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POEMAS, CUENTOS Y ESCRITOS REVOLUCIONARIOS DE DANIEL FERNÁNDEZ ABELLA is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Unported License. Para utilizar primero y siempre sin ánimo de lucro ha de consultar al autor. Daniel Fernández Abella todos los derechos reservados.

domingo, 2 de marzo de 2025

EXPANSIÓN Y TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS EN LA BAJA EDAD MODERNA

El comienzo de la Revolución Industrial en Inglaterra en las últimas décadas del s. XVIII supone el inicio de un cambio decisivo en el ámbito económico, que supondrá el paso a una nueva fase del capitalismo y el fundamento económico de un mundo muy distinto al anterior.



El pensamiento económico 

El mercantilismo continúa dominando el pensamiento económico durante el s. XVIII, pero sus doctrinas, pensadas para proteger las economías nacionales en épocas de crisis, se adaptaban cada vez menos a las necesidades de una economía en expansión, y de hecho suponían un obstáculo al desarrollo manufacturero y mercantil. 

Surgieron así neomercantilistas defensores de tomar la producción e los intercambios como criterio para medir la riqueza de un país, en vez de la abundancia de moneda (reclamando una política de expansión basada en la libertad de mercados y el equilibrio natural de los precios), o partidarios de la valoración del papel del crédito y la importancia de la velocidad de la circulación monetaria. 

Aparecieron también pensadores críticos, precursores de las ideas que en el s. XVIII sustituirían el mercantilismo, surgiendo dos nuevas corrientes de pensamiento económico, ambas muy vinculadas a la valoración de la naturaleza propia del pensamiento ilustrado y a la idea basada en Newton de la existencia de un orden natural de las economías y las sociedades que hay que restablecer para conseguir la prosperidad material y social: la FISIOCRACIA y el LIBERALISMO.
  • La fisiocracia 
Con un precedente en Richard Cantillon (1680-1734) y su Essai sur la nature du commerce en général (1755), el máximo exponente fue François Quesnay (1694-1774), que en su Tableau Economique formula los principios básicos de esta escuela, el principal de los cuales es la valoración de la agricultura como fuente única de riqueza al ser la única que crea algo nuevo, mientras industria y comercio son meros transformadores, aunque necesarios para que los productos lleguen al consumidor, completando el ciclo económico. Para ello ambas actividades y especialmente el comercio han de ser libres (laissez faire, laissez passer). La importancia de la agricultura exige el incremento de la producción, por lo que defiende la propiedad libre de la tierra con la supresión de las viejas estructuras de origen feudal → economía basada en grandes explotaciones agrarias y orden social encabezado por los grandes propietarios → Aportación evidente a la formación del capitalismo, extendiéndose a partir de los 70 en los países gobernados por el absolutismo ilustrado. En las últimas décadas del siglo sus propuestas fueron superadas coincidiendo con el auge del comercio internacional y la industria. 

  • El liberalismo 
Con un precedente en David Hume (1711-76), que en sus Political Discourses (1752) defendía la libre concurrencia y el libre cambio sin intervencionismo político, el liberalismo nace ahora y se desarrollará posteriormente convirtiéndose en la gran doctrina económica del capitalismo en los siglos XIX y XX. Su padre es el escocés Adam Smith (1723-90) cuya obra An Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations (1776) es la cumbre del pensamiento económico y está considerada la primera que plantea en su conjunto la economía política (la actual economía). Se basa en el respeto al orden natural que le induce a buscar el principio que regula la economía. Es decir, el mercado se regulará de forma automática, gracias a la “mano invisible” de los intereses mutuos y racionales 

→ La ley de la oferta y la demanda rige los mercados (de bienes, de mano de obra, etc.) de forma natural. La acumulación de capital y su inversión son los motores esenciales de la economía y el crecimiento económico. Smith había puesto las bases del pensamiento económico liberal, que estimulaba la iniciativa privada. Es cierto que la ausencia de regulaciones pronto daría lugar a abusos, pero el propio autor aludió a la necesidad de una actitud moral y de una acción política capaces de evitarlos.

  •  Las resistencias a la liberalización económica 
La fisiocracia y el naciente liberalismo encontraron fuertes resistencias, ya que la inercia de las políticas mercantilistas era muy grande: mantenimiento de las aduanas interiores, las medidas proteccionistas o el poder monopolístico de las compañías comerciales como la East India Company. 

