La Copa
del Mundo se inauguró en 1930 cuando el fútbol empezaba a sembrar su semilla
como deporte de masas y para expresar la competencia entre naciones sin
necesidad de recurrir a las armas o conflictos bélicos. El deporte no tardaría
en convertirse en otro campo de batalla ideológico.
El deporte se había convertido en un campo de enfrentamiento entre regímenes dictatoriales y sistemas democráticos donde se disputaba la victoria que indicaría qué sistema político era mejor, qué sistema político debía perdurar en el tiempo y cuál debía desaparecer de la historia. El auge del deporte como una nueva cultura de masas fue utilizado tanto por los regímenes dictatoriales como por los democráticos para demostrar la superioridad de sus ideas frente al mundo.
El deporte se había convertido en un campo de enfrentamiento entre regímenes dictatoriales y sistemas democráticos donde se disputaba la victoria que indicaría qué sistema político era mejor, qué sistema político debía perdurar en el tiempo y cuál debía desaparecer de la historia. El auge del deporte como una nueva cultura de masas fue utilizado tanto por los regímenes dictatoriales como por los democráticos para demostrar la superioridad de sus ideas frente al mundo.
El fascismo italiano
El
régimen fascista necesitaba el apoyo popular para perpetuarse en el poder, y
ese apoyo popular estaba en el fútbol, que se convirtió en una herramienta
clave para crear la unidad nacional y obtener un prestigio internacional. Creó
la Serie A como la primera liga nacional en 1929 y, una vez que se inició la
Copa del Mundo en 1930, hizo una oferta a la que la FIFA no podía negarse:
celebrar el próximo mundial de fútbol en Italia. El triunfo de la Italia fascista en el
Mundial de 1934 fue utilizado por la propaganda del régimen de Mussolini como
una demostración más de la superioridad del pueblo italiano y la justificación
de su racismo, llegando incluso a crear su propio trofeo: la copa del Duce. El
triunfo de la selección italiana de fútbol
y la posterior celebración del pueblo italiano de esa victoria equivalían
a celebrar el fascismo. El Lazio de Roma es el único recuerdo de la
época.
Era el equipo de Mussolini y sigue jugando en el estadio que construyó para ellos. Tratan de no contratar jugadores de color y sus partidarios son famosos por su racismo y antisemitismo. Uno de sus jugadores, Paolo di Canio, llevaba tatuados emblemas fascistas y hacía el saludo fascista cada vez que anotaba. Afortunadamente esos días han pasado. Ya es bastante malo que tanto dinero dependa de quién gana o pierde, pero los regímenes fascistas además tenían que ganar por razones políticas. En 1938 Mussolini envió un telegrama al equipo italiano de la Copa del Mundo diciendo: “Vencer o morir” Éste era en realidad un eslogan fascista estándar, pero cuando los húngaros perdieron 4-2 ante Italia en la final, eso le dio al portero húngaro, Antal Szabo, una excusa que otros cancerberos envidiarían: “Con los cuatro goles que me hicieron, le salvé la vida a once seres humanos”.
La Alemania nazi
La
siguiente cita deportiva fueron los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936. El
régimen nazi llevaba ya tres años en el poder y Hitler quería aprovechar este
acontecimiento deportivo con el mismo objetivo que había demostrado ante la
opinión pública Mussolini; sin embargo los resultados no fueron los que el
Fürher deseaba.
Estos
Juegos Olímpicos fueron uno los más claros ejemplos de propaganda política: la
superioridad de Alemania frente al resto de naciones y la hegemonía aria frente
al resto de las razas. Hitler era un defensor a ultranza de los deportes
gimnásticos y no captó el mensaje lanzado por Mussolini, en el que el dictador
italiano animaba a su homólogo alemán a desarrollar la propaganda política nazi
en el fútbol, que en esos momentos se estaba consolidando como el deporte de masas
por excelencia.
