Pioneros del ciclismo
A finales de 1934, ya había voces que reclamaban la necesidad de instaurar en España una vuelta ciclista al estilo de las que se disputaban en Francia e Italia. La práctica del ciclismo aumentaba de forma prodigiosa en nuestro país, pero no fue hasta principios de 1935 cuando se aceleraron las gestiones para la organización de la carrera. Fue iniciativa del diario vespertino madrileño Informaciones (1922-1983) poner en marcha esa primera edición, igual que en la creación del Tour de Francia fue protagonista la publicación L’Auto y en la del Giro de Italia La Gazzetta dello Sport.
Aquella primera edición de la Vuelta contó con 50 participantes (32 de ellos españoles); con bicicletas de hierro y escasa preparación física, sólo lograron acabar la prueba 29 de ellos. Recorrieron 3.425 kilómetros divididos en 14 etapas que tenían como meta importantes ciudades: Bilbao, San Sebastián, Zaragoza, Barcelona, Valencia o Sevilla.
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14/04/1931. Ciclistas al frente de una multitud, en las Ramblas esquina Carrer dels Tallers, celebrando con banderas de España y de Catalunya la proclamación de la Segunda República Española. Foto Joan Fontanillas / RM. E/Coloreada.
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Baloncesto
España participó en el primer Campeonato de Europa de Selecciones de Baloncesto. Fue en 1935, en la ciudad suiza de Ginebra. Aquello era un intento por organizar el basket europeo y que este nuevo deporte llegase cada vez a más países. El año siguiente debía estrenarse como deporte olímpico en Berlín, con lo que el deporte de la canasta cobraba una dimensión más seria.
España participó con Rafael Martín, los hermanos Emilio y Pedro Alonso, Juan Carbonell, Armando Maunier, Fernando Muscat, Cayetano Ortega y Rafael Ruano, todos ellos bajo la dirección de Mariano Manent, entrenador del Barcelona. La mayoría de jugadores eran del área de Barcelona y de Madrid.
Eran otros tiempos en el baloncesto, donde las posiciones eran de defensa y atacante y donde no había cambios. Ya hemos visto que solo había 8 seleccionados para todo un torneo. La mayoría había disputado ese mismo año el primer partido de la historia de la selección contra Portugal.
El equipo que competía bajo la bandera tricolor de la República, superó el primer partido 25-17 frente a Bélgica, con 8 puntos de Pedro Alonso, que pasaba por ser el mejor jugador del equipo. Tras ello el equipo pasó a semifinales, donde esperaba Checoslovaquia. 21-17 sería el resultado para el combinado dirigido por Maunier, que se aseguraba una medalla a la espera de lo que sucediese en la final. Allí, los 11 puntos de Jurcins fueron demasiado. Letonia ganaba el oro y España conseguía su primera medalla en un Eurobasket, además en el primero que se jugaba. Lo que nadie imaginaba era lo que tardaría en llegar la segunda.

Deporte femenino
Durante la Segunda República se dieron unas condiciones sociales y políticas nuevas que fueron idóneas para el incremento de la participación de las mujeres en el deporte, en un escenario de efervescencia asociativa popular y un marco de libertad de asociación garantizado por la Constitución de 1931. Estos cambios, aunque efímeros en el tiempo, alentaron la creación de nuevas secciones deportivas femeninas en los equipos universitarios de la Unión Federal de Estudiantes Hispanos en 1932. También influyó la divulgación de la prensa popular gráfica y deportiva –en el contexto europeo del período de entreguerras– en la percepción que la mujer española tenía del deporte.
Pero el CFEB encarnaba los nuevos aires de modernidad cosmopolita que entonces soplaban en la capital catalana. Buena prueba de ello es que en solo un año superó el millar de socias y pudo crear secciones de natación, gimnasia, atletismo, tenis, esgrima, patinaje, hockey, baloncesto... Además, paralelamente, organizaba actividades cultural variadas, que iban desde los recitales de poesía hasta los conciertos de música. Era un club transversal, donde había mujeres de diferente procedencia y nivel, como la escritora Anna Murià o la deportista Anna María Martínez Sagi, campeona de España de jabalina y primera mujer directiva del FC Barcelona (y de todo el fútbol estatal) durante la presidencia de Josep Sunyol en 1934.
El batallón deportivo y Chamartín
Lejos de permanecer inmóvil, el deporte castellano comprendió que la mejor forma de hacer realidad su modelo pasaba por defender la II República. Miembros de la Federación Castellana de Fútbol (FCF), autoincautada por sus propios integrantes partidarios del gobierno republicano, por miembros de la Federación Cultural Deportiva Obrera de Castilla y del Frente Popular, con especial influencia de las Juventudes Socialistas Unificadas, montaron distintos actos de apoyo a los combatientes y sus familias, como partidos benéficos o donaciones de suministros médicos y equipamiento militar para el frente, que no serían más que una pequeña muestra de su implicación a favor de la II República.
Los deportistas del Madrid republicano no se iban a quedar al margen de la defensa de la ciudad y la formación de tropas gremiales. A mediados de septiembre se creó el Batallón Deportivo, en el que la Federación Española de Fútbol tendría un papel esencial. Ocupada por milicianos la Federación Castellana de Fútbol, la Española decidió ceder sus poderes y con los fondos que existían se decidió la formación del Batallón Deportivo, en el que además de futbolistas había boxeadores, atletas, árbitros… La sede del Madrid F.C., en el Paseo de Recoletos, se convirtió en la sede del Batallón.
