El chovinismo o
chauvinismo es la creencia narcisista, próxima a la paranoia y la
mitomanía, de que lo propio del país o región al que uno pertenece es lo mejor
en cualquier aspecto. El nombre proviene de la comedia La cocarde tricolore
de los hermanos Cogniard, en donde un actor con el nombre de Chauvin
(Nicolás Chauvin es un personaje histórico condecorado en las guerras napoleónicas que personifica un patriotismo exagerado) también conocido coloquialmente como patrioterismo.
(Nicolás Chauvin es un personaje histórico condecorado en las guerras napoleónicas que personifica un patriotismo exagerado) también conocido coloquialmente como patrioterismo.
El chauvinismo es
un razonamiento falso o paralógico, una falacia de tipo etnocéntrico o de ídola fori. En retórica, constituye uno de los argumentos
falsos que sirven para persuadir a la población (o a un grupo determinado de
personas) mediante la utilización de sentimientos, muchos de ellos exacerbados,
en vez de promover la razón y la racionalidad. Se utiliza generalmente por
parte de políticos, medios de comunicación y empresarios para condicionar la
formación de expectativas. La filósofa política Hannah Arendt lo describe así:
El chauvinismo es un producto casi natural del
concepto de Nación en la medida en que proviene directamente de la vieja idea
de la "misión nacional" [...] La misión nacional podría ser
interpretada con precisión como la traída de luz a otros pueblos menos
afortunados que, por cualquier razón, milagrosamente han sido abandonados por
la historia sin una misión nacional. Mientras este concepto de chauvinismo no
se desarrolló en la ideología y permaneció en el reino bastante vago del
orgullo nacional o incluso nacionalista, con frecuencia causó un alto sentido
de responsabilidad por el bienestar de los pueblos atrasados.
"Imperialism, Nationalism, Chauvinism", en The Review of
Politics 7.4, (Octubre de 1945), p. 457
El chauvinismo nació
con la creencia del Romanticismo en la existencia de un hipotético carácter,
idiosincrasia, personalidad o temperamento nacional distinto para cada pueblo,
etnia, raza, región o nación y que tendría vida propia e independiente; un Volkgeist o espíritu del pueblo específico, que sus miembros deberían canalizar y
servir; si bien los griegos ya se burlaban de quienes pretendían que la luna de
Atenas era distinta (y mejor) que la de Éfeso. Psicológicamente, sin embargo,
se trata de un sistema delirante que esconde un sentimiento neurótico de
inferioridad en forma paranoica (en su manifestación de delirio de grandeza).
Tras la Segunda Guerra
Mundial y sobre todo con la creciente Globalización, el chauvinismo ha quedado
reducido a una práctica moralmente reprochable, expresión del pensamiento
nacionalista que suele ir acompañado de manías persecutorias consistentes en
culpar de los males propios a otros países, regiones, pueblos o razas.
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