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lunes, 2 de abril de 2018

Fuerzas Militares de la República Española

Tal y como estaba previsto, la sublevación comenzó el 17 de julio de 1936 en el protectorado español en Marruecos. La mayor parte de la Guardia Civil apoyó el golpe y siguió las instrucciones dadas por Mola: abandonar las comandancias pequeñas y concentrarse en las capitales de provincia: Las autoridades republicanas confiaron en poder mantener la situación con la Guardia de Asalto. Contaron además con una parte de la fuerza aérea que mantuvo los aeródromos en el entorno de Madrid, y con la Marina, que consiguió bloquear el estrecho de Gibraltar. A pesar de todo, el 21 de julio, los militares sublevados controlaban una buena parte del territorio española: el protectorado de Marruecos, las islas Canarias y Baleares ( a excepción de Menorca), una gran parte del oeste y centro peninsular (Navarra, Álava, Castilla y León, Galicia, la mitad de Aragón y Cáceres), y una parte menor del territorio andaluz, en torno a las ciudades de Cádiz, Sevilla, Córdoba y Granada.

La ventaja más importante que tuvieron los golpistas fue el apoyo de las fuerzas armadas de las península. un apoyo que fue mayoritario pero no homogéneo y absoluto. Las jefaturas del Estado Mayor de las Divisiones Orgánicas no tuvieron una fuerte implicación en la conspiración y la sublevación. De los nueve jefes divisionarios sólo cuatro participaron en la conspiración, seis se sublevaron pero tres se opusieron. El 29% de la oficialidad en activo no se sublevó, frente al 36% que si lo hizo: la diferencia la marcó el 35% restante que abandonó la zona republicana. Esto significó un desequilibrio de más de tres a uno en los cuadros de Estado Mayor en el territorio sublevado, factor clave en su superioridad militar  a lo largo de la guerra. Los militares que se mantuvieron fieles a la República sufrieron las consecuencias directas: algunos fueron juzgados y ejecutados; otros encarcelados y condenados al exilio. Todos ellos fueron expulsados del ejército.

Vicente Rojo

La aviación republicana

Las Fuerzas Aéreas de la República Española (a veces, abreviadas como FARE) eran la Fuerza aérea de la Segunda República Española, aunque éstas estuvieran operativas como tal entre 1936 y 1939.

Popularmente se la conoce como «La Gloriosa». Esta extinta fuerza aérea es muy conocida por su intensa participación durante la Guerra Civil Española, desde el comienzo de la guerra hasta su disolución en 1939, tras la derrota final del Gobierno republicano. La URSS envió a España casi 800 pilotos de combate y más de 600 aviones, así como técnicos aeronáuticos. Otros 800 pilotos republicanos recibieron una acelerada instrucción aérea en aquel país.

Creada como una reorganización de las anteriores fuerzas aéreas republicanas (la Aeronáutica Militar, la Aeronáutica Naval y otras), nacía en el prestigio que habían obtenido los aviones republicanos durante la Defensa de Madrid y más adelante durante su decisiva intervención en la Batalla de Guadalajara contra las formaciones italianas. No obstante, desde la Batalla de Brunete su anterior superioridad se vio minada continuamente hasta la decisiva Batalla del Ebro (julio de 1938), de la cual la Aviación republicana salió en mayor inferioridad frente a la Aviación franquista. A pesar de que en sus últimos tiempos tuvo que combatir en franca inferioridad frente a la Aviación franquista (como también frente a la Legión Cóndor y la Aviación Legionaria), se mostró combativa y siempre activa.

El general Rojo hace lo propio en su obra España heroica: “La aviación colaboró con las tropas de tierra de una manera que en algunos momentos fue decisiva. Su audacia la llevó a batirse en difíciles condiciones de inferioridad y con un espíritu de acometividad y de sacrificio ejemplares. Parecía que todos medían bien la transcendencia de aquellos días de lucha. Hubo jornada en que se logró, merced a los cazas, evitar por cinco veces consecutivas el bombardeo de nuestras líneas. Sobre el cielo del Jarama un día y otro, mañana y tarde, la aviación velaba por nuestras fuerzas de tierra. Fueron muchos los combates librados a la vista de nuestras tropas, algunos con un total de más de cien aparatos (era la primera vez en la historia de la aviación que se libraban combates de aquella envergadura), y el coraje que ponían nuestros aviadores en atacar y derribar aviones enemigos producía en tierra un saludable efecto de emulación”.

Tras el final de la Guerra, muchos de los aviones de la FARE que habían sobrevivido al golpe fueron repintados con las insignias y distintivos de la fascista (otros lo harían bajo los emblemas de la nueva compañía nacional de Transporte aéreo, Iberia) y siguieron prestando servicios durante muchos más años.
La Armada Republicana y la Marina

La Armada española jugó un papel importantísimo en el desarrollo y desenlace del conflicto, con batallas navales de consideración, pérdidas muy graves, victorias importantes y una actividad que involucró no sólo a las fuerzas en lucha sino a numerosas potencias extranjeras.

El Jefe del Estado Mayor de la Armada fue informado del alzamiento el día 17 de julio, en una estación de ferrocarril, en circunstancias que la guerra comenzaba al día siguiente.

Cuando las primeras noticias de la rebelión comenzaron a llegar a los puertos, la confusión en la Armada fue enorme. La mayoría de los oficiales recibieron la noticia con gran alegría y se prestaron a controlar los barcos. De los 772 oficiales de la Marina de Guerra, sólo 38 permanecieron fieles a la República. El resto se plegó al alzamiento, pero, previamente, debió enfrentarse a las tripulaciones.

La flota de la república quedó compuesta por 1 acorazado, 3 cruceros, 16 destructores, 12 submarinos, 1 cañonero, 2 guardacostas, 3 torpederos y 3 buques auxiliares. La escuadra republicana quedó, en total, con 40 barcos, con 66.000 toneladas y unos 12000 hombres de tripulación.

Sin embargo, la escuadra de los golpistas era mucho menor. Quedó al final formada por 1 acorazado, 4 cruceros, 1 destructor, 5 cañoneros, 4 guardacostas, 2 torpederos y 4 minadores. Durante el primer año de guerra, el comando naval ordenó artillar 8 barcos mercantes a los que se llamó "cruceros auxiliares" y Franco logró que el gobierno de Italia le cediera en préstamo (con promesa de compra) 4 cruceros y 2 submarinos, o sea, 17 barcos con 38.000 toneladas.


