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miércoles, 4 de septiembre de 2024

EL DEPORTE Y LA SEGUNDA REPÚBLICA. EL BATALLÓN DEPORTIVO

Fue en octubre de 1936 cuando se creó el denominado «Batallón Deportivo» de Madrid, una suerte de facción del Frente Popular formada exclusivamente por deportistas. Aunque en otras regiones españolas tuvo un carácter más esporádico, con una presencia más moderada de los atletas, en la capital sí fue norma. Futbolistas, boxeadores o ciclistas conformaron este ejército, iniciado con la incautación de la Federación Castellana de Fútbol y la posterior cesión de poderes de su homóloga nacional, en favor de la República. El denominador común de los integrantes se debía tanto a este elemento circunstancial, relativo a la toma de la federación, como a la creencia de que por sus características podrían aportar un extra en el frente. Aunque mucho se ha escrito sobre esta cuestión, con un calculado apunte heróico, no existe la seguridad de que en términos generales su participación en la defensa de Madrid fuera fundamental, más allá de la batalla de Usera, que sí lo fue.

El distintivo del batallón, sirva como apunte para comprender la profunda relación con el fútbol, era el mismo que empleaban los jugadores españoles que competían en el extranjero. Los brazaletes de la Federación Española definían ahora su compañía.



Pioneros del ciclismo

A finales de 1934, ya había voces que reclamaban la necesidad de instaurar en España una vuelta ciclista al estilo de las que se disputaban en Francia e Italia. La práctica del ciclismo aumentaba de forma prodigiosa en nuestro país, pero no fue hasta principios de 1935 cuando se aceleraron las gestiones para la organización de la carrera. Fue iniciativa del diario vespertino madrileño Informaciones (1922-1983) poner en marcha esa primera edición, igual que en la creación del Tour de Francia fue protagonista la publicación L’Auto y en la del Giro de Italia La Gazzetta dello Sport.

Aquella primera edición de la Vuelta contó con 50 participantes (32 de ellos españoles); con bicicletas de hierro y escasa preparación física, sólo lograron acabar la prueba 29 de ellos. Recorrieron 3.425 kilómetros divididos en 14 etapas que tenían como meta importantes ciudades: Bilbao, San Sebastián, Zaragoza, Barcelona, Valencia o Sevilla.

Baloncesto

España participó en el primer Campeonato de Europa de Selecciones de Baloncesto. Fue en 1935, en la ciudad suiza de Ginebra. Aquello era un intento por organizar el basket europeo y que este nuevo deporte llegase cada vez a más países. El año siguiente debía estrenarse como deporte olímpico en Berlín, con lo que el deporte de la canasta cobraba una dimensión más seria.

España participó con Rafael Martín, los hermanos Emilio y Pedro Alonso, Juan Carbonell, Armando Maunier, Fernando Muscat, Cayetano Ortega y Rafael Ruano, todos ellos bajo la dirección de Mariano Manent, entrenador del Barcelona. La mayoría de jugadores eran del área de Barcelona y de Madrid.

Eran otros tiempos en el baloncesto, donde las posiciones eran de defensa y atacante y donde no había cambios. Ya hemos visto que solo había 8 seleccionados para todo un torneo. La mayoría había disputado ese mismo año el primer partido de la historia de la selección contra Portugal.

El equipo que competía bajo la bandera tricolor de la República, superó el primer partido 25-17 frente a Bélgica, con 8 puntos de Pedro Alonso, que pasaba por ser el mejor jugador del equipo. Tras ello el equipo pasó a semifinales, donde esperaba Checoslovaquia. 21-17 sería el resultado para el combinado dirigido por Maunier, que se aseguraba una medalla a la espera de lo que sucediese en la final. Allí, los 11 puntos de Jurcins fueron demasiado. Letonia ganaba el oro y España conseguía su primera medalla en un Eurobasket, además en el primero que se jugaba. Lo que nadie imaginaba era lo que tardaría en llegar la segunda.


