La fuente alimenticia más importante resulto ser el pescado, ya que en los yacimientos se han reconocido restos de 30 especies de peces. En los yacimientos costeros las prácticas habituales se concentraron en la pesca de baja y alta mar, con capturas de anguila, gobio, lenguado, abadejo, bacalao, foca, marsopa, ballena azul, ballena blanca y hasta delfín (aunque estos últimos animales probablemente fueron aprovechados tras quedar varados en la costa). En los yacimientos interiores se practicaba la pesca fluvial con capturas de tenca y carpa. Los resultados parecen justificar la pesca como una actividad estacional y labor compleja a tenor de los aparejos encontrados en los yacimientos como,
anzuelos, redes, nasas, lanzas, arpones, trampas y empalizadas marinas para la pesca masiva aprovechando la marea baja. Estudio basados en análisis de los huesos humanos dan como resultado, que el 70-90% de los alimento procedían del pescado, por lo que los pueblos estebollienses fueron ante todo pescadores.
Las costumbres funerarias estebollienses fueron representadas en necrópolis como las de Vedbaek en Dinamarca y Skateholm en Suecia, donde el ritual más habitual era la inhumación individual en posición decúbito supino, con modestos ajuares cubiertos de ocre. Se utilizaron otros ritos como cremaciones, los cenatofios y construcciones simulando barcas de madera, y en ciertas tumbas se hallaron ajuares ricos, llenos de colgantes, útiles, astas y huesos de mamíferos o peces (como ofrendas alimenticias). La tumba más impactante se halló en Vedbaek, donde en una fosa sencilla aparecieron los restos de una joven de 18 años con su cráneo rodeado por más de 200 dientes, con pequeños retales de tejido de lo que fue su vestimenta, junto al cuerpo de un recién nacido, cuya hoja de sílex de la cintura demostraba que era varón. Era la tumba de una madre con su hijo fallecido en el parto, el cual, reposaba sobre los frágiles huesos de un ala de cisne.
En las tumbas danesas hay cadáveres humanos próximas a tumbas de perros, lo que parece indicar una relación de propiedad y afecto por lo que serían animales de caza o compañía. También se encontraron signos de violencia en cadáveres como en el yacimiento de Skateholm (varón con una flecha clavada en la pelvis) y en el yacimiento de Vedbaek (varón con una punta ósea atravesada en su garganta).
También resulta relevante huellas de enfermedades como artritis y las caries, ya que el espectro de patologías de las necrópolis danesas revela muchas deficiencias de salud y contrasta con las necrópolis de regiones mediterráneas, que si bien presentaban patologías relacionadas con la caries, poseían un estado general más saludable.
Las expresiones artísticas no eran abundantes, pero se obtuvieron unos pocos objetos de interés, siendo el más relevante un asta de ciervo pulimentadas en forma de Y, con decoración grabada en rombos y hexágonos, enmarcando dos figuras de peces alargadas y esbeltas, encontrado en el yacimiento sueco de Sjöholmen. Pero, la prueba más importante de los patrones de intercambio fue la presencia de restos cerámicos en el último periodo de esta cultura (cuencos de tipo globular con base puntiaguda y pequeñas escudillas ovales), que aparecieron en los poblados estebollienses a merced de intercambios comerciales con comunidades neolíticas próximas. En algunas de estas cerámicas se han reconocido restos microscópicos de pescado y hierbas, por lo que parece un indicio de las primeras tareas culinarias.
EL MESOLÍTICO NÓRDICO
Las culturas Fosna y Komsa
El deshielo definitivo del inlandsis escandinavo registrado a inicios del Holoceno proporcionó la ocasión oportuna para la colonización humana de las tierras septentrionales del continente.