Por otro lado, la exaltación del individualismo que hacían las nuevas teorías despertó reacciones que se pueden considerar como proto-socialistas o antecedentes del comunismo. Étienne-Gabriel Morelly defendía en su obra Code de la Nature (1755) la supresión de la propiedad individual y el establecimiento de una sociedad donde primara la igualdad por encima de la libertad. William Godwin criticó el derecho de propiedad en nombre de la utilidad social, reclamando un nuevo reparto de los bienes debido a la solidaridad humana.

Étienne-Gabriel Morelly


 La coyuntura. Moneda y precios 

En las décadas finales del siglo XVII se inicia una recuperación económica que a causa de la Guerra de los Nueve Años y la de Sucesión de España no será estable hasta los años 20-30, cuando se inicia (con diferencias regionales) medio siglo de crecimiento hasta los años 70-80, especialmente intenso en la segunda mitad. En las décadas finales se dan dificultades en muchas zonas de Europa, que inciden también en la crisis abierta por la Revolución Francesa y los conflictos que provocará a partir de 1793. 
  • La evolución de los precios 
Entre 1685 y 1715 los precios, con anterioridad a la baja, se mantienen. Desde los años 30 y especialmente a partir de los 50 se produce un nuevo ciclo de alza que se agudiza tras 1760-80. 
Fueron los precios agrícolas los que más aumentaron: un 250% en Inglaterra entre 1730-40 y 1801-10, algo más en las Provincias Unidas y Austria, un 200% en Alemania y el norte de Italia, un 163% en Francia y al menos se duplicaron en el conjunto de Europa. Los cereales y sobre todo el trigo fueron los que más se encarecieron. 

De esta forma, la renta de la tierra aumentó bastante más que los precios y los beneficios de la industria o del comercio (hasta un 400% entre 1760 y 1800 en Inglaterra), lo que revalorizó mucho el suelo agrícola, elevó los arrendamientos y perjudicó el poder adquisitivo de los campesinos. 
El incremento de los salarios fue muy inferior al de los precios, lo que perjudicó a los sectores populares urbanos y a los asalariados del campo y de la ciudad. 



  • Metales y moneda 
Uno de los motivos de la inflación fue el notable aumento de metales preciosos disponibles en Europa, superando los mejores momentos del siglo XVI, destacando el oro de Minas Gerais, descubierto en la última década del siglo XVII, pero cuya producción comenzó a descender a mediados de siglo. La plata, al contrario, pasó de un estancamiento inicial a la recuperación y auge en las dos décadas finales de siglo. Los dos grandes beneficiarios fueron España y Gran Bretaña, aunque en la primera creó una gran inflación y un bloqueo económico que acabó beneficiando a las economías más avanzadas. 

La abundancia de metales preciosos favoreció una gran estabilidad de la moneda hasta los años 80, para lo que fueron decisivas las medidas para evitar las manipulaciones anteriores. 

España y Portugal volvieron a sufrir a finales de siglo sendas inflaciones monetarias agravadas en aquella por la introducción del papel moneda. 

En 1774 Inglaterra adoptó el patrón oro, gracias a su dominio del metal brasileño. 




Agricultura y ganadería 

Pese a la escasa atención del mercantilismo, la gran mayoría de la población europea trabajaba en la agricultura, imprescindible para la alimentación regular, el aumento de la renta de la tierra y el desarrollo del comercio y las manufacturas. El clima en el s. XVIII fue mucho más benigno que en el anterior, lo que se tradujo en una mejora de las cosechas, aunque con malos años y crisis de abastecimiento. 

Predominan aún en el s. XVIII los campos abiertos, aunque aumentan los cercamientos para hacer más rentable la explotación agraria y separar agricultura y ganadería → Incremento de la propiedad privada, del tamaño de las fincas y restricción de los usos y aprovechamientos comunales. 

Se necesita producir más para una población creciente (con la peculiaridad del factor condicionante de las grandes ciudades) → Extensión de superficies cultivadas y los pastos en perjuicio de bosques y tierras baldías. En la segunda mitad de siglo, la menor disponibilidad de tierras para roturar dio lugar a innovaciones técnicas localizadas que incrementaron la productividad, eliminando el barbecho y señalando el camino que se seguiría en el siglo siguiente. 