Corría el 19 de agosto de 1936 cuando la asamblea de la Federación Castellana de Fútbol aprobó la creación de un batallón de deportistas sin afiliación política específica al servicio de las fuerzas republicanas. Este tendría como objetivo defender la libertad frente al fascismo y prevenir que elementos de la derecha política se infiltraran en el deporte. Al cabo de unos días, el proyecto era ya una realidad. El 24 de agosto las instalaciones del Madrid F. C., hoy Real Madrid, en el número 4 de la calle de Recoletos, se convertirían en su cuartel general y el estadio de Chamartín (hoy Santiago Bernabéu) en su campo de entrenamiento y adiestramiento militar. Martín Crespo, expresidente del C. D. Nacional, y Heliodoro Ruiz, entrenador del Madrid F. C. y capitán de la Inspección General de la Cultura Física del Ejército del Centro de la República, que al final de la guerra se rebelaría como agente falangista infiltrado, fueron los encargados del adiestramiento del Batallón Deportivo. Los integrantes del batallón fueron apodados en los inicios de 1937 por la prensa de Madrid “soldaditos de plomo” por su disciplina.
El
"Batallón Deportivo" se forma en octubre de 1936 con voluntarios del mundo deportivo; era una más de las unidades milicianas "gremiales" -maestros, panaderos, metalúrgicos, agentes de comercio, tenderos- más que "políticas". Según los datos de la Comandancia de Milicias se forma en Octubre y el 7 de octubre ya opera en la "Columna Sánchez Plaza" de la zona de Extremadura luego "Columna de la Carretera de Extremadura"; en 1936 tiene 23 muertos y 7 desaparecidos, lo que es una cifra enorme en comparación con otras unidades similares y a sus efectivos ( 278 hombres en 29 de octubre); al morir asesinado el presidente del "Barça" se retitula "Deportivo Suñol" (sic, era "Sunyol"); termina integrado en la 53ª Brigada Mixta (ex "Agrupación Lopez Tavar")
Fue en octubre de 1936 cuando se creó el denominado «Batallón Deportivo» de Madrid, una suerte de facción del Frente Popular formada exclusivamente por deportistas. Aunque en otras regiones españolas tuvo un carácter más esporádico, con una presencia más moderada de los atletas, en la capital sí fue norma. Futbolistas, boxeadores o ciclistas conformaron este ejército, iniciado con la incautación de la Federación Castellana de Fútbol y la posterior cesión de poderes de su homóloga nacional, en favor de la República. El denominador común de los integrantes se debía tanto a este elemento circunstancial, relativo a la toma de la federación, como a la creencia de que por sus características podrían aportar un extra en el frente. Aunque mucho se ha escrito sobre esta cuestión, con un calculado apunte heróico, no existe la seguridad de que en términos generales su participación en la defensa de Madrid fuera fundamental, más allá de la batalla de Usera, que sí lo fue.
El distintivo del batallón, sirva como apunte para comprender la profunda relación con el fútbol, era el mismo que empleaban los jugadores españoles que competían en el extranjero. Los brazaletes de la Federación Española definían ahora su compañía.
El Batallón Deportivo, que nació al amparo de la incautación de la propia Federación de Fútbol, según refiere El Liberal del 1 de enero de 1937 que detalla pormenorizadamente su creación. La desaparición de un fraternal camarada en lides futbolísticas, el diputado de la Esquerra catalana José Suñol, de quien se decía entonces que fue aprehendido y fusilado por los facciosos en la Sierra, hizo concebir a ese grupo de dirigentes la idea de aplicar una buena porción de los fondos de la Federación Española a la creación y sostenimiento de un batallón de milicias, cuya primera compañía llevaría el nombre del malogrado ex presidente del Barcelona F. C. Se decide pues crear un batallón de deportistas donde se integraron futbolistas, boxeadores, atletas, o ciclistas, pelotaris, jugadores de baloncesto y hasta toreros entre otros, a quienes aleccionaban profesores de la talla de Rafael Hernández Coronado, Heliodoro Ruiz o Rafael Tolosa.
La FCF financió uniformes, cuarteles y suministros para una excelsa nómina de deportistas, que llegarían hasta el millar y entre los que destacarían distintos deportistas amateurs como los futbolistas Julián Alcántara (C. D. Nacional), José Cotillo (Tranviaria y también bailarín flamenco), el atleta Macario Meneses o el boxeador Emilio Iglesias (campeón de peso gallo de Castilla), así como directivos como el Capitán Martín Crespo, quien fuera expresidente del C. D. Nacional, o María Cabot, la única mujer que se ha podido identificar en este batallón. Entre los integrantes del «Batallón Deportivo» destaca Félix Quesada, defensor del Real Madrid entre 1922 y 1936. Con apostura recia, futbolista de carácter y líneas de plomo, ayudó a conquistar las dos primeras Ligas del club madridista. Pero más allá de sus victorias como jugador, su figura adquiere importancia en este caso porque tuvo que acreditar su afinidad a la República, como si el simple alistamiento no bastara. A pesar del extremismo y la intransigencia inicial, Quesada fue aceptado en la oficina de reclutamiento, situada improvisadamente en la sede de la Federación Española, en la calle Claudio Coello.
"Los deportistas madrileños, por iniciativa de la Federación Española de Fútbol, se ocupan estos días de la formación de un núcleo de fuerzas voluntarias que llevará el nombre del malogrado Josep Sunyol, presidente que fue del Barcelona C. F. En esta nueva fuerza pueden inscribirse cuantos deportistas se muestren dispuestos a defender las libertades republicanas. La salida de la columna para el frente se verificará el día 7 de septiembre. El día anterior se verificará un festival en el campo del Madrid, en el que luego de un partido que jugarán los primeros equipos del Madrid y del Valencia será entregado a los milicianos del deporte un banderín. La recaudación que se obtenga en el partido a que nos referimos será destinada a los Hermanos de Sangre".
