El predominio político en el s. XVIII, desaparecida la hegemonía española y al final la francesa, se repartirá entre varias potencias → inestabilidad. Ello, unido a la gran cantidad de conflictos sucesorios, dio lugar a intensas guerras.
Se profesionalizó la diplomacia (reservada a súbditos del príncipe al que se representaba, normalmente nobles), con el desarrollo de los grados propios de una carrera, impartida en centros específicos como la École Diplomatique de Estrasburgo (1752), aunque lo habitual es que se aprendiera con la práctica y con libros sobre la materia. Aumentó el número de embajadas y de representaciones, al igual que la red consular para las cuestiones económicas y comerciales.
La Guerra de Sucesión de España (1701-13)
Las causas y los contendientes
A la muerte de Carlos II en 1700 se inició un conflicto que afectaría a buena parte de Europa, en el que entraban en juego dos cuestiones esenciales: la hegemonía continental vinculada a la posesión de toda o una parte sustancial de la herencia de Carlos II, y el comercio colonial.
En un principio, la mayor parte de las potencias europeas reconocieron como heredero a Felipe V, nombrado heredero por Carlos II, a excepción del Imperio (que defendía los derechos del Archiduque Carlos). Luis XIV no tardó en sacar beneficio de la situación: proclamó los derechos de Felipe al trono francés, envió tropas a los Países Bajos españoles (de donde expulsó a las guarniciones neerlandesas establecidas en virtud de la Paz de Ryswick) y mandó flotas y comerciantes franceses a los puntos estratégicos del comercio hispano con las Indias. Su prepotencia alertó a Inglaterra y a las Provincias Unidas, que decidieron apoyar al Emperador, con quien constituyeron la Gran Alianza de la Haya (1701). La respuesta de Luis XIV fue reconocer como rey de Inglaterra al pretendiente Estuardo, Jacobo III.
En mayo de 1702, la Gran Alianza declaró la Guerra a los Borbones. El conflicto dividió al continente europeo en dos bandos antagónicos:
- LOS ALIADOS, a quienes se unieron Dinamarca, Prusia, la mayoría de los príncipes alemanes, Saboya y Portugal.
- FRANCIA Y ESPAÑA, a los que únicamente apoyaron el elector de Baviera y el Duque de Mantua y Colonia.
En el interior de los bandos había sin embargo importantes desavenencias: Inglaterra y las Provincias Unidas tenían sus propios objetivos, y más que defender los derechos del Archiduque, pretendían un reparto de la Monarquía de España. El 12 de septiembre de 1703, los Aliados proclamaron rey de España al archiduque Carlos de Habsburgo con el nombre de Carlos III.
El desarrollo de la guerra
Se luchó en principio en el norte de Italia, los Países Bajos, el Rin, y ocasionalmente Francia. Las primeras batallas importantes se dieron en Baviera en verano de 1704, cuando los Aliados vencieron en dos ocasiones sucesivas a las tropas francesas y bávaras, que pretendían tomar Viena → Baviera permanecería ocupada por los austriacos hasta el final de la guerra, y Francia, amenazada, hubo de abandonar los territorios alemanes. Los franceses también sufrieron retrocesos en los Países Bajos y en el norte de Italia, donde su alianza con Saboya se había roto en 1703. A España no llegó la lucha hasta 1705, cuando los austracistas consiguieron dominar los territorios de la Corona de Aragón; también se desarrollaron acciones menores en ambas Américas.
En 1705, Luis XIV intentó ya negociar, dispuesto a un reparto de los territorios de la Monarquía de España, y la situación aún empeoraría durante 1706. En mayo los franceses debieron abandonar buena parte de los Países Bajos Españoles y en Italia tuvieron que levantar el asedio a Turín, tras lo cual los aliados conquistaron los ducados de Milán y Mantua.
1707: primera gran divergencia entre la guerra internacional y la que se combatía en España. Los austriacos tomaron el Reino de Nápoles → en dos años, España había perdido ante ellos sus dos principales enclaves italianos. Pero en España, el duque de Berwick, hijo de Jacobo II Estuardo, derrotó a las tropas aliadas en la Batalla de Almansa → cambio del rumbo de la guerra en la Península Ibérica, facilitando la reconquista de los reinos de Valencia y Aragón y el inicio de la de Catalunya.
El avance aliado en Europa continuaría en los años siguientes. En 1708 conquistaron el reino de Cerdeña y con el triunfo de Oudenarde, obligaron a los franceses a retroceder a la zona entre Gante y Brujas. Meses después entraron en Francia tomando una serie de localidades, entre ellas Lille, punto clave de la línea defensiva construida por Vauban en la frontera norte. La situación de las tropas de Luis XIV llegó al límite tras la rendición de Tournai y Mons, a lo que se añadía la mala cosecha, extendiendo la carestía y el hambre. Con su territorio invadido por el ejército procedente de los Países Bajos y el país exhausto, solo la presión excesiva de los aliados, quienes le exigieron que contribuyera a expulsar a su nieto del trono (a lo cual se negó), evitaron que abandonara a Felipe V a su suerte en las Conversaciones de Paz de Gertruydenberg (1710).