La agronomía y la introducción de mejoras 

Los contextos intelectual (fisiocracia), demográfico (población creciente) y económico (altos precios agrícolas) hicieron que en el s. XVIII se desarrollara el interés por la agronomía. Se pretendía mejorar la productividad agrícola y ganadera con métodos más eficaces recogidos en tratados o publicaciones y que fueron difundidos a los campesinos a través de sociedades y escuelas agrarias. Destacaron el inglés Jethro Tull y el francés Henri-Louis Duhamel du Monceau. 

Se realizaron los primeros estudios sobre la composición de los suelos. En los Países Bajos empezó a usarse el arado brabante, más complejo y eficaz, y se desarrollaron en Inglaterra máquinas rudimentarias para trillar, aventar, etc. 
  • Las reformas agrarias 
Los gobiernos impulsados por el absolutismo ilustrado impulsaron reformas agrarias para mejorar la distribución de la propiedad, limitar los privilegios señoriales o aumentar la productividad de la tierra. Pero existían frenos a los cambios: las viejas estructuras de propiedad, el peso de la fiscalidad, la calidad del suelo, el endeudamiento campesino, etc. Los mayores éxitos se produjeron en la desecación de las zonas pantanosas o en la organización de migraciones para colonizar espacios vacíos, especialmente en Rusia, Austria o Prusia. En los Países Bajos hubo a partir de 1765 una fiebre de construcción de polders. 
  • La rotación de cultivos 
El objetivo principal de los tratadistas era difundir la rotación de cultivos para eliminar el barbecho y establecer una nueva relación entre la agricultura y la ganadería. Por ejemplo, se introdujo el nabo en Norfolk, permitiendo un sistema de 4 hojas (Norfolk system) con trigo, trébol, cebada o avena y nabos. Esto junto al abono procedente del ganado, permitía eliminar los periodos de descanso consiguiendo 4 cosechas al año para la alimentación humana o ganadera. Allí donde se pusieron en marcha tales innovaciones se logró un avance productivo importante basado en el triángulo: producción agraria intensiva, cría de ganado estabulado y acceso al mercado urbano. 


  • Los nuevos cultivos 
El cultivo más novedoso fue la patata, que se adaptaba a suelos pobres, tenía un elevado rendimiento y un alto valor nutritivo. Era intensiva en mano de obra, pero esto se convirtió en una ventaja dado el alto crecimiento demográfico. En Irlanda y Alemania se introdujo a raíz de las malas cosechas entre 1740-70 y en algunas zonas de Dinamarca, Prusia o Sajonia era ya casi un monocultivo a final de siglo. En España se difundió en Galicia en la segunda mitad de siglo, generalizándose en la primera mitad del siglo XIX. 
  • Se expandió el trigo candeal, más valioso para la alimentación humana, a costa del centeno y la cebada. 
  • Se incrementó el cultivo de la vid por la mejora del nivel de vida y la demanda urbana. Algunas regiones se especializaron: Champagne, Jerez u Oporto. 
  • El maíz se extendió en el s. XVIII por las zonas húmedas, lo que supuso una mejora alimenticia notable dada su alta productividad, su resistencia y que permitía eliminar el barbecho.

  • La ganadería 
Se iniciaron especialidades como la zootecnia. Destaca la experiencia del granjero Robert Bakewell quien mediante cruces mejoró el ganado bovino y ovino. En diversas zonas se mejoró la alimentación y cuidado de los animales, aumentando sus rendimientos. 

Avanzó la ganadería estabulada y aumentó la demanda de carne para consumo humano. Se dio en diversas partes de Europa y tuvo su apogeo en Gran Bretaña. Mientras que en Inglaterra y el norte de Europa predominó la ganadería bovina, en el área mediterránea se dio un gran crecimiento de la ovina. 



  • El ejemplo inglés 
El país en el que la agricultura y la ganadería experimentaron mayor progreso fue Inglaterra, gracias a la combinación de los cambios agrarios, un marco institucional adecuado, la demanda interna, la importancia de la tierra libre gracias al desarrollo de los enclosures (en 1700 los campos abiertos ocupaban la mitad de la tierra, en 1820 solo quedaba sin cercar un 3% de la misma), los comienzos de la Revolución Industrial o la disponibilidad de financiación. La integración de mercados permitió relajar la autarquía y que comarcas y regiones se especializaran. 

