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lunes, 6 de mayo de 2024

EL BAJO IMPERIO: DIOCLECIANO Y CONSTANTINO

El Bajo Imperio romano (o Imperio romano tardío, en la historiografía anglosajona) es el período histórico que se extiende desde el ascenso de Diocleciano al poder en 2841​ hasta el fin del Imperio romano de Occidente en 476.  La inestabilidad política de Roma, iniciada en el siglo III, dio lugar a una decadencia progresiva que, finalmente, desembocaría en el hundimiento de la parte occidental del Imperio, como consecuencia de la penetración de los pueblos germanos. Sin embargo, la civilización romana, que había florecido durante más de mil años, aún tuvo la solidez necesaria para resistir los embates de los invasores hasta mediados del siglo V.

 Legión comitatense en formación de cunei o cuña.
Autor Pawel Kaczmarczyk

Diocleciano (284-305)

La restauración del imperio

La mayoría de los historiadores sostiene que el régimen político del Bajo Imperio (284-476) es la Monarquía absoluta de Derecho divino, consolidada con diocleciano (284-305): esta nueva forma de gobierno recibe también el nombre de Dominado, puesto que el emperador se autoproclama Dominus et Deus, y sustituye al principado, que había sido la forma de gobierno característica del Alto imperio (29 AC-284). El Princeps, aunque superior en rango y riqueza a los miembros del orden senatorial, se equilibraba a ellos en cuanto a voluntad quedaba sometida a Derecho (Primus inter Pares). En cambio, el Dominus se sitúa conscientemente por encima del derecho convirtiendo su voluntad en ley y sacralizando su persona.

Sin embargo, otros emperadores (Domiciano, Cómodo, Aureliano) se habían autoproclamado Dominus et Deus. No es posible establecer una distinción clara entre principado y dominado, y toda la época imperial (29 AC-476) mantuvo una unidad constitucional. Así, el paso del Alto al Bajo Imperio en el 284 vendría definido no por un cambio en la forma de gobierno, sino por las importantes reformas administrativas y económicas iniciadas por Diocleciano y completadas por Constantino.

El ascenso de Diocleciano va unido a la fase final de la crisis del siglo III. El Imperio había prescindido de la normalidad del principio sucesorio y se hallaba sumido en la Anarquía. Diocleciano era un militar que se había destacado en la Galia al servicio de Aureliano y en Persia al servicio de Caro. Tras la muerte de Caro y su hijo Numerario, y la consiguiente retirada de Persia, los soldados nombraron emperador a Diocleciano en Calcedonia (Asia Menor) en 284.

Entre tanto, Carino, el otro hijo de Caro, que se había quedado en Italia, fue nombrado también emperador y dominaba la parte occidental del imperio. Carino salió entonces para combatir a Diocleciano. pese a la victoria de Carino en la Batalla del río Margo (cerca de Belgrado), sus propios soldados lo asesinaron, dejando a Diocleciano como único emperador de todo el orbe romano.

Intentando adelantarse a las posibles nuevas usurpaciones, Diocleciano eligió en el 286 a una nueva persona de total confianza (Maximiano, su compañero de armas) para compartir el poder (otorgándose los títulos de Caesar y Augustus), instalando la Diarquía. Maximimiano se encargó en primer de lugar de combatir al usurpador Carausio quien, tras sus éxitos militares, había tomado el título de Restitutor Britanniae, obligando a los emperadores a aceptar la existencia de una región con relativa autonomía en Britania. Es también en este momento cuando se establecen los fundamentos ideológicos de la nueva Teología Política: Diocleciano se proclamó descendiente de Júpiter (tomando el título de Joviano) y Maximiliano de Hércules (tomando el de Herculio). El nuevo régimen se fundamentaba en la relación de ambos Augusti con eso dioses, que toma más fuerza que la investidura por el ejército. la designación de un nuevo emperador supone su Epifanía (nacimiento en el orden divino)

