Aprovechando el aniversario del asesinato de Gramsci es necesario recalcar su trabajo sobre los intelectuales, esas personas que aparecen en los Medios de comunicación que defienden una serie de intereses partidistas y que perpetúan los valores del sistema político. En España el ejemplo más claro es el relato de la Transición.
Pero ¿por qué son necesarios intelectuales orgánicos republicanos?
Gramsci y los intelectuales: el origen
Antonio Gramsci, escribe esto, en sus" Cuadernos desde la cárcel ": "La supremacía de un grupo social se manifiesta de dos maneras, como " dominación" y como" dirección intelectual y moral ".Un grupo social ejerce su dominio sobre grupos adversos a los que tiende a liquidar o a someter, incluso por la fuerza de las armas, y dirige a los grupos que le son próximos o aliados. Un grupo social puede, e incluso debe, ser dirigente, antes de conquistar el poder gubernamental y esta es una de las primeras condiciones para la conquista del poder misma. Después, cuando ejerce el poder incluso si lo detenta con firmeza, se convierte en el grupo dominante, pero debe de seguir siendo el grupo dirigente". A.Gramsci Cuadernos desde la cárcel
El intelectual tradicional es el literato, el filósofo, el artista y por eso, nota Gramsci, “los periodistas, que retienen ser literatos, filósofos, artistas retienen también ser los verdaderos intelectuales”, mientras modernamente es la formación técnica la que sirve para formar la base del nuevo tipo de intelectuales, un “constructor, organizador, persuasor”, que debe llegar “de la técnica-trabajo a la técnica-ciencia y a la concepción humano-histórica, sin la cual permanece especialista y no se vuelve dirigente”. El grupo social emergente, que lucha por conquistar la hegemonía política, tiende a conquistar la propia ideología intelectual tradicional mientras, al mismo tiempo, forma sus propios intelectuales orgánicos.
La organicidad del intelectual se mide con la mayor o menor conexión que mantiene con el grupo social al cual se refiere: ellos operan, tanto en la sociedad civil – el conjunto de los organismos privados en los cuales se debaten y se difunden las ideologías necesarias para la adquisición del consenso que aparentemente surge espontáneamente de las grandes masas de la población a las decisiones del grupo social dominante – que en la sociedad política o estado, donde se ejercita el “dominio directo o de mando que se expresa en el Estado y en el gobierno jurídico”. Los intelectuales son algo así como “los apostadores del grupo dominante para el ejercicio de las funciones subalternas de la hegemonía social y del gobierno político”.
Como el Estado, en la sociedad política, tiende a unificar a los intelectuales tradicionales, con aquellos orgánicos, así en la sociedad civil y el partido político, todavía más completa y orgánicamente que el Estado, elabora “los propios componentes, elementos de un grupo social nacido y desarrollado como económico, hasta convertirlos en intelectuales políticos calificados, dirigentes, organizadores de todas las actividades y las funciones inherentes al desarrollo orgánico de una sociedad integral, civil y política”.
España y sus Intelectuales Orgánicos: perpetuando el mito de la Transición
Existen una serie de personas que, por afinidad al sistema vigente, se encargan de perpetuarlo en el tiempo a través de valores culturales: los líderes de opinión, los escritores, los directores de periódicos, los artistas, los profesores y otros creadores perpetúan la ideología dominante a través de la cultura en el sentido amplio del término.
Todo sistema político defiende una serie de valores que trata de prolongar indefinidamente en el tiempo y en la sociedad: esa es la clave del éxito de la hegemonía, el mantenimiento y continuidad del poder cultural, económico y político. Los Estados necesitan conseguir la adhesión y el apoyo de la población a sus políticas: A través de la prensa y los Medios de Comunicación consiguen manipular a la opinión pública, que participa en el gobierno mediante el sufragio universal, para conseguir sus objetivos.
El control cultural es previo al control político, ya que si persuades a la población de que tus ideas son las correctas, la gente se adherirá a ella sin cuestionárselas. Esa es la clave del éxito en política: convencer de que sólo existe esa alternativa. Por eso existe una gran interés por parte de los gobiernos, democráticos o dictatoriales, en defender una serie de valores desde el poder que llega a la población de forma vertical, anulando toda disidencia y pensamiento crítico. Como dijo Edward Bernays, “Somos gobernados, nuestras mentes moldeadas, nuestros gustos formados, nuestras ideas sugeridas en su mayor parte por personas de los que nunca hemos oído hablar”.
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