Surgieron así regiones orientadas a la industria cuya alimentación provenía de fuera de las mismas y otras dedicadas a la producción agrícola y ganadera, que compraban los productos industriales. La especialización permitió establecer medidas de mejora de la organización y la aplicación de rotaciones en los cultivos El auge económico del campo atraía dinero y proporcionaba importantes beneficios, muchos de los cuales se reinvertían como, por ejemplo, en la construcción de canales para el riego o el transporte. 



El auge del comercio 

El aumento de demanda y el crecimiento económico del siglo fue beneficioso para el comercio, el sector más dinámico de la centuria. Los mercados alcanzaron niveles de relación e integración tales, que la difusión de información redujo las posibilidades especulativas y los márgenes de beneficio, regularizó la actividad mercantil y contribuyó decisivamente a la expansión de intercambios. 

Aunque los estudios se fijan en el gran comercio transoceánico, la actividad más constante y que movía mayor volumen de productos era la diaria en mercados de escaso radio. El papel de los gobiernos fue muy importante en la facilitación de las comunicaciones construyendo caminos, puentes y canales o mejorando la seguridad, y especialmente en la eliminación de obstáculos interiores (aduanas, peajes, prohibiciones, etc.), aunque a veces dicha eliminación fuera lenta o no del todo efectiva. 

El caso particular de la liberalización del mercado interior de cereales fracasó en la mayoría de los casos debido a las malas cosechas, las precarias infraestructuras de comunicación o la especulación. 
En Inglaterra fue casi innecesaria la intervención del gobierno, ya que la iniciativa privada colaboraba en la gestión de los asuntos públicos en aras del bien común del país y la sociedad. 



  • La mejora de las comunicaciones 
Contribuyó a ampliar el radio de los mercados. En tierra mejoran los caminos y carreteras, se construyen puentes y posadas. La construcción de canales amplió la vía fluvial, más rápida y barata que la terrestre, y al enlazar con ríos navegables permitían crear una extensa red fluvial que facilitaría el transporte, especialmente de mercancías pesadas. 

Mientras en la Europa continental la iniciativa fue de los gobernantes, en Inglaterra las obras las llevaron a cabo particulares o compañías de acciones, que se financiaban cobrando peajes y derechos de paso. 

En comercio interior, la tienda permanente va sustituyendo en las ciudades a mercados y ferias, cada vez más limitados al espacio rural. Los comerciantes se solían agrupar en gremios. Lo más novedoso es la expansión de algunos mercados interiores, especialmente el inglés, convirtiéndose en el principal consumidor de sus propios productos, por encima del exterior, reflejando la consolidación de una extensa clase media de creciente poder adquisitivo y de la integración posibilitada por las infraestructuras que redujeron mucho el precio del transporte interno. 

El principal avance en navegación fue el cronómetro (1763), que fijaba la longitud. Los barcos mercantes aumentaron el espacio de carga prescindiendo de cañones y zonas defensivas, diferenciando así barcos comerciales y de guerra. Se aumentó la resistencia y duración del casco, se eliminaron los castillos elevados de proa y popa, y predominaron los buques alargados y estrechos más rápidos y maniobrables. En 1705 se inventó el timón de rueda. Entre los prototipos que ahora se desarrollan se encuentra el indiamen, construido para el comercio transatlántico y que superaba con frecuencia las 1500 toneladas, así como algunos barcos más pequeños y ligeros como corbetas, goletas o el brick. El aumento de calado hizo que se necesitaran puertos cada vez más preparados, disminuyendo el número de los que eran importantes dentro del comercio a gran escala. 

El transporte marítimo sufrió importantes transformaciones. Cada vez más especializado y con menos riesgos, lo que permitió reducir el precio de los fletes y de los seguros (aumentó el número de aseguradoras). Gran Bretaña se convirtió en la primera potencia mercantil; tras imponerse a las Provincias Unidas, afirmó su predominio gracias a sendos tratados que facilitaron su presencia legal en las posesiones ultramarinas lusas y españolas, hegemonía confirmada por la Guerra de los Siete Años (1756-63) que consolidó su presencia en la India y Norteamérica. 