La implantación de la Tetrarquía

La Diarquía se mostró insuficiente para atender al mismo tiempo las amenazas contra su integridad territorial (ataques de los bárbaros en Occidente, de los persas en Asia y usurpaciones en Britania), las necesarias reformas para acabar con los problemas socioeconómicos en el interior, y el despacho de los asuntos rutinarios del gobierno. De ahí que, en el 293, Diocleciano y Maximiano nombrasen como Caesaris suyos a Galerio y Constancio, respectivamente. Cada Caesar recibió el imperium, aunque su poder quedaba subordinado al del correspondiente Augustus. La estrecha relación política entre Caesaris y Augusti se reforzó espiritualmente (asunción también por los Caesaris del título respectivo de Joviano y Herculino) y familiarmente (cada Caesar se casó con una hija de su Augustus)

La Tetrarquía implicó una distribución territorial del poder: Diocleciano se quedó en oriente, pero su Caesar, Galerio; administró Grecia y las Provincias danubianas; Maximiano se quedó con Occidente, pero su Caesar Constancio administró la Galia y Britania. Esta distribución territorial del poder no supuso la desmembración del Imperio, pues todos reconocían la Autoritas de Diocleciano (Augustus Senior), con capacidad de intervención en los territorios de los demás.

En el 298, la Tetrarquía logró la pacificación interior y exterior. Constancio vence a Carausio en britania y a los alamanes en Germania, Maximiano somete a los Quinquegentarios en África, Diocleciano mata a Aquileo en Egipto y Galerio firma la paz con el rey persa Narsés. quedaba por comprobar si el mecanismo de sucesión ideado por la Tetrarquía lograría una transmisión pacífica del poder y reestablecería formalmente y a la vez al poder, y nombraron Augusti a Galerio y Constancio (estos nombraron caesaris a Maximino y Severo), pero esta nueva edición de la Tetrarquía no resultó tener el mismo éxito.

La Tetrarquía supone un sistema de gobierno colegiado, pero en ningún caso implica la división política del imperio en cuatro gobiernos diferentes ni la cuadruplicación del ejército romano. no se trataría de una división de poderes, sino simplemente de funciones. Los Augusti proponían las medidas que los Caesaris se encargaban de hacer cumplir. Cada emperador sería más directamente responsable de las áreas próximas a su lugar habitual de residencia, pero el poder político tetrárquico habría mantenido en todo momento una unidad esencial en el desarrollo de las competencias realmente importantes (económicas, legislativas y militares)

Tetrarquía militar de Diocleciano.
Territorios de los dos augustos y los dos césares

Las reformas del Imperio

Una vez lograda la paz general del Imperio en el 298, Diocleciano emprendió, junto con sus colegas, una serie de importantes reformas administrativas (en las Administraciones central, provincial y militar) y económicas (nuevo sistema fiscal y monetario) para conseguir la recuperación económica y la unidad del imperio: algunas de estas reformas habían sido ya iniciadas ante necesidades coyunturales en los años previos (como la reforma de ejército) y otras quedaron inconclusas (como la creación de Prefecturas del Pretorio regionales).

Las reformas administrativas de Diocleaciano estuvieron directamente encaminadas al fortalecimiento del poder imperial. En la cúspide de la Administración central estaba la Prefectura del Pretorio. Aunque en esta época comienza ya la separación de poderes civiles y militares, los prefectos del pretorio mantienen todavía ambos. Ellos eran los verdaderos ministros de economía del Imperio y provenían del orden ecuestre, pero fueron privados de jurisdicción sobre circunscripciones territoriales concretas paar evitar que formasen grupos de poder singulares. Por su parte, las antiguas Officinae aumentaron su número y se burocratizaron hasta tal punto que se constituyó una casta funcionarial diferenciada de la ecuestre.

