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miércoles, 25 de octubre de 2017

PABLO PICASSO

Tal día como hoy, en 1881, nacía el pintor, escultor y militante comunista andaluz Pablo Ruiz Picasso.

Figura excepcional como artista y como hombre, Picasso fue protagonista y creador inimitable de las diversas corrientes que revolucionaron las artes plásticas del siglo XX, desde el cubismo hasta la escultura neofigurativa, del grabado o el aguafuerte a la cerámica artesanal o a la escenografía para ballets. Su obra inmensa en número, en variedad y en talento se extiende a lo largo de más de setenta y cinco años de actividad creadora, que el pintor compaginó sabiamente con el amor, la política, la amistad y un exultante y contagioso goce de la vida. Famoso desde la juventud, admirado y solicitado por los célebres y poderosos, fue esencialmente un español sencillo, saludable y generoso, dotado de una formidable capacidad de trabajo, enamorado de los barrios bohemios de París, del sol del Mediterráneo, de los toros, de la gente sencilla y de las mujeres hermosas, afición que cultivó sin desmayo.

Pablo Diego José Ruiz Picasso, conocido luego por su segundo apellido, nació el 25 de octubre de 1881, en el n.º 36 de la plaza de la Merced de Málaga, como primogénito del matrimonio formado por el pintor vasco José Ruiz Blasco y la andaluza María Picasso López. El padre era profesor de dibujo en la Escuela Provincial de Artes y Oficios, conocida como Escuela San Telmo. La primera infancia de Pablo transcurrió entre las dificultades económicas de la familia y una estrecha relación entre padre e hijo, que ambos cultivaban con devoción. El niño era un escolar menos que discreto, bastante perezoso y muy distraído, pero con precoz facilidad para el dibujo, que don José estimulaba.

En 1891 la familia se traslada a La Coruña, en cuyo Instituto da Guarda son requeridos los servicios del padre como profesor. Pablo inicia sus ensayos pictóricos, y tres años más tarde su progenitor y primer maestro le cede sus propios pinceles y caballetes, admirado ante el talento de su hijo. En 1895, Ruiz Blasco obtiene un puesto docente en la Escola d'Arts i Oficis de la Llotja de Barcelona. Pablo resuelve en un día los ejercicios de examen previstos para un mes, y es admitido en la escuela. En 1896, con sólo quince años, instala su primer taller en la calle de la Plata de la Ciudad Condal.

Dos años más tarde obtiene una mención honorífica en la gran exposición de Madrid por su obra Ciencia y caridad, todavía de un realismo académico, en la que el padre ha servido de modelo para la figura de un médico. La distinción lo estimula a rendir oposición al curso adelantado en la Academia de San Fernando, mientras sus trabajos, influidos por El Greco y Toulouse-Lautrec, obtienen nuevas medallas en Madrid y Málaga.

En 1898 realiza su primera muestra individual en Els Quatre Gats de Barcelona. Finalmente, en el otoño del año 1900 hace una visita a París para ver la Exposición Universal. Allí vende tres dibujos al marchante Petrus Mañach, quien le ofrece 150 francos mensuales por toda su obra de un año. Pablo es ya un artista profesional, y decide firmar sólo con el apellido materno. En 1901 coedita en Madrid la efímera revista Arte Joven, y en marzo viaja nuevamente a París, donde conoce a Max Jacob y comienza lo que luego se llamará su «período azul». Al año siguiente expone su primera muestra parisiense en la galería de Berthe Weill, y en 1904 decide trasladarse definitivamente a la capital francesa.

Picasso se instala en el célebre Bateau-Lavoir, en el número 13 de la calle Ravignan (hoy plaza Hodeau), alojamiento variadamente compartido por artistas sin blanca, entre otros el también español Juan Gris. Allí trabó amistad con Braque y Apollinaire, y se enamoró de Fernanda Olivier. Durante tres años Picasso pinta y dibuja sin cesar, rendido a la influencia de Cézanne, mientras elabora con Braque las líneas maestras del cubismo analítico, cuya gran obra experimental, Las señoritas de Aviñón, es pintada por Picasso en 1907.

Pronto sobreviene el asombro y el escándalo ante un estilo deforme que rompe todos los cánones y va ganando nuevos adeptos, al tiempo que su audaz inventor expone en Munich (1909) y en Nueva York (1911). Pablo ha encontrado una nueva compañera en Marcelle Humbert, y siempre seguido por Braque, se lanza a crear el cubismo sintético, que los acerca al borde de la abstracción (en su extensa y tan variada obra, Picasso jamás llegaría a abandonar la figuración). Poco después se muda de Montmartre a Montparnasse, y se abren exposiciones suyas en Londres y Barcelona.

