Las doctrinas políticas en el siglo XVII
Las principales aportaciones de la teoría política del siglo XVII giraron en torno al Derecho natural (y por lo tanto al estado originario de la naturaleza y al contrato social) y a la consideración del individuo como punto de partida de toda argumentación. Con el avance de las ciencias físicas y matemáticas y del racionalismo, el siglo XVII empezó con un proceso gradual de liberación de la filosofía política respecto la teología. Por otra parte, el pensamiento político estuvo condicionado por la realidad dominante, el absolutismo, sea para defenderlo o criticarlo. Se pueden distinguir tres grandes líneas de pensamiento:
- Iusnaturalismo: se separa de la justificación teológica del Derecho natural y critica el poder absoluto.
- Absolutismo: alcanza en este periodo sus principales justificaciones teóricas.
- Teorías de exaltación del individuo y el Contrato Social: ponen las bases del constitucionalismo del período liberal.
Aunque minoritarias, hubo otras teorías socialmente más radicales, especialmente durante la guerra civil inglesa, como los levellers o los diggers.
Los iusnaturalistas
Los sectores arminianos del calvinismo, liberados de la rigidez impuesta por la predestinación y del Derecho canónico, fueron quienes desde el retorno a las concepciones precristianas del Derecho natural realizaron las principales aportaciones en contra del absolutismo.
- Johan Althaus (Altusio) (1557-1638)
En su obra Politica Methodice Digesta, 1603, (La política metódicamente concebida), consideraba la asociación como un elemento esencial de la naturaleza humana y explicaban los diferentes grupos sociales sin recurrir para nada a la teología. Al considerar las asociaciones como autosuficientes, independizada la autoridad de toda sanción religiosa. No obstante, basaba el derecho natural en el Decálogo y seguía vinculado a la teoría calvinista de la predestinación. Utilizó la idea de contrato en dos sentidos:
- SOCIOLÓGICO: cinco asociaciones, que forman parte consecutivamente de la siguiente (familia →corporación voluntaria → comunidad local → provincia → Estado).
- POLÍTICO: existe un contrato entre el pueblo, en quien reside la soberanía, y el gobernante. Expuso el concepto de soberanía popular y la limitación del poder, pero con escasa influencia.
- Huigh van Groot (Grocio) (1583-1645)
Expuso la primera separación completa entre el Derecho natural y la religión, indicando que aquel es un dictado de la razón que no requiere de Dios. La sociedad se basa en una serie de valores que conforman el Derecho natural (seguridad, propiedad…) que contrarrestan las inclinaciones egoístas del hombre. La razón ha de ser también el método para construir el Derecho positivo a base de proposiciones evidentes, los axiomas morales, en los que debe basarse el hombre, animal social, para mantener el orden. También se destaca su aportación al Derecho internacional con su obra De jure belli e pacis (1625), que pretendía regular las relaciones entre estados soberanos.
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Huigh van Groot (Grocio) (1583-1645) |
- Samuel Pufendorf (1632-94)
Insistió en la separación entre la razón natural y la teología, siendo el respeto a los derechos naturales del hombre requisito indispensable para el mantenimiento del orden y la paz social. Consideraba que el estado natural de naturaleza es de paz y no de guerra (en De iure naturae et Gentium, 1672), pero la paz es débil e insegura, lo que lleva a la constitución de la sociedad y el Estado, cuya voluntad es la suma de las voluntades individuales. Pufendorf trazó también los límites entre los poderes civiles y eclesiásticos en el ámbito luterano, contribuyendo a poner las bases del espíritu de tolerancia.
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Samuel Pufendorf (1632-94) |
Los teóricos del absolutismo
- Thomas Hobbes (1588-1679)
Defendió, en sus obras De cive (1642) y Leviathan (1651), un absolutismo puramente utilitarista y pragmático, ajeno a cualquier consideración religiosa o ética. Consideraba que en el estado de naturaleza el hombre no busca sino la satisfacción de sus propias necesidades egoístas, lo que le enfrenta automáticamente con todos los demás. Sin otra ley que la ley del más fuerte, un hombre es enemigo de cualquier otro (homo homini lupus) → guerra de todos contra todos. La única salida es la entrega del poder a un individuo que dé seguridad → absolutismo. Para él, solo los individuos pueden tener derechos y actuar. Si un grupo se une colectivamente es porque un individuo actúa en nombre de tal grupo. La sociedad es una ficción, ya que sin un soberano al que se sometan las voluntades individuales no hay sociedad. El poder absoluto puede tener consecuencias negativas, pero aun así es una opción mejor que la alternativa de vacío de poder.
