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jueves, 16 de mayo de 2024

ARTE BIZANTINO Y ARTE ISLÁMICO ORIENTAL EN LA BAJA EDAD MEDIA

EL ARTE BIZANTINO DURANTE LA BAJA EDAD MEDIA: 1204‐1453 

Durante la Alta y Plena Edad Media el Imperio Bizantino alcanza un refinamiento plástico e iconográfico  que deja una impronta significativa en el arte románico, pero es en la figuración gótica donde se ven madurar gran parte de estas influencias, a partir de la recuperación de las formas de la Antigüedad clásica que se produce en el Periodo Medio (siglos IX a XII) y de la incorporación sistemática de fondos dorados, presentes ya en los primeros mosaicos bizantinos. 

Los conflictos entre la Iglesia  romana y la ortodoxa conducen  finalmente al enfrentamiento militar entre latinos y griegos, pues estos últimos son obligados a pagar un tributo a las fuerzas occidentales contra el que se rebelan, y el 12 de abril de 1204 los cruzados (fundamentalmente tropas al servicio de algunos condes franceses y nobles italianos) asedian Constantinopla por mar, saqueando la ciudad y sus tesoros como si se tratara de una medina musulmana, despojando a los templos de sus riquezas, abriendo sepulturas y arrancando las obras de los muros. 

Numerosas piezas suntuarias y valiosas reliquias son llevadas a occidente, sobre todo a Venecia y París, para ser, posteriormente, custodiadas en lugares como la basílica de San Marcos y la Sainte Chapelle. 

Las fuerzas occidentales ocupan Constantinopla durante más de medio siglo (1204‐1261), en lo que se conoce como Imperio Latino, nombrando emperador al conde Balduino de Flandes y sometiendo a una fuerte represión a la población ortodoxa, hasta que, en 1261, Miguel VIII Paleólogo reconquista la capital expulsando a los cruzados. 

Entre 1261 y 1453, el Imperio Bizantino es gobernado por la dinastía de los Paleólogos, en lo que se conoce como la Tercera Edad de Oro o periodo tardobizantino, una etapa de florecimiento artístico pero  de  decadencia  en  lo  económico  y  lo  político,  marcada  por  el  fraccionamiento  en  pequeños estados regidos por gobernantes locales, que favorecen el desarrollo de las artes, y que culmina con la conquista otomana de Constantinopla en 1453. 

LA ARQUITECTURA TARDOBIZANTINA 

En  los  siglos  XIII  y  XIV  tiene  lugar  una  floreciente  actividad  constructiva, existiendo  cuatro  centros principales de creación artística, Trebisonda, Nicea (en la actual Turquía), el Épiro y Morea (en la Grecia actual), lugares que cuentan con promotores de las artes (gobernantes, nobles o particulares) así como con grandes intelectuales y teólogos. 

La fragmentación territorial se refleja en una cierta diversidad de tipologías arquitectónicas, dentro de una tendencia continuista con las soluciones y técnicas constructivas anteriores, con preferencia por el esquema de planta en cruz griega inscrita en un cuadrado, propio del Periodo Medio Bizantino. 

En  cuanto  a materiales,  se mantiene  el  uso  del  ladrillo,  que  se emplea  de  un modo  cada  vez más decorativo en los paramentos exteriores, con bandas ornamentales, dientes de sierra, nichos y otros elementos incurvados que dinamizan los muros. 

Muchas  construcciones  de  este  periodo  son  reconstrucciones,  ampliaciones  y  cuerpos  adosados  a basílicas  anteriores,  a  las  que  se  añaden  pórticos  exteriores  y  un  cuerpo  o  capilla  con  funciones funerarias, el paraklesion. 

Desde  época  de  Miguel  VIII  Paleólogo  (1223‐1282)  se  llevan  a  cabo  construcciones  de ampliación  en  Constantinopla,  como  la  iglesia meridional del monasterio de Constantino Lips, ordenada por la reina Teodora en 1282 al sur de la iglesia septentrional, datada en el siglo X.  

A  este  nuevo  edificio  se  añade  una  galería porticada  que  recorre  los  lados  sur  y  oeste, elemento  característico  de  este  momento, abovedado y dotado de función estructural, al recibir los empujes de la cúpula. 

Cúpula y bema de la iglesia meridional del monasterio de Constantino Lips (Hoy mezquita de Fenari Isa). Estambul. 

 En este periodo, Santa Sofía de Trebisonda recibe igualmente el añadido de tres pórticos exentos, que "abrazan" la iglesia en los lados norte, oeste y sur. 

Iglesia de Santa Sofía. Trebisonda. 

La  iglesia  de  San  Salvador  en  Chora  de Constantinopla,  levantada  en  los  siglos  XI  y  XII,  es ampliada  y  reconstruida  entre  1316  y  1321  por iniciativa de Teodoro Metochites, primer ministro del emperador  Andrónico  II  Paleólogo  (1282‐1328), añadiendo una gran cúpula central, un doble nártexa los pies (Oeste) y un paraklesion o capilla funeraria al sur, incorporando una rica decoración en mosaico y  pinturas  murales  en  las  que  se  despliega  un elaborado programa iconográfico. 

Este  paraklesion,  destinado  al  enterramiento  de personajes insignes, como el propio mecenas de la ampliación,  consiste  en  una  especie  de  nave lateral  rematada  en  un  ábside  y  recorrida  por arcosolios laterales, que albergan los sepulcros.  

 Vista exterior del lado este y planta de la iglesia de San Salvador de Chora (actual Kariye Camii) (1316‐1321). Estambul. (Paraklesion marcado en amarillo)

En  Grecia,  concretamente  en  el  Epiro,  se construye  la  iglesia  de  los  Santos Apóstoles  de Salónica (h. 1310‐1329), edificio de nueva planta situado  en  un  gran  complejo  monástico, encargado por Nefón I (1310‐1314), patriarca de Constantinopla.  

Tiene  planta  de  cruz  griega  inscrita  en  un rectángulo  y  cubierta  por  cinco  cúpulas, rematada con tres ábsides en el lado este y el resto de los flancos rodeados por una galería cerrada, que no se aprecia desde el exterior y constituye  la  principal  innovación arquitectónica de esta época. 


