EL ARTE BIZANTINO DURANTE LA BAJA EDAD MEDIA: 1204‐1453
Durante la Alta y Plena Edad Media el Imperio Bizantino alcanza un refinamiento plástico e iconográfico que deja una impronta significativa en el arte románico, pero es en la figuración gótica donde se ven madurar gran parte de estas influencias, a partir de la recuperación de las formas de la Antigüedad clásica que se produce en el Periodo Medio (siglos IX a XII) y de la incorporación sistemática de fondos dorados, presentes ya en los primeros mosaicos bizantinos.
Los conflictos entre la Iglesia romana y la ortodoxa conducen finalmente al enfrentamiento militar entre latinos y griegos, pues estos últimos son obligados a pagar un tributo a las fuerzas occidentales contra el que se rebelan, y el 12 de abril de 1204 los cruzados (fundamentalmente tropas al servicio de algunos condes franceses y nobles italianos) asedian Constantinopla por mar, saqueando la ciudad y sus tesoros como si se tratara de una medina musulmana, despojando a los templos de sus riquezas, abriendo sepulturas y arrancando las obras de los muros.
Numerosas piezas suntuarias y valiosas reliquias son llevadas a occidente, sobre todo a Venecia y París, para ser, posteriormente, custodiadas en lugares como la basílica de San Marcos y la Sainte Chapelle.
Las fuerzas occidentales ocupan Constantinopla durante más de medio siglo (1204‐1261), en lo que se conoce como Imperio Latino, nombrando emperador al conde Balduino de Flandes y sometiendo a una fuerte represión a la población ortodoxa, hasta que, en 1261, Miguel VIII Paleólogo reconquista la capital expulsando a los cruzados.
Entre 1261 y 1453, el Imperio Bizantino es gobernado por la dinastía de los Paleólogos, en lo que se conoce como la Tercera Edad de Oro o periodo tardobizantino, una etapa de florecimiento artístico pero de decadencia en lo económico y lo político, marcada por el fraccionamiento en pequeños estados regidos por gobernantes locales, que favorecen el desarrollo de las artes, y que culmina con la conquista otomana de Constantinopla en 1453.
LA ARQUITECTURA TARDOBIZANTINA
En los siglos XIII y XIV tiene lugar una floreciente actividad constructiva, existiendo cuatro centros principales de creación artística, Trebisonda, Nicea (en la actual Turquía), el Épiro y Morea (en la Grecia actual), lugares que cuentan con promotores de las artes (gobernantes, nobles o particulares) así como con grandes intelectuales y teólogos.
La fragmentación territorial se refleja en una cierta diversidad de tipologías arquitectónicas, dentro de una tendencia continuista con las soluciones y técnicas constructivas anteriores, con preferencia por el esquema de planta en cruz griega inscrita en un cuadrado, propio del Periodo Medio Bizantino.
En cuanto a materiales, se mantiene el uso del ladrillo, que se emplea de un modo cada vez más decorativo en los paramentos exteriores, con bandas ornamentales, dientes de sierra, nichos y otros elementos incurvados que dinamizan los muros.
Muchas construcciones de este periodo son reconstrucciones, ampliaciones y cuerpos adosados a basílicas anteriores, a las que se añaden pórticos exteriores y un cuerpo o capilla con funciones funerarias, el paraklesion.
Desde época de Miguel VIII Paleólogo (1223‐1282) se llevan a cabo construcciones de ampliación en Constantinopla, como la iglesia meridional del monasterio de Constantino Lips, ordenada por la reina Teodora en 1282 al sur de la iglesia septentrional, datada en el siglo X.
A este nuevo edificio se añade una galería porticada que recorre los lados sur y oeste, elemento característico de este momento, abovedado y dotado de función estructural, al recibir los empujes de la cúpula.
Cúpula y bema de la iglesia meridional del monasterio de Constantino Lips (Hoy mezquita de Fenari Isa). Estambul. |
En este periodo, Santa Sofía de Trebisonda recibe igualmente el añadido de tres pórticos exentos, que "abrazan" la iglesia en los lados norte, oeste y sur.