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Thomas Hobbes (1588-1679) | |
- Jacques Bénigne Bousset (1627-1704)
Obispo francés que, al contrario que Hobbes, vinculaba el absolutismo con la divinidad: “El trono regio no es el trono de un hombre, sino el del mismo Dios”. Como Hobbes, cree que no hay punto medio entre absolutismo y anarquía.
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Jacques Bénigne Bousset (1627-1704) | |
- Robert Filmer (1588-1653)
Su postura, poco influyente en su tiempo y recuperada más tarde por la reacción contra Locke, fue la del carácter patriarcal del poder del monarca, cuyo último fundamento está en la voluntad de Dios, tomada del Antiguo Testamento.
La “tercera vía” inglesa. Camino del liberalismo
La tercera línea de pensamiento se desarrolla esencialmente en Inglaterra. El profesor de Oxford Richard Hooker (fin XVI - principio XVII) defendía una ley positiva basada en el consenso de los súbditos y en la ley natural. Años después (1628-48) sir Edward Coke defendería la limitación de la autoridad real. La revolución inglesa contribuyó al desarrollo de las teorías sobre el poder, como las republicanas de James Harrington o John Milton.
- John Locke (1632-1704)
Propuso un régimen político capaz de evitar el absolutismo, criticado en Inglaterra, poniendo las bases de la teoría política del liberalismo. Su libro Two Treatises of Government (1690) refutaba el Derecho divino de Filmer y definía un poder político en forma de monarquía subordinada al poder civil (Parlamento).
El punto de partida es el contrato social que permite pasar del estado de naturaleza a la sociedad civil. Los hombres, libres por naturaleza, no crean el Estado para anular sus derechos naturales, sino para salvaguardarlos. El poder civil solo tiene razón de ser si se deriva del derecho individual de cada hombre a protegerse a sí mismo y a proteger su propiedad. Para evitar el abuso de poder, Locke propone una separación de poderes, el legislativo (Parlamento) y el ejecutivo supeditado a aquel. Un individuo o un grupo podría romper legítimamente el contrato en el que se había basado la comunidad política, sin disolverla. Con ello, legitimaba las revoluciones que tuvieran un amplio respaldo, sin dejar claro el derecho de rebelión individual o el grado de consenso necesario.
Las ideas de Locke influyeron en la Revolución norteamericana de 1776 y servirán de fundamento a la división de poderes propuesta por Montesquieu en el siglo XVIII.
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John Locke (1632-1704) |
- Levellers y diggers
La guerra civil y el período republicano propiciaron el desarrollo en Inglaterra de teorías sociales y políticas moderadas (levellers) o radicales (diggers).
Los levellers concebían el Derecho natural como fuente de derechos inalienables y afirmaban que los hombres son, por naturaleza, iguales y semejantes en poder y dignidad. La base de toda estructura social es el mutuo acuerdo y consentimiento de los gobernados. Defendían un parlamento de base social más amplia (no solo de los sectores dominantes de la Revolución), con sufragio universal masculino. No se oponían a la desigualdad económica o social o a la propiedad, pero si a la desigualdad política y legal del Antiguo Régimen.
Los diggers, con precedentes en los movimientos campesinos o los anabaptistas, son precursores del comunismo utópico debido a su asignación del origen de todos los males a la propiedad privada. Afirmaban que el papel del poder debe ser reparar las desigualdades existentes en el sistema económico.
El absolutismo
Práctica (y corpus teórico) política en la que el rey se sitúa por encima de la ley positiva. Con bases medievales, tiene su auge en los s. XVII y XVIII, en una sociedad cuya estructura estamental basada en la desigualdad legal entre hombres y grupos refuerza el absolutismo, ya que requería un poder superior, capaz de otorgar o quitar dichos privilegios. Recordemos las jerarquías legales en el Antiguo Régimen:
- Ley divina: con cierta codificación en las Sagradas Escrituras y los Mandamientos;
- Ley natural: impresa en la naturaleza humana, pero creada por Dios;
- Ley positiva: leyes creadas por el hombre.
Las limitaciones del monarca absoluto son su propia conciencia o su temor a Dios y sus responsabilidades y deberes (asegurar la buena administración de la justicia o defender a sus súbditos), que le llevaban a actuar con prudencia y dejarse aconsejar.