El 6 de marzo de 1939, la Flota Republicana partió de Cartagena hasta Bizerta (Túnez). Las dotaciones tenían 2 caminos, un terrible exilio, o entregarse prisioneros a los franquistas. El 26 de marzo el almirante franquista Salvador Moreno salió en el destructor «Ciscar» rumbo a Bizerta, donde el día 30 le fueron entregados los buques Republicanos. La inmensa mayoría de los 55 miembros del Cuerpo General, así como más de la mitad de los 4.200 marinos que habían partido con la flota Republicana a Bizerta eligieron el exilio.

En 1939, la auditoría militar franquista de Cartagena informaba de más de 450 procesos a jefes, oficiales, suboficiales y auxiliares de la Armada Republicana. Los consejos de guerra se nutrían de delaciones, a menudo por revanchismo, uno de los instrumentos del terror franquista. Los franquistas realizaron 176 fusilamientos en Cartagena entre abril de 1939 y enero de 1945, de los cuales 2 terceras partes fueron marinos, oficiales y suboficiales de los Cuerpos Patentados y Auxiliares y marineros; la otra tercera parte eran civiles, trabajadores, profesionales y funcionarios. Las ejecuciones se realizaban inmediatamente, sin posibilidad alguna de apelación, sin informar a la familia del condenado; los asesinados iban a parar a una fosa común del Cementerio de los Remedios de Cartagena.

Seis oficiales fueron condenados a cadena perpetua y 51 a otras penas de prisión. Las condenas a muerte y prisión eran por los delitos de “rebelión militar” y “alta traición”, paradójicamente dictadas y ejecutadas por los únicos que se rebelaron y traicionaron a España. No menos de 1.733 jefes, oficiales y suboficiales del Ejército y la Marina y las Fuerzas de Seguridad, profesionales (616) y no profesionales (1.117) fueron expulsados de las Fuerzas Armadas después de la guerra, la mayoría de ellos exiliados o en paradero desconocido.

Militares republicanos destacados

Vicente Rojo

Vicente Rojo Lluch (Fuente la Higuera, Valencia, 1894 - Madrid, 1966) Militar español. Huérfano de un militar, Vicente Rojo recibió una educación religiosa en un orfanato y estudió luego en la Academia de Infantería, en donde se graduó en 1914. Pasó por varios destinos en Marruecos y en Cataluña, pero pronto se especializó en la enseñanza y en la doctrina militar (colaboró con Francisco Franco en la elaboración del plan de estudios de la Academia General Militar de Zaragoza, en 1927).

En 1936 se graduó brillantemente en la Escuela Superior de Guerra, pasando enseguida al Estado Mayor central de Madrid. Militar esencialmente técnico y profesional, Rojo permaneció siempre fiel al gobierno establecido: asumió el régimen republicano proclamado en 1931 y no secundó el alzamiento militar de 1936 contra la República ni el golpe de 1939 del general Casado contra el gobierno legítimo (a pesar de que sus convicciones católicas y conservadoras le aproximaban ideológicamente a los rebeldes).

En consecuencia, se convirtió en uno de los mandos militares más destacados del bando republicano durante la Guerra Civil Española (1936-39); desde 1937 fue jefe del Estado Mayor de la Defensa. Entre sus acciones destacan la contención en Somosierra de las fuerzas del general Emilio Mola que avanzaban hacia Madrid (1936), la coordinación -junto con José Miaja- de la defensa de Madrid (1936-37) y la planificación de las últimas ofensivas republicanas en Teruel y en el Ebro (1938). Perdida la guerra, partió temporalmente al exilio. Volvió a España en 1958.

Vicente Rojo

Domingo Batet

En 1915 asciende a teniente coronel y regresa al regimiento de Luchana, de donde pasa a la zona de Lérida, una vez ascendido a coronel en 1919.

En 1922 manda el regimiento de Valladolid y es designado como juez especial encargado de instruir los procedimientos derivados de los desastres militares acaecidos en la guerra de Marruecos, a las órdenes del Alto Comisario (Expediente Picasso), pero al considerar que esta misión le correspondía desarrollarla a un militar del Cuerpo Jurídico, presentan su dimisión.

En 1923 se hace cargo del regimiento de Jaén y al año siguiente del de Alcántara.

Es promovido a general de brigada en 1925, ocupando destino en Alicante al mando de la 1.ª Brigada de la 6.ª División.

Al conspirar contra la dictadura de Primo de Rivera y por su complicidad en el intento de alzamiento denominado “la noche de San Juan” en 1926, es detenido y procesado. Se le sanciona con el retiro, aunque posteriormente el Consejo Superior de Guerra le absuelve.

En 1927 se le concede el mando de la brigada de Infantería Mallorca, destino en que permaneció hasta la proclamación de la Segunda República en 1931, cuando se le confía el mando de la IV División Orgánica con sede en Barcelona.

En este destino actúa con prudencia para limar las tensiones existentes entre algunos sectores militares y la nueva administración autonómica. Asciende a general de división en 1932.

El 6 de octubre de 1934, al producirse la insurrección catalanista y la proclamación por Lluís Companys como presidente de la Generalitat de la República Catalana, simultáneamente al estallido de la revolución de Asturias, Batet recibe la orden de aplastar con dureza, al frente de su división, el movimiento secesionista para aplicar un escarmiento ejemplar. Sin embargo, procede con cautela y precisión, sofocando la insurrección con el mínimo de destrucción y derramamiento de sangre. Esta actitud le valió los ataques de la derecha y de algunos sectores militares, así como la hostilidad de los vencidos.

Por estos hecho y según Decreto de 18 de febrero de 1935 (DO n.º 42, de 20 de febrero de 1935), se hace acreedor a la Gran Cruz laureada de San Fernando, destacándose como el general de división Domingo Batet Mestres, ostentando el cargo de jefe supremo de todas las fuerzas que guarnecían el territorio de la IV División Militar, cuya cabecera era Barcelona, al producirse un movimiento revolucionario en los primeros días de octubre de 1934. con su acierto, resolución y bravura supo concebir, dirigir y realizar en toda Cataluña las operaciones militares necesarias para dominar la rebeldía.

