La
oleada neoliberal que está realizando el
gobierno español, bajo el paraguas de la Unión Europea y los dictados del FMI
está destruyendo lo poco que quedaba del llamado Estado de Bienestar.
El
liberalismo a ultranza, basándose en los principios de Adam Smith, afirma que
el Estado no puede intervenir en la economía porque su intervencionismo
supondría un ataque a la pieza angular de su ideología: la defensa de la
propiedad privada.
Este
discurso está camuflado bajo la bandera que defiende que, por encima de todo,
existe la libertad del individuo. Por
tanto, la lógica está clara: si el estado ataca la propiedad privada, el estado
ataca a la libertad del individuo.
Bajo la
excusa del ahorro, el gobierno, sometido al poder económico, ha convertido a
los medios de comunicación en una herramienta propagandística del gobierno,
repitiendo incesantemente de manera goebelina que la ciudadanía española es la causante
de la crisis.
Sin embargo,
hay que recordar que la deuda fue, en principio, privada durante los años 2008
y 2009 y que fueron los gobiernos, bajo el mandato de los mercados, quienes se
encargaron de socializar las pérdidas y de culpar a los ciudadanos, señalándoles
como los causantes de la crisis.
Eso es
en parte verdad, pero los economistas saben que los seres humanos responden a
estímulos: los MDC, como empresas que son, empezaron a emitir miles y miles de
anuncios incentivando el consumo, el gasto, la compra de pisos… provocando que
la ciudadanía, inconscientemente, se convirtiera en la protagonista de esta
tragedia.
Por
tanto, es cierto que la ciudadanía tiene parte de culpa en esta crisis, pero no
es la causante de ésta.
La
ciudadanía debe estar prevenida contra los Medios de Comunicación porque, como
dijo Malcom X, éstos les harán amar al opresor y a odiar al oprimido.
Por eso, es necesario que el miedo cambie de bando.
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