Los tratadistas políticos (incluido algunos absolutistas como Hobbes) trataron de establecer ciertos límites al poder absoluto:
- Derecho privado y la propiedad, que debía evitar los impuestos excesivos e ilegales, impuestos de forma unilateral.
- Las corporaciones representativas (parlamentos), aunque es conocida la poca afición de los monarcas a convocarlos.
- Las leyes fundamentales del reino (religión, sucesión, etc.), cuya no observación convertía al monarca en un tirano, justificando el derecho a resistencia del pueblo.
El poder absoluto se encontró con numerosas resistencias de otros poderes (parlamentos, Iglesias, noblezas, letrados, ciudades, etc.), que lograron en muchos casos debilitarlo y frenar su avance. No obstante, se expandió por gran parte de Europa, culminando en el reinado de Luis XIV. Las monarquías absolutistas compartían ciertas características: mayor presión fiscal e incremento de ingresos de las haciendas reales; auge de los financieros y hombres de negocios, dispuestos a prestar dinero al rey, recaudar sus impuestos o arrendar sus rentas; complicación del aparato administrativo → consolidación de la burocracia; incremento del poder militar y naval (época de guerras constantes); avance de la codificación; desarrollo de la diplomacia; oposición en forma de levantamientos populares o reacciones de grupos privilegiados.
Enrique IV (1589-1610) y la recuperación de Francia
Primer rey Borbón, sus tres tareas principales fueron:
- La pacificación del reino: mediante el reforzamiento de la autoridad real apoyándose en los hombres de leyes en el Consejo (centro de poder) y en los maîtres de requètes en el territorio, en ambos casos en detrimento de la aristocracia. Ello le enfrentó con el poder de la gran nobleza, no dispuesta a plegarse ante el poder real. Condenó al duque de Biron, ajusticiado en 1602, y el príncipe de Condé huyó a Bruselas en 1609.
- La reconstrucción material tras las guerras: el duque de Sully (1560-1641), superintendente de las finanzas, logró mejorar la eficacia y doblar los ingresos (pese al descontento de algunos sectores por el aumento de los impuestos indirectos). El Edicto de Paulette permitía heredar los cargos públicos a aquellos que los habían comprado a cambio de un pago anual; esto aseguró un notable ingreso regular y la fidelidad de esta clase ascendente, especialmente la de la noblesse de robe en los parlamentos. La paz permitió la regulación agrícola y ganadera, y fue especialmente importante la política mercantilista para el crecimiento de las manufacturas y el comercio.
- El regreso a una política exterior ambiciosa y al inevitable enfrentamiento con España, lo que le provocó el malestar de los católicos (Liga), que también estaban en contra de las concesiones a los protestantes o la alianza con los Países Bajos.
Los múltiples descontentos con su actuación provocaron diferentes atentados, siendo finalmente asesinado por un radical, François Ravaillac, en las calles de París, el 14/5/1610.
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Enrique IV (1589-1610) |
Luis XIII (1610-43). La regencia y la obra de Richelieu
María de Medici fue regente de su hijo, el futuro Luis XIII, entre 1610 y 1617. Cercana al partido católico y a la política española → Cambio de política y de consejeros, destacando Concino Concini → diversos descontentos, como el de los protestantes hugonotes y, especialmente, los príncipes de la sangre (el príncipe de Condé o el conde de Soissons) y la alta nobleza (duques de Angoulême, de Vendôme, de Nevers, de Guisa, de Montmorency…), que querían recuperar poder político. Para aplacarlos, la regente les entregó generosamente cargos y dádivas del tesoro real, aunque únicamente hasta 1613, mientras duraron los remanentes conseguidos por la buena gestión de Sully.
Muchos de ellos se retiraron a sus territorios y gobiernos provinciales, iniciando un período de agitación que llevó a la reina a firmar con Condé el tratado de Sainte Menehould en 1614, en el que se comprometía a suspender el doble matrimonio real acordado con España, a entregarles nuevas pensiones y a convocar los Estados generales.
Para contentar a estos últimos, María convocó Estados Generales en octubre de 1614, poco eficaces y en los que ninguna parte logró imponer sus demandas (suspensión de la Paulette, reducción de impuestos o ratificación de los decretos del Concilio de Trento). Pronto hubo de enfrentarse de nuevo a ellos (Condé, Vendôme, Rohan) y se vio obligada a firmar un pacto con Condé, dejándolo formar parte del Consejo, aunque poco después lo hizo detener y Concini reorganizó el Consejo con sus gentes, entre los que se encontraba ya Richelieu (1585-1642).