En marzo de 1935 es nombrado jefe del Cuarto Militar del Presidente de la República Niceto Alcalá-Zamora, cargo en el que cesa a petición propia después de las elecciones de febrero de 1936.

En junio de 1936, el Gobierno de Casares Quiroga le nombra jefe de la VI División Orgánica, cuya sede estaba en Burgos.

El 16 de julio de 1936 se entrevista en el Monasterio de Irache con el general Mola, subordinado suyo y comandante militar de Pamplona, el cual le dio su palabra de no estar implicado en ninguna aventura.

El 18 de julio, después de estar anunciado el levantamiento contra la República, intenta disuadir en conversación telefónica a los sublevados.

En la madrugada del 19 de julio, cuando frente al edificio de la división se emplazan cañones por los ya sublevados, el general Batet decide rendirse, y es detenido por sus propios subordinados. Posteriormente, el 8 de enero de 1937, es juzgado por un consejo de guerra sumarísimo que le condena a la pena de muerte, pese a la petición de indulto de personajes como Queipo o Cabanellas.

Fusilado el 18 de febrero de 1937, se enfrentó a la muerte con gran serenidad. Al despedirse de su defensor, le entregó diez o doce pitillos que le quedaban, diciéndole: “lléveselos usted, que yo no los necesitaré”.

El general Domingo Batet se dirigió a los soldados del pelotón de fusilamiento, reiterando su fe de cristiano y español. La descarga fue tan precipitada, que el defensor y el padre jesuita que lo asistían tuvieron que apartarse de un brinco. Fue enterrado en el cementerio de Tarragona.

“Soldados, cumplid un deber sin que ello origine vuestro remordimiento en el mañana. Como acto de disciplina debéis disparar obedeciendo la voz de mando.  Hacedlo de corazón; os lo pide vuestro general, que no necesita perdonaros, porque no comete falta alguna el que obra cumpliendo órdenes de sus superiores”.

La ciudad de Barcelona puso su nombre a una de las calles.


Carlos Masquelet Lacaci

El General de División e ingeniero militar Carlos Masquelet Lacaci, natural de Ferrol, ocupó una serie de importantes puestos de responsabilidad en el Ministerio de Defensa durante la Segunda República española. Considerado como la primera autoridad en el tema de la fortificación militar, se le recuerda de forma especial por el relevante papel que jugó en el diseño de un frente defensivo de la ciudad de Madrid durante la Guerra Civil. Militar de ideología republicano-liberal, tuvo una reconocida militancia dentro de la masonería española y mantuvo una sostenida relación de amistad con Manuel Azaña, presidente de la República.

Al iniciarse la Guerra Civil española el dieciocho de julio de 1936, el general Masquelet Lacaci era el jefe del Cuarto Militar del Presidente, manteniéndose leal a la República en aquellos difíciles momentos.

Al haber sido encargado, en septiembre del año 1936, de la fortificación de Madrid, diseñó y llevó a cabo el plan general de un frente defensivo de la ciudad. A pesar del escaso tiempo que dispuso para realizarlo resultó muy efectivo en la defensa de Madrid. La mayor parte de estos trabajos defensivos del perímetro de la capital se concentraron en las localidades de Aravaca, Pinto y Pozuelo de Alarcón, y en menor medida, en la Dehesa de la Villa y el Monte del Pardo. Las obras fueron llevadas a cabo, en su mayor parte, por personal civil voluntario, motivado y dirigido por las fuerzas sindicales, trabajando de forma intensiva, pero muchas veces sin control y con una evidente falta de conexión con los militares profesionales.

Este Plan de Fortificación de Madrid fue objeto de opiniones controvertidas, siendo para unos un mero trabajo de propaganda del gobierno republicano y para otros, un plan ciertamente deslavazado pero que en vísperas de la llamada Batalla de Madrid, cuando las tropas nacionalistas se acercaban a la capital, fue dirigido y coordinado de forma intensiva por Carlos Masquelet.

El diecinueve de julio del año 1937, pasó a la situación de reserva, aunque después de la reestructuración del ejército republicano, en el mes de diciembre, fue nombrado jefe de la nueva Comisión de fortificaciones.

Al finalizar la contienda se exilió en Francia, aunque años después regresó a España, donde fallecería en el año 1948. Falleciendo en La Junquera, provincia de Gerona, el año 1948.

Carlos Masquelet Lacaci

Aureliano Álvarez-Coque de Blas

Profesor en la Academia de Infantería y diplomado de Estado Mayor, tomó parte en la Guerra de Cuba y el desembarco de Alhucemas. Al comienzo de la guerra, se dirigió a Toledo para tratar la rendición de los sublevados. Pasa a la Defensa de Madrid en el sector clave Parque del Oeste-Puente de los Franceses. Jefe del estado mayor del Ejército del Centro, pasa al ministerio de Guerra y, en marzo de 1937, a la jefatura del estado mayor: su Mayor contribución estratégica fue la elaboración del plan Extremadura. Refugiado en Francia tras la guerra, consigue viajar a México con su familia en 1941. tras la Segunda guerra Mundial, forma parte de de la comisión americana que intentó formar el ejército republicano en el  exilio. Murió en 1950.

Manuel de Sancha Morales

Tan sólo 9 días antes del Golpe de Estado y de su detención, Manuel dio un concierto en favor de los parados de La Isla de San Fernando. “Eso jugó en su contra”, aciertan a decir ambas.
El 16 de julio de 1936, dos días antes del golpe de estado, fue cesado el teniente coronel Ricardo Olivera Manzorro, jefe del Batallón de Infantería de Marina, hombre vehemente y de  evidente aversión a la República.

Su lugar fue ocupado por el comandante de Infantería de Marina, Manuel de Sancha Morales.
A las 15:00 horas del 18 de julio, el almirante golpista Gámez Fossi  ordenó a De Sancha, como jefe del batallón de Infantería de Marina, sacar las tropas a la calle de San Fernando para declarar el estado de guerra y tomar la ciudad.

Manuel de Sancha se negó a hacerlo y pidió la orden por escrito. Seguidamente fue arrestado por sus propios compañeros, y encarcelado en el penal de Cuatro Torres. El delito de desobedecer a los militares golpistas (se negó a sublevarse y se mantuvo fiel a la legalidad Republicana) le costó la vida. 