Entre los años 11.500-9.000 BP el deshielo descubrió un territorio virgen y unos páramos inhóspitos que con el paso del tiempo comenzaron a cubrirse de vegetación. En el 10.000 BP llegaron pequeños grupos de cazadores del sur que visitaban las costas de manera breve a través de embarcaciones como las conocidas en Dinamarca. Por entonces las masas compactas de hielo cubrían el norte y sur (a lo largo de 1.200 km), pero quedaba libre una estrecha franja costera aprovechable para la navegación.
Los colonizadores noruegos procedían del territorio maglemosiense danés y el rastro de sus expediciones es muy visible, ya que un rosario de yacimientos cubre el amplio litoral noruego, desde su extremo meridional hasta el septentrional, datados en 9.500 BP. A los colonizadores meridionales se les clasifican en la Cultura Fosna, mientras los septentrionales constituyen la Cultura Komsa.
Las expediciones consistían en traslados temporales de pequeños grupos de caza, que costeaban las costas noruegas en estaciones templadas para aprovechar la temporada de caza del reno. Los cazadores se instalaban en chozas perecederas levantadas en lugares estratégicos (encaramados en colinas dominando costa, lagos y corredores naturales) con excelente control del territorio inmediato.
Se han reconocido numerosos huesos de mamíferos marinos, lo que induce a muchos arqueólogos a pensar que las incursiones tenían el propósito principal de la pesca marina.
El instrumental con el que contaban eran las clásicas láminas y laminillas, raspadores, buriles y unas pequeñas puntas lanceoladas con típico pedúnculo para encajar en vástagos. En épocas avanzadas aparecieron anzuelos y hachas de piedra, y los campamentos parecían ser más estables.
La cultura Kunda
Los primeros rastros de colonización humana en tierras del Báltico y Rusia noroccidental se remontan hacia los 10.000 BP. Las masas heladas del inlandsis escandinavo llegaban hasta las aguas de un lago interior, que correspondería con el Mar Báltico. Las riberas orientales ya contaban con pinares, praderas, bosques perennifolios, ríos, lagunas y lagos.
La llegada de los primeros grupos humanos se pudo producir desde Polonia y desde Ucrania, y no tardaron en ocupar la región del Báltico hasta el Golfo de Finlandia conformando la Cultura Kunda.
Sus campamentos se levantaron sobre terrazas fluviales constituidas por cabañas perecederas y mínima organización interior.
El instrumental lítico estaba compuesto por laminitas apuntadas y pedunculadas para su enmangue, llamadas Puntas Kunda. Los talladores usaban una técnica peculiar por presión, muy útil para trabajar las deficientes materias primas de la región. Entre el material óseo había punzones, puñales, puntas dentadas, azagayas con ranuras provistas de sílex, y arpones de una sola hilera de dientes.
La cultura de Nizhneye Veretye
Tras la colonización humana de los bosques boreales rusos hace 9.500 años, la población se consolidó con poblados estables al aire libre, bien organizados, y cubriendo grandes extensiones cerca de terrazas fluviales, lagos y lagunas.
El yacimiento de Nizhneye Veretye se trata de un poblado al aire libre de 1.500 m2 junto a orillas de un lago, con cabañas de planta rectangular, con hogares en el interior y exterior, y con hoyos que podrían haber servido de silos de almacenamiento.
Los instrumentos líticos habituales eran raspadores, buriles, cuchillos y microlitos, y puntas pedunculadas talladas con técnica de retoque por presión (similares a las usadas por los pueblos kunda). También se usaron piezas de mayor tamaño como hachas y azuelas con filos anchos, lados redondeados y empuñadura corta. El utillaje en hueso o asta presentaba arpones de varios tipos, puntas barbeladas,
puntas dentadas, arpones de pequeños dientes y cuchillos (algunos con mango Dentado e incisiones decorativas).