El Mediterráneo, que había perdido su predominio económico, vio en el s. XVIII cierta reactivación del comercio con el Próximo Oriente, dominado por los turcos, con participación inglesa, neerlandesa y francesa, beneficiada esta por la cláusula de nación más favorecida, a través del puerto de Marsella. Otros puertos fueron Livorno y Trieste, puerto de los Habsburgo, cuya economía tuvo un crecimiento que les permitió competir con Venecia, que también experimentó una recuperación en el s. XVIII. 
Mayor fue la reactivación del tráfico en el Báltico, donde comerciaban neerlandeses, británicos y otros países alejados que adquirían sobre todo productos para la construcción naval. El auge económico de Prusia o Rusia también ayudan a explicar la gran actividad del Báltico. San Petersburgo desplazó a Riga y Hamburgo y Königsberg a Lübeck como principales puertos en la zona. 

Dentro de las múltiples rutas europeas destacaba la comunicación entre las economías de norte y sur, que en buena medida se resumía en los intercambios entre el Báltico (hierro, cobre, lino, maderas, alquitrán, pieles o cereales) y el Mediterráneo (frutos secos, aceite, vino, lana o seda). Gran Bretaña y Francia eran los países más activos, con la reexportación hacia Europa de productos coloniales, incrementando su importancia. 
  •  El comercio con América 
El gran comercio con América se centralizaba en pocos puertos (Ámsterdam, Londres, Liverpool, Nantes, Burdeos, Lisboa y Cádiz) y aportaba, entre otros, los medios de pago para el comercio y la economía europeos. Londres era el principal puerto europeo, en detrimento de Ámsterdam. En América había 3 grandes áreas de comercio: 
  • NORTE: las 13 colonias británicas, que tuvieron gran crecimiento demográfico y económico. 
  • CENTRO: las Antillas, donde se habían asentado varias potencias en el s. XVII. 
  • POSESIONES ESPAÑOLAS Y PORTUGUESAS. 
Fue decisiva la expansión de los cultivos de plantación basados en mano de obra esclava africana, que afectó a las 3 áreas en distinta medida. La mayoría de los artículos que producían no eran de primera necesidad, pero eran muy demandados en Europa: azúcar, ron, café, tabaco, cacao o algodón. Y a coste muy inferior a los llegados de Oriente. 

Esto suponía un régimen de monocultivo que no dejaba espacio para otros productos agrícolas, que eran traídos, junto a otras manufacturas, de Europa. 

Era el pacto colonial, por el cual las colonias anglosajonas de Norteamérica exportaban a Gran Bretaña los artículos de sus plantaciones del sur, así como productos agrícolas y ganaderos, madera, hierro o pescado, a cambio de manufacturas y, sobre todo, esclavos negros, saldando con oro o plata el mayor valor de estos productos. Similar eran las condiciones de las Antillas, con aun mayor peso de la plantación. Brasil producía especialmente azúcar y oro. En las colonias españolas había una producción más diversificada: cuero, tabaco, azúcar, cacao, café, y metales preciosos (plata), que también servían para compensar el mayor valor de los productos que aportaba la metrópoli. De esta forma se llevaba al extremo la subordinación de las colonias a los intereses de las metrópolis. 



  • El comercio con Extremo Oriente 
También dominado por Gran Bretaña, a través de la East Indian Company, mientras los neerlandeses seguían controlando Indonesia. La actividad fue mucho menor que con América, pero el alto valor de los productos que se traían a Europa (té, café, seda en rama, hilo de algodón, perlas, especias…) no podía compensarse con los productos europeos, poco atractivos en el mercado oriental. Pese a los intentos de dominación política o de intervención colonial, el comercio con Oriente siempre fue deficitario y había que saldarlo con armas o metales preciosos procedentes de América. 

El dominio comercial británico 

Gran Bretaña fue la gran dominadora del comercio internacional del s. XVIII, aumentando entre 1700 y 1800 un 523% sus importaciones, un 568% sus exportaciones, un 906% sus reexportaciones y un 326% el tonelaje de su marina, sobre todo en las últimas décadas. 

El segundo fue Francia, aumentando un 300% su mercado exterior y un 204% el tonelaje de su marina. A diferencia del caso británico, el comercio europeo tenía un peso mayor que el intercontinental. 
El comercio americano otorgaba a España un papel mercantil importante, pese a las intromisiones. 

