianización. 
  • ANGLICANISMO: su jerarquía se convirtió en un cuerpo de funcionarios al servicio del poder. Los whigs exigían sumisión absoluta como requisito para los clérigos que desearan hacer carrera, y el gobierno dominaba al episcopado, integrado por miembros de la nobleza y la gentry. 
El pietismo y el metodismo 

Del seno del pujante pietismo alemán surgió una de las iniciativas reformistas más notables, protagonizada por el conde Zinzendorf como reacción contra el racionalismo ateo de la Ilustración y contra la falta de tensión religiosa del protestantismo de su época. Mezclando elementos pietistas y de los perseguidos hermanos moravos de inspiración husita, que tenía como arrendatarios de sus tierras de Sajonia, creó la Comunidad de los Hermanos de Herrnhut (1727). Se propuso crear pequeñas iglesias como base para revitalizar y unificar las Iglesias luteranas →unionista. Atrajo pietistas alemanes y hermanos moravos, pero fueron expulsados de Sajonia (1732). Se establecieron hermandades en otras zonas de Alemania, Provincias Unidas, Países Bálticos, América Británica, e Inglaterra, y en 1747 se les permitió volver a Sajonia y su Iglesia fue reconocida. 



Influenció al reformador inglés John Wesley, quien, tras el contacto con los hermanos moravos de Londres, se lanzó a predicar con su hermano Charles en las calles, con gran éxito entre clases medias y bajas, con una propuesta de religión de corazón y solidaridad humana. Su Iglesia se basaba en pequeñas comunidades que debían vigilarse y ayudarse para buscar la salvación. Un aspecto importante era su preocupación social, que llevó a postular la reforma de prisiones y abolición de la esclavitud. No se trataba de una nueva Iglesia, sino una corriente en el seno del anglicanismo, conocida como METODISMO por el método de disciplina interior que elaboró, logrando una amplia difusión en Gran Bretaña y Norteamérica, donde se convertirá en la confesión más numerosa gracias a la predicación de George Whitefield. 


Deísmo, masonería y descristianización 
  • El deísmo 
Muchos ilustrados se oponían a las religiones reveladas, cuyos dogmas y milagros consideraban contrarios a la razón, y defendían una religión natural, opuesta al Dios cristiano y basada en la razón, que sí admite un dios creador, arquitecto del mundo, autor de leyes eternas e inmutables de la naturaleza, cuya existencia se prueba por la perfección de esta, pero que no interviene en asuntos mundanos. Es la postura conocida como deísmo, o mejor, deísmos, por la dificultad de reducir a una las diversas posturas: por ejemplo, el inglés destacó en los análisis teóricos, frente al francés, más práctico y generalizado, que tiene en Voltaire a uno de sus principales representantes. 




Los deístas ingleses 

Son especialmente relevantes y constituyen una de las corrientes del pensamiento ilustrado más potente. 
  • JOHN TOLAND: atacó al cristianismo y exaltó la religión natural, especialmente en su obra Christianity not Mysterious (1696). 
  • MATTHEW TINDAL: menos radical, definía el cristianismo como un trasunto de la religión natural. 
  • HENRY SAINT-JOHN: líder de los tories, se cuidó de oponerse a la Iglesia anglicana por los posibles problemas para su vida pública. 
  • ALEXANDER POPE: también tory, representa un deísmo poético. En su Ensayo sobre el hombre ensalzó la felicidad humana dispuesta por el artesano eterno, diseñador de una sociedad en que cada uno tiene su lugar. 
La masonería 

Inspirada en las agrupaciones o confraternidades de maçons (albañiles) de la Edad Media, es en parte fruto de la Ilustración. Opuesta a los ateos, defendía el deísmo, el culto al gran arquitecto, la moral natural, la fraternidad y la tolerancia. La razón y la idea de progreso eran parte esencial de sus convicciones, que los llevaban a promover la virtud y la caridad. Entre sus miembros, pese a las jerarquías internas, se practicaba fraternidad e igualdad, si bien muchas logias estaban limitadas a nobles y la mayoría excluía mujeres y judíos. 

En su origen se dotaron de símbolos y contraseñas y usaron el secreto para protegerse. Se mantuvo en los siglos posteriores, aunque a partir del s. XVII comenzaron a entrar personas de clase social más elevada, con mayor formación intelectual, en calidad de miembros honorarios o free-maçons (origen del término “francmasón” que les identificará posteriormente). En Gran Bretaña muchos de ellos fueron jacobitas, deístas o de otros grupos mal considerados, que encontraron en la logia (nombre del local de reunión), una forma secreta de relacionarse y organizarse. Al cabo, los francmasones se separaron de las agrupaciones originarias, y en 1717, fecha inicial de la masonería especulativa o filosófica, 4 logias de Londres se federaron, constituyendo la Gran Logia de Inglaterra, que adoptó una estructura interna basada en los gremios y con las Constituciones de Anderson como regla. 