El batallón deportivo y Chamartín

Los deportistas del Madrid republicano no se iban a quedar al margen de la defensa de la ciudad y la formación de tropas gremiales. A mediados de septiembre se creó el Batallón Deportivo, en el que la Federación Española de Fútbol tendría un papel esencial. Ocupada por milicianos la Federación Castellana de Fútbol, la Española decidió ceder sus poderes y con los fondos que existían se decidió la formación del Batallón Deportivo, en el que además de futbolistas había boxeadores, atletas, árbitros… La sede del Madrid F.C., en el Paseo de Recoletos, se convirtió en la sede del Batallón.

El "Batallón Deportivo" se forma en octubre de 1936 con voluntarios del mundo deportivo; era una más de las unidades milicianas "gremiales" -maestros, panaderos, metalúrgicos, agentes de comercio, tenderos- más que "políticas". Según los datos de la Comandancia de Milicias se forma en Octubre y el 7 de octubre ya opera en la "Columna Sánchez Plaza" de la zona de Extremadura  luego "Columna de la Carretera de Extremadura"; en 1936 tiene 23 muertos y 7 desaparecidos, lo que es una cifra enorme en comparación con otras unidades similares y a sus efectivos ( 278 hombres en 29 de octubre); al morir asesinado el presidente del "Barça" se retitula "Deportivo Suñol" (sic, era "Sunyol"); termina integrado en la 53ª Brigada Mixta (ex "Agrupación Lopez Tavar")

El Batallón Deportivo, que nació al amparo de la incautación de la propia Federación de Fútbol, según refiere El Liberal del 1 de enero de 1937 que detalla pormenorizadamente su creación. La desaparición de un fraternal camarada en lides futbolísticas, el diputado de la Esquerra catalana José Suñol, de quien se decía entonces que fue aprehendido y fusilado por los facciosos en la Sierra, hizo concebir a ese grupo de dirigentes la idea de aplicar una buena porción de los fondos de la Federación Española a la creación y sostenimiento de un batallón de milicias, cuya primera compañía llevaría el nombre del malogrado ex presidente del Barcelona F. C. Se decide pues crear un batallón de deportistas donde se integraron futbolistas, boxeadores, atletas, o ciclistas, pelotaris, jugadores de baloncesto y hasta toreros entre otros, a quienes aleccionaban profesores de la talla de Rafael Hernández Coronado, Heliodoro Ruiz o Rafael Tolosa.


Entre los integrantes del «Batallón Deportivo» destaca Félix Quesada, defensor del Real Madrid entre 1922 y 1936. Con apostura recia, futbolista de carácter y líneas de plomo, ayudó a conquistar las dos primeras Ligas del club madridista. Pero más allá de sus victorias como jugador, su figura adquiere importancia en este caso porque tuvo que acreditar su afinidad a la República, como si el simple alistamiento no bastara. A pesar del extremismo y la intransigencia inicial, Quesada fue aceptado en la oficina de reclutamiento, situada improvisadamente en la sede de la Federación Española, en la calle Claudio Coello.

"Los deportistas madrileños, por iniciativa de la Federación Española de Fútbol, se ocupan estos días de la formación de un núcleo de fuerzas voluntarias que llevará el nombre del malogrado Josep Sunyol, presidente que fue del Barcelona C. F. En esta nueva fuerza pueden inscribirse cuantos deportistas se muestren dispuestos a defender las libertades republicanas. La salida de la columna para el frente se verificará el día 7 de septiembre. El día anterior se verificará un festival en el campo del Madrid, en el que luego de un partido que jugarán los primeros equipos del Madrid y del Valencia será entregado a los milicianos del deporte un banderín. La recaudación que se obtenga en el partido a que nos referimos será destinada a los Hermanos de Sangre".