Los utensilios más llamativos fueron tallados en madera y conservados en yacimientos de turbera como el de Vis, donde se encontraron 3 arcos de conífera bastante avanzados, con curvatura sencilla y compleja, y que en algunos casos superan los 2 metros de longitud. También se utilizaron una especie de esquíes (parecidos a los usados por los pueblos yakutios de la Siberia actual) uno de ellos con una cabeza esculpida de alce (que pudo ser decorativo o para mejorar la estabilidad). En la comarca pantanosa de Antrea se encontraron redes, flotadores y plomos, que podrían formar parte de una red de pesca de unos 30 m de longitud, realizada a base de cortezas vegetales
En cuanto a sus necrópolis, la mejor representación lo encontramos en el yacimiento de Oleneostrovski Mogilnik (región rusa de Carelia) con 400 tumbas (excavadas 170 por los arqueólogos) donde algunas carecen de objetos y otras poseen el cadáver rodeado de uno o varios centenares de elementos. Parece interpretarse como distintivos de tipo horizontal, ya que a los hombres se les enterraba con collares de dientes de animal, puntas, alfileres de hueso y cuchillos de pizarra, mientras que a las mujeres se les enterraba con collares a base de incisivos de castor. Pero hay un factor distintivo que va más allá, en cuanto a la acumulación de estos objetos, que varía en función del prestigio y relevancia del individuo. Llamativo es la aparición de 9 cadáveres junto a esculturas de seres humanos, serpientes y alces (pudiendo ser, según los prehistoriadores, objetos exclusivos de chamanes), con una particular distribución, ya que las tallas de alce solo aparecen en las tumbas de la zona norte, mientras que las tallas de seres humanos y serpientes aparecen en la zona sur, indicando posiblemente que podrían ser dos clases distintos de la comunidad.

EL MESOLÍTICO EN EL MEDITERRÁNEO Y LOS BALCANES
El Epigravetiense geométrico
El inicio del Holoceno no provocó grandes modificaciones en los modos de vida de las comunidades mesolíticas que ocupaban la cuenca occidental del Mediterráneo.
Este periodo se conoce como Epipaleolítico o Epigravetiense geométrico por la presencia generalizada de tan pequeños microlitos en todos los yacimientos.
Este parece ser el rasgo connotativo de unas comunidades por lo demás arraigadas en las antiguas tradiciones:
- Su hábitat parece ser en cuevas, aunque hay algunos yacimientos al aire libre.
- La subsistencia alimentaria sigue centrándose en la esfera forestal, principalmente ciervos y complementado por cabras.
- Los radios de movilidad, tanto residencial como logística, continúan siendo bastante limitados.
- La industria microlaminar es la norma habitual.
En el levante de la península ibérica tiene relevancia el “Complejo geométrico de tipo Cocina” que tiene como referente a cueva de La Cocina.
Este contexto se extiende por el corredor mediterráneo y el valle del Ebro, a lo largo de numerosos yacimientos en cuevas.
La industria lítica se caracteriza por una depurada tecnología laminar, geométricos de tipo trapecio, láminas retocadas, muescas, denticulados y raspadores, En su fase final los trapecios son sustituidos por triángulos
La base de la subsistencia se mantenía en la tónica del Epipaleolítico microlaminar: la caza de ciervo, corzo y jabalí en tierras bajas y de rebeco y cabra en tierras altas. Se complementaba con una caza menor de conejos.
La recogida de moluscos adquirió importancia en algunos concheros del litoral valenciano: El Collado d la Oliva, Almanora, y la cueva del volcán del Faro.
La rápida evolución de las comunidades mesolíticas de la región se aprecia también en la cueva de Franchti, en el Peloponeso, y ocupada desde tiempos epipaleolíticos.
En torno al año 8.000 BO los habitantes de lugar decidieron intensificar la recolección de vegetales y la pesca marina. En torno al año 7.000 BP hubo un cambio radical en la forma de vida: la presencia de trigo y cebada, de huesos de veja y de cabra, de objetos de piedra pulimentada y de cerámica muy simple, son signos de nuevos tiempos ya vinculados al Neolítico
La cultura de Lepenski Vir
Hace 8.000 BP sobrevivían en tierras interiores del continente comunidades mesolíticas residuales. En concreto a la altura de un imponente desfiladero en el Danubio que se conoce como las Puertas de Hierro hay varios yacimientos que resultaron ser un refugio ideal para grupos cazadoresrecolectores mesolíticos.