Las finanzas 

Auge comercial → Desarrollo de las finanzas. Al igual que en el siglo anterior, Ámsterdam siguió siendo la principal plaza, cuyas firmas y grandes comerciantes centralizaban un gran volumen de operaciones mercantiles a través del crédito. No obstante, sendas crisis en 1763 y 1773 implicaron que los financieros de Ámsterdam reorientaran parte de su actividad hacia el préstamo a gobiernos europeos, práctica cuyo peso crecía también en Génova, Ginebra o Frankfurt → El exceso de dinero disponible hizo que la banca se volcara en estos préstamos a los Estados, lo que le provocó serias pérdidas con la quiebra de Francia en 1789, la Revolución y las guerras revolucionarias. 
Por debajo de los grandes bancos y firmas, existían financieros a diferentes niveles que, como en el pasado, prestaban servicios a gobernantes (asientos, gestión de deuda pública) y a escala municipal y local (abastos públicos, crédito a particulares). 
  • Los bancos 
El número de bancos en las grandes ciudades y en el territorio se multiplicó. A sus actividades tradicionales (cambio, crédito, depósito) añaden algunas nuevas, como la gestión de las inversiones de los clientes o la emisión de billetes como medio de pago y bonos. 

El gran banco europeo del s. XVII había sido el de Ámsterdam, pero en 1694 se creó el Banco de Inglaterra, vinculado a las necesidades financieras de la Corona Británica (un préstamo de 1,2 M de libras fue su origen). 

Progresivamente conseguiría gestionar el crédito y la deuda pública, y emitió billetes apoyados en sus depósitos y el respaldo del Parlamento, lo que acabó convirtiéndolo en regulador de las finanzas británicas y modelo a imitar. 

Su carácter estatal tardaría en consolidarse, sufriendo la competencia de otras entidades, no consiguiendo el monopolio de emisión hasta 1742. 

En Francia no hubo un banco nacional hasta 1800, si bien en 1776 se creó una Caja de Descuento que emitía billetes y prestaba dinero a la Hacienda Real. 

En España, los poderosos Cinco Gremios Mayores de Madrid ejercieron de banco público con apoyo real, hasta que en 1782 Carlos III creó el Banco de San Carlos (origen del Banco de España), constituido, como el de Londres, por un consorcio de financieros. El aumento de la deuda pública y la intervención en la Guerra de Independencia de Estados Unidos llevó a emitir vales reales, títulos de deuda que podían usarse también como papel moneda. Pronto se devaluaron por el elevado volumen de emisión. En 1788 la deuda superó los 2.000 M, por unos ingresos de 618 M. La creación del Banco de San Carlos obedeció, entre otros, a la necesidad de regular el valor de los vales y otorgarles confianza, si bien volvieron a devaluarse por nuevas emisiones para financiar guerras. A finales de siglo se creó una Caja de Amortización para hacer frente a los pagos derivados de ellos.

Otros bancos nacionales al estilo del inglés se crearon en el s. XVIII en Austria, Escocia, Prusia o Rusia. 

  • Las bolsas y la especulación 
El auge de las compañías por acciones extendió la compraventa de sus títulos. La Bolsa de Ámsterdam comerciaba con los de numerosas empresas privadas y con títulos de deuda pública. En 1711 se organizó la Stock Exchange en Inglaterra, una agrupación de agentes que negociaba con títulos de compañías inglesas. Bolsas similares se crearon en Hamburgo (1720), París (1724), Berlín o Viena (1771). 

La especulación provocó importantes problemas. El más significativo fue el de la South Sea Company, cuyas acciones subieron mucho sobre la base de los beneficios mercantiles que esperaba obtener en la América española, gracias al derecho de asiento de negros. La compañía se desplomó cuando dichos beneficios no llegaron → Bubble Act (1720), para evitar casos futuros. 

Otro caso de especulación fue la Banque Royale creada en Francia por John Law en 1716, cuyos beneficios se esperaban del monopolio del comercio monopolístico de la Compañía de Occidente con Luisiana, que absorbió a otras compañías y se convirtió en la Compañía de Indias. En 1720 Banco y Compañía se fusionaron, pero la promesa de desorbitados dividendos generó una burbuja especulativa que explotó haciendo quebrar el banco y provocando enormes pérdidas. El recelo posterior hacia las aventuras financieras impidió que la Hacienda Real se financiara con créditos ventajosos y el control de hombres de negocios particulares sobre las finanzas del reino contribuyó a orientar los capitales hacia la renta más que hacia la inversión. 



Manufacturas e industria. Los comienzos de la Revolución industrial. 