En 1710 el emperador José I pudo enviar tropas a Barcelona y reconquistar el Reino de Aragón, que no pudieron conservar. Se evidenciaba la dependencia de los austracistas españoles del auxilio exterior, mientras Felipe V apenas contaba con apoyos.
La situación favorable para los aliados en Europa cambió con la nueva década por acontecimientos ajenos a la guerra que, junto a otros hechos, aceleraron las conversaciones de paz:
- Llegada al poder de los tories en 1710, que cansados de la guerra y los daños a sus intereses mercantiles se inclinaban al pacifismo.
- Muerte del Emperador José I en 1711 → archiduque = nuevo emperador Carlos VI → La solución austriaca pasaba a ser más bien una amenaza para sus aliados.
Por otra parte, la Guerra de España se había decantado claramente en favor de Felipe V, gracias sobre todo al apoyo de los castellanos. Aun así, dos enclaves tardaron en caer: el 11 de septiembre de 1714 el duque de Berwick tomó Barcelona, y al año siguiente fue conquistada Mallorca.
La paz y el Sistema de Utrecht
Las paces reorganizaron Europa mediante el reparto de los territorios que habían pertenecido a la Monarquía de España, pero marcaron la derrota final de Luis XIV y el fin de la hegemonía francesa.
Los acuerdos políticos
En las conversaciones de paz se temía que se reforzaran demasiado las Casas de Borbón o Habsburgo, pero Luis XIV no aceptaba la renuncia de Felipe V al trono de Francia, lo que llevó a propuestas de que un tercero, el duque de Saboya (descendiente de Felipe II) se convirtiera en Rey de España.
Al final, Felipe V aceptó la exigencia británica de renunciar a sus posibles derechos a la Corona de Francia, haciéndolo formalmente ante las Cortes de Castilla el 5 de noviembre de 1712. El Emperador se negó a reconocer a Felipe y seguiría utilizando el título de Rey de España como Carlos III.
Luis XIV se vio obligado a interrumpir su apoyo a los Estuardo. Dos soberanos europeos fueron elevados a la categoría de Reyes: el elector de Brandeburgo, que ya en 1701, dentro de la preparación diplomática del conflicto, había obtenido del emperador el título de rey de Prusia, y el duque de Saboya, quien pasó a ser también rey al recibir de España el Reino de Sicilia. Se aceptó la creación del noveno electorado imperial, el ducado de Hannover, vinculado a Inglaterra por el Act of Settlement de 1701, que adjudicaba a los duques la sucesión del trono inglés →en 1714, el duque elector Jorge Luis se convirtió en Jorge I de Gran Bretaña.
Los acuerdos territoriales
La derrota del bando borbónico en la guerra europea impidió que el objetivo de Carlos II en su testamento de mantener íntegra su Monarquía se cumpliera. → España se reducía básicamente al territorio actual, aunque conservó su imperio ultramarino.
- AUSTRIA: mantuvo el ducado de Mantua y recibió todos los dominios europeos españoles excepto Sicilia: Países Bajos, Luxemburgo, Ducado de Milán, los presidios de Toscana, Reinos de Nápoles y Cerdeña.
- SABOYA: el duque obtuvo Sicilia, territorios de la Lomellina y la Valsesia, y el ducado de Monferrato.
- FRANCIA: perdió algunas de las localidades más avanzadas conseguidas recientemente en los Países Bajos, y debió demoler las fortificaciones de Dunquerque. Pero sus pérdidas principales fueron en América, donde tuvo que ceder a Inglaterra Acadia y la Isla de Terranova, la Bahía de Hudson, y la Isla de San Cristóbal, en las Antillas. A cambió incorporó definitivamente el ducado de Orange.
- PROVINCIAS UNIDAS: sólo obtuvieron el derecho a situar guarniciones defensivas en una zona fronteriza entre los Países Bajos y Francia, la llamada “barrera”.
- PRUSIA: pasó a dominar el Güeldres español y el principado de Neuchâtel en Suiza.
- GRAN BRETAÑA: obtuvo Gibraltar (1704) y Menorca (1708), tomados ambos en el curso de la guerra. Su interés prioritario estaba en el ámbito marítimo y mercantil.
Los acuerdos comerciales y el predominio británico
Gran Bretaña salió consolidada como gran potencia mercantil. Las llamadas “cláusulas comerciales” abrieron a Gran Bretaña unas enormes posibilidades en las Indias Españolas. Aparte del título de nación más privilegiada, recibió el derecho de asiento (monopolio del comercio de esclavos, 4.800 anuales) y el navío de permiso (derecho a enviar, una vez al año con cada flota española y libre de aranceles, un buque mercante de 500 toneladas a las Indias Españolas). Estas concesiones, superadas con creces en la realidad, supusieron la primera quiebra legal del monopolio hispano sobre el comercio con sus Indias. Francia también hubo de hacerle concesiones comerciales, a lo que se unían las grandes ventajas que el reciente Tratado de Methuen le otorgaba en relación con Portugal y sus colonias.