En 1617, Luis XIII, de 17 años, decidió ocupar el poder alentado por su favorito Charles de Luynes. Destituyó a Concini (luego asesinado), apartó a Richelieu y los demás colaboradores y desterró a la reina madre a Blois. En 1619, la reina se enfrentó a su hijo en la llamada Guerra de la Madre e Hijo y entró en escena el hábil Richelieu, quién consiguió reconciliarlos. A cambio, Luis XIII le conseguiría un capelo cardenalicio.
Después, las tropas reales marcharon sobre el condado protestante de Béarn (Navarra francesa), reinstaurando el catolicismo y anexionando definitivamente Navarra → revuelta protestante en el SO (dirigida por los duques de Bouillon y de Rohan), que, tras la derrota real en Montpellier, acabó en la renovación del Edicto de Nantes (Tratado de Montpellier, 1622).
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Luis XIII |
La obra de Richelieu (1624-42)
Ante la ausencia de buenos consejeros, el rey nombró a Richelieu jefe del Consejo en 1624, comenzando una nueva etapa pese a mantenerse el sistema político. Su inteligencia, capacidad política y gran ambición contrastaban con el carácter débil de Luis XIII, quien se limitó a apoyarle frente a sus muchos opositores. Hubo dos periodos, uno de asentamiento de su poder (1624-30), y otro de enfrentamiento contra la Casa de Austria y de reformas políticas de refuerzo del poder real (1630-42).
- Primera etapa (1624-30)
Hubo de hacer frente a los dos problemas ya existentes: protestantes y alta nobleza. Los protestantes se rebelaron comandados por el duque de Rohan y su hermano, respaldados por la importante plaza fuerte de La Rochelle. El cardenal, con fuerzas navales insuficientes, tuvo que pactar, renovando el Tratado de Montpellier (1626)
Poco más tarde el hermano mayor del rey, Gastón de Orléans, junto con la reina madre y los príncipes de la sangre planearon asesinar al cardenal, quien castigó a los implicados con la dureza que le fue posible en cada caso.
Reunió una Asamblea de Notables (1626-27), más fácil de controlar que los Estados Generales, para aprobar un amplio programa de reformas, aunque la pervivencia de la insurrección protestante, y la Segunda Guerra de Mantua no le permitieron aplicarlas.
Atacó definitivamente La Rochelle, que contaba con la ayuda de Inglaterra y el duque de Soubise. Anuló sus privilegios, destruyó sus fortificaciones y reestableció el culto católico (1628). Lo mismo hizo en el Languedoc, tras lo que impuso el Edicto de Gracia de Alés (1629), que anulaba las concesiones políticas (derecho a celebrar asambleas) y militares (plazas de seguridad) del de Nantes. Se mantenían todas las concepciones religiosas, civiles y jurídicas, pero se anulaban las políticas (derecho a celebrar asambleas) y militares (plazas de seguridad).
Los descontentos en la corte y sus enemigos se agruparon en el partido católico o devoto, opuesto a cualquier tolerancia con el protestantismo y al enfrentamiento con la casa Austria; entre ellos destacaban la Reina Madre, Gastón de Orléans y la Reina Ana. A ello se unían los frecuentes levantamientos populares motivados por las dificultades económicas y su impopularidad. Finalmente, el apoyo de Luis XIII frente a sus enemigos en la conocida como Jornada de los Engañados (10/11/1631) le permitió desmantelar el partido devoto con destituciones, exilios (Gastón huyó a Orleans y María de Medici se refugió en los Países Bajos) y alguna ejecución.
- Segunda etapa (1630-42)
A partir de entonces se centró en el enfrentamiento con los Habsburgo y la práctica de las reformas orientadas al refuerzo de la autoridad real. Se basó en las instituciones existentes, poniendo a gente de su confianza para controlarlas, y en la fidelidad de los cuerpos de oficiales con título hereditario. El principal elemento siguió siendo el Consejo Reducido, donde junto al rey y Richelieu estaban los principales ministros (de finanzas, justicia, guerra, asuntos exteriores, etc.). Para mejorar la administración provincial creó en 1630 los intendentes, dependientes del Consejo del Rey y de poder y responsabilidades crecientes.