La nueva estructura territorial consintió en una multiplicación de las Provincias y una reorganización administrativa. ele número de Provincias fue duplicado mediante la fragmentación de las que ya existían (la Gallaecia y la Cartaginense fueron escindidas de la Tarraconense), lo que permitía su mejor administración e impedía la consolidación de poderes fuertes que pudiesen dar lugar a nuevas usurpaciones. Todas las Provincias quedaron integradas en la Administración central mediante la creación de las Diócesis como unidad territorial intermedia: se crearon 12 Diócesis (con una media de 8 Provincias cada una): Oriente, Mesia, Asia, Italia, La Galia, el Ponto, Panonia, Viennense, Tracia, Hispania, África y Britania. esta reorganización territorial permitió un control más directo del gobierno de las Provincias para los emperadores y la realización del censo y el catastro, y con ella, la aplicación del nuevo sistema fiscal. Finalmente, en los últimos años de Diocleciano, la organización diocesan fue integrada en una estructura administrativa superior: las Prefectura del Pretorio Regionales, que serán desarrolladas y consolidadas por constantino. a partir de Diocleciano, todos los entes territoriales (Provincias, Diócesis y Prefecturas) son puestas bajo el mando de funcionarios pertenecientes al orden ecuestre (Praesides, Vicarios y prefectos, respectivamente) y nombrado por los emperadores, perdiendo el senado su antiguo control (antiguas Provincias senatoriales).

El otro gran objetivo de las reformas administrativas fue el ejército, que se mantuvo en un primer plano de poder (los tetrarcas eran, por oficio, prestigiosos generales). Se aumentó el número de legiones a 60, duplicando el número de efectivos: esto fue acompañado de una reorganización de las tropas. por razones de seguridad, cada Provincia fronteriza debía contar con dos legiones mandadas por un Duce perteneciente al orden ecuestre (se inicia así la tendencia de separar en las Provincias los poderes civiles, en manos de gobernadores, y los militares, asumidos por los Duces). Y, por razones de eficacia, se abandonó el sistema estático de defensa (basado en tropas fronterizas dispuestas para la defensa frente a posibles ataques), potenciando el reforzamiento de las tropas fronterizas con destacamentos de caballería móviles que recibieron el nombre de Limitanei (tropas auxiliares de procedencia eminentemente bárbara). también el ejército interior comenzó su proceso de transformación en un ejército móvil de caballería ( los después llamados Comitatenses y que también son reclutados en gran medida entre los bárbaros), logrando una mayor eficacia y un control más directo por los emperadores, evitando así posibles usurpaciones.

En cuanto a las reformas económicas, la primera fue la reforma fiscal. Diocleciano sustituyó al antiguo impuesto de la Annova (elaborado en función de las necesidades y redistribuido por asignaciones colectivas) por un nuevo sistema fiscal denominado Lugatio-Capitataio. Este nuevo sistema se basó en dos unidades de cálculo: una unidad trabajadora imponibles (Caput), incluyendo hombres y animales, y una unidad imponible de superficie (lugum). los censos y las revisiones catastrales periódicos registraban el número de trabajadores y la cantidad de tierras cultivables. la ventaja de este sistema fiscal es que se basa en criterios objetivos, haciendo posible un conocimiento más exacto de los futuros ingresos del estado. En lugar de gravar la producción efectiva y real, se gravó la productividad posible y teórica, de manera que, en principio, parece un sistema equitativo (en la práctica, sin embargo, provocará situaciones injustas par los más débiles, al no tener en cuenta factores como las sequías o las desigualdades entre las diferentes regiones del imperio). 

Pero las necesidades económicas de la tetrarquía ( el mantenimiento de dos sectores improductivos pero fundamentales para el sostenimiento del imperio: el ejército y la burocracia) no solo intentaron subsanarse por vía fiscal, sino también por vía monetaria. La depreciación monetaria de la época de la Anarquía había disminuido enormemente las ganancias del estado por acuñación. a pesar de los intentos estabilizadores de Aureliano, la depreciación de la moneda había continuado y la inflación se había disparado: Diocleaciano estableció un nuevo sistema monetario basado en una triple moneda: la moneda de oro (Aureus), equivalente a 1000 denarios; la moneda de plata (Argenteus), equivalente a 100 denarios; y una moneda de bronce débilmente plateada (follis), destinada al uso corriente y con un valor de 5 denarios: se trataba de dotar el estado de un sistema monetario cimentado en monedas de gran calidad, aunque la moneda destinada al uso común era de muy escaso valor. el problema es que este sistema en la práctica dependía continuamente de la confianza en él de los vendedores, que debían estar dispuestos no solo a vender sus productos a precios razonables, sino también a recibir a cambio mala moneda. Esto era muy difícil de conseguir y la inflación persistió: para acabar con ella, Diocleciano promulgó en el año 301 el edictum de Pretiis rerum Venalium, por el que se fijaba el precio máximo a pagar por los distintos bienes y servicios: este edicto, que pretendía mantener el poder adquisitivo de la amplia masa social, fracasó totalmente: los comerciantes ocultaron sus mercancías y los precios siguieron creciendo.