La Paz de Utrecht consolidó así el predominio comercial británico frente a Francia e inclinó la balanza colonial a su favor, pese a que la rivalidad colonial anglo-francesa no estaba aún resuelta y se agudizaría durante el s. XVIII. Los territorios cedidos por Francia fueron el primer paso hacia el monopolio británico de América del Norte, situación que llevaría a nuevos conflictos entre ambas potencias.
El objetivo principal de los tratados era evitar que pudiera surgir una nueva hegemonía, y en ausencia de Derecho internacional, la alternativa era la fuerza disuasoria → establecimiento del sistema del equilibrio europeo o balance of power. Su base eran Francia y Austria, dos poderes continentales fuertes y enfrentados, quedando Gran Bretaña como el garante exterior desde su aislamiento insular y su dominio de los mares. Para obtener la colaboración de todos se pasó a organizar congresos para la solución pacífica de problemas, aunque con poco éxito.
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Great Britain rules the waves |
Gran Bretaña y Francia como garantes de la paz
El sistema era inestable por Austria. El emperador Carlos VI seguía reivindicando la herencia española, pero fue el no tener hijo varón lo que le obligó a una negociación diplomática continua en el Imperio y en las Cancillerías europeas para conseguir que reconocieran la Pragmática Sanción de 1713, que establecía el derecho preferente de sus hijas en caso de ausencia de varón. Muchos países lograron sacar partido de esta debilidad. Inglaterra, molesta por las ambiciones mercantiles del emperador, no la aceptó inicialmente, mientras Francia, que vio la ocasión para debilitar al enemigo, estimuló movimientos en contra.
Ambos problemas impidieron a Austria ejercer el papel como segundo centro de gravedad de la política de equilibrio → rectificación del esquema inicial, sustituido en 1716 por una alianza entre Gran Bretaña y Francia que no se rompería hasta 1731.
El primer ataque al equilibrio surgió con el revisionismo español de Utrecht, consecuencia del malestar de Felipe V por la pérdida de los territorios italianos, que seguía considerando parte de su patrimonio dinástico. Por otra parte, su segunda esposa, Isabel de Farnesio (Farnese), tenía evidentes posibilidades sucesorias tanto a los ducados de Parma y Piacenza, pertenecientes a su familia, como al de Toscana, carente de heredero. Con el pretexto de un incidente motivado por la detención en Milán del inquisidor general José Molines, una flota conquistó Cerdeña en 1717, mientras el emperador luchaba contra los turcos. La facilidad de la conquista, a la que colaboró el apoyo de los sardos, estimuló una segunda expedición, en la que se apoderó, también con apoyo interior, del Reino de Sicilia, en manos desde Utrecht del duque-rey de Saboya, 1718.
Pero no se había logrado el apoyo francés a dichas expediciones → Francia, las Provincias Unidas, Gran Bretaña y Austria constituyeron la Cuádruple Alianza (1718). En agosto, la flota inglesa derrotó a la española en la Batalla del Cabo Passero, en Sicilia, y después de que Francia tomara Fuenterrabía y San Sebastián, España se vio obligada a negociar →
→ TRATADO DE LA HAYA (1720): Felipe V renunció a las conquistas, se adhirió a la alianza, aceptó sin condiciones las cláusulas de Utrecht y renunció nuevamente a sus aspiraciones al trono francés. Ingleses y franceses habían acordado satisfacer tanto a Austria como a España → el emperador recibiría el Reino de Sicilia, inmediato a Nápoles, que cambiaría al duquerey de Saboya por el menos importante de Cerdeña en 1720, a cambio de que abandonara cualquier tipo de reivindicación sobre España. Y el infante Carlos de Borbón, hijo mayor de Felipe V e Isabel de Farnesio, sería reconocido como heredero del gran ducado de Toscana. De momento, sin embargo, solo tuvo efecto el cambio de Sicilia por Cerdeña.
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Felipe V e Isabel de Farnesio |
La primera crisis del sistema de Utrecht había reforzado la alianza franco-británica. El acuerdo entre ambas coronas fue, sin embargo, una solución débil y provisional. La emergente supremacía rusa en el Báltico y las ambiciones de Austria en el comercio marítimo amenazaban la hegemonía marítima británica. En cuanto a Francia, la mala sintonía con los borbones españoles era un fuerte elemento de debilidad. Para reforzar la relación familiar firmaron un tratado defensivo en 1721, que estipulaba un doble matrimonio hispano-francés que incluía a Luis XV y al Príncipe de Asturias y acordaba la colaboración francesa para la recuperación de Gibraltar; acuerdo al que se unió el rey de Inglaterra, que no tenía buenas relaciones con el emperador, comprometiéndose a solicitar al Parlamento la devolución de Gibraltar.