Creó una primera red policial → información detallada. Y utilizó escritores a sueldo, publicaciones y la Académie Française (1635) para ligar la información y la cultura al poder.
Tanto la política interior como la exterior requerían de más ingresos: el impuesto más importante, la taille, duplicó su importe en 1635, se aumentó la venta de cargos (Paulette), se recurrió al crédito, etc.
Seguía habiendo oposición en la familia real y en la alta nobleza, que ahora cuentan con apoyo exterior:
- 1632, levantamiento del duque de Toulouse, Henri de Montmorency, gobernador del Languedoc, con el apoyo desde el exterior de María de Médici y Gastón de Orléans. Richelieu reaccionó con dureza y tras derrotarlo militarmente, decapitó al duque, siendo el último de los Montmorency.
- Entre 1636 y 1642, se produjeron varios complots conspiratorios contra el cardenal: Gastón de Orléans, la reina Ana, el conde de Soissons, el marqués de Cinq-Mars. Todos fueron descubiertos.
- A partir de 1635, la Guerra de los Treinta Años somete a Francia a un régimen fiscal de guerra → oposiciones y revueltas populares, de las que frecuentemente participan el clero, los parlamentos, la nobleza de toga y gentes de sectores sociales intermedios.
Pese a las oposiciones y el amplio malestar provocados por sus políticas, estas fortalecieron el poder real, y recuperó peso en la política internacional. Pero sus logros políticos y la estabilidad de Francia eran frágiles, pues dependían del equilibrio entre los resultados de la política exterior contra los Habsburgo y la capacidad del reino para mantenerlos. Richelieu fallecería en 1642, y pocos meses después, Luis XIII.
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Richelieu |
La minoría de edad de Luis XIV. Mazarino y la Fronda
Luis XIV (1643-1715) accedió al trono con 4 años. Luis XIII había dispuesto en su testamento un complejo Consejo de Regencia, pero la reina consiguió mediante un lit de justice que el parlamento de París invalidara el testamento, otorgándole todo el poder a ella. Tomó como consejero al cardenal Giulio Mazarino (1602-61), colaborador de Richelieu, cuya política continuó, y que también debió enfrentar conspiraciones para asesinarle y apartarle del poder (duque de Beaufort) y la indisciplina de nobles y otros elementos deseosos de incrementar su poder.
La Guerra de los Treinta Años obligó a Mazarino a continuar con la exigente política fiscal → descontentos e insurrecciones populares, sobre todo en el sur, incluyendo el malestar de los grupos dominantes que veían atacada su exención tributaria, y que convergirían en la gran revuelta conocida como la Fronda, influenciada por las revoluciones inglesas y los levantamientos de Cataluña, Portugal, Nápoles o Palermo contra la corona española.
La Fronda
La Fronda (1648-53) transcurrió en un periodo de malas cosechas y crisis de subsistencias que agravaron la situación. Constó de cuatro grandes fases, y la no unión de los diferentes protagonistas de cada una de ellas posibilitó que fueran superadas y, finalmente, el poder real saliera consolidado.
- La primera Fronda o parlamentaria (agosto 1648 - marzo 1649)
Protagonizada por el Parlamento de París, que, influido por el inglés, quería asumir un mayor papel político, y que estaba inquieto por la amenaza de suspensión de la Paulette con que Mazarino presionaba a los que no aceptaran las decisiones reales.
Los parlamentarios se unieron a magistrados de las otras cortes soberanas (Cour des Aides, Chambre des Comptes, Grand Conseil) y redactaron un documento de 27 artículos que desmontaba buena parte de la política de los cardenales, suprimía los intendentes y reforzaba el poder de los tribunales soberanos. El control que exigían sobre los impuestos y tasas hizo que obtuvieran el respaldo del pueblo de París.
Aconsejada por Mazarino, la regente aprobó el 31 de julio la mayoría de los 27 artículos, pero el 26/8, durante la celebración de la victoria de Lens en Notre-Dame, fueron detenidos dos de los cabecillas del Parlamento. La ciudad reaccionó con barricadas, y Mazarino liberó el día 28 a Pierre Broussel, el más popular de los cabecillas, lo que no logró rebajar la tensión en la calle → la familia real se trasladó a Rueil, cerca de París. El 24/10 (el mismo día del tratado final de Westfalia) una nueva declaración real aceptó los 27 artículos, y la corte regresó a París; mientras tanto ganaban tiempo a la espera de las tropas del príncipe de Condé.