Los poblados como Lepenski Vir comprendían una gran acumulación de cabañas (de entre 5-30 m2 ) en las terrazas próximas al agua, con la entrada orientada hacia el rio, con planta trapezoidal con frente curvo. Se alzaron con un zócalo de piedra en todo su perímetro y los suelos se cubrieron con tierra apelmazada (argamasa compacta de caliza) por encima del suelo originario. Vigas de madera hincadas permitían soportar la estructura de la cubierta, formada por un entramado de madera y vegetales, y en el interior de las cabañas se excavaron pozos grandes y alargados, junto a hogares delimitados por bloques de piedra caliza. En el centro se colocaron bloques de piedra de unos 20-30 cm que representaban unas sencillas imágenes de rasgos semihumanos (pareciendo ser híbridos entre humanos y pez, con cejas espesas, nariz abultada y grandes labios).

El instrumental lítico contaba con unas pocas piezas de raspadores y laminas truncadas, pero en cambio, la industria ósea era abundante y diversa compuesta por puntas y picos tallados a partir de cuernas, y algunos de ellos con decoraciones geométricas, bandas y áreas rellenas de incisiones oblicuas.
La dieta de estos pueblos responde a economías de amplio espectro y sus restos prueban la caza de ciervo, corzo, jabalí, auroch, zorro y ciertas especies de aves.
Pero el pilar más importante de Lepenski Vir fue la pesca en rio de carpa, esturión y siluro (pez gato). Los estudios isotópicos en los huesos humanos hallados en sus necrópolis confirman que el 60-88% de su dieta dependía de los recursos acuáticos, y la presencia de caries indica una dieta baja en carbohidratos y alta en proteínas.
En la necrópolis de Vlasac con más de 80 tumbas y en la de Shela Cladovei con más de 50 tumbas, se utilizaba el ritual de inhumación en fosas sencillas con el cuerpo depositado en decúbito supino. No hay pruebas de diferenciación de privilegios, ni por motivos de edad o sexo, y los ajuares suelen ser modestos (colgantes trenzados con moluscos). Cerca de algunas tumbas humanas hay tumbas propias
para perros, lo que vuelve a confirmar el especial cariño hacia estos animales que sirvieron como acompañantes no solo para la caza.
Los poblados consistentes y las necrópolis próximas revelan unas comunidades estables con un rango de movilidad reducido, sedentaria o semisedentaria. Se maneja la hipótesis de que conocieran prácticas para el almacenamiento para la supervivencia invernal (periodo en que se sufre carestía de pescado en la región).
La dependencia por recursos fluviales inestables (por las migraciones estacionales del esturión) y otros periodos de crisis, podrían ser causantes de algunos conflictos internos relacionados con huellas de muerte violenta en cadáveres hallados en la necrópolis de Échela Cladovei.
La rápida evolución de las comunidades mesolíticas de la región se observa en la cueva de Franchti (en el Peloponeso, ocupada desde tiempos epipaleolíticos). En torno a los 8.000 BP los habitantes intensificaron la recolección de vegetales, como estrategia para compensar la pérdida de territorios de caza, o como medio para obtener alimento de manera más diversificada. Utilizaron otras estrategias claves para reducir riesgos y ampliar la dieta, como la pesca marina próxima al litoral o en alta mar (atún), lo que implicaba una notable pericia técnica, habilidad y capacidad para tallar embarcaciones adecuadas (nada sorprendente ya que en la cueva se encontró restos de obsidiana procedente de la isla de Melos a 150 km de distancia). En torno al 7.200 BP hubo un cambio radical, ya que se encuentran
restos de trigo, cebada, huesos de oveja y cabra, objetos de piedra pulimentada y cerámica muy simple, signos de nuevos tiempos vinculados al Neolítico.
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