Planta de la iglesia de los Santos Apóstoles. Salónica (1310‐1329). 

Desde  fuera,  el  edificio  sorprende  por  su  verticalidad  y  por  el  tratamiento  decorativo  en  la disposición  del  ladrillo,  con  variados  patrones  geométricos,  así  como  por  la  cúpula  central sobresaliendo en altura y escalonada en dos pisos horadados por ventanas. 

Iglesia de los Santos Apóstoles. Salónica.

El característico aspecto exterior de estos edificios  se  observa  igualmente  en  la iglesia  de  Santa  Hodegetria  en  Mistras, encargada  por  el  abad  Pacomios  hacia 1310,  con  estructura  cruciforme organizada  en  dos  pisos,  coronados  por una cúpula central y otras cuatro situadas en los brazos de la cruz. 

Exteriormente,  destaca  su  verticalidad, el  escalonamiento  de  volúmenes  y  el dinamismo  de  los  muros  y  la  cubierta, donde  se  juega  con  la  dirección  de  la tejas  de  las  cúpulas,  en  forma  de caparazón de tortuga.  

Esta iglesia está situada en la ladera de una montaña de Mistras donde se encuentran otras basílicas erigidas en la misma época con un aspecto muy similar (iglesia de la Pantanassa y Santa Sofía). 

En esta población se erigió igualmente el palacio de  los  Déspotas,  un  excelente  ejemplo  de arquitectura  civil  bizantina  de  la  época  que combinaba ladrillo y piedra, recogiendo algunas influencias  de  la  arquitectura  gótica  europea, como  los  balcones  en  voladizo  sobre  ménsulas (matacanes), del mismo modo que en el palacio de Constantino Paleólogo (hijo de Miguel VIII) en Constantinopla.

 iglesia de Santa Hodegetria. Mistras (c. 1310)

Palacio de los Déspotas. Mistras.

MOSAICO Y PINTURA EN TIEMPOS DE LOS PALEÓLOGOS 

En el  campo  de  las artes  figurativas existe  también  cierta  diversidad  derivada  de  la  fragmentación territorial,  pero  siempre  sujeta  a  una  continuidad  con  la  tradición  bizantina  de  épocas  anteriores, siguiendo a  rajatabla el programa iconográfico  tradicional definido en el Periodo Medio, aunque la ubicación de los temas iconográficos varía. 

Con  frecuencia aparecen los donantes de la obra representados junto a los personajes sagrados, como ya ocurre en el primer arte bizantino, y siguen recogiéndose, de forma preferente, las doce fiestas litúrgicas bizantinas o Dodekaorton, la selección de las festividades más importantes de la iglesia  ortodoxa  asociadas  a  momentos  de  la  vida  de  Jesús  y  de  la  Virgen,  ubicados  en  lugares preestablecidos de la iglesia, o frecuentemente reunidos en objetos suntuarios y tablas pintadas. 

El Dodekaerton lo constituyen: La Anunciación, la Natividad de Cristo, la Presentación en el templo,  el  Bautismo  de  Cristo,  la  Transfiguración,  la  resurrección  de  Lázaro,  la  entrada  en Jerusalén, la Crucifixión, la Anástasis, la Ascensión, el Pentecostés y la Dormición de la Virgen, y  en  sus  representaciones  se  fijan  los  detalles  iconográficos,  basados  en  los  evangelios apócrifos,  imitados  posteriormente  en  el  arte  Gótico  occidental,  donde  la  propia  temática mariana bebe del arte bizantino. 

Ejemplo destacado es el Doble Icono de las Doce fiestas, de inicios del siglo XIV, conservado en el Museo dell'Opera del Duomo de Florencia y realizado con la técnica del micromosaico. 

Díptico o Doble Icono de las Doce Fiestas, realizado con la técnica del micromosaico (inicios siglo XIV). Museo dell'Opera del Duomo, Florencia.

La  principal  novedad  que  aparece  en  mosaicos  y  pinturas  es  la  búsqueda  del  naturalismo,  de  la expresión de sentimientos y el dinamismo otorgado a las escenas, que contrasta con el fuerte carácter simbólico, hierático y esquemático de la plástica bizantina inicial. 

Esta emotividad se inicia ya en el Periodo Medio, resultando difícil establecer si empieza antes en el arte cristiano oriental o en el occidental, pues el flujo de viajeros, estudiosos y libros entre el mundo latino y el ortodoxo se incrementa notablemente a partir del siglo XII, por lo que parece responder a un cambio conjunto de actitud, conforme a la nueva mentalidad de la época. 

Un ejemplo emblemático de este naturalismo y sentimentalismo artístico es el mosaico de la Deesis de la tribuna meridional de Santa Sofía de Constantinopla, probablemente ofrecido a la basílica por el propio Miguel VIII para conmemorar su conquista de la ciudad en 1261 y uno de los escasos ejemplos de mosaico de este periodo, debido a la crisis económica. 

La Deesis es uno de los temas más frecuentes del arte bizantino y consiste en la representación de  Jesús  bendiciendo,  flanqueado  por  la  Virgen  y  San  Juan  Bautista,  que  interceden  por  la humanidad ante el Señor, siendo interesante la importancia otorgada al Bautista, característica del cristianismo oriental, mientras en Occidente, Juan evangelista recibe mayor atención por ser el autor de la Revelación Apocalíptica. 

Este mosaico destaca por la enorme elegancia y delicadeza de sus figuras, con un claroscuro tan matizado que parece desdibujar los contornos y conceder blandura y movimiento a los rostros (efecto que si ya requiere maestría con la pintura, es excepcional su logro con la disposición de pequeñas  teselas),  consiguiendo  crear  un  efecto  de  humedad  en  los  ojos  vidriosos  y  unas tonalidades matizadas en las sombras faciales que buscan conmover al espectador, pues Jesús destila  una  tristeza  resignada, asumiendo  su  destino, mientras la Virgen y el Bautista parecen haber roto a llorar. 

Mosaico de la Deesis, tribuna meridional de Santa Sofía de Constantinopla (h. 1261).