A las 2 de la madrugada del 28 de agosto de 1936, Fernando Manuel de Sancha, fue fusilado en San Fernando. Murió gritando ¡viva España!”, que no solo era de los "nazionales". No hubo causa judicial contra Manuel de Sancha. Su ejecución fue un asesinato extrajudicial. Tenía entonces 55 años.

Con 5 tiros en un costado, envuelto en una manta y con su uniforme de gala, sus restos fueron arrojados en una fosa común abierta en lo que fue Cementerio para Disidentes de San Fernando. Al día siguiente, el sepulturero indicó a uno de sus hijos el lugar exacto donde yacía el leal militar.

A Manuel de Sancha le cabe el dudoso honor de haber sido el primer militar que se opuso abiertamente en San Fernando a la barbarie que siguió en la ciudad al “Glorioso Movimiento Nazional”.
Se calcula que en la fosa hay más de 200 personas. Según han confirmado fuentes de la Asociación de Memoria Democrática de San Fernando (Amede), su cuerpo fue encontrado en julio de 2024.


José Aranguren Roldán

José Aranguren Roldán nacía en Ferrol en 1875 y era hijo de un comandante de artillería retirado que falleció cuando tan solo contaba con ocho años de edad, dejándole junto a su madre sumido en la pobreza. La tradición familiar le hizo decantarse por la carrera militar y, tras entrar en el colegio preparatorio de As Pedreiras, en Lugo, ingresa en la Academia de Toledo, con dieciséis años. Tras convertirse en oficial solicita el ingreso en la Guardia Civil con veinte años. 

En 1924 participó en importantes operaciones militares y de combate en África, pero deploraba la guerra y a los los oficiales africanistas. En 1929 fue ascendido a coronel.  Finalizada la guerra comienza a ejercer, en 1932, la jefatura de la Guardia Civil en Galicia, durante año y medio, momento en el que coincide con el que se convertirá, años después en su verdugo: Francisco Franco.

Cuando se proclamó la República era director del Colegio «Duque de Ahumada», y meses después en La Coruña fue jefe del Tercio de la Guardia Civil, donde recibió al presidente Manuel Azaña, y a Santiago Casares Quiroga. 

Su familia y la de Franco se visitaban, pero la amistad nunca cuajó. 

Aranguren fue ascendido a general de brigada por el Gobierno del Frente Popular en marzo de 1936, para mandar la 5.ª zona de la Guardia Civil en Cataluña con cabecera en Barcelona compuesta por dos tercios y cuatro escuadrones de caballería, que sumaban casi 4.000 guardias civiles. Pero el 19 de julio de 1936 estallaba el alzamiento en Barcelona por parte de las fuerzas franquistas y todo cambió. Aranguren decidió mantenerse leal al gobierno legal de la República y se limitó a seguir órdenes de sus cadenas de mando, que le ordenaron defender la constitución, representada en Cataluña por la Generalitat, frente a los rebeldes que querían acabar con ella. 

Al estallar la Guerra Civil se negó a unirse a los sublevados, aunque era conservador y religioso. Goded siguió insistiendo y amenazando a Aranguren de que tenía que unirse al ejército para combatir a los rebeldes. Aranguren dejó clara de nuevo su postura: “Aquí no hay más rebeldes que ustedes”. Y colgó.

Jefe de la 5º Brigada de la Guardia civil en Barcelona y con mando de las unidades de Cataluña. su posición, junto a la Guardia de asalto, fue clave para desarticular los movimientos de los sublevados. El 19 de julio de 1936, él y su subordinado el coronel Antonio Escobar se pusieron a disposición del Gobierno Republicano colaborando  resolutivamente con el comisario general de Orden Público de la Generalitat Frederic Escofet, y con el decisivo apoyo d muchos paisanos armados a que Barcelona no cayese en poder de los rebeldes. Durante la contienda mandó algún tiempo la IV División Orgánica y la comandancia militar de Valencia hasta el final de la guerra. 

 Tras su incontestable victoria, Aranguren se integró en la Guardia Nacional Republicana y asumió la comandancia militar de Valencia, en cuyo cargo continuó hasta el final de la guerra. Durante los últimos días se negó a abandonar la España republicana, ya que consideraba que no había cometido ningún delito, sino que se había limitado a cumplir con su deber defendiendo el gobierno legítimo de la República. 

Al final de la contienda, se refugió en el consulado de Panamá, donde fue detenido junto al coronel Escobar. El juicio se despachó en pocos días con testigos falsos y sin permitir al acusado presentar pruebas con las que defenderse. De nada sirvió que su hermano fuera coronel del bando vencedor o que dos de sus hijos hubieran luchado bajo las órdenes de Franco. Fue declarado culpable y condenado a muerte. Condenado a muerte por adhesión a la rebelión militar, fue ejecutado el 21 de abril de 1939 en el campo de tiro de la bota de Barcelona. Su valentía y entereza se muestra en la última frase que pronunció ante sus verdugos: “Disparad sin temor porque es ya poca la vida que a mí me quitáis”.

           José Aranguren Roldán
José Asensio Torrado

Natural de Coruña, había coincidido en la academia de Suances con franco, quien años después insistiría en alejarle de su puesto en Lisboa, plaza clave para el triunfo del golpe: en mayo de 1936 regresó a Madrid quedando en situación en la 1º División orgánica. Recorrió diversos puntos de Andalucía tratando de taponar el avance de las columnas sublevadas: sustituyó al general Riquelme  al mando de las tropas republicanas en Guadarrama, Talavera y Toledo. en octubre fue nombrado Subsecretario del ministerio de Guerra, cargo que ostentó hasta febrero de 1937, destituido tras la pérdida de Málaga. tras la guerra se exilió en nueva York, donde murió en 1961.

José Asensio Torrado


Antonio Azarola Gresillón

Subsecretario de Matina en 1932 y en 1935 fue destinado a Ferrol como jefe de la base naval ya como Vicealmirante, siendo nombrado Ministro de Marina al finalizar ese año: a pesar de tener concedido un permiso en junio de 1936, se mantuvo en su destino y apoyó al alcalde de Ferrol y al Gobierno civil de la Coruña. Fue detenido junto a su familia, en la propia base naval que dirigía: formado el Consejo de Guerra, fue condenado a pena de muerte por abandono de destino tras negarse a apoyar la sublevación. Fue ejecutado a las seis de la mañana el 4 de agosto de 1936.