Diocleciano

Constantino (311-337)

La reunificación del imperio

En el año 305, Diocleciano y Maximiano renunciaron simultáneamente al poder y nombraron Augusti a Galerio y Constancio, los cuales a su vez nombraron Caesaris a Maximino y Severo. Se puso así a prueba el mecanismo sucesorio de la Tetrarquía, pero fracasó.

El sistema sucesorio de la Tetrarquía se basaba no en criterios de sangre, sino en las cualidades de los candidatos y su adopción: así, habían quedado fuera los hijos de los antiguos tetrarcas: Constantino, hijo de Constancio y con gran prestigio militar en las Galias, y Majencio, hijo de Maximiano y con gran prestigio militar en Italia. Su exclusión generó importantes luchas por el poder hasta llegar a una situación en que existieron simultáneamente 3 Augusti y 3 Caesaris.

De esta manera, cuatro personas se disputaban el poder dentro del Imperio occidental sin que el augusto oriental pudiese imponer a su candidato. Galerio intentó enderezar la situación y para ello, organizó la denominada conferencia de Carnunto en 308 a la que acudió Diocleciano y donde se acordó que Maximiano se retiraría definitivamente, Constantino y Maximino Daya mantendrían su reconocimiento como césares y el cargo de augusto occidental lo ocuparía Licinio, un nuevo candidato de Galerio. Tanto Majencio como Domicio Alejandro fueron declarados usurpadores.

Tras una serie de batallas; Constantino logró deshacerse de sus rivales y restablecer el orden del Imperio, que por el Edicto de Milán (313) quedó dividido entre él (Occidente) y su aliado Licino (Oriente). pero muy pronto comenzaron las rivalidades entre ambos y finalmente Constantino y Licino se enfrentaron en a Batalla de Adrianópolis (324), que terminó con la rendición de Licino y la unidad total del Imperio bajo el poder de Constantino.

Constantino

La Administración Imperial

La política interior de Constantino estuvo dirigida a completar la obra iniciada por Diocleciano. Fue más un innovador de forma que de fondo. Las características más importantes de su política interior fueron la aceptación del predominio del cristianismo en el campo religioso (edicto de Milán, 313) y la sustitución del complejo sistema de gobierno colegiado de la Tetrarquía por otro unipersonal y que fuese lo más adicto posible a su persona y su dinastía. Al mismo tiempo, se profundizó en las reformas de carácter administrativo y territorial ya iniciadas por Diocleciano.

La Monarquía Imperial de Derecho divino encontró en Constantino su culminación, al apoyarse ideológicamente en una concepción religiosa indiscutiblemente monoteísta. Constantino fundamente su poder en una Teología política según la cual todo poder y toda Autoritas proceden de Dios: el emperador es un ser mortal que, por voluntad divina, recibe el mandato de gobernar en este mundo: las gentes percibían el paralelismo sugerido entre la Monarquía celesta y la terrenal, siendo esta última reflejo y emanación de la primera: se consolida el concepto absoluto y unitario del poder imperial.

Constantino mantuvo la división territorial del Imperio realizada por Diocleciano, pero introdujo importantes reformas administrativas en ella. Constantino se sirvió de la Prefecturas del pretorio regionales para mitigar los efectos paralizadores de la excesiva centralización política. compensándola con una descentralización administrativa operativa. Los prefectos del pretorio regionales coordinaban y controlaban la actividad de los vicarios de las Diócesis y de los gobernadores de las Provincias. tenían capacidad para emitir edictos en lo referente a al Administración pública en su territorio, aunque siempre dentro de las directrices fijadas por el emperador: a nivel fiscal, dirigían la asignación y recaudación de los impuestos. También tenían funciones judiciales (tiene el carácter de juez de apelación por delegación directa del emperador y sus sentencias son irrecurribles).