El malestar español constituía en los primeros años 20 el principal motivo de inquietud en la política europea. El objetivo en Italia no era ya tanto la recuperación de los antiguos reinos del sur, cuanto los ducados de Parma, Piacenza y Toscana, sin sucesor directo. En 1724 se reunió el Congreso de Cambrai, para resolver las tensiones entre Austria y España al respecto, que resultó un fracaso (resistencia del emperador a renunciar a la soberanía sobre Parma y Piacenza, conflicto hispano-inglés sobre Gibraltar, alejamiento entre Francia y España) → Cambio de alianzas que acercó a Madrid y Viena, ambos necesitados de apoyo internacional para sus aspiraciones →abandono de la alianza hispano-francesa. El 30/4/1725 se firmó el Tratado de Viena: alianza defensiva frente a Francia e Inglaterra y:
- Carlos VI reconocía a Felipe V como rey de España, prometía en matrimonio a una de sus hijas al infante Carlos y aceptaba su herencia a los tres ducados italianos.
- Felipe V reconocía la Pragmática Sanción.
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Tratado de Viena |
Como reacción se formó la Liga de Hannover: Francia, Provincias Unidas (y brevemente Prusia, que abandonó la Liga intimidada por la alianza entre Austria y Rusia en 1726).
La situación no llegó a la guerra, gracias sobre todo a la llegada al poder en Francia del cardenal André Hercule de Fleury, principal consejero de Luis XV entre 1726-43, y partidario de una política de paz y de la alianza entre los Borbones, para lo que negoció con Viena y con Madrid, obteniendo concesiones en base a las cuales se organizó un congreso en Soissons en 1728, para resolver los contenciosos entre Inglaterra y España, y para lo que se celebró también la Convención de El Pardo en 1728.
El entendimiento entre Viena y Madrid duró poco tiempo, por la reticencia austriaca a formalizar el matrimonio de Carlos y María Teresa y permitir la entrada de guarniciones españolas en los ducados italianos → restablecimiento de las alianzas entre Francia, Gran Bretaña y España: Tratado de Sevilla de 1729, que aseguraba al infante don Carlos la herencia de los ducados de Parma, Piacenza y Toscana. A la muerte del duque de Parma y Piacenza en 1731, el emperador ocupó los ducados, pero Inglaterra medió para que se mantuvieran los acuerdos.
Las Guerras de Sucesión en Polonia y Austria
Nuevos conflictos sucesorios harían imposible el mantenimiento de la paz.
Polonia (1733-38)
En Polonia, de trono electivo, la muerte del rey Augusto II en 1733 dio lugar a la Guerra de Sucesión, con dos candidatos:
- Estanislao Leczinski, suegro de Luis XV y apoyado por parte de la poderosa alta nobleza polaca, y por Suecia.
- El hijo del rey, Augusto, apoyado por el emperador (a cambio de reconocer la Pragmática Sanción), y por Rusia, enemiga de Suecia.
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Estanislao Leczinski y Augusto III |
Francia contaba con los apoyos de España y de Saboya-Cerdeña. El acuerdo con España (Primer Pacto de Familia -entre Borbones-, 1733), garantizaba la restitución de Gibraltar y la entrega al Infante don Carlos de los dominios que se conquistaran en Italia. Inglaterra prefirió mantenerse al margen y ejercer su papel arbitral. También las Provincias Unidas se mantuvieron neutrales.
El ducado de Lorena fue, junto a Alemania, el Rin, Lombardía o Nápoles, uno de los frentes de batalla pese a su neutralidad, ya que era uno de los objetivos prioritarios de Francia, que además quería alejar la guerra de la zona del Báltico para evitar que las Provincias Unidas o Inglaterra rompiesen su neutralidad.
La participación rusa y la ausencia sueca determinaron la victoria de Augusto III. Sin la ayuda de Inglaterra y Prusia, que habían sido sus aliados, perdió el Reino de Nápoles tras la batalla de Bitonto (1734) frente al Ejército español del Conde de Montemar y posteriormente el de Sicilia.
En 1735 se establecieron en Viena los acuerdos de paz básicos, pero no fueron definitivos hasta 1738 por la no conformidad con los mismos de Inglaterra, España y Saboya:
- El trono polaco sería para Augusto III de Sajonia.
- En compensación, Estanislao Leczinski recibiría el ducado de Lorena, que debía pasar a Francia a su muerte.
- Francisco III perdía Lorena, pero era confirmado como gran duque de Toscana. Además, se comprometía con la hija mayor del emperador, María Teresa.
- Los ducados de Parma y Piacenza pasaban al emperador.
- El infante español Carlos de Borbón tuvo que renunciar a los ducados italianos concedidos en el Tratado de Sevilla, pero a cambio recibió un botín más jugoso: los reinos de Nápoles y Sicilia y los presidios de Toscana.
