El término almogávar provendría de la palabra árabe al-mugawar, esto es,
el que realiza una razzia o incursión. Aunque podría aplicarse a los
muchos grupos irregulares de guerreros que en la frontera
cristiano-musulmana de la Península Ibérica, realizaban este tipo de
actividades, almogávar se va a identificar especialmente con los grupos
provenientes del Pirineo aragonés y catalán.
Tras combatir en la Reconquista y en el sur de la península Itálica, realizaron sus gestas más importantes en Oriente, principalmente en el Imperio bizantino durante el siglo XIV. La expedición de los almogávares al Imperio Bizantino es fruto de tres situaciones:
- Federico II de Sicilia quería deshacerse de los almogávares, ya que estaban causando desórdenes en la isla al haberse quedado sin ningún cometido tras firmarse la paz de Caltabellota (1302). Este acuerdo puso fin a las luchas entre la casa de Anjou y la de Aragón, dejando Nápoles para Carlos II de Anjou y Sicilia para Federico.
- Después del mismo acontecimiento, el antiguo templario Roger de Flor tenía interés en no ser entregado por sus antecedentes en manos de sus adversarios, ya que Federico tenía muy buena relación con la Santa Sede y tuvo miedo de que la orden del Temple lo reclamara.
- El emperador bizantino Andrónico II Paleólogo tenía urgente necesidad de tropas para conjurar el peligro turco que avanzaba desde Asia Menor.
Tras su llegada a territorio bizantino, y tras una escaramuza con unos genoveses que deja a 3.000 de ellos muertos, entran en batalla contra los turcos, terminando con la vida de unos 13.000 (todos los varones mayores de diez años, no se hacían prisioneros). Prosiguen obteniendo grandes éxitos en su lucha, tomando Filadelfia, Magnesia y Éfeso, y obligando a los turcos a retirarse en Cilicia y en Tauro.
Ramón Muntaner, uno de los integrantes de la expedición, narra en su Crónica de los Almogávares que en la batalla de Monte Tauro se enfrentaron a un ejército de unos 40.000 turcos, que se retiraron tras perder aproximadamente 18.000 hombres.
Sin embargo, luchas de poder y problemas de avituallamiento hacen que se encaminen hacia Tesalia, que un siglo antes había caído en manos de barones francos tras la Cuarta Cruzada, y no había sido recuperada por los emperadores de Nicea al tomar Constantinopla.
En 1304, el emperador de Bizancio nombra césar a Roger de Flor, lo cual fomenta las intrigas palaciegas. Tras pasar el invierno en Gallípoli, planean regresar a su lucha contra los turcos, pero Miguel, hijo del emperador, invita a Roger de Flor a una celebración en su honor en Adrianópolis. Tras los festejos, unos mercenarios alanos contratados para tal efecto asesinan a Roger de Flor y a la guardia que lo acompañaba: era el 4 de abril de 1305. Confiaban que los almogávares, sin líderes, se rindieran. Éstos, hacen justo lo contrario, comienzan la llamada «venganza catalana», arrasan pueblos y aldeas y derrotan a los griegos. Alarmado el Emperador, manda un gran ejército contra ellos, pero los almogávares se alzan con la victoria, matando a unos 26.000 bizantinos. A continuación persiguen a los mercenarios alanos, asesinándolos a todos menos a sus mujeres: 8.700.
A continuación, Gallípoli, defendida por el que será cronista de las hazañas almogávares, Ramón Muntaner, será atacada por un ejército bizantino formado por romeos - soldados bizantinos -, alanos y turcos. Los genoveses, por su parte, preocupados por lo que la presencia comercial catalana podía suponer para sus intereses, colaborarán con su flota capturando a Berenguer de Enteza. Sólo queda Bernat de Rocafort - nombrado senescal por el propio Roger de Flor antes de su partida a Andrinópolis - como líder preeminente de la también conocida como Compañía Catalana.
La agresión imperial será denunciada por los almogávares y aprovechada para romper formalmente el pacto de vasallaje que tenían establecido con Andrónico II. El éxito de los almogávares en la resistencia al cerco de Gallípoli y la victoria sobre un ejército mucho más poderoso en la batalla de Aprós, contribuirá a reforzar el contingente almogávar, al unirse a ellos, grupos de alanos, turcos e incluso bizantinos, que ven en los catalano-aragoneses una garantía de éxito y botín.
Terminada su venganza, los almogávares forman un consejo de gobierno (Consell de Dotze) y son contratados por el duque de Atenas para luchar contra los griegos. Sin embargo, una vez realizado el trabajo, el barón franco se niega a pagarles y los almogávares se enfrentan a él, derrotándolo en la batalla del río Cefis (1311) y toman posesión del ducado en nombre de la Corona de Aragón, negándose a devolverlo al teórico legítimo heredero del barón. El Papa los insta a devolver el territorio, pero al negarse, los excomulga en 1318.
En este periodo, los almogávares aprovechan para ampliar sus territorios con Neopatria (las tierras del duque de Tesalia, muerto sin descendencia), pasando estas tierras al control de la Corona de Aragón.
En 1331, un fuerte ejército armado en Francia con el beneplácito del Papa intenta recuperar Atenas, pero es derrotado. El dominio de los reyes de la Corona de Aragón sobre estos ducados se mantuvo hasta 1391.
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