Este estilo refinado, conocido como el manierismo de la época paleóloga, alcanza su máxima expresión en la iglesia de San Salvador en Chora de Constantinopla, con un completo programa iconográfico realizado en pintura y mosaico encargado por Teodoro Metochites con la ampliación del edificio en 1316‐1321. 

 Aunque no ha llegado todo hasta la actualidad tras su transformación en mezquita (Kariye Camii), en el  doble  nártex  se  conservan escenas  cristológicas  y marianas, mientras  en el pareklesion  se sitúan algunas de las pinturas murales más importantes, con episodios del Juicio Final y figuras de santos. 

En  un  luneto  del  esonártex, que da acceso a la iglesia, hay un  mosaico  sobre  fondo dorado donde se representa a Teodoro  Metochites  en proskynesis  (prosternación ritual)  ante  Cristo  entronizado,  ofreciéndole  la maqueta  de  la  iglesia, vistiendo  un  llamativo  traje, propio  de  la  nobleza constantinopolitana,  con  un prominente  turbante  decorado  con  bandas  doradas  y blancas. 

En las partes altas del nártex y de la naos se conservan otros ricos  mosaicos  dorados representando la Deesis, a los santos Pedro y Pablo y un completo ciclo de escenas de la vida de la Virgen (esonártex), que se inicia con el  Abrazo  en  la  puerta  dorada,  e  incluye  pasajes anecdóticos  y  de  carácter  apócrifo,  como  los  Siete primeros pasos de María y la elección de José como esposo.  

Teodoro Metochites ofreciendo la maqueta de la iglesia. Mosaico del esonártex de San Salvador en Chora de Constantinopla.

Dormición de la Virgen. Mosaico del esonártex de San Salvador en Chora de Constantinopla. 

En  las  partes  altas  del exonártex,  por  su  parte, aparece  un  ciclo igualmente  completo  de escenas  de  la  Vida  de Cristo,  representadas  con una  gran  cantidad  de detalles y un estilo que ha sido,  en  ocasiones, definido  como  artificioso, por las posturas forzadas y la expresividad facial de las figuras,  que  resultan excesivamente  teatrales para el contexto bizantino.  

Bodas de Caná. Mosaico de la bóveda del exonártex de San Salvador en Chora de Constantinopla. 

En el Paraklesion se encuentran unos  frescos de gran calidad, extraordinariamente conservados, donde se dispone el Juicio Final en la bóveda y la Anástasis en el ábside, escena destacada por su calidad y riqueza cromática, cuyas figuras extremadamente alargadas representan perfectamente el manierismo bizantino de esta época. 

La blancura del traje de Jesús y de su mandorla estrellada destacan sobre el fondo oscuro, que pretende aludir al abismo infernal, y a sus pies aparece el demonio maniatado y vencido, con el rostro  envuelto  en  un  paño,  y  las  puertas  infernales  quebradas,  mientras  Cristo  saca  de  sus tumbas a Adán y Eva, a izquierda y derecha, tras los que se disponen San Juan Bautista y diversos reyes, patriarcas y profetas del Antiguo Testamento. 


 Fresco de la Anástasis, bóveda de horno del paraklesion, iglesia de San Salvador en Chora (1316‐1321). Constantinopla.
En estas pinturas se observa una gama cromática más matizada que en los mosaicos de la iglesia adyacente, debido a las posibilidades que ofrece esta técnica, estando los arcosolios también decorados al fresco, como el de la tumba de Teodoro Metoquites, aunque se ha perdido gran parte de su decoración.

La conquista otomana de 1453, dirigida por Mehmed II (1432‐1481), pone fin a los más de mil años de duración de este imperio, renombrando la ciudad de Constantinopla como Estambul, pero su impronta cultural permanece durante siglos.
 
Fresco del Juicio final, bóveda del horno del Paraklesion.
iglesia de san salvador en Chora (1316-1321). Constantinopla

El  arte  cristiano  oriental  ejerce  una  gran  influencia  fuera  de sus  fronteras  durante  la  Baja  Edad Media,  por  ejemplo  en  los  fondos  dorados  y  la  maniera  greca  que  son  tendencia  durante  el Duecento y Trecento italiano, debido a la llegada de innumerables obras bizantinas a Venecia tras el saqueo cruzado. 

También existe un importantísimo influjo bizantino en la Rus de Kiev (siglos IX a XI) y en el principado de Moscú desde el siglo XIV, afianzado por los enlaces matrimoniales, de  forma que el arte ruso procede directamente del Bizantino, perpetuando hasta tiempos recientes la plástica de los iconos dorados y las cúpulas bulbosas derivadas de esta arquitectura. 

Tras la caída del Imperio Bizantino, Moscú se proclama como Segunda Constantinopla y Tercera Roma, pretendiendo conservar la dignidad imperial de los basileus en la figura del Zar. 

La  arquitectura  bizantina  ejerce  también  una  significativa  influencia  en  la  otomana,  patente  en edificios como la Mezquita Azul de Estambul, que sigue muy de cerca las soluciones espaciales de Santa Sofía.  

 Por otro lado, aún después de la conquista otomana, existe una continuidad artística y cultural en los monasterios ortodoxos de Grecia y Turquía que mantienen su vida religiosa pese a la ocupación islámica, preservándose en ellos la  tradición litúrgica y artística en el  conocido como  "arte post‐bizantino", con importantes escuelas de pintura de iconos, como las de Meteora y el Monte Athos. 

Todo el arte  ortodoxo,  figurativo  o arquitectónico,  sigue la estela  del estilo  bizantino  hasta la actualidad. 

EL  ARTE  ISLÁMICO  ORIENTAL  DURANTE  LA  BAJA  EDAD  MEDIA.  EL IMPERIO TURCO 

A  la  caída  del  califato  abasí  de  Bagdad,  este  se  descompone  en  tres  reinos  que  paulatinamente sucumben  ante  las  oleadas  de  diferentes  pueblos,  teniendo  lugar  una  considerable  fragmentación política y militar de los territorios del islam, tanto en Oriente como en Occidente, con dependencias de un gran número de tribus y dinastías. 