- El duque-rey de Saboya recibía las ciudades de Novara y Tortona.
- Francia aceptaba la Pragmática Sanción.
Así, España lograba revertir en beneficio de su dinastía buena parte de las pérdidas sufridas en Utrecht, equilibrando el predominio austriaco sobre Italia con su presencia en Nápoles y Sicilia. Francia perdía influencia en el Este y en el Báltico, en beneficio sobre todo de Rusia, lo que unido al alejamiento franco-británico llevó a Francia a formar una entente con Austria, cuyo entendimiento derivó, entre otras cosas, al freno de las ambiciones españolas en Italia.
Las rivalidades en el mundo colonial no tardarían en enfrentar a franceses y británicos, pero antes llevaron a un conflicto entre Gran Bretaña y España, conocido como la guerra de la oreja de Jenkins, iniciada en 1739 y que acabaría convirtiéndose en un apéndice del nuevo enfrentamiento europeo.
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Europa en 1738 tras el Tratado de Viena, que concluyó la guerra de Sucesión Polaca. |
Austria (1740-1748)
A la muerte del emperador Carlos VI, pese a que muchos países habían reconocido la Pragmática Sanción, la presencia de una mujer en el trono austriaco dio pie a la reclamación tanto del duque Carlos Alberto de Baviera como del duque-rey de Sajonia y Polonia, Augusto III, ambos casados con sendas hijas del emperador José I, predecesor y hermano mayor de Carlos VI.
El detonante de la guerra fue la acción de Federico II de Prusia, que aprovechó para ocupar en 1740 la rica región de Silesia. Francia, que inicialmente había reconocido a María Teresa, apoyó ahora a Carlos Alberto de Baviera, organizando con Prusia una coalición a su favor, a la que se sumaron los electorados de Sajonia, el Palatinado, y los tres eclesiásticos (Maguncia, Colonia y Tréveris). Siete de los nueve votos.
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María Teresa y Francisco Esteban en la comida de boda. Carlos VI con sombrero de plumas rojo. Autor Martin van Meytens |
Las tropas francesas y bávaras tomaron Linz y Praga en 1741; al mismo tiempo Carlos Alberto se coronaba rey de Bohemia y, en 1742, apoyado por la mayoría de los electores, se convirtió en el Emperador Carlos VII. Pero los austriacos, con respaldo húngaro, entraron en Baviera y tomaron Múnich. La coalición que respaldaba a Carlos VII empezó a deshacerse: en 1742 Prusia firmó la paz con Austria, y también Sajonia cambió de bando. Gran Bretaña tardó en intervenir porque estaba ocupada en la guerra colonial con España. El primer ministro británico William Pitt consideraba necesario respaldar a Austria y convertir Alemania en un ámbito de oposición a Francia → alianza defensiva con Prusia (Tratado de Westminster, 1742). La Guerra de Sucesión austriaca fue por tanto escenario del primer choque entre británicos y franceses desde el conflicto de la Sucesión de España.
En septiembre de 1743 el duque-rey de Saboya y Cerdeña se pasó al bando de los Habsburgo a cambio de cesiones territoriales en el ducado de Milán.
En octubre de 1743, el Segundo Pacto de Familia entre Borbones (Tratado de Fontainebleau) unía a España al bando francés, centrando de nuevo sus objetivos en las aspiraciones a la herencia italiana de Isabel de Farnesio.
En junio de 1743 el ejército anglo-hannoveriano había podido unirse al austriaco, penetrando en la Baja Alsacia. Pero Federico II, alarmado por el avance austriaco, firmó en mayo y junio de 1744 sendos pactos con el emperador Carlos VII y con Francia, dando lugar a la 2ª Guerra de Silesia (1744-45), en la que su ejército invadió Sajonia y Bohemia y tomó Praga, lo que obligó a Austria a concentrar allí sus fuerzas. No obstante, la llegada de las tropas de Carlos de Lorena obligó a Federico a replegarse y firmar la paz con María Teresa a finales de 1745.
Mientras tanto en el Norte tropas francesas iniciaban la conquista de los Países Bajos tomando buena parte del territorio incluida Bruselas (1746). Las tropas austriacas, menguadas por la necesidad de atender otros frentes, fueron ayudadas por Gran Bretaña y las Provincias Unidas.
En Italia, los enfrentamientos franco-españoles y austro-saboyanos se dieron en Niza, Saboya, Génova, Milán y el Valle del Po. También en las colonias hubo enfrentamientos (Norteamérica y la India).
