El FMI no es una entidad filantrópica que reparta limosna o que piense en los desfavorecidos. Ni esto ni un hospital de Economías, ni la cruz roja que viene a nuestra casa a curarnos a cambio de una dulce sonrisa.
EL FMI es para EEUU, lo que es un ministro para el presidente, es una herramienta política y económica para ejercer su dominio internacional, no pensando en el bienestar mundial, sino pensando en el impacto que tiene en su economía los países que no son parte del G7. Con ellos negocia cara a cara, con el resto se sirve del FMI.
Pensar en el FMI como una entidad separada de EEUU es infantil. Es como creer en los Reyes Magos o en que los cerdos vuelan.
Las principales críticas se centra en el papel predominante de los países desarrollados dentro del FMI, lo que hace que oriente sus políticas globales al fomento del capitalismo, y en esta línea de actuación se le acusa de haber impuesto a los países en vías de desarrollo ( y más recientemente a algunos países europeos) programas económicos a cambio de préstamos condicionados al cumplimiento de estos programas, basados en el Consenso de Washington (reducción del déficit y el gasto público), las políticas monetarias y el neoliberalismo.
Lo que ha provocado un aumento de la desigualdad entre ricos y pobres y un empeoramiento de los servicios públicos, como la sanidad y la educación.
También, el FMI ha participado en el apoyo a golpes de estado como en Chile y en el sostenimiento de dictaduras militares anticomunistas durante la Guerra Fría.
También han sido muy criticadas sus políticas sobre medio ambiente y la alimentación.
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