Todos los años, los peregrinos vienen a la Meca, visitan la Kaaba, besan una piedra negra, dan 7 vueltas al monumento, van a beber agua al pozo de Zemzem y, finalmente, corren 7 veces, de una colina a la otra, ya que son dos colinas las que circundan la ciudad.
Al día siguiente van al monte sagrado de Arafat y, a la puesta del sol, vuelven a la Meca pasando por el valle de Mina, en cuyo camino hay tres pilares de piedra sin labrar; ahí lanzan 7 piedras a cada uno de los pilares, hecho lo cual regresan a la Kaaba.
La Península Arábiga antes del Islam
Dos zonas principales condicionaron el desarrollo de las sociedades, que debido a la falta de fronteras
naturales y a la capacidad de movilidad de los nómadas siempre fueron muy permeables:
- Norte y centro. Paisaje desértico y clima duro.
- La llamada Arabia Feliz, zonas costeras del Oeste y Sur. Zonas fértiles y dedicadas al comercio tanto marítimo como interior.
Los árabes estaban organizados en tribus, al mando de un líder que recibía el nombre de jeque (sheij en árabe). Los miembros de cada tribu están estrechamente vinculadas y una de sus principales características era la fidelidad.
La vida económica en la Arabia preislámica consistía fundamentalmente en las actividades agropecuarias y comerciales. La agricultura estaba basada en el cultivo de secano. En el resto del país, la agricultura dependía de la presencia de fuentes perennes o de aguas subterráneas captadas mediante la perforación de pozos. Para los trabajos agrícolas utilizaban el arado de tipo romano, pero no disponían de abonos orgánicos, ni de animales de tiro. Los productos que cosechaban eran el trigo y la cebada.
La ganadería, en manos de la población nómada, se basaba en la cría de camellos, ovejas y cabras, fundamentalmente. Había una ausencia de animales bovinos debido a las condiciones climáticas y, como consecuencia de ello, a la falta de pastos.
El comercio fue la actividad de mayor relieve, no tanto por el volumen y valor de las mercancías transportadas, sino porque en él van a entrar en rivalidad las dos grandes potencias próximas a Arabia: Bizancio y Persia.
Antes de la llegada del Islam, existía en la Península Arábiga una pluralidad de opciones religiosas, se mantenían las creencias antiguas y el paganismo. La mayor parte de los árabes eran politeístas. Aunque no se conocen bien sus creencias y prácticas religiosas, parece ser que no consideraban que sus dioses fueran algo más que unos seres que podían enfurecerse y causar desgracias, y a los que podían aplacar con ofrendas y sacrificios.
Los estados preislámicos: Himyaríes, Gassaníes y Lajmíes.
Tanto Persia como Bizancio controlaron a una serie de poderes locales para tratar de influir sobre la
península arábiga. Ambos querían el control de las rutas comerciales árabes. Específicamente los persas necesitaban una salida hacia el mar. Estos poderes locales se controlaban en base a la presencia de bases comerciales, predicadores e incluso soldados que servían como mercenarios en los ejércitos
imperiales. Estos poderes locales eran:
- Ghassaníes y Lajmíes. Tribus yemeníes emigradas hacia el Norte de Arabia.
- Himyaríes. Situados al Sur.
Los Himyaritas formaron el último de los grandes Estados del sur de Arabia, los cuales habían gobernado desde el primer siglo d.C toda la Arabia Meridional, y habían mantenido relaciones con Roma. Posteriormente, Bizancio intentó mantener buenas relaciones con este Estado pues deseabaasegurarse su comercio en esta zona, y así evitar que los sasánidas pudiesen instalarse en aquel lugar. En el año 510, los Himyaritas, por reacción contra los etíopes cristianos, entregaron el poder a un príncipe que se había convertido al judaísmo, llamado, DuNuwas. Su amistad con los sasánidas motivó que interviniese el emperador bizantino quien envió una armada etíope infligiendo una gran derrota al soberano himyarita.
Algunos grupos etíopes se sublevaron y en el 530 entregaron el poder a Abraha, antiguo esclavo cristiano, durante cuyo gobierno se produjo la ruptura de lapresa Ma‘rib que él reparó. Según la tradición, Abraha dirigió en el 570, año en que nació Mahoma, una expedición a la Meca que se conoce como la “guerra del Elefante”, pero este suceso no es admitido por todos los estudiosos, pues de ser
cierta la fecha, su gobierno se habría prolongado demasiado tiempo.