Pronto se difundió por el continente, evolucionó y surgieron divisiones. Despertó el recelo de las autoridades por su esoterismo y secretismo. Varios gobiernos la prohibieron y Clemente XII la condenó, como harían otros papas posteriormente. En España apenas tuvo presencia y fue prohibida por Fernando VI; Carlos III lo hizo primero en Nápoles, y luego en Madrid. Llegó a América, primero la anglosajona y luego la ibérica. Franklin y los tres primeros presidentes de EE. UU. fueron masones, aunque allí tuvo cuño británico, conservador, reglamentista y algo aristocrático, distinto del anticlerical y politizado de los masones mediterráneos. 


La descristianización 

A lo largo del siglo aumentaron el ateísmo y la indiferencia religiosa, especialmente en Francia, y se extendió en ciertos ambientes la descristianización.
 
Ilustración → fractura entre razón y fe → fractura entre cultura y religión → marginación de lo sobrenatural → cambio radical con respecto al pasado (una de las características del mundo actual). La secularización tuvo efectos positivos: mejora de las condiciones de vida de las minorías religiosas, la desaparición de la quema de brujas o la decadencia de la Inquisición. 

En Francia el pensamiento del párroco Jean Meslier, pese a ser conocido y filtrado a través del deísmo y absolutismo ilustrado de Voltaire, es considerado el fundamento del ateísmo y el anticlericalismo franceses. Habla de la inexistencia de Dios, la falsedad de todas las divinidades y religiones, y critica a la Iglesia y a Jesucristo. Su ateísmo radical es también una reacción frente a la injusticia y la explotación del pueblo, en la que denuncia la vinculación de la Iglesia y el poder, y preconiza la revolución y la abolición de la propiedad privada. 

domingo, 2 de marzo de 2025

EXPANSIÓN Y TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS EN LA BAJA EDAD MODERNA

El comienzo de la Revolución Industrial en Inglaterra en las últimas décadas del s. XVIII supone el inicio de un cambio decisivo en el ámbito económico, que supondrá el paso a una nueva fase del capitalismo y el fundamento económico de un mundo muy distinto al anterior.



El pensamiento económico 

El mercantilismo continúa dominando el pensamiento económico durante el s. XVIII, pero sus doctrinas, pensadas para proteger las economías nacionales en épocas de crisis, se adaptaban cada vez menos a las necesidades de una economía en expansión, y de hecho suponían un obstáculo al desarrollo manufacturero y mercantil. 

Surgieron así neomercantilistas defensores de tomar la producción e los intercambios como criterio para medir la riqueza de un país, en vez de la abundancia de moneda (reclamando una política de expansión basada en la libertad de mercados y el equilibrio natural de los precios), o partidarios de la valoración del papel del crédito y la importancia de la velocidad de la circulación monetaria. 

Aparecieron también pensadores críticos, precursores de las ideas que en el s. XVIII sustituirían el mercantilismo, surgiendo dos nuevas corrientes de pensamiento económico, ambas muy vinculadas a la valoración de la naturaleza propia del pensamiento ilustrado y a la idea basada en Newton de la existencia de un orden natural de las economías y las sociedades que hay que restablecer para conseguir la prosperidad material y social: la FISIOCRACIA y el LIBERALISMO.
  • La fisiocracia 
Con un precedente en Richard Cantillon (1680-1734) y su Essai sur la nature du commerce en général (1755), el máximo exponente fue François Quesnay (1694-1774), que en su Tableau Economique formula los principios básicos de esta escuela, el principal de los cuales es la valoración de la agricultura como fuente única de riqueza al ser la única que crea algo nuevo, mientras industria y comercio son meros transformadores, aunque necesarios para que los productos lleguen al consumidor, completando el ciclo económico. Para ello ambas actividades y especialmente el comercio han de ser libres (laissez faire, laissez passer). La importancia de la agricultura exige el incremento de la producción, por lo que defiende la propiedad libre de la tierra con la supresión de las viejas estructuras de origen feudal → economía basada en grandes explotaciones agrarias y orden social encabezado por los grandes propietarios → Aportación evidente a la formación del capitalismo, extendiéndose a partir de los 70 en los países gobernados por el absolutismo ilustrado. En las últimas décadas del siglo sus propuestas fueron superadas coincidiendo con el auge del comercio internacional y la industria. 

  • El liberalismo 
Con un precedente en David Hume (1711-76), que en sus Political Discourses (1752) defendía la libre concurrencia y el libre cambio sin intervencionismo político, el liberalismo nace ahora y se desarrollará posteriormente convirtiéndose en la gran doctrina económica del capitalismo en los siglos XIX y XX. Su padre es el escocés Adam Smith (1723-90) cuya obra An Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations (1776) es la cumbre del pensamiento económico y está considerada la primera que plantea en su conjunto la economía política (la actual economía). Se basa en el respeto al orden natural que le induce a buscar el principio que regula la economía. Es decir, el mercado se regulará de forma automática, gracias a la “mano invisible” de los intereses mutuos y racionales 

→ La ley de la oferta y la demanda rige los mercados (de bienes, de mano de obra, etc.) de forma natural. La acumulación de capital y su inversión son los motores esenciales de la economía y el crecimiento económico. Smith había puesto las bases del pensamiento económico liberal, que estimulaba la iniciativa privada. Es cierto que la ausencia de regulaciones pronto daría lugar a abusos, pero el propio autor aludió a la necesidad de una actitud moral y de una acción política capaces de evitarlos.