Al Batallón Deportivo se inscribieron Lecue (Madrid), Marín (ex del Atlético, recién fichado por el Madrid), Quesada (Madrid), Espinosa (Madrid), Fraisón (Sporting de Gijón), Paquillo (Ferroviaria), García de la Puerta (Ferroviaria), Cosme (Atlético), Villita (Madrid), Emilín (Madrid), Moleiro (Carabanchel), Pablito (Nacional), Cotillo (Tranviaria), Pedrín (Salamanca), Gómez (Ferroviaria), Trinchant (Ferroviaria), Rocasolano II (Mirandilla de Cádiz) y otros varios de equipos de menor categoría. La inscripción de deportistas de cualquier modalidad dio para formar dentro del Batallón Deportivo tres compañías, que llevaron los nombres de Sunyol, Valencia y Alcántara.

 Entrenamiento del Batallón Deportivo en el campo del Madrid F.C.,
 en Chamartín de la Rosa.

El cuartel de esta nueva milicia se estableció en la planta baja del Madrid C.F., y el día anterior a su partida hacia el frente se celebró un partido entre los equipos del Madrid y el Valencia, además de un festival cuya recaudación se destinó a los hospitales de sangre, tan importantes en periodos de guerra.

Los uniformes del Batallón Deportivo lucían insignias bordadas con los colores con los que la selección española había jugado sus partidos hasta el inicio de la guerra. Clave fue su participación en las batallas de Navalcarnero y Usera. A la primera compañía que se formó se le puso el nombre de José Sunyol, el ex presidente de la Federación Catalana y del Barcelona y miembro de Ezquerra que había sido fusilado en el madrileño puerto de Guadarrama por los rebeldes.

Las instalaciones del Madrid en Chamartín pasaron de ser el campo de entrenamiento del equipo blanco, que en junio se había proclamado campeón de Copa en Valencia contra el Barcelona, a terreno de instrucción para las milicias deportivas.

Pero la relación entre el Real Madrid y el «Batallón Deportivo» no se redujo a la figura del duro defensor madridista, que, por cierto, años después fue seleccionador nacional, una vez instalada la dictadura. La milicia republicana, que tomó el nombre de José Suñol, presidente del Barcelona, asentó sus principales ubicaciones en las instalaciones del club madridista en la capital. El Frente Popular, en el primer año del conflicto, se apoderó de la sede de la entidad en el paseo de Recoletos y de su estadio de Chamartín. El primer espacio lo utilizó como cuartel durante la guerra (también como lugar para alistamientos), mientras que el segundo fue empleado como campo de entrenamiento militar para los milicianos.

La sede de la Federación Española, sita en la Calle Claudio Coello número 10, se convirtió en el centro de reclutamiento para los deportistas. Allí acudieron futbolistas de Madrid, Atleti, CD Nacional, del Deportivo Valladolid… La edad mínima para alistarse era de 21 años, pero en el caos que se vivían y aprovechando su buen estado físico como deportistas, muchos menores de edad pasaron a formar parte del Batallón Deportivo. La idea de Paco Hernández Coronado, Álvarez Zamanillo o Ángel Rodríguez, dirigentes de la Federación Castellana y miembros del Frente Popular, era una realidad.

A la segunda compañía se la llamó Valencia y a la tercera Alcántara, en recuerdo al primer muerto del Batallón Deportivo. Julián Alcántara, jugador del Deportivo Nacional, murió en el frente y fue enterrado en Madrid el 19 de octubre de 1936 portando su ataúd tres milicianos futbolistas: Emilín (Arenas de Guecho y Real Madrid y que emigró a Argentina al acabar la guerra), Lecue y García de la Puerta.

Conocidos como ‘soldaditos de plomo, los futbolistas y deportistas del Batallón Deportivo tuvo un papel importante en batallas como las de Navalcarnero o en Usera, cuando los milicianos lograron alejar de Madrid el optimismo de los sublevados, que aseguraban que “estamos a dos pesetas en taxi del centro de Madrid”. Además de empuñar las armas encontraban tiempo para organizar partidos benéficos, como el del 24 de septiembre de 1936 entre jugadores del Batallón y una selección de Madrid y Atleti. Los ingresos fueron para los niños acogidos en la Casa Cuna y que habían quedado huérfanos desde el estallido de la guerra.