La dinastía fundada por este antiguo esclavo duró hasta que se produjo la invasión persa en el año 575. A partir de entonces, la Arabia del sur se convirtió en un protectorado persa, manteniendo como jefe nominal a un descendiente de los reyes himyaritas. No obstante, el gobierno persa, poco efectivo, duró hasta los primeros tiempos del Islam.
Mientras que al oeste, próximos al imperio bizantino, encontramos otro gran
Estado árabe, el de los ghassaníes, con quienes los bizantinos crearon una alianza con vistas a prevenir incursiones nómadas. Abastecieron a la armada bizantina
de jinetes que constituían un contingente móvil muy eficaz. Los ghassaníes no tenían capital fija, sus centros fueron Djabiya y Djillik, al sur de Damasco; y posteriormente, Sergiopolis-Rus˙
a¯fa, al sur del Éufrates. No obstante, cierta actitud del
rey Ghassa¯ní provocó inquietud en el emperador bizantino por lo que fue arrestado por sorpresa y condenado a muerte, después de lo cual, el reino ghassa¯ní se
fragmentó entre quince jefes.
Esta relación con los dos grandes imperios, había hecho que los jinetes beduinos se familiarizaran con las grandes civilizaciones tanto de Persia como de Bizancio, y con las técnicas de guerra desarrolladas en una y otra parte.
PRECEPTOS DEL ISLAM
El núcleo de la ley islámica se expresa en cinco preceptos básicos, los cinco pilares de la religión que todo buen musulmán debe cumplir: la profesión de fe, la oración cinco veces al día, la limosna, el ayuno durante el mes el ramadán y la peregrinación a la Meca.
- La profesión de fe. Ante testimonios y en los principales momentos de la vida, el creyente tiene que recitar la fórmula: «No existe ningún Dios excepto Dios, y Mahoma es su profeta». Por otra parte, para ser musulmán no existe ningún rito de iniciación o bautismo, sólo es preciso recitar esta profesión de fe.
- La plegaria ritual. Cinco veces al día, a horas determinadas y en dirección a la Meca, los fieles tienen que dirigirse a Alá con la oración. Una sola oración, la del mediodía del viernes, debe ser hecha en común y en la mezquita. Se recitan suras del Corán y siempre se repite la invocación «Allah akbar» («¡Alá es grande!»).Rogando con rumbo a la Meca
- La limosna. La limosna tiene dos modalidades: la ejercida espontánea y libremente para agradar a Dios y la reglamentada y obligatoria (zakat) según la cual todos los musulmanes han de aportar a los pobres y a la comunidad una décima parte de sus rentas y capital.
- El ayuno durante el mes del ramadán. El ramadán es el noveno mes del calendario lunar y es el mes en lo que comenzó la revelación del Corán. Desde el amanecer hasta el atardecer, los fieles han de abstenerse de comer y beber, de fumar y de tener relaciones sexuales.
- La peregrinación a la Meca. Por lo menos una vez en la vida, los musulmanes adultos que disponen de medios suficientes, tienen que peregrinar a la Meca y a la Gran Mezquita; ante la 'piedra negra' o Ka'ba, tienen que proclamar conjuntamente: «¡Aquí estoy, a tu servicio, oh Alá!».
Obviamente, además de estos cinco preceptos básicos, la religión islámica establece otras pautas de conducta y, al mismo tiempo, mantiene costumbres preislámicas propias de la tierra donde se formó. Como en el judaísmo, se mantiene la prohibición de comer carne de cerdo y la carne de animales que no hayan sido sacrificados de una determinada manera; se prohíbe beber vino y otras bebidas alcohólicas. También está prohibido hacer imágenes de humanos y de seres vivos; Dios es el único creador de imágenes, hacer una es querer imitar a Dios.
HISTORIA
Esta ceremonia religiosa nació en tiempos ya muy lejanos y la historia la cuenta así:
El patriarca Abraham, progenitor de judíos y árabes, tuvo un hijo con su esclava Agar, al que llamó Ismael; pero, para complacer a su esposa Sara, echó a Agar de su casa. Madre e hijo se perdieron en el desierto, llegando al lugar que ocuparía la Kaaba. Agar, corrió de una a otra colina en busca de ayuda, pero no encontró a nadie; el pequeño Ismael, tendido en el suelo, se moría de sed.