Declaración (textual) del contralmirante Antonio Azarola Gresillón, de 61 años, natural de Tafalla (Navarra), 2º jefe del Arsenal de El Ferrol. 

Declara:

"Aproximadamente hacia las 15:15 h. recibo aviso de que un señor comandante de artillería del Ejército deseaba verle de parte del general gobernador militar de la plaza, en una misión confidencial. Recibido al momento, hubo de manifestarle que el dicho señor Gobernador iba a proceder a declarar el estado de guerra, en vista del giro que tomaban las cosas, como consecuencia de la reciente declaración de huelga general y que deseaba conocer por mi actitud que en este caso seguiría la marina. 

Con la natural extrañeza, hube de confirmarle que yo no era la autoridad superior de la Base y que, en su vista, me parecía lógico el que a ella se dirigiera con la consulta. Insistió sin embargo el referido señor comandante, creyendo oportuno el extenderse en consideraciones (por cierto, con gran elocuencia) para justificar la oportunidad de tal medida. Al oírle, vivamente impresionado por sus argumentos y con la posible calma en momento tan decisivo, pude reflexionar que de lo que se trataba era de convencerme a mí, así se lo expuse y así lo reconoció. 

Estimando que consideraciones de carácter militar me impedía en absoluto el sumarme a un acto que consideraba sedicioso, si bien inspirado en las más nobles intenciones, teniendo en cuenta que estaba ligado a los elementos del Ejército y la Marina que iban a actuar en este caso por vivos sentimientos de amistad y compañerismo, reconociendo que tampoco podía igualmente actuar de un modo persuasivo dado el ambiente, decidí  declararle, para que así se lo transmitiera al señor gobernador, que yo en vista las razones expuestas, me consideraba abstenido del movimiento y que desde aquel momento me constituía a su disposición en mi residencia sin tomar parte en absoluto en las disposiciones que ulteriormente se adoptaran por la Jefatura del Arsenal, que abandonaba.

Poco después se observaba un tiroteo que se cruzaba entre el acorazado España y destructor Velasco fondeados en la dársena. Me retiré a mis habitaciones considerándome detenido, en cuya situación continúo en el día de la fecha, confiado a la caballerosidad y al afecto del vicealmirante Núñez, jefe del Arsenal, que ha tenido la amabilidad de alojarme en compañía de mi mujer en estado delicado de salud, en un departamento independiente de la propia jefatura, sometidos a fraternales atenciones. 

Ferrol 23 de julio de 1936"



Miguel Buiza Fernández-Palacios

Nació en Sevilla el 25 de enero, a los 17 años ingresó en la Marina, y ya durante la II República, fue ascendido a capitán de corbeta en 1932.

Con el golpe de Estado de los militares sublevados, se le pone al mando del crucero Libertad y el 2 de septiembre asciende a Almirante Jefe de la flota republicana tras el desembarco de Mallorca. Un año después, tras ser sustituido por el almirante Luis F González Ubieta, dirigió el Estado mayor, la Junta de Recompensas y La sección de Personal de la Marina. 

En la batalla del Cabo Cherchell, con una clara superioridad republicana, perdió 3 cargueros completos con material bélico comprado a la URSS, lo que supuso su destitución y relevo del mando. Ordenó la partida de la flota republicana  hacia Túnez, donde la entregó a las autoridades francesas. Tras la segunda guerra mundial, donde combatió en las fuerzas de la Francia Libre de DuGaulle, pasó el resto de su vida en Orán hasta su muerte en Marsella en 1963.

Miguel Buiza Fernández-Palacios
Antonio Camacho Benítez

Después de la proclamación de la II República en 1931, cinco años después ostentaba el mando de la Base Aérea de Getafe y de la 1.ª Escuadra Aérea. Tuvo una destacada actuación en los primeros días de la guerra civil, gracias a la cual el aeródromo militar de Getafe (Madrid) no cayó en manos de las tropas nacionales. Nombrado Subsecretario del Aire y jefe de las fuerzas aéreas de la Zona Centro-Sur durante el mandato de Indalecio Prieto.

En esta etapa reorganizó profundamente las Fuerzas aéreas republicanas, organizando la defensa aérea de la retaguardia republicana. También fue jefe de la 1. ª Región Aérea, con base en Alcalá de Henares, y en 1938 fue nombrado jefe de las Fuerzas aéreas de la zona centro-sur, siendo sustituido en la Subsecretaría por el Teniente Coronel Carlos Núñez Mazas.

En las últimas semanas de la guerra se mostró partidario del Consejo Nacional de Defensa y de negociar una paz con Franco, por lo que se puso a las órdenes de Segismundo Casado y del Consejo Nacional de Defensa, en vez de continuar la resistencia y alargar la contienda. Rotas las negociaciones de paz con los nacionalistas, huyó de España, exiliándose a Londres y, después, a México, donde falleció en 1974.
Antonio Camacho Benítez

Manuel Cascón Briega

Coronel de la Base Aérea de Getafe y jefe de Cazas número 11, su papel fue decisivo en el mantenimiento del orden en Madrid y la zona Centro. en septiembre fue ascendido a Jefe de las fuerzas aéreas del Norte, con sede en Santander. encabezó la primera promoción de pilotos formados en la URSS y, tras sucesivo combates, fue el encargado de entregar la base aérea de los Llanos ( Albacete) a las tropas italianas. Detenido y sometido a un consejo de Guerra compuesto por algunos antiguos compañeros de promoción, fue condenado a muerte acusado de un delito de rebelión militar. Fue ejecutado el 3 de agosto de 1939 en el campo de tiro de Paterna.