Iglesia de Santa Sofía. Trebisonda. |
La iglesia de San Salvador en Chora de Constantinopla, levantada en los siglos XI y XII, es ampliada y reconstruida entre 1316 y 1321 por iniciativa de Teodoro Metochites, primer ministro del emperador Andrónico II Paleólogo (1282‐1328), añadiendo una gran cúpula central, un doble nártexa los pies (Oeste) y un paraklesion o capilla funeraria al sur, incorporando una rica decoración en mosaico y pinturas murales en las que se despliega un elaborado programa iconográfico.
Este paraklesion, destinado al enterramiento de personajes insignes, como el propio mecenas de la ampliación, consiste en una especie de nave lateral rematada en un ábside y recorrida por arcosolios laterales, que albergan los sepulcros.
Vista exterior del lado este y planta de la iglesia de San Salvador de Chora (actual Kariye Camii) (1316‐1321). Estambul. (Paraklesion marcado en amarillo) |
En Grecia, concretamente en el Epiro, se construye la iglesia de los Santos Apóstoles de Salónica (h. 1310‐1329), edificio de nueva planta situado en un gran complejo monástico, encargado por Nefón I (1310‐1314), patriarca de Constantinopla.
Tiene planta de cruz griega inscrita en un rectángulo y cubierta por cinco cúpulas, rematada con tres ábsides en el lado este y el resto de los flancos rodeados por una galería cerrada, que no se aprecia desde el exterior y constituye la principal innovación arquitectónica de esta época.
Planta de la iglesia de los Santos Apóstoles. | Salónica (1310‐1329). |
Desde fuera, el edificio sorprende por su verticalidad y por el tratamiento decorativo en la disposición del ladrillo, con variados patrones geométricos, así como por la cúpula central sobresaliendo en altura y escalonada en dos pisos horadados por ventanas.
Iglesia de los Santos Apóstoles. Salónica. |
El característico aspecto exterior de estos edificios se observa igualmente en la iglesia de Santa Hodegetria en Mistras, encargada por el abad Pacomios hacia 1310, con estructura cruciforme organizada en dos pisos, coronados por una cúpula central y otras cuatro situadas en los brazos de la cruz.
Exteriormente, destaca su verticalidad, el escalonamiento de volúmenes y el dinamismo de los muros y la cubierta, donde se juega con la dirección de la tejas de las cúpulas, en forma de caparazón de tortuga.Esta iglesia está situada en la ladera de una montaña de Mistras donde se encuentran otras basílicas erigidas en la misma época con un aspecto muy similar (iglesia de la Pantanassa y Santa Sofía).
En esta población se erigió igualmente el palacio de los Déspotas, un excelente ejemplo de arquitectura civil bizantina de la época que combinaba ladrillo y piedra, recogiendo algunas influencias de la arquitectura gótica europea, como los balcones en voladizo sobre ménsulas (matacanes), del mismo modo que en el palacio de Constantino Paleólogo (hijo de Miguel VIII) en Constantinopla.
iglesia de Santa Hodegetria. Mistras (c. 1310) |
Palacio de los Déspotas. Mistras. |
MOSAICO Y PINTURA EN TIEMPOS DE LOS PALEÓLOGOS
En el campo de las artes figurativas existe también cierta diversidad derivada de la fragmentación territorial, pero siempre sujeta a una continuidad con la tradición bizantina de épocas anteriores, siguiendo a rajatabla el programa iconográfico tradicional definido en el Periodo Medio, aunque la ubicación de los temas iconográficos varía.
Con frecuencia aparecen los donantes de la obra representados junto a los personajes sagrados, como ya ocurre en el primer arte bizantino, y siguen recogiéndose, de forma preferente, las doce fiestas litúrgicas bizantinas o Dodekaorton, la selección de las festividades más importantes de la iglesia ortodoxa asociadas a momentos de la vida de Jesús y de la Virgen, ubicados en lugares preestablecidos de la iglesia, o frecuentemente reunidos en objetos suntuarios y tablas pintadas.
El Dodekaerton lo constituyen: La Anunciación, la Natividad de Cristo, la Presentación en el templo, el Bautismo de Cristo, la Transfiguración, la resurrección de Lázaro, la entrada en Jerusalén, la Crucifixión, la Anástasis, la Ascensión, el Pentecostés y la Dormición de la Virgen, y en sus representaciones se fijan los detalles iconográficos, basados en los evangelios apócrifos, imitados posteriormente en el arte Gótico occidental, donde la propia temática mariana bebe del arte bizantino.