  •  Las resistencias a la liberalización económica 
La fisiocracia y el naciente liberalismo encontraron fuertes resistencias, ya que la inercia de las políticas mercantilistas era muy grande: mantenimiento de las aduanas interiores, las medidas proteccionistas o el poder monopolístico de las compañías comerciales como la East India Company. 

Por otro lado, la exaltación del individualismo que hacían las nuevas teorías despertó reacciones que se pueden considerar como proto-socialistas o antecedentes del comunismo. Étienne-Gabriel Morelly defendía en su obra Code de la Nature (1755) la supresión de la propiedad individual y el establecimiento de una sociedad donde primara la igualdad por encima de la libertad. William Godwin criticó el derecho de propiedad en nombre de la utilidad social, reclamando un nuevo reparto de los bienes debido a la solidaridad humana.

Étienne-Gabriel Morelly


 La coyuntura. Moneda y precios 

En las décadas finales del siglo XVII se inicia una recuperación económica que a causa de la Guerra de los Nueve Años y la de Sucesión de España no será estable hasta los años 20-30, cuando se inicia (con diferencias regionales) medio siglo de crecimiento hasta los años 70-80, especialmente intenso en la segunda mitad. En las décadas finales se dan dificultades en muchas zonas de Europa, que inciden también en la crisis abierta por la Revolución Francesa y los conflictos que provocará a partir de 1793. 
  • La evolución de los precios 
Entre 1685 y 1715 los precios, con anterioridad a la baja, se mantienen. Desde los años 30 y especialmente a partir de los 50 se produce un nuevo ciclo de alza que se agudiza tras 1760-80. 
Fueron los precios agrícolas los que más aumentaron: un 250% en Inglaterra entre 1730-40 y 1801-10, algo más en las Provincias Unidas y Austria, un 200% en Alemania y el norte de Italia, un 163% en Francia y al menos se duplicaron en el conjunto de Europa. Los cereales y sobre todo el trigo fueron los que más se encarecieron. 

De esta forma, la renta de la tierra aumentó bastante más que los precios y los beneficios de la industria o del comercio (hasta un 400% entre 1760 y 1800 en Inglaterra), lo que revalorizó mucho el suelo agrícola, elevó los arrendamientos y perjudicó el poder adquisitivo de los campesinos. 
El incremento de los salarios fue muy inferior al de los precios, lo que perjudicó a los sectores populares urbanos y a los asalariados del campo y de la ciudad. 



  • Metales y moneda 
Uno de los motivos de la inflación fue el notable aumento de metales preciosos disponibles en Europa, superando los mejores momentos del siglo XVI, destacando el oro de Minas Gerais, descubierto en la última década del siglo XVII, pero cuya producción comenzó a descender a mediados de siglo. La plata, al contrario, pasó de un estancamiento inicial a la recuperación y auge en las dos décadas finales de siglo. Los dos grandes beneficiarios fueron España y Gran Bretaña, aunque en la primera creó una gran inflación y un bloqueo económico que acabó beneficiando a las economías más avanzadas. 

La abundancia de metales preciosos favoreció una gran estabilidad de la moneda hasta los años 80, para lo que fueron decisivas las medidas para evitar las manipulaciones anteriores. 

España y Portugal volvieron a sufrir a finales de siglo sendas inflaciones monetarias agravadas en aquella por la introducción del papel moneda. 

En 1774 Inglaterra adoptó el patrón oro, gracias a su dominio del metal brasileño. 




Agricultura y ganadería 

Pese a la escasa atención del mercantilismo, la gran mayoría de la población europea trabajaba en la agricultura, imprescindible para la alimentación regular, el aumento de la renta de la tierra y el desarrollo del comercio y las manufacturas. El clima en el s. XVIII fue mucho más benigno que en el anterior, lo que se tradujo en una mejora de las cosechas, aunque con malos años y crisis de abastecimiento. 

Predominan aún en el s. XVIII los campos abiertos, aunque aumentan los cercamientos para hacer más rentable la explotación agraria y separar agricultura y ganadería → Incremento de la propiedad privada, del tamaño de las fincas y restricción de los usos y aprovechamientos comunales. 

Se necesita producir más para una población creciente (con la peculiaridad del factor condicionante de las grandes ciudades) → Extensión de superficies cultivadas y los pastos en perjuicio de bosques y tierras baldías. En la segunda mitad de siglo, la menor disponibilidad de tierras para roturar dio lugar a innovaciones técnicas localizadas que incrementaron la productividad, eliminando el barbecho y señalando el camino que se seguiría en el siglo siguiente. 



La agronomía y la introducción de mejoras 

Los contextos intelectual (fisiocracia), demográfico (población creciente) y económico (altos precios agrícolas) hicieron que en el s. XVIII se desarrollara el interés por la agronomía. Se pretendía mejorar la productividad agrícola y ganadera con métodos más eficaces recogidos en tratados o publicaciones y que fueron difundidos a los campesinos a través de sociedades y escuelas agrarias. Destacaron el inglés Jethro Tull y el francés Henri-Louis Duhamel du Monceau. 