A pesar
que Alemania fue el país con mayor número de medallas, el corredor afroamericano
Jessie Owens consiguió el oro en la
carrera de los Cien metros Lisos, provocando una humillación pública al régimen
nazi hasta tal punto que Adolf Hitler se negó a felicitarle por su victoria.
Tras la humillación nazi que supuso la victoria de Jessie Owens, Hitler buscó
otro campo de batalla donde mostrar, a través del deporte, la superioridad
aria, encontrándolo en el deporte que antes había despreciado: El fútbol.
Pero también
en este deporte sufrió una nueva humillación pública frente al resto del mundo: en el Mundial de Fútbol de
1938 Alemania sería derrotada por Noruega. Tras la anexión nazi de Austria,
Hitler fichó a la fuerza a su selección de fútbol con el fin de borrar las
pasadas humillaciones en el campo del deporte.
Eduardo Galeano, "Días y noches de amor y de guerra"
Se juega en Kiev un partido de fútbol entre el Kiev Start ucraniano (con jugadores del Dynamo y Lokomotyvy) contra un equipo alemán de la Luftwaffe. Los locales ganan 5-3. Ocho ucranianos luego son arrestados, torturados (y al menos 4) asesinados.
Eduardo Galeano lo narró así:
"Hace años, en Kiev, me contaron por qué los jugadores del Dinamo habían merecido una estatua.
Me contaron una historia de los años de la guerra.
Ucrania ocupada por los nazis. Los alemanes organizan un partido de fútbol, la selección nacional de sus fuerzas armadas contra el Dinamo de Kiev, formado por obreros de la fábrica de paños: los superhombres contra los muertos de hambre.
El estadio está repleto, las tribunas se encogen silenciosas cuando el ejército vencedor mete el primer gol de la tarde; se encienden cuando el Dinamo empata; estallan cuando el primer tiempo termina con los alemanes perdiendo 2 a 1
El comandante de las fuerzas de ocupación envía a su asistente a los vestuarios, los jugadores del Dinamo escuchan la advertencia:
“Nuestro equipo nunca fue vencido en territorios ocupados”
Y la amenaza:
“Si ganan, los fusilamos!!!”
Los jugadores vuelven al campo. A los pocos minutos, ¡¡¡¡tercer gol del Dinamo!!!! El público sigue el juego en pie y en un solo y largo grito. Cuarto gol: el estadio se viene abajo!!!!!
Súbitamente antes de la hora, el juez da por terminado el partido, los fusilaron con los uniformes puestos en lo alto de un barranco!"
Eduardo Galeano, "Días y noches de amor y de guerra"
El franquismo
El franquismo también recibió el mensaje de Mussolini. Franco sabía que Cataluña fue el corazón de la
resistencia republicana y que el FC Barcelona era el corazón de Cataluña. En
consecuencia, al mes del comienzo de la guerra civil las tropas fascistas
asesinaron al presidente del Barcelona, Josep Garriga, y en 1938 los aviones
fascistas bombardearon la sede del FC Barcelona. Una vez ganada la guerra,
Franco prohibió la bandera estelada y el idioma catalán, lo que obligó al FC
Barcelona a cambiar su nombre y retirar la bandera de su escudo. Aun así, el
estadio del FC Barcelona fue uno de los pocos lugares en España donde la gente podía
hablar libremente catalán. Franco hizo todo lo posible para hacer del Real
Madrid un rival católico y conservador e intervino personalmente en el mercado
de traspasos para garantizar que el gran Alfredo Di Stéfano fichara por el Real
Madrid. En sus últimos años, el poder de Franco menguó debido en parte a su
delicado estado de salud y un claro ejemplo de ello fue cuando el Barcelona
recuperó su antiguo nombre en 1974 y
fichó a Johan Cruyff, quien públicamente dijo que podía haber ido a Madrid,
pero nunca ir a un club asociado con Franco.
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