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viernes, 30 de diciembre de 2016

MI ÚLTIMA HORA

Otro día más. Otro día cualquiera. Otro día con la cara marcada por el odio, por el alcohol y las drogas. Una cicatriz más en mi cara causada por un patán borracho. Un fracasado. un despojo humano. ¿Por qué demonios estoy con él?
No es un mal tipo. Si fuera un mal tipo lo habría dejado hace tiempo. Es diferente enojarse con un tipo que no es malo en general, que descubrir que te engañó un fracasado imbécil, que deja a una esposa que ni sabías que existía cada vez que se emborracha, que es muy seguido. 

Otro golpe en la cara. Me tira al suelo. Me mira con sus ojos vidriosos de alcohol. Está acabado. Es un muerto viviente. Nada destruye más al hombre que la estupidez ignorante y la conformidad. Es un maldito borracho fracasado. ¿Será su vida perdida, será esta maldita ciudad? No hay nada que justifique lo que está haciendo. Los golpes que da la vida, aquellos que dejan cicatriz, aquellos que golpean donde duele cambian el carácter de cualquier hombre. 

Comienza con una pequeña cosa, algo insignificante. Así empieza la rabia, la ira que vuelve al bueno cruel. El aire se eleva electrizante, su perfume es una dulce promesa que hace aparecer lágrimas en mis ojos, le digo que termine, que todo lo que hace no importa ya nada cuando no hay nada por lo que seguir viviendo y que acabe lo que empezó.

Le digo que le quiero…

Nadie nunca ha adivinado qué es el infierno. Es ver a la gente que amas sufriendo.