Los dirigentes populares del Madrid F. C. pusieron a disposición de los organizadores su local social. La Federación Castellana, todos sus elementos personales. Y así se formó este Batallón en torno a los deportistas, algunos incluso del Madrid como Quesada, Bonet, Emilín, García de la Puerta, Villita, Cosme o Lecue.

Pasados los primeros momentos, el mando pasó a manos del comandante Sanchís Zabalza y además fue dividido a su vez en tres Batallones: el referido Suñol, Valencia y Alcántara (como homenaje a Julián Alcántara, ex jugador del Nacional, muerto en Guadarrama).

Posteriormente, se reestructuró, pasando a formar parte del III Cuerpo del Ejército, dependiente del Coronel Ortega. Aquí se produce una escisión entre los deportistas (que son destinados a la sección de Automovilismo) y el resto (que es enviado al frente).

Tuvo un papel importante en batallas como las de Navalcarnero o en Usera, cuando los milicianos lograron alejar de Madrid el optimismo de los sublevados, que aseguraban que “estamos a dos pesetas en taxi del centro de Madrid”, como se afirma en la web  http://www.marca.com/reportajes/2011/12/el_poder_del_balon/2012/05/23/seccion_01/1337803518.html.

Así, poco a poco, el Batallón fue disgregándose (algunos de los futbolistas marcharon a Valencia o Barcelona, donde sí había fútbol) hasta desaparecer definitivamente.

Real Madrid Republicano

Así la Federación Obrera acordó designar un Comité directivo que sustituyera a la vigente junta directiva siendo Vallejo, Sechí y Verts, asesorados por Pablo Hernández Coronado, quienes formarían dicho comité. Aunque para el Libro Oficial del Centenario (2002), la presidencia la asumió Leandro Sechí, la información proporcionada por la hija de Juan José Vallejo, Isabel Vallejo, en escrito personal al autor, nos aclara que será nuestro protagonista el que de facto ejerza de presidente. Curiosamente el libro, fuente oficial del Club que reunió a un importante equipo de investigadores para la redacción de los textos, no cita a José Vallejo entre los incautadores (al menos en alguno de los capítulos; sí en otros (¡).

El texto íntegro de la incautación del Madrid F. C., lo reproducía el diario El Sol dos días después: “Constituidos en el Madrid FC D. José Vallejo, en representación de la Federación Cultural Deportiva Obrera; D. Agustín Varela, por la Juventud de Izquierda Republicana; D. Agustín Nieto, por la Juventud Socialista Unificada; D. Vicente Veres, socio del Madrid afiliado a la UGT; D. Leandro Sechi, socio del Madrid, afiliado a Amigos de la Unión Soviética, y D. Alfonso Reyes, socio del Madrid afiliado a Izquierda Republicana, con D. Pablo Hernández Coronado, asesor técnico; D. Pedro Manzano, por la Asociación de Espectáculos Públicos (UGT) y D. José Carlos Alonso en representación de todo el personal del club sin excepción, acuerdan la incautación de dicho club, asumiendo todas las funciones que los reglamentos conceden a la Junta directiva, incautación que se verifica para orientar la marcha del Club en un sentido popular, que sin desvirtuar la organización tipo profesional del mismo, permita la extensión de los beneficios deportivos que puedan proporcionar todas sus instalaciones a las masas populares, que en estos momentos están defendiendo heroicamente la República democrática de nuestro país.”

 “Primero. Respetar toda la plantilla del personal que no sea desafecto al régimen.

Segundo. Convocar a la anterior Junta directiva para el próximo sábado a las cuatro de la tarde, a los efectos de transmisión de poderes.

Tercero. Autorizar la utilización de todas las instalaciones del Club y local social, excepto el campo de juego, a todos los socios del Madrid afectos al régimen que exhiban autorización al efecto de su organización.