La muerte de Carlos VII en 1745, y el cansancio de los contendientes, facilitaron el acercamiento, pues su hijo Maximiliano Alberto firmó la Paz con María Teresa y reconoció como emperador a su marido, Francisco de Lorena. Francia, Inglaterra y España deseaban concluir las hostilidades → congreso en Aquisgrán, en base a cuyo tratado (1748) los contendientes se devolvieron las conquistas territoriales y se reconocía definitivamente la Pragmática Sanción, y por tanto a María Teresa como heredera de su padre y a su esposo como emperador. A cambio Austria hubo de ceder a Saboya parte del Milanesado; y al infante Felipe de Borbón (segundo hijo de Felipe V e Isabel de Farnesio) los ducados de Parma, Piacenza y Guastalla → Instalación en Italia de los dos primeros hijos varones del segundo matrimonio de Felipe V → aumento de la presencia borbónica en Italia y fin del revisionismo español post-Utrecht.
La peor pérdida para Austria fue Silesia, que hubo de ceder a Prusia.
Los acuerdos de Aquisgrán dejaron insatisfechos a varios contendientes: Austria (pérdidas) Francia (devolución de territorios ocupados, los Países Bajos austríacos) y España (no recupera Gibraltar ni Menorca). Además, los dos grandes problemas de fondo (rivalidad austro-prusiana y enfrentamiento colonial anglo-francés) no estaban resueltos, lo que hizo que muchos viesen los pactos de Aquisgrán como una simple tregua.
La Guerra de los Siete Años (1756-63) y los conflictos posteriores
El ascenso de Prusia alteró la balanza de poderes establecida en Utrecht. María Teresa, con el objetivo de recuperar Silesia, intentó establecer una alianza secreta con Francia. Y en septiembre de 1755 se produjo también un acercamiento rusobritánico.
La guerra llegaría derivada de los enfrentamientos coloniales anglofrancesas. Las tensiones derivaron en choques en la desembocadura del rio San Lorenzo, la zona de los Grandes Lagos y el Valle de Ohio, lo que llevó a Francia a declarar la guerra a Inglaterra en enero de 1756.
Mientras tanto, Federico II de Prusia, receloso de Rusia y del poder francés, había firmado con Inglaterra el Tratado de Westminster (1742), que garantizaba sus posesiones continentales mutuamente. Era un compromiso pensado sobre todo para proteger las posiciones respectivas de silesia y Hannover en caso de que fueron atacadas, pero el que se excluía la guerra marítima que acababa de declararse. Francia, indignada (había apoyado a Prusia en Aquisgrán), se alió con Austria → Primer Tratado de Versalles (1756), pacto defensivo en caso de agresión británica o sus aliados, al que atrajeron a Rusia, también disgustada por el Tratado de Westminster, que consideraba violaba el pacto ruso-británico de carácter antiprusiano → Triple Alianza.
La alteración de alianzas dio estabilidad a Italia, el Imperio y los Países Bajos, y despertó oposiciones en Inglaterra y Francia. Aun así, los hechos consolidaron los bloques y llevaron a la guerra, cuando en agosto de 1756 Federico II invadió Sajonia, perteneciente a Augusto III de Polonia, aliado de Austria (casado con María, hija del emperador José I), y suegro de Luis, delfín de Francia → Segundo Tratado de Versalles (1757), que convirtió la Triple Alianza defensiva en ofensiva, incorporándose a la misma Suecia. Por su parte Gran Bretaña y Prusia lograron el apoyo de algunos príncipes alemanes.
Comenzaba así la Guerra de los Siete Años, de la que sólo quedaban fuera la España de Fernando VI (neutral) y las Provincias Unidas, caracterizada por la incorporación de las colonias a los conflictos europeos, y por el hecho de que tanto a Francia como a Gran Bretaña les interesó mucho más la guerra marítima que la continental → Dos conflictos paralelos:
- Uno continental, entre Federico II y la coalición de sus adversarios, librada en Alemania oriental, Silesia y las fronteras de Bohemia y Polonia.
- Otro entre Francia e Inglaterra, en los mares, las colonias y la parte occidental de Alemania.
El desarrollo de la guerra
La guerra en el continente
Después de la invasión de Sajonia, Federico II entró con su Ejército en Bohemia con la intención de conquistar Praga, pero fue derrotado por los austriacos en Kolin (junio de 1757), lo que le obligó a retirarse. Por las mismas fechas, el Ejército francés ocupó Hannover. Sin poder contar con la ayuda británica Prusia se vio acometida por varias zonas. Los suecos desembarcaron en Pomerania y los rusos entraron por el este en sus territorios, mientras franceses y austriacos amenazaban sus posiciones en Sajonia, y un destacamento austriaco se acercaba a Berlín.
Sin embargo, aplastó a una coalición franco-austriaca en Rossbach (Sajonia) en noviembre de 1757, a continuación, recuperó Silesia y expulsó a los rusos de sus estados en 1758. Francia tuvo que abandonar el dominio de Hannover ante la ofensiva de tropas británicas, decididas a recuperarlo, y más tarde retirarse más allá de la orilla occidental del Rin, tras la batalla de Krefeld en junio de 1758. En el este, austriacos y rusos conseguían victorias sobre Prusia, como en Kunersdorf (1759), la mayor derrota sufrida por Federico II, y llegaron a amenazar Berlín. Pero las indecisiones de aquellos y la habilidad de Federico II le permitieron derrotarles en 1760 tanto en Silesia como en Sajonia. No obstante, era patente su agotamiento y contaba con muy poco apoyo de Jorge III, que apenas se sentía alemán y deseaba la paz → salida de Pitt del gobierno en octubre de 1761.