Ejemplo destacado es el Doble Icono de las Doce fiestas, de inicios del siglo XIV, conservado en el Museo dell'Opera del Duomo de Florencia y realizado con la técnica del micromosaico.
Díptico o Doble Icono de las Doce Fiestas, realizado con la técnica del micromosaico (inicios siglo XIV). Museo dell'Opera del Duomo, Florencia. |
La principal novedad que aparece en mosaicos y pinturas es la búsqueda del naturalismo, de la expresión de sentimientos y el dinamismo otorgado a las escenas, que contrasta con el fuerte carácter simbólico, hierático y esquemático de la plástica bizantina inicial.
Esta emotividad se inicia ya en el Periodo Medio, resultando difícil establecer si empieza antes en el arte cristiano oriental o en el occidental, pues el flujo de viajeros, estudiosos y libros entre el mundo latino y el ortodoxo se incrementa notablemente a partir del siglo XII, por lo que parece responder a un cambio conjunto de actitud, conforme a la nueva mentalidad de la época.
Un ejemplo emblemático de este naturalismo y sentimentalismo artístico es el mosaico de la Deesis de la tribuna meridional de Santa Sofía de Constantinopla, probablemente ofrecido a la basílica por el propio Miguel VIII para conmemorar su conquista de la ciudad en 1261 y uno de los escasos ejemplos de mosaico de este periodo, debido a la crisis económica.
La Deesis es uno de los temas más frecuentes del arte bizantino y consiste en la representación de Jesús bendiciendo, flanqueado por la Virgen y San Juan Bautista, que interceden por la humanidad ante el Señor, siendo interesante la importancia otorgada al Bautista, característica del cristianismo oriental, mientras en Occidente, Juan evangelista recibe mayor atención por ser el autor de la Revelación Apocalíptica.
Este mosaico destaca por la enorme elegancia y delicadeza de sus figuras, con un claroscuro tan matizado que parece desdibujar los contornos y conceder blandura y movimiento a los rostros (efecto que si ya requiere maestría con la pintura, es excepcional su logro con la disposición de pequeñas teselas), consiguiendo crear un efecto de humedad en los ojos vidriosos y unas tonalidades matizadas en las sombras faciales que buscan conmover al espectador, pues Jesús destila una tristeza resignada, asumiendo su destino, mientras la Virgen y el Bautista parecen haber roto a llorar.
Mosaico de la Deesis, tribuna meridional de Santa Sofía de Constantinopla (h. 1261). |
Este estilo refinado, conocido como el manierismo de la época paleóloga, alcanza su máxima expresión en la iglesia de San Salvador en Chora de Constantinopla, con un completo programa iconográfico realizado en pintura y mosaico encargado por Teodoro Metochites con la ampliación del edificio en 1316‐1321.
Aunque no ha llegado todo hasta la actualidad tras su transformación en mezquita (Kariye Camii), en el doble nártex se conservan escenas cristológicas y marianas, mientras en el pareklesion se sitúan algunas de las pinturas murales más importantes, con episodios del Juicio Final y figuras de santos.
En un luneto del esonártex, que da acceso a la iglesia, hay un mosaico sobre fondo dorado donde se representa a Teodoro Metochites en proskynesis (prosternación ritual) ante Cristo entronizado, ofreciéndole la maqueta de la iglesia, vistiendo un llamativo traje, propio de la nobleza constantinopolitana, con un prominente turbante decorado con bandas doradas y blancas.
En las partes altas del nártex y de la naos se conservan otros ricos mosaicos dorados representando la Deesis, a los santos Pedro y Pablo y un completo ciclo de escenas de la vida de la Virgen (esonártex), que se inicia con el Abrazo en la puerta dorada, e incluye pasajes anecdóticos y de carácter apócrifo, como los Siete primeros pasos de María y la elección de José como esposo.
Teodoro Metochites ofreciendo la maqueta de la iglesia. Mosaico del esonártex de San Salvador en Chora de Constantinopla. |
Dormición de la Virgen. Mosaico del esonártex de San Salvador en Chora de Constantinopla. |
En las partes altas del exonártex, por su parte, aparece un ciclo igualmente completo de escenas de la Vida de Cristo, representadas con una gran cantidad de detalles y un estilo que ha sido, en ocasiones, definido como artificioso, por las posturas forzadas y la expresividad facial de las figuras, que resultan excesivamente teatrales para el contexto bizantino.