El s. XVIII constituye en general la etapa final de los gremios. Objeto de crítica por parte de las nuevas teorías económicas, fueron siendo eliminados por los gobernantes, o suprimidos sus privilegios y monopolios a favor del trabajo libre. Se extienden formas de organización alternativas, ya existentes en los siglos anteriores: 
  • Empresas protocapitalistas Manufacturas reales Sistema doméstico (Verlagssystem) 
  • Estimuladas por los gobernantes, serán las denominadas primeras fábricas, con concentración de los trabajadores y de la producción, realizando todas las fases de la misma. Altos costes de infraestructura y funcionamiento. 
  • Abastecimiento militar: minería, construcción naval, metalurgia, armamento, uniformes... 
Son el anticipo del factory system de la Revolución Industrial, pero todavía lejos en aspectos como el mercado o la producción y la productividad (que seguían en los márgenes de la economía de subsistencia) 

Impulsadas por Colbert en el s. XVII para estimular la producción en determinados sectores, se expandirán por los países del absolutismo ilustrado. Centradas en los productos de lujo, desde espejos, tapices o porcelanas. 

Pero pese al apoyo de los príncipes, el restringido mercado y la falta de competitividad las condenaba al fracaso financiero. 

Mercader-empresario que distribuye las materias primas y útiles de trabajo en hogares-taller del mundo rural, lejos del control de los gremios. 

Industria lanera y otros sectores textiles (seda, lino, algodón), cuchillería, ferretería, relojes…
Regionalización de la producción. 

Hubo empresarios con miles de trabajadores dispersos a su servicio y una red de agentes para su control. 

Era una solución provisional con evidentes limitaciones: 
• Dependencia de la estac. agrícola
• Difícil control de la prod. dispersa 
• Altos costes de transporte
• Escasa flexibilidad a la demanda

Los inicios de la Revolución industrial 

Los tres sistemas anticipaban la figura del empresario industrial y las características del futuro sistema: 
  • Concentración de la producción en un único espacio. 
  • Separación entre capital y trabajo. 
  • Necesidad de máquinas complejas. 
Sin embargo, ninguno de los tres sistemas era capaz de incrementar la producción y reducir al tiempo los costes. 

Ello sólo se consiguió con la progresiva mecanización y concentración, que supusieron el inicio de la Revolución Industrial y el factory system en Inglaterra en las dos últimas décadas del siglo; cambios que se dieron esencialmente en el sector textil del algodón (que pasó de ser marginal respecto a la lana a ser pionero) y en la metalurgia, aunque también aumentó la producción de lana, lino o seda. 

 Las causas de la Revolución industrial 
  • Aumento del capital fijo (procedente principalmente de los beneficios del comercio exterior). 
  • La mecanización progresiva (a la que contribuye la acumulación de nuevos inventos) → incremento exponencial de la capacidad productiva. 
  • La producción en serie propia del factory system. 
  • Contexto económico, social y legal favorable al desarrollo industrial en Inglaterra, con una importancia fundamental del comercio exterior: demanda → producción y proveedor de materias primas. 
 Los inventos en el sector textil 

El aumento de la demanda estimuló la inventiva, con resultados evidentes, fruto de un trabajo y una experiencia acumulados que aprovecharon aportaciones anteriores y las buenas condiciones económicas para la financiación de estos proyectos. Fue una carrera de estímulos mutuos entre los avances del tejido y el hilado, con los siguientes hitos principales: 
  • Lanzadera volante de John Kay (1731), que doblaba la producción de tejidos y reducía la mano de obra, pero que necesitaba de mayor cantidad de hilo, y más resistente. 
  • Dicho déficit fue solucionado en 1765 con la spinnig-jenny de James Hargreaves, un utensilio portátil que aceleraba el hilado, permitiendo a un solo operario manejar varios carretes de hilo. 
  • La spinnig-jenny será superada respectivamente por la waterframe de Richard Arkwright (1768), y la mule-jenny o spinning-mule de Samuel Crompton (1779), aumentando el número de husos. 
  • En los 80 era la gran cantidad de oferta de hilos de calidad la que presionaba la producción de tejido, y en 1785 apareció un rudimentario telar mecánico inventado por Edmund Cartwrigth. Difícil de manejar, se irá mejorando en las siguientes décadas. 