En  Occidente  son  las  tribus  bereberes,  inicialmente  almorávides  y  luego  almohades,  quienes  se hacen con el control de la zona. 

En Oriente, primero los buyíes y a continuación los selyuquíes (tribus turcas) conquistan Bagdad a mediados del siglo XI,  teniendo lugar un  florecimiento económico y cultural en la zona de Persia durante el siglo XIII con la dinastía selyúcida, hasta que en 1260 es invadido por los mongoles. 

En  Siria  y  la  alta  Mesopotamia  los  emires  árabes  y gobernadores  turcos  dan  paso  a  la  dinastía  de  los zanquíes, artífices entre los siglos XI y XIII, de un renacer cultural  que  reclama  el  pasado  clásico,  con  obras  tan significadas  como  el  alminar  de  la  Gran  Mezquita  de Alepo,  destruida  en  2013  a  consecuencia  de  la  guerra siria.  

Alminar de la Gran Mezquita de Alepo (siglo XII).

Los mongoles acaban con la fragmentación dinástica de los antiguos territorios del islam, pero dividen el  territorio  en  emiratos  y  uno  de  ellos,  el  otomano,  acaba  conquistando  a  todos  los  demás  y unificándolo nuevamente. 

La expansión otomana comienza con Osmán I  (1288‐1326) a expensas de los antiguos  territorios bizantinos  de  Bulgaria  y  Serbia  y  en  1361  conquistan  Adrianópolis,  punto  estratégico  para  el comercio de Bizancio, control del paso entre Oriente y Occidente, donde establecen su capital hasta 1453, refundándola con el nombre de Edirne. 

La apropiación de los territorios del Imperio bizantino les permite establecer una base estable desde donde  dirigir  su  expansión  hacia  Europa  en  el  siglo  XIV,  conquistando,  progresivamente,  Tracia, Sofía, Albania y, en 1453, Constantinopla, trasladando allí la capital. 

Continúan por Frecia, Serbia, Bosnia y Herzegovina en 1482, haciéndose, durante un breve periodo de un año, con el control de Otranto (en el sudoeste de Italia), puerto que enlazaba Bizancio con Occidente, perteneciente a la corona de Aragón desde 1282. 

En el subcontinente indio, tras de la desaparición del Imperio Gupta en 550, época de gran esplendor y unidad del territorio, en época medieval se suceden y reparten por su geografía diferentes culturas, destacando la cultura hoysala, en el suroeste, en la región de Karnata (actualmente Kamataka). 

Los cerca de cien templos hoysala que se conservan (de los mil quinientos que se estima existieron), sin parangón y declarados Patrimonio de la Humanidad, son construcciones donde la escultura y las formas labradas pueblan y ocupan todos y cada uno de sus espacios, tallados en diorita, roca que permite el desarrollo de un gran detallismo en la representación de todos los rasgos, de escenas que versan sobre el erotismo, la épica hindú y sus deidades, obteniendo espectaculares juegos de luz y sombra como parte de los volúmenes, con el templo de Chennakesava o de Keshava, del siglo XV, como uno de sus ejemplos más conocidos.

Templo de Chennakesava (Keshava) (siglo XV). Somanathapura, India. 

Las  peculiaridades  de  esta  arquitectura, confinada  en  los  apartados  territorios  del suroeste, tienen poco desarrollo más allá de sus fronteras,  aunque  acaba  produciéndose  una fusión con la arquitectura islámica del  sultanato de  Delhi,  como  en  el  alminar  de  Qutab, comenzado a  finales del  siglo XII y concluido en 1368,  y  considerado  el  minarete  más  alto construido  con  ladrillos,  aunque  combina  el ladrillo con la arenisca roja, tallada con profusión de  formas  (evidente  ligazón  con  la  arquitectura hindú) y versículos del Corán.  

 Alminar de Qutab y mausoleo.Delhi, India. 

En el siglo XIII los turcos comienzan a penetrar por el norte fundando en 1206 el sultanato de Delhi, y aunque los hoysala y después los chalukya ejercen cierto freno a la penetración otomana en el sur del subcontinente, no son capaces de detener una expansión que lleva al sultanato a dominar casi todo el territorio indio desde el siglo XIII al XVI, un vasto periodo en el que diferentes dinastías se suceden, lo que lleva a que esa fusión y síntesis entre las arquitecturas islámica e india se extienda también a otras manifestaciones, como la música y la literatura. 

El sultanato de Delhi genera un corredor de influencias artísticas con considerables repercusiones en el continente europeo, entre ellas la tradición de las narraciones y la literatura. 

En el sur de la India existe una tradición, asentada desde el siglo IX, de canciones, textos poéticos y cuentos, escritos en malayalam, cuyas formas penetran en el continente europeo con la llegadade  los  turcos,  especialmente  la  de  los  cuentos  encadenados  con  estructura  repetitiva, normalmente acompañados de ilustraciones en forma de viñetas. 

La obra más famosa es Kalila e Dimna, una recopilación de relatos en forma de cuentos y fábulas indios,  traducidos  primero  al  persa  en  época  sasánida  y  después  al  árabe  (Kalila  wa‐Dinma), pasando al castellano durante el reinado de Alfonso X, alrededor del 1250.

Ilustración del manuscrito Kalila wa‐Dimna. Egipto (h. 1310). Biblioteca Estatal de Baviera. 

Con el tiempo, los otomanos amalgaman las variadas influencias recibidas y absorbidas de su vasto imperio, dándole una forma más o menos unitaria, aunque esto no ocurre antes del final de la Edad Media. 

La corte otomana practica una política de protección y captación de creadores y alarifes procedentes de  todos los  territorios  cercanos y en  1258,  con la  caída  de Bagdad en manos  de los mongoles, aprovechan  la  huida  masiva  de  artistas,  generando  una  confluencia  y  asimilación  de  corrientes artísticas y repertorios llegados desde Siria, Irán y Turquía. 

Por otro lado, los otomanos mantienen una tolerancia hacia las gentes del Libro, los creyentes de las  diferentes  religiones  monoteístas,  sin  imponerles  su  religión,  aunque  sí  los  tributos  y  la aceptación del gobierno musulmán, e incorporando también sus lenguajes artísticos. 