Se realizaron los primeros estudios sobre la composición de los suelos. En los Países Bajos empezó a usarse el arado brabante, más complejo y eficaz, y se desarrollaron en Inglaterra máquinas rudimentarias para trillar, aventar, etc. 
  • Las reformas agrarias 
Los gobiernos impulsados por el absolutismo ilustrado impulsaron reformas agrarias para mejorar la distribución de la propiedad, limitar los privilegios señoriales o aumentar la productividad de la tierra. Pero existían frenos a los cambios: las viejas estructuras de propiedad, el peso de la fiscalidad, la calidad del suelo, el endeudamiento campesino, etc. Los mayores éxitos se produjeron en la desecación de las zonas pantanosas o en la organización de migraciones para colonizar espacios vacíos, especialmente en Rusia, Austria o Prusia. En los Países Bajos hubo a partir de 1765 una fiebre de construcción de polders. 
  • La rotación de cultivos 
El objetivo principal de los tratadistas era difundir la rotación de cultivos para eliminar el barbecho y establecer una nueva relación entre la agricultura y la ganadería. Por ejemplo, se introdujo el nabo en Norfolk, permitiendo un sistema de 4 hojas (Norfolk system) con trigo, trébol, cebada o avena y nabos. Esto junto al abono procedente del ganado, permitía eliminar los periodos de descanso consiguiendo 4 cosechas al año para la alimentación humana o ganadera. Allí donde se pusieron en marcha tales innovaciones se logró un avance productivo importante basado en el triángulo: producción agraria intensiva, cría de ganado estabulado y acceso al mercado urbano. 


  • Los nuevos cultivos 
El cultivo más novedoso fue la patata, que se adaptaba a suelos pobres, tenía un elevado rendimiento y un alto valor nutritivo. Era intensiva en mano de obra, pero esto se convirtió en una ventaja dado el alto crecimiento demográfico. En Irlanda y Alemania se introdujo a raíz de las malas cosechas entre 1740-70 y en algunas zonas de Dinamarca, Prusia o Sajonia era ya casi un monocultivo a final de siglo. En España se difundió en Galicia en la segunda mitad de siglo, generalizándose en la primera mitad del siglo XIX. 
  • Se expandió el trigo candeal, más valioso para la alimentación humana, a costa del centeno y la cebada. 
  • Se incrementó el cultivo de la vid por la mejora del nivel de vida y la demanda urbana. Algunas regiones se especializaron: Champagne, Jerez u Oporto. 
  • El maíz se extendió en el s. XVIII por las zonas húmedas, lo que supuso una mejora alimenticia notable dada su alta productividad, su resistencia y que permitía eliminar el barbecho.

  • La ganadería 
Se iniciaron especialidades como la zootecnia. Destaca la experiencia del granjero Robert Bakewell quien mediante cruces mejoró el ganado bovino y ovino. En diversas zonas se mejoró la alimentación y cuidado de los animales, aumentando sus rendimientos. 

Avanzó la ganadería estabulada y aumentó la demanda de carne para consumo humano. Se dio en diversas partes de Europa y tuvo su apogeo en Gran Bretaña. Mientras que en Inglaterra y el norte de Europa predominó la ganadería bovina, en el área mediterránea se dio un gran crecimiento de la ovina. 



  • El ejemplo inglés 
El país en el que la agricultura y la ganadería experimentaron mayor progreso fue Inglaterra, gracias a la combinación de los cambios agrarios, un marco institucional adecuado, la demanda interna, la importancia de la tierra libre gracias al desarrollo de los enclosures (en 1700 los campos abiertos ocupaban la mitad de la tierra, en 1820 solo quedaba sin cercar un 3% de la misma), los comienzos de la Revolución Industrial o la disponibilidad de financiación. La integración de mercados permitió relajar la autarquía y que comarcas y regiones se especializaran. 

Surgieron así regiones orientadas a la industria cuya alimentación provenía de fuera de las mismas y otras dedicadas a la producción agrícola y ganadera, que compraban los productos industriales. La especialización permitió establecer medidas de mejora de la organización y la aplicación de rotaciones en los cultivos El auge económico del campo atraía dinero y proporcionaba importantes beneficios, muchos de los cuales se reinvertían como, por ejemplo, en la construcción de canales para el riego o el transporte. 



El auge del comercio 

El aumento de demanda y el crecimiento económico del siglo fue beneficioso para el comercio, el sector más dinámico de la centuria. Los mercados alcanzaron niveles de relación e integración tales, que la difusión de información redujo las posibilidades especulativas y los márgenes de beneficio, regularizó la actividad mercantil y contribuyó decisivamente a la expansión de intercambios. 

Aunque los estudios se fijan en el gran comercio transoceánico, la actividad más constante y que movía mayor volumen de productos era la diaria en mercados de escaso radio. El papel de los gobiernos fue muy importante en la facilitación de las comunicaciones construyendo caminos, puentes y canales o mejorando la seguridad, y especialmente en la eliminación de obstáculos interiores (aduanas, peajes, prohibiciones, etc.), aunque a veces dicha eliminación fuera lenta o no del todo efectiva. 