Al Batallón Deportivo se inscribieron Lecue (Madrid), Marín (ex del Atlético, recién fichado por el Madrid), Quesada (Madrid), Espinosa (Madrid), Fraisón (Sporting de Gijón), Paquillo (Ferroviaria), García de la Puerta (Ferroviaria), Cosme (Atlético), Villita (Madrid), Emilín (Madrid), Moleiro (Carabanchel), Pablito (Nacional), Cotillo (Tranviaria), Pedrín (Salamanca), Gómez (Ferroviaria), Trinchant (Ferroviaria), Rocasolano II (Mirandilla de Cádiz) y otros varios de equipos de menor categoría. La inscripción de deportistas de cualquier modalidad dio para formar dentro del Batallón Deportivo tres compañías, que llevaron los nombres de Sunyol, Valencia y Alcántara.
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Entrenamiento del Batallón Deportivo en el campo del Madrid F.C., en Chamartín de la Rosa. |
El cuartel de esta nueva milicia se estableció en la planta baja del Madrid C.F., y el día anterior a su partida hacia el frente se celebró un partido entre los equipos del Madrid y el Valencia, además de un festival cuya recaudación se destinó a los hospitales de sangre, tan importantes en periodos de guerra.
Los uniformes del Batallón Deportivo lucían insignias bordadas con los colores con los que la selección española había jugado sus partidos hasta el inicio de la guerra. Clave fue su participación en las batallas de Navalcarnero y Usera. A la primera compañía que se formó se le puso el nombre de José Sunyol, el ex presidente de la Federación Catalana y del Barcelona y miembro de Ezquerra que había sido fusilado en el madrileño puerto de Guadarrama por los rebeldes.
Las instalaciones del Madrid en Chamartín pasaron de ser el
campo de entrenamiento del equipo blanco, que en junio se había proclamado
campeón de Copa en Valencia contra el Barcelona, a terreno de instrucción para
las milicias deportivas.
El Batallón Deportivo se convirtió también en un instrumento político de unidad antifascista entre los diferentes pueblos de la II República. Dio soporte a una suerte de internacionalismo incipiente que trababa de unir dos territorios como Castilla y Cataluña cargados de tensiones, pero también de afectos, sobre la base del respeto mutuo a cierta soberanía. Ejemplo de ello fueron el recibimiento de Lluis Companys al Batallón Deportivo en la Casa de Cataluña, el centro cultural catalán en Madrid, o el evento organizado el 22 de abril de 1937, también en Madrid, al que asistieron representantes de la Casa de Valencia, la Casa de Cataluña, el periódico barcelonés La Rambla y el gobierno de la ciudad de Valencia, durante el cual se intercambiaron banderines de los territorios con el Batallón Deportivo.
En febrero de 1937, con la reestructuración del Ejército Republicano, el Batallón Deportivo se encuadró dentro de la 68ª Brigada Mixta. Su boletín periódico “En Pie” se convirtió en pionero en el reconocimiento de la importancia del deporte y el entrenamiento para el desarrollo físico, cultural y moral del ejército. Este énfasis se extendió a otros batallones y brigadas hasta el punto de establecerse la figura del “profesor de cultura física” en cada batallón del ejército republicano y torneos deportivos inter-brigadas en las distintas Divisiones.
Pese a lo que parte de la historiografía oficial de la época franquista ha tratado de trasladar a la opinión pública, reduciendo la labor de este batallón durante la guerra civil a simple refugio para que deportistas famosos no fueran enviados al frente, si por algo destacó el Batallón Deportivo fue por su doble papel en la guerra: fuerza de combate directo y arma de propaganda. El batallón participó en cruentas batallas en Navalcarnero y en la defensa de Madrid, particularmente en el suburbio de Usera y en las áreas del Puente de los Franceses y de la Ciudad Universitaria, donde sufrió pérdidas significativas. Formó parte de diversas divisiones con el avance de la guerra y participó en batallas de gran relevancia como las de Jarama, Brunete, Teruel y Cataluña.
Pero la relación entre el Real Madrid y el «Batallón Deportivo» no se redujo a la figura del duro defensor madridista, que, por cierto, años después fue seleccionador nacional, una vez instalada la dictadura. La milicia republicana, que tomó el nombre de José Suñol, presidente del Barcelona, asentó sus principales ubicaciones en las instalaciones del club madridista en la capital. El Frente Popular, en el primer año del conflicto, se apoderó de la sede de la entidad en el paseo de Recoletos y de su estadio de Chamartín. El primer espacio lo utilizó como cuartel durante la guerra (también como lugar para alistamientos), mientras que el segundo fue empleado como campo de entrenamiento militar para los milicianos.
La sede de la Federación Española, sita en la Calle Claudio Coello número 10, se convirtió en el centro de reclutamiento para los deportistas. Allí acudieron futbolistas de Madrid, Atleti, CD Nacional, del Deportivo Valladolid… La edad mínima para alistarse era de 21 años, pero en el caos que se vivían y aprovechando su buen estado físico como deportistas, muchos menores de edad pasaron a formar parte del Batallón Deportivo. La idea de Paco Hernández Coronado, Álvarez Zamanillo o Ángel Rodríguez, dirigentes de la Federación Castellana y miembros del Frente Popular, era una realidad.
A la segunda compañía se la llamó Valencia y a la tercera Alcántara, en recuerdo al primer muerto del Batallón Deportivo. Julián Alcántara, jugador del Deportivo Nacional, murió en el frente y fue enterrado en Madrid el 19 de octubre de 1936 portando su ataúd tres milicianos futbolistas: Emilín (Arenas de Guecho y Real Madrid y que emigró a Argentina al acabar la guerra), Lecue y García de la Puerta.