Manuel Cascón Briega

Antonio Cordón García

Aunque estaba en la reserva, volvió al ejército tras conocer la sublevación. clave en la integración de las milicias de las Brigadas Mixtas, su carrera fue meteórica llegando a ser Subsecreatrio de Defensa y colaborador directo de Negrín.  Su labor fue fundamental para la provisión de material de guerra moderno procedente de la URSS. Lo ascienden a coronel el día 5 de mayo de 1938, encontrándose con verdaderas complicaciones entre las relaciones de Juan Negrín con el presidente de la Generalidad de Cataluña, Lluis Companys

Fue nombrado jefe de operaciones del estado Mayor del Ejército del Sur, participó en la batalla de Pozoblanco. Con el colapso y desplome de la Segunda República en España, tuvo que exiliarse, pasó por la Unión Soviética y por la Yugoslavia de Tito.

Pretendió como otros tantos españoles que lucharon contra el fascismo y el nazismo en la Segunda Guerra Mundial unirse a las unidades militares de los aliados, siendo vanos sus esfuerzos por tratar de ingresar en esas unidades, pese a los esfuerzos del camarada soviético, Georgi Dimitrov.

Murió en Roma en 1959.

                 Antonio Cordón García

Antonio Escobar Huertas

Coronel de la guardia Civil destinado al frente de la XIX Comandancia de Barcelona, su actuación fue fundamental para abortar la sublevación en la ciudad condal. Se incorporó al Ejército del centro tratando de detener el avance de las tropas sublevadas hacia Madrid. Fue nombrado Delegado de Orden público en Barcelona poco antes de los Sucesos de mayo de 1937.

Escobar se incorporó al Ejército del Centro, combatiendo a partir de septiembre de 1936 por Talavera de la Reina, Escalona y Navalcarnero, con el objetivo de detener el avance de las tropas sublevadas hacia Madrid.

Asistió a la reunión de Los Llanos, cerca de Albacete, convocada por el presidente Negrín con los principales responsables del Ejército Popular para decidir el futuro militar de la República, manifestándose partidario de la rendición ante la pérdida de Cataluña, la marcha del conflicto militar y la escasez de armamento.

Detenido en su puesto de mando de Ciudad Real, El 29 de marzo quedó arrestado en el Casino Militar de Ciudad Real. El 2 de abril fue trasladado a la cárcel provincial en régimen de preso común. Cinco días después fue conducido a Madrid, permaneciendo en las cárceles de San Antón y del Cisne hasta finales de año, que fue trasladado a Barcelona. El 21 de diciembre de 1939 le condenaban a muerte.

El 8 de febrero de 1940 fue fusilado por un pelotón de la guardia civil en los fosos de Montjuic.

          Antonio Escobar Huertas

Manuel Estrada Manchón

Hijo de militar, su padre Julio Estrada Maureso, fue capitán de navío de la Armada. En 1918 ingresó en la Academia de Infantería donde se licenció cuatro años más tarde. Desde 1922 a 1927 fue alumno de la Escuela Superior de Guerra especializándose como Ingeniero Topógrafo y por concurso fue ingeniero Cartógrafo. Fue profesor de matemáticas y en la Escuela Superior de Guerra profesor del Servicio de Información. En 1933 se afilió a la AS de Madrid. Después estuvo destinado a Bilbao (Vizcaya). Durante la guerra civil fue jefe del Estado Mayor Central con Francisco Largo Caballero como ministro de la Guerra y posteriormente jefe del Servicio de Información del Estado Mayor (SIEM) en Barcelona, siendo ascendido a coronel en febrero de 1938 por el ministro de Defensa, Indalecio Prieto. Se incorporó al Partido Comunista de España abandonándolo en agosto de 1939 cuando se produjo el pacto de “no agresión” entre Hitler y Stalin. Finalizada la guerra civil se exilió en Francia donde estuvo internado en un campo de concentración en Marsella (Bouches du Rhône). Se trasladó a México llegando al puerto de Veracruz el 19 de noviembre de 1941. En México fue asesor y director de empresa e investigador, profesor y catedrático de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Unión Nacional Autónoma de México (UNAM).

       Manuel Estrada Manchón

José María Galán Rodríguez

Hijo de un oficial de la Armada y hermano del protagonista de la sublevación de Jaca. Graduado en la Academia de Infantería de Toledo en 1922, tras su paso por África, ingresa en el Cuerpo de Carabinero, donde alcanza el grado de Teniente. 

En octubre de 1936, con el rango de comandante, se encargó de la formación de la 3.ª Brigada Mixta, integrada por carabineros. Ante el rápido avance de las tropas rebeldes sobre Madrid, es enviado con su brigada al sector de Pozuelo, entablando combate con las fuerzas sublevadas el 7 de noviembre. La llegada de la 3.ª Brigada Mixta supuso un considerable refuerzo para los defensores. Durante todo el mes permanecerá en dicho sector, organizando continuos ataques sobre la Casa de Campo durante la lucha por Madrid, y alcanzando por ello gran popularidad. El 29 de noviembre se inicia la primera batalla de la carretera de La Coruña en donde las fuerzas de Galán resisten durante unos días a fuerzas superiores. Galán es herido levemente el 1 de diciembre, y es sustituido durante unos días por el capitán Emeterio Jarillo.​

El 23 de enero es nombrado jefe de la 10.ª División, que pasará luego a llamarse División «A» (abril de 1937), y por último 34.ª División (finales de abril), integrada en el V Cuerpo de Ejército. Con ella participa en la ofensiva sobre Segovia (31 de mayo- 3 de junio),​ que finalmente fracasa, y en Brunete (julio de 1937). El 11 de julio de 1937, en plena ofensiva sobre Brunete, y debido a la pobre actuación de la unidad, Galán es sustituido por el comandante Joaquín Zulueta, pasando a mandar la 7.ª División, en la Ciudad Universitaria.

El 4 de agosto pasó a mandar la 40.ª División,​ en el frente de Teruel, y el 16 de noviembre el XXIII Cuerpo de Ejército, en el frente costero de Andalucía. Durante su jefatura en el XXIII C.E. se llevó a cabo el golpe de mano en el fuerte de Carchuna (mayo de 1938),​ que supuso la liberación de numerosos presos republicanos que se encontraban detenidos. Fue sustituido por el teniente coronel Bernal el 11 de diciembre de 1938.

De Almería partió a Orán a finales de marzo de 1939: exiliado en la Unión soviética, se dedicó a labores de traducción y escritura. falleció en la Habana en 1978.