Y ocurrió el milagro: ¡brotó agua de la tierra!
Era el Pozo de Zemzem. Una tribu, atraída por el milagro, se esta-bleció en el lugar y fundó en sitio tan desolado una pequeña ciudad, a la que llamaron la Meca.
Agar e Ismael edificaron la Kaaba y en ella engastaron una piedra negra, luego, dieron siete vueltas en torno al monumento.
Entonces, el ángel Gabriel los condujo al Valle de Mina, dónde se les apareció el diablo: ¡Tiradle piedras! ¡Tiradle piedras!- aconsejó el ángel. Así lo hizo Agar, lanzándole siete y el diablo desapareció; por dos veces volvió el diablo y, cada vez, Agar, le lanzó siete piedras.
Es la leyenda de cómo se fundó la Meca y la Kaaba. En la ciudad de La Meca, antes de finalizar el siglo VI, nació Mahoma. Al morir su padre, Mahoma, era un niño cuya única herencia consistía en cinco camellos, unos cuantos corderos y una esclava.
Al morir su madre, lo recogió su abuelo y, más tarde, debió vivir con un tío. Mahoma se hizo pastor de cabras y carneros, oficio que era menospreciado.
Tenía 24 años cuando entró a servir a Kadisha, una viuda rica, de 40 años. Kadisha quiso casarse con él, aunque el padre se oponía a que lo hiciera con un hombre tan pobre. Kadisha, mujer muy decidida, preparó una gran fiesta y dio de beber a su padre hasta emborracharlo; en ése momento, el tío de Mahoma hizo la demanda de matrimonio y el padre, borracho como estaba, dio su consentimiento.
Mahoma y Kadisha vivieron 20 años de casados, mostrándose el futuro profeta como un buen administrador de la fortuna de su mujer. Sin embargo, padecía a menudo de agudas crisis nerviosas.
Una vez al año, Mahoma iba a la cima de la montaña a ayunar, meditar y orar. En una de esas ocasiones, se le apareció un ángel, ordenándole predicar, algo que Mahoma no sabía hacer. Confesó a Kadisha lo de sus visiones y pensó que estaba loco. Árabes y judíos, creían que un loco tenía el diablo metido en el cuerpo. Y cuando oyó al ángel que le repetía Ikra, - predica-, ya no dudó más y se consideró el profeta encargado por Dios para anunciar la verdad.
Y resumió su doctrina en una sola frase:
"Solo hay un Dios, Aláh, y Mahoma es su profeta".
Primero convirtió a su religión a su familia y a unos pocos amigos. Pero en la Meca la mayoría de sus habitantes se burlaron de él y de su nueva religión. Después de predicar durante diez años y no tener más de ochenta discípulos, aparte de sentirse perseguido, Mahoma decidió irse a Yatreb, más tarde llamada Medina, es decir, la ciudad.
Este hecho que se conoce como la hégira -la huida -, da nacimiento a la Era Árabe.
Transcurría el año 622 d.C.
Mahoma tuvo seis mujeres mientras vivió en Medina. Mandó a construir una pequeña mezquita para orar y predicar. Un esclavo, cinco veces al día, subía a una torre llamada minarete y anunciaba a los habitantes la hora de rezar. A este pregonero lo llamaban muezín.
Mahoma convirtió a muchos judíos y él mismo adoptó algunas costumbres de los israelitas; por aquél entonces, los árabes se postraban en dirección a Jerusalén para orar, pero cuando los judíos se negaron a considerarlo como Mesías, se indispuso con ellos y desde entonces los árabes se orientan hacia la Meca para orar.
Tampoco le fue fácil convencer a los árabes.Después de Uh˙ud, qurayšíes y medineses se esforzaron por atraer a sus respectivos campos a las tribus beduinas del H˙iya¯z. Por su parte, Abu¯ Sufya¯n reunió una gran coalición en La Meca y, en marzo del año 627, se dirigió hacia Medina.
Durante siete años, Mahoma, hizo la guerra a sus compatriotas de la Meca y, luego de
varias vicisitudes, se adueñó de la ciudad y aumentó enormemente el número de sus
seguidores, siendo reconocido como su profeta y jefe; pero había envejecido
prematuramente y se encontraba agotado con sus campañas.