Conocidos como ‘soldaditos de plomo, los futbolistas y deportistas del Batallón Deportivo tuvo un papel importante en batallas como las de Navalcarnero o en Usera, cuando los milicianos lograron alejar de Madrid el optimismo de los sublevados, que aseguraban que “estamos a dos pesetas en taxi del centro de Madrid”. Además de empuñar las armas encontraban tiempo para organizar partidos benéficos, como el del 24 de septiembre de 1936 entre jugadores del Batallón y una selección de Madrid y Atleti. Los ingresos fueron para los niños acogidos en la Casa Cuna y que habían quedado huérfanos desde el estallido de la guerra.
Los dirigentes populares del Madrid F. C. pusieron a disposición de los organizadores su local social. La Federación Castellana, todos sus elementos personales. Y así se formó este Batallón en torno a los deportistas, algunos incluso del Madrid como Quesada, Bonet, Emilín, García de la Puerta, Villita, Cosme o Lecue.
Pasados los primeros momentos, el mando pasó a manos del comandante Sanchís Zabalza y además fue dividido a su vez en tres Batallones: el referido Suñol, Valencia y Alcántara (como homenaje a Julián Alcántara, ex jugador del Nacional, muerto en Guadarrama).
Posteriormente, se reestructuró, pasando a formar parte del III Cuerpo del Ejército, dependiente del Coronel Ortega. Aquí se produce una escisión entre los deportistas (que son destinados a la sección de Automovilismo) y el resto (que es enviado al frente).
Tuvo un papel importante en batallas como las de Navalcarnero o en Usera, cuando los milicianos lograron alejar de Madrid el optimismo de los sublevados, que aseguraban que “estamos a dos pesetas en taxi del centro de Madrid”, como se afirma en la web http://www.marca.com/reportajes/2011/12/el_poder_del_balon/2012/05/23/seccion_01/1337803518.html.
Así, poco a poco, el Batallón fue disgregándose (algunos de los futbolistas marcharon a Valencia o Barcelona, donde sí había fútbol) hasta desaparecer definitivamente.

Real Madrid Republicano
Así la Federación Obrera acordó designar un Comité directivo que sustituyera a la vigente junta directiva siendo Vallejo, Sechí y Verts, asesorados por Pablo Hernández Coronado, quienes formarían dicho comité. Aunque para el Libro Oficial del Centenario (2002), la presidencia la asumió Leandro Sechí, la información proporcionada por la hija de Juan José Vallejo, Isabel Vallejo, en escrito personal al autor, nos aclara que será nuestro protagonista el que de facto ejerza de presidente. Curiosamente el libro, fuente oficial del Club que reunió a un importante equipo de investigadores para la redacción de los textos, no cita a José Vallejo entre los incautadores (al menos en alguno de los capítulos; sí en otros (¡).
El texto íntegro de la incautación del Madrid F. C., lo reproducía el diario El Sol dos días después: “Constituidos en el Madrid FC D. José Vallejo, en representación de la Federación Cultural Deportiva Obrera; D. Agustín Varela, por la Juventud de Izquierda Republicana; D. Agustín Nieto, por la Juventud Socialista Unificada; D. Vicente Veres, socio del Madrid afiliado a la UGT; D. Leandro Sechi, socio del Madrid, afiliado a Amigos de la Unión Soviética, y D. Alfonso Reyes, socio del Madrid afiliado a Izquierda Republicana, con D. Pablo Hernández Coronado, asesor técnico; D. Pedro Manzano, por la Asociación de Espectáculos Públicos (UGT) y D. José Carlos Alonso en representación de todo el personal del club sin excepción, acuerdan la incautación de dicho club, asumiendo todas las funciones que los reglamentos conceden a la Junta directiva, incautación que se verifica para orientar la marcha del Club en un sentido popular, que sin desvirtuar la organización tipo profesional del mismo, permita la extensión de los beneficios deportivos que puedan proporcionar todas sus instalaciones a las masas populares, que en estos momentos están defendiendo heroicamente la República democrática de nuestro país.”
“Primero. Respetar toda la plantilla del personal que no sea desafecto al régimen.
Segundo. Convocar a la anterior Junta directiva para el próximo sábado a las cuatro de la tarde, a los efectos de transmisión de poderes.
Tercero. Autorizar la utilización de todas las instalaciones del Club y local social, excepto el campo de juego, a todos los socios del Madrid afectos al régimen que exhiban autorización al efecto de su organización.
Cuarto. Poner a disposición del Gobierno Civil, con todas sus disponibilidades y preparar la organización de un partido internacional o varios, si es posible, con objeto de recaudar fondos para la suscripción a favor de las víctimas del fascismo.
Asimismo, se acuerda dar traslado de esta acta a la Dirección general de Seguridad, a los organismos deportivos superiores y poner copia de ella en todos los locales sociales. Y para que conste, todos firmamos la presente en Madrid a cuatro de agosto de 1936. – Por la Comisión V. Veres.”
El Real Madrid fue, de hecho, el último campeón de la Copa republicana, pocos días antes de la sublevación. Su presidente de entonces, Rafael Sánchez-Guerra era un republicano convencido, el primero que ondeó la bandera tricolor desde el balcón del ayuntamiento de Madrid, hace ya 89 años. Ya con la guerra declarada, la incautación por el Frente Popular fue justificada con los siguientes argumentos: “Un club democrático como el Madrid, con un plantel de socios netamente republicanos de izquierda, no podía temer nada. La Deportiva Obrera, que tiene un gran concepto de los principios deportivos, encontró justos los razonamientos de algunos socios, y juntos concibieron un plan que ha sido puesto en práctica y aprobado sin excepción alguna, por todos los sectores deportivos de Madrid. Reunidos socios del Madrid y directivos de la Federación Obrera acordaron designar un Comité directivo que sustituya a la actual Junta directiva. El citado Comité, nombrado ya, está integrado por dos directivos pertenecientes a la Federación Deportiva Obrera. Uno de ellos es Juan José Vallejo”. Vallejo, por cierto, fue fusilado al término de la contienda.