En el frente europeo, la posición de la alianza franco-austriaca se debilitó con la defección de Rusia, cuyo nuevo zar, Pedro III, admirador del Rey prusiano, firmó con él una paz que le salvó otra vez del desastre en mayo de 1762.
También Suecia llegó poco después a la paz con Prusia restituyéndole Pomerania.
La guerra en el mar y las colonias
En el frente marítimo-colonial, los franceses tomaron Menorca a los ingleses en 1756 → crisis política británica → nombramiento de Pitt como secretario de Estado. Francia decidió limitar su papel en la guerra continental para centrarse en mejorar la crítica situación colonial → nuevo acuerdo con Austria (Tercer Tratado de Versalles, 1759), lo que no evitó que en ese mismo año los británicos avanzaran en el frente marítimo, cosechando victorias navales y atacando los puertos de los dominios franceses, con el consiguiente perjuicio a su comercio marítimo.
En Norteamérica las operaciones se iniciaron en 1758, ya con Pitt en el poder. Los británicos disponían de fuerzas superiores y avanzaron en los dominios franceses en Canadá, la zona de los Grandes Lagos, el valle del río Ohio o la Luisiana.
Conquistaron Duquesne, donde construirían Pittsburg en honor al ministro. En 1759 tomaron Quebec y en 1760 Montreal, última plaza francesa en Canadá. Las pérdidas francesas se completaron en el Caribe con las ricas islas azucareras de Guadalupe (1759) y Martinica (1762) y en la India, donde la toma de Chandernagor en 1757 permitió a los británicos extender su dominio a toda Bengala.
Ante el avance y poderío británicos y las pérdidas en su flota, Francia logró involucrar a Carlos III mediante el Tercer Pacto de Familia de agosto de 1761. A los españoles tampoco les interesaba el poderío marítimo británico, pero su incorporación tardía al conflicto no cambió la dinámica de victorias inglesas y solo sirvió para que Francia compartiese la derrota con España.
Los tratados de paz
El agotamiento de todos los contendientes llevó a principios de 1763 a sendos tratados, que pusieron fin al enfrentamiento austro-prusiano y al conflicto marítimo-colonial.
- TRATADO DE HUBERTSBOURG: Prusia adquiría finalmente Silesia y el condado de Glatz, y devolvía Sajonia a Augusto III. Federico II se comprometía a apoyar la elección del hijo de María Teresa como emperador.
- TRATADO DE PARÍS: Indiscutible triunfo británico. Francia debió cederles la mayoría de sus territorios en Canadá. En el Caribe Francia recuperaba Martinica, Guadalupe y Santa Lucía, pero perdía Dominica, Granada, San Vicente y Tobago. Debió devolver Menorca a los ingleses y cederles sus factorías senegalesas, y en la India mantuvo escasos enclaves. Poco después se disolvía la Compañía Francesa de las Indias Orientales. En cuanto a España, recuperó de los británicos La Habana y Manila, cediéndoles a cambio Florida. En compensación por su involucración Francia le cedió Luisiana occidental, territorio enorme y en su mayoría por ocupar que incluía Nueva Orleans.
TRATADO DE HUBERTSBOURG |
El resultado de la guerra
Pese a lo cerca que estuvo de la derrota, se acabó ratificando la expansión y poderío de Prusia → peligrosa bipolaridad con Austria en el Imperio.
También Rusia aspiraba a un poder creciente en la zona.
La victoria inglesa redujo a la mínima expresión la presencia colonial francesa en América y la India. Pero, pese a su indiscutible hegemonía marítima y colonial, Inglaterra quedaba aislada diplomáticamente los veinte años siguientes, tras romper con Prusia en 1762 a raíz de la paz de esta con Rusia.
Las relaciones diplomáticas se estructurarían sobre los dos ejes formados por las alianzas Francia-Austria y PrusiaRusia. Desde la Paz de París hasta el inicio de las guerras derivadas de la Revolución Francesa (1792) los conflictos tendrían lugar en Europa oriental, casi siempre vinculadas a las complicadas sucesiones al trono electivo polaco, mientras que la parte central y occidental sólo se produjo la breve Guerra de Sucesión de Baviera (1778-79), que enfrentó nuevamente a Prusia y Austria.