Por último, Constantino creó una nueva aristocracia (el Comitatus), eliminado la anterior distinción entre carreras ecuestre y senatorial que había perdido su significado tras las reformas del siglo III y las de Diocleciano. La arcaica y prestigiosa denominación de "patricio" dejó de ser un título hereditario para convertirse en la mayor distinción honorífica otorgada por el emperador a título exclusivamente personal a ciertos funcionarios y senadores por los servicios prestados: además, surge el nuevo título de Comes; personas de confianza encargada de funciones excepcionales (reagrupación de servicio administrativos, envío a Provincias como supervisores, etc). ejercían funciones tanto en la administración central como en la territorial y su órgano era el consistorio. Más tarde, el título se devaluó convirtiéndose en un simple título honorífico.

El problema religioso

Por el Edicto de Milán (313), Constantino y Licino proclamaban la libertad de culto en todo el imperio y decidían la restitución a la iglesia Católica de los bienes confiscados: el estado romano iniciaba así un proceso de aproximación a la Iglesia Católica que, con el tiempo, la colocaría en una posición de privilegio dentro de la sociedad civil. Sin embargo, mientras Constantino fomentaba unas relaciones de privilegio con la Iglesia Católica en Occidente, Licino buscó el apoyo del sector pagano y llevó a cabo una política anticristiana en Oriente (donde había un mayor número de cristianos). Licino se fue apartando de la política de concordia entre ambos emperadores. Finalmente, Constantino y Licino se enfrentaron en la Batalla de Adrianópolis (324), que terminó con una rendición de Licino y la unidad total del Imperio bajo Constantino

La conversión de Constantino al cristianismo es un tema polémico: como miembro de la tetrarquía, participó en sus orígenes de la ideología religiosa que sustentaba dicho sistema. posteriormente, se mostró fervientemente devoto del culto al Sol Invictus, al que atribuía muchas de sus victorias militares. a partir del 313, inicia su política de acercamiento a la Iglesia Católica, concediéndole numerosos beneficios (exención de cargas fiscales, capacidad para recibir legados, reconocimiento de la Iglesia a tener su propio ordenamiento jurídico,etc). Tras la Batalla de Adrianópolis, Constantino se presentó ya abiertamente como defensor del cristianismo. En este proceso, la Iglesia Católica, que está llegando a la cumbre de su poder político,adopta algunos elementos del culto al Sol Invictus, como la adopción del domingo como "día del señor" (el dies soli se convierte en Dies Dominica), abandonando por completo toda relación con el sabath judío. El cristianismo jugó un papel decisivo en la consolidación de la unidad del Imperio.

Constantino ayudó a la Iglesia Católica en su lucha contra los movimientos heréticos, siendo los más importantes de su época el donatismo y el arrianismo: el Donatismo era un movimiento cristiano africano, de carácter rural y de fuerte contenido social y rigorista, que se mostraba muy crítico con la complacencia que la iglesia mostraba con el poder establecido. Consideraban los donatistas que la Iglesias y el Estado no debían estar vinculados. Contra el movimiento donatista, Constantino movilizó el aparato político-administrativo de África y decretó la confiscación de todos su bienes. el arrianismo, por el contrario, era un movimiento eminentemente dogmático y de carácter tan urbano como la ortodoxia: surgió en Alejandría y rechazaba la Trinidad. Los intelectuales arrianos consideraban que Dios, único y transcendente, se manifestaba al mundo a través de la Palabra (Cristo). Para resolver este conflicto, Constantino convocó el concilio de Nicea (325), donde se estableció que el Hijo era de la misma naturaleza que el padre (una única naturaleza divina, pero encarnada en tres personas distintas): no todos los obispos aceptaron la ortodoxia de Nicea y el arrianismo siguió causando problemas (sobre todo a través de los bárbaros). Nicea también supuso un punto importante en la jerarquización de la Iglesia, como un poder de tipo monárquico que tendría su contrapartida en el emperador. Poco antes de fallecer; Constantino recibió el bautismo cristiano en manos de un obispo arriano (337).