Mahoma, murió en el año 632.
Pero, sembró una semilla y dejó a sus seguidores una tarea por cumplir: que todos los pueblos se convirtieran al islamismo, haciéndoles la guerra si era necesario.
Abu-Beker, su suegro y amigo, continuó la guerra santa, tomando el título de califa, palabra que significa lugarteniente. Emprendió la conquista del imperio griego y de Persia, las dos monarquías más importantes. El avance fue muy rápido: los camellos fueron una ayuda impagable, porque estos animales, en pleno desierto, podían soportar varios días sin beber.
A Abu-Beker le bastó una sola campaña para cada conquista.
Cayó Siria en el 634, Persia, lo que había sido Caldea, en el 636, Egipto en el 639 y en el 642, una campaña, para todo el resto de Persia. No habían transcurrido diez años, desde el comienzo de las guerras de conquistas.
Mientras tanto, el ejército de Siria proclamó califa a Moaviah, jefe de la familia de los Omníadas y se estableció en Damasco.
Reanudó las conquistas, empezando por África del norte, Túnez; también sometió a las tribus montañeses beréberes y las convirtió al islamismo, Fue con las tribus beréberes que inició la conquista de España en el año 711. Prosiguió su marcha hacia el norte, penetró en la Galia, saqueando la Borgoña y conquistando tierras hasta los Vosgos (725) y la Aquitania hasta el Loire. Era un imperio casi tan grande como el romano, que se extendía desde el Indo hasta el Atlántico, comprendiendo a Irán, Persia, la zona Tigris-Eufrates, el norte de África y España.
Otro califa, también producto de la sublevación, de la familia Abu-sidas, en el 750, hizo degollar a todos los Omníadas y se instaló en Bagdad. Escapó un solo joven Omníada, que instauró el califato de Córdoba, para gobernar toda España. Por último, un pretendido descendiente de Fátima, hija de Mahoma, fundó la dinastía de los Fatimitas, que se estableció en una nueva ciudad, El Cairo.
Carlos Martel, en el año 732, detuvo la expansión árabe hacia el norte de Europa, derrotándolos en los campos de Poiters, al sur de Francia.
Esta ceremonia religiosa nació en tiempos ya muy lejanos y la historia la cuenta así:
El patriarca Abraham, progenitor de judíos y árabes, tuvo un hijo con su esclava Agar, al que llamó Ismael; pero, para complacer a su esposa Sara, echó a Agar de su casa. Madre e hijo se perdieron en el desierto, llegando al lugar que ocuparía la Kaaba. Agar, corrió de una a otra colina en busca de ayuda, pero no encontró a nadie; el pequeño Ismael, tendido en el suelo, se moría de sed.
Y ocurrió el milagro: ¡brotó agua de la tierra!
Era el Pozo de Zemzem. Una tribu, atraída por el milagro, se esta-bleció en el lugar y fundó en sitio tan desolado una pequeña ciudad, a la que llamaron la Meca.
Agar e Ismael edificaron la Kaaba y en ella engastaron una piedra negra, luego, dieron siete vueltas en torno al monumento.
Entonces, el ángel Gabriel los condujo al Valle de Mina, dónde se les apareció el diablo: ¡Tiradle piedras! ¡Tiradle piedras!- aconsejó el ángel. Así lo hizo Agar, lanzándole siete y el diablo desapareció; por dos veces volvió el diablo y, cada vez, Agar, le lanzó siete piedras.
Es la leyenda de cómo se fundó la Meca y la Kaaba. En la ciudad de La Meca, antes de finalizar el siglo VI, nació Mahoma. Al morir su padre, Mahoma, era un niño cuya única herencia consistía en cinco camellos, unos cuantos corderos y una esclava.
Al morir su madre, lo recogió su abuelo y, más tarde, debió vivir con un tío. Mahoma se hizo pastor de cabras y carneros, oficio que era menospreciado.
Tenía 24 años cuando entró a servir a Kadisha, una viuda rica, de 40 años. Kadisha quiso casarse con él, aunque el padre se oponía a que lo hiciera con un hombre tan pobre. Kadisha, mujer muy decidida, preparó una gran fiesta y dio de beber a su padre hasta emborracharlo; en ése momento, el tío de Mahoma hizo la demanda de matrimonio y el padre, borracho como estaba, dio su consentimiento.