El 5/1/1649, la familia real y el cardenal huyeron de París a Saint-Germain-en-Laye y las tropas de Condé sitiaron la capital, defendida por la milicia burguesa, las tropas populares y algunos nobles. El mariscal vizconde de Turenne, Henri de la Tour, se unió a los frondistas, pero Mazarino evitó a base de pagos que arrastrara al ejército francés de Alemania, y Turenne acabó exiliándose. Cuando el Parlamento declaró a Mazarino enemigo del rey y de su Estado, la rebelión ganó el apoyo de otros parlamentos y aumentó la tensión. Pero la heterogeneidad del movimiento y la ejecución de Carlos I de Inglaterra acabaron desanimando a los rebeldes más moderados, que buscaron el pacto con la regente → Paz de Rueil (11/3): perdón general a cambio de que el Parlamento renunciara a celebrar nuevas reuniones con los tribunales soberanos. La reina y su hijo regresaron a París en agosto de 1649.
- La segunda Fronda o de los príncipes (enero-diciembre 1650)
Condé había reforzado su papel político y en su condición de primer príncipe de la sangre trataba de participar en la política del reino convirtiéndose en el principal apoyo del rey a costa de Mazarino, a quien odiaba y despreciaba.
Pero este hizo a la reina detener a Condé y enviarlo al puerto de Le Havre junto a sus familiares Conti y Longueville.
El pueblo de París no quiso apoyar a quien lo había sitiado, pero los tres príncipes sí fueron respaldados por una serie de nobles que trataron de levantar provincias como Normandía o Guyena, manteniendo incluso contactos con España, y obteniendo el apoyo del mariscal Turenne. Pero el ejército real fue venciendo los levantamientos, hasta derrotar en Rethel (Champagne) a Turenne, que contaba con el apoyo de tropas españolas.
- La tercera Fronda o Unión de las Frondas (diciembre 1650 - septiembre 1651)
El eclesiástico Gondi, a quien Mazarino bloqueaba el acceso al cardenalato, puso de acuerdo a los descontentos con el cardenal. El Parlamento de París recuperó el programa de reformas y pidió la libertad de los príncipes y la destitución de Mazarino, el cual abandonó París dejando a la familia real, confiado en que las desavenencias entre sus enemigos acabarían por desunirlos. Mazarino mismo liberó a los príncipes y siguió influenciando a la regente desde Alemania. En París, las relaciones entre esta, Conde y Gondi no eran buenas. Algunos nobles encabezados por Gastón de Orleáns pidieron la convocatoria de los Estados Generales, no deseada por otros frondistas. Gondi, convertido en cardenal de Retz, lideró al clero que se enfrentó al Parlamento, con quien tampoco se entendía Condé.
Este, ante las desavenencias entre los miembros de la Fronda, marchó a su gobierno de Guyena.
- La cuarta Fronda o de Condé (septiembre 1651 - agosto 1653)
El 7/9/1651, Luis XIV alcanzó su mayoría de edad con 13 años. Apoyado en Burdeos y Guyena, Condé reunió apoyos: mantuvo contactos con España, Cromwell y el duque de Lorena, y fue respaldado por varios territorios descontentos. Mientras tanto, la familia real se instaló en Poitiers y Mazarino regresó de Alemania con un ejército de 7.000 hombres, que provocó el rechazo del Parlamento en contra de Mazarino y Condé. Durante esta fronda intervendrán varios ejércitos nobiliarios (como el de Condé), tropas españolas y el ejército real comandado por Turenne, que había cambiado de bando. La batalla decisiva tuvo lugar el 1-2/7/1652 en el faubourg Saint-Antoine, bajo los muros de París; en ella triunfó Turenne, y sólo la intervención de la hija de Gastón de Orleans, Ana María de Montpensier (la Grande Mademoiselle), permitió a Condé salvar los restos de su ejército y entrar en París. Condé, incapaz de entenderse con el lugarteniente del rey, Gastón de Orleans, el Parlamento o el cardenal de Retz, buscó apoyo en los sectores populares radicalizados, que el 4 de julio cometieron varios asesinatos y quemaron el ayuntamiento. El 13/10 Condé huyó a los Países Bajos, poniéndose a las órdenes de Felipe IV hasta el final de la guerra franco-española.