Venecia es el principal puerto de Europa para el acceso comercial de los turcos, la vía de entrada prioritaria de las obras de arte orientales en Occidente, la cerámica china, las especias y la seda, aunque la influencia comercial se extiende también a Génova, Florencia y Ragusa.  

La arquitectura otomana adopta formalmente los lenguajes de la arquitectura selyúcida, bizantina e iraní principalmente, sin olvidar las incorporadas por los zanquíes y ayyubíes y las indias. 

Se  hace eco  de las  formas  derivadas  de la arquitectura  bizantina y  toma  como modelo  para  sus grandes mezquitas el de Santa Sofía, obteniendo espacios en los que las grandes falsas cúpulas se mantienen como suspendidas, ingrávidas, rompiendo con el esquema tradicional de las mezquitas y su organización e incorporando un modelo con origen en una construcción cristiana pero que se remonta realmente al Imperio Romano en sus referencias al Panteón de Agripa. 

La  mezquita  Haci  Ozbek  de  Iznik  ,  de  1333,  está  considerada  la  primera  mezquita  otomana cubierta por una sola cúpula, seguida por la mezquita de Yeçil (1378‐1387), en la misma ciudad y de iguales características, cuyo nombre (yeçil = verde) viene dado por los azulejos que revisten su minarete. 

Con el  tiempo, la arquitectura otomana, de planta  cuadrada y cubrición mediante cúpulas, va liberando  los  espacios  interiores  de  las  mezquitas,  despejándolos  de  soportes  y  obteniendo efectistas juegos de luces y sombras. 

Las madrasas, los mausoleos, baños y qaravanseray, sin olvidar los palacios, forman parte también de las construcciones turcas más destacadas, siguiendo las líneas y los modelos asentados por las diferentes  dinastías  antecesoras  y  las  diversas  tradiciones  de  un  vasto  territorio,  para  confluir finalmente en un discurso más o menos homogéneo. 

El modelo de madrasa, fijado por los selyuquís, se estructura en torno a una planta rectangular, con  un  patio  central,  celdas  cubiertas  por  bóvedas  y  un  iwan  en  cada  uno  de  los  ejes, correspondiéndose con cada una de las aulas. 

Mezquita de Yeçil (1378-1387). Iznik

En Iznik (la antigua Nicea, capital del Imperio Bizantino entre 1204 y 1261), centro productor cerámico con larga  tradición, se desarrolla, en el último cuarto del siglo XV, una pasta cerámica blanca, muy brillante y luminosa (formada por una arcilla y una frita ‐vidrio pulverizado‐ que reduce el punto de fusión),  con  cubierta  de  engobe  (arcilla  líquida)  y  vidriado  de  plomo  y  un  uso  abundante  del  azul cobalto  (fritware  azul  y  blanca),  que  busca  la  emulación  de  las  porcelanas  chinas  y  que  tiene  una enorme difusión en Occidente. 

Los motivos empleados se adoptan de las porcelanas chinas y se hacen confluir con los de tradición árabe, en un desarrollo para nada casual, sino debido al impulso de la corte otomana, interesada en la  consecución  de  un  producto  capaz  de  emular  a  las  porcelanas  chinas  azul  y  blancas,  de  gran predicamento tanto en sus territorios como en todas las cortes europeas. 

El  palacio  de  Topkapi,  en  Estambul,  centro  administrativo  del  Imperio  construido  por  el  sultán Mehmed II en 1459, muestra en sus paramentos arrimaderos y frentes de enmarcación de puertas de acceso a espacios señalados, con composiciones de azulejería de Iznik. 

Azulejería de Iznik. Palacio de Topkapi, Estambul. (Segunda mitad siglo XV). 

Las creaciones chinas más fantásticas del mundo cerámico, que han tenido una elevada influencia en el  arte  contemporáneo  occidental,  se  realizan  en  el  periodo  Sung  (960‐1279),  etapa  coincidente cronológicamente con el periodo bajomedieval, en que la corte, empujada por las invasiones de los tártaros, se retira hacia el sur, llevando consigo los talleres cerámicos, y durante la cual se conjuga la cerámica con el pensamiento  filosófico  taoísta, produciéndose los más bellos objetos cerámicos en forma de sutiles celadones de transparencias verdosas. 

Tras un breve periodo en el que la dinastía Yuan sucede a la Sung (1280‐1367), la dinastía Ming se establece de forma prolongada (1368‐1644), produciendo una cerámica diferente, con fondo blanco y motivos y escenas en azul, primero, y luego polícromos, conocida como porcelana azul y blanca. 

Durante las dinastías Yuan y Ming se produce una abundante exportación de esta porcelana azul y blanca  destinada  al  mercado  islámico,  siendo  los  celadones  en  forma  de  grandes  cuencos especialmente reclamados por los nobles turcos y pasando de ahí a la imitación desde sus propios centros cerámicos, empleando pastas de frita. 

Porcelana Ming

miércoles, 15 de mayo de 2024

EL ARTE MUDÉJAR

Sobre el origen del término mudéjar

El término fue acuñado por José Amador de los Ríos a mediados del siglo XIX para definir un estilo propio y singular de la Península Ibérica.

Cuestionamiento del término

La principal oposición al término es si un término de carácter social e incluso religioso, los mudéjares son los musulmanes que permanecen en territorio cristiano tras la Reconquista y el término tienen un valor carácter despectivo, y que además es un estilo muy cambiante durante solo cinco siglo de duración entre la toma de Toledo (1085) y la caída de Granada (1492) y muchas variantes regionales debido al propio desarrollo político de las taifas y la Reconquista.