El caso particular de la liberalización del mercado interior de cereales fracasó en la mayoría de los casos debido a las malas cosechas, las precarias infraestructuras de comunicación o la especulación. 
En Inglaterra fue casi innecesaria la intervención del gobierno, ya que la iniciativa privada colaboraba en la gestión de los asuntos públicos en aras del bien común del país y la sociedad. 



  • La mejora de las comunicaciones 
Contribuyó a ampliar el radio de los mercados. En tierra mejoran los caminos y carreteras, se construyen puentes y posadas. La construcción de canales amplió la vía fluvial, más rápida y barata que la terrestre, y al enlazar con ríos navegables permitían crear una extensa red fluvial que facilitaría el transporte, especialmente de mercancías pesadas. 

Mientras en la Europa continental la iniciativa fue de los gobernantes, en Inglaterra las obras las llevaron a cabo particulares o compañías de acciones, que se financiaban cobrando peajes y derechos de paso. 

En comercio interior, la tienda permanente va sustituyendo en las ciudades a mercados y ferias, cada vez más limitados al espacio rural. Los comerciantes se solían agrupar en gremios. Lo más novedoso es la expansión de algunos mercados interiores, especialmente el inglés, convirtiéndose en el principal consumidor de sus propios productos, por encima del exterior, reflejando la consolidación de una extensa clase media de creciente poder adquisitivo y de la integración posibilitada por las infraestructuras que redujeron mucho el precio del transporte interno. 

El principal avance en navegación fue el cronómetro (1763), que fijaba la longitud. Los barcos mercantes aumentaron el espacio de carga prescindiendo de cañones y zonas defensivas, diferenciando así barcos comerciales y de guerra. Se aumentó la resistencia y duración del casco, se eliminaron los castillos elevados de proa y popa, y predominaron los buques alargados y estrechos más rápidos y maniobrables. En 1705 se inventó el timón de rueda. Entre los prototipos que ahora se desarrollan se encuentra el indiamen, construido para el comercio transatlántico y que superaba con frecuencia las 1500 toneladas, así como algunos barcos más pequeños y ligeros como corbetas, goletas o el brick. El aumento de calado hizo que se necesitaran puertos cada vez más preparados, disminuyendo el número de los que eran importantes dentro del comercio a gran escala. 

El transporte marítimo sufrió importantes transformaciones. Cada vez más especializado y con menos riesgos, lo que permitió reducir el precio de los fletes y de los seguros (aumentó el número de aseguradoras). Gran Bretaña se convirtió en la primera potencia mercantil; tras imponerse a las Provincias Unidas, afirmó su predominio gracias a sendos tratados que facilitaron su presencia legal en las posesiones ultramarinas lusas y españolas, hegemonía confirmada por la Guerra de los Siete Años (1756-63) que consolidó su presencia en la India y Norteamérica. 



El Mediterráneo, que había perdido su predominio económico, vio en el s. XVIII cierta reactivación del comercio con el Próximo Oriente, dominado por los turcos, con participación inglesa, neerlandesa y francesa, beneficiada esta por la cláusula de nación más favorecida, a través del puerto de Marsella. Otros puertos fueron Livorno y Trieste, puerto de los Habsburgo, cuya economía tuvo un crecimiento que les permitió competir con Venecia, que también experimentó una recuperación en el s. XVIII. 
Mayor fue la reactivación del tráfico en el Báltico, donde comerciaban neerlandeses, británicos y otros países alejados que adquirían sobre todo productos para la construcción naval. El auge económico de Prusia o Rusia también ayudan a explicar la gran actividad del Báltico. San Petersburgo desplazó a Riga y Hamburgo y Königsberg a Lübeck como principales puertos en la zona. 

Dentro de las múltiples rutas europeas destacaba la comunicación entre las economías de norte y sur, que en buena medida se resumía en los intercambios entre el Báltico (hierro, cobre, lino, maderas, alquitrán, pieles o cereales) y el Mediterráneo (frutos secos, aceite, vino, lana o seda). Gran Bretaña y Francia eran los países más activos, con la reexportación hacia Europa de productos coloniales, incrementando su importancia. 
  •  El comercio con América 
El gran comercio con América se centralizaba en pocos puertos (Ámsterdam, Londres, Liverpool, Nantes, Burdeos, Lisboa y Cádiz) y aportaba, entre otros, los medios de pago para el comercio y la economía europeos. Londres era el principal puerto europeo, en detrimento de Ámsterdam. En América había 3 grandes áreas de comercio: 
  • NORTE: las 13 colonias británicas, que tuvieron gran crecimiento demográfico y económico. 
  • CENTRO: las Antillas, donde se habían asentado varias potencias en el s. XVII. 
  • POSESIONES ESPAÑOLAS Y PORTUGUESAS. 
Fue decisiva la expansión de los cultivos de plantación basados en mano de obra esclava africana, que afectó a las 3 áreas en distinta medida. La mayoría de los artículos que producían no eran de primera necesidad, pero eran muy demandados en Europa: azúcar, ron, café, tabaco, cacao o algodón. Y a coste muy inferior a los llegados de Oriente. 

