Aquel día, en la junta vecinal no faltaba nadie. El asunto
que se iba a tratar era de tanta gravedad que todos subieron adonde se había
convocado la reunión. El presidente, Javier, había sido acusado por todos de haber malgastado una
subvención.
Estaba furibundo ante la lluvia de acusaciones que estaba
recibiendo, respiraba con ansiedad y se notaba que le faltaba el aire. Gotas de sudor frío empezaron a perlar su cara y recorrer su espalda pero, a pesar de todo, se abstuvo de hacer comentarios.
El vicepresidente, hombre muy
precavido, grabó en un magnetófono lo que se decía en la sala.
No hay comentarios:
Publicar un comentario