Cuarto. Poner a disposición del Gobierno Civil, con todas sus disponibilidades y preparar la organización de un partido internacional o varios, si es posible, con objeto de recaudar fondos para la suscripción a favor de las víctimas del fascismo.

Asimismo, se acuerda dar traslado de esta acta a la Dirección general de Seguridad, a los organismos deportivos superiores y poner copia de ella en todos los locales sociales. Y para que conste, todos firmamos la presente en Madrid a cuatro de agosto de 1936. – Por la Comisión V. Veres.”

El Real Madrid fue, de hecho, el último campeón de la Copa republicana, pocos días antes de la sublevación. Su presidente de entonces, Rafael Sánchez-Guerra era un republicano convencido, el primero que ondeó la bandera tricolor desde el balcón del ayuntamiento de Madrid, hace ya 89 años. Ya con la guerra declarada, la incautación por el Frente Popular fue justificada con los siguientes argumentos: “Un club democrático como el Madrid, con un plantel de socios netamente republicanos de izquierda, no podía temer nada. La Deportiva Obrera, que tiene un gran concepto de los principios deportivos, encontró justos los razonamientos de algunos socios, y juntos concibieron un plan que ha sido puesto en práctica y aprobado sin excepción alguna, por todos los sectores deportivos de Madrid. Reunidos socios del Madrid y directivos de la Federación Obrera acordaron designar un Comité directivo que sustituya a la actual Junta directiva. El citado Comité, nombrado ya, está integrado por dos directivos pertenecientes a la Federación Deportiva Obrera. Uno de ellos es Juan José Vallejo”. Vallejo, por cierto, fue fusilado al término de la contienda.

 La plantilla del Real Madrid en la temporada 1935-1936.

El militar comunista Antonio Ortega Gutiérrez estuvo  al frente de la institución entre 1937 y 1939. Nacido en la localidad burgalesa de Rabe de las Calzadas en 1888, inició su carrera militar en 1906, entrando a formar parte del Cuerpo de Carabineros. Cuando estalló la guerra era teniente y estaba destinado en Irún. Su destacado papel en la defensa de la ciudad le facilitó ser nombrado gobernador civil de Guipúzcoa en agosto de 1936, tomando el mando de las fuerzas republicanas en la campaña de Guipúzcoa, con las que participó en los combates alrededor de Irún y San Sebastián. Tras crearse el gobierno autónomo vasco cesó en su puesto y fue enviado a Madrid, incorporándose a las Milicias Vascas Antifascistas. En la capital se puso al frente de la 40ª Brigada Mixta y de la 7ª División, ya con el rango de teniente coronel, encargándose de la defensa de la ciudad en el área de la Ciudad Universitaria. En mayo de 1937 fue nombrado director general de Seguridad por el nuevo  gobierno republicano de Juan Negrín, cargo al que llegó con el aval del Partido Comunista, formación a la que se afilió.

Aunque no era aficionado al fútbol, el presidente Ortega asumía sus responsabilidades y defendía la creación de un nuevo estadio, tal y como declaró a la revista Blanco y Negro. «Madrid, que ha ganado su capitalidad, debe tener todo aquello que poseen otras ciudades que han sido más frívolas con relación a la guerra. Todos, entonces, debemos ayudar al gran club, sin olvidarnos de otros de la misma región. Estos vendrán después, pero colaborando todos para la gran obra del mejor terreno deportivo de España, habremos hecho desaparecer antagonismos viejos.”.

 Sus declaraciones al semanario Blanco y Negro eran prueba de una mentalidad prácticamente espartana: “La nueva práctica del deporte aplicada a la guerra ha evitado, en primer lugar, el preciosismo y la exhibición, y ha conseguido que los soldados, libres de antaños prejuicios, fortalezcan sus músculos, alimenten sus pulmones y posean una resistencia esencial hoy en cualquier clase de combate (…) El Madrid, y yo estimaré que así sea, debe conseguir el mayor campo deportivo de España, el más importante estadio. La ciudad, que se ha ganado heroicamente su capitalidad, debe tener todo aquello que poseen otras ciudades que han sido más frívolas con relación a la guerra”.