Mahoma y Kadisha vivieron 20 años de casados, mostrándose el futuro profeta como un buen administrador de la fortuna de su mujer. Sin embargo, padecía a menudo de agudas crisis nerviosas.
Una vez al año, Mahoma iba a la cima de la montaña a ayunar, meditar y orar. En una de esas ocasiones, se le apareció un ángel, ordenándole predicar, algo que Mahoma no sabía hacer. Confesó a Kadisha lo de sus visiones y pensó que estaba loco. Árabes y judíos, creían que un loco tenía el diablo metido en el cuerpo. Y cuando oyó al ángel que le repetía Ikra, - predica-, ya no dudó más y se consideró el profeta encargado por Dios para anunciar la verdad.
Y resumió su doctrina en una sola frase:
"Solo hay un Dios, Aláh, y Mahoma es su profeta".
Primero convirtió a su religión a su familia y a unos pocos amigos. Pero en la Meca la mayoría de sus habitantes se burlaron de él y de su nueva religión. Después de predicar durante diez años y no tener más de ochenta discípulos, aparte de sentirse perseguido, Mahoma decidió irse a Yatreb, más tarde llamada Medina, es decir, la ciudad.
Este hecho que se conoce como la hégira -la huida -, da nacimiento a la Era Árabe.
Transcurría el año 622 d.C.
Mahoma tuvo seis mujeres mientras vivió en Medina. Mandó a construir una pequeña mezquita para orar y predicar. Un esclavo, cinco veces al día, subía a una torre llamada minarete y anunciaba a los habitantes la hora de rezar. A este pregonero lo llamaban muezín.
Mahoma convirtió a muchos judíos y él mismo adoptó algunas costumbres de los israelitas; por aquél entonces, los árabes se postraban en dirección a Jerusalén para orar, pero cuando los judíos se negaron a considerarlo como Mesías, se indispuso con ellos y desde entonces los árabes se orientan hacia la Meca para orar.
Tampoco le fue fácil convencer a los árabes.Después de Uh˙ud, qurayšíes y medineses se esforzaron por atraer a sus respectivos campos a las tribus beduinas del H˙iya¯z. Por su parte, Abu¯ Sufya¯n reunió una gran coalición en La Meca y, en marzo del año 627, se dirigió hacia Medina.
Cuando Mahoma tuvo noticias de esta expedición, se encerró en Medina y mandó excavar un foso en el lado más vulnerable. Esta construcción dio nombre a toda la campaña, denominada Hˉandaq o “del foso”, calificada como una batalla de inteligencia. Parece ser que esta idea proviene de Persia, y que fue el converso persa, Salman, uno de los artífices más importantes de su preparación. A los sitiadores se les acabaron las provisiones, el grano había sido recogido ya, y tuvieron grandes problemas para conseguir forraje para sus caballos, lo que motivó que se produjesen discrepancias entre los mecanos y tomasen la decisión de retirarse. Después de esta batalla, los qurayšíes no sólo habían perdido su prestigio, sino también el dominio de la ruta comercial a Siria. Mahoma, después de este triunfo, se dedicó a eliminar a la última tribu judía que quedaba en Medina.
A partir del año 628 comienza la fase ofensiva del Islam. Ese año Mahoma piensa que debe realizar la peregrinación a La Meca, y con un grupo de fieles se dirige al límite del territorio sagrado, donde los qurayšíes les impiden el paso, a pesar de ello, se evitó el enfrentamiento y, en su lugar, se llegó a una negociación que quedó reflejada en el Pacto de Hudaibiyya, a una jornada de La Meca. En esta
negociación se puso de manifiesto el profundo realismo político de Mahoma, pues aunque fue mal acogido por muchos musulmanes porque consideraban humillante que no se les permitiese la entrada a La Meca durante ese año, y que se les autorizase a estar al año siguiente sólo tres días para realizar la peregrinación menor,‘umra, distinta del hayˆyˆ o gran peregrinación, Mahoma obtenía importantes ventajas políticas, la primera fue el implícito reconocimiento de su fuerza al ser admitido para tratar de igual a igual con la jerarquía de La Meca. Además, en el tratado se establecía una tregua de diez años y se reconocía a ambas partes el derecho de aliarse con quienes quisieran.