Establecimiento de un marco

Por lo expuesto anteriormente no es fácil establecer un marco claro de qué es mudéjar y que no, y más cuando se da una convivencia temporal y geográfica con otros estilos como el románico, el gótico o el nazarí. En un principio, se admite como mudéjar al arte realizado necesariamente en el territorio cristiano pero basado en las formas y gustos hispanomusulmanes. De hecho, una buena parte de los edificios de culto musulmanes son simplemente reutilizados para la liturgia cristiana tras la conquista sin cambios estructurales o decorativos hasta muchos años después, como el caso de la mezquita Bab al-Mardum convertida en la iglesia del Cristo de la Luz en Toledo incorporándole un ábside

 Iglesia del Cristo de la Luz en Toledo

Movilidad, influencias e intercambios

La adopción de las formas y usos mudéjares por parte de algunos reyes cristianos, como el caso de Pedro I de Castilla y la construcción de su palacio en el Alcázar de Sevilla, en el que sigue los modos de construcción anteriores e incluso las inscripciones de carácter conmemorativo en letras cúficas, pone de manifiesto la interacción cultural y social entre ambas zonas, con alarifes (artesanos) mudéjares trasladándose para trabajar en las zonas musulmanas y árabes trabajando en las zonas cristianas.

Palacio rey Pedro I Castilla en el Alcázar de Sevilla


Revisión de conceptos

En primer lugar se debe matizar la idea de una población mudéjar sometida y minoritaria, pues esta población siguió siendo mayoritaria en grandes áreas y tenía una libertad de movimiento para desplazarse a trabajar.

Tampoco es correcta la identificación automática del mudéjar con el ladrillo, ni todo lo mudéjar es de ladrillo ni todo el ladrillo es mudéjar.

De cualquier manera son diversas las teorías y explicaciones y el debate sigue abierto en relación a qué es y qué no es mudéjar.

Modelos hispanomusulmanes: las qubbas y los alminares

Las qubbas (estructuras cuadrangulares con cúpula) se reinterpretan en el mundo cristiano como capillas funerarias, como en el caso de la Capilla Fuente o de los Fuente del convento de la Concepción Francisca de Toledo. Construida en 1422 es una cúpula alboaire (guarnecidas por azulejos alojados), y fábrica de ladrillo revestido con enlucido de yeso policromado. El uso de cerámica azul cobalto sobre blanco y con tonos metálicos le da un toque característico.

Capilla Fuente o de los Fuente del convento de la Concepción Francisca de Toledo

Otro de los elementos heredados del arte islámico son los alminares reinterpretados como torres de las iglesias. De esta menta las torres mudéjares se estructuran con dos cuerpos, uno exterior y uno interior, con escaleras y rampas (generalmente cubiertas por bóvedas de ladrillo por aproximación de hiladas) entre ambos que comunican las dependencias de la estructura interior organizadas verticalmente.

Estas torres serán especialmente significativas en Toledo y, sobre todo, en Aragón, convirtiéndose en la imagen más visible y reconocible del mudéjar, convirtiéndose además en Patrimonio de la Humanidad

En líneas generales son torres con decoraciones fabricadas en ladrillo que incorporan elementos cerámicos, como los casos de San Román (finales del siglo XIII) o la de Santo Tomé (siglo XII), ambas en Toledo. Esta decoración suele constituirse por azulejos, discos, cartabones, estrellas e incluso piezas de vajilla, como se ve claramente en el caso de la torre del convento de San Salvador de Pina de Ebro (Zaragoza), de principios del siglo XIV .

San Román, Santo Tomé y Convento de San Salvador de Pina del Ebro

En el caso de Teruel se debe destacar la torre de la Catedral de Santa María, finalizada en 1257, y anterior a la propia remodelación de la catedral románica, la de San Martín, de 1316, y la de San Pedro de la primera mitad del XIII y que forman lo que se conoce como torres-puerta por presentar debajo un paso de la calle. Menos la primera, que es sencilla, las otra dos comparten estructura almohade de dos cuerpos

torres de las catedrales de Santa María, San Martín y San Pedro

La propia presencia de elementos mudéjares a dado pie a la creencia de estructuras anteriores musulmanas (mezquitas) bajo los cimientos de estas construcciones, si bien en muchos casos esto no parece corresponder a la realidad. Un caso paradigmático es el de la iglesia de Santa María de la Fuente de Guadalajara, probablemente de finales del siglo XIII o principios del XIV, y que presenta tres potradas con arcos de herradura apuntados enmarcados por un alfiz rebordeado por tiras de azulejos verdes y tres hojas apuntadas en nudos y color verde, lo que supuso interpretarla como restos de la mezquita anterior que nunca existió.


La decoración cerámica se utiliza también fuera de los edificios religiosos, como el caso del palacio de los Oter de Lobos de Toledo, que fue tapado por la construcción del convento domínico de Madre de Dios en 1482. Se redescubrió recientemente y se puede observar la decoración de escudos circulares que representan a las familias nobles que los construyeron

palacio de los Oter de Lobos de Toledo

Consideración sobre los materiales

El yeso

Es uno d ellos elementos más distinguibles del mudéjar por su proximidad al arte islámico. Pero debe destacarse su uso en diversos elementos, como los suelos, más desconocidos pero de igual relevancia, si bien es en las llamadas yeserías donde más llamativo se hace su uso.

Los alarifes moros mantienen la tradición bajo dominio cristiano e incluso a veces es difícil distinguir el momento de ejecución por ser los mismo motivos, aunque a veces se incluyan escudos reales como el de los RRCC en la Alhambra. En estos conjuntos se siguen haciendo inscripciones con caracteres árabes, que incluso conviven con otras en alfabeto latino o hebreo, como en la sinagoga del Tránsito de Toledo, donde la yesería forma una especie de tapiz gigante para resaltar el muro de la Torá, así como la yesería que enmarcaba la tribuna superior de las mujeres.

Carpinterías de armar

Es otro de los elementos singulares del mudéjar, como continuación de la estructuras de madera para las techumbres almohades y nazaríes. En este caso, la obra más destacable es el artesonado de la Catedral de Teruel, del siglo XIII, cuando se decide elevar los techos y que constituye un caso casi único en Aragón, donde en este momento es más habitual el uso de bóvedas de crucería o estructuras de alfarje (para constituir varios pisos)

Techumbre catedral Teruel

Toledo, el primer foco

Toledo, a partir de la entrada de las tropas de Alfonso Vi se convertirá en el símbolo de la nueva sociedad, creada a partir de la convivencia de elementos hebreros, musulmanes y cristianos, tanto locales, como recién llegados de otras partes de Castilla e incluso de las zonas francas. Esto se percibe en el arte, con una pervivencia de los estilos anteriores o locales, lo que entendemos como mudéjar que convive con el lenguaje de los recién llegados, el gótico. Prueba de ello son construcciones como la Puerta del Sol o la iglesia de Santiago del Arrabal con su torre separada y en la cabecera.

