¿Dónde estás? Te busco por todos los lugares reales e
imaginarios: Te necesito; necesito tu ayuda ahora que la oscuridad cierne su
velo ante mis ojos, privándome de las miradas de la gente, de los animales, de
toda la creación del Altísimo.
No me abandones ahora, no me dejes solo: yo nunca te
abandoné; sacrifiqué todos mis bienes, dejé a mi familia, a mis amigos, a todos
cuanto quería por seguir tus palabras, aquellas que brotaban de tus labios, aquellas que iluminaban mi sendero envuelto en la oscuridad
Camino por tu templo, desesperado. Tus ojos me lanzan miradas de desprecio desde las vidrieras; me lanzan miradas furibundas mezcladas con
sonrisas malignas como si tramaran algo contra mí, contra mi alma, la cual te
entregué fielmente.
Estoy desesperado. Noto el eco de tu voz en cada esquina,
en cada rincón oscuro de la ciudad, en tus propios ojos, en la mirada de la gente que pasa por mi lado con indiferencia.
Cojo los tomos de tu sagrada palabra. Me corto con las hojas
secas de tus cartas. Mi
sangre empaña las hojas, mezclándose con la tinta.
Mujer Omnipotente, ¿Por qué me has abandonado? ¿Qué hice
mal? ¿Acaso mi alma pecó de soberbia cuando acepté tus besos? ¿Acaso he tenido
pensamientos impuros en mis rezos?
¿Por qué callas? ¿Acaso no te importan mis plegarias?
¡Respóndeme! ¡Te lo suplico!
No obtengo la respuesta, impera el silencio. Noto como la
rabia crece en mi ser. Se extiende como la lepra, dejándome marcas en mi cuerpo
y alma, en mis creencias, en mis pensamientos… ¿Cómo puedo impedirlo? No
obtengo respuesta.
Solo el silencio se hace eco de mis palabras. ¿Me condenas a
una vida de oscuridad, de vacío, de olor a azufre y fuegos ardientes de aquel
ángel que se rebeló contra ti?
amor, ¿Por qué me has abandonado?
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