Tras triunfar la insurrección del coronel Casado contra el gobierno de Juan Negrín, con la que se intentó poner fin a la Guerra Civil mediante un acuerdo entre militares, Ortega fue cesado en su responsabilidad militar. Ante la inminente entrada de las tropas franquistas a Madrid se desplazó a Alicante, donde fue detenido el 13 de abril de 1939 antes de poder coger un barco en dirección a Argelia. Dos meses después y tras un consejo de guerra, fue ejecutado mediante el sistema del garrote vil.
Antonio Gutiérrez

Como también lo es la de Rafael Sánchez-Guerra, el presidente del Real Madrid hasta 1936. Concejal republicano del Ayuntamiento de Madrid -fue el más votado-, de adscripción republicana y conservadora, permaneció toda la guerra en la capital junto a su gran amigo el socialista Julián Besteiro y ninguno de ellos se fugó cuando tuvieron ocasión porque consideraban que no habían cometido delito alguno salvo la fidelidad a sus ideas. Sin embargo fueron condenados a fuertes penas de cárcel (a Besteiro le acusó el fiscal de que su ejemplo como persona intachable podría hacer aceptable su ideología). Besteiro murió poco después en prisión y Sánchez-Guerra, con el apoyo de sus parientes que militaban en el bando franquista -la familia Barroso, que ostentaban importantísimos cargos- pudo marchar al exilio en 1946.

Rafael Sánchez-Guerra

JUAN JOSÉ VALLEJO

Juan José Vallejo González fue la persona que encabezó la incautación del entonces Madrid Foot-ball Club en el comienzo de la guerra civil, cuando la Federación Cultural y Deportiva Obrera, órgano sectorial del Frente Popular, tomó el club el 4 de agosto de 1936, así como varios de los estamentos futbolísticos del Madrid cercado por las tropas golpistas, como la Federación Española de Fútbol (en la que también fue protagonista actuando como vicepresidente) o el Colegio de Árbitros.

En noviembre de 1936 se incorporó al 5º Regimiento de Milicias Populares, integrándose posteriormente en la 43ª Brigada Mixta. Durante la guerra operó con esta Brigada en los frentes del Centro, Levante y Extremadura. Para 1938 alcanzó el grado de capitán y posteriormente de Comandante de Estado Mayor. En marzo de 1939 será detenido por las tropas rebeldes, y hecho prisionero pasando por varios campos de concentración en Rota, Cádiz, etc. Pasó también cárcel en Sevilla, aunque no cumplió condena, ya que logró escapar de prisión con un grupo de compañeros, pues la condena a muerte era segura, como oficial del ejército republicano que era. La hija apunta que se trasladó clandestinamente a Barcelona ya que, por razones de seguridad, no podía volver a Madrid. Allí casará con Dolores Calderón Ramón, nacida en 1922, y con quien tuvo cinco hijos: Isabel, Carlos, Dolores, Rosario y Nuria. Y concluye su hija “Siempre fue un ejemplo para nuestra familia, por su humanidad, su entrega a la lucha por la defensa de la justicia social, y su compromiso vital en la defensa de las libertades democráticas”.

Juan José Vallejo falleció en Barcelona el 27 de enero de 1978 con 65 años. En la necrológica que publica La Vanguardia se habla de que había sido fundador de las Juventudes Comunistas y de las Juventudes Socialistas Unificadas, así como promotor de la Olimpiada Popular de 1936 y comisario político del Batalló Jove Guaria del 5.e Regiment. Era militante comunista desde hacía 40 años. La necrológica se la ponían sus compañeros del PSUC de Poble Nou. En otra necrológica en el mismo medio (realmente se publicaron de él tres necrológicas este día) se dice que había sido presidente de la Cooperativa Pau i Justicia también de Poble Nou. La tercera la debió contratar el grupo de agentes comerciales colegiados, quienes anuncian el traslado del féretro tras el entierro, al cementerio de San Boi de Llobregat envuelto el ataúd en la bandera republicana.