Puerta del sol en Toledo

iglesia de Santiago del Arrabal 

AL-ÁNDALUS ENTRE LOS SIGLOS XII Y XV: ARTE ALMORÁVIDE, ALMOHADE Y NAZARÍ

Por arte islámico se conoce el estilo artístico desarrollado en la cultura generada por si religión islámica. El arte islámico tiene una cierta unidad estilística, debido al desplazamiento de los artistas, comerciantes, mecenas y obreros.

Las técnicas más utilizadas en el arte islámico son el mosaico de tradición bizantina, la escultura en relieve, el estuco y el alicatado. La composición en el arte islámico se basa en la repetición de unos esquemas geométricos de forma seriada y la combinación de distintas decoraciones y simetrías


Almorávides. Notas históricas

Al-Ándalus y la unión de dos continentes

La llegada de los almorávides a la PI, un grupo rigorista procedente de la actual Mauritania, responde a la debilidad de los numerosos reinos de taifas (hasta 30 en la primera mitad del siglo XI), surgidos a partir del desmembramiento del Califato de Córdoba y con serias dificultades para frenar el avance cristiano. Estos almorávides habían conseguido instaurar un gobierno fuerte en Marruecos y tras tomar Ceuta cruzan a la Península en ayuda de las taifas de Sevilla y Granada al mando de Yusub,

A pesar de la importante victoria de Sagrajas (1086) no consiguen recuperar Toledo, pero a pesar de ello Yusub decide poner fin a los reinos de taifas unificándolos bajo su mando en 1090.

Durante esta primera etapa, de finales del siglo XI, apenas se conocen restos constructivos de interés, en consonancia con la austeridad pregonada por los almorávides, pero ya en el siglo XII, con el reinado de Yusuf parte de las taifas recuperan su tradición constructiva e incluso exportan sus conocimientos y su estilo al norte de África, como testimonian los restos de la Mezquita Mayor de Tremecén (Argelia), terminada por Yusuf con artesanos de Zaragoza.

Esta misma influencia se observa en la Qubba Barudiyyin de Marrakech (Marruecos), datada en 1120, también durante el reinado de Yusuf para albergar una fuente.

Qubba Barudiyyin de Marrakech 

El mimbar (púlpito) de madera de la mezquita Kutubiyya de Marrakech es otro ejemplo de este periodo. Realizada en Córdoba, fue trasladado a la mezquita en periodo almohade, lo que dio lugar a confusión sobre su fecha de realización.

Mimbar

Características generales del arte almorávide

  • Uso de arquería variada (polilobulados, túmidos, mixtilíneos, etc.) y decorados.
  • Uso de pilares de ladrillo y reserva de las columnas solo para espacios singulares.
  • En cualquier caso, existen muchas dudas sobre las adscripciones de algunas construcciones a uno u otro periodo.

Tejidos almorávides

La producción de tejidos de lujo (tiraz), ya iniciada con el Califato, continuará a lo largo del siglo XI, extendiéndose este término para cualquier tejido con bandas de inscripciones.

El ejemplo más destacado es el del tejido reutilizado en la casulla de San Juan Ortega, conservado en la iglesia de Quintaortuño (Burgos) y probablemente procedente del taller de Almería y con una inscripción fechada entre 1143 y 1145. Se trata de un tejido con motivos en círculos dobles que suelen representar animales reales o fantásticos o un fragmento conservado en la catedral de Salamanca para custodiar documentos.

Tejido almorávide

La invasión de los almohades

Los almohades surgen de las montañas del Alas, como respuesta a la “relajación” de los almorávides, iniciando un nuevo ciclo de rigorismo y conquistando el Imperio almorávide en 1146 con la toma de Marrakech y la invasión de la PI, llegando incluso a masacrar a poblaciones enteras como en el caso de la toma de Sevilla en 1147.

Al-Ándalus almohade

A pesar del rigorismo religiosos almohade, desde el punto de vista cultural y económico esta etapa parece suponer un momento de prosperidad, en el que las ciudades peninsulares afianzan sus relaciones con África, Oriente y el Mediterráneo, expandiendo su modelo cultural hispanomusulmán. Ejemplo de este nuevo periodo es la entrada a las ciudades amuralladas, muestra de poder de los nuevos gobernantes, como se observa en la Puerta de la ciudadela de los Oudaya en Rabat (Marruecos).

Puerta de la ciudadela de los Oudaya en Rabat (Marruecos

Mezquitas y alminares

Las mezquitas almohades se basarán en esquemas de referencia anteriores, con planta en T, con naves perpendiculares al muro de la quibla (muro orientado a la meca), excepto uno paralelo cubierta por cúpulas en todos sus tramos, como en el caso de la mezquita de Tinmal en el Alto Atlas (Marruecos).

Los alminares o minaretes serán los símbolos del poder musulmán con los almohades. Uno de los más singulares fue el de la mezquita de Córdoba (hoy desaparecido bajo la torre de la Catedral), de la época de Abderramán III y que servirá como modelo en época almohade y en las torres mudéjares cristianas.

Los alminares e componen de un cuerpo interior dividido en estancias abovedadas y un cuerpo exterior que rodea al anterior e incluye las rampas o escaleras de acceso, a las que se adaptan las ventanas y decoraciones y por tanto distintos en sus cuatro caras.

Un ejemplo de este estilo es el nuevo alminar de la Kutubiyya de Marrakech, de 1157, que presentaba un enlucido de mortero de yeso rosa (hoy perdido) y un remate de azulejos y alfardones (placas hexagonales) vidriados en las partes superiores y que quizás sean el primer ejemplo de esta práctica.

Del mismo estilo es el alminar inacabado de la mezquita de Hasam de Rabat, que se quedó a un tercio de la altura proyectada.

La Giralda de Sevilla también es representativa de este periodo.