José María Galán Rodríguez
Mariano Gámir Ulibarri

Formado en la Escuela Militar de Toledo , de la que después fue director, era general al tiempo de la revuelta militar que el 17 de julio de 1936 dio origen a la Guerra Civil española , participando como jefe de la 5ª Brigada de 'Infantería de la 3ª División orgánica en la detención y aplastamiento de la revuelta en Valencia donde estaba destinado.

Destinado al frente del norte , presidió la Junta Delegada del Gobierno al Norte constituida el 6 de agosto de 1937 , integrada por los gobiernos de Euskadi , Asturias y Cantabria y encargada de coordinar la defensa frente a la ofensiva franquista, tras la retirada republicana de Vizcaya. Así, estuvo al mando del Ejército del Norte en la batalla de Santander del 14 de agosto al 1 de septiembre de 1937 . 

Cesado 'de facto' para dirigir nuevas operaciones militares, se le envió a la inspección de Ensenyament Militar y en Cataluña como parte del grupo de militares españoles que organizó la salida de las Brigadas Internacionales en 1938 . En el final de la guerra huyó a Francia donde residió hasta 1955 , año en que regresó a España por no tener ya condenas pendientes.

Mariano Gamir Ulibarri murió en 1962 en Valparaíso de Abajo (provincia de Cuenca).

Mariano Gámir Ulibarri

Luis González de Ubieta y González-Campillo

González de Ubieta y González del Campillo, Luis. León, 18.XI.1899 – Océano Atlántico, 16.XII.1950. Capitán de corbeta del Cuerpo General de la Armada, jefe de Estado Mayor de la Marina y de la Flota del Gobierno de la República y jefe militar de la isla de Menorca (1936-1939).

El 19 de julio se hizo cargo en Cartagena de un destructor con el que partió para asegurar el puerto de Alicante. en el mes de septiembre estaba ya al frente del crucero miguel de Cervantes, con el que se desplazaría al Cantábrico. fue nombrado Jefe del estado mayor de la Marina, y, poco después, Jefe de toda la Flota. su interés principal fue destinar la Marina a la protección del tráfico de puertos republicanos, vitales para el abastecimiento y la llegada de armamento bloqueado por la Comisión de no Interveción. En enero de 1939, entregó Menorca a las tropas franquistas, con la mediación de los británicos.

Con la huida del Gobierno de la República a Francia, y el derrumbamiento del frente de Cataluña, el mando nacional comisionó al capitán de fragata Fernando Sartorius y Díaz de Mendoza, conde de San Luis, para que se entrevistase con González de Ubieta para la entrega de la isla. Se llevaron las negociaciones a bordo del crucero inglés Devonshire, para intentar evitar más derramamiento de sangre; Ubieta, acompañado del jefe de la Base Naval de Mahón, 2.º maquinista Baudilio Sanmartín, aceptó entregando su pistola y saliendo con el personal que lo deseó para Marsella a bordo del citado crucero británico. Posteriormente, Luis González de Ubieta se trasladó a Estados Unidos, México, Panamá y Colombia, donde se dedicó, primero como oficial y después como capitán, a navegar en buques de unas navieras americana y colombiana. Finalizada la guerra, fue dado de baja en la Armada el 22 de noviembre de 1939, por no presentarse a las autoridades nacionales.


Luis Felipe González de Ubieta y González del Campillo

Juan Hernández Sarabia

Miembro de la Unión de Militares Republicanos (UMMRA) y colaborador directo de Manuel Azaña en su estudio de la reforma militar, fue la cabeza visible d el ejército republicano e los momentos que siguieron al golpe. tras ocupar el cargo de ministro de Guerra en el gobierno de José Giral, fue destinado al frente del ejército de Andalucía. tras la operación fallida para recuperar Córdoba, fue destituido tras la caída de Málaga, en febrero de 1937. Desde entonces se trasladó al mando del Ejército de Levante, desde donde preparó la ofensiva de Teruel. La contundencia de la Batalla de Aragón fue seguida por los reverses en el Ebro y Cataluña.

Sin embargo, el Ejército republicano volvió a contar con su experiencia para la dirección del Grupo de los Ejércitos de la Región Oriental (GERO) con los frentes del Ebro y de Cataluña como principales objetivos. Sin embargo, las acciones del GERO no tuvieron éxito. La rendición de Barcelona el 26 de enero de 1939 provocó la retirada de la confianza por parte de Vicente Rojo e incluso la apertura de diligencias contra Saravia, quien, viendo perdida la guerra y siguiendo el consejo de Azaña, decidió salir de España, aunque, antes de exiliarse, contribuyó al traslado de los tesoros artísticos españoles y luego salió por la frontera francesa a principios de febrero de 1939 y llegó con su familia a Eguilles, donde tuvieron graves problemas de subsistencia. Permaneció junto a Azaña hasta la muerte de éste en Montauban en noviembre de 1940. Tras la liberación de Francia por los aliados, Saravia emprendió la labor de preparar un ejército para lo que parecía el inminente retorno de la República a España. El 29 de agosto de 1947, fue nombrado ministro de Defensa en el Gobierno formado en el exilio por Álvaro de Albornoz.

En México, en 1960, el general Emilio Herrera designó a Hernández Saravia vicepresidente del Consejo de Defensa de la República Española. Mientras desempeñaba este cargo honorífico en el Gobierno de la República en el exilio, el 3 de mayo de 1962 falleció el que había sido el militar de mayor confianza de Azaña y uno de sus colaboradores más cercanos.

Juan Hernández Sarabia

Emilio Herrera Linares

Emilio Herrera nació en 1879, en la calle de San Isidro del barrio de San Antón en el centro de Granada. Al finalizar la escuela inició la carrera de arquitectura, aunque la abandonó para ingresar en la Academia de Ingenieros de Guadalajara, con 17 años. En esos tiempos estaba presidida por el pionero en el novedoso campo de la aerostática Pedro Vives Vich, el cual les inculcó un gran espíritu científico y experimental, era el nacimiento de la aviación.

En 1909, se integró en una expedición militar aerostática, como apoyo a las tropas en la guerra de Melilla. Después de esa participación en las campañas militares en África, Emilio Herrera dirigió la Sección de Globos Aerostáticos en Melilla.

Uno de sus estudios en ese momento fue la vestimenta adecuada y los sistemas de respiración necesarios para la navegación aérea a gran altitud donde la falta de aire y las bajas temperaturas suponían un grave problema.