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La plantilla del Real Madrid en la temporada 1935-1936.
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Pedro Patricio Escobal, defensa y capitán merengue, afiliado a Izquierda Republicana, fue condenado a 30 años de prisión por el régimen franquista. Evitó hasta cuatro ejecuciones durante el conflicto. Se exilió en Cuba y luego en Estados Unidos. Nunca pudo olvidar la guerra y con la sangre de esta herida escribió "Las Sacas".
El militar comunista Antonio Ortega Gutiérrez estuvo al frente de la institución entre 1937 y 1939. Nacido en la localidad burgalesa de Rabe de las Calzadas en 1888, inició su carrera militar en 1906, entrando a formar parte del Cuerpo de Carabineros. Cuando estalló la guerra era teniente y estaba destinado en Irún. Su destacado papel en la defensa de la ciudad le facilitó ser nombrado gobernador civil de Guipúzcoa en agosto de 1936, tomando el mando de las fuerzas republicanas en la campaña de Guipúzcoa, con las que participó en los combates alrededor de Irún y San Sebastián. Tras crearse el gobierno autónomo vasco cesó en su puesto y fue enviado a Madrid, incorporándose a las Milicias Vascas Antifascistas. En la capital se puso al frente de la 40ª Brigada Mixta y de la 7ª División, ya con el rango de teniente coronel, encargándose de la defensa de la ciudad en el área de la Ciudad Universitaria. En mayo de 1937 fue nombrado director general de Seguridad por el nuevo gobierno republicano de Juan Negrín, cargo al que llegó con el aval del Partido Comunista, formación a la que se afilió.
Aunque no era aficionado al fútbol, el presidente Ortega asumía sus responsabilidades y defendía la creación de un nuevo estadio, tal y como declaró a la revista Blanco y Negro. «Madrid, que ha ganado su capitalidad, debe tener todo aquello que poseen otras ciudades que han sido más frívolas con relación a la guerra. Todos, entonces, debemos ayudar al gran club, sin olvidarnos de otros de la misma región. Estos vendrán después, pero colaborando todos para la gran obra del mejor terreno deportivo de España, habremos hecho desaparecer antagonismos viejos.”.
Sus declaraciones al semanario Blanco y Negro eran prueba de una mentalidad prácticamente espartana: “La nueva práctica del deporte aplicada a la guerra ha evitado, en primer lugar, el preciosismo y la exhibición, y ha conseguido que los soldados, libres de antaños prejuicios, fortalezcan sus músculos, alimenten sus pulmones y posean una resistencia esencial hoy en cualquier clase de combate (…) El Madrid, y yo estimaré que así sea, debe conseguir el mayor campo deportivo de España, el más importante estadio. La ciudad, que se ha ganado heroicamente su capitalidad, debe tener todo aquello que poseen otras ciudades que han sido más frívolas con relación a la guerra”.
Tras triunfar la insurrección del coronel Casado contra el gobierno de Juan Negrín, con la que se intentó poner fin a la Guerra Civil mediante un acuerdo entre militares, Ortega fue cesado en su responsabilidad militar. Ante la inminente entrada de las tropas franquistas a Madrid se desplazó a Alicante, donde fue detenido el 13 de abril de 1939 antes de poder coger un barco en dirección a Argelia. Dos meses después y tras un consejo de guerra, fue ejecutado mediante el sistema del garrote vil.
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| Antonio Gutiérrez |
Como también lo es la de Rafael Sánchez-Guerra, el presidente del Real Madrid hasta 1936. Concejal republicano del Ayuntamiento de Madrid -fue el más votado-, de adscripción republicana y conservadora, permaneció toda la guerra en la capital junto a su gran amigo el socialista Julián Besteiro y ninguno de ellos se fugó cuando tuvieron ocasión porque consideraban que no habían cometido delito alguno salvo la fidelidad a sus ideas. Sin embargo fueron condenados a fuertes penas de cárcel (a Besteiro le acusó el fiscal de que su ejemplo como persona intachable podría hacer aceptable su ideología). Besteiro murió poco después en prisión y Sánchez-Guerra, con el apoyo de sus parientes que militaban en el bando franquista -la familia Barroso, que ostentaban importantísimos cargos- pudo marchar al exilio en 1946.
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| Rafael Sánchez-Guerra |
Del equipo que ganó la última Copa de la República, sólo quedaban cuatro jugadores al final de la guerra. Lecue, Sauto, Bonet y Quincoces. Los demás se exiliaron, fueron recluidos en cárceles franquistas o fusilados.
JUAN JOSÉ VALLEJO
Juan José Vallejo González fue la persona que encabezó la incautación del entonces Madrid Foot-ball Club en el comienzo de la guerra civil, cuando la Federación Cultural y Deportiva Obrera, órgano sectorial del Frente Popular, tomó el club el 4 de agosto de 1936, así como varios de los estamentos futbolísticos del Madrid cercado por las tropas golpistas, como la Federación Española de Fútbol (en la que también fue protagonista actuando como vicepresidente) o el Colegio de Árbitros.