Giralda de Sevilla

Arquitectura defensiva

Es una de las claves del arte almohade, y además una forma de mostrar su poder en cuestiones militares. Se impulsan los modelos de corachas (pequeñas torres exentas sobre los ríos y accesibles mediante adarves que aseguran el suministro de agua) y de torres albarranas (torres separadas de la muralla que sirven como atalayas y elemento de hostigamiento).

La más famosa es la Torre del oro de Sevilla de 1221, que cerraba el paso del río mediante una cadena conectada a otra torre situada en la otra orilla (hoy desaparecida). Es una torre de dos cuerpos, uno interior hexagonal y el exterior dodecagonal. Se construyó con sillería en los ángulos y hormigón, y estuvo revocada por un mortero de cal de color ocre imitando sillares para cubrir toda la superficie, incluidos los ladrillos. Fue reutilizado como tesoro Real , de ahí su nombre.

El tercer cuerpo de la torre fue añadido en el siglo XVIII, mientras que la azulejería de los arcos ciegos sí parece corresponder al modelo original

Torre del Oro

El jardín del Paraíso

Los jardines almohades son los símbolos del Paraíso, diseñados en forma de cruz representando los 4 ríos del Edén. En los cuadros de plantación, a nivel inferior, se cultivan frutales y plantas aromáticas, mientras el agua corría entre las fuentes por acequias decoradas.

De este estilo son los restos del jardín almohade bajo el actual jardín de la Contratación en el Alcázar de Sevilla, que aunque es de época cristiana reproduce la estructura.

En el mismo edificio se hallaba otro jardín similar, hoy conocido como los baños de María Padilla, que en realidad es una alberca cubierta.

jardín de la Contratación

El reino nazarí

Tras la caída del Imperio almohade y la presión cristiana se produjo una restructuración en los territorios musulmanes que culminó con la creación del reino nazarí de Granada en 1232. bajo el liderazgo de Ibn Nasr Al-Ahmar. Posteriormente, hacia 1248, con la toma de Sevilla, acabará dominando los territorios de las antiguas taifas de Granada, Málaga, Almería, Algeciras y Ronda, como único reino musulmán de la PI.

Alhambra de Granada

  •  Al-Hamra

Las murallas se forman con tapial de tierra y cal, por lo que al utilizarse la tierra de la zona, rica en hierro, le otorgaron a los muros ese característico color rojo y que probablemente habría dado lugar a su nombre, “la roja”. La construcción de la alcazaba se inicia con Muhamad II, hijo del conquistador, y la continuará su nieto Muhamad III, quien levanta el Partal (la zona residencial más antigua conservada) y la Mezquita Real (hoy desaparecida bajo la iglesia de Santa María).

Su sobrino, Yusuf I y su hijo Muhamad V, a lo largo del siglo XIV, cuando la Alhambra alcanza su máximo nivel constructivo y la ciudad se convierte en un foco cultural de primer orden a través, entre otros, de la madrasa.

  • Los Palacios de la Alhambra

Hubo seis palacios en la Alhambra (5 nazaríes y el de Carlos V inconcluso hasta el siglo XX). De los primeros quedan dos completos, el de Comares y el de los Leones, mientras que de los otros tres quedan restos más o menos visibles (Partal, Yusuf III y Abencerrajes).

Comares es el principal, con funciones judiciales, ejecutivas y administrativas. Iniciado por Yusuf I y terminado por su hijo en 1370, en torno al patio de los Arrayanes se organiza el protocolo a través de los patios contiguos.

Palacio de Comares

El patio del Cuarto Dorado era el Palacio de Justicia y daba acceso al Palacio de Comares, lo que da cuenta de su relevancia, ya que en su interior se observa la fachada del Palacio de Comares, como fondo de alicatados y yeserías que el solicitante de justicia veía al acercarse a los escalones donde esperaba el cadí o el sultán.

Patio del Cuarto Dorado

En el propio Cuarto Dorado esperaban los solicitantes a que se les permitiera la audiencia, mientras que el patio no muestra decoración para no distraer la atención y la puerta de la derecha no conducía a ningún sitio como elemento defensivo.

El patio de Comares servía como acceso al Sultán a través de diferentes pasos hasta la Sala de Embajadores, que refleja el poder de Dios, con textos de alabanza a Dios y al emir, textos del Corán y el lema nazarí (No hay otro vencedor que Alá). En el techo se ve representado en madera los siete cielos del cosmos musulmán, y los árboles de la vida. En el centro el trono de Dios, justos encima del trono del Sultán.

El suelo estuvo cubierto de azulejos azules y dorados sobre blanco, de los que se conservan algunos fragmentos.

Sala de Embajadores


El Palacio de los Leones se levanta tras el de Comares, y su función era servir de zona de descanso con cuatros edificios destinados a tal fin a los cuatro lados del patio.

Patio de los Leones

La Sala de los Reyes y la de los Mocárabes eran los espacios para banquetes de verano. En la primera hay representaciones pintadas sobre cuero en sus cúpulas de madera, que muestra influencia genovesa o toledana, fruto de las relaciones del reino.

sala de los reyes


La Sala de las Dos Hermanas, y la de los Abencerrajes estaban reservadas para la música (verano e invierno respectivamente). En la primera destaca su cúpula con mocárabes a partir de una estrella central, y presenta dos salas laterales para los estrados de losmúsicos.

En la segunda se observa el patio gracias a su mayor nivel, comunicando la fuente del centro con la Fuente de los Leones,atravesando los dos batientes de la puerta, que se conserva, por el centro.

Sala de las Dos Hermanas

  • Significados

La Alhambra supone un intento de construir para los sentidos, mimetizándose con la naturaleza, y recupera el espíritu califal elevando lo ornamental como fundamento del espacio.

A pesar de su aparente falta de estos no arquitectónicos, sin embargo el arte nazarí supo aunar la belleza con el sentido práctico y la funcionalidad, como ponen de manifiesto los llamados jarrones de la Alhambra, que tradicionalmente se consideraron objetos de lujo, pero que se han revelado como verdaderas jarras para llenar de agua y servirlas a los habitantes el palacio, de las cuales, el de las Gacelas,es el único que se conserva in situ.

Jarrones de la Alhambra