Bodas de Caná. Mosaico de la bóveda del exonártex de San Salvador en Chora de Constantinopla. |
En el Paraklesion se encuentran unos frescos de gran calidad, extraordinariamente conservados, donde se dispone el Juicio Final en la bóveda y la Anástasis en el ábside, escena destacada por su calidad y riqueza cromática, cuyas figuras extremadamente alargadas representan perfectamente el manierismo bizantino de esta época.
La blancura del traje de Jesús y de su mandorla estrellada destacan sobre el fondo oscuro, que pretende aludir al abismo infernal, y a sus pies aparece el demonio maniatado y vencido, con el rostro envuelto en un paño, y las puertas infernales quebradas, mientras Cristo saca de sus tumbas a Adán y Eva, a izquierda y derecha, tras los que se disponen San Juan Bautista y diversos reyes, patriarcas y profetas del Antiguo Testamento.
Fresco de la Anástasis, bóveda de horno del paraklesion, iglesia de San Salvador en Chora (1316‐1321). Constantinopla. |
Fresco del Juicio final, bóveda del horno del Paraklesion. iglesia de san salvador en Chora (1316-1321). Constantinopla |
También existe un importantísimo influjo bizantino en la Rus de Kiev (siglos IX a XI) y en el principado de Moscú desde el siglo XIV, afianzado por los enlaces matrimoniales, de forma que el arte ruso procede directamente del Bizantino, perpetuando hasta tiempos recientes la plástica de los iconos dorados y las cúpulas bulbosas derivadas de esta arquitectura.
Tras la caída del Imperio Bizantino, Moscú se proclama como Segunda Constantinopla y Tercera Roma, pretendiendo conservar la dignidad imperial de los basileus en la figura del Zar.
La arquitectura bizantina ejerce también una significativa influencia en la otomana, patente en edificios como la Mezquita Azul de Estambul, que sigue muy de cerca las soluciones espaciales de Santa Sofía.
Por otro lado, aún después de la conquista otomana, existe una continuidad artística y cultural en los monasterios ortodoxos de Grecia y Turquía que mantienen su vida religiosa pese a la ocupación islámica, preservándose en ellos la tradición litúrgica y artística en el conocido como "arte post‐bizantino", con importantes escuelas de pintura de iconos, como las de Meteora y el Monte Athos.
Todo el arte ortodoxo, figurativo o arquitectónico, sigue la estela del estilo bizantino hasta la actualidad.
EL ARTE ISLÁMICO ORIENTAL DURANTE LA BAJA EDAD MEDIA. EL IMPERIO TURCO
A la caída del califato abasí de Bagdad, este se descompone en tres reinos que paulatinamente sucumben ante las oleadas de diferentes pueblos, teniendo lugar una considerable fragmentación política y militar de los territorios del islam, tanto en Oriente como en Occidente, con dependencias de un gran número de tribus y dinastías.
En Occidente son las tribus bereberes, inicialmente almorávides y luego almohades, quienes se hacen con el control de la zona.
En Oriente, primero los buyíes y a continuación los selyuquíes (tribus turcas) conquistan Bagdad a mediados del siglo XI, teniendo lugar un florecimiento económico y cultural en la zona de Persia durante el siglo XIII con la dinastía selyúcida, hasta que en 1260 es invadido por los mongoles.
En Siria y la alta Mesopotamia los emires árabes y gobernadores turcos dan paso a la dinastía de los zanquíes, artífices entre los siglos XI y XIII, de un renacer cultural que reclama el pasado clásico, con obras tan significadas como el alminar de la Gran Mezquita de Alepo, destruida en 2013 a consecuencia de la guerra siria.
Alminar de la Gran Mezquita de Alepo (siglo XII). |
Los mongoles acaban con la fragmentación dinástica de los antiguos territorios del islam, pero dividen el territorio en emiratos y uno de ellos, el otomano, acaba conquistando a todos los demás y unificándolo nuevamente.