El 21/10, Luis XIV y su madre entraron en la ciudad aclamados. Condé fue condenado a muerte, sus partidarios desterrados, el cardenal de Retz apresado y Gastón de Orléans confinado de nuevo en Blois. El 3/2/1653 Mazarino entró en la ciudad también aclamado y en los meses siguientes impuso la tranquilidad en las provincias donde aún había desórdenes.
Conclusión. El significado de la Fronda
Nunca se cuestionó la Monarquía, sino su tendencia al absolutismo. Surgió de los sectores privilegiados y fue una gran muestra de poder de la alta nobleza reacia a someterse. Fracasó por las divisiones internas y la incapacidad de incorporar a otros grupos sociales; al contrario, la prolongación de la inestabilidad hizo que creciera el deseo de vuelta a la normalidad que favoreció la restauración del orden en las figuras de Mazarino y Luis XIV. Las oposiciones continuaron (la guerra con España hasta 1659 no permitía relajar la carga fiscal), pero Mazarino reforzó el poder real a costa de la nobleza y el Parlamento, poniendo las bases del absolutismo con ayuda del canciller Séguier, Le Tellier o los superintendentes Servien, Fouquet y Colbert. Los intendentes, reintroducido en 1655, volvieron a encabezar la administración territorial, los nobles permanecieron vigilados y el Parlamento de París vio limitada su capacidad de controlar las decisiones reales.
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La Fronda |
El reinado personal de Luis XIV
La muerte de Mazarino en 1661 hizo que el rey cogiera las riendas del poder. La adopción del Sol como emblema es significativa de su identificación con la fuente de poder, la ley y la justicia. Su gobierno se basó en un pequeño grupo de consejeros (muchos heredados de Mazarino) que el monarca elegía entre gentes de sectores intermedios, recientemente ennoblecidos, o a los que el ennoblecerá.
Las instituciones de gobierno
Luis XIV utilizó básicamente la estructura política ya existente:
- CONSEIL DU ROI: hace referencia al conjunto de los consejos al servicio del rey, desdoblado en diversos consejos especializados, el más importante de los cuales es un consejo reducido (Conseil Secret, Etroit, des Affaires y, desde 1643, d´en Haut)
- CONSEIL D’EN HAUT: auténtico consejo de ministros que se ocupaba de las cuestiones internacionales y de las principales cuestiones interiores. Luis XIV excluyó del mismo a la reina madre, al canciller Séguier, a los príncipes de la sangre y los principales nobles. Hizo detener a su superintendente de finanzas Fouquet, acusado de corrupción, ocupando su lugar en el Conseil su principal acusador, Colbert. El Conseil sólo tuvo 17 ministros en los 54 años de reinado, normalmente personajes que asumían las principales tareas ministeriales como secretarios de estado (guerra, finanzas, exteriores).
También existía una Secretaría de Estado de la Casa Real y más tarde una de la Religión Prétendue Réformée, encargada del protestantismo francés.
Otro cargo importante era el de canciller: depositario del sello real, cabeza de la administración de justicia y en principio segundo personaje del reino.
Los dos personajes más importantes en la actividad política de la primera parte del reinado de Luis XIV fueron el marqués de Louvois y Colbert, contrôleur general des finances desde 1665, y que tuvo responsabilidad sobre otras áreas (correos, casa real, palacios reales o marina). A partir de 1691 Luis XIV tomará mayor responsabilidad directa en el gobierno, apoyado en ministros de menor categoría que los mencionados. Los consejos que integraban el consejo del rey se dividían entre los:
Presididos por el rey:
- C. d’en haut
- C. de despachos (dépêches) hacia 1650: administración interior y la correspondencia con las provincias (contacto con intendentes y gobernadores).
- C. real de finanzas, de 1661: de él emanaba en ocasiones un Consejo de Comercio.
- C. de Conciencia: se encargaba de revisar los méritos de los candidatos a obispados o abadías.
- • C. de Estado Privado o de las Partes: que administraba en nombre del rey justicia civil y criminal en última instancia.
- • C. Ordinario de Finanzas: para contenciosos administrativos y financieros.
Por último, en un tercer nivel, existían una serie de sesiones subalternas que secundaban el trabajo de consejos situados por encima de ellas.