Esto suponía un régimen de monocultivo que no dejaba espacio para otros productos agrícolas, que eran traídos, junto a otras manufacturas, de Europa. 

Era el pacto colonial, por el cual las colonias anglosajonas de Norteamérica exportaban a Gran Bretaña los artículos de sus plantaciones del sur, así como productos agrícolas y ganaderos, madera, hierro o pescado, a cambio de manufacturas y, sobre todo, esclavos negros, saldando con oro o plata el mayor valor de estos productos. Similar eran las condiciones de las Antillas, con aun mayor peso de la plantación. Brasil producía especialmente azúcar y oro. En las colonias españolas había una producción más diversificada: cuero, tabaco, azúcar, cacao, café, y metales preciosos (plata), que también servían para compensar el mayor valor de los productos que aportaba la metrópoli. De esta forma se llevaba al extremo la subordinación de las colonias a los intereses de las metrópolis. 



  • El comercio con Extremo Oriente 
También dominado por Gran Bretaña, a través de la East Indian Company, mientras los neerlandeses seguían controlando Indonesia. La actividad fue mucho menor que con América, pero el alto valor de los productos que se traían a Europa (té, café, seda en rama, hilo de algodón, perlas, especias…) no podía compensarse con los productos europeos, poco atractivos en el mercado oriental. Pese a los intentos de dominación política o de intervención colonial, el comercio con Oriente siempre fue deficitario y había que saldarlo con armas o metales preciosos procedentes de América. 

El dominio comercial británico 

Gran Bretaña fue la gran dominadora del comercio internacional del s. XVIII, aumentando entre 1700 y 1800 un 523% sus importaciones, un 568% sus exportaciones, un 906% sus reexportaciones y un 326% el tonelaje de su marina, sobre todo en las últimas décadas. 

El segundo fue Francia, aumentando un 300% su mercado exterior y un 204% el tonelaje de su marina. A diferencia del caso británico, el comercio europeo tenía un peso mayor que el intercontinental. 
El comercio americano otorgaba a España un papel mercantil importante, pese a las intromisiones. 

Las finanzas 

Auge comercial → Desarrollo de las finanzas. Al igual que en el siglo anterior, Ámsterdam siguió siendo la principal plaza, cuyas firmas y grandes comerciantes centralizaban un gran volumen de operaciones mercantiles a través del crédito. No obstante, sendas crisis en 1763 y 1773 implicaron que los financieros de Ámsterdam reorientaran parte de su actividad hacia el préstamo a gobiernos europeos, práctica cuyo peso crecía también en Génova, Ginebra o Frankfurt → El exceso de dinero disponible hizo que la banca se volcara en estos préstamos a los Estados, lo que le provocó serias pérdidas con la quiebra de Francia en 1789, la Revolución y las guerras revolucionarias. 
Por debajo de los grandes bancos y firmas, existían financieros a diferentes niveles que, como en el pasado, prestaban servicios a gobernantes (asientos, gestión de deuda pública) y a escala municipal y local (abastos públicos, crédito a particulares). 
  • Los bancos 
El número de bancos en las grandes ciudades y en el territorio se multiplicó. A sus actividades tradicionales (cambio, crédito, depósito) añaden algunas nuevas, como la gestión de las inversiones de los clientes o la emisión de billetes como medio de pago y bonos. 

El gran banco europeo del s. XVII había sido el de Ámsterdam, pero en 1694 se creó el Banco de Inglaterra, vinculado a las necesidades financieras de la Corona Británica (un préstamo de 1,2 M de libras fue su origen). 

Progresivamente conseguiría gestionar el crédito y la deuda pública, y emitió billetes apoyados en sus depósitos y el respaldo del Parlamento, lo que acabó convirtiéndolo en regulador de las finanzas británicas y modelo a imitar. 

Su carácter estatal tardaría en consolidarse, sufriendo la competencia de otras entidades, no consiguiendo el monopolio de emisión hasta 1742. 

En Francia no hubo un banco nacional hasta 1800, si bien en 1776 se creó una Caja de Descuento que emitía billetes y prestaba dinero a la Hacienda Real. 

En España, los poderosos Cinco Gremios Mayores de Madrid ejercieron de banco público con apoyo real, hasta que en 1782 Carlos III creó el Banco de San Carlos (origen del Banco de España), constituido, como el de Londres, por un consorcio de financieros. El aumento de la deuda pública y la intervención en la Guerra de Independencia de Estados Unidos llevó a emitir vales reales, títulos de deuda que podían usarse también como papel moneda. Pronto se devaluaron por el elevado volumen de emisión. En 1788 la deuda superó los 2.000 M, por unos ingresos de 618 M. La creación del Banco de San Carlos obedeció, entre otros, a la necesidad de regular el valor de los vales y otorgarles confianza, si bien volvieron a devaluarse por nuevas emisiones para financiar guerras. A finales de siglo se creó una Caja de Amortización para hacer frente a los pagos derivados de ellos.

Otros bancos nacionales al estilo del inglés se crearon en el s. XVIII en Austria, Escocia, Prusia o Rusia. 

