La nostalgia se clava en el alma como un aguijón: Penetra en lo más profundo de la carne buscando el núcleo donde reposar, rompiendo las barreras de la carne y las invisibles también. En una carta, que aquella noche regresaría… y aquella noche, estaba esperándolo. Sentada en una banca de la salita, de rato en rato, desde la ventana, hacía subir una mirada por la cuesta…hasta la Osa Mayor. Las casas, enfrente, blanqueadas con cal de luna, estaban arrugadas de puro viejas. A veces, las luciérnagas trazaban líneas con tinta luminosa.
La ventana daba a un parque con un bello lago… Los patos y cisnes se deslizaban por el agua con la gracia propia de la naturaleza perfecta, mientras que los niños jugaban con sus botecitos a la orilla del lago… Los enamorados se paseaban de la mano entre las flores multicolores y se besaban y reían… era un paisaje con árboles majestuosos y, en la distancia, se divisaba una bella vista de la ciudad, tan frágil… tan brutal…
Y en el reflejo estabas tú. Tan eterna, tan distante, tan cercana, sueño hecho realidad. Leyendo las cartas que alguna vez te escribí .Yo creo que son cartas, siempre las mismas. El papel se ve cada noche más arrugado.Te sientas en el borde lateral de la cama, de espaldas a mí, abres el cajón y las coges. Lees una página y la coloca detrás de la última, así una tras otra…hasta que llega a la última, tu espalda entonces se corva hacia adelante, y sacas un Kleenex con la mano derecha, acercándotelo a la altura de los ojos. No te puedo ver la cara, pero noto cómo se ensancha tu espalda al compás de una respiración agitada. Unos segundos después, más tranquila, deshaces todos los pasos, dejas el Kleenex, recoges las cartas, cierra el cajón y apagas la lamparita.
Observo tu figura desde la lejanía mientras la luz va apagándose lentamente y la oscuridad hace su aparición. Y continuo mi camino mientras tu ventana desaparece en el horizonte, ahogada por una multitud que trata de volver a sus casas y seguir con su monótonas vidas mientras los recuerdos se agolpan en mi cabeza, dejando mi alma apesadumbrada y la tristeza se convierte en mi única compañera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario