Formó parte de los círculos literarios e intelectuales de su ciudad, pero en vida apenas llegó a publicar algunos de sus escritos, la mayor parte en revistas. En 1922 obtuvo la jubilación anticipada por causa de la tuberculosis, enfermedad que empezó a padecer en 1917 y que le ocasionaría la muerte en 1924, a los 41 años en el sanatorio de Kierling, en las cercanías de Viena.
El grueso de la obra de Kafka, entre la que se cuentan tres novelas, varias decenas de narraciones, un extenso diario, numerosos borradores y aforismos y una copiosa correspondencia, se publicó póstumamente por iniciativa de su amigo y albacea Max Brod, quien desobedeció el deseo expresado por Kafka de que se destruyeran todos sus textos. Desde entonces, la importancia de Kafka y su condición de clásico indiscutible no han hecho más que incrementarse, hasta el extremo de ser unánimemente considerado -por decirlo con palabras de Elias Canetti- como el escritor que más puramente ha expresado el siglo XX, y al que hay que considerar por lo tanto como «su manifestación más esencial».
Temas tratados por Kafka
En sus anotaciones y cartas se perciben las constantes quejas de Franz Kafka acerca de los insomnios y jaquecas que padecía. Durante su vida mantuvo una dieta vegetariana y apoyaba fuertemente el naturalismo, según varios historiadores afirman que consumía leche no pasteurizada, por lo que pudo ser un desencadenante de la tuberculosis que lo aquejó desde 1917. No existe un convenio acerca de sus afectaciones mentales.
En sus diarios él escribe situaciones alucinantes sobre demonios, derrumbes, ataques, abandono, asecho, soledad y “angustiosas visiones sobre uno mismo”. El escritor era una persona atormentada y complicada, pero a su vez logró gozar la vida a su manera, con una pasión más allá de lo ordinario; en la actualidad lo definen como un paciente de trastorno esquizoide de la personalidad.
Los textos de Kafka salieron a la luz en contra de su voluntad, pues antes de fallecer le expreso a su amigo cercano Max Brod el deseo de que destruyera su obra luego de su deceso; a pesar de lo ordenado se hizo conocida su obra, la cual ha constituido hasta nuestros días la muestra de la cumbre literaria alemana, además de servir de gran influencia del siglo XX.
Los escritos de Franz Kafka iniciaron una época de grandes renovaciones dentro del género de las novelas europeas, dejando de lado el estilo realista para transformar sus narraciones en parábolas con gran contenido simbólico.
Su obra, completamente original y atesorada por ser significativa, vislumbra una preocupante existencia inmersa en lo absurdo de vivencias confusas o complicadas, dada a entender a través de sus personajes abandonados que se liberan de cualquier forma de control de un ambiente hostil, en el cual el ser humando se ve degradado, sometido y oprimido. (ver artículo: Adam Smith)
"Esa es una situación absolutamente kafkiana" - suele alegar una de las partes en una discusión acalorada. Se utiliza para describir una situación sin salida o demasiado enredada ¿Y de dónde viene este adjetivo? Es una derivación del apellido de un hombre singular que reunió en su persona las características de todas las minorías: judío en un país cristiano, escritor en una familia hostil a cualquier tipo de actividad artística, escritor en lengua alemana en la capital checa. Su nombre ha pasado al lenguaje común a través del adjetivo kafkiano, que expresa la angustia de una situación sin salida en un mundo opresivo.
Franz Kafka, nació en Praga, el 3 de julio de 1883 y murió en 1924, en Kierling, cerca de Viena.
Primogénito de los seis hijos de Hermann Kafka y de Julie Lowy, desde niño, concibió la existencia como un combate, pero perdido de antemano. Descripción de una lucha es el título de la primera obra de Kafka, publicada en 1909, aunque también podría ser el resumen de su vida. Su posición que siempre lo enfrentó a su padre está descrita en Carta al padre, escrita en 1919, pero que nunca fue enviada. El padre, era un hombre seguro de sí mismo, realista, fuerte y sano, que no podía aceptar la debilidad física de su hijo, propenso al dolor de cabeza y al insomnio y menos su fragilidad sicológica. Le obligó a aceptar un empleo de burócrata, agente en una compañía de seguros, un empleo que agobiaba y entorpecía su creación literaria, restándole tiempo para escribir. Por otra parte, Kafka nunca pudo liberarse totalmente de la imagen paterna, pese a su lucha para lograrlo, y en lo tocante a su herencia judía, cuyas tradiciones había rechazado, sólo asumió una parte de ella cuando descubrió la literatura yiddish, la Biblia y otros textos hebreos, lo que ocurrió en 1910. En esta época también manifestó un cierto interés por el movimiento sionista, del que le atraía sobre todo el ideal comunitario de las primeras colonias judías de Palestina.
Según Camus, toda la obra de Kafka tenía de común el ofrecerlo todo y no asegurar nada; puede agregarse a este juicio que el propio Kafka afirmaba en su Diario "no hay nada que yo conozca mejor que la indecisión". Lo cierto es que, desde su niñez, presa de una inseguridad genuina y profunda, fue incapaz de conciliar la vida y la creación literaria, tal vez, porque no pudo, no supo o no quiso integrarse en el ambiente de Praga, la capital de su país. Además, curiosamente, pese a su deseo de aislamiento, rompió, una tras otra, cinco intensas relaciones amorosas, como consta en la abundante correspondencia de su Diario. Ellas fueron Felice Bauer, con la que contrajo matrimonio, Grete Bloch -madre de su único hijo-, Julie Wohryzek, Milena Jesenská, traductora al checo de su obra - Kafka escribía en alemán -, y destinataria de una considerable correspondencia y, por último, Dora Diamant, su última compañera, todas ellas, protagonistas sucesivas de sus atormentadas relaciones amorosas y destinatarias de un vehemente y copioso epistolario, pese a que la soledad irreprimible la asumía como un sentimiento de culpabilidad, por lo que se sumía, desesperadamente, en el arte en busca de la satisfacción del deseo de unidad.. Aquejado de tuberculosis desde 1917, vivió esta enfermedad como el castigo de un misterioso pecado. Toda la obra de Kafka posee una fuerte carga simbólica, tanto más sensible, cuanto más ambigua.
