Imperio eterno de Poseidón, desconocido para los hombres sigue siendo un lugar hipnótico y fuente de sueños y desesperación para observadores, pescadores y marinos. Eternos océanos azules que se funden entre ellos, rompiendo barreras y fronteras sin saber dónde empieza uno y acaba otro, reinos sumergidos bajo sus aguas desconocidos para los humanos.
Cantos de criaturas llaman a los incautos visitantes a sus aguas, precipitándoles al abismo, a todos aquellos que osen penetrar sus dominios sin permiso, los hijos de Poseidón defienden el imperio de sus padre de extraños visitantes, reclamando sus cuerpos como trofeo que sirven de advertencia a marinos y navegantes. Indomable por naturaleza, la suerte puede cambiar de bando cuando menos te lo esperas y el mar nunca olvida y siempre es imbatible.
La espuma cubrirá la arena de la playa entre las ruinas de la civilización mientras las olas lamerán los restos de los criaturas que habitaron sus tierras, todos depositados en sus orillas, Inmóviles, silentes caparazones golpeados por el batir del mar: su precaria vida hace tiempo terminada. Mientras la luna, emperatriz de la noche, seguirá jugando en el agua contemplando su reflejo, creando mareas que desplazarán los restos de la civilización que irán depositándose en el fondo, hundiéndose en la inmensidad del mar, engullidos en silencio por las aguas que una vez los vieron nacer, reclamándolos como propios.
El silencio será roto por las olas que recorren la superficie del planeta y la oscuridad imperará. Todo será negro entonces, incluso la blanca luna dejará de enviar reflejos sobre las aguas. No habrá nada, ni por encima ni por debajo de las tenebrosas aguas. Y en ese último ciclo, cuando todas las cosas hayan desaparecido, el mar seguirá batiendo y agitándose bajo la negra noche.
Precioso, con ganas
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