"... el teatro está creado, en primer lugar, para el actor, sin el cual no
puede existir...
La más profunda revolución en los medios de expresión teatrales y la más
perdurable escuela de interpretación, vigente hoy en la mayoría de los países,
se debieron a este eminente actor ruso, fundador de la más notable compañía del
mundo moderno: el Teatro de Arte de Moscú. De aquí salieron los más ilustres
actores de Rusia, así como de los estudios y otras escuelas surgidas de su
seno, lanzándose a los más atrevidos realizadores de nuestra era, quienes
convirtieron a Moscú en el mayor campo de experimentación teatral de toda
Europa. Los dos libros escritos por Stanislavsky, Mi vida en el arte y La
formación de un actor, constituyen los textos más importantes de estudio en
todas las escuelas teatrales de los dos continentes. Mientras los experimentos
de los directores más avanzados de Rusia, Inglaterra, Alemania e Italia han ido
siendo olvidados paulatinamente, los principios de Stanislavsky se han
instalado de modo casi definitivo en la conciencia de los mejores actores y
realizadores de nuestros días. De ahí que la personalidad y la aportación al
arte teatral de Stanislavsky sean decisivas en el siglo XX.
C.S.Alexeiev, que había de hacerse famoso con el nombre de Constantin
Stanislavsky, nació en Moscú el año de 1863. Sus padres fueron Sergei
Vladimirovich Alexeiev, rico industrial, y Elisabeta Vasilievna, hija de la
actriz francesa Vareley, que había llegado a San Petersburgo con una de las
compañías que visitaban con tanta frecuencia las dos grandes ciudades rusas. La
inclinación artística de Stanislavsky tenía, pues, un origen claro, y empezó a
manifestarse, según él mismo declara, desde los cinco años, en que hizo su
primera aparición en escena.
El joven Stanislavsky estudió canto, con el propósito de pertenecer al arte
operístico, pero su fracaso en este género y la falta de interés en la opereta,
lo llevaron, en unión de algunos amigos, a fundar La Sociedad de Arte y
Literatura, cuyo propósito era reunir jóvenes y aficionarlos al teatro. A los
pocos años, visitó Moscú la Compañía teatral de los Meiningers, innovadores en
el campo de la interpretación, haciéndolo más sobrio, menos teatral y que la
actuación del conjunto prevaleciera sobre el divismo. Constantin puso en
práctica estas enseñanzas y tuvo un éxito resonante con Uriel Acosta, un drama
de Gutzkov.
En 1897 se produjo un hecho histórico: su encuentro con Danchenko, autor y
formador de jóvenes actores. Ahí nació la idea del Teatro de Arte de Moscú, que
debía regirse por los nuevos métodos; Nemorovich-Danchenko, encargado de la
parte literaria y administrativa, mientras Stanislavsky se ocupaba de los
actores y de la puesta en escena.
He aquí algunos de los principios que el Teatro de Arte de Moscú puso en su
constitución: "No hay papeles pequeños, sólo hay artistas pequeños...
Toda violación de la vida creadora del teatro es un crimen, tales como el
retraso, la pereza, los caprichos, la histeria, el mal genio, la indisciplina,
el no saberse un papel, etc..."
Se declaraba la guerra a todo lo convencional: la "teatralidad", el
falso pathos, la rutina, el histrionismo, el sistema del "primer
actor" en perjuicio del conjunto, y sobre todo, iba a prescindirse del
repertorio entonces de moda, para representar solamente obras de auténtica
calidad. Por supuesto, se modernizaba todo el sistema de esce-nografía e
iluminación, suprimiendo por completo al apuntador y la horrible costumbre de
salir a saludar al hacer un mutis. El telón que ascendía fue sustituido por la
cortina que se abre de derecha a izquierda.
Para poner en ejecución tan revolucionarios métodos, Stanislasvsky y
Nemirovich-Danchenko sólo pudieron disponer de un viejo y destartalado teatro
llamado el Ermitage, en la calle de Karetny Riad, que hubieron de remozar y
acoplar a sus necesidades. Después de más de un año de preparativos y ensayos,
el Teatro de Arte de Moscú hizo su debut el 14 de octubre de 1898 con la obra
de Alexis Tolstói -quien nada tiene que ver con el gran. novelista- El zar
Fiador, cuyo papel principal fue interpretado por el que habría de ser eminente
artista Movskin. La impresión y el éxito artístico del Teatro de Arte de Moscú,
desde su primera aparición, fueron extraordinarios y definitivos.
La etapa inicial de la compañía siguió con las obras El mercader de Venecia, La
muerte de Iván el Terrible, de A.Tolstói, Antígona, El poder de las tinieblas,
de León Tolstói, y Julio César, de Shakespeare, mientras en el aspecto
poético-ilusorio, fueron maravillosamente montadas Bola de nieve, en la
ver-sión de Ostrovski, y El pájaro azul, de Maeterlinck, estrenado mundialmente
por el Teatro de Arte y que constituyó uno de sus más grandes y duraderos
éxitos.
He aquí, sin embargo, el resumen de aquel período en la opinión del propio
Stanislavsky: "La justicia exige que digamos que entre todos nuestros
errores de entonces se hallaba latente una esencia creadora sumamente
importante, que es la base de todo arte: la tendencia hacia la auténtica verdad
artística. Esta verdad artística era entonces sólo exterior entre nosotros; era
la verdad de las cosas, de los objetos, de la ropa, de los sonidos, de la
imagen externa del intérprete. Así conseguimos que subiera al escenario la
verdad auténtica aunque solo fuese exterior, mientras en los demás escenarios
imperaba la mentira y la falsedad teatral, lo que nos abría ciertas y amplias
perspectivas para el porvenir."
Stanilavsky puso en escena obras de Ibsen y las de Chejov, cuyo estilo de
dramas se identificaba a fondo con la línea de interpretación, de intuición y
sentimiento, es decir, que los actores vivieran sus papeles. Dijo Stanislavsky:
"Mejor que ningún otro, las piezas de Chejov rebasan de acción y
movimiento, pero no lo exterior, sino en su desenvolvimiento interno; él
demostró que la acción escénica debía concretarse en el sentimiento interior;
él nos llevó a profundizar en la vida de las cosas, de los sonidos, de la luz,
todo lo cual, lo mismo en el teatro que en la vida real, ejerce una influencia
enorme en el alma humana"
Stanislavsky creó una nueva manera de hacer teatro y su compañía triunfó en sus
giras por Francia, Alemania, Estados Unidos, dejando en sus capitales escuelas
de teatro que crearon nuevos intérpretes siguiendo las enseñanza que pueden
resumirse así: el único soberano de la escena es el actor de talento, que debe
llegar a la plenitud de sentir espiritualmente el personaje hasta transformarse
en él, y debe apoyarse en las reglas técnicas - y esto aún para el actor mejor
dotado -, para no caer en la vulgaridad o el infantilismo histriónico, actuando
en armonía con el conjunto en el escenario- Realismo o imaginación, todo es bueno
si el papel se vive como una auténtica "verdad artística"
Constantin Stanislavsky murió en 1938 y sus funerales fueron un acontecimiento
de masas, porque el pueblo ruso quiso rendir un grandioso homenaje al innovador
del arte teatral.
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