En noviembre de 1936 se incorporó al 5º Regimiento de Milicias Populares, integrándose posteriormente en la 43ª Brigada Mixta. Durante la guerra operó con esta Brigada en los frentes del Centro, Levante y Extremadura. Para 1938 alcanzó el grado de capitán y posteriormente de Comandante de Estado Mayor. En marzo de 1939 será detenido por las tropas rebeldes, y hecho prisionero pasando por varios campos de concentración en Rota, Cádiz, etc. Pasó también cárcel en Sevilla, aunque no cumplió condena, ya que logró escapar de prisión con un grupo de compañeros, pues la condena a muerte era segura, como oficial del ejército republicano que era. La hija apunta que se trasladó clandestinamente a Barcelona ya que, por razones de seguridad, no podía volver a Madrid. Allí casará con Dolores Calderón Ramón, nacida en 1922, y con quien tuvo cinco hijos: Isabel, Carlos, Dolores, Rosario y Nuria. Y concluye su hija “Siempre fue un ejemplo para nuestra familia, por su humanidad, su entrega a la lucha por la defensa de la justicia social, y su compromiso vital en la defensa de las libertades democráticas”.
Juan José Vallejo falleció en Barcelona el 27 de enero de 1978 con 65 años. En la necrológica que publica La Vanguardia se habla de que había sido fundador de las Juventudes Comunistas y de las Juventudes Socialistas Unificadas, así como promotor de la Olimpiada Popular de 1936 y comisario político del Batalló Jove Guaria del 5.e Regiment. Era militante comunista desde hacía 40 años. La necrológica se la ponían sus compañeros del PSUC de Poble Nou. En otra necrológica en el mismo medio (realmente se publicaron de él tres necrológicas este día) se dice que había sido presidente de la Cooperativa Pau i Justicia también de Poble Nou. La tercera la debió contratar el grupo de agentes comerciales colegiados, quienes anuncian el traslado del féretro tras el entierro, al cementerio de San Boi de Llobregat envuelto el ataúd en la bandera republicana.
Más información aquí https://www.cuadernosdefutbol.com/2020/04/el-presidente-del-real-madrid-mas-ignorado-y-desconocido-juan-jose-vallejo-gonzalez-1912-1978/
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| Juan José Vallejo |
Barça republicano
El martes 18 de mayo de 1937 la expedición azulgrana que tenía que irse a México inició el viaje en tren hacia la población francesa de Saint Nazaire. Cabe decir que el trayecto desde Barcelona hasta la frontera con Francia resultó muy peligroso. De hecho, cuando estaban a punto de llegar a Portbou el tren se tuvo que parar un buen rato dentro de un túnel, ya que en aquellos momentos la villa gerundense estaba siendo bombardeada por la aviación fascista. Una vez pasado el mal trago, el 24 de mayo comenzaría una larga navegación hacia el otro lado del Atlántico, con la llegada a México el 8 de junio, donde fueron recibidos con todos los honores. Un diario de la capital mexicana publicó:“Que la estancia de los futbolistas catalanes logre borrar la impresión de tragedia y luto que traen de su afligida patria y que el fútbol de México sepa cosechar los beneficios que esa visita les brindará”.
El F.C. Barcelona tiene un presidente, Josep Sunyol, fusilado por los franquistas en el frente del Guadarrama en los primeros días de la guerra. En julio de 1935 accedió a la presidencia Josep Suñol i Garriga, una persona de fuertes ideales catalanistas. Con su divisa Deporte y Ciudadanía, Suñol acentuó la vinculación del hecho social con el deportivo al FC Barcelona.
Josep Sunyol i Garriga, presidente del Barça en los tiempos de la República, diputado de Esquerra Republicana y del Front D'Esquerres de Catalunya. En el caso de Josep Sunyol, su relevancia social y deportiva como presidente del FC Barcelona no le sirvió para evitar que lo mataran, más bien al contrario. Se ha especulado que aquella brutal masacre sería la respuesta de los falangistas castellanos a la muerte de su líder regional, Onésimo Redondo (llamado el Caudillo de Castilla) y de sus dos lugartenientes, quienes, poco antes, también habían atravesado accidentalmente el frente de guerra, habían caído en una emboscada y habían sido abatidos por milicianos anarquistas (24 de julio de 1936) en Labajos (Castilla), a poca distancia del lugar donde serían fusilados Sunyol, Ventura y sus dos acompañantes.
Sunyol, nacido en Barcelona en 1898, había sido presidente accidental del FC Barcelona en 1925, cuando el gobierno de Primo de Rivera clausuró el estadio de Les Corts y Joan Gamper tuvo que emprender el camino del exilio. Posteriormente ocuparía varios cargos directivos dentro del club y volvería a ser presidente en 1935 por aclamación de los socios. En el plano político había ejercido como diputado de Esquerra Republicana de Catalunya en las Cortes de Madrid (1931-1933). Y en el plano profesional había sido fundador y editor de varias publicaciones de prensa, de ideología catalanista y republicana, entre las que destacaba La Rambla, el rotativo en que trabajaba Pere Ventura i Virgili.
Fue fusilado el 6 de Agosto de 1936 mientras repartía gran parte de su fortuna de la empresa del Real Automóvil de Catalunya al pueblo madrileño en su lucha para aplastar el fascismo, las tropas rebeldes y la conspiración organizada por los monárquicos con las fuerzas del Eje para acabar con la Segunda República Española.
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Josep Sunyol
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Osasuna republicano
Con la proclamación de la II República, los partidos de la rama republicana conformaban un amplio abanico. Bengaray, “amigo y compañero de gente de la Pamplona izquierdista y conservadora”, perteneció a Acción Republicana, el partido de Manuel Azaña; fue dirigente de Izquierda Republicana, y después, presidente del Frente Popular en Navarra, con republicanos, socialistas, comunistas... Ocupaba este cargo cuando fue detenido en agosto de 1936.