La máquina de vapor 

La máquina de vapor creada por James Watt en 1769 sería mejorada y comercializada a partir de mediados de los 70. En 1789 empezarán a utilizarse para mover los telares mecánicos. Permitía ahorrar mucha energía, convertir el movimiento de vaivén en circular y acabar con la dependencia de la naturaleza (energía hidráulica) en cuanto a regularidad y localización. 

Aplicación de la máquina de vapor al proceso productivo → Mayor producción con menos trabajo y en menos tiempo → Gran reducción de costes. 




La explosión del sector algodonero 

El uso de estos avances hizo que entre 1779 y 1804 la importación de algodón bruto se multiplicase casi por 9 para alimentar la nueva industria (4,8 a 42,9 M libras de peso), dando idea del salto cualitativo definitorio de la revolución productiva. A principios del s. XIX el comercio de textil de algodón acompañaba al enorme desarrollo de la producción y el descenso de costes y precios, desbancando a la lana. 

Aunque no en la misma medida, también en el continente hubo una expansión de la industria algodonera (Francia, Catalunya) y ya desde finales de siglo empezaron a difundirse las nuevas máquinas, aunque con una aplicación menos efectiva, ya que la Revolución Industrial no suponía simplemente la introducción de máquinas. 



La metalurgia 

La metalurgia fue la otra gran industria que inició la Revolución Industrial, también con Inglaterra a la cabeza de las transformaciones. Los productores en bruto de hierro eran Suecia y Rusia, importando Inglaterra mucho hierro sueco. Fue fundamental la aplicación de la química, que alcanza su estatuto científico en el s. XVIII: 
  • Sustitución del carbón vegetal por el mineral con base de hulla calcinada (coque) → traslado de las forjas desde ubicaciones en bosques y junto a ríos a los yacimientos de carbón fósil, bien comunicados por vía fluvial con las fábricas → reducción de los costes de transporte. 
  • Perfeccionamiento de los sistemas de inyección de aire en los altos hornos. 
  • Invento del procedimiento de pudelación (Henry Cort, 1784) que permitía obtener acero y hierro de mejor calidad. 
Los números también muestran un salto cualitativo en la metalurgia inglesa, consiguiéndose la fundición de grandes cantidades de hierro y la obtención de un acero de gran calidad.

Entre 1700 y 1800 la producción de hulla pasó de 2,9 M Tm a 10,2 M Tm. La de hierro elaborado de 20.000 Tm a 150.000 Tm (y 235.000 Tm en 1806). Los avances en la fundición permitieron a los ingleses eliminar las impurezas de su mineral de hierro y dejar así de depender del hierro sueco. 
En otros países también aumentaron la producción y el consumo, aunque en proporciones más modestas: Lieja, el Macizo Central francés, el Ruhr o Silesia. Se extendieron los altos hornos tradicionales, pero en la mayoría de Europa se seguía produciendo mediante el sistema de fragua.



La mecanización, las fábricas y la concentración 

La mecanización extenderá las fábricas. El elevado coste de distribuirlas entre numerosos talleres exigía concentrar las necesarias en un único espacio y que fueran los trabajadores los que se desplazaran. Aparecía así el factory sistem, la nueva forma de organización del trabajo, al tiempo que se desarrollaban las primeras regiones industriales: Yorkshire, el eje Liverpool-Manchester, Birmingham, Newcastle, así como los primeros casos de concentración horizontal de empresas del mismo sector (trust), y vertical de los diferentes procesos de transformación. También surgen los primeros cárteles, agrupaciones industriales de empresas que realizaban una misma actividad para tratar de controlar la producción, el mercado y los precios, actuando como lobbies ante los gobiernos para defender sus intereses. 

Los inventos y nuevas máquinas afectaron también a otros sectores, como el de la seda en Francia e Inglaterra o el de la fabricación automática de papel en las Provincias Unidas. 

En conclusión, los inventos y la aplicación del vapor iniciaron la era de la mecanización → fin de la producción artesanal a favor del nuevo sistema febril: 
  •  Habilidad del artesano y mano de obra cualificada → Trabajadores sin cualificación que operan las máquinas → Aumento de la oferta laboral 
  • Producción para un mercado cercano, destinado a cubrir las necesidades básicas y con cierta personalización → Producción en masa para un mercado genérico y habitualmente lejano. 
  • Calidad → Cantidad y eficiencia


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