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Luis XIV |
La política interior
- El refuerzo del poder real
La política interior de Luis XIV se centró en la imposición indiscutida de su poder, evitando la oposición de tiempos anteriores, tanto de la alta nobleza como de magistrados del parlamento, tribunales y otros altos organismos. Para lograrlo utilizó diversos instrumentos:
- La vida cortesana. Los grandes señores continuaron ostentando los gobiernos de las provincias, pero estaban obligados a vivir en la corte junto al rey, dejando el gobierno y la función militar de sus provincias en manos de lugartenientes.
- Familia real, príncipes de sangre y alta nobleza, apartados del poder, fueron obligados a desempeñar funciones cortesanas relacionadas con el culto al rey, teniendo lugar en Versalles, en una vida de fiestas, bailes y lujos, además de ser el medio por el cual se obtenían favores como pensiones, beneficios eclesiásticos y recompensas.
- Los parlamentos se vieron obligados a registrar los edictos reales sin deliberación ni voto, pudiendo presentar amonestaciones que el rey no estaba obligado a atender. A partir de 1665, las cortes soberanas hubieron de cambiar el nombre por cortes superiores.
- Los cuerpos de oficiales y las asambleas del clero fueron vigiladas para cortar cualquier tentativa de oposición por medio de los intendentes y sus agentes, creando una auténtica red oficial. Los intendentes fueron figuras claves para el control del reino. Todas las subdivisiones (generalidades en los pays d’élection, provincias en los pays d´États), tenían un intendente, salvo Béarn y Bretaña. El cargo era permanente como cabeza de la administración territorial con amplios poderes (justicia, policía, hacienda, reclutamiento…).
- Los estados provinciales continuaron existiendo, aunque debilitados y con reuniones más espaciadas, carecían prácticamente de capacidad de oposición al poder real.
- Las ciudades también fueron controladas a través del nombramiento directo de magistrados por parte del rey.
- Reorganización de las finanzas reales, con la decisiva aportación de Colbert. Entre 1660-72 aprovechando la relativa tranquilidad de la política exterior, reordenó rentas, creó impuestos indirectos como la gabela de la sal (que pagarían también los privilegiados), investigó las deudas contraídas y redujo los intereses que pagaba la corona. Con ello y gracias a la mejora económica por la política mercantilista, duplicó las rentas y consiguió un presupuesto equilibrado.
- Reforma y unificación legislativa. Luis XIV creó en 1665 un Consejo de Justicia que redactaría en los 20 años siguientes 6 grandes ordenanzas que regularon las diversas materias legales: civil, aguas y bosques, criminal, comercio, marina y colonias (esta última conocida como el código negro, que regulaba la trata y las condiciones de los esclavos).
La supresión del Edicto de Nantes
Los protestantes eran poco numerosos en Francia (unos 800 mil) y se habían mantenido leales a la corona durante la Fronda. La eliminación oficial del protestantismo francés tuvo otros motivos: satisfacer a la Iglesia de Francia, gran apoyo en el galicanismo contra Roma, y la aspiración de sustituir a los monarcas españoles como cabeza del mundo católico. En principio la política antiprotestante se limitó a restricciones y presiones, pero en 1681, se inició un sistema de violencia militar, alojando cuerpos del ejército en zonas de población hugonote (dragonnades), causando abjuraciones en masa. Se destruyeron templos, las academias de pastores se cerraron y a los protestantes, apartados años antes de los cargos públicos, se les prohibió ser abogados, magistrados o médicos.
Finalmente, el edicto de Fontainebleau de octubre de 1685 revocó el de Nantes, ilegalizando el protestantismo, provocando numerosas conversiones y la huida de entre 150.000 y 200.000 hugonotes hacia territorios protestantes.
Ello provocó que una parte importante de la propaganda en contra de Luis XIV, surgida entre 1680 y 1700 procediera de emigrantes y países protestantes.
La intensificación de la religiosidad de Luis XIV en su madurez y su persecución a los hugonotes también se atribuye a la influencia de su segunda esposa, Françoise d'Aubigné, a quien concedió el título de marquesa de Maintenon, quien, pese a su origen protestante, se había hecho devota católica.
Las revueltas campesinas
El incremento del poder real no fue suficiente para evitarlas. Motivadas por la guerra, los impuestos y los años de malas cosechas, fueron siempre repelidas con dureza. Las más importantes fueron:
- La de los Miquelets: en el Rosellón (1666-67)
- La de los Bonnets Rouges (o de los Torreben): en Guyena y Bretaña (1675), iniciada en Burdeos y que prendió en las ciudades y dio lugar a un Código Campesino con reivindicaciones igualitarias
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