Más información aquí https://www.cuadernosdefutbol.com/2020/04/el-presidente-del-real-madrid-mas-ignorado-y-desconocido-juan-jose-vallejo-gonzalez-1912-1978/ 

Juan José Vallejo

Barça republicano

El F.C. Barcelona tiene un presidente, Josep Sunyol, fusilado por los franquistas en el frente del Guadarrama en los primeros días de la guerra. 

Josep Sunyol i Garriga, presidente del Barça en los tiempos de la República, diputado de Esquerra Republicana y del Front D'Esquerres de Catalunya.  En el caso de Josep Sunyol, su relevancia social y deportiva como presidente del FC Barcelona no le sirvió para evitar que lo mataran, más bien al contrario. Se ha especulado que aquella brutal masacre sería la respuesta de los falangistas castellanos a la muerte de su líder regional, Onésimo Redondo (llamado el Caudillo de Castilla) y de sus dos lugartenientes, quienes, poco antes, también habían atravesado accidentalmente el frente de guerra, habían caído en una emboscada y habían sido abatidos por milicianos anarquistas (24 de julio de 1936) en Labajos (Castilla), a poca distancia del lugar donde serían fusilados Sunyol, Ventura y sus dos acompañantes.

Sunyol, nacido en Barcelona en 1898, había sido presidente accidental del FC Barcelona en 1925, cuando el gobierno de Primo de Rivera clausuró el estadio de Les Corts y Joan Gamper tuvo que emprender el camino del exilio. Posteriormente ocuparía varios cargos directivos dentro del club y volvería a ser presidente en 1935 por aclamación de los socios. En el plano político había ejercido como diputado de Esquerra Republicana de Catalunya en las Cortes de Madrid (1931-1933). Y en el plano profesional había sido fundador y editor de varias publicaciones de prensa, de ideología catalanista y republicana, entre las que destacaba La Rambla, el rotativo en que trabajaba Pere Ventura i Virgili.

Fue fusilado el 6 de Agosto de 1936 mientras repartía gran parte de su fortuna de la empresa del Real  Automóvil de Catalunya al pueblo madrileño en su lucha para aplastar el fascismo, las tropas rebeldes y la conspiración organizada por los monárquicos con las fuerzas del Eje para acabar con la Segunda República Española.
Josep Sunyol 

La selección vasca

Mucho se ha escrito sobre ella. Formada a instancias del Lehendekari Aguirre en 1937, le cupo un papel importante tanto en la recaudación de fondos, como en la cosecha de adhesiones a la causa republicana. El combinado contaba con figuras del último campeón, el Athletic de Bilbao y también grandes jugadores del Madrid (por entonces, no Real sino Madrid FC): Gregorio Blasco, Serafín Ahedo, Pedro y Luis Regueiro, Isidro Lángara, Ángel Zubieta, Emilio Alonso, Ignacio Aguirrezabala, Rafael Egusquiza, entre otros.

Comenzaron con una exitosa gira en Europa, recorriendo Francia, Polonia, Dinamarca, Checoslovaquia, Dinamarca y Noruega. En la Unión Soviética supieron de la caída de Bilbao. Entonces la selección puso rumbo al continente americano, donde muchos jugadores se incorporaron y brillaron en equipos locales.



Batallón Ciclista Errico Malatesta

Este batallón fue fundado por un militante de la CNT aficionado al ciclismo: Miguel Viríbay, llevaba el nombre del destacado militante anarquista italiano, lo que deja claro la procedencia de sus integrantes. El Batallón Ciclista contó con secciones destacadas en todos los frentes, una de sus tareas principales y más intensa fue la destinada al servicio del Estado Mayor del Ministerio de la Guerra, que estaba dirigida por José Iturria, otro amante del ciclismo.