En 1935 creó la escafandra estratonáutica, un modelo de escafandra autónoma para tripulantes de globos a gran altitud, precursora del traje espacial.

Participó de forma meritoria en la creación años después de la Escuela Superior de Aerotecnia (Escuela Técnica Superior de Ingenieros Aeronáuticos), de la que fue su primer director. La escuela formaba a los primeros ingenieros aeronáuticos españoles.

A Emilio Herrera también se le conoce por su formación, como hablante y escritor activo del idioma internacional “esperanto” 

Emilio Herrera obtiene el rango de teniente coronel y es el director técnico de la fuerza aérea republicana (FARE) donde organiza las escuelas de aviación. Con el comienzo de la guerra civil española en 1936, se mantiene fiel al gobierno republicano y en 1938 es uno de los pocos oficiales ascendido a general.

Por sus ideas conservadoras y su lealtad al gobierno, pierde la amistad de varios amigos como Kindelán, jefe de la aviación rebelde. En septiembre de 1937 muere en la batalla de Belchite su segundo hijo, Emilio Herrera Aguilera de apenas 19 años, sargento y piloto del caza Polikarpov I-15, conocido como Chato, fue uno de los mejores aviones republicanos durante la guerra civil.

El final de la Guerra de España le pilla en Sudamérica, donde estaba en misión oficial con el político Indalecio Prieto. En un primer momento estuvo exiliado en Chile, aunque poco después se dirigió a Francia, donde viviría el exilio de manera humilde. Siguió dentro del Gobierno de la República en el exilio, primero como Ministro de Asuntos militares, llegando a ser designado presidente del gobierno en el exilio entre 1960 y 1962. cinco años después moría en Ginebra.

Emilio Herrera Linares

El papel de Hidalgo de Cisneros

Ignacio Hidalgo de Cisneros  fue uno de los militares que se mantuvo fiel a la república tras el golpe de Estado del 18 de Julio y fue el encargado de la lealtad de los aeródromos militares del país a lo largo de todo el día 18 de julio. En la madrugada del día 20 fue uno de los responsables de que el aeródromo militar de Getafe y otras guarniciones cercanas permaneciesen leales al gobierno y colaborasen a sofocar la sublevación del Cuartel de la Montaña. Durante la contienda fue nombrado jefe del estado Mayor y comandante delas Fuerzas aéreas republicanas. Los problemas de entrenamiento y la falta de renovación del material volante, junto con el arrollador embate de fuerzas superiores y con la moral muy alta, consiguieron la victoria de sus antiguos compañeros de armas. Hacia el final de la guerra, en octubre de 1938, Negrín le envió para realizar una visita relámpago a Rusia y entrevistarse fugazmente tanto con Stalin, como con Voroshílov y Molotov, y en ese momento el flujo del envío de material de guerra, que casi se había detenido, volvió a reanudarse, llegando siete barcos a Burdeos y acumulándose en pocos días material nuevo en la frontera francesa, que ya no pudo ser distribuido ni utilizado.

Partió al exilio el 6 de marzo de 1939, junto a muchos otros y nunca podría volver a España, ya que murió en Bucarest en 1966. A mediados de la década de 1990, sus cenizas fueron repatriadas por sus descendientes a Vitoria, donde hoy descansan en el panteón familiar.

Dolores escribió: “Sin la aviación y los tanques, la defensa de Madrid, más que difícil habría sido imposible. El pequeño número de aviones de que disponían las fuerzas populares estaba todo el día en el aire, confundiendo al enemigo, que no podía imaginarse que fueran siempre los mismos aviones y los mismos aviadores quienes realizaban el milagro de cubrir y defender el cielo de Madrid”.

Ignacio Hidalgo de Cisneros

La figura de Benjamín Balboa

Benjamín Balboa era el radiotelegrafista de guardia en el Centro de Comunicaciones de la Armada en la Ciudad Lineal de Madrid el 18 de julio de 1936 cuando se recibió el telegrama de Franco desde Canarias saludando al ejército de África, previo a su desplazamiento para ponerse al frente de la sublevación. Se negó a transmitir ese mensaje y, previa detención de su superior y en comunicación con el Ministerio de Marina, se puso en contacto directo con sus compañeros radiotelegrafistas de los buques, instándolos a sublevarse contra sus superiores del Cuerpo General de la Armada. El llamamiento tuvo éxito y las tripulaciones se hicieron cargo de los buques, impidiendo el paso del Estrecho hasta el 5 de agosto.

Balboa sabía que la marinería y oficiales subalternos eran fieles a la República. Y aquí tengo que hacer un alto, para indicar que en los meses anteriores al golpe de estado, el Frente Popular (coalición política de izquierdas que ganó las elecciones de 16 de febrero de 1936 con Azaña a la cabeza) se había encargado de organizar comités en todos los barcos, por eso Balboa tenía grandes posibilidades de que sus llamadas y proclamas en favor de la República tuvieran éxito.

Y así fue. Siguiendo las instrucciones de Balboa, la marinería tenía que vigilar los movimientos de los mandos para determinar si estaban con los sublevados. En su caso, debían eliminar a aquellos que se resistieran. Los comités compuestos por cabos, marineros y auxiliares comenzaron a reducir a los jefes y oficiales en variados buques, encerrándolos en los pañoles y apoderándose del mando; y también en la más importante de las bases navales, la de Cartagena, y sus destacamentos dependientes, como la de Mahón, en Baleares.

Benjamín Balboa

El Ejército Republicano es un ejército de raíz popular
frente a aquellos militares rastreros, traidores
que vendieron la patria a potencias extranjeras
y ahogaron al pueblo en sangre

leales a la tricolor que clama libertad
la bordo en mi corazón y la hago mía con honores
frente a banderas traicioneras
que sólo llevan muerte, destrucción, peste y hambre

diré a los míos y a los que nos son míos también
que vuestra lealtad al pueblo y a la república nunca será olvidada
que los buenos y los malos distingo muy bien
codo con codo, hombro con hombro con el pueblo en las barricadas 

defendiendo con honor la bandera tricolor de la libertad
y a pesar de que sea previsible la derrota
a  pesar de que nuestras esperanzas queden deshechas y rotas 
en nuestra memoria quedará vuestro compromiso y vuestra lealtad



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