  • Las bolsas y la especulación 
El auge de las compañías por acciones extendió la compraventa de sus títulos. La Bolsa de Ámsterdam comerciaba con los de numerosas empresas privadas y con títulos de deuda pública. En 1711 se organizó la Stock Exchange en Inglaterra, una agrupación de agentes que negociaba con títulos de compañías inglesas. Bolsas similares se crearon en Hamburgo (1720), París (1724), Berlín o Viena (1771). 

La especulación provocó importantes problemas. El más significativo fue el de la South Sea Company, cuyas acciones subieron mucho sobre la base de los beneficios mercantiles que esperaba obtener en la América española, gracias al derecho de asiento de negros. La compañía se desplomó cuando dichos beneficios no llegaron → Bubble Act (1720), para evitar casos futuros. 

Otro caso de especulación fue la Banque Royale creada en Francia por John Law en 1716, cuyos beneficios se esperaban del monopolio del comercio monopolístico de la Compañía de Occidente con Luisiana, que absorbió a otras compañías y se convirtió en la Compañía de Indias. En 1720 Banco y Compañía se fusionaron, pero la promesa de desorbitados dividendos generó una burbuja especulativa que explotó haciendo quebrar el banco y provocando enormes pérdidas. El recelo posterior hacia las aventuras financieras impidió que la Hacienda Real se financiara con créditos ventajosos y el control de hombres de negocios particulares sobre las finanzas del reino contribuyó a orientar los capitales hacia la renta más que hacia la inversión. 



Manufacturas e industria. Los comienzos de la Revolución industrial. 

El s. XVIII constituye en general la etapa final de los gremios. Objeto de crítica por parte de las nuevas teorías económicas, fueron siendo eliminados por los gobernantes, o suprimidos sus privilegios y monopolios a favor del trabajo libre. Se extienden formas de organización alternativas, ya existentes en los siglos anteriores: 
  • Empresas protocapitalistas Manufacturas reales Sistema doméstico (Verlagssystem) 
  • Estimuladas por los gobernantes, serán las denominadas primeras fábricas, con concentración de los trabajadores y de la producción, realizando todas las fases de la misma. Altos costes de infraestructura y funcionamiento. 
  • Abastecimiento militar: minería, construcción naval, metalurgia, armamento, uniformes... 
Son el anticipo del factory system de la Revolución Industrial, pero todavía lejos en aspectos como el mercado o la producción y la productividad (que seguían en los márgenes de la economía de subsistencia) 

Impulsadas por Colbert en el s. XVII para estimular la producción en determinados sectores, se expandirán por los países del absolutismo ilustrado. Centradas en los productos de lujo, desde espejos, tapices o porcelanas. 

Pero pese al apoyo de los príncipes, el restringido mercado y la falta de competitividad las condenaba al fracaso financiero. 

Mercader-empresario que distribuye las materias primas y útiles de trabajo en hogares-taller del mundo rural, lejos del control de los gremios. 

Industria lanera y otros sectores textiles (seda, lino, algodón), cuchillería, ferretería, relojes…
Regionalización de la producción. 

Hubo empresarios con miles de trabajadores dispersos a su servicio y una red de agentes para su control. 

Era una solución provisional con evidentes limitaciones: 
• Dependencia de la estac. agrícola
• Difícil control de la prod. dispersa 
• Altos costes de transporte
• Escasa flexibilidad a la demanda

Los inicios de la Revolución industrial 

Los tres sistemas anticipaban la figura del empresario industrial y las características del futuro sistema: 
  • Concentración de la producción en un único espacio. 
  • Separación entre capital y trabajo. 
  • Necesidad de máquinas complejas. 
Sin embargo, ninguno de los tres sistemas era capaz de incrementar la producción y reducir al tiempo los costes. 

Ello sólo se consiguió con la progresiva mecanización y concentración, que supusieron el inicio de la Revolución Industrial y el factory system en Inglaterra en las dos últimas décadas del siglo; cambios que se dieron esencialmente en el sector textil del algodón (que pasó de ser marginal respecto a la lana a ser pionero) y en la metalurgia, aunque también aumentó la producción de lana, lino o seda. 

 Las causas de la Revolución industrial 
  • Aumento del capital fijo (procedente principalmente de los beneficios del comercio exterior). 
  • La mecanización progresiva (a la que contribuye la acumulación de nuevos inventos) → incremento exponencial de la capacidad productiva. 
  • La producción en serie propia del factory system. 
  • Contexto económico, social y legal favorable al desarrollo industrial en Inglaterra, con una importancia fundamental del comercio exterior: demanda → producción y proveedor de materias primas. 
 Los inventos en el sector textil 

El aumento de la demanda estimuló la inventiva, con resultados evidentes, fruto de un trabajo y una experiencia acumulados que aprovecharon aportaciones anteriores y las buenas condiciones económicas para la financiación de estos proyectos. Fue una carrera de estímulos mutuos entre los avances del tejido y el hilado, con los siguientes hitos principales: 
  • Lanzadera volante de John Kay (1731), que doblaba la producción de tejidos y reducía la mano de obra, pero que necesitaba de mayor cantidad de hilo, y más resistente. 
  • Dicho déficit fue solucionado en 1765 con la spinnig-jenny de James Hargreaves, un utensilio portátil que aceleraba el hilado, permitiendo a un solo operario manejar varios carretes de hilo. 
  • La spinnig-jenny será superada respectivamente por la waterframe de Richard Arkwright (1768), y la mule-jenny o spinning-mule de Samuel Crompton (1779), aumentando el número de husos. 
  • En los 80 era la gran cantidad de oferta de hilos de calidad la que presionaba la producción de tejido, y en 1785 apareció un rudimentario telar mecánico inventado por Edmund Cartwrigth. Difícil de manejar, se irá mejorando en las siguientes décadas. 


