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lunes, 29 de septiembre de 2014

SOCIALISTA

El adjetivo socialista empezó a emplearse en Gran Bretaña y en Francia, en 1825. Se aplicó a la doctrina divulgada por algunos pensadores y escritores, que buscaban una completa transformación de las bases económicas y morales de la sociedad en la organización del trabajo y la producción.

Socialistas eran llamados en Gran Bretaña los seguidores de Robert Owen y lo mismo ocurría en Francia con los partidarios de Claude Henry Rouvroy, conde de Saint-Simon. Pero solo en 1841, el grupo de Owen aceptó, oficialmente, definirse como socialistas; atacaban el sistema comercial de competencia y predicaban un nuevo estilo de un control colectivo. Más tarde, Marx y Engels calificaron las ideas de Owen y Saint-Simon como utopías socialistas.

Entre quienes actuaron en la Revolución Francesa, se calificó de socialista a Jacques Brissot, jefe de los girondinos; pero, por sobre todo, se cita como la figura del socialismo moderno a Francois Babeuf, jefe de la Sociedad Igualdad, que fracasó en su intento de derribar el Directorio, en el año 1796. Babeuf quería socializar la tierra y la industria - decía - para así completar los postulados de la Revolución Francesa; además, deseaba establecer un gobierno revolucionario dictatorial.

Saint-Simon fue el primero en asignar y comprender la importancia del rol social de la economía, pero predicaba que ésta debía estar organizada, porque pensaba que los negocios modernos constituían la llave para los cambios sociales. Protestó violentamente contra el sistema imperante, que permitía la explotación del trabajador, pero aconsejaba que los cambios debían y podían hacerse en paz, sin revueltas. Mientras, en Gran Bretaña, se formó la Sociedad Filantrópica Spenciana, en 1816, con los seguidores de Thomas Spence (1750/1814). Predicaba la sociedad colectiva de la tierra, pero manejada por las comunas locales, que debían federarse solo para su administración.

Thomas Paine (1737/1809) no era socialista, sino un reformador social. Aportó su doctrina sobre la propiedad de la tierra y anticipó muchas de las iniciativas que, en nuestra sociedad moderna, constituyen los Derechos del Hombre.

El aristócrata francés Saint-Simon, decía que las nuevas fuerzas sociales creadas por la revolución política y los avances científicos, imperativamente, obligaban a una organización social planificada y controlada para el beneficio general. Sostenía que esto podría lograrse - no por conflictos entre empleadores y trabajadores-, sino basándose en la propiedad de los medios productivos, cuya dirección debían asumirla técnicos científicos y hombres de negocios expertos. El Estado estaba obligado a proporcionar trabajo a todos. El conde denunciaba enérgicamente lo nocivo del sistema económico de Francia, que permitía la explotación de los trabajadores, anticipando en cierta forma las ideas que, en el siglo XIX, sostendría Karl Marx, de modo más profundo. Saint-Simon creía en una asociación universal, que garantizaría la paz, hermanando la Iglesia a sus ideas, con una religión no teológica para una nueva era del mundo. Tales ideas están en su libro Nuevo Cristianismo.

Charles Fourier proponía una forma de cooperativismo, con unidades de 1.000 a 1.500 personas, como módulos esenciales de la organización social, en la que los trabajadores, a la vez que eran miembros de una colectividad que compartían, debían vivir reunidos en un solo gran edificio. Fourier fue contemporáneo del conde Saint-Simon.

sábado, 27 de septiembre de 2014

27 DE SEPTIEMBRE. SIEMPRE EN EL RECUERDO

El 27 de septiembre de 1975 eran fusilados simultáneamente a primera hora de la mañana en acuartelamientos militares de Madrid, Barcelona y Burgos cinco militantes antifranquistas del FRAP y de ETA que había sido condenados a muerte en consejos de guerra carentes de las más elementales garantías jurídicas, a quienes se arrancó la declaración de culpabilidad tras haber sido sometidos a torturas.

27 de septiembre, siempre en la memoria
los últimos fusilados por la dictadura
tras días de acusaciones, vejaciones y torturas
reglones escritos con sangre en nuestra historia

memoria sangrienta de nuestra historia reciente
olvidada por el tiempo, por el pueblo y por la gente
que sigue hacia delante mirando al futuro 
sin esperanza, olvidando tiempos aciagos y oscuros

mientras siguen manteniendo nuestra patria digna en las cunetas
erigiendo sobre ellas muros de silencio, censura y amnesia total
manchada por la sangre y el ruido de las metralletas
olvidando a quienes sufrieron, firmando una ley de punto y final

Intentando que olvidáramos cuando fuimos torturados y perseguidos
por aquellos que vencieron y con la fuerza lo demostraron
pero nunca convencieron a pesar del dolor que nos causaron
nunca hubo ley de punto y final, sino de punto y seguido

Txiki, Otaegi, Baena Alonso, Sánchez Bravo, García Sanz
los últimos fusilados por la dictadura del bando vencedor
vuestros nombres no serán olvidados y perdurarán
en nuestra memoria y en nuestro corazón