En los estatutos se recogió expresamente que el club no tenía adscripción política, lo que no impidió que, desde el principio, se estableciera un estrecho vínculo con las clases populares.
El 7 de junio Osasuna venció en semifinales de la Copa al Barcelona por 4-2, en un escenario en el que coincidieron los que, un mes más tarde, acabarían siendo víctimas y victimarios. Apenas unas semanas después, tras 12 días de Sanfermines, el 19 de julio Pamplona se convirtió en el kilómetro cero del golpe. En esa fecha los carlistas tomaron la Plaza del Castillo, los falangistas asaltaron la sede de Izquierda Republicana, el Centro Vasco, el diario La Voz de Navarra y fue detenido el alcalde de Estella y fundador de Osasuna, Fortunato Aguirre. Había avisado al Gobierno de las maniobras golpistas de Mola, alertado de que el Monasterio de Iranzu se estaba utilizando como arsenal de armas y fue asesinado en Tajonar”.
Osasuna desciende, llega el verano, los Sanfermines y el último día: concentración militar, convocada por las derechas, en la Plaza del Castillo de 4.000 requetés. El General Mola al mando. Asaltan el periódico nacionalista La Voz de Navarra, el Centro Vasco y el Círculo de la Izquierda Republicana (arrancaron símbolos y adornos republicanos). La jornada finaliza con el asesinato por la espalda del Comandante Rodríguez Medel por sus subordinados de la Guardia Civil, pues trataba de parar el golpe; objetivo que, el ex presidente de Osasuna, Natalio Cayuela, junto a otros (entre los que había varios de la Junta del club), también intentaron.
En las jornadas siguientes fueron cesados todos los concejales de izquierdas de Pamplona, una gestora municipal tomó el control y dio todo su apoyo a la Junta de Guerra. 56 trabajadores en la plantilla municipal cesados de empleo, además de miles de detenciones, interrogatorios bajo amenazas y torturas para confeccionar listas negras… En un año 300 personas fusiladas en Pamplona, la mayoría de ellas vinculadas a organizaciones republicanas de izquierdas o nacionalistas vascas.
Los fusilamientos de presos se realizaban en las murallas de la Ciudadela, convirtiéndose en un lamentable espectáculo al que acudían determinados miembros de familias aristócratas, y algunas monjas, con su afán de presenciar y ser testigos, y demostrar su bajeza moral, por ver aquel horror y exterminio merecido del vecino rojo, de un conocido, incluso de algún pariente.
La selección vasca
Mucho se ha escrito sobre ella. Formada a instancias del Lehendekari Aguirre en 1937, le cupo un papel importante tanto en la recaudación de fondos, como en la cosecha de adhesiones a la causa republicana. El combinado contaba con figuras del último campeón, el Athletic de Bilbao y también grandes jugadores del Madrid (por entonces, no Real sino Madrid FC): Gregorio Blasco, Serafín Ahedo, Pedro y Luis Regueiro, Isidro Lángara, Ángel Zubieta, Emilio Alonso, Ignacio Aguirrezabala, Rafael Egusquiza, entre otros.
Comenzaron con una exitosa gira en Europa, recorriendo Francia, Polonia, Dinamarca, Checoslovaquia, Dinamarca y Noruega. En la Unión Soviética supieron de la caída de Bilbao. Entonces la selección puso rumbo al continente americano, donde muchos jugadores se incorporaron y brillaron en equipos locales.

Manuel Blasco Garzón
Manuel Blasco Garzón (Sevilla, 1885 / Buenos Aires, Argentina, 1954) fue presidente del Sevilla Fútbol Club en el periodo 1923-19255. Este político y abogado (estudió Derecho en la Universidad de Sevilla), y que durante años escribió regularmente en prensa de muy diversa orientación socio-política (La Monarquía, El Porvenir, El Correo de Andalucía, La Lucha, El Pueblo…), fue diputado en la legislatura de 1923 por el distrito de Estepa (Sevilla) en una candidatura del Partido de Izquierda Liberal 6, y posteriormente en las legislaturas republicanas de 1933 y 1936, en ambas por la circunscripción de Sevilla capital (en la legislatura de 1933, por el Partido Republicano Radical —PRR—, y en la de 1936, en las filas de Unión Republicana —UR— y en la candidatura del Frente Popular, ya que en mayo de 1934 había seguido a D. Martínez Barrio en la escisión que había dado lugar al Partido Republicano Radical-Demócrata)7 .
Previamente, y en el ámbito municipal, Blasco fue elegido concejal en el Ayuntamiento de Sevilla en las elecciones municipales de 1917, puesto que mantuvo hasta 1923 (en julio de 1922 fue condecorado, en su condición de teniente de alcalde de ese Ayuntamiento, con la Gran Cruz del Mérito Militar «por los extraordinarios servicios prestados al Ejército con ocasión de la evacuación de enfermos y heridos de la reciente campaña de Melilla»)8 .
El golpe de Estado del general M. Primo de Rivera le alejó temporalmente de la política activa, pero participó en otras esferas de la vida social y cultural sevillana (además de la presidencia del Sevilla Fútbol Club, también ejerció la del Colegio de Abogados, la del Ateneo de Sevilla y la de la Sociedad Económica de Amigos del País, entre otras, además de ser uno de los impulsores del grupo de escritores conocido como la generación del 27), no sin desdeñar la unificación de las fuerzas dinásticas progresistas (Unión Liberal Nacional), que no se materializaría.