El Batallón ocupó la iglesia de la calle Conde de Peñalver número 36 como cuartel, y contó con mujeres, que el año 1935 había creado el primer grupo ciclista completamente femenino de Madrid al que llamaron As.

Pertenecemos al Batallón ciclista Enrique Malatesta y prestamos los servicios de enlace y otros relacionados con los mismos. El título con el cual encabezamos estas líneas es para poner de manifiesto que la mayoría de los ciclistas pertenecientes a este Batallón éramos combatientes de las trincheras, de las cuales salimos trasladados al mismo, por ser de bastante utilidad nuestros servicios en dicho Batallón. El grupo con destino en esta Brigada mixta lo componemos doce ciclistas entusiastas de este deporte. Trabajamos incansablemente, ayudados de manera eficacísima por nuestras inseparables compañeras, las máquinas. Y digo nuestras porque cada cual ha tenido que aportar la suya para poder prestar este servicio a la causa, que, como en todas las guerras modernas, es imprescindible, ya que estos servicios llevan las órdenes de ataques, repliegues, contraseñas, señales de aviación, etc., y realizan toda clase de servicios de enlace.

Este Batallón se formó con el fin de conservar en todo lo posible los Servicios motorizados, que son utilísimos para otros más necesarios y que nosotros con nuestra máquina no podemos realizar, como son los relevos de fuerzas, transporte de material, abastecimiento, etc., así como al mismo tiempo economizar el combustible, gastando lo menos posible, con el fin de que no falte para otros servicios más necesarios. Bien es cierto que la máquina consume, por lo menos, nuestra carne y a veces nuestra paciencia. ¡Si vierais qué bien se curan los catarros cuando tenemos un parte urgente y el sol pega de plano!, ¡la impresión que recibimos cuando estamos acostados muy a gusto, descansando del trabajo diario, y sentimos el timbre de los partes, nos tiramos de la cama medio adormilados, nos sentamos en nuestro ya familiar asiento, el sillín, y nos damos cuenta de que llueve y el piso está encharcado! Entonces nos acordamos de los paraguas, aunque no sea más que para que no se moje la máquina, o nuestro equipo. En este momento nos acordamos del parte que tiene que llegar a su destino, y nuestras piernas hacen presión sobre las bielas de la máquina, y esta, en prueba de cariño, aumenta su velocidad, y el parte, claro está, se encuentra en dos minutos en su destino. Entonces emprendemos el regreso, aguantando el calor, la lluvia o el frío.

En nuestro cometido tenemos algunos curiosos. Vemos cómo en las carreteras y arroyos de las calles juegan, sin dar importancia al peligro, los niños pequeños y algunos mayorcitos, sin importarles que exponen su vida. Igualmente algunos perritos, cuando llevamos prisa, se nos cruzan en nuestro camino, y nosotros, con más paciencia que Gutiérrez, apretamos los frenos para no desplancharlos, y, claro está, damos con nuestros huesos en el suelo. Mientras nos levantamos vemos al gracioso perrito cómo corre con el rabo entre las piernas, sin duda para que no le tomemos la matrícula y le hagamos pagar las arrugas de nuestra bicicleta, que se ha quedado del golpe con más arrugas que Lerroux. Nosotros hemos declarado la guerra a los perros porque no saben las leyes de la circulación ni tienen quién se las enseñe. No obstante, seguiremos con nuestro buen humor y satisfechos de nuestro servicio prestado a la causa, a la cual no abandonaremos hasta su fin. Suena otra vez el timbre. Estamos preparados. Son las consignas. Cada cual con su máquina toma una dirección, sin duda la del triunfo.

¡Salud! Ciclistas de servicio en la Brigada".

El 20 de junio de 1937, del periódico La Trinchera, perteneciente a la 7ª División Mixta, se incluyó una declaración de los ciclistas de Malatesta titulada: Notas de unos combatientes del Batallón Ciclista.

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