La expansión otomana comienza con Osmán I (1288‐1326) a expensas de los antiguos territorios bizantinos de Bulgaria y Serbia y en 1361 conquistan Adrianópolis, punto estratégico para el comercio de Bizancio, control del paso entre Oriente y Occidente, donde establecen su capital hasta 1453, refundándola con el nombre de Edirne.
La apropiación de los territorios del Imperio bizantino les permite establecer una base estable desde donde dirigir su expansión hacia Europa en el siglo XIV, conquistando, progresivamente, Tracia, Sofía, Albania y, en 1453, Constantinopla, trasladando allí la capital.
Continúan por Frecia, Serbia, Bosnia y Herzegovina en 1482, haciéndose, durante un breve periodo de un año, con el control de Otranto (en el sudoeste de Italia), puerto que enlazaba Bizancio con Occidente, perteneciente a la corona de Aragón desde 1282.
En el subcontinente indio, tras de la desaparición del Imperio Gupta en 550, época de gran esplendor y unidad del territorio, en época medieval se suceden y reparten por su geografía diferentes culturas, destacando la cultura hoysala, en el suroeste, en la región de Karnata (actualmente Kamataka).
Los cerca de cien templos hoysala que se conservan (de los mil quinientos que se estima existieron), sin parangón y declarados Patrimonio de la Humanidad, son construcciones donde la escultura y las formas labradas pueblan y ocupan todos y cada uno de sus espacios, tallados en diorita, roca que permite el desarrollo de un gran detallismo en la representación de todos los rasgos, de escenas que versan sobre el erotismo, la épica hindú y sus deidades, obteniendo espectaculares juegos de luz y sombra como parte de los volúmenes, con el templo de Chennakesava o de Keshava, del siglo XV, como uno de sus ejemplos más conocidos.
Templo de Chennakesava (Keshava) (siglo XV). Somanathapura, India. |
Las peculiaridades de esta arquitectura, confinada en los apartados territorios del suroeste, tienen poco desarrollo más allá de sus fronteras, aunque acaba produciéndose una fusión con la arquitectura islámica del sultanato de Delhi, como en el alminar de Qutab, comenzado a finales del siglo XII y concluido en 1368, y considerado el minarete más alto construido con ladrillos, aunque combina el ladrillo con la arenisca roja, tallada con profusión de formas (evidente ligazón con la arquitectura hindú) y versículos del Corán.
Alminar de Qutab y mausoleo.Delhi, India. |
En el siglo XIII los turcos comienzan a penetrar por el norte fundando en 1206 el sultanato de Delhi, y aunque los hoysala y después los chalukya ejercen cierto freno a la penetración otomana en el sur del subcontinente, no son capaces de detener una expansión que lleva al sultanato a dominar casi todo el territorio indio desde el siglo XIII al XVI, un vasto periodo en el que diferentes dinastías se suceden, lo que lleva a que esa fusión y síntesis entre las arquitecturas islámica e india se extienda también a otras manifestaciones, como la música y la literatura.
El sultanato de Delhi genera un corredor de influencias artísticas con considerables repercusiones en el continente europeo, entre ellas la tradición de las narraciones y la literatura.
En el sur de la India existe una tradición, asentada desde el siglo IX, de canciones, textos poéticos y cuentos, escritos en malayalam, cuyas formas penetran en el continente europeo con la llegadade los turcos, especialmente la de los cuentos encadenados con estructura repetitiva, normalmente acompañados de ilustraciones en forma de viñetas.
La obra más famosa es Kalila e Dimna, una recopilación de relatos en forma de cuentos y fábulas indios, traducidos primero al persa en época sasánida y después al árabe (Kalila wa‐Dinma), pasando al castellano durante el reinado de Alfonso X, alrededor del 1250.
Ilustración del manuscrito Kalila wa‐Dimna. Egipto (h. 1310). Biblioteca Estatal de Baviera. |
Con el tiempo, los otomanos amalgaman las variadas influencias recibidas y absorbidas de su vasto imperio, dándole una forma más o menos unitaria, aunque esto no ocurre antes del final de la Edad Media.
La corte otomana practica una política de protección y captación de creadores y alarifes procedentes de todos los territorios cercanos y en 1258, con la caída de Bagdad en manos de los mongoles, aprovechan la huida masiva de artistas, generando una confluencia y asimilación de corrientes artísticas y repertorios llegados desde Siria, Irán y Turquía.