En 1914, con el estallido de la Primera Guerra Mundial, llegan las tragedias: Braque y Apollinaire son movilizados, y Marcelle muere súbitamente ese otoño. Pablo abandona prácticamente el cubismo, y busca otros caminos artísticos. Los encuentra en 1917, cuando por medio de Jean Cocteau conoce a Serguéi Diáguilev, que le encarga los decorados del ballet Parade de Erik Satie. El fin de la guerra le trae un nuevo amor, la bailarina Olga Clochlova, y también un nuevo dolor: la muerte de Apollinaire a consecuencia de una grave herida en la cabeza. Se casa con Olga en 1918, y hasta 1925 trabaja en diversos ballets que dan cauce a su evolución pictórica.

Un viejo retrato de su madre, pintado en 1918, le valdrá el millonario premio Carnegie de 1930, que le permite adquirir una suntuosa villa campestre en Boisgelup, y pasarse más de un año viajando por España. Por entonces vuelve a la escultura y mantiene un romance con Teresa Walter, del que nace su primera hija, Maya. La Clochlova inicia un escandaloso juicio para conseguir el divorcio, que el juez se niega a conceder. Despechado, Picasso se enamora de Dora Maar.

Picasso y su visión política

Al estallar la Guerra Civil, Picasso apoya con firmeza al bando republicano, y acepta simbólicamente la dirección del museo del Prado, mientras en 1937 pinta el Guernica en París. Dos años después se realiza una gran exposición antológica en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. Deprimido por el triunfo de los nacionales y la posterior ocupación de Francia por los nazis, pasa la mayor parte de la Segunda Guerra Mundial trabajando en su refugio de Royan.

Guernica
En 1944 se afilia al Partido Comunista Francés y da a conocer 77 nuevas obras en el Salón de Otoño. Después se entusiasma por la litografía y por la joven y hermosa pintora Françoise Guillot, con la que convive hasta 1946. Se inicia así su etapa de Vallauris, en la que trabaja en sus magníficas cerámicas. Con Françoise tendrá dos hijos: Claude, nacido en 1947, y Paloma en 1949.

En 1951-1952 Picasso pintó una obra, Masacre en Corea, que muestra de una manera muy clara su relación con el partido Comunista y sus sentimientos en general hacia sufrimiento humano. En el año 1951 los Estados Unidos fueron acusados por China de lanzar bombas en Corea del Norte, matando a muchos comunistas. Picasso estaba de acuerdo con estas acusaciones, y se comprometió de hacer una serie de pinturas anti-americanas para el gobierno de China. Concretamente esta tiene tonos de grises, amarillos y verdes. Muestra un grupo de mujeres desnudas a punto de ser masacradas de un grupo de violentos militares que se parecen robots. Aunque esta pintura relata la realidad de Corea del Norte, también muestra sufrimiento en general. Las mujeres desnudas son víctimas inocentes. Los cuerpos son muy suaves en contraste con los cuerpos rígidos e inhumanos de los atacantes. Hay una clara referencia a la obra de Los fusilamientos del tres de mayo de Goya, de la que se toma la organización en dos grupos de figuras: las víctimas sin y los atacantes violentos, fuertes, y animales. 
Masacre en Corea, 1951-1952



En 1954, el infatigable anciano se fascina por una misteriosa adolescente de delicado perfil y largos cabellos rubios llamada Sylvette David, que acepta posar para él a cambio de uno de los retratos, a su elección. El trato se cumple y su resultado produce algunas de las obras más conocidas y reproducidas del pintor, como el famoso perfil de Sylvette en la butaca verde.

Si la fascinación por la etérea Sylvette había sido platónica, no tuvo el mismo cariz su atracción por Jacqueline Roqué, joven de extraodinaria belleza a la que tomó como compañera en 1957, un año antes de pintar el gigantesco mural para la UNESCO. Fértil milagro del arte y de la vida, Picasso seguiría creando, amando, trabajando y viviendo intensamente hasta morir en 1973. Dejó tras de sí la mayor y más rica obra artística personal de nuestro siglo, y una fabulosa herencia que provocó agrias disputas hasta recaer en un ser de pacífico nombre: su hija Paloma.