Tras la caída de la dictadura de Primo de Rivera (enero de 1930), fue nombrado, de nuevo, concejal del Ayuntamiento de Sevilla (formado a partes iguales por los mayores contribuyentes y por los exconcejales más votados en las elecciones celebradas entre 1917 y 1923 —fue su primer teniente de alcalde entre enero y abril de 1931—). En el periodo que transcurre entre la caída de Primo de Rivera y la instauración de la República (14 de abril de 1931) mantuvo posiciones políticas que, cuando menos, pueden considerarse contradictorias: pasó de abogar por la formación de un bloque de izquierdas que exigiese la convocatoria de Cortes constituyentes a apoyar la política de mantenimiento de la Monarquía de Alfonso XIII. Instaurada la República tras las elecciones municipales del 12 de abril, se presentó a las constituyentes del 28 de junio de 1931 como candidato «republicano independiente» por la circunscripción de Sevilla capital, elecciones en las que no fue elegido (obtuvo tan sólo 1.327 votos, el 1,6% del censo electoral y el 2% de los votantes). Dada la estrecha relación que mantenía desde hacía años con Martínez Barrio, uno de los máximos dirigentes nacionales del PRR, reingresó en este partido en julio de 1932.
Aunque su nombre sonó como posible alcalde del Ayuntamiento de Sevilla, formó parte de la candidatura radical (Coalición Republicana) por la circunscripción de Sevilla capital en las elecciones legislativas celebradas el 19 de noviembre de 1933, en las que obtuvo 27.216 votos (el 16,7% del censo y el 30% de los votantes), el que menos de los seis diputados elegidos en su circunscripción, que fueron dos de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), un agrario, un tradicionalista y dos radicales (el PRR obtuvo un total de 102 diputados, la segunda fuerza parlamentaria nacional tras los 115 de la CEDA).
En su labor parlamentaria hay que destacar que fue miembro de la Comisión de Justicia, así como suplente de la comisión formada para estudiar las acusaciones formuladas contra los republicanos M. Azaña y S. Casares Quiroga tras la insurrección de octubre de 1934.
La crisis abierta en el seno del PRR entre A. Lerroux, su máximo dirigente, y Martínez Barrio por la política de alianzas tras las elecciones de noviembre de 1933, ya que aquél era partidario de establecerlas con la conservadora CEDA, desembocó en la escisión dirigida por éste, quien formó el Partido Republicano Radical-Demócrata (PRRD)9 . Su posterior unión, en septiembre de 1934, con el Partido Republicano Radical-Socialista (PRRS) y con Izquierda Radical-Socialista (IRS) dio lugar a UR.
En las elecciones de febrero de 1936 formó parte, de nuevo, de las candidaturas presentadas por la circunscripción de Sevilla capital, en esta ocasión como miembro de UR en la candidatura del Frente Popular, de la que formaban parte, además, un candidato de la azañista Izquierda Republicana (IR), un socialista y un comunista: Blasco obtuvo 74.993 votos, el más votado de los seis diputados que correspondían a esa circunscripción (los elegidos fueron los cuatro de la candidatura del Frente Popular, así como un cedista y un tradicionalista).
Tras el triunfo del Frente Popular le llegó la ocasión de ser ministro: Azaña, presidente del nuevo gobierno, le nombró de Comunicaciones y Marina Mercante (lo fue entre el 19 de febrero y el 10 de mayo de 1936). Cuando Azaña dejó la presidencia del Gobierno tras ser elegido presidente de la República, continuó ejerciendo esas mismas responsabilidades (del 10 al 13 de mayo) en el gobierno interino presidido por A. Barcia, gobierno que sólo duró hasta que Azaña pudo nombrar un nuevo gobierno, el presidido por Casares. La formación de este nuevo gobierno supuso su nombramiento como ministro de Justicia (del 13 de mayo al 19 de julio), función que mantuvo en el formado por Martínez Barrio tras el golpe de Estado militar del 18 de julio de 1936, gobierno que no llegó a tomar posesión, así como en el de J. Giral (del 19 de julio al 4 de septiembre de 1936, en que fue sustituido por el republicano M. Ruiz-Funes en el presidido por el socialista F. Largo Caballero).
Posteriormente, y ya en plena Guerra Civil, fue nombrado cónsul general en Buenos Aires (13 de octubre de 1936) con la categoría de ministro plenipotenciario de primera clase (tenía asignada una retribución anual de 20.000 pesetas, y otras 22.500 para gastos de representación, cargo que no podía desempeñar durante más de un año en aplicación de la ley de incompatibilidades de diciembre de 1934), y un año después, cónsul en Uruguay.
Tras el fin de la Guerra Civil fue procesado por el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo (causa n.º 197 del Juzgado Especial n.º 1 de ese Tribunal) y condenado en rebeldía a la pena de 30 años de reclusión mayor por los delitos de masonería y comunismo con circunstancias agravantes, y a las penas civiles accesorias de «inhabilitación absoluta perpetua para el ejercicio de cualquier cargo del Estado, corporaciones públicas u oficiales, entidades subvencionadas y empresas concesionarias, gerencias y consejos de administración de empresas privadas, así como cargos de confianza, mando y dirección de las mismas y separación definitiva de los citados cargos»10 . Años después (1945) fue procesado de nuevo, ahora por el Tribunal Nacional de Responsabilidades Políticas (proceso que fue sobreseído) 11.
En el exilio formó parte de diversas organizaciones republicanas (Federación de Sociedades Democráticas Españolas en la Argentina), colaboró y presidió sociedades como la Fraternidad Española, el Centro Republicano Español o el Rincón Familiar Andaluz, y además de ejercer como abogado mantuvo su actividad como conferenciante, periodista (España Republicana, por ejemplo, que también dirigió) y escritor (entre otras, la obra titulada Evocaciones andaluzas, acabada en 1941, en la que describió la imagen que tuvo y que difundió de Andalucía, en general, y de sus provincias, en particular)12 .
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