Ejército y política exterior

Constantino llevó hasta sus últimas consecuencias las reformas militares emprendidas por Diocleciano. creó definitivamente un gran ejército de campaña interior, que pasó a una situación de privilegio (bien pagado y considerado) en comparación con el estacionado en las fronteras. Dicho ejército de campaña lo conformaban las tropas móviles de Comitatenses, integradas por legiones y tropas auxiliares de caballería e infantería (las tropas auxiliares estaban formadas por bárbaros), dirigidas por dos generales (el Magister Peditum de Infantería y el Magister Equitum de caballería). Estas tropas estaban estacionadas en las ciudades y dispuestas a movilizarse en cuanto fuesen llamadas por el emperador.

Constantino tuvo que ocuparse a la vez de 3 grandes focos de peligro exteriores: el Rin, el Danubio y la frontera oriental con los persas. En el Rin, Constantino combatió contra Francos y alamanes, logrando allí sus primero éxitos en política exterior, aunque tuvo que abandonar la Galia en el 316. La victoria definitiva en este frente corresponderá a Constantino II en el 328. Las guerras del frente del danubio (contra godos y vándalos) son menos conocidas, aunque ambos pueblos aceptaron su sometimiento al estado romano en el 334,asentándose en tierras fronterizas para su cultivo. la subida al trono de Persia de Sapor II (309-379) supuso el fin del periodo de paz que duraba desde el 297, invadiendo los sasánidas armenia en el 334, y deponiendo a su rey, amigo de los romanos.

Constantino creó el cargo de Conde Oriente para neutralizar el poder persa en la zona, pero murió en el 337 en vísperas de la guerra, dejando el problema persa a sus sucesores. También tuvo que hacer frente Constantino, por último, a los motines provocados por los judíos en Palestina hacia el año 333.

El Imperio Romano bajo Constantino

El problema de la sucesión de Constantino

Constantino murió en el 337 sin dejar resuelto de forma definitiva el problema de su sucesión. sus hijos, tras un serie de luchas fratricidas, se unieron en Vimiciano y decidieron repartirse el Imperio: Constantino II recibía las Diócesis de Occidente y Constancio II las de Oriente; además, Constante recibía Italia y Panonia. El reparto se selló en virtud de pactos matrimoniales. La dinastía Constantiniana gobernó entre 337-363.

En el 340, se rompió el entendimiento entre Constantino II (Occidente) y Constancio II (Oriente). Constantino marchó contra su hermano, pero cayó en una emboscada. Entonces, Constante y Constancio II se repartieron respectivamente las partes occidental y oriental del Imperio. Durante una década (entre 340-350), ambos hermanos gobernaron en frágil armonía, pues constante era defensor de la ortodoxia y Constantino II del arrianismo. La crisis económica provocó conflictos internos en Occidente, hasta el punto de la proclamación del usurpador Magnencio como Augustus en las Galias en el 350. Constante, que también se encontraba en la Galia, fue asesinado. Magnencio fue reconocido en las Galias, África y Roma. Entonces Constancio II decidió intervenir, derrotando a Magnencio y quedando como único Augustus de todo el imperio (353). Impuso el arrianismo en todo el Imperio.

Constancio II murió en el 363, sucediéndole Juliano el Apóstata, nieto de Constancio I, que había sido nombrado caesar por Constancio II. Juliano decidió otorgar libertad de culto a todas las religiones del imperio, de modo que tanto el paganismo como las herejías cristianas se vieron liberadas tras años de persecuciones: suprimió los privilegios que sus antecesores habían concedido a la Iglesia Católica y volvió a dignificar las antiguas creencia paganas en todos los ámbitos de su gobierno.

Juliano, muerto muy joven en el 363, no había dejado herederos ni designado sucesor. Fue entonces cuando el ejército en campaña eligió a Joviano, cristiano moderado, como solución de compromiso para no molestar a las distintas facciones. se puso fin así a la Dinastía Constantina. Las dramáticas circunstancias de su lección obligaron a Joviano a concluir una paz desventajosa con los persas, en la que Roma perdía las regiones ribereñas del Tigris: sin embargo, murió por accidente en su retorno a Constantinopla (364). En su corto reinado, tuvo tiempo de adoptar con cautela una serie de medidas por las que se restituía al cristianismo buena parte de los privilegios perdidos (como la devolución de los bienes confiscados y la libertad de culto).

 Juliano el Apóstata 

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