El estilo de Picasso

Durante su estancia en París, Pablo Picasso actualizaba constantemente su estilo; trabajó desde el período azul, el período rosa, el estilo de las influencias africanas, pasando por el cubismo, el surrealismo y el realismo. No solo dominó estos estilos, sino que fue pionero en cada uno de estos movimientos e influyó en los estilos a seguir a lo largo del siglo XX, a partir de las obras iniciales que creó. Además de los estilos que introdujo en el mundo del arte, también trabajó a través de los diferentes estilos que aparecieron mientras trabajaba en París. No solo mejoró continuamente su estilo y las obras que creó, es bien sabido el hecho de que él tenía la capacidad de crear en cualquier estilo que era prominente durante este tiempo.

Al pintor malagueño no le gustaba trabajar a las órdenes de nadie; sin embargo, incursionó en el teatro, colaborando con Diaghilev. Además, ilustró más de medio centenar de libros con portadas o retratos- que no estaban necesariamente relacionados con el texto -, aunque su trabajo aportaba su enorme prestigio. En total, colaboró en más de un centenar de libros. El más apreciado trabajo literario de Picasso fue su GÓNGORA, publicado en 1948. Picasso, durante su vida, se sintió más atraído por la compañía de escritores que la de pintores o escultores; incluso, escribió poesía en español y en francés; pueden citarse "El entierro del conde Orgaz", como tributo de admiración al Greco, contemporáneo de Góngora y, en 1937, editó "El sueño y la mentira de Franco", la más trascendente edición artística de valor político de todo el siglo. Sbartés, su amigo desde la época de estudiante y durante muchos años su secretario, afirma que nunca vio a Picasso con un libro en las manos. Pese a esta afirmación, lo cierto es que Picasso, tenía una biblioteca selectiva, destacando una edición de Obras de Góngora, publicada en Lisboa, en 1667. Pese a lo que dice Sbartés, los amigos de Picasso aseguran que estaba muy bien informado de la literatura pasada y presente. Le era posible hablar de Shakespeare o Molière, o citar a Kierkegard, a Barthes, a Sade o a San Juan de la Cruz. Picasso se confesaba conmovido e influenciado por La sonata a Kreutzer, de Tolstoy. También que en una reunión, hizo un elocuente análisis El Retrato de Kahnweiler en relación con Bergson; pero, luego, admitió no haberlo leído jamás y que había formado su opinión analítica escuchando a sus amigos. Probablemente, el interés de Picasso por Góngora nació al conocer a Pierre Reverdy, amigo del pintor Juan Gris. En Francia, Reverdy, desde 1898, había hecho revivir la poesía de Góngora, casi completamente olvidada. Esta resurrección sobrepasó en repercusión a la que se hizo para rehabilitar a El Greco, otro artista casi inadvertido en París. La labor incansable de Reverdy llegó a su clímax en 1927, tercer centenario de la muerte de Góngora.

Pablo Picasso era un pacifista, y las pinturas a gran escala que creó, mostraban un grito de paz y cambio para este tiempo. Una pieza de 1937 que creó, después del bombardeo alemán de Guernica, fue una de esas piezas influyentes de este tiempo. No solo se convirtió en su pieza de arte más famosa, sino también es muy importante la pieza, ya que mostraba la brutalidad de la guerra y la muerte, por esto se convirtió en una figura prominente de la época. Vender su trabajo, el mensaje en el que creía, el arte, la política y la excentricidad, se encontraban entre sus principales objetivos de venta.

Con el pincel como arma e instrumento
como el martillo que transforma
la realidad pues el arte no es un espejo
que recoge su verdadera forma

y modifica y erosiona y cambia como el viento
el malagueño se inclina ante el pincel
pincel que dibuja en los bocetos los reflejos
de sus ideas, sus sueños y sus pensamientos en el papel

en un mundo que se hunde en los mares de la necedad
el arte toma protagonismo para ocultar la maldad del ser humano
modificando y disfrazando la cruda realidad
como el trabajo sutil y perfecto de un cirujano

como el martillo que transforma las rocas y las da forma
para que juntas puedan ser una perfecta escultura
el arte de Picasso es la visión que deforma
una realidad y una época con luces claras y oscuras

3 comentarios:

  1. Genial tu artículo sobre Pablo Picasso, terminado con maestría por tn poema.
    Saludos.
    Manuel Prados.

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  2. Maravillosa descripción de un genio, único como otros grandes Goya, da Vinci y Miguel Angel

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  3. Asombrosa síntesis tan rica en matices y detalles, bien fundados, todos ellos. Mi gratitud por ello. No obsrante, me hubiesa encantado algún matiz "crítico" que humanizara y acerca al genio al común de la gente. Ha tiempo que leí algo así como:" seria muy problemática, si no inadmisible, la relación de Picasso con las mujeres en estos tiempos..."

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