Por otro lado, los otomanos mantienen una tolerancia hacia las gentes del Libro, los creyentes de las diferentes religiones monoteístas, sin imponerles su religión, aunque sí los tributos y la aceptación del gobierno musulmán, e incorporando también sus lenguajes artísticos.
Venecia es el principal puerto de Europa para el acceso comercial de los turcos, la vía de entrada prioritaria de las obras de arte orientales en Occidente, la cerámica china, las especias y la seda, aunque la influencia comercial se extiende también a Génova, Florencia y Ragusa.
La arquitectura otomana adopta formalmente los lenguajes de la arquitectura selyúcida, bizantina e iraní principalmente, sin olvidar las incorporadas por los zanquíes y ayyubíes y las indias.
Se hace eco de las formas derivadas de la arquitectura bizantina y toma como modelo para sus grandes mezquitas el de Santa Sofía, obteniendo espacios en los que las grandes falsas cúpulas se mantienen como suspendidas, ingrávidas, rompiendo con el esquema tradicional de las mezquitas y su organización e incorporando un modelo con origen en una construcción cristiana pero que se remonta realmente al Imperio Romano en sus referencias al Panteón de Agripa.
La mezquita Haci Ozbek de Iznik , de 1333, está considerada la primera mezquita otomana cubierta por una sola cúpula, seguida por la mezquita de Yeçil (1378‐1387), en la misma ciudad y de iguales características, cuyo nombre (yeçil = verde) viene dado por los azulejos que revisten su minarete.
Con el tiempo, la arquitectura otomana, de planta cuadrada y cubrición mediante cúpulas, va liberando los espacios interiores de las mezquitas, despejándolos de soportes y obteniendo efectistas juegos de luces y sombras.
Las madrasas, los mausoleos, baños y qaravanseray, sin olvidar los palacios, forman parte también de las construcciones turcas más destacadas, siguiendo las líneas y los modelos asentados por las diferentes dinastías antecesoras y las diversas tradiciones de un vasto territorio, para confluir finalmente en un discurso más o menos homogéneo.
El modelo de madrasa, fijado por los selyuquís, se estructura en torno a una planta rectangular, con un patio central, celdas cubiertas por bóvedas y un iwan en cada uno de los ejes, correspondiéndose con cada una de las aulas.
Mezquita de Yeçil (1378-1387). Iznik |
Los motivos empleados se adoptan de las porcelanas chinas y se hacen confluir con los de tradición árabe, en un desarrollo para nada casual, sino debido al impulso de la corte otomana, interesada en la consecución de un producto capaz de emular a las porcelanas chinas azul y blancas, de gran predicamento tanto en sus territorios como en todas las cortes europeas.
El palacio de Topkapi, en Estambul, centro administrativo del Imperio construido por el sultán Mehmed II en 1459, muestra en sus paramentos arrimaderos y frentes de enmarcación de puertas de acceso a espacios señalados, con composiciones de azulejería de Iznik.
Azulejería de Iznik. Palacio de Topkapi, Estambul. (Segunda mitad siglo XV). |
Las creaciones chinas más fantásticas del mundo cerámico, que han tenido una elevada influencia en el arte contemporáneo occidental, se realizan en el periodo Sung (960‐1279), etapa coincidente cronológicamente con el periodo bajomedieval, en que la corte, empujada por las invasiones de los tártaros, se retira hacia el sur, llevando consigo los talleres cerámicos, y durante la cual se conjuga la cerámica con el pensamiento filosófico taoísta, produciéndose los más bellos objetos cerámicos en forma de sutiles celadones de transparencias verdosas.
Tras un breve periodo en el que la dinastía Yuan sucede a la Sung (1280‐1367), la dinastía Ming se establece de forma prolongada (1368‐1644), produciendo una cerámica diferente, con fondo blanco y motivos y escenas en azul, primero, y luego polícromos, conocida como porcelana azul y blanca.
Durante las dinastías Yuan y Ming se produce una abundante exportación de esta porcelana azul y blanca destinada al mercado islámico, siendo los celadones en forma de grandes cuencos especialmente reclamados por los nobles turcos y pasando de ahí a la imitación desde sus propios centros cerámicos, empleando pastas de frita.
Porcelana Ming |
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