La máquina de vapor 

La máquina de vapor creada por James Watt en 1769 sería mejorada y comercializada a partir de mediados de los 70. En 1789 empezarán a utilizarse para mover los telares mecánicos. Permitía ahorrar mucha energía, convertir el movimiento de vaivén en circular y acabar con la dependencia de la naturaleza (energía hidráulica) en cuanto a regularidad y localización. 

Aplicación de la máquina de vapor al proceso productivo → Mayor producción con menos trabajo y en menos tiempo → Gran reducción de costes. 




La explosión del sector algodonero 

El uso de estos avances hizo que entre 1779 y 1804 la importación de algodón bruto se multiplicase casi por 9 para alimentar la nueva industria (4,8 a 42,9 M libras de peso), dando idea del salto cualitativo definitorio de la revolución productiva. A principios del s. XIX el comercio de textil de algodón acompañaba al enorme desarrollo de la producción y el descenso de costes y precios, desbancando a la lana. 

Aunque no en la misma medida, también en el continente hubo una expansión de la industria algodonera (Francia, Catalunya) y ya desde finales de siglo empezaron a difundirse las nuevas máquinas, aunque con una aplicación menos efectiva, ya que la Revolución Industrial no suponía simplemente la introducción de máquinas. 



La metalurgia 

La metalurgia fue la otra gran industria que inició la Revolución Industrial, también con Inglaterra a la cabeza de las transformaciones. Los productores en bruto de hierro eran Suecia y Rusia, importando Inglaterra mucho hierro sueco. Fue fundamental la aplicación de la química, que alcanza su estatuto científico en el s. XVIII: 
  • Sustitución del carbón vegetal por el mineral con base de hulla calcinada (coque) → traslado de las forjas desde ubicaciones en bosques y junto a ríos a los yacimientos de carbón fósil, bien comunicados por vía fluvial con las fábricas → reducción de los costes de transporte. 
  • Perfeccionamiento de los sistemas de inyección de aire en los altos hornos. 
  • Invento del procedimiento de pudelación (Henry Cort, 1784) que permitía obtener acero y hierro de mejor calidad. 
Los números también muestran un salto cualitativo en la metalurgia inglesa, consiguiéndose la fundición de grandes cantidades de hierro y la obtención de un acero de gran calidad.

Entre 1700 y 1800 la producción de hulla pasó de 2,9 M Tm a 10,2 M Tm. La de hierro elaborado de 20.000 Tm a 150.000 Tm (y 235.000 Tm en 1806). Los avances en la fundición permitieron a los ingleses eliminar las impurezas de su mineral de hierro y dejar así de depender del hierro sueco. 
En otros países también aumentaron la producción y el consumo, aunque en proporciones más modestas: Lieja, el Macizo Central francés, el Ruhr o Silesia. Se extendieron los altos hornos tradicionales, pero en la mayoría de Europa se seguía produciendo mediante el sistema de fragua.



La mecanización, las fábricas y la concentración 

La mecanización extenderá las fábricas. El elevado coste de distribuirlas entre numerosos talleres exigía concentrar las necesarias en un único espacio y que fueran los trabajadores los que se desplazaran. Aparecía así el factory sistem, la nueva forma de organización del trabajo, al tiempo que se desarrollaban las primeras regiones industriales: Yorkshire, el eje Liverpool-Manchester, Birmingham, Newcastle, así como los primeros casos de concentración horizontal de empresas del mismo sector (trust), y vertical de los diferentes procesos de transformación. También surgen los primeros cárteles, agrupaciones industriales de empresas que realizaban una misma actividad para tratar de controlar la producción, el mercado y los precios, actuando como lobbies ante los gobiernos para defender sus intereses. 

Los inventos y nuevas máquinas afectaron también a otros sectores, como el de la seda en Francia e Inglaterra o el de la fabricación automática de papel en las Provincias Unidas. 

En conclusión, los inventos y la aplicación del vapor iniciaron la era de la mecanización → fin de la producción artesanal a favor del nuevo sistema febril: 
  •  Habilidad del artesano y mano de obra cualificada → Trabajadores sin cualificación que operan las máquinas → Aumento de la oferta laboral 
  • Producción para un mercado cercano, destinado a cubrir las necesidades básicas y con cierta personalización → Producción en masa para un mercado genérico y habitualmente lejano. 
  • Calidad → Cantidad y eficiencia