Las potencias occidentales, exhaustas, concentrarían sus esfuerzos en la competencia colonial, al tiempo que perdían importancia en el este, especialmente Francia, cuya diplomacia tuvo como objetivo mantener el aislamiento británico, lo que facilitó el que la prevista anexión de Lorena a la muerte de Estanislao Leczinski se realizará sin problemas (1766), lo mismo que el fortalecimiento de su posición en el Mediterráneo occidental con la compra a Génova de la isla de Córcega (1768). Buscando romperlo, Inglaterra firmaría en 1786 un tratado comercial con Francia, pero el inicio de la Revolución provocaría un profundo cambio en las relaciones internacionales.
La rebelión de las colonias británicas
La rebelión de las colonias británicas contra Jorge III daría a Francia y España la oportunidad de resarcirse, mediante la intervención (junto a las Provincias unidas) en apoyo de los colonos. Los países del norte de Europa formarían la Liga de los Neutrales (1780). El conflicto acabó con el Tratado de Versalles (1783), por el cual Francia recuperó el archipiélago de Saint-Pierre y Miquelon, la isla de Tobago, sus posesiones en Senegal y la factoría de Pondichéry en la India. A España le fueron devueltas Menorca y las dos Floridas (oriental y occidental), pero no Gibraltar.
Transformaciones militares y navales
Las guerras del s. XVIII fueron tan sangrientas para los soldados como en el siglo anterior. Lo que más estragos causó fue el tiro a corta distancia y la mejora de la cadencia. En cambio, la población sufrió menos debido a la difusión de la disciplina y la generalización del uso de uniformes.
Técnicas, armamento y táctica militar
El s. XVIII consolidó los avances del siglo anterior, sin grandes novedades:
- Abandono de las picas en favor de la bayoneta → unificación del arma de infantería;
- Sustitución de las armas de mecha por fusiles de chispa, más rápidos y ligeros y mejoras en la artillería y las armas de fuego → Prestigio de artilleros e ingenieros;
- Difusión del cartucho;
- Multiplicación de las academias militares;
- Organización más flexible de las tropas suecas, que ofrecía mayor capacidad ofensiva;
- Desde 1759 se desarrollan en Francia las divisiones, que permiten controlar contingentes mayores;/ Orden de ataque oblicuo, y columnas de ataque;
- También se irá instituyendo el servicio militar obligatorio.
Organización
Los principales avances del s. XVIII se dieron en la organización, jerarquización y dependencia de los ejércitos respecto a los monarcas, convirtiéndose Rusia y Prusia en modelos a imitar. Se fue reduciendo el porcentaje de extranjeros y voluntarios gracias a la implantación progresiva de un sistema de servicio militar de los propios súbditos. Conviene recordar no obstante que ninguna de las guerras posteriores del s. XVIII movilizó tantos hombres como los que combatieron entre 1689 y 1713.
- Prusia
La organización y la disciplina en el ejército prusiano se regularon con Ordenanzas Militares que sirvieron de modelo a otros países. Destacaron sobre todo el sistema de abastecimiento y la disciplina de las fuerzas prusianas, lo que permitía desplazar los contingentes con rapidez, siempre que no se alejaran mucho de Prusia. No obstante, la Guerra de Sucesión en Baviera (1778-79), librada en terreno bohemio principalmente, puso de manifiesto también puntos flacos prusianos, como la falta de suministros, una caballería indisciplinada o la falta de recursos médicos.
- Rusia
El zar Pedro I se apoyó en avances anteriores, como los impulsados por su padre Alexis I. Al igual que este, no quería depender de la caballería nobiliaria, por lo que creó el primer ejército permanente ruso (1698). Creó un sistema de reclutamiento general basado en el modelo sueco. Como era costumbre en Rusia, muchos oficiales eran extranjeros, pero Pedro I impulsó un proceso de nacionalización. También hizo construir una flota naval para la campaña de Azov de 1696, creó academias navales y militares, y convirtió durante su reinado al ejército en verdadero eje de unidad nacional, haciendo de Rusia una potencia militar temible.
- Austria
Austria se marcó como objetivo tras concluir la Guerra de Sucesión (1748) contar con un ejército potente, dependiente del poder real y capaz de hacer frente a turcos y prusianos. El resultado fue un ejército profesional con oficiales formados en academias que pronto constituyeron una nobleza de servicio, prescindiendo de los empresarios militares. En 1758 se estableció el Estado Mayor austriaco, coordinador de las operaciones militares.
Francia, Gran Bretaña y la primacía naval
Francia no aplicó reformas hasta después de la derrota ante Federico II en Rossbach (1757). Sus resultados empezarían a verse a partir de 1792. Su ejército era de los mayores de Europa. Se crearon escuelas navales. Gran Bretaña: Ejército pequeño; en las escasas participaciones británicas en el continente, solían recurrir a la contratación de tropas de príncipes aliados. Ello contrasta con su poderosa armada naval, que le dio un predominio indiscutible: 137 navíos en 1790, frente a los 75 franceses, los 74 españoles o los 49 rusos. La combinación de las armadas francesa y española era la verdadera amenaza para los británicos.
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