Al año siguiente, tal y como habían acordado, los musulmanes entraron en La Meca; posteriormente, Mahoma envió al norte a unos trescientos hombres para eliminar a los ghassa¯níes, pero fueron atacados por los bizantinos en la llanura de Mu’ta, situada al sur del mar Muerto. Al finalizar el año, Mahoma debido a una pequeña discrepancia con los hombres de La Meca, y bajo el pretexto del asesinato de un musulmán, declara la no validez del Pacto de Hudaibiyya, y se dirige a la ciudad santa donde llega en enero del 630. Su entrada fue pacífica, porque no venía a destruir, sino a dominar y a ganarse a los reacios con sus bondades. Durante los quince o veinte días que permaneció en la ciudad, mandó destruir los emblemas de la idolatría y los frescos que representaban a los profetas bíblicos, exceptuando las imágenes de Abraham, Jesús y la Virgen. Finalmente, tuvo lugar la ceremonia de juramento, bay‘a, por la cual la población de La Meca juraba fidelidad y obediencia al Profeta.
Pero Mahoma no pudo asistir a la gran peregrinación, hayˆyˆ, que se realizó el siguiente año, por lo que delegó en Abu¯ Bakr la presidencia, e hizo publicar un ultimátum, por el cual se daba a los paganos un término de cuatro meses para abrazar el Islam; pasado este plazo, los musulmanes habían de combatirles donde quiera que les hallasen. Además, la peregrinación y la Ka‘ba quedaban exclusivamente reservada a los musulmanes. Sería en el año 632, cuando Mahoma realizase la peregrinación, que sería la última, por lo que se conoce como “la peregrinación del adiós”, los ritos que en ella observó, cuidadosamente trasmitidos, se hicieron luego la norma seguida hasta nuestros días. En mayo de ese mismo año, cae enfermo cuando preparaba una expedición contra los bizantinos para vengar el desastre de Mu’ta, y, unos días más tarde, el 8 de junio, correspondiente al 13 rab¯ı‘ del año 11, muere sin haber dejado nada previsto sobre su sucesión.
Mahoma, murió en el año 632.
Pero, sembró una semilla y dejó a sus seguidores una tarea por cumplir: que todos los pueblos se convirtieran al islamismo, haciéndoles la guerra si era necesario.
Abu-Beker, su suegro y amigo, continuó la guerra santa, tomando el título de califa, palabra que significa lugarteniente. Emprendió la conquista del imperio griego y de Persia, las dos monarquías más importantes. El avance fue muy rápido: los camellos fueron una ayuda impagable, porque estos animales, en pleno desierto, podían soportar varios días sin beber.
A Abu-Beker le bastó una sola campaña para cada conquista.
Cayó Siria en el 634, Persia, lo que había sido Caldea, en el 636, Egipto en el 639 y en el 642, una campaña, para todo el resto de Persia. No habían transcurrido diez años, desde el comienzo de las guerras de conquistas.
Mientras tanto, el ejército de Siria proclamó califa a Moaviah, jefe de la familia de los Omníadas y se estableció en Damasco.
Reanudó las conquistas, empezando por África del norte, Túnez; también sometió a las tribus montañeses beréberes y las convirtió al islamismo, Fue con las tribus beréberes que inició la conquista de España en el año 711. Prosiguió su marcha hacia el norte, penetró en la Galia, saqueando la Borgoña y conquistando tierras hasta los Vosgos (725) y la Aquitania hasta el Loire. Era un imperio casi tan grande como el romano, que se extendía desde el Indo hasta el Atlántico, comprendiendo a Irán, Persia, la zona Tigris-Eufrates, el norte de África y España.
Otro califa, también producto de la sublevación, de la familia Abu-sidas, en el 750, hizo degollar a todos los Omníadas y se instaló en Bagdad. Escapó un solo joven Omníada, que instauró el califato de Córdoba, para gobernar toda España. Por último, un pretendido descendiente de Fátima, hija de Mahoma, fundó la dinastía de los Fatimitas, que se estableció en una nueva ciudad, El Cairo.
Carlos Martel, en el año 732, detuvo la expansión árabe hacia el norte de Europa, derrotándolos en los campos de Poiters, al sur de Francia.
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