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viernes, 11 de junio de 2021

LÁPIDAS INVISIBLES

La primavera hizo su aparición. Las flores florecieron lentamente tras las nieves del invierno dando nueva vida y esperanza a la tierra que renacía como cada año. La vida siempre volvía después de la muerte, era un ciclo eterno que nunca se rompía. El campo retoma su color verde anunciando una nueva estación y, con ella, nueva vida y nuevos brotes de esperanza que dan calor a la tierra y los corazones. 

Un camino polvoriento recibía a los visitantes rodeado de un castañar, con ejemplares secos y con sus frutos esparcidos por el suelo. Las hojas creaban un tupido manto marrón y verde que animaba a pasear durante largas horas por su caminos y veredas, dejando pasar el tiempo y disfrutando de ese momento. 

Un grupo de personas paseaban admirando el paisaje. Un observador despistado podía haberlos confundido con viajantes o turistas que aprovechan el buen tiempo para salir de su rutina y disfrutar de la naturaleza. Pero nada más lejos de la realidad. 

La tierra y los paisaje siempre ocultan historias, historia pasadas y silenciadas por el tiempo y por aquellos que sufrieron.  Pero nunca del todo olvidadas.

....

El pequeño grupo de personas se arremolinaba dentro del camión. Hacía bastante frío y el viento contribuía a crear una sensación gélida cuando soplaba. La humedad tampoco ayudaba y, aliada con el frío, traspasaba la carne y los músculos haciendo tiritar a los hombres que estaban dentro del camión. Las mantas y las ropas no servían para nada, ya húmedas y gastadas, se convertían en inesperados aliados de un tiempo gélido y lluvioso.

Frotándose las manos, o apurando un cigarro, el pequeño grupo intentaba entrar en calor como podía. Pero el frío no era tan importante: era una molestia pasajera, algo molesto pero nada grave. Sabían cómo iba a acabar el día  y el frío no era su mayor preocupación. 

En eso pensaba Manuel mientras observaba el paisaje, consciente de que sería la última vez que lo vería. Los pequeños momentos siempre son los mejores, aquellos que quedan guardados en nuestra memoria y que nos retraen a mejores épocas y a situaciones felices.  Momentos que siempre volvía, paradójicamente, en los peores momentos.

Su familia recibiría su última carta ese mismo día, misiva que auguraba su final, final que ambos sabían y asumían sin miedo ni vergüenza. Sus últimas palabras serían leídas en silencio y en voz baja, sin que los vecinos y viandantes se percataran. El miedo, el dolor, y la rabia imperaban con un silencio incómodo en los pueblos y ciudades, mientras sus víctimas bajaban la cabeza e intentaban no cruzase con las iradas acusatorias de aquellos que ganaron o que por miedo señalaban a los vencidos y los perdedores. El mensaje, escueto pero firme, sería leído en secreto y guardado en un cajón esperando tiempos mejores, pero sin caer en el olvido, latiendo fuertemente en la memoria.

(Dedicado a los que lucharon por la libertad)

NO ME ARREPIENTO DE MI LUCHA

Aquí yazco en una cuneta por mi lucha, por conservar una democracia por defender a mi pueblo a mi familia... A la gente que quiero. No me arrepiento de haber dejado la vida. Es mi legado. 

Nunca el fascismo entendió nuestro mensaje. De no pasarán. No pasaron por encima de nuestro corazón y alma ni por encima de nuestras creencias de libertad. No pudieron acabar con la esencia del pensamiento. 

Sigo aquí para que el mundo vea y juzgue la vergüenza de unos cobardes que quisieron aniquilar al ser humano y su libertad. No sufráis compañeros y compañeras. Por nosotros. Siempre estaremos en vuestros corazones y en la lucha. 

Siempre caminando a vuestro lado. Si algún día mis restos vuelven a mi tierra a mi gente. Gritad.... LIBERTAD.

El martillo impacta la aguja del fusil mientras la explosión de la pólvora empuja con fuerza los proyectiles, balas de infame jauría que, con un objetivo directo, arrojadas fuera de los cañones pasean seguras y firmes durante su trayecto, hiriendo de muerte al viento. Los proyectiles impactaron en  la carne, sacando sus colmillos de acero, desgarrando el cuero, hiriendo los huesos, sedienta de sangre y hambrienta de carne. Muerden los tejidos con rabia y arrancan el pecho a las arterias para causar hemorragia, disfrutando mientras observan impasable cómo los últimos alientos se diluyen con el viento, desapareciendo mientras el silencio vuelve a ocupar su espacio, roto por ese momento puntual.

Y todo quedó en silencio. Los cuerpos se desplomaron sin vida, y no notaron el impacto del tiro de gracia del sargento mientras un grupo de soldados se afanaba en cavar una gran fosa. Se podía ver en sus rostros el cansancio y el esfuerzo al sacar la tierra. Tenían prisa y no querían perder mucho tiempo.
...

Una pequeña fuente blanca recibía a todos los viandantes. El agua fluía sin interrupción desde su hallazgo y, seguramente fluiría mucho más tiempo. Civilizaciones y asentamientos se crearon alrededor de esta pequeña fuente, que había permanecido impasible con el paso del tiempo, alimentando pueblos y leyendas. 

El agua es sinónimo de vida y de esperanza. Siempre que fluya la vida surgirá a su alrededor y aliviará la sed de viajeros y visitantes. Y al igual que necesitamos agua y alimentos para vivir, la memoria nos ayuda a marcar nuestra camino. El olvido y la amnesia siempre son enemigos y peligroso, nos impiden aprender y nos precipitan a caer en los mismos errores.

El agua alimenta a la tierra, tierra que guarda tesoros y vida. Vidas violentas y olvidadas por el tiempo, pero no por aquellos que sufrieron. Tierra donde están enterradas la dignidad y los restos de épocas pasadas, olvidadas por la mayoría, pero nunca por aquellos que sufrieron y fueron perseguidos. nada ni nadie muere mientras haya alguien que siga recordándote.

La excavación iba lenta. La labor de retirar la tierra era bastante compleja, pues no podían permitirse dañar los tesoros que albergaba bajo ella. Los rostros atentos de los testigos y curiosos miraban impasibles la labor de los forenses y de los voluntarios. Las lágrimas secas ya después de tanto tiempo volvieron a fluir por los rostros marcados por el dolor, la pena y la rabia acumulada después de tanto tiempo. 

Después de tanto tiempo y silencio forzoso, volvían a encontrarse con aquellos que perdieron hace ya tanto tiempo. Aquellos que fueron silenciados y perseguidos, pero nunca olvidados  Heridas nunca cerradas que deforman los rostros y recuerdan historias de un pasado demasiado cercano.

1 comentario:

  1. Duro y emotivo.. NUNCA MÁS LA LUCHA ENTRE HERMANOS Y SIEMPRE, SIEMPRE REPÚBLICA Y LIBERTAD

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