Kafka dejó sin terminar una gran parte de sus obras, y sus tres últimas novelas: El proceso (1925), El castillo (1926) y América (1927), fueron publicadas en contra de su voluntad, después de su muerte, acaecida el 3 de junio de 1924 en el sanatorio de Kierling, cerca de Viena. Había solicitado a su mejor amigo y ejecutor testamentario, Max Brod, que quemara sus manuscritos. Felizmente, Brod, también escritor y biógrafo de Kafka, alemán y judío, contravino sus órdenes. La obra de Kafka, fue poco conocida en vida de su autor e ignorada bajo el nazismo, aunque sus libros estaban incluidos en las listas de literatura nociva. Redescubierto después de la guerra, su fama se extendió por Alemania y Austria y sus relatos, que evidencian un gran número de conflictos del hombre contemporáneo, han sido instituidos como símbolo de la condición humana y de lo absurdo de su existencia.
En sus novelas, Kafka describió, cada vez más minuciosamente, en un estilo sobrio y preciso que va desde lo fantástico de las obras de juventud al realismo más estricto, trayectorias de las que no se consigue captar ni el principio ni el fin. En un universo irreal cuya coherencia absoluta le confiere una angustiosa sensación de realidad, sus personajes se debaten en la vida cotidiana, aplastados por un fuerte sentimiento de culpa.
El héroe de El proceso siempre ignorará el motivo de su arresto y condena a muerte, el protagonista de El castillo tropezará con el monstruo burocrático, que termina fascinándole y vive el doble fracaso de no poder satisfacerle ni poder integrarse en la comunidad en que aquél ejerce la dictadura y, en La metamorfosis, nos describe la transformación nocturna de un representante de comercio en un gigantesco escarabajo, que como la imagen de artista incomprendido, muere, víctima de la repugnancia y de la violencia que provoca en su familia.
La Metamorfosis de Franz Kafka es una de esas obras que te deja pensando mucho después de haberla terminado. No es solo la historia de un hombre que se despierta convertido en un insecto, sino una profunda reflexión filosófica sobre la alienación, la identidad y el absurdo de la existencia humana.
Desde un punto de vista existencialista, la transformación de Gregor Samsa puede ser vista como una metáfora de la sensación de estar atrapado en una vida que ya no reconocemos como nuestra. ¿Cuántas veces nos sentimos extraños en nuestras propias pieles, desconectados de quienes somos, espectadores de nuestra propia vida o de lo que los demás esperan de nosotros? Gregor, al volverse un insecto, representa esa sensación extrema de deshumanización, de convertirse en algo que ya no encaja en el mundo, ni siquiera en su propia familia.
Kafka nos enfrenta con una idea clave en la filosofía existencialista: el aislamiento del individuo. Gregor, en su nueva forma, es incapaz de comunicarse, de ser comprendido o aceptado. Este aislamiento no es solo físico, es existencial. Aquí es donde resuena el pensamiento de Jean-Paul Sartre y su idea de que “el infierno son los otros”. Gregor es rechazado y temido, y a pesar de que sigue siendo el mismo en su interior, su apariencia lo condena a la soledad y el olvido.
Además, La Metamorfosis también nos habla del absurdo, un concepto que Albert Camus desarrolla en su filosofía. La transformación de Gregor no tiene explicación ni sentido, y ese es justamente el punto. En un mundo absurdo, las cosas suceden sin razón aparente, y nosotros, como seres humanos, nos vemos obligados a enfrentarlas sin tener respuestas. Gregor no cuestiona por qué se ha convertido en un insecto; simplemente trata de adaptarse, de continuar con su vida. Pero, al final, el absurdo lo aplasta.
Gregor pierde su valor a los ojos de su familia en el momento en que ya no puede trabajar ni cumplir con las expectativas sociales. Su transformación física refleja una verdad más profunda: somos vulnerables a perder nuestro lugar en el mundo cuando dejamos de cumplir con los roles que nos imponen.
La Metamorfosis es una advertencia sobre la fragilidad de la identidad y la desconexión entre el ser humano y su entorno. Kafka nos recuerda que, en este mundo lleno de normas, expectativas y juicios, la verdadera tragedia es perder la conexión con nuestra propia humanidad, y en ese proceso, ser olvidados o descartados por aquellos que deberían entendernos.
La obra de Kafka nos deja una pregunta inquietante:
¿Cuánto de nuestra identidad está definida por los otros?
Las obras de Kafka
- Descripción de una lucha (1909),
- Consideración (1913),
- El veredicto (1913)
- La Metamorfosis (1915)
- En la colonia penitenciaria (1919)
- Josefina la cantante (1924)
- Un artista del hambre (1924)
- El proceso (1925)
- El Castillo (1925)
- América (1927)
- La muralla china (1931)
- Diario (De 1909 a 1924)
- Cartas
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